Partida Rol por web

- Señor Baterman, creo que será mejor reunirnos en el campamento base en un par de horas, como sugiere la doctora. Es inútil que vayamos, pues entre la ida y la vuelta pronto anochecerá y no nos dará tiempo a hacer mucho allí.

Albert hablaba desviando continuamente la mirada a su alrededor. Estaba fascinado con el edificio y no ocultaba sus deseos de recorrerlo durante esas dos horas que él aceptaba de margen.

Albert deseaba comprender todo aquello que le rodeaba, y con paso decidido, camina en dirección de la piedra en la pared, hacia la derecha. Quiere echarle una ojeada. Al llegar, se planta a escasos dos metros y la observa en silencio.

Batsy se había quedado callado en cuanto entraron en el edificio, congelado, como si la fascinación por esa mezcla de arquitectura y naturaleza fuese a romperse si se movía. Una parte de él quería sacar fotos y reportarlo todo, pero había algo de sacrílego en el hecho de hacerlo, a pesar de tratarse, a todas luces, de un edificio profano. Así pues se colgó la cámara, con buen cuidado de dejar la lente tapada y protegida de cualquier posible golpe y comenzó a trazar un plano de la base del edificio en su escalera, así como un par de esbozos de la conjunción de raíces y peldaños. 

Cuando estuvo contento con el boceto, comenzó a tomar unas cuantas notas junto a ellos, haciendo un ejercicio mental de recorrer la inmensa biblioteca de libros, legajos, artículos y "papers" que tenía almacenada en su cerebro, si no de manera completa, al menos como punto de partida para investigar con más detenimiento más adelante.

- ¿Sabe? esto me recuerda po-po-poderosamente a Jembatan Akar, el puente de las raíces....un maestro construyó un puente con raíces de árboles vivos, guiándolos poco a poco a lo largo de de-de-de-décadas hasta que unieron las orillas del río. Así los alumnos podían llegar a la es-es-es-escuela.- empezó a divagar, como era su costumbre.

- De hecho, si mal no recuerdo, hay otro lugar similar aquí, en la india...- comenzó a golpearse los dientes superiores con el lápiz, dando lugar a un sonido hueco que modulaba entreabriendo y entrecerrando los labios, sonando a medio camino entre un sapo inmenso y una cueva.-.. .. .. Cherra, charre... Txerrapun....Cherrapunji, eso es, Cherrapunji, es uno de los lugares más húmedos del planeta, y la gente empezó a guiar los árboles para hacer puentes vivos y poder permanecer por encima de las aguas del monzón ¿Quizá sean parientes o descendientes de los habitantes de este lugar? Debería consultarlo con la doctora.- siguió pensando en voz alta, sin caer en ese momento en que tenía el walkie talkie encima y podía contactar con la doctora en cualquier momento.

- Sea como sea el caso, esta gente, por religión o por ciencia... o quizá por ambas, tenían una poderosa relación con las plantas, y un conocimiento profundo de su manipulación. Es una relación casi simbiótica, muy superior a lo esperable en una cultura antigua. Pero está a un nivel aprehensible, como las matemáticas en Grecia o la astrología en los pueblos ameríndios, no es descabellado que centrasen generaciones de investigación y misticismo alrededor del crecimiento vegetal, e invirtiesen esos conocimientos en su vida diaria, hasta conseguir estar integrados en el mundo vegetal.- siguió elucubrando, una vez más, con una voz más firme de lo que le era habitual, ahora que estaba perdido en sus pensamientos. Calló después un momento, mientras volvía a tomar notas en su cuaderno. Fue entonces cuando se percató de que había estado pulsando el botón de comunicación del walkie en todo momento, y la línea abierta había permitido a la doctora que escuchase sus conjeturas.

- ¿Me-me-me-me ha oído doctora? estamos en un edifico, con un trazado poligonal y bastante matemático, parece seglar. Hay una suerte de recibidor o puesto de guardia cerca de la entrada, y unas escaleras que descienden, con un pasamanos y arcos hechos a partir de raíz de árbol vivo ¿Sabe si esta gente puede estar relacionada con los habitantes de Cherrapunji? Sé que ellos tienen construcciones similares a las que veo.... ummm... le mostraré fotos del pasamanos cuando lleguemos al campamento base. Y...ah... sí, en dos horas estaremos allá.- confirmó finalmente, recordando vagamente que tanto la doctora y como el matemático le habían hecho notar que sería el tiempo adecuado para volver al campamento base.

Soltó de una vez el botón del walkie y se lo colgó de la cintura, dejando las dos manos libres para empezar a hacer fotos del lugar. Se preocupó de hacerlo tanto con flash como sin flash, para poder tener referencia tanto de la arquitectura como de las raíces y los patrones de luz. Estos le llaman poderosamente la atención, así que, una vez contento con la cantidad de fotografías, vuelve a sacar el cuaderno para copiar los patrones de luz, e intentar sacarle un sentido a su caprichoso diseño. ¿Las formas eran dadas por los propios ventanucos o era algo que se interponía entre ellos y la luz? ¿Cambiaría a lo largo del día o era, de alguna manera, siempre igual?

- ¿En serio? - Dice el matemático ante los datos que ofrece su compañero de aventuras, el Sr. Baterman. - Es increíble cómo la paciencia es clave en algunas sociedades. El tiempo y su lento transitar se convierte en una herramienta que saben utilizar en su propio beneficio. Una herramienta que sería impensable en una sociedad como la occidental. Mientras nosotros inventábamos relojes precisos para controlar el paso del tiempo y quedar, de manera exacta, con un camarada para tomar té, esos lugares que usted menciona lo usaban para tender puentes de un lado a otro.

El Sr. Kengsinton repasó detenidamente la forma de la piedra. Era una piedra cuadrada, de aproximadamente dos metros por dos metros. Su composición era diferente a la de la estructura del edificio, pues tenía un tono más rojizo. Su superficie había sido pulida a la perfección, y denotaba el uso de herramientas más precisas de lo que se esperaba al ver el uso de simple piedra en las construcciones.

- Increíble - afirmó el Sr. Kengsinton -. Son capaces de pulir una superficie a un nivel extraordinario. Juraría que la apariencia que dan de civilización primitiva con todas esas edificaciones de piedra es errónea, y no se trata más que su preferencia personal de estilo de vida. - Termina diciendo mientras acaricia dicha superficie.

En la piedra hay un bajorrelieve que a primera vista son figuras geométricas hexagonales. Forman una especie de malla compleja que el matemático comienda a copiar en su cuaderno con mucho tiento para no equivocarse.

Mientras, por los ventanucos, entran los rayos de luz que al impactar sobre unas piedras ornamentales sitas en los ventanucos, forman unos dibujos similares a los que el Dr. Kensinton dibuja, pero de menor tamaño. Algunos están formados por un hexágono, otros por dos. Además, existen diferencias más sutiles entre ellos, como lados del hexágono más gruesos* o lados con pequeñas líneas atravesándolos ortogonalmente**. Logras identificar cuatro tipos de formas hexagonales diferentes (como he mencionado antes, hay dos tipos formados por dos hexágonos (tipo 1 y tipo 2), y otros dos tipos formados por un solo hexágono (tipo 3 y tipo 4)).

El tiempo que transcurre durante el detenido examen del bibliófilo hace que se de cuenta de una cosa más: con el pasar de los minutos y el movimiento del sol, hace que las formas de tipo 1 y tipo 4 acaben acercándose, mientras que las de tipo 2 y tipo 3 hacen lo propio.

A la doctora Srinivasan le había encantado la disquisición de Batsi.  ¡Y adoraba los puentes esos!  Simplemente le parecían geniales.  Trató de recordar lo que sabía de esas culturas que le citaba. 

¡Claro, hace todo el sentido Sr. Baterman!   Y un poco coincide con lo que encontramos Threkor y yo acá. 

Resulta que las plantas carnívoras que encontramos son de hecho el primer caso conocido de "entierro vegetal"!   Así como en muchas culturas hay el entierro "en tierra", valga la redundancia cultural de la lengua inglesa,  para los gusanos y otros descompositores, o en otras culturas la cremación por fuego (ahí no se donde va la crema, pero bueno), o por río y fuego como en la mía, en esta civilización los entierros eran/son "en planta", es decir, se le deja a la planta hacer la descomposición del cuerpo. 

Este edificio Delta está lleno de vestigios y ofrendas mortuarias, y, a juzgar por lo que vemos y olemos, se sigue usando todavía de esa manera por los remanentes/supervivientes/herederos de esta civilización. 

Lo que usted averiguó sobre los carnívoros vs herbívoros, y el defensor del cementerio que nos encontramos en el pasaje de piedras, pues hace sentido al verlo en conjunto.  Creo yo que los que visitan el sitio son los descendientes de los herbívoros los que todavía cuentan con este lugar y lo mantienen como sagrado. 

Tratemos estas ruinas realmente como lo que son: un lugar ritual y sagrado vivo.  

Y así como entraríamos con respeto a la mezquita  Badshahi en Pakistán o al templo de Ganesha en Maharashtra, o a la catedral principal del Vaticano, con respeto y no con todo el aparatejismo de ciencia irreverente, pues hagámoslo así aquí también.   Sólo hace falta tener contacto con nuestro amigo defensor y así. 

¿Que edificio nos falta por revisar, Threkor? 

¿Para que es una civilización?  ¿Para darle sentido a la vida y la muerte a su gente?¿  Para transmitir ese sentido a lo largo de generaciones, aunque mismo haya caído el imperio que lo resaltó?  Queda la gente, y el sentido que les da.  Y el sentido de vida es quizá lo más importante que tenemos, todos.  

De repente, unas figura se recorta en una de las cuatro salidas que rodean el edificio. Es imposible distinguir cualquier detalle pues al estar a contraluz, parece una simple silueta de color negro. Sí advertís un objeto alargado en uno de sus brazos, que mueve por encima de su cabeza y lanza con destreza contra vosotros.

Fichas para la Dra. Sharada Srinivasan: 1

Fichas para el Sr. Trekhor Ohrin: 1
 

La doctora instintivamente se puso atrás de la pared de piedra buscando cobertura.  Ni se acordó del pobre Threkor en esta reacción inmediata.  Cuando, con los ojos abiertos, vio quién la había lanzado, supo que hacer.    Salió de donde estaba escondida y se puso de rodillas, en actitud sumisa, estirando las manos, mirando al hombre que había tirado la lanza e instando a Threkor a hacer lo mismo.   En el piso, abrió las manos como en una de sus danzas hindús, haciendo una reverencia y actitud de respeto a una pequeña planta flor amarilla que salía del piso justo enfrente de ella.  Hizo el gesto dos o tres veces hacia el hombre que defendía el cementerio.  Era su forma de mostrar actitud de respetar lo sagrado del sitio. 

- ¡Vaya! es una so-so-so-sorpresa que sus ritos funerarios tengan que ver con la digestión vegetal.- Batsy respondió, ampliamente sorprendido, a través del walkie talkie. En persona, parpadeó repetidamente, con ese aire de búho deslumbrado que le caracterizaba.- Sabía de algunas culturas que espolvoreaban esporas sobre sus fallecidos para una de-de-de-descomposición fúngica, pero desconocía totalmente el uso del genus Dionaea para fines fúnebres.- Se hizo un silencio al otro lado de la línea, mientras el bibliotecario reflexionaba y fruncía levemente el ceño.- De hecho, desconocía el hecho de que existiesen atrapamoscas lo suficientemente grandes como para albergar en sus trampas un humano... resulta levemente perturbador.- continuó con una risa nerviosa y algo fuera de lugar.- En todo caso, quizá lo más importante es el hecho de que sigan usando la necropolis: si siguen en uso, debemos ser exquisitos con el trato a nuestro entorno, ya que ya han demostrado que no somos excesivamente bienvenidos y que pueden responder violentamente a las intrusiones...no-no-no les demos motivos de más parar seguir en esa li-li-línea de acción.- estaba claro que el bibliotecario no se sentía demasiado a gusto perturbando a un pueblo "vivo" y con ganas de mantener sus dominios protegidos.

- Por mi parte, estoy investigando los ventanales del edificio donde nos encontramos: proyectan unas formas peculiares gracias a la luz, una suerte de hexágonos con varias configuraciones.- se quedó mirando un rato las formas, y caminó en torno a ellas, intentando aprehender su forma desde varios ángulos.- en parte me recuerdan a la representación de los compuestos fenólicos y otros compuestos orgánicos aromáticos.- quedó otro momento en silencio.- de hecho es curioso, porque, si mal no recuerdo, son metabolitos secundarios de las plantas, una suerte de "desechos" de su metabolismo celular...¿Tendrían... o TENDRÁ esta gente los conocimientos de química orgánica lo suficientemente desarrollados como para haber comprendido el ciclo metabólico vegetal a nivel celular? Desde luego serían una cultura realmente avanzada si fuese el caso.- Batsy empezó a garabatear esta suposición en su libreta, escribiendo un par de formulas básicas de estos compuestos,  y la forma básica, de un par de ellos que creía recordar, por si conseguía encajarlo en alguno de los patrones de las "vidrieras".

Durante unos minutos, a través de la conexión del walkie (que Baterman mantiene abierta a duras penas sujetando el aparato en la axila mientras escribe) solo se oye el garabateo del lápiz sobre el papel y el frufrú de la ropa.

- Quizá lo más curioso es que el pa-pa-patrón que entra a través de las ventanas encaja de alguna manera con los del suelo, supongo que las combinaciones dependerán del angulo de la luz y la hora en que ésta incida en edificio. Una suerte de mezcla entre reloj solar y recuerdo o generador de formulación química o síntesis metabólica. Sería realmente curioso que el mismo paso del tiempo desenrollase esa complejidad química ante los ojos del visitante. Le-le-lento, desde luego, pero ya han demostrado que su sentido del tiempo es plenamente distinto al occidental, como me ha apuntado el señor Kengsinton hace un momento.- agregó, haciendo referencia a una conversación que no se había transmitido a través del walkie por la distancia del matemático cuando había hablado.- Debería fotografiar los cambios en los patrones, para comprobar si mi teoría es co-co-co-correcta.- la voz de Batsy parecía, una vez más, perdida en sus elucubraciones, y sonaba apagada y distante.

Entre vosotros dos silba una lanza de madera que impacta sobre una pared. Ha estado cerca. Unos centímetros más hacia un lado u otro y el Sr. Ohrin o la Dra. Srinivasan hubiesen acabado perforados en aquel cementerio, en el que por otro lado, y con un poco de humor más tarde (no ahora), reconoceréis que no había mejor lugar en el que morir que un cementerio.

Tan pronto como la lanza choca y os sentís a salvo, levantáis la mirada y la silueta ya no está donde estaba. Ha salido corriendo de la puerta hacia la selva con una agilidad pasmosa.

- ¡Demonios, Baterman! ¡Es un jodido genio! - Exclama el Sr. Kengsinton, eufórico. Ha guardado su cuaderno y lapicero y se dirige hacia su compañero. - Creo que tiene razón. Ahora que lo dice... No es mi campo, pero me parece haber leído alguna vez de mano de un ligue que tuve hace años en la academia. Era bióloga, y creo que me comentó que el ADN vegetal posee un número elevado de asociaciones C-G, en detrimento de los A-T, y eso es una de las principales diferencias con el ADN animal. Quizá las asociaciones de los patrones de luz de las paredes indiquen eso. Hay cuatro formas luminosas diferentes, al parecer, y siempre se emparejan de la misma forma unas con otras, y de los dos tipos de parejas resultantes, un tipo es claramente mayoritario frente al otro.

Con dos zancadas, Albert Allister Kengsinton se planta en el inicio de la bajada escalonada y pone una mano sobre el pasamanos de raíz. Se toma unos segundos en silencio y exclama: - Sr. Baterman, ¿no cree que es hora de bajar?

Baterman parpadeó desconcertado durante unos minutos, sorprendido. 

- No soy un genio, soy blibliotecario.- dijo sorprendido, sin llegar a entender del todo de donde le venía ese nuevo adjetivo de "genio".- Además si su suposición es correcta, que creo que tiene tantas o más posibilidades que la mía, lo único que he acertado es la relación con la composición interna vegetal.- siguió mirando pasmado al Kengsinton, moviendo el peso alternativamente de un pié a otro, inseguro de si decir lo que le recorría su acelerado cerebro o no.- Casi lo, lo, lo que mas me sorprende es saber que los matemáticos tienen "ligues"... pensaba que vivían más encerrados en sus despachos que los de mi gremio.- tragó saliva ostensiblemente, de manera que su nuez se movió arriba y abajo en su enjuto cuello.- No sé si eso me da esperanza o me las quita del todo...- terminó diciendo con un punto de desaliento risible en la voz., los hombros hundidos y el aspecto general de un espantapájaros mojado.

La imagen no mejoró cuando se dio cuenta de que, para variar, tenía la línea del walkie talkie abierta, lo que probocó que enrojeciese hasta parecer morado y que comenzase una retahíla de disculpas entrecortadas y avergonzadas.

Cuando se quedó sin aliento, soltó el walkie, y se dedicó durante unos minutos a sacar un par de fotos más para dejar constancia del cambio de las formas luminosas, aprovechando para recuperar la compostura. Una vez que se sintió más o menos recuperado (o al menos cuando el bochorno cesó lo suficiente como para articular con coherencia) volvió a colgarse la cámara al cuello y se dirigió a su compañero sin llegar a mirarle a la cara 

- Si, creo que va siendo hora de que bajemos...- declaró en voz baja. Pulsó el botón de apertura de linea y añadió para el otro grupo.- Vamos a descender por la pasarela de raíces, supongo que no habrá problemas de conexión pero... por si acaso....

El descenso en espiral es cada vez más pronunciado, como si estuvieseis llegando a la parte estrecha de un embudo. La luz, que se va atenuando a medida que os alejáis de la superficie, es substituida por una suerte de musgo luminiscente que lo impregna todo con una suave penumbra que os permite identificar formas. Es un hecho increíble que hayan aprovechado el musgo como sistema de iluminación y que no esperáis ni un minuto en detallar en vuestros apuntes.

Continuando el descenso llega un momento que los escalones terminan y un pasillo recto sigue adelante. Al fondo, la luz tiene más intensidad, lo que os permite identificar algo parecido a un arco de raíces con una especie de cortina. Atravesáis los veinte metros que tiene el tunel hasta el arco de ráices, y comprobáis sorprendidos como lo que parecía una cortina, con filamentos que salen de las mismas raíces y cuelgan hasta casi tocar el suelo. Detrás lográis atisbar una gran sala bien iluminada, así que pasáis...

En el interior, con forma abovedada, hay una gran sala de cuyas paredes recubiertas por completo de musgo otorgan una buena iluminación en toda ella. De esas paredes, además, sobresalen gran cantidad de raíces gruesas que cconfluyen en varios puntos de la sala, en una especie de "nodos". En dichos nodos, os fijáis en que hay también algunos trozos de metal. Como si las raíces hubieran abrazada un aparato o máquina. Cosas como esta hay unas diez por toda la sala. Para asombro vuestro, incluso alguno de esos nodos parece tenes partes móviles, luces y sistemas de control al estilo de diales, botones y demás.

Por todo el perímetro hay algunas raíces que se han establecido adheridas a la pared de manera horizontal, unas de bajo de otras, formando algo que hace la función de estantería, pues sobre ellas hay gran cantidad de recipientes de cristal de diferentes tamaños que van desde el de una bola de bolos hasta el de un barril de cerveza. Están tapados con tapones de madera que a su vez tienen unos apéndices enrollados agarrando el recipiente. En su interior hay un líquido translúcido sobre el que flotan unos bultos de muchas formas diferentes. Algunos son alargados y similares en forma a una zanahoria, otros son esféricos, otros más allá son estrellados, e incluso hay un buen número con formas humanoides.

Un golpe suena cerca vuestra y por un momento desviáis la atención del lugar hacia el origen del sonido, pero os dais cuenta que ha sido el cuaderno del Sr. Kengsinton, el cual está tan anonadado con lo que le rodea que se le ha caído de la mano sin darse cuenta.

- Por el amor de dios... - Exclama.

La señal del walkie del Sr. Baterman llega ahora únicamente con un molesto ruido.

La lanza falló por muy poco. Incluso la doctora que se había arrodillado implorando clemencia, se mantuvo fuera del alcance del enemigo. Me giré por instinto para ver donde había golpeado la lanza y cuan cerca había estado de darnos. Cuando volví a mirar hacia el origen del ataque, nuestro ya habitual aborígen había desaparecido de la misma forma en la que había aparecido.

Me acerqué a la doctora y la ayudé a levantarse.

Vamos, Sharada. Ya ha pasado. Recojamos lo que hemos obtenido y volvamos al campamento. Mejor no arriesgarnos más de momento aquí.

No sabía qué habíamos encontrado pero viendo como trataban a los muertos, a pesar de haber incluso ofrendas, no parecía que esta cultura creyera en la vida después de la muerte ni nada parecido. No había señales como en el antiguo Egipto que enterraban a sus muertos con aquello que les podía hacer falta en el más allá. Simplemente usaban los cuerpos como lo que en el fondo son, alimento para otros seres vivos.

A pesar de todo, no renunciaba a encontrar algo referente a experiencias cercanas a la muerte en aquella civilización. Todas, sin excepción, poseían algún folklore en ese sentido, aunque estuviera un poco olvidado por el paso de los siglos.

No había razón para permanecer en silencio y si muchas para estar nervioso (lo que automáticamente activaba la verborrea de Baterman) pero por alguna extraña razón que superaba el entendimiento del bibliotecario, ambos hombres permanecieron callados. Fue una suerte de acuerdo tácito entre ambos, como si sus palabras fuesen a perturbar algo (o a alguien) que merecía respeto. Era como entrar en el sacrosanto de un templo, había una parte visceral que le decía que no debía estar ahí, que no tenía derecho pero que, ya que había cometido la irreverencia de entrar en aquel lugar debía, al menos, tener respeto.

Bajaron la escalera con cuidado, mientras su ojos se acostumbraban a la claridad espectral suministrada por el musgo luminiscente. El activo cerebro del bibliotecario intentó comenzar a listar especies con esa particularidad, siempre le había tranquilizado hacer listas y ordenar cosas. <<Schistostega pennata....Schistostega pennata.... ¿Cómo es posible que no pueda recordar más? ¿Tanto me está afectando este sitio?>> se reprochó. 

Una vez llegaron al final del descenso, un pasillo recto como una regla se mostró ante ellos. Al fondo, un arco de raíces, similar a los que habían atravesado descendiendo la espiral de escalones, despedía una luz intensa para sus ojos acostumbrados a la oscuridad. Posiblemente al otro lado de la "cortina hippy" hecha de raíces que cerraba la arcada la luz sería la propia de las queridas salas de su biblioteca, ideal para leer. Siguieron avanzando lentamente, en silencio, y se afanaron por cruzar el arco a la vez, en apariencia sin querer ninguno perderse el misterio que les aguardaba al otro lado y, a la vez, sintiendo aprehensión ante el desconocimiento total de "qué" encontrarían allí.

No esperaba lo que había al otro lado. Se quedó anonadado, la boca abierta intentando aprehender lo que había a su alrededor. >>¿Cómo era posible? ¿Cómo podía una cultura tan antigua llegar a ese nivel tecnológico?¿Cómo la vegetación formaba parte de la mecánica?¿Miraba al pasado o al futuro, o acaso a algo intermedio entre ambos?¿Estaba mirando el futuro de la humanidad volcado hacia el pasado? ¿Estaba el tiempo rizado en ese lugar, como una especie de círculo o cinta de Möbius en la que miraban al presente, futuro y pasado desde el mismo punto de la cinta?<<

Un sonido sordo le hizo salir de su ensimismamiento y se volvió asustado hacia su origen solo para ver, entre aliviado y aquisciente, que el matemático estaba tan anonadado como él, su flema totalmente destruida, y el cuaderno que había portado hasta el momento había resbalado de sus manos. Escuchó su exclamación, y una parte de su cerebro le informó de que debería resultarle divertida esa mención a una entidad supranatural en labios de un hombre de ciencia pura, pero la mayor parte de él se encontraba tan estupefacta como Kengsinton.

- Desde luego, hace creer que hay algo superior actuando aquí...- ratificó

Se mantuvo un rato en silencio, solamente contemplando la sala, hasta que esa parte insidiosa de su cerebro que se mantenía irritantemente racional le recordó que el tiempo corría en su contra y que necesitaba inmortalizar todo lo que había allí antes de tener que volver al campamento. Con un sentimiento de profanación, comenzó a tomar fotografías generales de la bóveda, que le permitirían montar una panorámica de toda la sala en el ordenador. Las hizo tanto con flash como sin él, para comprobar las varianzas entre la luz del musgo y la fría luz artificial de la cámara. Una vez estuvo satisfecho, comenzó a sacar fotos de detalles de los 10 nódulos metálicos, los mecanismos interrelacionados con las raíces y las "baldas". Su curiosidad le llevó a centrarse en los botes y sus contenidos, observó con curiosidad sus formas distintas, intentando averiguar a qué especie pertenecía cada tubérculo. Le llamaron realmente la atención las más humanoides y no pudo dejar escapar una leve carcajada.

- Parecen mandrágoras....pero no las reales, las de las le-le-leyendas. ¿sabe? Han sido protagonista de muchas leyendas y rituales. Los magos yl as brujas se hacían con ella algo similar a una figura humana, tallaban una figura en sus raíces presionando la raíz a cierta altura para formar un supuesto cuello, y cortando todas las bifurcaciones excepto cuatro, que serían las extremidades, y las adoraban como a dioses o las utilizaban sus diferentes rituales y ungüentos. Aquí con esta... "tecnología" casi diría que estamos ante una suerte de Bóveda Global de Semillas de Svalbard... bu-bu-bueno, de la India, no de Svalbard. O un laboratorio genético. O un... criadero.... 

- Fíjese, Sr. Baterman. Parece un laboratorio "vivo". Quizá no requiera de nadie que lo maneje y funcione de manera autónoma. O bien los habitantes de las ruinas no están extintos y trabajan en él. - Albert Allister Kengsinton lanza las conjeturas atropelladamente. Su fascinación es tal que contemplaba cualquier teoría por loca que fuera.

El matemático comienza a pasearse deslizando su mano de contenedor de cristal en contenedor de cristal, apenas rozando los recipientes.

- Creo que, observando estos contenedores, ha dado usted en el clavo cuando ha hablado de "criadero", Sr. Baterman. Son... espeluznantes.

Pronunció estas últimas palabras justo cuando caminaba al lado de un frasco del tamaño de una bombona pequeña, como las que se utilizan de camping, donde flotaba una figura con cuatro extremidades y una quinta más a modo de cabeza. Fue ahí, en la cabeza, donde se abrieron dos párpados cuando el leve roce de los dedos provocó ondas microscópicas en la superficie del líquido translúcido. El susto fue inmediato, y con un movimiento involuntario motivado por el miedo, golpeó el recipiente que cayó al suelo. El golpe partió el cristal en miles de pedazos, el líquido se esparció viscosamente aunque comenzó a ser absorbido por el terreno y la figura humanoide quedó tendida en el suelo, moviendo lentamente las extremidades al mismo tiempo que se os helaba la sangre. Lo hacía con la torpeza de un bebé que intenta ponerse en pie sin éxito, y sin emitir sonido alguno. De cerca, y sin el líquido translúcido por enmedio, pudisteis apreciar mejor algunos detalles. Su cuerpo era similar a la madera, y en la zona craneal, nuca y espalda tenía rastros de musgo verde. Al cabo de unos segundos, comenzó a moverse más lentamente hasta que al final quedó inmóvil, como una figura inerte de madera tallada por manos inexpertas y comprada en un bazar de un país exótico.

- Cre... cre.. creo que deberíamos documentar esto. - Dice el Sr. Kensington, tartamudeando como su compañero en las profundidades.