Partida Rol por web

Entonces todos estaban igual de perdidos. Si no llega a ser por el pequeño hobbit, Galanthir seguiría dando vueltas detrás de los soldados. El elfo no se inmutó. Recapacitó un instante, consciente de que estaban en un cierto apuro

- Nuestro objetivo debe ser encontrar a Leowyn. Antes de que Tuk me encontrara los soldados a los que escuché hablaban sobre una presa escapada. Sólo pude pensar en ti y en Leowyn. Y tú estás aquí. 

Cuando Galanthir habló se dio cuenta de que aportaba poco; en su cabeza las palabras habían sonado mucho mejor. 

- Y también está el tema de las campanas..

-Nuestro objetivo siempre ha sido Leowyn, - replicó Miriamele suavemente - y el que ahora haya podido escapar sólo nos beneficia. Creo que la han podido rescatar nuestros compañeros, y estarán intentando huir de la ciudad. Al menos es lo que haría yo. Pero con tanto soldado cerca...¿Cómo los encontramos? No podemos dejar que nos reconozcan, ahora menos que nunca.

Si intentan camuflarse, esto será como buscar una aguja en un pajar. Puede que se dirijan a una salida, pero también pueden haberse escondido en alguna parte, a la espera de que se calmen las cosas. Sólo espero que estén bien.

- Yo nunca dejaría que me atraparan. Antes prefiero morir luchando, a ser encarcelada, y complicar las cosas al resto. No, gracias a Varda esta noche todo ha sido tranquilo. Y, ¿qué crees que significan las campanas? ¿No es una alerta o algo así?

- Sí, supongo que las campanas avisan de la escapada de Leowyn. ¿Qué otra cosa puede ser? En la taberna oí a un aldeano decir que la última vez que se oyeron fueron para avisar del último ataque Rohirrim, hace ya muchos años - El elfo esperó a la reacción de sus compañeros- Sólo las tocan para cosas importantes.

 Verdaderamente tenían pocas ideas. 

-¿Y tan importante les parece la fuga de un solo prisionero? - O Leowyn tenía más vigilancia de lo habitual, o sus compañeros habían hecho mucho ruido intentando liberarla. - ¿Qué hacemos, nos acercamos e intentamos enterarnos de algo, o empezamos a buscarlos? El único que puede hablar a cara descubierta es Tim, y a nosotros más nos vale no llamar la atención.

O acabaremos rodeados de guardias, y esta vez ni siquiera Naidel nos podrá sacar de esta. 

- La incertidumbre me pone nervioso... y también esta casa. Salgamos, intentemos informarnos o encontrar a algunos de nuestros compañeros. De todas formas, deberíamos pasar por la fuente donde nos separamos. Tal vez Fhengel esté allí.

El elfo, cansado de esperar y dudar, decidió por todos de un solo golpe. 

-Al menos ofrece una buena protección - La noche había pasado tranquilamente, y tener algo que protegiera del viento, era un lujo del que muchas veces Miriamele no había dispuesto - Sí, será mejor que nos movamos, antes de que pase algo. Y cuando vayamos a la fuente, tendremos que estar bien alerta, creo recordar que dijisteis que parecía de alguien importante. Y si hay tantos soldados pululando por la ciudad, no creo que dejen sin vigilancia ese tipo de lugares. 

Fhengel decidió no tentar a la suerte y se alejo caminando que debo hacer? pensaba mientras volvia sus pasos hasta el edificio derruido donde había intentado pasar la noche probablemente sea uno de los elfos o incluso ella. Durante todo el camino estuvo con el oido atento por si escuchaba algo, o una pelea, o a alguien que pudiera darle algo de mas informacion.

Caminó con cuidado intentando no ser visto por más soldados, tomó precauciones cada vez que iba a cruzar una calle, mirando primero si los soldados dunlendinos todavía estaban por ahí o si iban a aparecer. Por dos ocasiones tuvo que esconderse entre las sombras para evitar ser visto.

Como pudo ver, cada vez que los soldados se cruzaban con alguien lo mandaban para su casa y continuaban buscando aquello que no sabía muy bien que era, pero que si sospechaba.

Fue entonces cuándo regresó al viejo edificio donde había pasado la noche, pero al llegar allí comprobó que había varios guardias vigilando esa zona y buscando en el edificio, con lo que intentar entrar allí sería un suicidio.

Regresaron a aquel lugar, era un pequeño jardín, con una fuente de agua y un limonero en flor, cuya copa estaba cubierta enteramente por estrellas blancas de cinco o seis puntas. El lugar seguía rebosando calma y paz. El agua de la fuente sonaba al caer sobre el estanque que había a sus pies.

La plaza estaba muy oscura, no había ninguna luz cercana que la iluminara salvo la escasa luz lunar que caía del cielo. No había ni rastro de Fhengel allí, pero parecía un sitio tranquilo donde esperar y tan bueno como cualquier otro.

―¿Qué pensáis de esperar aquí? ―sugirió el elfo. Sin ideas. « ¿Qué haremos cuando nos encontremos con Fhengel? Quizás debamos aprovechar el desconcierto para encontrar a Leowyn».

-Que este sitio rebosa de extraña calma, cuando el resto de la ciudad es un hervidero de soldados. Pero es el único sitio que tenemos en común con Fhengel, y no podemos pasear por la ciudad en este estado. 

Ágilmente, la elfa se encaramó a una rama, y se subió al árbol de un salto. Dejó las piernas colgando, mientras apoyaba su espalda en una rama que parecía capaz de soportar su liviano peso.

Con un ligero suspiro, se aseguró de que la capucha seguía tapando su rostro, y se colocó la afilada espada en el regazo.

-Además, desde aquí veremos a alguien llegar, aunque ellos nos verían llegar igualmente. Bueno, siempre podremos escapar de la ciudad si es necesario.

Mierda, por ahora estoy teniendo suerte pero eso no va a durar para siempre pensaba el dunledino. Estaba frustrado y tenia un cierto temor, no conocía la ciudad pero sabia que sus habitantes lo colgarían sin dudar si lo reconocían y eso si tenia suerte. 

Solamente le quedaba una carta por jugar, respiro profundamente un minuto para calmarse y entonces retomo el camino hacia e jardín, donde se había despedido de sus compañeros. Avanzo prestando la mayor atención no solo a que no lo descubrieran sino también a que nadie lo siguiera, el peso de perder a sus compañeros en combate y luego a Leowyn frente  los rohirrim lo tenia abrumado.

Tim miró con asombro como la elfa se subía de un salto al árbol. Seguramente a Galanthir hacer lo mismo no le costaría absolutamente nada, y la idea no era mala. Allí estarían lejos de las miradas indiscretas de la gente, y de cruzarse con algún soldado no serían vistos tampoco. Era un buen lugar para pasar desapercibidos.

Pero Timorothy colocó los brazos en jarra y miró a la elfa desde la altura que les separabas mientras esta se acomodaba en una rama. -Muy bien Miriamele, ¿pero como pretendes que suba yo hasta allí arriba sin perder el sombrero?- Y aún perdiéndolo, el hobbit sería incapaz de trepar aquella altura sin ayuda.

El elfo sonrió por dentro. Sin duda, los hobbits, y aquel en particular, tenían un gran sentido del humor incluso en las situaciones más insospechadas. 

― Yo te ayudaré a subir, pequeño Tuk ―mirándolo cortésmente. 

Para Timorothy Tuk de la Comarca, era todo un honor que un elfo se prestara a ayudarle a trepar a un árbol, para además vigilar juntos el camino. Era algo que nadie creería en casa. Sin embargo, el hobbit fingió estar ofendido por tener que ser aupado a la rama como si fuera un niño pequeño. Y refunfuño para sus adentros y se cruzó de brazos mientras Galanthir lo aupaba a la rama más cercana. La cual, el elfo con sus más de dos metros de altura no tuvo ningún problema en alcanzar después para acompañar a sus dos amigos.

Apenas llevaban una media hora subidos en el árbol cuando una patrulla pasó por la zona, y a pesar de que caminaron muy cerca del árbol, ninguno de los soldados se percató de la presencia de los viajeros allí. Los soldados hablaban entre ellos, pero lo hacían en dunael y ninguno de los tres podía entender nada.

Pocos minutos después de que los soldados se fueran, vieron pasar a Fhengel agazapado entre las sombras, pegando la espalda a la pared lo máximo que podía y mirando en todas direcciones, desde aquella elevada posición la escena incluso parecía cómica. Él tampoco se fijó en que ellos estaban sobre el árbol.

Miriamele observó con una sonrisa en los labios la escena. El pobre Tim parecía indignado, pero ver a Galanthir ofrecerse para ayudar a alguien de otra raza la sorprendió levemente. Decidió mantener el silencio, sabiendo que si comentaba algo al respecto, al elfo no le gustaría. 

Cuando pasaron los soldados, decidió sacar el arco lentamente, por si acaso venían más y lo tensó, alerta, al escuchar que alguien más venía. Cuando vieron que solo era Fhengel, suspiró aliviada, contenta de que estuviera bien, y se bajó del árbol tan ágilmente como se había subido.

Guardando el arco, para que no pensara que lo estaban apuntando, la elfa se acercó hasta su compañero de viaje.

-¡Fhengel! Me alegro de que estés bien.

Regresó aquel lugar, era un pequeño jardín, con una fuente de agua y un limonero en flor, cuya copa estaba cubierta enteramente por estrellas blancas de cinco o seis puntas. El lugar seguía rebosando calma y paz. El agua de la fuente sonaba al caer sobre el estanque que había a sus pies.

La plaza estaba muy oscura, no había ninguna luz cercana que la iluminara salvo la escasa luz lunar que caía del cielo. El lugar estaba vacío y en silencio, no había ni un alma por allí. Fhengel caminaba con la espalda pegada a la pared y mirando a todos lados con cuidado para no ser visto.

Cuándo apenas estaba a diez metros del limonero una sombra cayó de sus ramas y se alzó frente a él propinándole un susto de muerte. Por un segundo llegó a creer que le habían descubierto o que había caído en una trampa, pero la voz de la sombra le tranquilizó.

-¡Fhengel!- Exclamó una voz femenina que le resultaba muy familiar. -Me alegro de que estés bien.- Al fin pudo ver a la sombra con algo más de claridad y finalmente comprendió que era Miriamele, la elfa.

Demonios mujer! le susurro Fhengel a su compañera acaso quieres matar de un susto o que te ensarte con mi espada? la maldita es buena, muy buena las calles parecen un hormiguero, esta lleno de guardias! Sabes lo que pasa?

-Perdonadme, pero no podía correr el riesgo de que os fuerais sin vernos. Al fin y al cabo, os estábamos esperando. - La elfa señaló el árbol donde había estado subida, y donde aún permanecían Galanthir y Tim - Ha escapado una prisionera, presumiblemente se trate de nuestra compañera, y la están buscando. No íbamos a llamar la atención de los guardias sin motivo, así que decidimos esperar aquí por si aparecías, y pensar nuestro siguiente movimiento. 

Observando a su alrededor, la elfa se aseguró de que nadie había seguido al humano.

-Venid, escondámonos de nuevo mientras hablamos. 

Una sonrisa aparece en el rostro del rohirrim, una alegría desbordante hace que al menos, por un momento, algunas de  sus arrugas por la preocupación y los signos del cansancio desaparezcan. Sin pensar en que esta haciendo, sujeta de los brazos a la elfa  No sabes la alegría que me has dado!

Aun intoxicado por el buen humor de las buenas nuevas mira risueño a su compañera lamentablemente no soy un pajarito, no creo que pueda subir con ustedes y pasar desapercibido! ademas es bastante peligroso poner todos los huevos en una canasta sera mejor que tu subas de vuelta ahí, yo veré que puedo hacer!