Partida Rol por web

Nunca he sido de gatillo fácil y no empezaré ahora. Hago caso a Lady Jeanne y mantengo la calma.

Espero que la idea del doctor Mellanby surta efecto y tengan interés en lo que les ofrecemos, mientras se deciden yo intento palpar, entre mi escaso equipaje que llevo encima, mi espejo de viaje para el afeitado, puede que la visión de sus rostros reflejados sobre el material pulido pueda atraer su atención. Maldita sea, soy incapaz de encontrarlo, no sé si estará perdido en alguna bolsa de los porteadores o tal vez lo dejé en Kinsasa antes de partir. Hubiese sido bueno tener mas opciones a mano.

- Si esto no funciona caballeros, tal vez sea momento de hacer notar nuestra superioridad numérica, no estarán solos y tendrán mas de su gente cerca, pero nos dará un tiempo para encontrar soluciones que no involucren las armas. - Si es que las tenemos digo para mi mismo.

Observo con atención a Lady Crossley en su negociación y atiendo a lo que dice. Me quedo un momento pensativo. Hay cosas que podría ofrecer, pero de las que no me quiero desprender… obviamente, aunque por supuesto mi vida es mucho mas valiosa. Pero puede que halla algo que pueda entregar antes de llegar a ese punto.

-Quizá… quizá podamos prescindir de algunas pastas para el té. No es como si fuesen las mejores después de todo, han tenido que ser hechas para durar; pero aun así es posible que les gusten. Estoy seguro que están… están…- Me quedo mirando a los enormes morrales. – Lo llevaba…- Intento discernir entre los oscuros porteadores sin ser capaz de distinguirlos.

¡El buen doctor ha tenido una idea excelente!

Retrocedo sin darme la vuelta para no dejar de mirar a Akanni hasta el porteador que lleva la maleta en cuestión, y sin hacer gestos bruscos saco la prenda en cuestión. Para mayor efecto, saco también el colgante que me solía poner con ella. Aprovecho para susurrar al Teniente mientras estoy junto a él:

En ningún caso crucen el perímetro formado por esos árboles decorados... Creo que no les gustaría...

Después regreso al frente. Nunca en mi vida había sentido tanto el peso de la responsabilidad. Muestro la piel de zorro a Akanni.

[Esta es la piel del animal más hermoso que existe en nuestra tierra. Es un cazador conocido por su astucia y su sigilo. Lo ofrecemos como regalo a los Johari. Y esta -muestro el colgante con la pequeña pero brillante esmeralda- es la piedra del color de la jungla de los Johari. También es nuestra ofrenda como amigos.]

Alargo las manos con gesto de entregárselo, y trago saliva esperando a su reacción.

La desconfianza no desaparece de sus ojos, más algo de curiosidad nace. Con pasos calculados se acerca y toca la piel ofrecida. Parece sorprenderse con la suavidad del tacto, girándolo hacia la luz para poder admirar el brillo y los contrastes. La joya también es examinada, aunque no parece resultarle igual de interesante. Con cautela se acerca y empieza a tocar, se sorprende por el tacto del animal muerto, que curiosamente le interesa más que la joya. 

[Llevaré los presentes a los ancianos] -anuncia golpeándose el pecho. Con un ágil movimiento se desata un cuchillo que llevaba atado a la cintura junto con un brazalete de plumas y se los ofrece a Jeanne- [Pertenecieron al padre de mi padre. Traerán suerte y ayuda en la cacería]

Tras tomar los regalos se reúne con los suyos y retroceden, fundiéndose entre la maleza como espíritus, sin apenas desplazar hojas ni hacer un solo ruido. Para vosotros, podrían estar justo detrás de la maleza o ya haberse ido, no tenéis manera de saberlo.

¿Qué ha pasado?- inquiero con la mirada sobre Lady Jeanne -¿nos dejarán tranquilos? ¿ha obtenido información sobre nuestro destino?- miro a nuestro alrededor donde la jungla nos ha engullido por completo -Podríamos necesitar algo de ayuda. 

El lugar en que nos encontramos parece un sitio tan bueno como cualquier otro para realizar un campamento. -Deberíamos continuar o tal vez detenernos, ¿teniente, qué opina usted?

Al parecer han aceptado el regalo… si no, no creo que hubieran entregado algo ellos mismos. Ahora bien, lo de desaparecer… Me pone nervioso. Esta claro que son mas similares a los animales que a nosotros si son capaces de hacer eso. No puedo mas que mirar a los lados e incluso girar la cabeza detrás de mí, buscando entre las sombras de la espesa vegetación en busca de las siluetas negras de estos nativos.

- Si. Yo también estoy curioso por los resultados de su negociación Lady Crossley. – Me gustaría examinar los regalos, pero por ahora prefiero esperar a que Jeanne nos diga acerca de que piensa hacer los salvajes.

- Esta vez hemos tenido suerte, pero debemos agudizar los sentidos para no volver a encontrarnos en esta situación. - No lo expreso en voz alta, pero echo sobre mis hombros la responsabilidad de haber sido asaltados de semejante manera. Me prometo estar mas alerta.

- No creo que sean un buen lugar para montar el campamento buen doctor, la idea de que esos seres aún puedan rondarnos no me gusta. - Hago una pausa y miro con cierto interes a los objetos que sostiene Lady Jeanne. - A no ser que lo que haya negociado Lady Jeanne nos indique lo contrario.

Me vuelvo hacia mis compañeros, tras unos segundos de espaldas con los ojos cerrados de puro alivio. No solo por el peligro que habíamos corrido. Era el momento de demostrar que mi presencia aquí estaba justificada... de no fallar.

Creo que no nos molestarán, doctor Mellanby. La hospitalidad es sagrada para los Johari, y con estos presentes nos han ofrecido la suya. 

Luego miro al Teniente y asiento. 

Pero tiene razón, Teniente Lawson. Este no es buen lugar para acampar. Es un sitio de importancia para esta tribu. Lo han marcado como una especie de límite, o frontera. No deberíamos cruzar por aquí. Habrá que buscar otro camino. Pero creo que vamos en la dirección correcta. Akanni ha hablado de un lugar al que llaman Hekalu la Ahtu, algo así como la ciudad de su dios. ¡Sin duda es el lugar que buscamos!

Pero hay algo más. Parece que hay otra expedición en la zona. Gente de piel blanca, con armas de fuego, tiendas y demás. Dicen que con ellos va una niña de pelo como el mío. Los Johari les ahuyentaron, pero temo que anden buscando lo mismo que nosotros.

Me acerco a los porteadores para beber un trago de agua de las cantimploras, y mientras paso junto a Sir Jacob, sonrío enarcando una ceja y le digo:

¿Pastas de té?

Algo mas tranquilo por el resultado de nuestro encuentro y nuestra aparente seguridad, mientras respetemos sus normas; saco el diario de nuevo y comienzo a anotar lo que nos ha acontecido. Lo de la expedición es ciertamente preocupante, y deberíamos tratar de recuperar ventaja en cuanto sea posible. Pero me preocupa más, nuestra seguridad ahora mismo.

Ante la pregunta de Lady Jeanne levanto la mirada del pequeño cuaderno azul y la miro a ella. – Bueno ciertamente era un sacrificio, pero nuestras vidas podían estar en juego. Y estos aborígenes también deberían probar una parte de como comemos en la civilización ¿No cree? – Me pongo recto, exponiendo mi punto con una sonrisa. - Ciertamente entiendo que quizá pueda parecer… trivial, pero disfrutar de ciertos placeres me parece un regalo adecuado. No es lo que llevamos nosotros ante una visita. Pastas para el té. – Concluyo con un ligero toque en el suelo del bastón y un gesto ligeramente orgulloso en mi rostro por mi exposición. - Ahora si solo recordara donde…- Cambio mi expresión intentando recordar donde o quien las llevaba. Todos parecen igual de negros y las bolsas igual de llenas y pesadas.

¿Otra expedición? No tenía constancia de ello. Es extraño creía que solo Sir Nigel tenía en su poder todo el saber necesario para encontrar, lo que hasta ahora yo creía una fantasía.

- Pongámonos en marcha entonces, ya hemos perdido mucho tiempo y por las palabras de los Johari y la presencia de esa otra expedición estamos en la senda correcta. - Si la tribu ya se cruzó con ellos estimo que deben sacarnos varios días de ventaja, quizás semanas. - Debemos aprovechar la hospitalidad que nos han prestado los Johari para atravesar sus tierras, sin turbar sus lugares sagrados. - Ya he tenido suficientes arcos apuntándonos por un tiempo. - Y reducir la ventaja que nos saca la otra expedición.

Espero a que todo el grupo se relaje y tome un descanso mientras retiro el sudor de mi cara con la manga de mi camisa y recompongo mi bigote. Yo tampoco estoy para rechazar un descanso.

-Después de un mes de travesía parece que la suerte nos sonríe- expreso alegremente. -Al menos, más que al otro grupo de expedición que al parecer no han sido capaces de establecer relaciones con las tribus nativas quienes pueden darnos información sin precedentes sobre la ciudad perdida.  ¡Y no solo sobre su ubicación sino también sobre sus leyendas!

-Algo me huele a podrido con la otra expedición- comento mientras me rasco la barba. -Es decir, en 1885 Gillermo Farini atravesó el desierto del Kalahari que es el destino habitual para la búsqueda de la ciudad perdida, pero hacerlo en esta selva es algo insólito y, si me lo permite señorita Jeanne, una excentricidad de millonarios que pueden permitírselo debido al riesgo inherente. 

Dirijo mi mirada a la señorita Jeanne. -No me malinterprete, creo que ya han salido muchas cosas buenas de esta expedición:  solo con mis notas he documentado lo que creo son nuevos tipos de flora, insectos y aves en esta región; Hay muy poca, o ninguna, documentación sobre los Johari lo que es una oportunidad; los mapas que estamos trazando sobre este fragmento de selva bien pueden servir a cartógrafos; sin embargo permítame dudar de la ciudad perdida.

Mientras me apoyo en el tronco de un árbol y me siento en el suelo continuo -Y digo esto porque hace que encontrar a otra expedición aquí sea rarísimo, salvo que no tengan relación alguna con la búsqueda de la ciudad o que, tal vez... ya conocían los planes de Lord Nigel. Y si es así pueden ser conocidos suyos señorita Jeanne.

El teniente Douglas tiene razón, pero por mi parte, iría directo a la aldea Johari, si esto es posible, para obtener información trascendental y además aprender de sus costumbres, ritos y forma de vida. Y evitar de esta forma encontrarnos con la otra expedición.

Por su parte el resto de la expedición se intercambian miradas rápidas y gestos nerviosos. Normalmente los negros son bastante callados, trabajan y procuran mantener las distancias entre los suyos, pero una amenaza tan cercana consigue que el dinero prometido El guía charla con ellos unos instantes y luego se dirige a Lady Jeanne.

-Debemos irnos. Demasiado cerca. Ellos inquietos. No bueno para campamento.

El valiente intento de Sir Jacob por defender la dignidad de su idea me hace sonreir por dentro. Tampoco le faltaba razón del todo. Y mientras el teniente aboga por el movimiento y la acción, las palabras del doctor son, como de costumbre ya, la voz de la sensatez y el pragmatismo. Sin embargo, tras hablar con nuestro guía, me dirijo al doctor con expresión de consternación.

-Estoy de acuerdo con usted. Yo también desearía aprender más sobre la cultura de esta tribu, y sin duda sus mitos nos ayudarían a localizar nuestro objetivo más fácilmente, pero me temo que si intentamos seguir a los Johari a su poblado vamos a tener un problema con los porteadores. Están nerviosos, quieren irse de aquí. Me temo que el Teniente Lawson está en lo cierto. Hay que moverse.

Me seco el sudor de la frente con un pañuelo. 

-Y sobre esa otra expedición... no hay nada que podamos hacer al respecto, aparte de llegar a la ciudad antes que ellos, si es que realmente es eso lo que buscan. 

La mirada se me endurece muy ligeramente al añadir:

-Esto no es el delirio de un viejo adinerado, doctor. Esa ciudad perdida existe, mi abuelo está seguro de ello. Ha pasado los últimos años de su vida estudiando, reuniendo información, la información que nos ha permitido llegar hasta aquí. Hekalu la Ahtu existe, y pienso demostrarlo.

¿En marcha, caballeros?

Vuelvo a mirar los símbolos, y paseo la mirada por los porteadores. Chasqueo la lengua y niego con la cabeza. – Llevan razón. – No me gusta admitirlo, pero si lo que ha dicho Lady Jeanne es cierto y este lugar resulta sagrado o algo así… bueno, seguramente no tenga ningún reparo en cubrirnos de flechas sin que sepamos de dónde vienen. – Sera mejor evitar en la medida de lo posible los terrenos de los Johari y continuar nuestra travesía.

- La ciudad perdida no es ningún mito Señor Douglas. Farini llego allí, y Lord Crossley es, seguramente, el mayor experto en el tema. – Digo mientras ando rodeando las señales de los indígenas. – Si existe otra expedición justo aquí, justo en este momento… dudo que sea una casualidad.

Ahueco un poco mi camisa y trato de apuntar un poco en la dirección que creo oportuna. -Prosigamos.

Es cierto que no me enrolé por la idea de encontrar la famosa ciudad perdida y de la misma manera que el doctor Mallanby dudo de su existencia real, aunque los sucesos recientes con la tribu y el conocimiento de la sospechosa expedición puede que estén cambiando mi punto de vista Sir Jacob. - Dicho esto me preparo para marchar de nuevo, ajusto mis ropas y mis armas para poder acceder a ellas de manera sencilla llegado el caso.

Les recuerdo caballeros que ahora debemos tener mas cuidado con nuestros pasos, no sabemos con exactitud lo que puede depararnos un encuentro con la otra expedición y ya conocemos a esos Johari. - Dirijo una dura mirada a nuestros negros, evaluando su frágil lealtad - Sea pues, marchemos.

Reanudáis la marcha. Con los Johari pudiendo estar tras cada árbol, los porteadores avanzan con cautela, reaccionando a cada ramita rota o ruido cercano con sobresalto. Por suerte para ellos, un fortuito evento les hace mejorar su ánimo.

Tras sortear una pequeña cuesta, descubrís que uno de los árboles gigantes ha caído, tirando un par más debido al impacto. El tronco se ha partido por dos puntos equidistantes y muestra un tono negruzco en casi toda su extensión. A su alrededor no hay vegetación, solo un suelo de cenizas que forma un claro irregular. Hay otros árboles afectados alrededor, pero la quemazón no parece haberlos matado o afectado a su integridad. Un poco más lejos veis un pequeño riachuelo.

Incluso antes de comentarlo el guía, sabéis que este sitio sería ideal para instalar el campamento. Hay espacio de sobra para instalar las tiendas y aunque solo esté a una hora de marcha desde vuestra posición previa, un breve vistazo no revela símbolos azules por ninguna parte.

Concuerdas con el guía, este es un buen sitio para montar el campamento. Mientras dejo que los porteadores limpien el lugar y monten el campamento me voy a dar una vuelta por las cercanías de nuestro nuevo enclave, con mi diestra firmemente puesta sobre el revólver. No voy a dejarme sorprender de nuevo.