Partida Rol por web

Tras haber estado gritando y aporreando un rato la puerta en un fútil intento por que nos dejaran marchar, me dejé caer al suelo y hundí la cabeza entre mis rodillas. Por mucho que lo deseara no iban a aparecer nuestros padres por arte de magia en el barco para rescatarnos. Estábamos solos en esto, y solos tendríamos que apañárnoslas si queríamos salir con vida de aquí. Las voces de mis amigo llegaban a mis oídos, pero como si estuvieran en un lugar mucho más lejano. En mi cabeza, únicamente podía darle vueltas a las posibles maneras de escapar, si es que las había. Entonces, escuché una voz grave y profunda desde el otro lado de la celda, aupando la vista con expresión incrédula al descubrir de quién se trataba.

—¡¿Profesor Armitage?! —pregunté a la nueva figura que había surgido de repente de entre las sombras—.  ¡Está vivo! ¿Cómo se encuentra? El Dr. Kingston nos contó que hace una semana que desapareció y que no sabían nada de su paradero... Pero eso quiere decir que usted sí estaba en los muelles de Goon antes de acabar aquí, qué extraño... —murmuré con cierto recelo. Algo no encajaba desde el principio en aquel relato—. Pues... Es una historia que no se va a creer —afirmé antes de resumírsela—. Estábamos dando una vuelta cuando encontramos las puertas del museo arrancadas; dentro había un pirata que había sido mordido por una especie de pájaro carnívoro que quería comernos o qué se yo... Después caímos escaleras abajo del sótano huyendo de él, descubrimos el cuadro y... terminamos en este barco —lo solté todo de carrerilla y tuve que tomar una bocanada de aire—. ¿Qué cree que quieren esos piratas? 

El profesor sonrió y se sentó en el suelo, al lado del esqueleto. Lo miró y le dio unos golpecitos "cariñosos" en la tibia. 

Llevo aquí una semana, creo, y este ha sido mi único amigo. Yo estaba examinando el cuadro del "Inferno" cuando de repente sentí como alguien me empujaba... y después de un fantástico viaje, me encontré tumbado en la cubierta del barco. Oh, tuve suerte de que no me mataran y únicamente me encerrasen, aunque creo que he logrado convencer al capitán de que soy un hombre de fiar. Pero vosotros... no deberíais haber descubierto el cuadro y haber venido. Es peligroso.

- En eso estamos de acuerdo... no tendríamos que estar aquí... - dije mirando al profesor recién aparecido y al resto de mis compañeros - y ahora tenemos que buscar una forma de volver a casa.

Me senté en el cepo que aprisionaba las piernas del esqueleto con la cabeza entre las manos.

- ¿Y qué ha podido descubrir en este tiempo que lleva aquí, profesor?-

De una de las paredes, oculto entre las sombras, apareció una misteriosa figura. Me llevé un buen susto y di un pequeño salto hacia atrás. La persona que salió era el profesor desaparecido y por las pintas, no se le veía muy mal de aspecto. Se acercó y nos habló de lo que le había pasado; fue lo mismo que nos pasó a nosotros. Algo extraño tenían esos cuadros, tal vez eran mágicos, ¿quién sabe? El caso es que estábamos encerrados, en no se sabe dónde ni cuándo, pero con un profesor y eso tranquilizaba algo.

-"Profesor, ¿de dónde obtuvieron los cuadros? ¿Cree que pueden ser portales mágicos? Creo que si encontramos el cuadro en este lado del portal, puede que podamos volver a casa. Recordar que había un pirata muerto y esa horrenda criatura en el museo, o sea que el camino es de ida y vuelta. El problema es, ¿cómo salimos de aquí?"

-¡EL profesor Armitage! ¡El profesor Armitage! -gritó, entusiasmada, efusiva, excitada.

Rodó los ojos, reflexionando, como perdida en sus mundos. Miró con cara de incomprensión a sus amiguis. -¿Quién es el profe?

No tenía mucha idea- ¡Ah, claro, ya se! -recordó de pronto, como si le propinasen a una patada en el trasero.- Había desaparecido, ¡ya sabía yo que el director del museo escondía algo! Las cartas no mienten, amigos. Un misterio, un secreto.

Y aquí estaba el enigma. En el cuadro. Magia. Los miró a todos, girando sobre sí misma y alrededor de ellos.

-Vudú, esto es vudú, seguro. Hodooo, una variante...Que no se bien lo que es, pero suena feo y malo. ¡Hechicería! Ehhh...pues lo que pregunta Gordi, ¿cómo salimos de esta cloaca?

El profesor Armitage os miró con gesto de concentración ante vuestros comentarios y preguntas.

-La verdad es que no he descubierto tanto como quisiera, joven -dijo, refiriendose a Alex -, pero he hablado con el capitán varias veces y lo que sé es que esconde algo. Todo esto que veis lo ha creado, magníficamente, para proteger algo, un tesoro formidable, sin duda alguna. Y estoy seguro que solo hay un lugar en el que pueda esconderlo. Las cuevas que hay cerca del barco. Tiene que estar allí dentro porque aquí no hay ningún otro sitio más. 

Con dificultad, Armitage se puso en pie.

-Otra de las cosas que he descubierto es que el faro es desde luego nuestra salida de aquí, pero está muy protegido por lo que no he podido ni acercarme a él. En otras circunstancias, habría disfrutado de una aventura como esta, pero la verdad es que... no sé qué esperar ya. Lo lamento, chicos, pero no tendríais que haber venido. 

Todos los nervios que me habían acompañado hasta hace unos segundos desaparecieron al permanecer junto a la apacible figura del profesor Armitage. Su discurso calmado y su oratoria ayudaban a que uno pudiera calmarse y escuchar con atención todo lo que dijera. Lástima que tuviéramos que hacerlo encerrados en un barco pirata, rodeados de auténticos piratas dispuestos a rebanarnos el pescuezo a las primeras de cambio si les mirábamos mal. La mención a que fuera empujado para acabar aquí me hizo enarcar una ceja y arrugar la frente, creyendo con firmeza que el Dr. Kingston no era trigo limpio desde el momento en que se presentó en el museo. Cada vez ganaba más enteros la posibilidad de que hubiese intentado librarse del veterano docente...  

—¿Dice que sintió un empujón? Es culpa del Dr. Kingston, estoy convencido. Él hizo algún gesto sospechoso cuando le conocimos y mencionamos su nombre... —expuse con certeza—. Aunque... no sé qué motivos tendría para hacerlo. Y además debería conocer lo que se esconde detrás de la pintura... 

Me llevé un caramelo de menta a la boca, al notar que se me resecaba la garganta. Ofrecí la cajita por si alguno de mis amigos quería justo antes de escuchar el último comentario del profesor ante el que no pude evitar soltar un "ohhh" de sorpresa.

—¡Un tesoro como el de Willy "el Tuerto"! Pero poco podemos hacer igualmente si estamos en este calabozo; tanto para buscarlo en esas cuevas como para ir hacia el faro y regresar a casa. Lo cual me hace pensar que si el pirata del museo vino desde allí... ¿Qué esperaba encontrar? ¿Para qué dirigirse hasta allí? —pregunté meditabundo.

Armitage negó con la cabeza.

-No lo sé, hijo. Puede que tengas razón. George siempre fue bastante ambicioso. Pero empujarme aquí... no sé, no estoy convencido completamente de eso.

Después, empezó a pasear. Parecía molestarle un poco una pierna, quizás por una herida o simplemente, a causa de la vejez. El caso era que en lo demás, el profesor parecía estar muy bien.

-Un tesoro es siempre un tesoro. Sé que no es una situación ideal, pero quién no querría encontrar uno y vivir una aventura. Yo mismo lo haría si tuviese menos años. ¡Los auténticos goonies lo hicieron!

En ese momento, se abrió la puerta de la celda y un pirata entró en ella. Sus pasos resonaban con fuerza al apoyarse en las tablas de la cubierta, y a medida que se acercó a vosotros, todos retrocedisteis hasta donde estaba el profesor, como si pudieseis usarlo a él de escudo.

- Soy el Capitán William Tewell, aunque todo el mundo me llama Willy "el tuerto". Tengo entendido que habéis llegado del "otro lado". Más os vale decirme en donde está mi cuadro o de lo contrario no veréis el amanecer. 

Elevó su rostro hacia vosotros y un estremecimiento recorrió vuestra columna. Capitán, con un parche.... no, no podía ser. ¿Estaba... vivo?

Con la cabeza baja... bien concentrado... de mil manera traté de liberar la pierna del esqueleto de las cadenas que lo tenían sujeto. Lástima que los alicates que siempre portaba no dieran para mucho más, así que acabé usándolos de la única e inconfundible manera en que todo hombre acaba usándolos alguna vez... como martillo...

Y comencé a golpear la cadena con la pequeña herramienta...

Nada...

Solo un rítmico retumbar...

¡Clonk!

¡Clonk!

¡Clonk!

Oía voces a mi alrededor... subían en intensidad... alguna incluso... incluso... ¿se dirigía a mi? Bah... probablemente... pero yo estaba concentrado en liberar el hueso para usar la pierna como arma... debía proteger a mis amigos... 

Mantuve la concentración... abstraído del resto del mundo...

En nuestra realidad alguien avispado diría que mi personaje se había quedado atrapado en el mundo virtual por el inoportuno apagón de la fibra óptica... 

Si... algún avispado... lástima no tener ninguno a mano...

Pero...

Lo que realmente llamó mi atención fue el silencio...

Si... el silencio abrumador que se instaló de repente callando la cháchara de todos...

Alcé la vista extrañado y los vi....

Primero al profesor Armitage... 

Hola... pofesog... no me sogplende veglo aquí... ¿cómo está?

Pero nadie me devolvía la mirada... o contestaba... y entonces lo vi... ahí, en la puerta, el mismísimo Willy el Tuerto...

¡¡Uau!! Buenos noches, señol Tuelto... cleo que ha habido un malentendido... nosotlos no tenemos su cuadgo... 

Mientras el profesor disertaba sobre lo que sabía, alargué la mano y le cogí varios caramelos a Billy, dejándole la cajita casi vacía. Desenvolví varios de ellos y me los metí en la boca, alguno me lo guardé en el bolsillo de la chaquetilla. Lo hice inconscientemente, sin pensarlo.

Según el profesor Ermitaño, la salida de "este lado" era el faro, pero estaba muy vigilado. También nos dijo dónde creía qiue había un tesoro, un fabuloso tesoro, que Willy protegía. Había unas cuevas cercanas, por lo que el faro estaría también cerca. Billy pensaba que el otro profesor estaba compinchado con los piratas, aunque yo no le veía sentido. ¿Por qué querría deshacerse de su colega?

En ese momento llegó Willy el Tuerto, ¡el auténtico! Estaba vivito y coleando. Me tragué los caramelos de la impresión. Nos juntamos todos alrededor del profesor, algo asustados. Nos preguntaba por su cuadro. ¿Cuál de ellos? Eso había ido a buscar el tal Smile, ¿el cuadro? ¿Sería el cuerpo que encontramos muerto? ¿De dónde salió la criatura?

Todo esto era un lío tremendo. Los cuadros mágicos, el profe Armitage, el director, los piratas, esqueletos, y encima la tontaina de Hailee llorando y berreando cuando apareció el capitán tuerto. Es que causaba impresión. ¡Y nada menos que Willy el Tuerto!

¿Cómo era posible? 

Si Bernie y Billy le daban a los caramelos de menta, ella sacó su bolsa de gominolas de osito y se zampó una docena a manos llenas, mientras no quitaba la vista del pirata maloliente y se refugiaba en un rincón detrás del viejales de barba blanca.

-Si es que no nos ha sentado algo mal en la comida, y lo que nos está sucediendo es verdad...-dijo, con un hilo de voz- lo que pasa es que esa maldita pintura nos ha llevado aquí, al pasado, ¿no? ¿O estoy muy loca para pensar en eso? 

Becca temblaba, super asustada. -Sus cuadros están...están en un museo. No tenemos nada que ver, estábamos de visita y ¡plaf! el cuadro del barco nos engulló y escupió aquí. ¿Es usted un actor? 

Al oír la palabra "actor", Willy se acercó a Rebecca con gesto amenazante.

-¿Un actor? ¿UN ACTOR? Yo soy Willy "El Tuerto", el auténtico, vivito y coleando, y te aseguro que no hay nadie que pueda interpretar mi papel ni tampoco llegar a conocer todos los secretos que he descubierto. Pero quiero mi cuadro de regreso antes de que entre gente que no debe. Envié al pobre Smiley para destruirlo pero esas malditas alimañas aladas... se lo llevaron, que el diablo lo llene de ron y mujeres. Son almas malditas y sobrevuelan este mundo para intentar expulsarnos de él, pero mejor esto que vivir fuera.

Por un momento, Willy pareció hasta humano, pero rápidamente recuperó una mirada dura e insensible.

-En cuanto a vosotros, habéis venido a por mi tesoro y no podréis conseguirlo... ¡¡¡jamás!!!

Alex escuchaba en silencio las palabras del pirata hasta el momento en que este hizo mención a la criatura alada.

- Nosotros también nos encontramos con una de esas criaturas... lamentamos la muerte de Smiley, pero puedo decirle que nosotros nos encargamos de la bestia que lo hizo... eso no hará que vuelva Smiley, pero debería de contar algo, ¿verdad? - replico intentando que mi mentira suene creíble...

-No hay que ponerse así, señor pirata, que asusta a mi hermanita. -dio Becca, oculta tras el parapeto del profesor Armitage y detrás de sus amigos, tapando a la pequeña y gimoteante Hailee. 

Es que Willy imponía. Qué mieditis. Se encogió y se hizo pequeñita cuando aquel energúmeno se le acercó vociferando. Menos mal que Álex desvió la atención soltándole un rollo, a medias verdad. Cruzó miradas con sus amigos, y, aunque nerviosa, se atrevió a hablarle de nuevo al terrible pirata.

-¡No hemos venido a robarle nada! Ni hemos venido, nos han...nos han ¡abducido! Eso es. Abducido.

¿Se decía así?

-Y...señor Willy el Tuerto…¿dónde es este mundo? -señaló con los brazos y las manos en círculos el calabozo y el barco. 

Acabé mudo, frotándome los ojos, como si estuviera viendo una alucinación cuando se abrió la celda. Pero no, la figura que presenciaban mis ojos era bien real. El auténtico Willy "el Tuerto", el pirata que propició que mi padre se obsesionara con la búsqueda de su tesoro y que estudiara tan a fondo lo que concernía su mundillo, plantado delante de nuestras narices. Sentí cómo las pulsaciones se me disparaban por contemplar a alguien a quien mi padre querría conocer una y mil veces. Lo suyo era una admiración hasta extraña; no dejaba de ser un pirata que saqueaba, asesinaba y a saber qué más cosas horribles a la par que arriesgadas...

—Capitán... Mi padre es un gran admirador suyo —dije saliendo de mi mutismo, ligeramente encogido por su presencia—. Afirma que es uno de los mejores piratas que han exis... —reculé— que existen hoy día —le lisonjeé, para ver si así cedía un poco y se calmaba—. Como le comentan mis amigos, nosotros no tenemos el cuadro. Lo tiene el dueño de un museo que pensamos que está detrás de esto y que también empujó al profesor aquí dentro —comenté tratando de mantener el contacto visual, pese a que me costara—. No hemos venido a por ningún tesoro, pues tampoco sabemos dónde está. Acabar en este barco ha sido un desafortunado —o no— accidente. No queremos problemas con usted y con su tripulación, de verdad —insistí, a ver si por la vía de la diplomacia se conseguía que no nos lanzaran a los tiburones o nos tuvieran fregando la cubierta hasta que se cansaran.

"Es el día más raro de toda mi vida" —pensé, imaginando que en cualquier momento despertaría sentado en la parte trasera del coche y que esto sería producto de un mal sueño...

Armitage se adelantó para hablar con Willy, colocándose delante de todos.

-Discúlpeme, pero estos chicos no tienen nada que ver con usted. Están aquí solo por casualidad y creo que debería dejarles en libertad.

El profesor parecía preocupado por vosotros, bastante preocupado.

-Usted es un hombre inteligente y no creo que deba dejarse arrastrar por tonterías como que hemos venido a robarle. ¡Si ni siquiera sabemos qué es lo que protege ni cómo es su tesoro!

Lo que a mi me palece, señol Tuelto - dije, adelantándome al profesor Armitage - es que mantenegnos aquí guetenidos es sinónimo de miedo... de... de telol... ¿le asustan un grupo de niños, señol Tuelto? ¿No le impolta que sus hombges se den cuenta de que le atega que un grupo de chavales le goben el tesolo?

No hablaba yo... lo hacía el miedo. Y mi defecto al hablar se acentuaba...

Debelia escuchal al pgofesog... digo... al capitán Bubba Gump, aquí pgesente - y le señalé al profesor, tratando de marcarme un farol sobre la identidad y fama del señor Armitage - es temido en los siete magues... y estamos bajo su pgotección...

Y en esas el teléfono móvil comenzó a sonar escandalósamente... vaya con Apple, los hace duros, el teléfono está inservible... pero aun así sigue sonando la maldita alarma que indica que hay que despertarse para ir al colegio...

Y me giré sobre mi mismo golpeandome el bolsillo para ver si se callaba mientras tronaba el Eruptíon de Van Halen y Willy el Tuerto me miraba con cara de no saber que demonios estaba pasando.

Willy os miró con furia, quizás porque no sabía hacerlo de otra manera, o simplemente porque para él no podía considerar la posibilidad de que estuvieses diciendo la verdad, y sobre todo, no parecía que considerara a Armitage, que llevaba una semana con él, como un peligro, así que....

-De eso nada. ¡QUERÉIS ROBARME LO QUE TENGO Y NO LO PERMITIRÉ! ¡OS MATARÉ...

No pudo terminar de hablar, porque de repente, desde la cubierta superior, llegaron voces y gritos que no esperabais y unos segundos más tarde, un pirata aparecía en la puerta de la celda.

¡Las bestias! ¡Han vuelto las bestias aladas!

Willy se precipitó fuera de la celda, escaleras arriba, junto con el pirata, dejandoos a todos allí a solas, todavía con el susto de haber sido amenazados de muerte por el Willy en persona.

Pero Armitage fue rápido. Se lanzó hacia la puerta y cuando llegó a ella, se volvió hacia vosotros. 

-¡Rapido, hay que aprovechar el momento para escapar! ¡Vamos!

Pues no hacía falta que lo dijera dos veces. Con gran velocidad empujé a mis amigos para que salieran rápidamente de la celda, antes de que se dieran cuenta y nos volvieran a cerrar la puerta.

-"¿Por dónde vamos profesor? ¿Subimos a cubierta? Quizá podamos salir del barco ahora que están distraídos con las bestias aladas. ¡Vamos, chicos, vamos, salir rápido de ahí!"

El corazón me latía a mil por hora y eso hacía que me entrara hambre. Un rugido se escuchó salir de mi estómago, el cual pedía comida. Le tenía mala acostumbrado. Saqué uno de los caramelos que me había guardado y me lo metí en la boca. Esperé a que Ermitaño nos indicara para dónde ir, para eso era el mayor y el que llevaba más tiempo aquí.