Partida Rol por web

La llegada de las bestias aladas, tal y como las llamaban los piratas, eran tanto buenas como malas noticias. Buenas porque se habían despistado sin comprobar si seguíamos encerrados y malas porque al mismo tiempo no querría encontrarme con varias de esas criaturas como la del museo revoloteando en las inmediaciones del navío. Si ya fue complicado sobrevivir a una, imaginarme a varias descendiendo en picado para atraparnos... En fin, que los escalofríos estarían justificados en este punto de la aventura. 

—Huir... ¿Por dónde? —miré lo que me rodeaba, totalmente perdido—. ¡Si estamos en mitad del mar! Y yo no soy muy buen nadador... —reconocí con cierto reparo—. Aunque, pensándolo bien, es probable que tengan por aquí un par de botes salvavidas que podamos utilizar mientras están distraídos. Hay que darse prisa —apremié a todos para que buscáramos rápido nuestra vía de escape.

¿Huil? Vamos, chicos...

Exclamé cuando el profesor Armitage mantuvo la puerta de la celda abierta instandonos a escapar.

Vamos... tenemos la posibilidad de emulag a nuestuos padges... busquemos el tesolo... si Willy no lo tiene... debe de estal ahí fuela espelandonos... aunque... 

De repente me callé, presa de un funesto presentimiento...

Y es que era fan de la trilogía de Regreso al futuro. Mi padre me la puso cuando era pequeño, y no pude separar los ojos de la pantalla. Desde entonces cada acción de gracias la veíamos, discutíamos sobre ella, elaborábamos las más locas teorías sobre que hacer o dejar de hacer con el De Lorean...

Y ahora estábamos aquí...

Si el cuadro nos llevó al pasado y encontrábamos el tesoro... nuestros padres jamás lo encontrarían... dios...

No... no podemos buscag el tesolo... eso... si... una supel paladoja, como decía Doc, si el Tuelto no encuentla su tesolo... no podlá escondeglo, y nuestuos padges no lo encontlalan... y si no lo encuentlan, los echalán de los Muelles, y si los echan... nosotlos nos esfumalemos... - terminé de decir, blanco como el papel, mientras chasqueaba los dedos de la mano izquierda.

Lentamente, me acerqué a Paul cuando empezó a decir cosas y le tiré de la manga.

-Eso es para los viajes en el tiempo, tontito. Eso no es un viaje en el tiempo... creo. El señor Pebbles piensa que es algo diferente -le dije a Paul, justo antes de que el profesor indicara que debíamos escapar.

Yo me volví a mirar a Rebecca y alargué una mano para que la cogiera.

Tenemos que salir del barco ahora, pensó Armitage.

Durante todo el tiempo que había estado prisionero, ni una sola vez había dispuesto de una oportunidad como aquella, así que no podía desaprovecharla.

Rápidamente, abrió la puerta de la celda y se precipitó afuera. Delante tenía las escaleras que conducían a la cubierta, desde donde podía oír gritos enfurecidos y ruido de carreras.

-Deprisa. Es nuestra única oportunidad -os dijo, empezando a subir las escaleras.

Cuando subisteis arriba, la escena era poco más o menos caótica. Los piratas corren de un lado para otro, dando sablazos y disparando sus armas hacia el cielo, cuando no estaban tirándose al suelo para cubrirse. 

Y es que cuando mirasteis hacia arriba, visteis a un montó de bestias aladas revoloteando por el cielo y lanzándose hacia los piratas. 

Alguna de las bestias lograban coger a algunos piratas para a continuación soltarlos desde grandes alturas, al agua o encima de la cubierta, con lo que poco a poco iban aumentando los gritos de terror, además de los aullidos de furia de todos los piratas... y sobre todo de Willy.

-¡Matadlas! ¡Vamos, inútiles! ¡Acabad con ellas!

En medio de toda aquella confusión, Armitage se escondió un momento y cuando vio la oportunidad, salió corriendo con vosotros detrás.

-¡Deprisa! ¡CORRED! -os gritó.

¡Madre mía, cómo se ponía de enfurecido este hombre! Y dale con eso de que le queremos robar su tesoro, está enfermo de la cabeza, pensó Becca. Pero no abrió más la boca, no sea que la tirase al mar o a la cocina a pelar patatas y dar de comer a toda esta gentuza.

Paul habló de viajes en el tiempo, el profe de escaparnos, y la peque en plan cerebrito soltando una frase que dejó perpleja a su hermana mayor. Como sea, le metió a Haille un par de ositos en la boca para que la cerrase ya, cogió su mano, qué remedio! y venga, toda la pandilla en tropel para arriba. 

¿Pero adónde íbamos a escapar si estábamos en alta mar? ¿Botes? -¿Sabes manejar un bote, Billy? Tú tranqui, que te ayudo a nadar, que se me da muy bien.

Se lanzó corriendo y patinando por cubierta, qué mal, en medio de todo aquel escalofriante ataque de las arpías o lo que fueran esas cosas. Casi se da el gran tortazo, tirando de Haille -¡Pero para dónde vamos, profe? Gritó en la loca carrera. De pronto algo la agarró de los pelos, la levantó en vilo medio palma del suelo y luego gracias al empujón de un enorme pirata se soltó, saliendo despedida medio volando sobre la cubierta con su hermanita todavía agarrando de la mano...

-¡¡AAAAAAHHHHHHHHHHHHH!

Había que tomar una decisión rápida, pues nos iba la vida en ello. El profesor pensó que era buena idea asomarse a la cubierta para disfrutar del panorama, que para nada era alentador. Más bien era propio de una película de esas bizarras que echan en la tele en horas que los niños no podemos ver, pero que de algún modo u otro siempre lo conseguíamos. Me empezaron a temblar las piernas, sin saber muy bien hacia dónde moverme sin que no me pillara una de las criaturas en la trayectoria o alguno de los piratas se estampara conmigo en su particular cruzada contra las mismas. 

—¡Rebecca, detrás de ti! —mi aviso llegó demasiado tarde y acabó golpeándose con su hermana contra el suelo tras recibir golpes de unos y otros en el desconcierto que imperaba en el barco.

"Tengo que ir a por ellas..." —pensé respirando hondo y, haciendo acopio de valor, ese que por norma general nunca ha estado presente en mi vida, pero sí en la de mi padre, me lancé a la carrera para ayudarlas a levantarse y seguir huyendo junto con los demás. Solo teníamos una única oportunidad para escapar y debíamos aprovecharla.

Justo al salir de la especie de celda donde nos tenía retenidos me paré un segundo, tratando de intuir (porque deducir era imposible) cual era la mejor ruta de escape...

Pero no se veía un pijo... así que tan buena o mala opción era salir hacia la izquierda, como hacia la derecha, arriba o abajo... 

¿Qué hacer? Lo que haría cualquiera, seguir al que pareciera que sabía a donde se dirigía... el profesor Armitage.

Me pegué a él como una lapa, corriendo en pos suya... lo que vimos al salir a cubierta fue... fue... asombroso...

¡¡Uau!! ¡¡Mirad cuantos pájaros de esos!!

Era un caos... una amalgama de piratas y criaturas que, sumado al mecer del barco, hacían casi imposible una huida segura por el atestado tablado del navío.

En ese momento lo recordé... ¡¡¡si, claro, ¿cómo no caí antes? - pensé. Y saqué de un pequeño bolsito que llevaba colgado bajo la camisa un dron con ciertos retoques de cosecha propia... lástima no tener operativo el móvil... pero con el burdo mando que traía podría controlar las funciones básicas...

Me paré en mitad de la cubierta... obviando todo y a todos... y eso fue un error, pues no había echado a volar el cacharrito cuando noté un fuerte golpe en el omoplato derecho... cayendo yo, el dron, el mando, los alicates, un trozo de cuerda, un alfanje pequeño que encontré en nuestra alocada carrera hacia la superficie y otros cacharros diversos...

Y es que, por todos los dioses, no entendía por qué las cosas más extrañas se me pegaban a los dedos y de estos a los bolsillos...

Rebecca tropezó y se deslizó por la cubierta junto a su hermana como si estuviese patinando en una pista de hielo... pero sin patines, claro. Las aves no hacían más que sobrevolar por encima de vuestras cabezas, hacer vuelos rasantes llevándose a algún pirata y volver a subir... para de nuevo atacar.

Willy cargó sus pistolas y disparó contra las criaturas sin demasiado éxito.

Por su parte, Billy vio a las dos hermanas, así que fue corriendo hacia ellas, las ayudó a levantarse y las empujó, siguiendo la estela del profesor. Mientras tanto, Alex evitó los ataques a duras penas, saltó por encima de un par de sucios piratas que habían caído y siguió a los demás.

Pero Paul y Gordi no tuvieron la misma suerte. Habían tropezado con unos barriles que estaban rodando por la cubierta y se habían quedado cortados respecto al resto.

-¡POR AQUÍIII, SEGUIDME! -gritó el profesor, señalando hacia la tabla que unía el barco a tierra firme. Era el único camino que os quedaba para salir de allí.

El profesor no estaba tampoco para muchos trotes y tuvo que agacharse para evitar no recibir una caricia por parte de los bichos alados, por lo que a pesar de ver a Paul y Gordí, se dio cuenta de que no tenía ninguna oportunidad para rescatarlos.

Vaya tortazo que se dio, golpeándose contra las tablas de madera de cubierta. Le dolía la pierna y el brazo pero de lo primero que se preocupó fue del estado físico de su hermanita.

-¡¿Estás bien, enana?! ¡¿Estás bien?! -Preguntó, aterrada. Parecía estarlo, la apretó contra sí con fuerza en un abrazo de oso.-¡Corre. levanta! -gritó mientras tendía la mano hacia el bueno de Billy y se apoyaba en él.

Corriendo, patinando, esquivando piratas, buitres feos, mástiles y toneles, no supo cómo en una carrera loca, alcanzaron la pasarela hacia tierra firme. -Uaaalaaaa-, se frenó contra la barandilla y se giró un segundo para observarla situación.

-¡Joder, qué desastre! -atónita, no podía creer lo que veían sus ojos, y en un acto de puro instinto, sacó el móvil y realizó un par de fotos. Y así vio que Gordi y Paul andaban anclados, nunca mejor dicho, entre aquella maraña de ataques, piratas vociferantes y monstruos alados.

-¡Paul y Bernie siguen ahí! ¡No podemos dejarlos atrás! -chilló, casi histérica. 

Y despeinada. 

La situación en cubierta era caótica. Las bestias aladas caían en picado sobre nosotros, arañando y agarrando a los pobres que después caían desde gran altura. Sumado a eso, un batallón de piratas corriendo hacia todos lados. Debido a todo ello, me vi como si fuera un bolo, golpeado por todos lados. Caí al suelo, con Paul al lado, y fuimos casi pisoteados. Empecé a gatear, pero tenía que pararme para no ser pisoteado. Había que volver a ponerse en pie y correr. Con gran esfuerzo lo hice, agarré del brazo a Paul y tiré de él con fuerza. Poco a poco fuimos avanzando hasta llegar a la tabla que unía la cubierta con el muelle.

Caí al suelo... no sabía si estaba arriba o abajo, a la izquierda o a la derecha, dentro o fuera... no sabía nada de nada... solo oía chillidos de esas criaturas aladas y palabras y expresiones de los piratas que ni quiero ni puedo reproducir.

El tema es... el tema es que estaba ahí tirado en cubierta, tratando de recomponerme, con la mitad de mi “arsenal” esturreado, sin móvil ni dron (creo que se fue volando) e incapaz de hacer nada que no fuera taparme la cabeza para evitar los picotazos.

Noté un tirón... alcé un poco la vista y era Gordi... bendito sea... me agarré a él como haría con la nueva expansión de World of Warcraft que me diera acceso unos días antes que al resto de la comunidad y salté...

Ambos echamos a correr hacia la pasarela y luego sobre ella... en breve habríamos cruzado...

¡¡¡UauuuU!!! Que diveltido... 

Corría frenético detrás de mi amigo... casi al final de la pasarela se me ocurrió algo y, puesto que yo era el último, lo llevé a cabo...

Saqué de uno de mis bolsillos de material para emergencias una latita de pasta de aceite y usando como paleta lo poco que quedaba ya de mi añorado iphone expandí la grasienta y resbaladiza pasta sobre el último medio metro de la pasarela...

Cogued chicos... no os paleis...

De alguna manera (con mucha suerte) conseguisteis todos seguir al profesor y salir del barco a través de la tabla, a tierra, pero una vez lo hubisteis hecho, visteis que no había muchos sitios a donde ir.

Por un lado, a lo lejos, podía verse el faro, pero una buena cantidad de piratas parecían venir desde allí corriendo, quizás a ayudar a sus compañeros, aunque no tardaron en veros y eso sí que era un problema.

Por otro lado, no muy lejos, había como una colina y podía verse la entrada a una cueva. Esa debía ser la cueva de la cual hablaba el profesor. Este se detuvo un momento y al ver a los piratas venir a toda velocidad, se volvió hacia vosotros.

-Vaya, creo que nos han visto -dijo el profesor, mirando en todas direcciones -. No quería llevaros por allí, pero nuestra única posibilidad son las cuevas, el mismo lugar en el que estoy seguro que Willy esconde su tesoro, como ya os dije, así que no nos queda otra. Solo en las cuevas podremos hallar nuestra salvación. Si encontramos el tesoro, tendremos algo con lo que negociar. ¡VAMOS!

El profesor echó a correr y visteis que tanto los piratas que venían del faro como algunos del barco, se dirigían hacia vosotros gritando y agitando sus sables.

Siguiendo al profesor Armitage a la carrera y mirando de cuando en cuando hacia atrás para asegurarme de que estábamos el grupo al completo y de que ninguno era atrapado por los piratas o por las criaturas aladas, escuché con cierta reticencia el plan del veterano profesor.

—¿Vamos a negociar con los piratas? —aquello me parecía una locura, pero bien era cierto que tampoco barajábamos muchas opciones, porque un milagro a estas alturas parecía una quimera. Además, si tenía la posibilidad de ver un tesoro tan cuantioso de cerca podría contárselo a papá con todo lujo de detalles. Si escapábamos con vida de aquí, claro. Porque para eso antes teníamos que averiguar el modo de cruzar el faro. Y eso contando con que funcionara. En fin, que agorero y pesimista sería quedarme corto para describirme en estos instantes.

Sin embargo, dejé aparcadas para después mis dudas e incertidumbres en cuanto divisé tal cantidad de piratas que bramaban contra nosotros desde varias direcciones. Si al final íbamos a ser famosos y todo... Vi que Paul se trastabilló en mitad de la huida estampándose contra el suelo y traté de ayudarle a incorporarse como buenamente pudiera aunque eso provocara que nos pudiésemos quedar algo rezagados respecto a los demás.

—¡Ay madre, corre! ¡Estos no se cansan! —grité, cada vez más nervioso.

No tenía ni idea de que me pasaba. Normalmente no era patoso, al contrario, casi se me podía considerar un joven bastante diestro en el uso del cuerpo, pero por alguna extraña razón no conseguía que mis extremidades me respondieran.

Gordi me ayudó... me levanté y eché a correr... me volví a caer cuando trataba de embadurna con grasa la pasarela (diablos, mira que resbalarme con mi propia trampa)... y esta vez fue Billy quien me ayudó.

A este ritmo le voy a deber la vida a medio Goon.

Gracias tío - dije a Billy mientras me sacudía la ropa, gesto que provocó que varios clavos y un muelle cayesen al suelo con un tintineo.

Observé la pasarela y bueno, pude poner poca grasa antes de que se cayera el bote, pero quizás sirviera para algo.

Y me lancé a la carrera pasando junto al profesor Armitage.

Y venga correr detrás del profe. ¡Que menuda forma física se gasta! Debe ser que dedicarse a buscar tesoros te mantiene joven. Becca también quería dedicarse a eso, a cazar tesoros como los de la tele . Arrancó, o mejor dicho, siguió volando con sus patines y tirando de su hermana sin preocuparse de más al ver que los rezagados se recuperaban y que Billy también les echaba una mano. Que ya podía preocuparse más el profe de nosotros, que para eso es el adulto. Pero nada, el buen señor solo corría, pensaba en tesoros y negocios.

Rebecca no se detuvo en su sprint. Torció, siguiendo al number one, dejando a un lado el faro, y enfiló las cuevas. De pronto fue frenando graciosamente en un derrape que casi lanza a su hermana por los aires. Tomó unas fotos de los piratas que venían tras ellos desde el barco, a los otros bestias desde el faro, e incluso se hizo un selfie, sonriendo, sudorosa con los pelos pegados en la cara. 

Y siguió tirando para arriba en dirección a las cuevas- ¡Espere, profesor, espere! Que mis amigos están en peligro.-Se giró una vez más y lanzó algunas piedras contra los de los sabes y las espadas- Venga, Hailee, tira tú también, ¡haz algo! A ver si descalabramos a alguno, jajaja.