Partida Rol por web

Me guiaron por el barco, junto a mis amigos hasta ese mugrienta cárcel.

Malditos y sucios piratas! Por lo menos, de momento, no nos habían matado. Aunque eso podría cambiar, a juzgar como nos miraban varios de ellos. De todas formas era de poco inteligentes suponer que unos críos habían acabado con un pirata, un hombre hecho y derecho que mataba solo por un par de piezas de oro.

Mientras los demás hablaban de escapar yo me acerqué al esqueleto y lo miré de cerca. Era real!

- El profesor. - Dije son añadir mucho mas al principio. -¿Creéis que ha acabado aquí también?- Me giré al resto señalando al esqueleto prisionero. - no creo que sea él, pero... me huele que el profesor, si ha desaparecido, debe de andar por aquí.

No me sonaba a locura.

Mas locura era lo que decían algunos. -¿Escapar? Si claro... ¿y donde vamos a ir? Estamos en un barco pirata. ¿Hola? Agua, mar... ¿alguien sabe llevar un barco o en que dirección ir?- De momento estábamos mejor allí dentro.

De momento.

- Cuando llegue el capitán... si este es el Barco de Willy el tuerto, sabéis como acabará. Nuestros padres lo ha contado mil veces! Dentro de una gruta oscura!

Cita:

-Tranquila Lex, no te preocupes-le dije con la voz lo más calmada posible apoyando mi mano es su hombro y rodeándola con el brazo en signo de protección. Al menos de momento decidieron no liquidarnos y nos llevaron a todos a una celda llena de guarrería- Ughh ¡Que peste!-dije arrugando la nariz mientras sujetaba la mano de Lex intentando infundirla algo de valor.

Escuchaba a mis compañeros hablar de intentar escapar ¿escapar a dónde? era inútil, estábamamos en mitad del océano rodeados por piratas sanguinarios y no iba a venir ningún Jack Sparrow a salvarnos el pellejo-utilizar las cadenas sería inútil, ayudaría más una palanca y de todas formas se montaría un escándalo enorme, se darían cuenta enseguida-dije mirando a Sarah apesumbrado mientras recorría la celda acercándome al esqueleto.

Cita:

-En eso tienes razón Anne, aunque tampoco sabemos a qué distancia podemos estar de la gruta, el espacio en éste buque es muy limitado, será dificil esconderse si es que logramos escapar-miré con más atención aquel cuerpo degradado hasta ser un sencillo y podrido esqueleto-Voy a registrar los trapos que tiene por ropa, igual encuentre algo de utilidad-dije deslizando los dedos de mi mano libre por entre el tejido desilachado.

No tenían una palanca, pero si podían liberar las cadenas... Scott buscó algo con lo que golpear los grilletes que encerraban aquel esqueleto. Posiblemente, si aquel hombre se había podrido en aquella celda hasta quedar en los huesos, las cerraduras estuvieran algo oxidadas. Si las hacía saltar y conseguía las cadenas, podía pasarlas alrededor de los barrotes de la puerta y con uno algunos de los huesos de aquel hombre, hacer rotar las cadenas apretándolas contra los barrotes. De esa forma con un poco de suerte podría hacer palanca o incluso doblar los barrotes. 

Pero antes tenía que encontrar una buena piedra con la que liberar las cadenas y rezar para que aquel plan absurdo funcionara. Aunque ahora que lo pensaba, había otra opción... Había escuchado en un programa de televisión que alguien escapó de una celda utilizando aquel método que se había planteado en su cabeza, pero no con cadenas sino con ropa mojada. La tela, al estar mojada era más complicado que se rompiera. ¡Sí, esa era la clave!

Scott se apresuró entones a desencajar una de las tibias de aquel hombre. Era el hueso más largo y resistente del cuerpo a su parecer, pues acababa de pensar en ello por primera vez. Una vez lo tuvo entre sus manos, se quitó toda la ropa de la parte de arriba y escogió la camiseta de manga larga interior que portaba. Acto seguido volvió a vestirse con el resto de su ropa. Entonces se acercó a los barrotes y entonces...

- ¡Mierda! - Se dijo a sí mismo. Su plan acababa de hacer aguas. - No es una puerta de barrotes... - Gruñó enfadado. - ¡Seré capullo! ¿Cómo no...? - Detuvo la frase a medias y se acercó a las bisagras de la puerta. Si no estaban demasiado lejos unas de las otras y podía pasar su camiseta entre ellas abrazándolas, quizás su plan no estaba perdido del todo. Fue a comprobar aquello.

Scott dejó en la esquina de la celda su camiseta y entonces se desabrochó la bragueta, asegurándose de que nadie le miraba, sobre todo las chicas. Entonces empezó a mear sobre su camiseta por tal de humedecerla. Era una guarrada sí, pero lo había visto en la tele y allí había funcionado. Cuando estuvo lo suficientemente húmeda la pasó entre las bisagras, le hizo un nudo y con la tibia de aquel buen hombre, trató de forzar los anclajes de la puerta.

-Dudo mucho que eso vaya a servirte de algo, jovencito -dijo una voz que salió de las penumbras. La celda era bastante más grande de lo que parecía y había una parte de ella que estaba en las sombras. Cuando por fin le visteis la cara, todos ahogasteis un grito.

Era el profesor Armitage.

-Yo llevo aquí más tiempo que vosotros y puedo aseguraros que no hay forma de romper esa puerta... o de salir de aquí, si no es a través de ella.

-¡Oztiá! ¡Mirad, chicoz! ¡Ez el profezó! -exclamé, sorprendido señalando a la celda donde se encontraba Armitage.

Por una parte, era agradable ver una cara conocida, aunque tan sólo lo hubiéramos visto en los carteles de la exposición del museo. Pero por otra, el hecho de que el profesor Armitage se hallase atrapado en aquel barco pirata y no hubiera podido obtener la forma de volver a Astoria, implicaba que probablemente fuese igual de complicado para nosotros que regresáramos a casa.

-¡Profezó Armitage! ¡Nozotroz le conocemoz! ¡Hemoz ido hoy a ver la expozición dedicada a Willy el Tuerto en el muzeo de Aztoria! -le dije, emocionado de que alguien le hubiera encontrado-. ¡Lleva uzté dezaparecido ya un tiempo! ¡El zeñó Kingzton eztá preocupado de que le pueda haber pazado algo! ¿Qué le zucedió? ¿Entró a travéz del cuadro? ¿También ze encontró al bicho eze con alaz?

Lex se mantuvo callada todo el camino hasta la celda, abatida y taciturna, sintiéndose protegida bajo el ala protector de Patrick. Sin soltar su mano en ningún, hasta que él la soltó para examinar el esqueleto, al que ella no presto atención ni aun cuando Scott le arranco la tibia de la pierna. Pues en el momento que su primo la dejo sola, se hizo un ovillo abrazándose a sus piernas. No llego a sentarse en el suelo, su flexibilidad era suficiente para permanecer en una posición parecida a una sentadilla.

Se sentía avergonzada, desde que había comenzado esa aventura había estado reaccionando como una niña asustadiza. Cayéndose o paralizandose ante lo que sucedía. Esa no era ella ¿o si? Que vergüenza después de haber soñado tanto tiempo con algo así.

Todos a su alrededor compartían ideas, planes o su pesimismo, hasta que una voz conocida llamo su atención levantándose como un resorte.

-¡Profesor Armitage!- exclamo Lex ante la aparición del hombre, saliendo de su estado de autocompadecencía – ¿cuanto tiempo lleva aquí? ¿se encuentra bien?...¿como hemos terminado aquí? ¿sabe algo de los piratas? ¿ha hablado con el capitán? - como Caleb no se pudo contener y lo acribillo a preguntas sin poder controlarse, en una mezcla de emociones que no podía a penas contener

Cuando escuché esa voz profunda me quedé helado ¿cómo podía ser que hasta ahora no nos habíamos percatado de su presencia? Desde luego estar en la penumbra había ayudado aunque tampoco es que estuviéramos precisamente tranquilos para fijarnos.

-¡Profesor! Pero...¿Que hace aquí? ¿Ha llegado como nosotros hasta aquí? ¡Hemos tocado el cuadro y de repente hemos caído aquí!- había perdido la cuenta de cuántos "aquí" había dicho y estaba pisando a Lex con las preguntas, nos estábamos superponiendo y abrumando al profesor pero miré a Lex, tan loca como yo preguntándole y no pude parar, ese hombre podía ser nuestra única salvación.

Esperaba que no se muriese del agobio, era el único que podía ofrecernos algo de luz de lo que estaba ocurriendo y si no salíamos de allí rápidamente, me daba que no íbamos a salir nunca..

Agobiado por tanta pregunta, el profesor sonrió y se sentó en el suelo, al lado del esqueleto. Lo miró y le dio unos golpecitos "cariñosos" en la tibia. 

Llevo aquí una semana, creo, y este ha sido mi único amigo. No sé de qué bicho con alas habláis; yo estaba examinando el cuadro del "Inferno" cuando de repente sentí como alguien me empujaba... y después de un fantástico viaje, me encontré tumbado en la cubierta del barco. Oh, tuve suerte de que no me mataran y únicamente me encerrasen, aunque creo que he logrado convencer al capitán de que soy un hombre de fiar. Pero vosotros... no deberíais haber descubierto el cuadro. Estaba en el sótano. ¿Qué hacíais allí?

¿Por qué diablos no lo habían visto hasta ahora? ¿Era el profesor Gandalf un camaleón o algo por el estilo? Silo hubiera sabido antes, no hubiera hecho el numerito de la camiseta, el meado y la tibia. Hubiera sido mucho más lógico preguntar algo antes al profesor. Por lo que tenía entendido era alguna clase de aventurero o explorador, aunque por la edad y la pinta que tenía, sin duda había tenido mejores épocas.

- Lo cierto es que nos pasamos de listos, señor... - Dijo Scott acercándose al profesor. - El museo estaba abierto. ¡Las puertas habían reventado desde dentro! Al menos esa impresión me dio a mi... - Alzó las cejas. - Y bueno... entramos a investigar ya ver que había. Pero acabamos aquí...

Entiendo -dijo el profesor comprensivamente -. No fue muy buena ida, ¿verdad?

El profesor parecía encontrarse en buen estado, aunque hablaba más para él mismo que para vosotros.

Aunque claro, no supondríais que algo como esto podría pasar, ni yo tampoco. ¿Sabéis lo más divertido de todo? Que si me hubieran dicho que algo así podía suceder, lo habría dado todo por estar aquí. Claro que... no precisamente en esta celda, sino allí fuera, con los piratas. Pero no son demasiado simpáticos, ¿no os parece? Claro que el capitán... he hablado con él, sí, pero no es un hombre demasiado razonable, creo que yo. No, no.

-Zí, la verdad ez que cualquiera de nozotroz habría dezeado poder eztar en un barco pirata y zurcar loz ziete marez en buzca de aventuraz -comenté, entendiendo bien el deseo del anciano profesor de haber podido vivir una aventura pirata-. Zolo que parece que laz aventuraz no zon tan divertidaz cuando laz vivimoz en primera perzona.

Me llevé una mano al bolsillo. Los barquillos de chocolate ya se me habían terminado, pero afortunadamente tenía algo igual de apetitoso: regaliz.

-Chicoz, ¿queréiz? -pregunté a mis compañeros, mientras me llevaba a la boca el primer regaliz-. Profezó, ¿uzté quiere que le paze uno? Lo eztaba recervando para una ocasión especial. Puede que mientraz comamoz ze noz ocurra una forma de ezcapar de aquí.