Partida Rol por web

Oni Negro se percató tarde de la llama creciente en la mirada de Kaori y para cuando su entumecido cuerpo empezó a reaccionar la Dragón se había sentenciado a muerte. Solamente pudo sentir un pinchazo terrible proveniente de su pecho a la vez que aullaba con las fuerzas que pido reunir. -"¡NOOOOOO!"

Su cuerpo se abalanzó sobre el espacio que separaba al Gran Oso y a la Trueno Dragón sin poder llegar a tiempo de detener el ataque de la Monje. Su boca se abrió más de lo normal como si su mandíbula inferior se hubiera dislocado y, enseñando varias hileras de dientes afilados como cuchillas unas llamas iluminaron la celda repentinamente para chocar contra el pecho desprevenido de Hida Kisada que no pudo apartarse.

El fuego se extinguió tan rápidamente como apareció y el Cangrejo sabía que sólo tenia una oportunidad para que los tres sobrevivieran a esa arriesgada situación. Oni Negro rodó por el suelo en frente de la Dragón y se impulsó con toda la potencia que pudieron suministrarle sus piernas para plantar un puñetazo en el vientre de la Trueno Dragón. (1)

*El guantelete armado del Trueno Cangrejo se incrustó en el fibroso vientre de Kaori y sin que la Dragón pudiera reaccionar la placó utilizando la hombrera lisa de acero Kaiu de su armadura arrastrando a su adversaria hasta la pared de la celda para tratar de apartarla de la ira del Gran Oso. (2)

El cuerpo del samurái se interpuso entre el de Kisada y el de Kaori. -"¡Detened esta locura, Hida Kisada-sama! Es el momento de demostrar a las Fortunas que el Bushido está presente en vuestras acciones. Mostrad compasión por alguien que ha perdido la cabeza. No es rival para vos, ninguno de nosotros lo somos. No os condenéis, sois mucho más que un samurái desquiciado. Sois el Gran Oso, el héroe de las leyendas que se cuentan en la Muralla del Carpintero. Por favor, compadecednos". La mirada de Oni Negro era directa a la de los ojos inyectados en sangre del ExCampeón Cangrejo. Su respiración era profunda y entrecortada por el esfuerzo del combate desesperado pero; aunque sabía que podía morir en cualquier momento, debía intentar salvar a Kaori de la ira de Kisada y el alma de Kisada de su propia furia.

La cara desencajada por la furia de Hida Kisada no se apacigua ante las acertadas palabras de Oni Negro y continúa su ataque hacia la monje. Le da dos golpes letales, incluso para Kaori, como un verdadero maestro de las artes marciales y deja a Kaori en el suelo (no sabéis si sin vida o con vida).

En ese momento entra un guardia Seppun, tras abrir la puerta DETENEOS EN NOMBRE DEL IMPERIO va armado con una katana. Kisada al ver el cuerpo de Kaori en el suelo se retira a su lugar en la celda.

Escucháis un ¡NOOOOOO! de Oni Negro y varios golpes. El guardia Seppun consigue abrir la celda rápidamente y se introduce en la celda desenvainando la katana DETENEOS EN NOMBRE DEL IMPERIO para entonces Kisada se aparta del cuerpo de Kaori que se encuentra en el suelo tirado. Kisada tiene algunas quemaduras por su cuerpo y está sin armas y sin armadura.

El Gran Oso bajó la mirada un instante antes de apartar sin esfuerzo aparente el cuerpo de Oni Negro y propinar dos golpes mortales al cuerpo de Kaori, que calló pesadamente al suelo. En ese momento irrumpió un guardia Seppun con su katana desenvainada y proclamando -"¡DETENEOS EN NOMBRE DEL IMPERIO!"

Kisada se apartó un instante antes de que apareciera el guardia, pero había perdido la oportunidad de oro para darle a Oni Negro un argumento para tratar de salvarle la vida. El Cangrejo aprovechó que Kisada se apartó para abalanzarse encima de la Dragón cubriéndola con la sombra de su cuerpo enfundado en la armadura negra. Entonces, su mirada se clavó en la figura de su ExCampeón, las lágrimas brotaron de sus ojos sin que pudiera remediarlo expulsando el gran pesar de haberse visto como una herramienta inútil, incapaz de resolver la situación, mientras negaba lentamente con la cabeza y susurraba... -"Has perdido tu oportunidad Kisada..."

Su atención se centró en la Dragón que podía seguir con vida, quizás no había podido evitar que le golpease Kisada, pero trataría por todos los medios de salvarle la vida con lo que sabía de medicina. (1)

Todos veis como Oni Negro intenta reanimar a Kaori, pero los golpes del antiguo campeón del Cangrejo le han matado en el acto.

Tan pronto como Oni Negro se da cuenta de que no puede hacer nada, mandan llamar a unos eta para que se lleven el cuerpo de la Dragón.

Shiroi observó con horror la escena que acababa de revelar la puerta abierta de la celda. Los ojos negros de la ronin estaban abiertos de par en par, clavados en el cuerpo sin vida de la ise zumi tirado en el frío suelo de la celda. Su mano, que había tomado inconscientemente el pomo de su espada, temblando con una mezcla de incredulidad y rabia mientras unos eta arrastraba el cadáver de la Dragón. El primer Trueno en caer… y había sido por obra y mano del Campeón del Cangrejo.

-Espero que hayas encontrado las respuestas que buscabas. -Dijo, cuando Oni Negro salió de la celda. -Porque el precio ha sido demasiado alto. ¿Qué ha pasado?

El Cangrejo se puso en pie en cuanto se percató de que no podía salvar la vida a Kaori. La expresión seria de su rostro se restableció al tiempo que escuchaba las palabras de Shiroi pero antes de mirarla directamente a los ojos. -"Kaori perdió la cabeza y atacó al Gran Oso a traición exhalando llamas a través de su boca directamente al pecho descubierto y desprevenido de Kisada. No pude reaccionar a tiempo para evitar este desenlace. No pude detener el ataque de Kaori y tampoco pude conseguir que Kisada enloqueciera por la furia y terminase con la vida de Kaori. Kisada me apartó como el viento que le separaba de la Trueno Dragón".

El gesto de Oni Negro se tensó antes de continuar hablando. -"Este desenlace no lo deseaba, pero te juro por las Fortunas que si hubiera podido evitar que la matase, le hubiera exigido el Seppuku a Kaori, porque me utilizó para entrar a enfrentarse a Kisada; nos utilizó a todos. No medió palabra con él. Esperó a que terminásemos de hablar para abalanzarse sobre él y tratar; sin éxito, de derrotarle. Kisada ha elegido su camino; ya nada más que rezar podemos hacer por él".

El Trueno se volvió hacia aquella que les había llevado hasta la celda. -"Podemos seguir hacia nuestro siguiente destino". Acto seguido recuperó sus armas y comentó al resto de Truenos. -"Hermanos, os informaré de lo que me ha comentado Kisada por el camino".

Antes de dar las armas a Oni Negro y dejar que saliera de la celda le hicieron los guardias un par de preguntas sobre lo ocurrido, viendo que la versión coincidía con la de Kisada lo dejaron marchar. 

Ante la propuesta de Oni Negro a Shizue ella dijo ¿salimos entonces? 

En el lenguaje secreto, que tu entiendes pero no sabes hablarlo, te dice yo no debo estar implicada por si sale mal, pero si lo crees conveniente me implico, tú decides, ten presente que es secreto el hecho de que Hoturi esté encerrado

Shiroi escuchó la respuesta de Oni Negro con emociones encontradas. Sabía que su compañero no les mentía, que lo que él había dicho no era sino la verdad. Pero el resultado era el mismo. Incluso si había sido la propia Kaori quien había tomado ese camino para vengar a su Campeón… deberían haber sido capaces de detenerla. Pero el daño ya estaba hecho, por lo que la ronin simplemente apretó los labios, dejando que fueran otros los que hablaran. Y fue Doji Shizue quién tomó la palabra, sugiriendo el salir del lugar. Un largo instante después, la ronin contestó.

Entre las palabras de Shizue y la siguiente respuesta de Shiroi hubo un silencio, una pausa no excesivamente larga en la que el rostro de la ronin fue de intensa concentración, como si supiera algo, o estuviera intentando descifrar algo invisible. Y sólo después de ese momento de mutismo intervino.

-Será mejor que te adelantes, Shizue-san. -Dijo finalmente, mirando a la Grulla con una determinación que desmentía la ligereza de sus palabras, como si el mensaje que estuviera dando fuese otro diferente al que pronunciaba. -Si me concedes ese favor, ocúpate de que el cuerpo de Kaori-san reciba un rito apropiado entre tanto caos. Nosotros tenemos que debatir lo que ha sucedido. Pierde cuidado. Te seguiremos enseguida.

Un último gesto de despedida separó a las dos mujeres que una vez habían sido hermanas. Doji Shizue marchaba, y Shiroi permanecía junto a los demás. Sólo entonces, alejándose unos pasos por el pasillo para asegurarse de que nadie los escuchaba, habló de nuevo.

-Doji Hoturi-sama está en una de las celdas por las que pasaremos ahora. -Dijo en un susurro. -No tendremos otra oportunidad así. Les mostraré el sello de la Emperatriz para que abran la puerta. Si no lo hacen… si intentan algo… Tameiki, a la derecha, yo a la izquierda. Confío en los demás para darnos apoyo si todo se tuerce.

-Oni Negro-san… si algo de lo que Kisada ha dicho es importante… dínoslo ahora. -Miró a los cinco Truenos que la rodeaban. -¿Estáis conmigo?

El Cangrejo recuperó sus armas y siguió la estela de Shiroi por le pasillo de la prisión Imperial. Ante las palabras de la Ronin asintió al tiempo que colocaba su tetsubo en una posición cómoda para desenfundarlo y no golpear a ninguno de sus compañeros.

-"El ejército de los muertos avanza hacia la capital imperial liderado por Doji Hoturi-sama, según las informaciones de Kisada. El ejercito Cangrejo se encuentra en las inmediaciones de la ciudad y podría plantar cara a las tropas no muertas, si son lideradas por Hida O-Ushi-sama, la hija del Gran Oso. Kisada me ha confesado la localización de su sucesor. Alguien que rehusó seguir los pasos de su Campeón y buscó aliados pensando en un posible mañana. Se trata de Hida Sukume-sama. Solamente éste último podría dirigir al Cangrejo con garantías, por lo que es imperativo encontrarlo y traerlo para que la moral de mis hermanos mejore y puedan repeler el ataque. Además, le di mi palabra de que lo encontraría..."

-"Por lo que debo convencer a Hida O-Ushi-sama de que movilice a lo que queda del Cangrejo para repeler el ataque de Tierras Sombrías, mientras me da tiempo para traer de vuelta a Hida Sukume-sama..."

¿De qué hablaban sus compañeros?¿Qué sentido tenían sus palabras? Habían perdido a uno de los suyos, y sin embargo ahí estaban, planeando el próximo paso a seguir, el flujo de acontecimientos lo dejó en silencio, dejó que el cangrejo y la grulla debatieran, a el ya poco le importaba la situación, un samurai muere con honor, pero... ¿Y si muere antes de lograr su cometido?

Los viejos huesos le dolían, y si a eso se le agrega la infección de la mancha, se podría decir que era un suplicio completo el solo hecho de respirar y mantenerse con vida.

-Si Shiroi san, estoy con usted-

Estaba cansado, cansado de todo, una parte de él quería cerrar los ojos y nunca más despertar, la otra quería seguir peleando, cómo el León que presiente el final, listo para morir peleando. 

Aún me sentía como un extranjero en muchas circunstancias. Luché contra mis propias emociones... no entendía nada. 

Por qué había atacado la Dragón a Hida Kisada, no parecía propio de ella. 

Supongo que hay muchas cosas que aclarar, pero ahora mismo el destino del Imperio es lo que nos ocupa. Parece que la derrota del enemigo aún no es total. 

Estaba agotado, a fin de cuentas acababa de luchar contra un Dios, pero eso nunca me había detenido antes. 

Cumplamos con nuestro deber. 

Tameiki se colocó en posición mientras se planteaba varias cuestiones. ¿Qué agenda oculta debia haber llevado Kaori para inmolarse contra un preso que iba a realizar sepukku?¿Qué pasaria con el cuerpo del dragón corrupto?¿Quien iba a limpiar toda aquella corrupción que se habia aposentado en la capital imperial?¿y en el resto del imperio? Pues aunque derrotaran al ejercito de los muertos los que huyeran infectarian las tierras y los caminos durante años.

Guiados por Shiroi os acercáis a una de las celdas vigiladas por dos guardias Seppun. 

Tameiki se coloca cerca del de la derecha y Shiroi con el de la izquierda. 

El de la derecha dice esta celda está cerrada ¿a dónde os dirigís?

Al llegar a la puerta, Shiroi miró con altanería a los dos guardias que custodiaban la puerta, con la misma actitud que alguien de mucho más alto rango trataría a un sirviente.

-Claro que está cerrada. –Espetó al guardia que había hablado. -Me sorprendería que estuvierais guardando una celda vacía.

Acto seguido, introdujo su mano bajo la placa de su armadura, y extrajo un pergamino. Con cuidado, lo desplegó ante el hombre para que pudiera ver el rasgo más destacado del mismo. El sello de la propia emperatriz.

-Y es aquí a donde nos dirigimos. –Añadió, señalando la celda cerrada. -La Emperatriz Kachiko nos ha enviado para hablar con el hombre que está preso ahí dentro. Abrid la puerta.

Extrañado, el guardia, ante la seguridad y autoridad de Shiroi. Un poco dubitativo, sin seguir el protocolo habitual, responde sólo dos de vosotros podéis pasar, y sin armas.

Espera vuestra respuesta para dejar pasar a dos de vosotros, sin ni siquiera comprobar los papeles, y abre la celda mientras entrega a Shiroi una antorcha para ver en la oscuridad de la celda, que no tiene ninguna iluminación.

Asintiendo con cierta satisfacción, como si considerara que por fin el guardia se estuviera comportando adecuadamente, Shiroi tomó la antorcha que le ofrecían y miró un segundo a sus compañeros. El corazón le pedía que fuese Tameiki quien la acompañara, pero sabía que la joven pelirroja poco podría hacer sin armas, y era mucho más valiosa fuera, guardándole la espalda. 

Así que, guiada por la razón, hizo un gesto al que mejor podría defenderse desarmado, y cuyo criterio en temas de las Tierras Sombrías superaba al de cualquier otro.

-Oni Negro, acompáñame, por favor. -Dijo, mientras soltaba su espada y se la entregaba a Tameiki, haciéndole un sutil gesto para que estuviera atenta. Todos sabían que, si lo que habían escuchado era cierto, no sólo debían hablar con el hombre allí encerrado... sino también liberarlo.