Partida Rol por web

Mientras intentáis empujar la puerta, Caleb pisa, sin querer, una baldosa en uno de los laterales. Ésta se hunde e inesperadamente, la puerta por donde habíais entrado, se abre.

Aunque el techo sigue bajando.

De repente, la puerta se abre, y Scott y Caleb aparecen en el interior de la sala, en la que aún desciende el techo y la otra puerta, permanece cerrada.

- Tiene que haber alguna baldosa suelta del otro lado... - Se dijo a si mismo Scott. - Si no logramos abrir los dos lados nos quedaremos atrapados entre el acantilado y le trampa.

Dicho aquello se puso un inmediatamente a palpar el suelo en busca del mecanismo que abriera la puerta para poder seguir avanzando. Puso toda su atención, si no lo lograba, saldría de aquella trampa mortal y se reuniría con el resto.

Habíamos logrado que se abriera la roca que actuaba como puerta trasera y que nos separaba de nuestros compañeros, pero la roca de la zona delantera continuaba cerrada.

Suponiendo que podía encontrar un mecanismo similar en el otro extremo, decido aproximarme para tratar de hallar el mecanismo que me sirviera para lograr apartar la roca que ahora nos cortaba el paso.

Finalmente, lograsteis arrastraros por el borde de la roca, apretandoos contra la pared y mirando en todo momento en donde poníais los pies. Con lo que no contabais era con la llegada al nido de uno de esos bichos gigantescos, que con un graznido mostró que sabía que algo no iba bien.

Miró a su alrededor y tras unos segundos, os localizó... y abrió el pico de una manera... poco amistosa.

Estabais a unos metros del nido, pero también bastante cerca de un agujero que había en la pared de roca y al que sin duda debíais llegar, pero ahora, no disponíais de tiempo para entreteneros, porque la criatura agitó las alas y se abalanzó sobre vosotros, así que solo había una posibilidad...

El profesor contempló con horror como llegaba la criatura y también como se lanzaba contra ellos. Por el otro lado, estaba el agujero, y no demasiado lejos, así que si conseguían dar un buen salto, podían entrar en la pequeña abertura y estar a salvo.

-¡Rápido, tenemos que saltar!

Como allí no había sitio para dos personas, muy a su pesar, el profesor tuvo que dejar a Anne sola. Se enderezó en la pequeña cornisa y saltó.

La verdad es que no era muy difícil, y llegó con facilidad al hueco. Entonces se dio la vuelta y miró a Anne.

-Venga, yo te recojo -le dijo, para infundirle confianza.

Finalmente, Scott dio con la baldosa adecuada y la puerta del fondo se abrió con rapidez... aunque el techo continuaba su descenso incansable. Era como si una vez se hubiese activado, no existiese forma alguna de detenerlo, así que debían pasar todos deprisa, sin perder tiempo, si no querían quedarse aislados.

-¡Vamoz, chicoz! ¡Corred, corred! -le indiqué a mis compañeros, cuando vi que la puerta de piedra terminaba abriéndose.

Tomando la delantera, decidí correr a toda prisa hacia delante, queriendo dejar atrás cuanto antes aquella estancia infernal en la que pronto acabaríamos aplastados. Mientras corría para alejarme todo lo posible de esa trampa mortal, me pregunté qué otros peligros nos estarían aguardando en la peligrosa cueva.

Scott y Caleb habían conseguido pasar y estaban intentando descifrar aquel nuevo enigma que nos transmitió a base de gritos. El tiempo se terminaba y aquel techo de piedra descendía inexorable miré a Lex primero apretando su mano y a continuación a Emiko que me miraba también y a Sarah que me había salvado de morir devorado.

-¡Venga chicos que se nos acaba el tiempo!- grité con nervios crecientes y como si de un hechizo se tratase aquella puerta de piedra se abrió-¡Vamos corred!-dije en alto y con urgencia mirando a las chicas para que pasaran antes que yo, cerrando el paso pero entonces algo terrible ocurrió. No sabía si fue por los nervios o por simple estupidez pero volví a tropezar cayendo al suelo-¡Jodeeer!- estallé furioso ¿Por qué estaba tan torpe? Aquella pared seguía bajando y si no salía de aquella habitación en los próximos segundos me quedaría tan delgado como una hoja de papel...

Caleb salió corriendo a toda prisa para terminar de cruzar, pero no debió atarse bien los cordones porque tropezó y cayó al suelo... justo encima de Patrick, que en ese momento venía cruzando también a toda velocidad.

Aquello era un desastre... que todavía podía ir a peor, con ellos dos en el suelo como si fuesen patos al revés.

Aquello era un puñetero caos, antes Lex las desgracias se sucedían. ¡Por dios! ¿¡sus padres habían tenido toda la suerte de su parte o qué!? Viendo como Patrick caía y luego Caleb, la rabia le pudo agarrando a los dos chicos por las solapas del cuello de sus chaquetas.

-¡Moved el culo de una vez! - no miro atrás, simplemente tiro y tiro hasta llegar al otro lado, le daba igual que fueran tropezando como cangrejos caminando hacía atrás o medio de rodilla, solo quería sacarlos de ahí

No sabía cómo, pero había tropezado en el suelo, cayendo encima de Patrick. Por suerte, el cuerpo del muchacho había aplacado el golpe, por lo que me incorporé, intacto. Patrick seguía debajo de mí y, a juzgar por la poca fuerza que había demostrado antes al correr, probablemente no lo lograse solo.

Había que ayudarlo.

-¡Levanta, zoldado! -indiqué, imitando la voz del típico sargento de las películas bélicas-. ¡Ningún hombre ze queda atráz!

Haciendo acopio de todas mis fuerzas, me cargué el brazo de Patrick sobre el hombro y decidí echar a correr, llevándomelo hasta la salida para apartarlo cuanto antes de esa trampa que lo terminaría convirtiendo en carne de hamburguesa.