Partida Rol por web

Zedamath se lanza sobre Io con ansias asesinas, sin embargo el cuerpo sinuoso de Io es sencillamente demasiado rápido para poder acertar en el objetivo. Con desdén la Diosa de la Libertad se mueve alrededor de su oponente sin tener que cambiar su gesto de decepción, como el de una madre que sabe que no puede confiar en su chiquillo.

No por eso el Dios de la Luz iba a darle cuartel, incendiado por la provocación se gira sobre si mismo y apuñala a Io por la espalda, pero el golpe impacta en su plumaje y la cuchilla se desliza sin causar daño alguno. Con una misteriosa sonrisa Io se desvanece y con ella la corriente de Niebla que os cubría.

Cuando llegas la Niebla se esta disipando, ha tenido lugar un Duelo. Sobre la playa el cuerpo sin vida de Lea yace sobre un charco de sangre mezclada con arena. Cerca de las montañas el espectáculo es más grotesco si cabe. Una veintena de Galiants, algunos de ellos aún convulsándose lloran sangre mientras sus cuerpos sencillamente no se mueven. 

El centro de la playa, cerca del cadáver de tu jardinera se halla Zedamath, respirando pesadamente. Más un reflejo inconsciente copiado a los mortales que una verdadera necesidad. A su alrededor, la arena dibuja olas de algo grande y sinuoso que se ha estado revolviendo en la zona, probablemente Io. 

Veo el escenario. ¿Tan catastrófico es el duelo, o será por que utilicé oscuridad?

veo que Indri entra en mi mundo, y seguramente se llevará a los Galiants, no tengo energías para detenerla. Todo estuvo preparado, ahora no hay excusas, mintieron a mi gente, me hicieron ver como un monstruo y ahora, no podré explicarme.

Tu e Io son monstruos, cultivaron el odio hacia mi en mi propia gente. le digo a Indri antes de llevar los cuerpos a la montaña

El dantesco paisaje hizo que brotasen lágrimas azules de sus ojos, aquello carecía de sentido o propósito era simplemente muerte - Pobre y necio desgraciado ¿Qué has hecho...? - esta criatura era más irresponsable de lo que jamás habría imaginado, el error de haberle dado una segunda oportunidad pesaba en su corazón casi tanto como el desolador paisaje que los rodeaba- ¿¡Como te atreves a hacerles esto a los tuyos!? Indefensas criaturas... ¿¡Qué culpa tenían!?- la resolución y la firmeza se hacían patentes en su voz y sus lagrimas -¡SE ACABO! NO PUEDO PERMITIR QUE ESTO CONTINUE ASÍ. AUNQUE ME PARTE EL CORAZÓN, TU EXISTENCIA ES UN PELIGRO. VAS A DESCUBRIR QUE LA VIDA, ADEMÁS DE UNA PROTECTORA ABNEGADA, ES UNA JUEZA IMPLACABLE.

Con una furia inimaginable en la mirada, Indri carga por la playa. Su pequeño cuerpo esconde una fuerza demoledora y cada vez que sus piernas golpean la arena, la playa entera salta sobre su propio sitio. 

El desdén de Zedamath no supone impedimento para que Indrí descargue su puño contra su espalda, atravesándolo con su mano. Al dios de la luz sólo le da tiempo mirar hacia abajo para ver la Niebla que lo compone deshaciéndose y obligándole a abandonar el plano mortal. 

Su cuerpo se desvanece liberando el puño de Indri que resopla con rabia.

Los Galiant lloran a sus muertos. Mientras sus lamentos resuenan en contra los acantilados, algunas rocas se desprenden, rebelando que aquí la roca ha ganado consistencia.

Los niños que no entienden lo que ocurre, juegan con ellas, y alguno se queja porque se ha pinchado. Los Galiant supervivientes hacen de tripas corazón y deciden centrarse en los vivos en vez de en los muertos. Descubren que las rocas están afiladas. Podrían servirles para empezar a tener herramientas.

Esto es demasiado terrible.- su respiración era entrecortada la impresión del dolor mortal y el cuerpo tendido de aquella jardinera parlanchina habían hecho mas mella en la diosa que el haber destrozado a su congénere - Me habéis llamado y no pienso faltar a mi promesa, la vida no debería de acabar así... y no lo ara si esta en mi mano.- volvió a cerrar los ojos unos instantes, tomando una suave y profunda bocanada de aire, recordando todas las cosas buenas que la niebla había hecho  como un manantial fluyendo hacia las sedientas raíces. Estas criaturas eran inocentes y merecían continuar sus vidas,solo eran brotes en el jardín de la existencia que algún día se convertirían en un robusto árbol. Entonces exalo mientras una brisa de tono azulado y el olor de la sabia cubría primero a lea y después a cuantos Galiant agonizantes y caídos pudo alcanzar.- Volved hijos míos, el mundo aun os necesita...

La Niebla fluye por los cuerpos de los muertos que comienzan a moverse. Sin embargo a medida que la vida vuelve a fluir hacia sus cuerpos, la Oscuridad en su interior comienza a consumirlos una vez mas. Como un agujero negro atráe toda la vida y la consume. Las Daevid y los Galiantaram se marchitan, aquellos que se han acercado a sus muertos se contaminan.

Los gritos de desesperación resuenan por la playa, a medida que su cuerpos se descomponen en negrura, dejando tras de sí sólo una mancha negra de restos donde antes se hallaban sus cuerpos. 

Esconderos hasta que vuelva Io  aun os quedan dos semillas volveré si me necesitáis- aquel suceso se había clavado como una espina en su corazón, se creía omnipotente capaz de cambiar todo, pero,  un mal paso y los mortales sufrirían. Tenía que haber sido mas sabia, aceptar lo ocurrido en lugar dejarse llevar por la pena. Aquella gente era el pueblo de Lea,  rendirse ahora en la empresa que había emprendido gracias a aquella mortal seria deshonrar su memoria, se cometerían errores por el camino y no podía mas que aprender de ello. 

Ambos dioses se manifiestan sobre la playa maldita, los galiant presentes se asustan y huyen de nuevo hacia las montañas. Del cuerpo de Indri emana Niebla, que forma una corriente que se va extendiendo, cubriéndolo todo de una capa de plata y gris, tragándose a los galiants. A diferencia de la primera vez, no parecen sufrir daño alguno. 

La energía del lugar baña a Zedamath pero las creencias de los nativos benefician a Indri. Todo quedaría en la diferencia de sus fuerzas.

-Pues, no me queda nada más que decir, no entiendo por qué tú e Io se meten tanto en mi existencia- Saco mis dagas de nuevo, pero esta vez son negras, la oscuridad las imbuye y emito una luz cegadora, vuelvo a dividir me en todos los clones que pueda y me confundo entre ellos para atacar a Indri pero gasto toda la niebla para mejorarme

Dejó que la niebla suavemente mostrara el verdadero horror de la naturaleza desatada, en aquel pequeño cuerpo  ocultaba mas poder bruto del que cabria imaginar. Mientras crecía a medida que su sombra  comenzaba a cubrir el terreno , la visión de aquel dios iluso se le antojaba mas y mas insignificante, como la de una luciérnaga tratando de brillar mas de lo que le correspondía, sin motivo , sentido o dirección. No dijo nada, simplemente levanto su pie sobre el, ya era tiempo de terminar con aquello.

Un haz de luz se desplazaba recorriendo el gigantesco cuerpo de Indri, dejando tras de sí una estela de humo negro que enrarecía el ambiente. Largos y finos trazos recorrían el cuerpo de la Diosa blanca, sus heridas abiertas manaban grandes lágrimas de sangre azul.

Pero no se quedaría quieta. Con un pisotón, intentó aplastar a su oponente, que esquivó con agilidad la mayor parte del golpe. 

Notó La fría dentellada de la oscuridad , sin embargo ella no se dejaría seducir. Aquello no cambiaba su tarea, así que volvió a descargar su pie sobre el corrupto hipócrita.

Veo que Indri es más fuerte de lo que aparenta, intentar cegarla será inutil con el tamaño de sus ojos, tendré que usar otro método. Dejo de irradiar luz, intento camuflarme con el entorno, me vuelvo transparente, seguramente no será capaz de seguirme con tanta facilidad si no logra verme, ya es hora de usar mis alas, volaré por detrás de ella. Si logro acercarme a sus oídos, trataré de hablar con ella.

Zedamath se desvanece como un soplo de aire. El pisotón de Indri solo atrapa arena y a un Galiant, que permanece indemne observando el duelo. La Niebla le protege, así que aunque no entienden porqué está ocurriendo esto, el resto de ellos se acercan a ver el desarrollo del combate.

Con una respiración profunda el verde tomo la playa. Elevándose como una bóveda sobre ellos enredaderas pobladas de flores azules cubrieron  la zona donde se desarrollaba el duelo , un polen pegajoso de color oscuro caía de cada flor creando la ilusión de una nevada azul. Se sentía vacía sin embargo no tenia tiempo para pensar en ello.

Debo aprovechar mí transparencia mientras dure. Vuelo por su espalda hasta llegar a la cara, trataré de clavar mí daga en su ojo derecho y después haré lo mismo con el izquierdo. Si queda ciega de nada le servirán sus enredaderas, el odio en mí interior se desvanece, ahora aflora algo peor, un deseo irresistible de eviscerarla lentamente para que sufra, ¿Por qué pensé que la oscuridad era algo malo? ahora entiendo que solo se debe aprender a controlarla, se debe aprender a respetarla.

La magia de Indri estaba en movimiento cuando Zedamath aparece por el rabillo del ojo de Indri, clavando sus dagas de luz en el globo ocular de la Diosa blanca. Aunque con un simple parpadeo de su enorme cuerpo actual lo empuja y aparta de si misma. 

Surgen flores desde el suelo, sus pétalos de color canela, como la piel de los Galiant. Cuando se abren expulsan un líquido rojo que todo lo mancha, era sangre. El olor a descomposición lo inunda todo, el olor de los cadáveres deshaciéndose por la oscuridad que les había impregnado. El reciente recuerdo golpea a Indri con fuerza mientras sus pies se manchan de carmín ennegrecido.

Me conmueve el olor de las flores que crea indri, cae una lágrima sobre mí rostro (que no se logra ver por mí casco), mí pensamiento cambia pero solo por un momento, pues esto en un duelo, no debo verme débil. Es la oportunidad de atacar a Indri, le cortaré la espalda, pero tendré cuidado, seguramente llorará y tendrá los brazos cerca de su cara, la gigante morirá y me aseguraré de que no vuelva a meter sus narices mi problema, tengo preparado otro plan por si llego a perder el duelo.