Partida Rol por web

-Me aventuro a decir que subió a ese árbol por su propio pie y, guiado por la desesperación o la locura, acabó con su vida en lo alto de aquella rama hará una semana o tal vez dos. Eso explica la hoja del crimen clavada en el suelo sin que nadie la reclame y los insectos de su cuerpo. Por sus pertenencias es indudable que pertenecía a la otra expedición-. Me acerco a Lady Jeanne y le presto un pañuelo limpio que guardo en el bolsillo -¿satisface eso su curiosidad?- comento mientras me sacudo la chaqueta de restos.

-Así que competimos con hombres codiciosos- en este momento me alegro de que toda la universidad, mis cuatro hermanos y media ciudad sepa que partimos a este lugar en busca de una ciudad perdida -pero, ¿ quién introdujo la idea de vastas riquezas en la cabeza de esos hombres, señorita Jeanne?-.

-Lo que está claro es que siguiendo estas marcas llegaremos directos a la otra expedición. y si nos acercamos a su campamento, ¿será seguro avanzar como hasta ahora señor Douglas?

El Señor Jacob se ha quedado blanco del todo por el cadáver. Espero que no esté pensando en suicidarse tal como ha hecho este pobre diablo.

¿Que ha podido ver para hacer lo que ha hecho ese pobre hombre?. Es evidente que la otra expedición ha dejado aquí a este hombre y ha proseguido con su camino.

- Efectivamente ir tras sus huellas nos llevará directos a ellos. - Hago una pausa pensativo y aprovecho para peinar mi ya descuidado bigote. - Deberíamos continuar por un camino secundario en caso de existir... A no ser caballeros, que queramos unir nuestras fuerzas con las suyas, en el mejor de los casos. - Dejo unos segundos para que cale la idea en el grupo. - Idea por la que no tengo demasiadas simpatías, si me preguntan.

-Entonces, si se ve usted capaz, Teniente, guíenos por un camino menos obvio pero siempre hacia delante. Sea como sea, no podemos darnos la vuelta ahora. Si la expedición Borguen realmente se nos ha adelantado y han reclamado el descubrimiento, por lo menos posaremos los ojos sobre la ciudad y aprenderemos lo que podamos de ella antes de regresar a Londres. Pero aún confío en que podamos llegar a tiempo, y descubrir qué ha sido de ellos.

Observo el cadáver una vez más, aunque aparto rápidamente la vista; tras lo que miro el camino marcado y luego un trémulo y temeroso vistazo alrededor ¿De verdad son solo marcas para saber por dónde han ido?

- Y si… Y si en realidad no son migajas que seguir, si no señales de lo que hay que evitar. – Expongo, aunque en seguida me doy cuenta de que puede que esto no tenga se comprenda como espero. - Quizá… quizá estas marcas están ahí para advertir de por donde es seguro pasar, Y no solo para decir, por donde han pasado. Como quien marca su camino para evitar pisar las piedras que se mueven, solo que en este caso… - Señalo los límites del camino.- Es la zona segura.

Esa es una muy buena apreciación Sir Jacob. - Me fijo de nuevo en las marcas como si pudiese lograr que me hablasen. - De haber trampas yo también marcaría el camino seguro para mi vuelta.

Definitivamente no se me ocurre otra forma de seguir sin perder días buscando caminos hasta encontrar uno que pueda servirnos. - Yo voto por intentar lo que propone Sir Jacob y de encontrarnos con otro inconveniente con suerte ya estaríamos mas cerca y puede que se nos ofrezcan mas alternativas.

Sujeto entre mis manos la cruz de hierro que retire de la mano del cadáver mientras lo inspeccionaba aunque mis compañeros no se percatasen. 

-El pobre la apretaba entre sus dedos como refugio emocional o, habiendo perdido ya la esperanza de vivir rogando por un hueco en el paraíso. Pero no pudo esperar, siendo cristiano sabía que al suicidarse el paso al cielo se le prohibiría y aún así sesgó su vida ¿Qué tipo de horror lleva a un hombre a cometer tal atrocidad? Si la cruz no le protegió tampoco lo hará con nosotros.

Hago un hueco en la tierra cercano al cadáver y entierro su talismán.

-Este hombre era cristiano, ¿les parece bien si antes de continuar enterramos su cuerpo?-

-Sería lo más cristiano, ciertamente... -respondo al doctor-. ¿Pero llevan ustedes palas? Lamento ser desconsiderada con el alma de este pobre hombre, pero me temo que no tenemos ni las herramientas ni el tiempo para ello. Les recuerdo que si nuestras sospechas son ciertas, podríamos correr un grave peligro.

Luego me dirijo al Teniente y a Sir Jacob.

-Me parece buena idea, y en estos asuntos, creo que el criterio del Teniente Lawson es el que debería guiarnos. Sigamos este... rastro de miguitas... y veamos si nos lleva finalmente a nuestro objetivo.

Aunque intento que no se me note, estoy deseando que nos pongamos en movimiento y así perder de vista el horrible cadaver en descomposición que sé que me va a acompañar en mis pesadillas cuando se nos conceda el lujo de poder dormir.

Le honra el gesto doctor, pero estoy con Lady Jeanne, no sé si tenemos el tiempo para esto. - Lamento de veras no poder hacer nada por ese hombre, pero si ni su grupo se ha encargado de él creo que no nos corresponde esa tarea.

Señorita, no puedo asegurarle que sea la decisión correcta, pero si que haré lo posible por levarles a buen puerto, me fio del buen criterio de Sir Jacob y del suyo, ambos conocen mejor lo que nos espera.

Me vuelvo hacia el doctor y con un gesto sentido le hablo. - Mellanby es usted un buen hombre, pero no podemos hacer lo que propone, continuemos.

Sin dar tiempo a réplicas encaro el camino marcado. - Bien, si no hay mas inconvenientes propongo proseguir.

- ¿¡Detenernos!? No, no. Ahora… ahora no podemos detenernos para eso. – Miro el cadáver del pobre diablo. Y realmente me paro a analizar mis propias palabras. -No… es… Quiero decir… No tenemos tiempo y… Habrá que esperar a cuando regresemos. – Siento una urgencia terrible por seguir adelante. Y de verdad no podemos ayudar ya que no contamos con las herramientas ni la mano de obra para hacerlo sin que nos lleve demasiado esfuerzo y tiempo. Pero… el haberlo dicho de una forma tan contundente hace que mis ya de por si agitadas entrañas se revuelvan ¿En que me estoy convirtiendo? Me estoy tornando acaso en un Ahab de la arqueología. Debería empezar a cuestionarme todo esto mejor.

- Va… vamos. Sera mejor ponernos en marcha ya. - Digo y comienzo a caminar tratando de no mirar atrás.

Con cada paso hacia adelante un rayo de sol mengua y muere. Vuestro destino no está lejos, pronto un claro se abre ante vosotros; allí está el campamento de la anterior expedición.

El viento se cuela por desgarros en las tiendas de campaña, ululando como flautas desafinadas. Hay ocho, grises, capaces de albergar a dos personas cada una. Dieciséis miembros, justo como podéis apreciar en la foto que habéis recogido antes. Dispersos, quedan restos de fogatas olvidadas. Ni un sonido humano, ninguna presencia. Solo su sangre.

Pues eso es lo que parecen las manchas negras dejadas en el suelo, en las tiendas, en los troncos partidos que hacen de asiento. Grandes, pequeñas, recubriendo el paisaje como el salvaje brochazo de un artista descontrolado. Solo al acercarse, aguzando el ojo, se puede aún apreciar cierto tono rojizo.

-¿Qué... qué ha ocurrido aquí?

El escenario del campamento es absolutamente devastador. No hay un alma a la vista. Ni Borguen, ni su hija. No hay porteadores ni guías ni cazadores. Y aquello... parecía sangre.

Desenfundo el revolver, mirando a nuestro alrededor. Tras los primares instantes, luego paso a intentar analizar la escena que tenemosn ante nuestros ojos.Ver si hay indicios de lucha, restos de armas nativas, flechas, o si hay cadáveres de animales. Lo que sea que nos permita entender mejor qué sido de la expedición. Mi teoría de que la ciudad perdida sigue estando habitada cobra fuerza. ¿Serían los defensores de Hekalu la Ahtu los responsables?

Espero que el Teniente, que es el único de nosotros que tiene experiencia en el campo de batalla, pueda decirnos más.

Observo la dantesca escena con pánico. NO. NO. NO. Saco el revolver con gran agitación. – Sir Borguen… su hija… debemos encontrarlos. – La niña tiene que estar viva. Y las notas que le condujeron hasta aquí, hay que encontrarlas. Las necesito. Tengo que saber que sabia ese hombre.

Miro alrededor. Algo en las tiendas tiene que distinguirlas. Algo. Quizá… quizá pueda escuchar de nuevo la canción. Si. La niña tiene que seguir viva ¿Verdad? Es ella la que nos ha guiado hasta aquí.

La vista del campamento es desoladora, no hay nada en su sitio y lo poco que hay esta destrozado. Rápidamente echo un vistazo a todo el campamento esperando encontrar otro cadáver, afortunadamente no veo ninguno. Al instante cambio de opinión cuando me doy cuenta de las manchas de sangre, el instinto defensivo se me dispara y desenfundo mi arma.

- Parece que ha sido una carnicería, pero quién haya hecho esto se ha tomado su tiempo para limpiar su rastro. - Continúo buscando algo que pueda ayudarnos a dilucidar lo que pasó. - No hay nada que delate al agresor, nunca he visto algo parecido. - Hago una pausa para aclarar los pensamientos. - Con suerte ha habido supervivientes y han huido del lugar.

Con la penumbra como acompañante, exploráis las tiendas. Una tras otra siguen el mismo patrón: sangre, ropas y utensilios tirados, lámparas de queroseno abandonadas y nada útil que os ayude a resolver el misterio. Ninguna persona y -para gran sorpresa vuestra- ningún arma. 

La tienda de Borguen es la más grande, algo apartada del resto. Habría sitio para albergar a cuatro con comodidad, pero solo hay evidencias de él y su hija. Una caja de madera hace las veces de mesita, con un cuadernillo desgastado y un reloj de bolsillo de oro. Nada de sangre ni signos de lucha. 

La situación del campamento se vuelve más siniestra cuanto más lo inspeccionamos. No hay cadáveres, no hay signos de lucha, ni siquiera una manera de saber cuanto tiempo ha pasado desde... lo que fuera que pasó aquí. 

Viendo el cuadernillo desgastado sobre la caja, me acerco y lo cojo para hojearlo. Quizá entre sus páginas haya respuestas. Busco cualquier pasaje que sea relevante, preparada para leer en voz alta a mis compañeros si aparece algo interesante. 

Nuestros pensamientos no encuentran un relato para lo sucedido aquí, divagan entre elucubraciones, dejando solo el silencio. -Por extraño que parezca: si no hay cuerpos no hay muertos.

Según ibamos revisando una por una cada tienda pude ir apreciando los mismos detalles e indicios, casi imposibles de ver para un ojo no entrenado. Marcas de arrastre en cada mancha de sangre, ahora veía claramente que los cuerpos habían sido meticulosamente arrastrados.

Salgo fuera de la tienda para volver a comprobar un detalle. - ¡Si! Acérquense. Ven, aquí hay huellas y allí también. - Espero a que se acerquen y vean lo que les muestro. - Botas y pies descalzos, unas de estos caballeros y las otras me temo que de moradores de estos lugares. - Dejo un tiempo para que mis compañeros asimilen la información. - El ataque debió ser fugaz, sorprendió a la expedición sin apenas dejarles tiempo de reacción. Esos indígenas saben lo que hacen, debemos extremar las precauciones.