Partida Rol por web

El León estaba consternado y algo mal por la muerte del muchacho, no debía morir de esa manera tan cobarde, una gran pérdida para el mundo fue el deceso del Moto, vagaba en sus pensamientos hasta salir y encontrarse con Oni Negro, al parecer había tenido éxito en convencer a la comandante de los cangrejo para luchar en lo que se avecinaba, La muerte venía por ellos. 

Hidenaga sopesaba varios planes en su cabeza mientras estaba parado sobre la muralla, viendo el avance de la horda por el frente, también notó que el ejército cangrejo se acercaba por la derecha.

La mente se iluminó, la paz  y la lógica reinaban en la cabeza que había alcanzado una epifanía, pero requería la cooperación de todo el mundo, o la guerra se perderá y todos morirán.

-Para ser sincero, tengo un plan, pero espero que sepan que, aún qué suene a locura, será una táctica que permitirá ganar tiempo y ubicar al maho-tsukai-

Se cruzó de brasos, de nuevo viendo si todo era viable. 

-Lo primero, enviar un mensaje al ejército de los cangrejos, que finjan una retirada, que el enemigo los vea, por más poderoso que sea un hechicero de sangre, debe ocupar el lugar central para controlar a tantos guerreros, significa que debe estar en el núcleo de la formación no muerta

Meditó por un instante lo que iba a decir, esperaba que sus compañeros trueno y su señor Doji mantuvieran la calma. 

-La infantería pesada se encargará de rodear al enemigo por la retaguardia sin ser vistos, ahí es donde entramos nosotros en acción, debemos hacer dos barricadas semicirculares de nuestro lado, con un metro y medio de distancia entre una y otra, la primera más baja para hacer que el enemigo sortee el obstáculo, la segunda para brindar protección y posición a los hombres, llevando naginatas o yaris, detendrán el avance del enemigo, solo hay que hacerle creer a su que tiene vía libre para entrar-

Miró a los presentes, dándose un momento para respirar. 

-Si aparentamos debilidad, los atraeremos a una posición donde sus números no significan nada, y si conozco la naturaleza del hombre, la ambición solo le permitirá centrarse en el objetivo principal, nosotros, dándole a los compañeros de clan de Oni Negro, buscar la posición más ventajosa a espaldas del enemigo.

Cerró los ojos un momento, sopesando todas las posibilidades que había de que algo pudiera salir mal. 

¿Alguna pregunta? Debemos darnos prisa o será demasiado tarde para ejecutar el plan-

Un guerrero victorioso gana la guerra y después va a pelearla, uno derrotado va a la guerra y después trata de ganarla, atacar al enemigo por donde no se lo espera, y confiar siempre en la combinación de tácticas ortodoxas y heterodoxas, sumado la predisposición de los guerreros, conducirán naturalmente a la victoria, por su puesto, el último factor es el más necesario, ya que si la líder de los aliados se enfrasca en su orgullo, los condenará a todos. 

Toshimoko-sama medita cada una de vuestras palabras, pero lo tiene claro las tropas cangrejo no pueden entrar en la capital, de la misma forma que las tropas imperiales no pueden abandonar las defensas de las murallas. Debéis decidir ya si queréis quedaros aquí tras las murallas o salir porque en breve llegan los Cangrejo y cuando lleguen no abriremos.

Las tropas Cangrejo cada vez estaban más cerca de la entrada; sin embargo, la horda de muertos estaba acercándose pero no directamente si no haciendo una maniobra envolvente.

-Yo no puedo salir... -Contestó Shiroi a las palabras de su antiguo maestro con pesar. -Estamos todos heridos y agotados, y mis habilidades no son útiles para una batalla de desgaste. No... hasta que no encontremos al causante de todo esto, creo que debemos resistir aquí. 

-Pero estoy seguro que hay otras formas de salir de la ciudad, Toshimoko-sensei. -Añadió pasado un instante. -Tal vez no para un ejército, pero sí para un grupo pequeño. Una unidad de élite que pueda dar caza al doble de Hoturi-niisama cuando se revele. Yo... me uniría a esa unidad con gusto.

Hay una forma y la conoce Doji Shizue, nuestra hermana ¿sabéis donde se encuentra? pregunta mirando a Shiroi-san y  a Toshimoko-sama.

La última vez que la vi fue al vencer al cangrejo y partió con ellos a visitar al Gran Oso.

-Bajó con nosotros a las mazmorras y nos mostró tu celda, hermano. –Contestó Shiroi, repentinamente preocupada por la ausencia de Shizue. –Pero para evitar que la familia Doji se viera involucrada si tu rescate salía mal, le dije que se adelantara y te buscara, Toshimoko-sensei.

-Al fin y al cabo, yo no soy más que una ronin. –Añadió tras un instante de duda, dejando que esas palabras salieran de sus labios como arrancadas contra su voluntad por la amargura que le suscitaban. Pero fue sólo un momento, y su atención  se enfocó de nuevo en el momento presente.-No obstante… debería haber llegado ya. Si no lo ha hecho, tal vez le haya sucedido algo saliendo de las catacumbas. Tal vez… tal vez debería ir a comprobarlo ahora que aún hay tiempo.

Algo no acababa de cuadrar en toda aquella historia, -"¿Porqué no unían fuerzas con el Cangrejo? ¿Sería capaz de sacrificar a los 70.000 samuráis Cangrejo antes que tragarse su arrogancia de pomposo Grulla? ¿Es que no quedaba honor en los hombres que habían sobrevivido a la catástrofe ideada por Fu Leng? ¿De qué había servido el sacrificio de tantos en favor de los que les gobiernan? ¿Qué debían hacer? ¿Era entonces cierto que el Gran Oso tenía la razón y él estaba equivocado?"

Demasiadas dudas azotando su demacrada mente mientras una nueva incógnita apareció en el firmamento. La hermana de Shiroi había desaparecido. Demasiadas coincidencias en un lugar donde nada sucede al azar.

El Cangrejo se giró hacia Shiroi e hizo un gesto para que le siguiera apartándose del resto de comitiva, pero accediendo a que cualquier otro Trueno se uniera a la comitiva.

-"No es coincidencia lo que está sucediendo, Shiroi-san". Comentó el fornido samurái mirando de reojo a las fuerzas imperiales aglomeradas en las murallas en las cercanías. -"Quiero que me expliques con detalle, que sucedió en la sala del Trono y que me contestes a dos preguntas. La primera tiene que ver con la Emperatriz. ¿Se autolesionó? Aquellos que utilizan el poder de la mancha suelen lesionarse para obtener poder a través de la sangre corriendo. ¿Ella lo hizo?" Comentó con suavidad mientras apretaba los puños y hacía gestos hacia la ciudad que se encontraba fuera de las murallas y lugar que ocuparían las fuerzas Cangrejo.

 -"¡¡Los van a masacrar!!" Aulló en voz alta antes de proseguir con lo que estaba diciendo anteriormente. -"Y la segunda. ¿No te parece muy mala decisión no unir fuerzas y dejar que masacren a 70.000 hombres? Lo que quiero decir es que no acabasteis con ella y corretea entre nosotros con la piel de aquellos a los que creemos que tenemos delante. Habrá alguna manera de saber si son los que parecen o no". Oni Negro calló entonces y negó con la cabeza antes de dar un par de vueltas sobre sí mismo como un perro rabioso esperando a la respuesta de Shiroi antes de volver a mirarla y continuar alzando la voz. -"Debemos tomar una decisión o todo lo que hemos luchado no servirá de nada".

La voz del Cangrejo recuperó una vez más un tono mas suave antes de proseguir. -"Creo que ir a buscar a Doji Shizue-sama es una trampa. ¿De verdad crees que solamente tu hermana conoce una salida de las murallas que no conoce el comandante del ejército que las defiende?" La respiración del Explorador estaba agitada como si su gesticulación dejase entrever que estaba discutiendo sobre una cosa, dejando salir su rabia por la situación. Sin embargo, nada más lejos de la verdad, pues el hilo principal de sus palabras nada que ver sobre eso tenían.

La ronin acompañó a Oni Negro a un lado junto con sus compañeros. Le sorprendió escuchar de él similares inquietudes a las que ella misma había sentido en la sala del trono. Y trató de enumerar con claridad lo que había sido para ellos el fulgurante combate.

-En la sala del trono…  traté de hablar con Kachiko, pero no escuchó. –Comenzó a decir, recordando el momento en el que ella había aparecido junto a su escolta. -La Emperatriz ordenó a sus Seppun que nos mataran a todos y capturaran a Hoturi-sama. Luego, todo fue muy rápido. Acabé con dos de ellos antes de que pudieran atacarnos. Kyoshiro abatió a un tercero. Valkai… valkai corrió hacia Kachiko, que estaba en retaguardia, pero fue abatido por la espalda por Bayushi Aramoro, que había estado escondido. Hidenaga le dio muerte al instante y entonces…

Hizo una pausa en la que su rostro se ensombreció aún más. La parte inexplicable. El final que no había llegado a comprender, pero que tampoco había podido cuestionar.

-Entonces el último Seppun mató a Kachiko, y se hundió el wakizashi en el vientre antes de que pudiéramos hacer nada más. –Dijo lentamente, dejando que con las palabras llegaran los recuerdos. -Tameiki decapitó ambos cuerpos por precaución. Creo que ella no derramó sangre. No hasta que ese guardia lo hizo por ella y en sí mismo.

-Y yo… -Continuó, pensativa. -Yo pensé que era demasiado fácil… pero también lo pensé cuando abatiste a Fu-leng… y fácil o no, había muerto. Así que aun teniendo dudas, no había nada que pudiéramos hacer allí. Así que regresamos.

Cuando él cuestionó el hecho de que Shizue tuviera conocimientos que Toshimoko desconociera, sacudió la cabeza, negando ligeramente.

-Mi hermana conoce muchos secretos de la ciudad que incluso mi maestro desconoce. Fue Shizue la que me informó de que Hoturi-niisama estaba en las catacumbas. Fue ella quien nos llevó hasta él. –Murmuró, con los labios apretados en una fina línea. -Y Hoturi quien nos llevó a Kachiko. Ella puso en marcha todo esto… pero ahora no está. Si ella realmente nos ha ayudado, estoy segura de que está en problemas. Y si no…

Dejó la frase en el aire. Los dos sabían lo que cabría esperar en caso contrario, y Shiroi se resistía a pensarlo. La idea era, sencillamente, demasiado horrible. De modo que prefería mantenerse en el supuesto de que realmente Shizue podría necesitar ayuda.

-Somos sólo cinco Truenos. –Dijo con la tristeza de quien está segura de lo que dice. –No vamos a marcar la diferencia en una batalla de cientos de miles. Pero podemos averiguar qué ha pasado con Shizue. O poner a prueba a los que tenemos delante… si es que tienes alguna forma de hacerlo. Mi hermano no se ha despegado de mí desde que me dijiste que estaba limpio de Mancha.

Después, sus ojos se deslizaron hacia el borde de las murallas, allí donde la ciudad dejaba paso a la llanura por la que pronto llegarían sus enemigos. Leones y Grullas, muertos por una causa estúpida y arrancados de la paz de la muerte por una magia maldita. Comprendía la reflexión de su compañero. Pero, en esa ocasión, no creía que tuviese razón.

-En cuanto a las tropas…  es demasiada diferencia. La única forma de presentar una batalla igualada es desde las murallas. Y sé que uniendo fuerzas mejorarían nuestras opciones. Pero comprendo que no dejen entrar al Cangrejo. Hace apenas unas horas esos Hida marchaban junto a las abominaciones de Fu-Leng para arrasar la ciudad. –Torció ligeramente el gesto, mirándolo a los ojos. -Si yo estuviera al cargo, Oni Negro… si no supiera que puedo confiar en ti… tampoco abriría las puertas a un enemigo potencial. Creo que eso es lo que piensa Toshimoko-sensei. Es una mala decisión. Pero si los Hida continuaran con su traición, sería una decisión aún peor dejarles entrar.–De pronto alzó la voz, imitando la forma en la que él lo había hecho, y su tono cambió a uno mucho más firme, el de una líder. -¡Si el Cangrejo aún es leal, se sacrificará para darnos tiempo! ¡Esto es su seppukku!

El Cangrejo apretó los labios tras de su máscara al escuchar la descripción del combate en la sala del trono... ¿Demasiado fácil? Habían pagado el precio de casi morir a manos de los pergaminos, ese era el poder que había derrotado a Fu Leng, no el suyo; que era muy inferior. Además una herida que devoraba lentamente sus músculos se hizo fuerte en sus entrañas tras destrozar el cráneo del enemigo contra el suelo. No había sido fácil, había sido muy costoso... Demasiado...

-"La diferencia es que cuando él murió, sus legiones lo hicieron con él; sin embargo estas no han caído. Por lo que estará viva no muy lejos y si no ella su maldad, a la que habrá que exterminar también". 

Las palabras de que su hermano había estado con ella en todo momento le hicieron recapacitar. -"No comparto el poder de los Kami, puedo ver efectos sutiles de la mancha físicos o mentales, pero el poder de los shugenja se escapa de mi entendimiento".

Las palabras de Shiroi tornaron hacia el paradero de su hermana y sutilmente pudo entrever nostalgia en su deje a lo que el samurái negó lentamente con su yelmo. -"Cada uno tiene que hacer lo que debe hacer. Perdonadme, me he dejado llevar por la rabia de ver a tantos hermanos míos luchando en una batalla desesperada. Pero... !Cada uno debe aceptar su destino y cumplir con su deber! ¡El Cangrejo hará su parte y nosotros la nuestra! Nos aseguraremos de ello".

El Cangrejo debía resistir. Era lo mejor que sabía hacer y ahora debían demostrarlo. Dándonos tiempo para poder encontrar a Doji Shizue y utilizar sus conocimientos para salir y destruir el mal para siempre.

-"Conozco el camino hasta el último lugar donde la vimos, encomendad vuestras plegarias a aquellos que se queden tras nuestra estela, porque deberán luchar sin nuestra ayuda. Al menos; de momento".

Hidenaga se mostró un poco molesto, no solo su idea parecía ser descartada, si no que le darían la muerte a los cangrejos, esa actitud de sacrificar al ejército de guerreros útiles pero toscos y poco versátiles era una una locura.

Finalmente dejó de lado sus pensamientos, y se centró en la palabra del hombre enmascarado, y su convicción, algo loable y muy bien visto en un guerrero. 

-Está bien, vamos, os seguiré en esta última pelea-

"Pero eso será todo, no viviré bajo el nombre de nadie más, cuándo esto termine, me iré lejos de todo y de todos, me dedicaré a entrenar los muchos o pocos años que me quedan" 

Hidenaga llegó a la comprensión de su propia situación y estado mental, merecía un poco de paz en vida, tiempo para dedicarse a sí mismo lejos de la batalla, cómo un auténtico León retirado que ya no ve satisfacción en la lucha. 

Os dirigís de nuevo hacia el palacio imperial. 

Toshimoko y Hoturi-sama se quedan en las murallas.

Oni Negro va en cabeza y llegáis hasta la entrada al laberinto que lleva a las celdas. Y se adentra en él, Oni Negro es el único que se sabe el camino hasta las celdas. Esta vez no hay nadie vigilando la entrada, tenéis la impresión que todos los soldados disponibles están en lo que va a ser la batalla. Al llegar abajo a las celdas, está todo vacío excepto un par de guardias Seppun que vigilan la entrada a la celda de Hida Kisada.

No os habéis encontrado con Doji Shizue por el camino. Lo que sí os habéis percatado es que hay demasiada gente dentro de las murallas, las calles están abarrotadas y se ve el miedo en sus rostros.

El Cangrejo guió al grupo de Truenos a través del laberinto que conformaban las mazmorras de palacio. no esperó a hacerse con una antorcha para orientarse, en su lugar empuñó su tetsubo e invocó el poder de su nemuranai para que su fuego purificador les llevase hasta el lugar donde se separaron por última vez.

Al llegar en frente de los guardias Oni Negro inspeccionó el lugar en busca de alguna pista acerca del paradero de su objetivo. El suelo era de piedra por desgracia así que el rastro de arrastrar el cuerpo de Kaori no sería fácil de hallar, como si se tratase de tierra. Entonces buscó algo de sangre o la estela seca de arrastrar algo seco sobre una superficie húmeda, como era el caso del pasillo en el que se encontraban. (1)

El rastro del cuerpo de Kaori y de Doji Shizue te llevan de nuevo hacia fuera del laberinto, a la entrada del mismo.

El Cangrejo se agachó en las mazmorras y cogió aire sonoramente, mientras utilizaba el fulgor de su Nemuranai para ver perfectamente cada pedazo de piedra del pasillo. Caminó varios pasos en una dirección en primer lugar, luego se agachó de cuclillas mientras inspeccionaba la pared en frente de la celda de donde salio el cuerpo sin vida de Kaori-san. Tras unos segundos pasó por delante de los Seppun sin prestarles apenas atención, pero más allá el débil rastro se perdía, por lo que debían volver tras sus pasos. Estaba casi seguro de que podría seguir los pasos de los que portaban a la Dragón pero antes de decir palabra alguna su mandíbula se tensó súbitamente y sus ojos tras la máscara de demonio se abrieron llenos de furia. Una furia que crecía en su fuero interno y que luchaba por salir hacia el exterior. Sin embargo, en esta ocasión la voluntad del bushi estaba de acuerdo con la dirección que tomaban los acontecimientos.

-"Creo poder reproducir el camino que tomaron..." Esas palabras fueron el detonante de lo que aconteció inmediatamente.(1)

Sin ofrecer reacción posible, se giró de repente hacia el Seppun de la izquierda de la guardia y le estampó su Nemuranai en la cabeza aprovechando el impulso tomado por su cuerpo. El halo fulgurante del Tetsubo empotró al Seppun contra la pared a su espalda. (2)

Tras el golpe, la furia no se detuvo, sino que se incrementó. Oni Negro apretó los dientes y siguiendo con el retroceso del primer golpe dibujó un semicírculo para atacar a la cara del guardia de la derecha desde el suelo, posando su mano en el suelo y tomando impulso con todas las fuerzas que le quedaban tratando de noquear también al segundo bushi estampándolo contra el techo del pasillo. (3)

Tras dejar inconsciente al segundo Seppun el Cangrejo se agachó y recogió las llaves de la celda para colocarlas en la cerradura y abrir la puerta de una patada. -"¡¡HIDA KISADA-UESAMA, EL CANGREJO NECESITA DE LA GUÍA DE SU CAMPEÓN. CUMPLE AHORA CON TU PALABRA Y DESTRUYE A LOS ENEMIGOS DEL IMPERIO ESMERALDA!!" La voz de Oni Negro resonó en la celda como si del trueno que acontece una violenta tormenta se tratase, mientras sacaba su honor* del obi con su mano derecha

Sin esperar más, y con el extraño silencio de Hidenaga, Kyoshiro y Tameiki como compañero, siguieron a Oni Negro a través de las calles abarrotadas hasta el laberinto de las celdas bajo el palacio, el último lugar donde habían visto a Doji Shizue. Una vez allí, el bushi comenzó a pasear por los pasillos casi vacíos, pero era evidente que la pista se le resistía. O eso creía Shiroi, hasta que sin previo aviso, su compañero atacó a los dos Seppun que guardaban la celda del Campeón del Cangrejo y los noqueó. Lentamente, dejando que su mano derecha se alzara ligeramente por encima de su obi, la ronin clavó en el Cangrejo una mirada que parecía brillar con los fuegos de la forja.

Contrastando con el fuego que ardía en sus ojos negros, la postura del cuerpo de Shiroi no mostraba tensión ninguna, tan sólo relajación y tranquilidad, como si no acabara de ver el asesinato de dos Seppun y la liberación de un traidor a Rokugán. Era la misma engañosa relajación que había precedido a ataque que segó el brazo de la Montaña de Hierro.

-Doy por hecho que tienes una excelente explicación para esto, Oni Negro. –Dijo con una suavidad a través de la que se adivinaba un tono duro como el acero. –Para habernos traído hasta aquí sin avisarnos de tus intenciones y liberar al traidor que ha diezmado a las Legiones y ha matado a Kaori.

-Te sugiero que hables rápido. –Añadió mirándolo a los ojos. Un ligero temblor, tan tenue que casi no parecía haberse producido, delató un atisbo de duda en la ronin. No quería más sangre. Pero era el Imperio de lo que hablaban. -De lo contrario, el Gran Oso perderá algo más que su honor cuando cruce esa puerta.

Confundido con cual sería la mejor avanzo con mis compañeros en silencio, meditabundo. Comprendia los motivos para no dejar pasar al cangrejo, pero no dejarles entrar solo alimentaría al ejército enemigo. Todo acabaría siendo un despilfarro de vidas que, en su muerte, engrosarían las filas del enemigo...

Por otro lado los refuerzos difícilmente llegarían a tiempo de ayudar en la batalla...Todo a punta a una doble masacre sin sentido y ¿Qué tiene de útil una muerte así?

Bruscamente soy arrancado de este estado cuando Oni Negro ataca como una centella a los Seppun que custodian la celda de Hida Kisada. El súbito ataque me hace retroceder unos pasos y situar mi mano en mi katana, sin llegar a desenvainarla.

Pero si el ataque de Oni Negro fue frío, las palabras de Shiroi lo fueron todavía más. Miro expectante al cangrejo, el cual debía tener una buena respuesta para aquello y sin tener muy claro a quien apoyar en ese momento.

La joven escorpión se coloco a una distancia prudencial del gran cangrejo. Lista para en un latigazo de su mano sacar la katana con intención de defender a su senesei.

La mano a la empuñadura, listo, para sacar su arma y cortarle a la mitad, quería saber por qué les había traído a la celda de un traidor, la razón de su silencio, no era otra razón que la desconfianza misma, y eso podía más que él dolor en su cuerpo. 

La mirada del Cangrejo se posó sobre la katana de Shiroi pero su lenguaje corporal no mostraba tensión alguna, todo lo contrario, era como si estuviera calculando el posible golpe de la Ronin y sus posibilidades de supervivencia y contraataque.

Su mano extrajo su wakizashi del obi y se lo lanzó al Gran Oso, sin perder de vista a los demás Truenos que tomaban posiciones de combate. -"Ese wakizashi perteneció a mi madre, Hiruma Amaya. He dejado de ser digno de portarlo conmigo. Ella creyó en los descendientes de la familia Hida hasta el día de su muerte, por lo que su esperanza de derrotar a las Tierras Sombrías se aloja en su acero Kaiu. Utilizadlo para dirigir al resto de las tropas Cangrejo que se encuentran fuera de las murallas de la ciudad y se enfrentan con la hueste de muertos que nos acecha por todos los flancos. La Emperatriz Kachiko ha muerto, cumplid ahora con vuestra palabra de destruir a las Tierras Sombrías. El momento ha llegado".

Oni Negro giró sus pasos y se colocó en una posición defensiva ante los demás Truenos. -"Conozco el camino que tomó Doji Shizue. Es decisión vuestra que os lleve hasta ella o no... Respecto a rescatar al Gran Oso... No tenía elección; ninguno de nosotros la tenemos. Le necesitamos, es el mejor luchador del Imperio y el único que puede darnos tiempo suficiente para que podamos realizar el ataque relámpago al corazón de nuestro enemigo común..."

-"Shiroi-san hablas de traidor, pero la pregunta es ¿Traidor a quién? ¿A la Emperatriz que fuisteis a asesinar hace unos horas? Este pasillo está lleno de traidores al orden Celestial. ¿Porqué no deciros nada? Porque vosotros no debéis mancharos las manos por mi, yo colgaré de un árbol para pagar el mal que ha echo mi Campeón, por sus pecados y los de todos los Cangrejo que marcharon con él hasta la capital imperial para liberarla del mal que se alojaba en su Trono ¡EL SIGUE SIENDO MI CAMPEÓN Y LE DEBO LEALTAD! ¡NO HAY OTRA MANERA DE EVITAR QUE 70.000 DE MIS HERMANOS MUERAN POR NADA! ¡SE LO DEBO A MI CLAN, SE LO DEBO A TODOS Y CADA UNO DE ELLOS!"

El Nemuranai del Cangrejo centelleó por la rabia que sentía su portador. -"Podéis atacarme si queréis, pero no dejaré que toquéis a mi Campeón. Haya echo, lo que haya echo; está a tiempo de remendar sus errores. Respecto Kaori, le atacó por la espalda como una rata ruin, por lo que desperdició su vida, no hagáis vosotros también lo mismo. Este hombre está encarcelado porque se rindió. Le necesitamos al frente del Cangrejo, ¿Seríais capaces de permitir que todos vuestros hermanos dieran sus vidas por nada?... Esta era la única solución. Estoy dispuesto a pagar el precio que se requiera por mis actos".

El Cangrejo suspiró queda y sonoramente. -"Es el momento de decidir qué hacer. Continuar con lo que habíamos venido a hacer y encontrar a Doji Shizue-sama o morir todos en esta ratonera llamada Otosan Uchi, para que nuestros esfuerzos para librar Rokugan del maligno, no hayan servido de nada".

Oni Negro expresa en voz alta lo que desde hace rato pienso y callo. No me correspondía a mi decirlo, o al menos eso fue lo que sentí en la muralla minutos atrás. Pero no esta bien al forma en que planean sacrificar las vidas de tantos compatriotras, hayan actuado bien o mal. Relajando mi postura hacia Oni digo procurando sonar calmado y sereno.

-No seré yo quien ponga impedimentos. Es más, me alegrará saber que un guerrero de la fama de Hida Kisada-sama lucha contra nuestro enemigo.

Sabiendo que mis palabras no van a sentar bien a Shiroi y Tameiki, las miro también mientras me pronuncio.