Partida Rol por web

Lockly actuaba de forma extraña. "Ponerse a cubierto"? "Agacharse"?... A qué se refería aquel maldito traidor?

-Lockly, espero que lo que dices no sea para "escurrir el bulto".  A qué te refieres con que nos pongamos a cubierto? Sabes algo más y aún no lo has dicho?

Me parecía sentir pasos que se aproximaban pero empezaba a dudar que no fueran imaginaciones mías.
¿Pasos que se acercan?, solo falta eso. Seguramente debo estar demasiado nervioso y crea escuchar cosas.
Pero ese sonido de pasos se escuchaba cada vez más cerca, tanto que ya no cabían duda de ellos y hasta juraría que escuchaba el sonido de unos arcos al tensar.
Antes de poder decir nada el señor Lockly nos advierte del peligro y cuando lo hace me tumbo al suelo como recomendación.
Deberían hacer caso al señor Lockly, yo también he escuchado cosas y parece que estamos ante un grave peligro.
No hemos sido nada cautelosos, no me extraña que tengamos tantos problemas.

Yo le haré caso ahora, por la cuenta que me trae, que es el sobrevivir aqui  teminar con esta expedición de rescate - sonaba irónido, "expedición de rescate" - pero no puedo confiar en él despues de lo que ahora sabemos de él.

Gianna se agachó de mala gana por tener que hacer caso a Lockly, pero también porque el señor Heket aseguraba que presentía algo extraño. Como pudo comprobar, aquel sitio guardaba cosas horrorosas y no convenía hacerse la valiente en según qué circunstancias.

El súbito cambio en la expresión de Lockly me pilló por sorpresa. Había pasado de ser la viva imagen de la fanfarronería y la confianza a estar realmente asustado. Eso unido a las palabras del señor Heket, que parecía que había percibido el mismo peligro que aquel maldito traidor hizo que les hiciera caso sin mucho dudar y que me agachara y pusiera a cubierto tan rápido como me fuera posible.

Quarter sabía que había muchas tribus en la zona, gente salvaje que no entendía la vida de los no foráneos, y había percibido que habían venido a ver lo que estaba pasando.

Pero, aun estaban indecisos sobre qué hacer, eran más, estaban armados, y seguramente no tuvieran miedo de morir por el cañón de una escopeta.

Su mejor opción, invitarlos a venir y sentarse junto al fuego.

Las conclusiones, o los cazaban, o conseguían aliados, e información sobre lo que estaba pasando.

El fornido cazador se giro, y dejo el arma a un lado, luego hizo un gesto amplio con los brazos, y habla moviendo estos para acompañar sus palabras.

Venir, venir, no hace falta que os ocultéis, no somos un peligro.

Tenemos comida, comida, y fuego, venir con nosotros al fuego.

Mientras ofrecía su mejor sonrisa, a las sombras cerca de los arboles, esperaba que tuviera suerte en aquella charada. 

En cuanto la voz de Quarter dejó de oírse en medio de la oscuridad, la pálida luz de la hoguera proporcionó una visión un tanto caótica aunque aterradora. Un nuevo episodio de caos habría de cernirse sobre la expedición, un caos que debían sin duda a la trifulca acaecida entre los hombres de armas, esa pelea que por poco no acaba en una lucha sin cuartel.

Una última invitación de Quarter antes de que el primer zumbido se apercibiese. Salvajes, sin duda. Un pequeño grupo de nativos salvajes con nulo contacto con la civilización. Un grupo de salvajes que se había sentido atemorizado por una presencia extraña en sus bosques y que culminó, tras horrendos intercamibios de alaridos, en un disparo que taladró sus oídos.

Y reaccionaron con sus arcos. Las flechas volaban por todas partes. Eran auténticas hachas lanzando flechas. A fin de cuentas, un impacto certero podía suponer la diferencia entre portar alimento al clan o pasar un jornada de hambruna.

Pero esta vez no habían sacado los arcos por caza, sino por miedo. Miedo a un grupo proveniente de la civilización y que había irrumpido en su civilizado mundo de forma tan propia de salvajes.

Paradojas de la vida.

Y sálvese quien pueda.

-Que coñ...-Gloria no tuvo tiempo de acabar aquel vómito de palabras mal sonantes (para gente de la alta sociedad), frente a aquella lluvia inesperada de proyectiles primitivos.

La reacción de los miembros del grupo había sido instantánea. Unos saltaban hacia los matorrales, otros se arrodillaban, otros corrian... Gloria, simplemente, se lanzó al suelo y comenzó a arrastrarse hacia uno de los árboles. Eso le daria algo de cobertura y salvaría el pellejo durante unos minutos.

Sin saber aún como, encontró que su mano derecha había actuado instintivamente y ya tenia entre sus dedos la pistola que, esperaba, la protegería de aquel ataque.

Quarter estaba intentando calmar la situación, pero estaba claro que aquellos nativos no conocían su idioma, y en respuesta a sus palabras y gestos, flechas se lanzaron con fiereza.

Deben de estar asustados. No me gusta…

Al tiempo que su mente empezaba a buscar otra salida, su cuerpo, entrenado para ejecutar movimientos complicados cuando fuera preciso, se dejaba caer lateralmente al suelo, con tal fortuna que las no pocas flechas dirigidas a su torso y cabeza, pasaron zumbando peligrosamente sobre su coronilla.

Tengo que acabar esto, porque de otro modo, será una pura cuestión de ellos contra nosotros.

No devolváis el fuego, dejadme intentar algo.

Hablo a sus compañeros, pero sin duda, ahora mismo cualquiera lo estaría tomando por un loco. Lo cierto es que no le gustaba la idea de matar personas, y menos cuando lo único que hacían era reaccionar por instinto.

Es más, aquellos hombres valían para ellos mucho más vivos que muertos.

Todo era culpa de ese maldito bastardo de Gordon Lockly. 

Por un momento pensó que el señor Quarter sabía lo que se hacía pero de repente se irrumpió la calma y solo pudo correr apenas unos metros y tirarse al suelo pudiendo librarse por el momento de un repentino ataque de los indígenas. 

Es que no podían reaccionar de otra forma, estábamos prácticamente en sus tierras, en su casa, en su espacio. Solo cabe esperar cómo terminará esto y luego ver qué más sorpresas les prepara la selva. Quizás la expedición anterior también se toparon con ellos y están más cerca de lo que creemos o quizás.....no, no quería pensar en la otra opción, aunque fuera casi evidente.

Dudo ante el efecto de las palabras del señor Quarter, por un instante tuve esperanzas de que surtieran efecto pero el sonido de los arcos al desentensarse sugirió lo contrario.
Fantástico, solo faltaba esto hoy.
Intento dar una mirada rápida en algún lugar donde pueda esconderme mientras sigo tumbado pero no lo veo, mientras estoy mirando siento que es demasiado tarde. Noto como ua flecha sí que acierta y aprieto la boca para no gritar.
No delates tu posición, si grito estaré muerto.
Siento como un pequeño dolor y este se va acrecentando.
¿Será grave?, ¿estará enevenenada?, ¿es solo superficial y al pensar contínuamente en la herida estoy haciendo que me duela más?
Mientras sigo tumbado cojo con mis puños tierra y la aprieto fuertemente.
Piensa en otra cosa, piensa en otra cosa...¿pero en qué?

De todos los presentes solamente Heket había tenido la desgracia de toparse con una de aquellas malditas flechas. A Dios gracias la herida no tendría mayores consecuencias para su existencia ni pondría en peligro su vida pero... ¡Demonios! ¡Cómo dolía la condenada!

Al cabo de unos instantes iniciales de pavor y huída desesperada, todos habíais logrado parapetraros detrás de rocas, matorrales, petates o troncos, salvo el pobre Heket, que seguía en el suelo. Por fin estabais en una situación en la que era factible reaccionar, hacer algo, contratacar, lo que fuera.

Las palabras de Quarter le habían sonado ridículas. Tanto que no pudo evitar el proferir una sonora carcajada, incoherente en miedio de aquel caos.

-¡Vamos, vamos, estúpido! ¡Convéncelos! ¡Prueba lo que sea que quieras intentar! ¡Estoy deseando ver qué as te sacas de la manga!

Devlin había logrado arrastrarse ileso hasta el lugar en que se había escondido Quarter. Había traído su escopeta consigo. Al escuchar las palabras de Lockly, no pudo evitar el ponerse de parte de Allan.

-No creo en que exista plan milagroso alguno que logre sacarnos de esto con buenas palabras, pero si lo hay, ¡por Dios bendito, ponlo en práctica! ¡Te doy un minuto antes de descargar esta escopeta en la primera cabeza nativa que entre en mi campo de visión! ¡Hazlo bien, aunque solo sea para cerrarle el pico a ese subnormal de Lockly!

¡Heket había caído herido! ¡Maldita sea! ¡Era su expedición! ¡Ella era la doctora! ¡Era su deber preservar el bienestar de todos los que se habían embarcado en aquel proyecto!

¡Gianna, a mí! ¡Tenemos que ayudarlo! ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Ayúdame! ¡Tenemos que cargarlo una por cada hombro! ¡Señor Omar! ¿Me oye? ¡Venga hacia nosotras agazapado! ¡Vamos en su ayuda!

Y sin esperar a ver si Gianna reaccionaba o no, salió encorvada y agachada todo lo que su altísima figura se lo permitía en busca del arqueólogo.

Morgan había logrado arrastrarse como una sibilina serpiente hasta alcanzar el seto tras el que se había escondido la señorita Trace.

-¡No es la primera vez que me veo en una situación así, señorita!- le dijo, como contestación a la mirada de sorpresa de la periodista por su repentino ataque de agilidad- Pero por lo general suelen mostrarse más razonables. ¡Espero que logremos calmarlos!

Mientras esto sucedía, del bolsillo de Morgan se desprendió una especie de medallón. Trace se palpó el bolsillo derecho. ¡Era el que ella había encontrado en la expedición y que había guardado en custodia! Se ve que en algún momento aquel débil ancianito se las había apañado para recuperarlo. Junto con el bolsillo cayeron unas notas. Claro estaba que había empleado algunos momentos de paz para estudiar aquella joya. Tampoco era de extrañar. Era su trabajo, su pasión.

Pistola en mano, Trace se hallaba fuera de peligro, con el medallón a sus pies y un nativo a tiro.

Quarter había conseguido que nadie disparara a los indígenas, pero estaba claro que no iba a durar mucho. Entre otras cosas, porque si el ataque continuaba, solo podrían defender sus vidas luchando.

Le molestaron las palabras de aquel infernal Lockly, pero únicamente porque sentía que tenía razón, que era casi imposible que pudiera frenar aquella caravana de flechas que sin duda estaban cargándose frente a ellos para buscar sus órganos vitales.

Era posible incluso que alguna de aquellas flechas, o todas, estuvieran impregnadas en algún veneno local, de ranas, o serpientes, era algo muy normal en aquellas partes del globo.

El no era un héroe, solo había aceptado aquella misión, porque se le había partido el alma al ver a la joven hija buscar su propia muerte para encontrar a su desaparecido padre. Aun así, se sentía responsable de lo que había pasado.

Seguramente hubiera sido más sencillo matar a Lockly a sangre fría, así ahora…

No sabía muy bien porque, pero el cazador salió de donde estaba se puso en un sitio muy visible, y se lanzo al suelo, adoptando la posición que los indígenas usaban para orar a sus dioses, de rodillas con la cara pegada al suelo, y con los brazos extendidos.

A pesar de la falta de luz, estaba seguro de que reconocerían dicha posición y contaba con que dudaran si disparar el tiempo suficiente para que pudieran entablar relaciones amistosas.

Si no, seguramente se convertiría en el puercoespín más gracioso y heroico de todos los tiempos. 

-Pero que demonios haces, Quarter?- gritó la peridodista al ver la acción de su compañero.

Observar como aquel hombre se situaba en posición de "blanco fácil", y a modo sumiso, frente a los indígenas, sobresaltó a Gloria. Estaba buscando la muerte?

En lo que estaba convencida era en que ella no acabaría su existencia en aquel lugar. Posiblemente, su muerte estaba muy cerca según las últimas experiéncias...pero aquel no era su momento.

Dando un rápido vistazo a su alrededor, observó como Morgan se acercaba a su posición. -Póngase a cubierto, Morgan!- le recomendó. Pero lo que le llamó la atención era la aparación, de nuevo, de aquel medallón que habian encontrado al descubrir los cadáveres en aquellas ruinas, justo antes del encontronazo con el humo.

"Puede que vengan por el medallón?", pensó la mujer...

-No es el momento Morgan, pero... ha descubierto algo sobre el medallón?

La periodista apuntaba a uno de los indígenas, preparada para disparar a la más mínima señal de amenaza de muerte.