Partida Rol por web

Los Monjes de la Nada

12 - Calma Estremecedora

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17/03/2009, 11:55
Melegat Ansey

El hombretón siguió cavilando las posibilidades, sin dejar de escuchar las palabras de sus compañeros. Su mano tiró de su barba un par de veces más, mientras sus ojos se voltearon hacia arriba, lo cual mostró a sus compañeros que Melegat se encontraba aburrido y con ganas de acción.

Su cuerpo se apoyó contra una de las paredes del lugar, y esperó... esperó por las palabras de Kody y Deron, ya que parecía que sus preguntas no habían llegado a sus oídos.

Sin embargo, eso no hizo mella en su conciencia.

Melegat sabía esperar... por lo menos, durante un par de minutos.

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17/03/2009, 15:53
Kody Blake

Kody hizo un gesto para quitarle peso a las heridas, puesto que el grandullón había preguntado por ellas. No lo conocía a fondo, pero recordaba que era una buena persona. Pero en los tiempos que corren eso casi no significaba nada.

En cualquier caso se removió en la cama ante las palabras del sacerdote que había puesto sus palabras y sus ojos sobre él. La incomodidad de estar en una sala que parecía el centro de reunión del pueblo, mientras él estaba, postrado y medio desnudo, no era precisamente de su agrado.

Estaba empezando a molestarse. Pero no podía negar que poco a poco iba preguntándose que era lo que había pasado en Conira. Y que era fangal que había delante de las puertas de entrada. Parecía que el mundo se había vuelto loco en solo unas horas. Y eso no le gustaba.

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17/03/2009, 23:06
Ayron Derkbal

Ónemar - llamé a mi amigo con voz baja pero perfectamente audible en aquel reducido espacio - creo que es tu turno. Dí ahora lo que ibas a decir cuando fuimos inter... - miró hacia Kody, que permanecía en la cama atento a lo que allí se hablaba. Tampoco es que le quedar otro remedio, puesto que se utilizaba su lugar de reposo para compartir las distintas posibles teorías - ....cuando nos avisaron de la llegada de este hombre.

Pensé en quedarme callado hasta que el monje explicara el motivo por el que habíamos viajado hasta Conira, pero antes tenía algo que añadir.

He estado en muchas batallas, - dije - amigos y enemigos han caído a mi alrededor, cada cual luchando por distintos motivos y con diferentes formas de afrontar la muerte. Y os puedo asegurar que, lo que he visto hoy no lo provoca ningún gas ni la proximidad a un volcán en erupción....al menos no sin que exista algo más en ese volcán. - casi me resultaba increíble pronunciar aquellas palabras. Estaba dando el paso que me haría traspasar la frontera entre la realidad y lo que siempre había creído que eran fantasías. No me daba cuenta que esa línea ya la había cruzado horas antes, cuando ví como aquella criatura levantaba el vuelo frente a mí. - Esa montaña quizá sea la entrada, o la salida, del mal al que os referís.

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18/03/2009, 09:01
Melton DeValin

Antes de que el sacerdote pudiera responder a las palabras de su amigo Ayron, el Capitán DeValin intervino en la conversación.

-Sentémonos y calmémonos todos, por favor. Vamos a llegar al final de este asunto - una intensa estela de cansancio dominaba la voz del Capitán. Eso y el insólito hecho de que hubiese pedido aquello “por favor” en lugar de ordenarlo, daba a entender que realmente era él quien necesitaba reposo.

Comenzó a caminar renqueante hasta la silla más cercana que pudo encontrar y se dejó caer en ella. Esperó hasta que todos hubieron tomado posición, unos sentados sobre las pocas sillas que quedaban, otros acomodados sobre la mullida alfombra del suelo y Kody aún tumbado en la mesa de recia madera.

-Mélegat, se buen chico y echa un par de troncos más a ese fuego. Hace frío aquí. – un nuevo hecho insólito, el Capitán jamás mostraba sus debilidades – Ayron, tienes mi permiso para permanecer entre nosotros con tu espada desenvainada, quédate cerca de la mesa, sólo por si acaso. Dammeryn, la puerta. Nadie va a entrar ni va a salir de aquí en un buen rato.

Lanzó una mirada más que significativa al hombre que se encontraba tumbado sobre la mesa. Por el momento se encontraba a prueba.

-Ahora comencemos por el principio y vayamos poco a poco. Quiero la historia de cada uno, completa, con todo el detalle que seáis capaz de extraer de vuestras cabezas – eso sí que era una orden -. Tú comienzas, sacerdote.

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18/03/2009, 10:03
Illianna Sondrent

Las mejillas de la muchacha se sonrosaron con su sonrisa. ¡Por fin algo de calma!, alguien sereno, con autoridad y al mismo tiempo, bonhomía. No es que no la tuvieran los demás, sólo que la ansiedad, la angustia de lo vivido, y haberlo vivido tan intensamente, les había dejado sin aliento, literalmente. Y escuchar las palabras recias del Capitán, llamándoles a la reflexión, a ordenar sus sensaciones y exponer sus ideas, era algo que Illianna necesitaba.

Se sentó en el suelo, sobre la alfombra de cálida lana, a los pies de la silla que ocupaba Brúnil, después de que ella se hubiera negado a ocuparla con un gesto enfurruñado por la insistencia de su hermano en que lo hiciera.

Miró a DeValin con alivio, y paseó la mirada después en todos los presentes, que de un modo u otro ahora se habían convertido en su familia. Así esperó a que Ónemar empezara a hablar, haciendo un esfuerzo en su cabecita para ordenar recuerdos y separar las emociones de lo objetivo, para poder relatarlo con coherencia cuando llegara su turno.

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18/03/2009, 11:20
Ónemar

Ónemar se puso en pie al recibir la palabra por parte del Capitán. Quizás se encontrase así más cómodo para hablar, aunque puede que tan sólo fuera una costumbre adquirida de sus años como predicante, allá en Dhalion. Con voz serena, despacio y pausadamente, como corresponde a un miembro del clero, contó su historia.

-Mi nombre es Ónemar, soy sacerdote de la religión Yánida, creyente de los Siete Dioses y fiel servidor de Zharaín, señora de la Justicia - únicamente aquella presentación, formulada y practicada durante años, le habría servido ya para obtener el silencio y la atención de la mayoría de las audiencias -. Vengo, junto con mi compañero y amigo el caballero Ayron Derkbald, de la frontera con Abernia, a muchos días de viaje de donde nos encontramos. Mi presencia aquí es debida a que hace algunas semanas tuve una serie de sueños premonitorios que me sumieron en un profundo estado de confusión y temor. Es algo que no me había ocurrido nunca con anterioridad, pero creedme, uno sabe distinguir un sueño normal de aquellos que realmente son mensajes enviados por los Dioses, aunque se trate de la primera vez.

Hizo una pequeña pausa para acercarse al fuego y calentar sus manos, si bien su verdadera intención era permitir que sus últimas palabras calasen en sus oyentes y se impregnaran en sus mentes como el aceite sobre el pan recién hecho.

-En esos sueños, puedo ver un estrecho sendero que transcurre por la ladera de una escarpada montaña. Tras ella otras mayores, formando una cordillera. Al fondo, el humo cubre el horizonte. Humo que se eleva de poblaciones en llamas, arrasadas. Hasta donde me encuentro llegan los gritos de sufrimiento y desesperación de sus habitantes. Sin embargo algo me urge a seguir, me impulsa a avanzar sin descanso por aquel sendero. Finalmente llego hasta la cima de la montaña y allí el camino desciende por la cara contraria de la misma, hacia un nuevo valle, unos más de cuantos existen en estas tierras. Mi caminar se detiene aquí y permanezco mirando fijamente una extraña construcción que se alza reverente a escasa distancia de mí, justo en las primeras estribaciones de un bosque de pinos y abetos. A primera vista se asemeja a una torre, edificada con piedra y maltratada por los años y los elementos. A su alrededor un círculo de robles ejercen de muda guarda y velada protección. Dejo el camino y me dirijo hacia ella, a través de la penumbra del silencioso bosque. El tiempo parece haberse detenido en este lugar, extrañas inscripciones cubren el marco de piedra donde en otros tiempos se encontraba la puerta. El silencio y la calma son totales. Me introduzco en su interior y quedo maravillado por su estructura, su fuerza, su espíritu. En el centro de la única estancia de la que está compuesta la torre hay unas escaleras de piedra que descienden al interior de la tierra. Ignoro la forma o el motivo, pero en lo más profundo de mi ser estoy convencido de que esa escalera de piedra conduce al centro mismo del mal. Un mal que se abate sobre esta tierra, destruyendo todo cuanto bueno y hermoso hay en ella. Intento detenerlo, mas no soy capaz de contener su fuerza. En ese momento, desesperado y con el corazón a punto de salir de mi cuerpo, me despierto cada noche en medio de un charco de sudor.

Ónemar hace una pequeña pausa en su relato, recuperando el ritmo normal de su respiración mientras su mirada permanece fija en las llamas del hogar.

-Desde mi puesto en la frontera escribí al Templo, en Dhalion, para contarles mis sueños, y al poco recibí su respuesta. Una respuesta inquietante como no podía imaginar, escrita de puño y letra por el propio Obispo Dhamara, la máxima autoridad eclesiástica de Dhalion, tan sólo superado en rango y jerarquía en el reino, dentro de la Religión Yánida, por el Sagrado de Dabacht, quien tiene su residencia habitual allí en el Tempo, pero que en esos momentos se encontraba de viaje. En su carta, el Obispo Dhamara me contaba que en la capital reinaba el desconcierto y la intranquilidad. Rumores de guerra desde Abernia, intrigas políticas, susurros de una inminente invasión de las tierras de Dabacht y Nivar, invasión que parece estar apoyada por los líderes espirituales del Gran Templo Sagrado de los Siete Dioses, pero que en el fondo únicamente están fundados en una pura ambición territorial que utiliza pretextos religiosos. Además, en las últimas semanas no habían dejado de llegar noticias de extraños ataques a viajeros y caravanas comerciales que circulaban por el extremo oeste del Valle Nevado, en el camino de Neblis a Umrad. Los informes eran contradictorios y verdaderamente singulares, hablaban de desapariciones de hombres y un aumento peligroso de grupos de bandidos. Las poblaciones de la zona habían solicitado ayuda al rey y han extremado las medidas de seguridad. Pero lo verdaderamente inquietante, lo realmente perturbador de cuanto me contaba el Obispo Dhamara, era que el Templo estaba sumamente trastornado por una serie de circunstancias ajenas a la corona y que estaban convencidos de que podían resultar de la mayor trascendencia para la seguridad del reino. Para ellos todo empezó un par de semanas antes, cuando algunos sacerdotes del Templo comenzaron a tener sueños proféticos en los que eran testigos de cómo la tierra se abría frente a ellos y de sus entrañas surgía un mal oscuro y poderoso que arrasaba todo cuanto lograba alcanzar. Dicho sueño se convirtió en recurrente y afectó a un número cada vez mayor de miembros del clero, sueños similares al mío. Sueños que nos muestran algo y que no podemos ignorar. Desconozco si futuro, pasado o presente, sin embargo tienen un significado inequívoco y apremiante. Seguido a ello, tres días antes de recibir yo la carta del Obispo, los Priores de las Abadías de Gueinel y Hastrou llegaron al Templo, contando oscuras visiones que habían tenido sobre un sacrílego ritual que se celebraba en algún tipo de monumento antiguo, unas ruinas. Tanto la Abadía de Gueinel como la de Hastrou se encuentran muy cerca de aquí, en las estribaciones de los Montes Perdidos, por lo que mis superiores piensan que es precisamente en esta zona donde se haya la respuesta a nuestras preocupaciones. Se han enviado varias partidas de exploración a los Montes Perdidos, todas ellas financiada por los recursos del Templo, ya que el Rey y la Cancillería no han querido escuchar nuestras peticiones. Han decidido ignorar el asunto por el momento. En aquella misma carta se me pedía que me dirigiera en persona a dichas Abadías para tratar de arrojar algo de luz sobre tan oscuros presagios.

El sacerdote tomó aliento y observó solemnemente los rostros de aquellos que estaban en la estancia.

-A partir de ahí, mi viaje me condujo hasta el Mesón Fronterizo, donde fui testigo de hecho inexplicables que, pienso, otros podrán relatar con mayor conocimiento de causa que yo.

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18/03/2009, 12:07
Melegat Ansey

Melegat sonrió ante las palabras de DeValin y cogió un par de troncos más, los cuales arrojó al fuego, mientras hizo un poco de aire con sus manos y su boca, para que estos se quemaran más deprisa. Después cogió el atizador, y removió las brasas, haciendo que varias chispas y ascuas saltaran por el aire... algunas cayendo sobre su barba.

Rápidamente el gigantón se giró, golpeando con sus manos las ascuas que cayeron sobre su pelo, apagándolas y dejando sentir un suave olor a pelo quemado.

¡Ja, ja, ja! Cosas que pasan. Dijo al mismo tiempo que se encogió de hombros.

Fue en ese momento cuando el sacerdote comenzó a hablar... a hablar y a relatar un sueño y su experiencia. El relato resultó muy interesante, y a la vez, estremecedor y misterioso.

Melegat volvió a apoyarse contra la pared, mientras se rascó el bigote, intentando pensar cuales serán los pasos a seguir a partir de ahora.

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18/03/2009, 23:40
Melton DeValin

-Antes de pasar a lo ocurrido en el Mesón Fronterizo... esas abadías, Gueinel y Hastrou, los que somos de por aquí tenemos una idea más o menos clara de su situación pero, ¿Alguien las ha visto? ¿Alguien ha estado realmente en ellas y conoce el camino?

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19/03/2009, 15:26
Kody Blake

Kody se arrebujo. La realidad es que no le gustaba estar como estaba delante de tantas personas. O mas bien de ninguna.

Yo la he visto. Existen.

Solto el comentario. Queria agilizar la situacion. Se coloco el pelo quitandoselo de delante de los ojos.

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20/03/2009, 12:51
Deron Nisha

-Yo también sé que existen y dónde están, pero nunca me he aventurado hasta ellas; aunque podría guiaros allí si es lo que deseáis.- explicó el ex-soldado.

En su fuero interno sabía que todo esto tenía una explicación muy lógica y que, dijerqan lo que dijesen, era muy posible que tuviera que ver con una sustancia volcánica. ¿Qué mejor lugar para hacer uso de ella que al abrigo de una abadía cercana? Resultaría mucho menos sospechoso, desde luego...

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21/03/2009, 10:06
Melton DeValin

-Bien, volveremos al tema de las abadías más tarde. Antes o después tendremos que ir allí y ver si descubrimos algo más. Ahora continuemos... - el Capitán miró a su alrededor tratando de ordenar la sucesión de acontecimientos que se agolpaban en su cabeza - Tú, Henry Deliambert, vienes de Dhalión, ¿no es así? Cuéntanos sobre la capital y sobre tu misión.

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24/03/2009, 09:50
Henry Deliambert

-Así es Capitán, vengo de Dhalion. Para los que aún no me conocéis mi nombre es Henry Deliambert y soy miembro de la Real Biblioteca de Dhalion. Mi partida y viaje hasta el Mesón Fronterizo se debió a un requerimiento del propio Obispo Dhamara. Yo formaba parte de uno de esos grupos, esas partidas de expedición a las que el sacerdote Ónemar ha hecho referencia. El motivo de mi partida, al menos la excusa pública, era tratar de cartografiar los valles que componen los Montes Perdidos, tarea ésta que por otra parte se me antoja más que inalcanzable. El verdadero objetivo de la expedición era intentar arrojar algo de luz sobre cierta profecía que tiene sumido en un mar de nervios al propio Obispo y por ende a todo el Templo. Los otros dos hombres que me acompañaban, Willorown Limerick, un explorador y Anthoine DeHarve, un Caballero de la Luz, perecieron en el Mesón Fronterizo entre extrañas circunstancias. Mantengo la teoría de que fue uno de esos Monjes, de los que creo que debemos de hablar largo y tendido, quien los mató. A pesar de la muerte de mis acompañantes y de que con toda seguridad el Obispo ya no mantendrá su promesa en cuanto a la retribución económica asignada a nuestro viaje, pienso continuar con mi investigación sobre todo este asunto.

Notas de juego

PNJtizado.

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24/03/2009, 11:09
Illianna Sondrent

Illianna suspiró, los ojos clavados en el fuego. Había subido su mano imperceptiblemente hasta su cuello, hasta la cicatriz que en forma de rosa, extrañamente plateada, más parecía un tatuaje que el trazo dejado por una herida.

Escuchaba el relato de cada uno, y cuando Henry acabó el suyo, levantó el rostro y miró a DeValin.

-Yo os hablaré de los Monjes. Y de lo sucedido en el Mesón. Yo os hablaré de lo que nos espera... y a lo que nos enfrentamos. Parpadeó. Los que penséis que con lo que habéis oído hasta ahora ya estáis perplejos, y atribulados por el cariz sobrenatural de lo que habéis escuchado, preparaos. Porque lo que os contaré, sólo puede aceptarse, creerse. Pero no probarse, si no es cuando ya no tiene remedio.

Notas de juego

Este post es para pedir tanda, quiero que hacer un resúmen para los nuevos, a ver si me pongo y lo saco hoy mismo.

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25/03/2009, 00:21
Illianna Sondrent

-Quizá deba empezar por decir que, al contrario que vosotros, los que habéis hablado, nada de todo esto sabíamos Brúnil y yo cuando alegres y confiados salimos de nuestra Granja para llevar al Mesón los caballos que nos habían encargado. Nos encontramos con Melegat en el camino, e hicimos el último trecho juntos. Y ya en ese trecho tuvimos el encuentro con el primero de esos monjes. Algo extraño percibí, sería difícil de explicar... pero lo supe. Supe que había maldad en él. Me preguntó dónde estaba el Valle de Etith, en los Montes Perdidos. Al parecer allí se dirigía. Pero puedo aseguraros que, aún habiendo nacido al pie de las Montañas, nunca había oído ese nombre.

Se giró, buscando el asentimiento de Brúnil, que obtuvo con un cabeceo, y después el de Melegat. Todos eran de la zona, pero ese Valle les era desconocido. Siguió entonces con su relato.

-Llegamos al Mesón, y encontramos aires de fiesta, iba a celebrarse una boda. El otro Ansey, el hermano de Melegat, iba a desposar a la hija del Mesonero. Olvidamos ese mal encuentro ante la dicha de los novios, pero pronto el mal regresó. Y antes, antes de que se desatara el caos y apareciera el desastre y la muerte, fuimos avisados... y elegidos.

Illianna se calló por unos segundos, mientras en su rostro resplandeció una luz suave, y en sus labios se dibujaba una sonrisa serena. Sus pensamientos debían traerle imágenes hermosas a la mente, a juzgar por su expresión.

-El Heraldo nos llamó. Un muchacho de cabellos de oro, de ojos sabios, y de bondad infinita. Un Mensajero, un enviado de los Dioses. Sí, sé qué estáis pensando. Pero os lo digo como lo sé, podéis creerme o mofaros, sin embargo quienes lo vieron lo saben. Y aunque nos dio a elegir, aunque pudimos rechazar el trabajo que puso sobre nuestros hombros, lo aceptamos. Todos. Nos habló del mal que iba a desatarse, Mal del que ya había hablado por boca del Trovador que cantó durante la fiesta. Nos habló de la Diosa Oscura, y de su regreso. De los Monjes, sus servidores, parte de su esencia.  Nos habló de un sepulcro cuya puerta debe seguir sellada, porque si logra ser abierta de nuevo, después de largos siglos de estar preservando la tiniebla, ésta se esparcerá por el Mundo, y éste será pasto del mal, del caos. De la muerte...

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25/03/2009, 00:59
Melegat Ansey

Melegat asintió ante cada una de las palabras de Illianna.

Con cada una de sus palabras recordó muchos momentos de su vida. La boda de su hermano, las muertes, los monjes... todos esos recuerdos llegaron a su mente como un torbellino. Sus manos viajaron hacia su cabeza, justo sobre sus sienes, con la intención de detener esos pensamientos que inundaron su mente como una riada.

El enorme pelirrojo no pudo decir ni una palabra. Su boca se quedó muda. Muda por los recuerdos... los dolorosos recuerdos que se depositaron dentro de su cabeza.

Cuando el gigantón escuchó de nuevo el relato del Heraldo, esta vez de la boca de su compañera, volvió a estremecerse. Sutilmente. Levemente. Nadie lo pudo notar... pero él, muy dentro suyo... en ese momento sintió un escalofrío que le recorrió toda la espalda.

Pero claro, eso es algo que nunca, NUNCA, admitiría.

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25/03/2009, 08:35
Brúnil Sondrent

Cuando su hermana comenzó a hablar Brúnil cambió su posición en la habiatación. Se desplazó hasta situarse detrás de ella y allí permaneció en pie, con gesto serio.

No abrió la boca, pero sus ojos examinaban a todos y cada uno de los presentes. Buscaba algo.

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25/03/2009, 18:48
Illianna Sondrent

-Lo que la Leyenda del Pueblo Perdido dice es que hace muchos, muchos años, esto mismo ya ocurrió. Y quedó en el pasado, en el olvido. Pero las ruinas de esos tiempos llevan inscritas en sus piedras las trazas de esas leyendas, y es ahí donde hay que buscar para encontrar el camino. Es al recorrerlo cuando poco a poco el destino nos será desvelado, cuando ese enclave donde la Puerta que resguarda el sepulcro, y que debe permanecer cerrada, nos será revelado. Hemos sido llamados, os he dicho, y lo repito. Llamados a recorrer ese camino, a buscar esas ruinas, esas señales. Y a desbaratar los planes de los siervos de la Diosa Oscura.

Asintió con un movimiento de cabeza, firme, seguro. Convencida de lo que decía, y de la necesidad de que la creyeran.

-Cada uno de nosotros tiene un papel. Melegat es la Fuerza, él pondrá sus músculos, su potencia al servicio de esta tarea. Dammeryn y Brúnil el Valor. Ellos afrontarán e peligro que otros no osarían afrontar. Henry la Visión, los ojos, nada le pasará desapercibido. Y yo... yo el Corazón. Debo velar para que el fuego del amor y la vida nos mantenga unidos. Y sanos, enteros, si es posible.

Sonrió.

-Eso intento hacer. Y dijo más, dijo que había también alguien que sería nuestros sentidos, y otro que sería nuestra alma, y otro el espíritu. De Tarkean dijo que sería el juicio, la inteligencia. Pero él murió... como otros. Aunque quizá esas tareas han sido adjudicadas de nuevo a otros, quizá todos aquí tenemos un papel, aunque algunos aún lo ignoren. Miró con mirada intensa a todos aquellos que no habían hablado, de quienes, quizá, no se sabía que hubieran tomado el relevo, aunque así fuera. Después pareció recordar algo importante. -Hay además una frase que me quedó grabada en la mente, una frase que el Heraldo remarcó. Se refería a las Torres en ruinas que debíamos buscar para ir recogiendo los retazos de leyenda que nos llevarían a nuestra meta. Dice así:  "Las leyendas del pasado se pierden en el conocimiento de los hombres, pero permanecen escritas en las huellas de sus ruinas sin nombre. El legado muestra el camino".

Dejó pasar unos segundos, ensimismada, recordando. Y prosiguió.

-Los encuentros con los monjes y esas criaturas demoníacas, aladas, han sido cada vez nefastos. Mortales, en algunos casos. Los monjes pueden tomar cualquier aspecto, no hay que fiarse de nadie. Y está en su poder maligno levantar a los muertos de sus tumbas, ya hemos podido ver el ejército que manejan, el que nos acechó al llegar a Conira. El tiempo corre en nuestra contra, hay que buscar y encontrar ese lugar, ese Sepulcro. Llegar antes que ellos. E impedir que el Ritual que ha de abrir la puerta se realice.

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27/03/2009, 20:23
Ónemar

Tras la sentida exposición de Illianna, durante la cual el sacerdote no había parado de asentir con la cabeza, éste agregó una única frase como confirmación de todo lo que había sido dicho.

-Eso precisamente, lo que cuenta esa leyenda, es lo que el Templo tanto ha temido. Ellos creen que estos son los días en los que ha de cumplirse, o al menos, esos Monjes piensan que así será. - no fueron las palabras sino la forma de decirlas, la gravedad en la voz de Ónemar, lo que les puso los pelos de punta.

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28/03/2009, 02:54
Deron Nisha

Deron no podía creerse lo que oía. Allí estaban reunidos en presunto conciliábulo los salvadores... a duras penas... de Conira, y lo único que escuchaba eran una sarta de paparruchas sin sentido, apenas comprensibles y mucho menos creíbles, más allá del marco de un cuento de hadas.

para colmo de males, todo el asunto parecía ser un grave problema para la clerecía, lo que al fin y al cabo no dejaba de inducir una perversa complacencia en el resignado ex-soldado, incapaz de asumir como cierto lo allí dicho. No, había una explicación mucho más plausible, solo que aquellos simplones de miras limitadas no las tenían, y habían decidido buscar respuestas en lo oculto y loinvisible, como tantos otros antes que ellos. Tarde o temprano todo estaría claro y entonces el camino a la luz del bastardo sería mucho más corto y menos pesado que el de todos aquellos oscurantistas.

Y sin embargo, el guerrero estaba más que decidido a descubrir cuanto de verdad hubiere en todo aquello y a asegurarse de que no volviera a repetirse. ¿Que aquellos locos querían dirigirse a unas ruinas perdidas para encontrar una tumba olvidada en la que alguien había enterrado todos los males del mundo...? Cada cual elegía sus onanismos a su manera y no iba a comenzar a reprochárselos a ninguno: eso no lo convertiría en algo mucho mejor que lo que aquel tipo de gente era. Pero al menos alguien pondría un poco de cordura en aquella misión y daría con la clave.

En resumidas cuentas, había que encontrar a aquel ejército prófugo y el lugar en que inducían a aquella gente a actuar del modo en que actuaban. Podían llamarlo como quisieran, si es que querían llamarlo de alguna manera: a Deron no le importaba el nombre; le importaba el hecho, y el malhechor tras la cortina.

Así, sumido en su profundo silenció, el montero siguió escuchando escépticamente lo que se decía, y sin embargo con todo el ánimo de colaborar en cuanto en su mano estuviese en dicha expedición.

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29/03/2009, 10:57
Dammeryn

- Entonces habrá que buscar esas trazas talladas en la piedra, ¿no es así?

La voz del soldado ascendió sobre el silencio reflexivo del grupo, desbaratándolo. Había llegado en ese momento, portador de una energía renovada y un brío que antes había estado a punto de perder. Entró en el círculo que formaban todos y dejó entrever su expresión dispuesta.

- Veo que tenemos nuevas caras - rió -. Muy bien, porque sin duda harán falta ojos para ver mejor, quizá incluso más que espadas.

Su rostro marcado por las cicatrices de la guerra se dirigió hacia el clérigo, con tono áspero.

- ¿Y si decidiéramos un camino? Hay un lugar en estas montañas donde comenzó el mal que nos acosa. Bien podríamos ir en su busca en lugar de dejarle que nos asuste como a niños. Si son señales las que debemos buscar, decidme. ¿Dónde empezamos a mirar?