Partida Rol por web

Hidenaga escuchó lo que el bushi Moto dijo.
Aún que el tono de mal genio del Unicornio empezaba a cabrearle.
Bebió un trago largo pero pausado de sopa, y sentía cómo calentaba al tiempo que calma su ánimos.
Observando a los presentes, viendo como los truenos terminan el plan, la posibilidad del portal es factible, pero el objetivo principal es llegar a la isla.
Solo espera la orden de Shiroi-sama

Guardó silencio mientras el Oni Negro exponía su plan de acción. Tenía razón en lo referente al shugenja, sus conocimientos me sorprendían, había algo que este Cangrejo no hiciese bien. Lo que si le sorprendió fue cuando hablo de la figura que apareció en el islote, el no había visto nada, pero tampoco le extrañaba estaba ocupado no perdiendo de vista a Shiroi.

Luego fue Tameiki la que hablo y por su tono no le había gustado su comentario, quizá se había equivocado, puede que no fuese el momento... en el fondo se sentía mal. La opción de Tameiki del portal, le parecía descabellada, pero en los tiempos que corrían no deberían descartar nada. Shiroi parecía estar de acuerdo con Tameiki, tampoco me extrañaba, su cercanía había sido clara desde hacía tiempo. Y ciertamente la propuesta de Shiroi le gustaba, era arriesgada, pero le gustaba.

Espero al resto de presentes, por si aportaban otra propuesta, pero también a ellos les pareció acertada la de Shiroi. Pues ya estaba decidido.  

- Lamento mis palabras Tameiki-san estuvieron fuera de lugar, Shiroi-san también he de pedirle disculpas. Se giro hacía el resto de los presentes. - ¿Y cuando llevaremos a cabo el plan?

-Sea como fuese... -dijo en voz alta, tratando de responder al fénix- Podrás continuar esta batalla, ¿Shiroi-sama? -preguntó, con los brazos cruzados dentro de su kimono, observando a la ronin blanca. Tameiki tenía suerte de no haber estado tan cerca de la muerte aún en su propia vida, y no sabía si necesitaría un tiempo de recuperación largo o corto- En cualquier otro caso somo 6, más que suficientes según mi juicio -agregó, aunque le dolía tener que dejar atrás a su compañera.

Después de aquel comentario volvió a guardar silencio, con los ojos cerrados, pensativa. Había algo que la había tenido preocupada todo aquel tiempo, y creía que era hora de resolverlo.

-En otro orden de cosas, Moto-san -introdujo, abriendo los ojos para mirar al unicornio- Me gustaría hablar de lo que ha ocurrido antes y resolver la situación, en privado, si lo preferís -hablaba calmada, pero sus ojos eran puro fuego. Aún mantenía sus brazos cruzados dentro del kimono, con su largo pelo rojizo cayendo por todas partes.

Shiroi escuchó al resto. Al parecer, casi todos estaban de acuerdo con el plan que había ofrecido. Eso la reconfortaba. A pesar de que en ningún momento había tratado de imponer su voluntad al grupo de Truenos, parecía que con el paso de los días su opinión había ido ganando peso. Pero, aunque esa idea fuera agradable, no era el momento de pensar en ello.

La ronin endureció ligeramente su gesto cuando Tameiki hizo la pregunta que ella misma ya se había hecho. ¿Podría seguir al mismo ritmo que el resto? Allí, sentada en la mesa con una cálida sopa delante, casi parecía sentirse recuperada, pero lo cierto era que tan pronto como trataba de hacer un movimiento diferente al de llevarse el cuenco a los labios, sentía sus fuerzas rehuyéndole. Pero desconocía cuánto tiempo tardaría en recobrarse. No había cortes ni moratones en su cuerpo, eso era cierto, pero…

-Tal vez… tal vez sí necesite algo de descanso antes de embarcar de nuevo. –Contestó finalmente, apesadumbrada. Quería creer que unas horas de sueño traerían de vuelta sus fuerzas, pero no tenía forma de saberlo. Y tal vez fuera simplemente una esperanza vana. –Espero ser capaz de subir a ese bote una vez haya dormido unas horas. Pero es cierto que el tiempo es valioso. Si deseáis adelantaros, no os retrasaré. Dormiré, y tal vez Hiroaki ilumine mis sueños con nuevas visiones que nos iluminen.

-¿Qué es lo que ha sucedido? -Intervino con voz mucho más seria, al escuchar las últimas palabras de la ronin más joven. Sus ojos negros saltaron de Aswad a Tameiki, como si tratará de adivinar de qué hablaban.

Sonrió el Moto mientras se levantaba y cruzaba los brazos sobre el pecho. Si quieres decir algo muchacha habla aquí y ahora, y que sea breve. No bienso exbonerme a alguno de tus trucos de ronin. Y señalando con los ojos la empuñadura de la espada da a entender que no descarta la sollución más drástica. Quizás la muchacha quisiese buscar una solución pacífica pero el honor del Moto y la agresividad que la familia trajo desde las lejanas Arenas Ardientes amenazaban de nublar su buen juicio y reclamar una efusión de sangre con la que lavar insultos reales o imaginarios.

Tameiki aún mantenía sus brazos cruzados por dentro del kimono, y su expresión era seria. Muy a su pesar, había decidido ser una ronin, lo que la exponía a aquel tipo de insultos, más propios de una Grulla o de un Fénix que de un Unicornio, pero existentes al fin y al cabo. Suspiró al tiempo que cerraba los ojos, meditando su respuesta.

-Moto-chan, el bushido exige que nos comportemos de manera correcta allá donde estemos, de forma que todo cuanto hagamos tenga sentido en nuestro mundo y en el Orden Celestial -expuso- Desde mi punto de vista antes has obrado echando por tierra todo cuanto Akodo explicó en su más memorable obra; aunque yo allá tratado de solucionar un conflicto, no ha podido ser así, como bien demuestran tus palabras y tus actos -prosiguió, al tiempo que se levantaba y miraba a los ojos a su interlocutor- Cómo se me enseñó, ya te he indicado la línea roja que no permitiría que se pasara de nuevo, y de buen grado acabas de cruzarla -trataba de hablar calmada, aunque su voz parecía empezar a temblar fruto de la adrenalina- Tengo un bokken, y me gustaría resolver de esa manera el conflicto, de forma que no resultéis herido y podamos seguir adelante con nuestra misión, pero no rehuiré cualquier otra forma de combate -sus ojos se desviaron levemente hacia Shiroi- Siendo lo propio, como persona de renombrado honor y buenas costumbres que sois sabréis, el duelo -dijo finalmente, sacando sus brazos del kimono y apoyándolos, cruzados, sobre la empuñadura de su katana, que le cruzaba el vientre debido a la diferencia de tamaño.

Se mantuvo quieta estudiando al Unicornio, y esperando que recapacitara. Aquello sólo pretendía ser una conversación, y de nuevo él había tratado de llevarlo a un conflicto. Tameiki no estaba dispuesta a que se dieran más disputas y que quedaran sin resolver.

-Unas simples disculpas bastarían -añadió, con una media sonrisa- Y en cualquier caso, el tiempo apremia, no podemos concederos más de medio minuto -zanjó.

Manteniendo la calma y el temple que caracteriza a los Akodo, escuchando las palabras de Shiroi-sama, y su aspecto, a pesar de su belleza y rudesa, en este momento, la ronin blanca manifestaba debilidad.
La experiencia en el lago causó estragos en su cuerpo, lo que el León corroboró con una gesto de afirmación con la cabeza.
Pero de nuevo, el conflicto volvía al núcleo de los truenos, pero esta vez causado por Tameiki-San, y Aswad-dono es de muy pocas pulgas.

Otra pelea, esto realmente es frustrante, ¿es que esto no terminará nunca?

-No se preocupe, Shiroi-sama, descanse-
El viejo León, que estaba al lado de la muchacha, se levantó también, pero con aires de apasiguar las cosas de la manera más "diplomática" posible, pero el carácter de la pequeña dama, le recuerda en sierta manera a su difunta esposa, a su amada Hinako, ella era una Matsu, una feroz Leona, ante un insulto, ella hubiera desenfundando su enorme no-dachi para decapitar al agresor.
Por su puesto, esta es una situación muy diferente, y en otro contexto.
-Tameiki-San, el bushido también exige benevolencia, y cortesía, estoy de acuerdo con usted, ¿pero no debería considerar esto primero?-
Hidenaga observa a los presentes.
-Está tratando con un gaijin, una persona que no está familiarizada con nuestra forma de vida, sus acciones y palabras ya viene arraigadas en su ser, no se puede esperar otra cosa de un extranjero- vió un segundo al unicornio, antes de continuar.
-Sus palabras sólo son una brisa lijera meciendo suavemente las ramas de un cerezo, aún que sus acciones fueron sin duda cuestionables, tenemos que evitar pelear entre nosotros, si queremos completar nuestro objetivo, se que lo que digo no servirá de mucho, pero... -
Mirando a los ojos a la chica, siguió hablando.
-La mejor venganza es ser diferente a quien causó el daño, no deje que su voluntad y su alma se manchen ante un agravio, que comparado con nuestro objetivo actual, es pequeño, tenemos que hacer frente a obstáculos mayores en este momento-
Volvió a seiza, tomó el cuenco de sopa y bebió un poco.
-Por eso, insto a qué tomen asiento nuevamente, y dejemos todo este problema para después- finalizó tajante el León, manifestando una seria e implacable firmeza los ojos mientras observa a Aswad-dono

Arqueó una ceja observando al león.

-Tal vez no haya entendido lo que he dicho, Hidenaga-san, pero le estaba instando a hablar sobre lo que ha ocurrido y a que pida disculpas, él es el que ha insinuado que pienso atacarle cuando menos se lo espere -expuso- Y es por eso por lo que estoy conversando, Hidenaga-san, por cortesía -dijo finalmente.

-Por otro lado, esto no es ningún tipo de venganza ni castigo a sus acciones ni nada similar, creo que aquí todos conocemos nuestro destino y lo que el mismo tiene preparado para nosotros, que no es otra cosa sino reunir los pergaminos. No hace falta que hable de Moto Aswad como si no estuviera presente, tratándolo como un bárbaro y como un enemigo -enumeró- Por el contrario, haría bien en exponerle a Moto que no soy la única que considera que obró mal, tal vez entonces entienda que esto no es una lucha sino una conversación entre iguales -explicó.

Tan pronto como comenzó el cruce de acusaciones entre Tameiki y Aswad comenzó a agriarse, Shiroi golpeó la mesa con el cuenco de sopa vacío, provocando la atención de todos los reunidos. La mirada de la ronin se había vuelto gélida.

-¿Trucos de ronin, decís? –La mujer apoyó los dos brazos en la mesa y se incorporó. Todos pudieron ver que todo su cuerpo temblaba visiblemente a causa del tremendo esfuerzo que le suponía incluso ese gesto después de haber estado tan cerca de la muerte. Pero al ver la expresión de su rostro y el fuego que ardía en sus ojos, nadie se atrevió a sugerir siquiera que necesitara ayuda. –Tal vez vuestro honorable linaje gaijin os haga creer que los hombres ola nos revolcamos en el fango del deshonor. Porque por supuesto, mis actos y los de Tameiki os han hecho pensar que nos valemos de engaños y trucos.

-¿Habéis acaso reflexionado sobre vuestro propio estatus, Aswad-san? –Continuó Shiroi. Aunque sus palabras eran respetuosas, algo en el tono de voz de la mujer transmitía una sensación de peligro, de fuerza oculta tras un velo de corrección. –Por vuestras palabras, creo que no, y os sugiero que lo hagáis. Daros cuenta de lo que sois en realidad. Sois un hombre que cree que el Hijo del Cielo es en realidad Fu-Leng, y que va a enfrentarse a él. Por el mero hecho de pensar algo así del Emperador, incurrís en blasfemia. No tenéis lugar en el Orden Celestial. Cualquier ronin está por encima de voz. Sois un blasfemo y un traidor, y si cualquier autoridad imperial lo supiera os privarían de vuestro nombre y os darían muerte como a un perro.

Cada frase salía como un látigo de sus labios. Todas cargadas con el terrible peso de una verdad de pendía sobre todos ellos. Pero que, al parecer, alguien había olvidado convenientemente.

-Así que os recomiendo mesura, Aswad-san. Sois un Trueno. Un proscrito. Salvo que logremos cumplir nuestra misión y demostrar la verdad tras nuestras acciones, nunca recuperaremos nuestro honor a ojos del Imperio. Y nunca la cumpliremos si peleamos entre nosotros. Decidid si queréis ser una ayuda o un lastre en ese aspecto. Si necesitáis aliviar vuestra sed de sangre, salid y pagadla con alguna bestia.

Shiroi suspiró, y se permitió a sí misma volver a sentarse. El fuego que ardía en sus ojos pareció templarse lentamente, y las últimas palabras que dedicó al unicornio fueron notablemente más conciliadoras.

-Por mi parte… voy a ser generosa y obviar el insulta que nos habéis dedicado como ronin a tres de nosotros. Pero limitaré mi generosidad a mí misma. Por tanto, si habéis ofendido a Tameiki, reflexionad sobre si lo que queréis es disculparos razonablemente, o abandonar esta compañía. No aceptaré como compañero a alguien que antepone su orgullo a nuestra misión. Si sois incapaz de incluso de eso, entonces Fu-Leng ya se ha alzado con la victoria.

Ahora que las cosas parecían que tomaban el cauce correcto y todos íbamos por el mismo camino, volvía a existir un recodo que nos hacía perdernos. Continuaba sentado a la puerta de la casucha mirando hacia el lago y las estrellas que en el se reflejaban y sin apartar la mirada dijo:

- En varías ocasiones me dijeron que tenía la taza llena, al principio no entendía a lo que se referían, y durante mucho tiempo pensé que podía significar... con el tiempo me atreví a preguntárselo a Nozomi-sama, su respuesta me hizo reírme pues realmente tenían razón... si la taza esta llena, no puedes llenarla de nuevo. Los prejuicios que se portan impiden llenar la taza con la sabiduría... Yo me encontraba sujetando la cuerda en el lago y los dos deseabais lo mismo, ayudar a Shiroi-san. Solo cuando la cuerda llego a su limite Aswad-san pensó que cortarla ayudaría a Shiroi-san a llegar al islote. Es gracioso que la propia Shiroi-san se la quitó ella misma. Miráis el mismo punto desde lados opuestos.

Se giró hacía el Moto. 

-Aswad-san, se pueden robar las armas y la armadura de una samurai pero nunca se puede robar su honor, Shiroi-san tiene razón, ahora mismo somos los mayores traidores del Imperio, si no nos ayudamos entre nosotros, quien pretende que nos tienda la mano. Las palabras pueden ser mas afiladas que una katana, debería pensar lo que va a decir antes de hacerlo.

Pensó en todo lo que habían vivido hasta el momento para continuar.

- Dudo que usase las mismas palabras en presencia de Toturi-sama, pues el mismo se encuentra en la misma situación que nuestras compañeras.

Lo cierto es que no sabía por que se había inmiscuido en la discusión, parecía que cada vez que hablaba se ganaba el rechazo de los que tenia que proteger y se arrepintió de inmediato. Quizá debería hacer caso de sus propios consejos y pensar mas si abrir la boca.

Un largo, profundo y sonoro bostezo resonó en el ínterin en que el Shiba terminaba de hablar
La Dragón, como siempre 'distraída' y a su aire, sin intercambiar una palabra de más -ni de menos- con ninguno, se palmeó varias veces la boca. Continuó observando el cielo en silencio

Ya no sentía ganas de hablar, las metáforas y las palabras sabias que salían de su boca, no servían con esta gente.
¡Por qué son tan necios! Sólo escuchan lo que quieren escuchar, necios
Contemplando como la dama blanca manifestaba su resolución ante los presentes, con palabras duras y reales en igual manera.
Sin embargo, el León se sentía frustrado por no haber apasiguado las aguas, la terquedad de Aswad, la mente cerrada de Tameiki,y el silencio de la Dragón ponían en jaque la paciencia de Hidenaga.
Se levantó con calma, con el ceño fruncido y una mirada que clamaba sangre, sentia como la arteria de su sien empezaba a marcarse y a latir, siendo muestra de su enojo.
Sentía la necesidad imperiosa de retirarse, dar una vuelta por los alrededores, para calmar sus ánimos y tranquilizar sus pensamientos.
-Con su permiso, daré una vuelta para ver el lago-
Dirigiendose a los presentes marchando despacio a la salida de la casa, listo para dar un paseo.

El Moto levantó la mano indicando a la ronin que guardase silencio. Las palabras del León y de Kyoshiro le habían parecido acertadas.

Antes de que marcheis Hidenaga-san escuchad mis balabras. Habeis hablado con gran sabiduria así que intentaré ser diferente y os ofreceré a vos y a Shiroi una explicación. Como bien ha señalado Kyoshiro-san me disbuse a cortar la cuerda bor no abreciar ningún beligro para ella en ese momento si no más bien un imbedimento bara seguir nadando. Buedo afirmar que si veis maldad en esa acción no está justificada. E inclinando la cabeza ante el antiguo León añadió Y aun más os presento mis disculpas por haberos insultado en la orilla cuando me amenazasteis con vuestro acero, pues ahora con vuestras palabras veo que en esa acción como en la mía no había maldad. Olvidense pues las rencillas y reine la baz.

Y volviendose hacia la muchacha pelirroja y su peligrosa lengua. Un duelo es entre iguales, contigo sería una simple rey al borde de un camino. Tu petición de usar balos demuestra que temes acabar muerta o con una cicatriz que revele en tu rostro tu fealdad de esbiritu bufó Sea pues si quieres un duelo según las costumbres. Las costumbres de mi tierra, ambos a caballo y a arco y esbada. Hasta que la muerte de la razón a uno de los dos. Pero las palabras del resto,medidas y certeras le llevaron a añadir Bero enseñarte modales buede esberar, demonos plazo hasta acabar nuestra tarea y en ese momento con gran placer satisfaceré tu deseo de poner fin a tu deshonrosa existencia.

Hidenaga se sorprendió ante las palabras del Unicornio, lo que le sacó completamente de su estado actual, reinando la paz en su mente.

-Sus disculpas son aceptadas, Aswad-dono, perdóneme usted a mi también, por haber sido tan impulsivo y descortés-
Inclinándose en una reverencia correcta y con cortesía, esperó a que el hombre terminará de hablar, ya mucho no le importaba el resultado de las discusiones entre Tameiki-San y el hombre de las estepas.
-Con su permiso, me retiro ahora-

Y salió de la cabaña, ahora más relajado y tranquilo.

- Muchísimas gracias, Moto-chan, realmente me alegro de que hayas recapacitado y hayas pedido disculpas - dijo, con una sonrisa en su rostro y haciendo una reverencia de agradecimiento. Caminó hacia fuera de la cabaña siguiendo los pasos de Hidenaga mientras el unicornio seguía hablando. Entonces, tras oír aquello, Tameiki se detuvo en el umbral de la puerta, levemente encorvada y en tensión. Su mano izquierda estaba apoyada sobre su katana, acariciando la guarda. Miro al unicornio girandose levemente con unos ojos carentes de emoción. Su rostro era, simplemente, petreo. Poco a poco, no obstante, su rostro se fue suavizando y una ligera sonrisa se dibujo en su rostro.

- Con cada palabra demostráis ser un verdadero rokuganes y un hombre de honor. Si sois igual de hábil con las armas como con la diplomacia, seguramente el combate acabará en el primer asalto, si - bajo la cabeza en una leve reverencia y siguió su camino fuera de la cabaña.

Ese era el problema de los bárbaros. Creían que eran rokuganeses, y, peor aún, creían que sí quiera podían medir sus habilidades. Si había decidido zanjar todo aquello sin derramar sangre era por un sencillo motivo: eran Truenos. Ella no debía decidir sobre la vida y la muerte del grupo. Poco a poco retiró su mano de la guarda y volvió a introducir sus brazos en el kimono, cruzandolos. Definitivamente, Shoju tenía razón, aquella no sería una misión sencilla.

Al cabo de una hora desde que se inició el remolino este cesa, y el lago vuelve a estar tranquilo como si no ocurriera nada.

Las palabras de Tameiki sacaron al Cangrejo de la conversación principal del tema a tratar. Este tipo de actitudes decían muy poco de la samuráiko, que en lugar de zanjar las rencillas personales en la tranquilidad de una conversación privada decidió hacer extensible a todo le grupo lo sucedido en le playa. Sin embargo, y eso irritó aun más al samurai enmascarado, no ofreció toda la verdad al no comentar que empuñaron todos sus armas contra un aliado. Una actitud aun más deshonrosa y detestable que no portar mon alguno en sus ropas y no servir a nadie.

Oni Negro no emitió sonido alguno se mantuvo en silencio y a la expectativa. Si la cosa se volvía más violenta utilizaría su acero Kaiu para poner paz en el grupo. Conocía demasiado bien al enemigo que se cernía sobre ellos como para permitir que problemas personales se impusieran a su cometido. Si debía ser por la fuerza, que así fuera. Estaba dispuesto a sacrificarlo todo por le bien de la misión, su honor, su posición y su vida si fuera necesario.

Los ánimos se caldearon aun más y la respiración del Cangrejo se volvió sorda. Estaba preparado para combatir, como lo estuvo en la playa y en todos los segundos de su vida desde que dejó atrás el dojo que le vio crecer. La mano de la mujer de pelo carmesí volvió a rozar el tacto de su katana, así acabaría el trayecto de los Truenos, destrozándose entre ellos mismos, por su propia arrogancia y codicia.

La mirada del Cangrejo se posó sobre la espalda de Hidenaga y después sobre la figura del Unicornio. La situación se había destensado de repente, sin razón alguna, ¿Podía ser posible que la razón se hubiera impuesto en los corazones de esos necios? ¿Alguno de ellos había percibido el olor de la sangre antes de derramarla? Fuera como fuera Asward relajó su postura y la escena se suavizó. Las manos enguantadas en las protecciones de la armadura del Cangrejo no se separaron de su posición inicial de reposo entrelazadas entre sí por lo dedos, pero expulsó un leve bufido sordo a través de su máscara demoníaca y su mirada se suavizó de nuevo mientras sus pupilas se cerraban lentamente hasta recuperar la normalidad.

Esto no podía volver a suceder, no hasta que recuperasen los pergaminos, debía hablar en privado con ambos y tratar de solucionar las rencillas, creía que el Unicornio le escucharía como hizo en la playa, pero no estaba seguro de que Tameiki fuera la mitad de honorable que Shiroi en temas de esa índole. Sin embargo era su deber intentarlo, pues la misión dependía en gran parte de la unidad sincera y el compañerismo del grupo.

Cuando dos de los ronins abandonaron la cabaña el Cangrejo soltó sus manos y miró a los ojos al jinete Unicornio. Su mirada era la misma que la de la playa. La de una bestia cuya furia estaba siendo aplacada, pero que podía salir en cualquier momento y destruirlo todo a su paso.

Oni Negro se puso en pie y se acercó al Moto con paso firme pero no amenazante. -"Moto-san, ¿Os importaría acompañarme a fuera? Shiroi-san necesita descansar. He visto algo y necesito una segunda opinión en campo. Sois el mejor jinete y un gran explorador. Nos faltan piezas en el rompecabezas y creo que puede que estén en la orilla del lago". 

La mirada del Cangrejo se posó sobre las de los otros Truenos. -"Comprobad los vendajes de Shiroi-san después de almorzar, si es necesario rehacer alguno adelante, su recuperación está siendo muy satisfactoria y rápida. No tardaremos demasiado".

Oni Negro esperó a la aceptación por parte del Unicornio para salir de la tienda y dirigirse hacia los caballos.

Se alejó de la cabaña en dirección a la arboleda que había entre esta y el lago, y se sentó allí, con las manos en las rodillas y los ojos cerrados, tratando de respirar calmadamente. Los hechos de las últimas horas la habían alterado, pero debía recordar las enseñanzas que había recibido en el pasado y mantener la calma. En silencio podía oír como la brisa mecía las hojas a su alrededor, y también notaba las verdes hierbas acariciando sus ropajes. Aún, en la distancia, podía oír el agua al salpicar.

Había decidido que permanecería allí hasta que retomaran la misión, fuera el tiempo que fuera.

Parecía que por el momento la situación se había calmado, solo restaba ver cuanto tiempo duraría esa calma. Todos menos la Dragón parecían bastante tensos, quizá un momento de descanso viniese bien al grupo y Shiroi no estaba en condiciones de actuar en estos momentos.

Respire profundamente, mi instinto me decía que no habíamos llegado a lo peor de nuestro viaje y ya estábamos divididos, no era una buena señal.

Cuando vio que Tameiki salía de la cabaña, no se lo pensó demasiado, tenía que hablar con ella. Pedirle disculpas en privado e intentar entenderla todo lo que ella le permitiese.