Partida Rol por web

Ya va siendo hora de calentarse y cenar algo. Mientras voy a agregar algunos apuntes en mi diario e intentar hacer algún dibujo de los Johari. Mientras el campamento se monta me pongo a rebuscar entre mi bandolera personal mi cuaderno y carboncillos.

Bueno… parece que aquí ha debido caer un rayo. La tierra carbonizada podría molestar un poco, pero al menos está despejado y será adecuado para descansar. Menos trabajo para nuestros porteadores.

Paseo un poco por el lugar, dando algún que otro golpecito a la tierra, las piedras y lo que ahí, alternando entre el bastón y el zapato. Cada uno parece atareado en sus asuntos así que decido acercarme a la Señorita Crossley para consultar las notas de su abuelo, y compararlas con el mapa. Veamos cuanto tiempo tardaremos en llegar.

He estado tan absorta dando vueltas al significado de los símbolos y del lugar sagrado que hemos rodeado, que casi se me olvida el procedimiento habitual desde que empezó nuestro viaje a pie a través de la jungla. Cuando veo a Sir Jacob -el Sr. St Claire- acercarse lo recuerdo, y saco los diarios y apuntes de mi abuelo. Es importante mantener el rumbo, y comprobar a diario que vamos en la dirección correcta. 

Mientras voy andando atento a lo que pueda encontrar un repentino vuelo de pájaros me alerta, me agacho y reduzco mis movimientos para evitar emitir cualquier sonido.

Oigo unos extraños ruidos, como gruñidos y veo asomar a una decena de Johari entre la maleza, sabía que no podríamos librarnos de ellos tan fácilmente. Cuando me acerco para mostrarme y darles el alto me doy cuanta de que son mas peludos, de largos y poderosos brazos, enormes espaldas y cabezas, físicamente mas poderosos y si cabe, aún mas animalescos que los Johari. El doctor Mellanby disfrutaría de esta visión.

Uno de ellos, el mas grande se detiene y mira hacia mi posición, parece que me ha descubierto. Su poderío me paraliza, estoy empapado en sudor, aún así soy capaz de sacar el arma, pero no la levanto hacia el ser. Intento evitar cualquier movimiento brusco mientras retrocedo de espaldas hacia el campamento sin perder de vista al monstruo, espero que no decida venir a por mí, en ese caso no duraré de usar mi arma, si no me destroza antes. Debo avisar al resto de este peligro.

Intrigado por la súbita marcha de Douglas permanezco atento a sus movimiento, en lo que permite la vegetación, cuando le veo desenfundar su arma y retroceder lentamente hacia nosotros.

La adrenalina comienza acelera mi pulso, mis manos oscilan rápidamente, pero mi mente sigue clara. Anticipandome al peor de los desenlaces dejo mi bandolera en el suelo y empuño el revólver. -Che. Che.- Llamo la atención de mis compañeros mientras retrocedo despacio. -Che. Che.- Esperando que puedan verme y oírme pero sin alertar al encuentro del teniente.

En el momento en que dio un paso hacia atrás, Douglas se dio cuenta del terrible error que suponía. La tierra temblaba y saltaba en terrones por la poderosa embestida, acompañada de un rugido que secuestraba cualquier grito o súplica. Ojos negros, despiadados, que no dejarían ir a su presa hasta verla fría e inerte.

La voz queda pero tensa del doctor me hace levantar la mirada del mapa, pero es el terrible rugido que le sigue lo que me pone la piel de gallina. Un escalofrío me recorre la espalda mientras cruzo una mirada de sobresalto con Jacob, a quien tengo al lado, antes de volverme hacia donde ha venido el espantoso sonido. 

Ningún ser humano podría proferir semejante bramido. Intentando mantener la calma, miro a ver si los hombres han encendido ya el fuego del campamento. Los animales temen al fuego... Sí hay fuego, quizá consigamos ahuyentarles... 

La bestia humana, o el humano bestial, algo a medio camino que sale bramando cual perro rabioso, esta a punto de abalanzarse sobre el teniente. Hay poco tiempo para pensar y menos aun para actuar. Doy un paso para ponerme entre esta criatura y la señorita Jeanne, y me preparo para sacar el arma y disparar sobre esta… cosa. Hay que salvar a Lawson, alejarlo o matarlo, cualquiera bastara. Quizá el mero ruido baste para que ceje en su empeño por atacarnos.

La carga de esa mole animal me hace temblar hasta los huesos. Pienso en salir corriendo, pero los metros que ha recorrido en escasos segundos me hace pensar que es imposible huir, solo espero no acabar como las ramas que destroza a su paso.

Levanto el revólver y gracias a los años en el ejército logro apuntar firmemente a pesar del miedo que me recorre el cuerpo. - ¡Muere bestia! - Disparo mientras suelto un grito de rabia y espero por Dios no haber fallado.

El polvo envuelve casi por completo a Douglas. Dos golpes de los enormes puños apuntan a la cabeza y a la pierna. Entonces sucede: entrenamiento o mano de Dios, los impactos no alcanzan al ágil teniente. El brazo que sostiene el revolver recibe el roce de un colmillo, abriendo una pequeña herida que resplandece carmesí.

A la orden de Jeanne, los nativos empiezan a lanzar piedras y palos, gritando y tratando de distraer sin éxito al ser sediento de sangre humana.

Eso... ¿es un gorila? Sea lo que sea debo disparar o esa bestia acabará con el teniente Douglas. 

!Oh por las joyas de la corona! Vuelvo a apuntar y aprieto el gatillo. El sonido y la vibración del disparo a través del cañón me recorren el cuerpo juntándose en mi pecho. La bala recorre la distancia hasta que por fin impacta. Al fin algo de daño aparte del que le hace hizo el teniente. Esa criatura es demasiado grande. Tenemos que espantarla como sea.