Partida Rol por web

Tras cercenar aquella descomunal cabeza del cuerpo del oni, HIDENAGA permaneció largos instantes sumido en una muda plegaria, completamente ajeno a cuanto ocurría a su alrededor. Tan concentrado estaba, que ni siquiera fue consciente de los cuidados que le impartía su camarada Cangrejo. Y aunque en un par de ocasiones alzó la vista y le dedicó una mirada a ONI NEGRO, sus ojos parecían ausentes, y miraban sin ver, quizás perdidos en su íntima comunicación con los ancestros.

Sin embargo, tras algunos momentos, el antiguo León consiguió finalmente recomponer su ánimo, y se acercó al grupo que se hallaba reunido junto a los Maestros Elementales. En verdad, HIDENAGA apenas si había escuchado las palabras que se habían pronunciado hasta ahora. Pero ello no le impediría efectuar su solicitud. Después de todo, el Destino del propio Imperio estaba en juego...

- Hay algo más...- irrumpió de golpe el Akodo, con su grave y solemne vozarrón extrañamente sereno para una ocasión semejante - Una manera aún mejor de convertir este encuentro en una derrota especialmente amarga para el Maligno.

- Venerables Maestros... - continuó, dirigiéndose con respeto a los miembros del Consejo - Habéis llevado durante mucho tiempo la carga terrible de los Pergaminos sobre vuestros hombros. Y aún cometiendo errores, vuestra sabiduría es legendaria. De seguro habréis aprendido algo sobre ellos, y del poder que encarnan.

- Si tuvierais a bien compartir con nosotros lo que habéis averiguado... lo que sabéis sobre los Pergaminos... tal vez podamos resistir mejor su influjo.

- Y quizás triunfar, allí donde otros han fracasado...- pensó para si mismo el samurai, aunque cuidándose de lastimar el orgullo herido de los Fénix con semejantes palabras.

Isawa Tadaka asiente a las palabras de agradecimiento de Shiroi.
Por su parte Kaede sale a buscar al Shugenja que conoce el ritual como ella para reponer el brazo de Kaori mientras dice esperar aquí

El maestro elemental del agua ante las palabras de Valkai se enfurece no eres nadie para cuestionarme dice mientras lo señala con el dedo no he llegado hasta aquí para que un bruto como tú opine sobre mí

Tadaka conociendo a su compañero, interviene intentando mediar Moto-san, por favor. Tomo-san cálmate están aquí para ayudar al imperio, dejemos a un lado las hostilidades el maestro del agua se apacigua ante las palabras de su compañero.
Entonces interviene Hidenaga preguntando sobre los pergaminos y Tadaka es el primero en responder. cada uno hemos leído nuestro Pergamino, excepto Kaede que se negó. El mío en concreto me ha enseñado, a costa de corromper levemente mi cuerpo y alma, a ser más resistente al daño sea cual sea su fuente

A mí me ha enseñado secretos sobre mi magia que desconocía

Ya más calmado, Tomo, responde a Hidenaga el mío enseña como limitar el poder del agua en el innombrable

Respiraba profundamente al tiempo que intentaba incorporarse. Había tenido un gran sueño; en él, caía en un increíble abismo, y mientras descendía podía observar a su alrededor todos sus mentores, sus enseñanzas, y sus nombres. Entre aquellas palabras escritas con una inconfundible tinta roja, Tameiki sintió la imperante necesidad de hacerse una con el todo, y se rindió al abismo... antes de despertar. Su primera mirada fue para Isawa Tomo, pero después fueron al resto de truenos, y al resto de shugenjas. Observó su kimono, desgastado aquí y allá, y observó el cadáver del causante y el oni, entendiendo la situación. Se puso en pie lentamente, apoyándose de rodillas y manos. Cuando finalmente estuvo erguida, colocó su daisho y levantó el mentón, orgullosa, dejando que su cobriza melena ondeara.

-¿Y el de Tsuko? -preguntó seria. En su rostro se veía determinación, y sus ojos contemplaban con un fuego contenido a los tres maestros.

Tal y como se había imaginado, el cabeza afeitada se había tomado a mal su reproche.
Valkai se encogió de hombros cuando Tadaka le llamó la atención, optando por no decir nada más que pudiera empeorar la situación.

Entonces cada Maestro comenzó a explicar a grandes trazos las capacidades que otorgaban sus respectivos Pergaminos Negros.
Tameiki preguntó por el del caído Tsuke, y también faltaba por desvelar el contenido del de Kaede.
En todo caso, el Moto permaneció escuchando, a la espera de que llegara el Shugenja que debía ayudar a Kaede a regenerar el brazo de Kaori.
Sin mucho más que hacer, esperó acontecimientos.

Shiroi aguardaba a que los acontecimientos siguieran su curso. Todos comenzaron a hablar, y Oni Negro se apresuró a tratar las quemaduras que habían marcado el cuerpo de Hidenaga y que el Maestro del Agua se negaba a sanar con sus plegarias. Cuando hubo terminado con el otrora León, el bushi se acercó a ella para ayudarla con los extraños ungüentos que había sacado de entre su equipaje.

Ante sus palabras, Shiroi se limitó a dedicarle un simple gesto de aceptación, y se despojó de la protección de su armadura para facilitar su trabajo. Pronto, las ásperas manos del Cangrejo comenzaron a extender la mezcla sobre su piel marcada por las llamas de Isawa Tsuko, llevando un agradable frescor que se llevó gran parte del dolor de las quemaduras.

Y Shiroi suspiró.

No sólo por el dolor del que se había liberado, sino porque el propio gesto de sentir las manos de su compañero sobre su piel le resultaba extrañamente reconfortante. Le hacía pensar en días mejores, liberada de la obligación que el destino de un Trueno había dejado caer sobre ella. Le hacía pensar en un futuro, uno que siempre había soñado… y que jamás tendría. Ese último pensamiento la atravesó como un puñal, sacudiendo hasta la última fibra de su ser. Ella ya era un Trueno. Su único destino era la muerte… y su único futuro, el que había querido preservar para Tameiki.

A ojos de los demás samuráis presentes, ni siquiera se movió, pero para el bushi cangrejo, que aún se esmeraba en aplicar la medicina, la súbita tensión del cuerpo de la ronin fue evidente. Una tensión que hablaba de rabia, dolor, y frustración, pero que no se exteriorizó en ningún momento. Cualesquiera que fuesen los pensamientos de la ronin, los guardaba celosamente para ella misma.

-Hay asuntos más importantes que tratar. –Anunció cuando hubo escuchado lo que los Maestros Elementales habían aprendido de los Pergaminos. –En nuestro camino hasta aquí, nos vimos obligados a entablar combate y vencer a Junzo, antes Yogo, que comandaba el ejército Asako, justo antes de que la batalla terminara. Allí, no logramos saber los motivos que llevaron al Fénix a atacarse a sí mismo. Después de lo que ha sucedido aquí, en cambio…

Hizo una pausa, dejando claro lo que pensaba acerca de los motivos de la batalla que se había librado unas horas antes, pero dejando la posibilidad a que los Isawa explicaran otros motivos, si es que los encontraban.

-Vuestro deber es evitar esta guerra entre familias. –Continuó tras ese instante de silencio. La voz de Shiroi emanaba, como habitualmente, la misma extraña autoridad que resultaba más propia para una noble que para una ronin. Una voz que parecía hablar como la misma esencia del honor y el deber. -El Fénix debe estar unido. Unido, y listo para combatir al verdadero enemigo. Aquel que ha estado a punto de venceros desde dentro, y que tratará de hacer lo mismo con el Imperio. En esa batalla, todos deberemos arriesgarlo todo. Todos.

Escucharon la pregunta de Tameiki, a lo que respondió Tadaka por suerte o por desgracia sólo el maestro del fuego caído en esta lucha había leído ese pergamino.

Después ante las palabras de Shiroi, Tadaka asintió sí, ahora mismo estábamos luchando en batalla, deberíamos ir hacia allí sin más demora. La lucha no fue por esto dijo dirigiendo la mirada al Chi no Oni allí tirado en el suelo pero aún así debemos actuar.

Dirigiéndose a vosotros si nos disculpáis, luego se dirige al resto de maestros compañeros el deber nos llama luego nos encargaremos del cuerpo de Tsuko-san.

Se despiden de vosotros y salen de las catacumbas.

Al poco de irse el resto de maestros aparece Kaede con otro Shugenja del Clan del Fénix con media cara quemada de hace tiempo samurais-sama este fué mi maestro Isawa Ujina-san, él nos ayudará con el ritual. Encargaos de que nadie entre a interrumpirnos vigilando la entrada.

Tras ello se dispone a preparar el ritual y al cabo de una hora Kaori aparece con su brazo y sin ninguna secuela del combate tenido con Junzo.

Cuando los Maestros hubieron salido de la sala el Cangrejo se acercó a Kaede con la mirada prácticamente carente de sentimientos, como si su mente estuviera muchas millas más al su de su posición y su corazón resquebrajado por un sufrimiento inalcanzable. -"Kaede-sama, no puedo dejar de pensar que nuestros pasos nos llevarán a lo más profundo de Tierras Sombrías y puedo notar cómo mi enemigo ancestral se retuerce en su hogar esperando a nuestra llegada para tratar de destruirnos. Puedo sentir el sufrimiento de mis hermanos en la muralla del Carpintero ante las acometidas, cada vez más multitudinarias; de seres de pesadilla cuya única intención es devorar la voluntad del Cangrejo. Cada día que pasa la carga es más pesada y aunque Hiroaki-sama me enseñó a mantener la calma, no puedo girar la vista a aquellos que están sufriendo para que nosotros podamos cumplir con nuestro cometido. Es por ello que deseo cumplirlo con todas mis fuerzas y necesito vuestra sabiduría para que nos ayudéis una vez más. En mis sueños me encuentro en un lugar solitario de negras rocas y altos árboles. Un lago de olas venenosas en cuyo golfo se encuentra una tumba y un gran tesoro escondido. Sin embargo, al despertar no reconozco ese lugar aunque siento que es allí a dónde debemos dirigirnos. ¿Reconocéis un lugar parecido al que os he descrito?"

Tras el ritual notó, físicamente, la ausencia que sentía por su brazo. Como si el aire mismo se rellenara en una silueta sin forma. Extrañamente lo sabía suyo, pero de algún modo extraño era la gracia de los Kamis quienes habían consentido en que recuperase su cuerpo íntegro. Agradeció profusamente al Fénix por su ayuda, y escuchó en silencio las palabras del Cangrejo, mientras hacía leves giros sobre el hombro, como si no creyera aún que estaba correctamente sujeto a sus huesos, carne y músculos

No demuestro el mínimo interés por las palabras de Oni Negro, es más, ni siquiera noté cuando Ujina-sama llegó para recuperar el brazo de Kaede.

Mi mente está hecha un caos y aclarar mis pensamientos de momento es mi prioridad.

El día se me había hecho largo y arduo y en verdad hice oído sordo a todos los comentarios hechos en ese lugar, tanto después de la partida de los Isawa, me veo a mi mismo no siendo parte de esta empresa, cómo si solo fuera el sobrante. 

Necesito meditar, si no, este pesar no saldrá de mi corazón. 

Ya una vez que todo terminó, y antes de dirigirme a la salida, me dirijo a mis compañeros. 

-Tras lo ocurrido aquí, y lo que podría ocurrir después, es necesario qué aclare mi mente, así qué me voy a retirar a meditar-

Manifestando el malestar en mi cara, continué. 

-Pido disculpas de antemano, pero es necesario si quiero continuar en esta batalla-

Me inclino respetuosamente a mis compañeros, y es así cómo salgo de las catacumbas, para fortalecer mi voluntad y poder encontrar nuevamente la fuerza que llevó a sobrevivir hasta ahora. 

Al llegar Kaede con Isawa Ujina dispuestos a hacer el ritual, Oni Negro, antes de que estos lo ejecuten y repongan el brazo de Kaori, le lanza una pregunta sobre un lugar. Kaede-sama la mira un poco confundida no conozco ningún lugar como el que describes, podría hacer un conjuro para preguntar sobre él, sin embargo entonces no podría hacer el ritual para Togashi-san pues requiere tanto uno como otro conjuro mucho gasto de energía por mi parte y tampoco te puedo asegurar que la respuesta que obtenga sea esclarecedora. 

Por fin salís de las catacumbas y la batalla interna del Fénix ha terminado a favor de las familias Shiba e Isawa. Todo parece controlado y estable, como si de una rebelión que se ha sofocado se tratase, aunque el Fénix está más débil debido al combate. Ahora toca decidir qué hacer, si leer algún pergamino negro de los que habéis conseguido y a donde dirigiros. Mientras permanezcáis allí estáis invitados con un lugar donde dormir, comida y sirvientes a vuestra disposición. 

Tameiki respiró hondo y se alejó del grupo para poder pensar en los últimos acontecimientos.

El momento de seguir con el camino llegó y después del tremendo combate con los Shugenjas más poderosos del Imperio debían dirigirse al sur, a las tierras de sus ancestros un lugar colmado por la guerra y que a bien seguro sería una visión dolorosa e impotente al no poder dirigir a sus hermanos a la batalla.

Los Truenos se encontraban ante una nueva encrucijada, cuya resolución no estaría exsenta de sacrificio. Solo habían dos destinos procedentes de los sueños que Hiroaki-sama les había ofrecido en la primera noche y ahora poseían ocho pergaminos aunque solamente se habían leído dos.

Durante la cena del segundo día tras la caída del Chi no Oni, el Cangrejo tomó la palabra ante sus hermanos reunidos. -"Hermanos ha llegado el momento de decidir hacia donde nos encaminaremos ahora. Mi sueño nos llevará a Tierras Sombrías al igual que buscar la tumba del enemigo del pasado. Eso sin contar que tenemos 6 pergaminos sin leer en nuestro poder. Creo que sería interesante saber cual es nuestro destino y después tratar de leer los pergaminos alargando la exposición al poder de uno a otro en el tiempo, para que el jade nos proteja".

Oni Negro se sentó y esperó a ver las reacciones de los demás Truenos

Después del combate, me retiré a meditar a un lugar tranquilo, ya qué no quería cruzar palabras con los demás, y menos escucharles, por su puesto, estos pensamientos son puramente míos y nada más.

En la cena, del segundo día, aún me encuentro frustrado por mi nula participación en la batalla de las catacumbas, por lo que me encuentro aún absorto en mi mente.

Cuando Oni Negro nos llama "hermanos" me dieron ganas de decirle que yo no soy su hermano, que mis hermanos son los fénix, y sobre todo, los Shiba, pero no dije nada, mantuve mis labios cerrados al igual que mis ojos, probando la comida de a bocados pequeños qué pese a mi estado anímico, mantengo el aspecto de calma que aparento.

Mientras espero que alguien más hable, palpo los pergaminos guardados aún en mi kimono, y abro los ojos lentamente mientras pienso en que dirección ir.