Partida Rol por web

Los que ya no se demoran

Capítulo 3: La colina del pesar

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18/04/2023, 21:32
Ainar, hijo de Ai

Ainar estaba muy cansado, se lo veía en sus resoplidos, y hasta en su postura. Le dolía el brazo del escudo, y Alasdecuervo pesaba siendo de mango largo. Recordó palabras de su abuelo, y decidió que tenía que cambiar de táctica. Dejó caer el pesado escudo negro, y tomó su hacha de hojas negras con ambas manos. Parecía que afirmaba los pies en el suelo, y que estaba dispuesto a hacer sangrar a esas viles criaturas.

-¡Aaarrrgghh!- gritó el enano levantando su hacha por encima de su cabeza, como si fuera a talar un grueso tronco, y lo descargó sobre el orco de Mordor que venía atosigándolo. Sacó el hacha del cuerpo del orco sin revisar si había muerto o no, y aprovechando el envión, incrustó el hacha en el orco que estaba a su lado. La hoja cercenó limpiamente la cabeza del orco.

-¡Ven aquí sucia rata!- gritó con los ojos encendidos con el fuego de la forja, encarando al orco de Mordor que venía hostigando a Vanwa.

- Tiradas (1)

Notas de juego

¡Qué impresionante! Me han pegado todos los turnos... cómo vienen estos orcos. No son lo que eran... Voy a tener que pasar a otra modalidad, porque si no no llego...

Gasto 1 esperanza para Permanecer firme, y me tomo la atribución de quitar el último punto de Guerrear. Lo valió: 30 puntos a repartir en partes iguales para los orcos :D Ainar is back. Fue todo un acting para darle más epicidad XD

Posición: Defensiva (12+7 de Parada)
Daño: 7/9 con Alasdecuervo
Protección: 5d.
Aguante: 9/31
Estados: Cansado.
Esperanza: 5/9 (-1 protegiendo a Vanwa, -1 PF)
P. Comunidad (Grupo): 6/7
Pool Guerrear (Grupo): 0/7 (-1 Balbrand, -1 Vanwa, -2 Ainar, -1 Welf, -2 Ainar)

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18/04/2023, 22:56
Miriel

Despejado el peligro inminente sobre la Dama, Miriel se giró de nuevo hacia donde estaban sus compañeros mientras guardaba las hojas gemelas que habían cercenado la cabeza del trasgo. Antes había cometido el error de infravalorar a los arqueros que se ocultaban en la oscuridad que el anillo de Irimë ya no lograba disipar. La oscuridad no sería suficiente para protegerse de la flecha de la elfa que voló certera al cuello de uno de aquellos arqueros.

- Tiradas (1)
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19/04/2023, 09:02
Baldbrand

El ataque rápido y furioso de Ainar sobre los orcos inspiró a Baldbrand que, a pesar del cansancio, sacó fuerzas de flaqueza para volver a intentar herir al orco que no había podido matar hacía unos segundos.

Pero aquello estaba lejos de acabar, asi que siguió concentrando sus fuerzas en permanecer firme, como un especie de muro, para sus compañeros. En aquellos momentos, si querían una mínima oportunidad, dependían casi más de dar tiempo a los elfos para que usaran sus flechas de forma eficaz y mermaran el número de los orcos.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Sigo con Permanecer Firme y si es necesario gastar Esperanza para rematar al herido, pues se gasta.

 

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19/04/2023, 16:38
Welf Ramaverde

     Cuando vio de nuevo que había más y más enemigos delante se sintió desfallecer, cada vez que había logrado una pequeña victoria no había servido para nada y ahora las fuerzas se habían agotado. Consiguió golpear al orco pero es como si un niño hubiera usado una espada de madera atada con cordeles. Se sintió inútil y volvió a ceder un paso buscando la forma de proteger a sus compañeros que seguían lanzando flechas sin parar y aún así la marea de enemigos no disminuía.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Posición: Defensiva (12+6 de Parada)
Daño: 7
Protección: 2d.
Aguante: 17/24

Cansancio:17
Estados: Cansado
Esperanza: 8
P. Comunidad (Grupo): 6/7

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20/04/2023, 10:52
Director

Las fuerzas empezaban a fallarles y el cansancio hacía que cada vez fuera más difícil levantar el escudo y lanzar tajos con sus armas. Los dedos de Miriel y Qildor estaban castigados por las rozaduras provocadas por las cuerdas de los arcos y las flechas que lanzaban una y otra vez de modo incansable. Las propias heridas sufridas en el cuerpo les impedían llegar donde al comienzo del combate lo habían hecho sin problemas. Pero aún así, resistían. Sacaban fuerzas de flaquezas para lanzar otro golpe, para resistir otro envite, lanzar otra flecha o desviar otro golpe. Y entre tanto, cada vez que un enemigo caía otro ocupaba rápidamente su lugar. No paraban de llegar. Cuando un rayo iluminó el oscuro cielo pudieron ver fugazmente como más orcos y trasgos descendían por las laderas de las montañas para sumarse al ataque. Pronto los rodearían y sería el final. 

La armadura del padre de Vanwa empezaba a rozarle en el cuello de mala manera, pero el elfo no tenía tiempo para preocuparse por esas cosas. Había creído ver un hueco en las defensas del orco de Mordor, y allí dirigió su lanza con una precisión y una contundencia feroz. La lanza perforó la armadura de aquel engendro del Orodruin y le arrebató la vida de un solo golpe. El soldado orco que lo acompañaba no pareció muy impresionado por la terrible muerte de su compañero, y no cejó en su empeño de matar al elfo. El golpe fue muy duro, Vanwa sintió el cortante e irregular filo de la hoja curva del orco y dudó de si la armadura de su padre le habría librado también esta vez de una fea herida. 

La mirada del orco que Vanwa había matado quedó perdida y teñida por un velo blanco mientras la muerte lo consumía, pero aún tuvo un segundo para mirar al enano, que lo interpelaba directamente después de su brutal ataque. Y es que Ainar había lanzado un feroz golpe contra el orco de Mordor que él mismo enfrentaba y luego había tenido la cortesía de desprender la cabeza del cuerpo del soldado orco que lo acompañaba con un brutal hachazo. Pero aunque había terminado con la vida del segundo de sus enemigos con un solo golpe, el primero todavía aguantaba en pie pese a lo dolorido que debía sentirse, y con un gruñido atacó de nuevo al enano que logró bloquear el tajo sin mucho esfuerzo con su propia arma. 

Quien se encontraba en peor compañía era el beórnida del grupo, que enfrentaba a tres de aquellos fieros enemigos. Anteriormente había resistido sus golpes firmemente y con la contundencia con la que solo un beórnida podría hacer. Su padre estaría orgulloso de él, incluso Beorn lo vería ahora con ojos de satisfacción. Había aprendido las mejores técnicas beórnidas de combate, y las aplicaba con eficacia. El ataque que realizó Baldbrand con su pesada hacha logró abrir en canal a aquel duro enemigo con el que ya llevaba un rato entablado en combate, pero aún quedaban otros dos que no tuvieron miedo de enfrentar a aquella bestia del bosque Negro. Dos golpes fueron dirigidos a Baldbrand, uno por cada rival que enfrentaba, y por dos veces logró el beórnida desviar dichos golpes.

La situación había causado mayor desesperación en Welf, quien no pudo sobreponerse al desanimo y al cansancio al mismo tiempo. Levantó su hacha a duras penas con ambas manos y la blandió frente a sí mismo sin muchas esperanzas de darle a nadie. Incluso el orco se permitió la licencia de golpear con su escudo la cabeza del hacha para mandar el ataque al suelo con una sonrisa lobuna en la que podían apreciarse sus afilados colmillos. El orco rápidamente lanzó su espada contra el hombre del bosque y falló su ataque, pero su compañero no lo hizo. Welf tuvo que resoplar ante el impacto de la espada del orco de Mordor y agradecer que el golpe no hubiese sido peor.

Miriel volvió al arco y lanzó una flecha contra la oscuridad de la que venían los proyectiles enemigos, así como también hacia Qildor. Los ojos de los elfos eran más penetrantes incluso en aquella oscuridad, y podían vislumbrar donde se encontraban los arqueros enemigos. Y eso les sirvió a ambos para ser tan certeros. La flecha de Miriel atravesó la garganta de uno de los arqueros, y el disparo de Qildor dejó gravemente malherido a otro. Los arqueros que quedaban en pie devolvieron los proyectiles. Qildor no sufrió percance alguno, pero una flecha malintencionada impactó de nuevo a la elfa. Un duro ataque esta vez, aquellos malditos habían aprendido a lanzar sus flechas con mayor fuerza. 

Cuatro orcos más aparecieron allí donde el trasgo del que se había librado Miriel lo había hecho antes. Estaban más que decididos a ir a por la dama Irimë como fuera y para cualesquiera que fueran sus intenciones, y algo les decía que aquellos cuatro no serían los primeros en aparecer por ese lado. Tal vez en aquel mismo instante, muchos orcos más estuviesen trepando las escarpadas rocas que conducían a la minúscula colina que el grupo defendía a muerte. Dos de los orcos eran soldados y los otros dos eran de aquel tipo de Mordor que se estaba demostrando tan duro y peligroso. 

- Tiradas (10)

Notas de juego

Vanwa, ahora te toca a ti la prueba perforante, NO12. Te quita 4 puntos de Aguante más. 

Bald, te quito 1 punto de esperanza para el ataque y otro para permanecer firme. Cuidado porque te quedan 3 puntos de esperanza. 

Ainar te quito 1 punto de esperanza por permanecer firme. 

Welf, el orco de Modor, sumando su nivel de atributo te alcanza. Te quita 5 puntos de Aguante más. 

Miriel pierdes 8 puntos de Aguante. 

Miriel y Qildor, ya no podéis atacar con arco. Ahora tenéis un par cada uno. 

Puntos de comunidad 4/7, Dados extra: 0/7

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20/04/2023, 16:00
Ainar, hijo de Ai

Ainar estaba enfurecido. No sólo por la impotencia de ver que los orcos llegaban, morían, y llegaban aún más. Era una batalla perdida, pero el cabeza dura del enano no dejaría caer su hacha al suelo si podía retrasar el final suyo y de sus compañeros.

Pero el cansancio estaba haciendo mella. Mucha. Lanzó un hachazo, pero el maldito orco desvió la pesada hoja negra del hacha.

-¡Bal! ¡Acércate!- le gritó al beórnida, a quien veía rodeado de enemigos -¡Vengan a mí asquerosas criaturas!- les gritó.

No sabía a quién ayudar. Él mismo estaba muy golpeado, Vanwa había recibido cortes fuertes, Balbrand luchaba con fiereza, pero sus movimientos eran más lentos a medida que pasaba el tiempo, hasta la grácil Miriel tenía flechas clavadas. Qildor parecía impoluto, aunque no había dejado de lanzar flechas con puntería mortal.

- Tiradas (1)

Notas de juego

-1 Punto de Esperanza más para Permanecer firme.

No llego ni con Esperanza :( 

Posición: Defensiva (12+5 de Parada) (el turno anterior me olvidé de restarle el escudo)
Daño: 7/9 con Alasdecuervo
Protección: 5d.
Aguante: 9/31
Estados: Cansado.
Esperanza: 4/9 (-1 protegiendo a Vanwa, -2 PF)
P. Comunidad (Grupo): 6/7
Pool Guerrear (Grupo): 0/7 (-1 Balbrand, -1 Vanwa, -2 Ainar, -1 Welf, -2 Ainar)

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21/04/2023, 08:53
Vanwa

El elfo estaba cansado. Asqueado. No le gustaba matar y aquellas criaturas le estaban obligando a hacerlo. Eran muchas y le pesaba el brazo del arma como si fuera de plomo. Sentía las piernas entumecidas y el sudor le escocía en los ojos.

La espada dentada del orco rasgó la armadura de su padre y se llevó porciones de cuero. Por fortuna fue cuero y no su carne la que se llevaba el orco de recuerdo. A pesar de todo el golpe había sido duro, y mañana sentiría el dolor. Si es que mañana seguía vivo. Cosa imposible, visto lo visto.

La satisfacción del orco al desgarrar la armadura le permitió colar un golpe con su lanza que se hundió profundament en su enemigo.

-¡Ni un paso atrás!- Exclamó.

A buenas horas descubría que podía llegar a ser el valiente guerrero que siempre deseó su padre.

 

- Tiradas (2)

Notas de juego

Más justo no puede ser lo de la herida...

Posición: Defensiva (12+7 de Parada) 
Daño: 5 y posible herida a 14
Protección: 2d.
Aguante: 8/26
Estados: Cansado.
Esperanza: 8/12 
P. Comunidad (Grupo): 4/7
Pool Guerrear (Grupo): 0/7 

Gasto 1 de esperanza si no le acierto con el 14 pelao.

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21/04/2023, 10:36
Baldbrand

Cuando Baldbrand derrotó a otro de aquellos orcos, lanzó un grito feroz. Otra de aquellas apestosas criaturas menos que hacer daño a gente inocente. El cuerpo le pesaba, sus brazos y piernas parecían entumecidos, pero el sabor de la Venganza sabía bien. Se había jurado a si mismo erradicar a aquellas viles criaturas de la faz de la tierra y no podía tener mejor ocasión.

Ante el grito de Ainar, el beórnida acertó a moverse para cerrar el círculo sobre la dama. Ya ni siquiera los elfos podían disparar. Estaban prácticamente en un círculo defensivo en el que dentro se encontraba la dama elfa. Ya no pensaba si merecía la pena salvarla o no. Ver los cadáveres de los orcos a su alrededor era más que suficiente.

-¡¡Ni uno!! -gritó de forma cómplice ante el arranque de Vanwa que estaba demostrando valentía y agallas. Él no iba a ser menos y su hacha volvió a trazar un arco letal sobre otro de los orcos de Mordor que estaban frente a él.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Cuidado porque te quedan 3 puntos de esperanza. 

Pues gasto otro más para Permanecer firme. Mi filosofía con este tipo de mecánicas es que hay que aprovecharlas mientras se puede. Los pjs muertos no pueden usar nada :-P. 

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21/04/2023, 20:06
Welf Ramaverde

     Oyó el grito de Vanwa y le hubiera encantado hacerle caso pero estaba siendo superado por los ataques de dos orcos que en otras circunstancias hubieran sido duros rivales y en su estado actual eran más que un cierto peligro para su vida. Por suerte para el hombre del bosque la forma de combatir de estos seres era predecible, no vigilaban la defensa y tras retroceder dos pasos vio abierta la guardia del más grande de sus rivales y antes de que pudiera recuperar la posición coló el filo de su hacha entre las piezas de su armadura haciéndole un feo y profundo corte en el costado que rápidamente empezó a borbotear sangre oscura y espesa.

 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Gran Exito! 11 de daño!

 


Posición: Defensiva (12+6 de Parada)
Daño: 7
Protección: 2d.
Aguante: 12/24

Cansancio:17
Estados: Cansado
Esperanza: 8
P. Comunidad (Grupo): 6/7

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21/04/2023, 21:10
Qildor Qinorin

Quildor no dejó que aquel arquero trasgo tuviese tiempo de recuperarse de su primera flecha y decidió obsequiarle con otro proyectil, asegurándose de que no volviese a moverse nunca más.

¡Resistid! —bramó.

No podía dejar que los ánimos decayesen aunque cada vez viesen el horizonte más oscuro.

- Tiradas (1)
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22/04/2023, 09:29
Miriel

Miriel rodó por el suelo, esta vez sí para evitar que la flecha se le clavara tan profundamente. Había sido un disparo excepcionalmente certero por parte de aquel trasgo. Tan solo sus reflejos excepcionales de elfa le habían permitido resistir lo peor del golpe.

No obstante, no era sin un coste. Ahora se sentía mareada, un poco desorientada. Veía acercarse a ella a dos orcos más dispuestos a rodearlos. No había nada más que pudieran hacer, salvo llevarse con ellos tantos orcos como pudieran antes de caer. ¿Marcaría eso una diferencia? No lo creía, pero asentó firmemente los pies en el suelo, preparándose para defenderse lo mejor posible mientras recuperaba el sentido.

 

EDIT:

Los ataques llegaron de uno y otro. A penas lograba esquivarlos mientras recuperaba el resuello. En un giro a un lado para apartarse del hacha del orco de Mordor vio un hueco en sus defensas que aprovechó para lanzarse a fondo con la espada hundiéndola en su carne sintiendo como la sangre oscura como la noche que los rodeaba le salpicaba la cara.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Ruedo con el golpe para reducir el daño de 8 a 4 para evitar entrar en Cansancio. De hecho, comprueba cuanto daño me hizo porque creo que sacó dos 6s ¿por lo que sumaría su Atributo dos veces? Lo digo porque creo que habrían sido 12 de daño en vez de 8, que ahora dividiría a 6.

Al no poder cambiar de posición ni poder seguir en Retaguardia, imagino que pasaré a posición Defensiva que es el mismo NO.

No sé si Rodando con el Golpe puedo Permenecer Firme. Si es posible, gastaría un Punto de Comunidad para hacerlo.

EDIT: Gasto 1 Punto de Comunidad para acertar el golpe al Orco de Mordor. Gasto 1 Punto de Esperanza para Permanecer Firme.

 

Aguante: 9 (¿11?)/25
Cansancio: 11/12
Esperanza: 5/11
P. Comunidad (Grupo): 3/7
Pool Guerrear (Grupo): 0/7

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23/04/2023, 13:23
Director

Incluso Ainar empezaba a sentir el peso del combate en sus brazos. Alzó su hacha a duras penas y la descargó contra el orco pero fue demasiado lento y el orco ya no se encontraba en el lugar al que el enano había dirigido el golpe. No pudo rectificar a tiempo y el hacha impactó contra el suelo haciendo saltar chispas en la roca. El mal movimiento del enano no quedó sin ser aprovechado por el enemigo quien logró encontrar un hueco en la férrea defensa de Ainar. 

Justo al lado del enano, el elfo se recuperaba del golpe recibido. Sentía el dolor allí donde el arma dentada del orco había desgarrado la armadura de su padre, pero Vanwa sabía que la calidad del cuero élfico le había librado de una herida letal. Tal vez al día siguiente luciera un feo moretón que le impediría agacharse, pero al menos no tenía que lamentarse de algo peor. Seguía vivo para resistir, al menos unos minutos más. Y sacando fuerzas que le sorprendieron incluso a él mismo, dirigió su lanza al corazón negro de la criatura pero la armadura de la criatura logró salvarle la vida. Aún así el golpe dejó al soldado orco dolorido, y cuando contraatacó lo hizo sin demasiada precisión, fallando su ataque.

El golpe de Vanwa fue lo suficientemente inspirador para que Baldbrand se sumara al grito de guerra del elfo y lanzara un peligroso tajo que provocó que el filo del arma silbara al cortar el aire que separaba a ambos rivales. El gran hacha del beórnida trazó un perfecto semicírculo y atravesó el tronco del orco de lado a lado. El otro orco de Mordor se lanzó al ataque contra el beórnida, quien supo mantenerlo a raya perfectamente aprovechando la longitud de su gran hacha. 

También Welf se vio inspirado por el elfo y logró encontrar el hueco entre las lamas de la armadura del orco encajando allí su hacha. La sangre negra brotaba de la herida y el orco gruño dolorido, pero aquellas criaturas de Mordor eran más duras de lo habitual, y logró resistir con vida el devastador golpe. Sosteniendo con una mano la herida, el orco lanzó la espada contra Welf en contraataque y falló miserablemente. La espada del otro orco pasó cerca de la cabeza de Welf cuando éste se alejaba del primer enemigo, y estuvo a punto de alcanzarle peligrosamente, aunque por fortuna no llegó a hacerlo. 

Qildor lanzó un tajo de su espada contra uno de los enemigos que se aproximaban por la retaguardia del grupo sin demasiado éxito. El mismo que tuvieron los orcos al atacar al noldo, quien interpuso su escudo y su espada para detener todos los ataques que recibió. Una flecha pasó zumbando cerca del oído de Qildor, para recordarles que los arqueros trasgos todavía seguían allí.

Miriel rodó con la flecha que había recibido clavada y se libró de ella con un movimiento seco. Dolía, pero todavía podía seguir en pie. Desenvainó la espada de nuevo y dirigió un tajo contra uno de los enemigos, quien sin problema alguno lo pudo esquivar. Los enemigos lanzaron sus ataques y Miriel logró esquivarlos fintando y moviéndose por la resbaladiza roca. 

Más soldados orcos, tragos y orcos de Mordor alcanzaron en ese momento la cima de la colina. La proporción de enemigos que debían enfrentar ahora era imposible. Algunos venían armados con lanzas para poder golpearles desde atrás mientras sus compañeros entablaban combate cuerpo a cuerpo con los héroes. Incluso el capitán de los orcos se sumaba al asalto. Ahora sí, era el final. La luz de Irimë se desvaneció y la elfa cayó desmayada por el intenso esfuerzo. La oscuridad sumió por completo la colina, dándoles una ventaja aún mayor a los orcos. Toda esperanza se había perdido y apenas quedaba un paso para la derrota, lo máximo que podían hacer era arrastrar con ellos a la muerte a algunos orcos más. Entonces un fuerte viento se levantó. Era un aire fresco que procedía de lo alto, muy distinto a la brisa tormentosa que llevaba azotándoles desde el comienzo del combate. Escucharon el batido de unas alas enormes y vieron como los orcos retrocedían aterrorizados cuando una bandada de aves gigantescas descendieron sobre ellos desde lo alto. Unas garras gigantescas se cerraron en torno al cuerpo de Irimë y la auparon al cielo. Más garras cayeron sobre el resto de la compañía, pero no eran garras enemigas que pretendían hacerles daño, sino que los tomaron con cuidado y los alzaron por los aires. Las águilas acudían milagrosamente a su rescate, tal vez hubieran visto la luz del anillo de Irimë y la interpretaran como una petición de auxilio. Otras águilas tomaron a varios de los orcos y los dejaron caer al vacío o sobre las escarpadas rocas que había abajo. El capitán orco rugió de nuevo para reagrupar a sus tropas. 

—¡Poneos de pie y luchad, gusanos! ¡Son sólo vacas con plumas! —el propio capitán echó mano de un enorme arco negro y lanzó una flecha a una de las águilas que despegaban con uno de los últimos miembros de la compañía, un disparo certero que logró herirla en el pecho. El águila no cayó, pero su vuelo se vio ralentizado. 

Aferrados por aquellas gigantescas garras volaron sobre las Montañas Nubladas. El vuelo sería aterrador si pudieran ver algo, pero en la oscuridad y con las negras nubes de la tormenta, todo lo que percibían era el sonido del viento, la lluvia, y el batido de las alas de las águilas. Un familiar graznido se escuchó cerca del águila que transportaba a Ainar, allí estaba Munin volando junto a los enormes pájaros, como si también hubiese tenido algo que ver en el inesperado rescate.

- Tiradas (14)

Notas de juego

Lanzo espada por Qildor. 

Ainar, con 12 el orco te alcanza al sumar su valor de Atributo. Pierdes 5 de Aguante. 

Miriel, el arquero te alcanza. 6 puntos de daño. 

Puntos de comunidad 4/7, Dados extra: 0/7

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24/04/2023, 01:26
Miriel

Miriel notaba como se le iba la fuerza con cada nuevo golpe. Tenía la rodilla hincada en el suelo, la lluvia resbalando por la cara de la cabeza gacha casi resignada a su final, pero aún tratando de recomponerse para un nuevo ataque con lo que estaba destinado a ser su último aliento.

Entonces las garras la envuelven alejándola de aquella muerte. Casi deja ir sus espadas al sentir como tiraban de ella. Con gran esfuerzo logra guardarlas en sus fundas antes de dejarse desvanecer. Cuando vuelve a abrir los ojos no sabe si han pasado unos meros segundos o minutos, pero los orcos comienzan a ser lejanos puntitos en el suelo. Se siente segura, pero su instinto le pide no desfallecer. Así mientras surcan los vuelos se esfuerza en mantenerse despierta, pero si aquel viaje se prolongaría más de unos minutos era muy probable que acabase cediendo al cansancio de su cuerpo dolorido.

Notas de juego

Aguante: 5/25
Cansancio: 11/12
Esperanza: 5/11
P. Comunidad (Grupo): 4/7
Pool Guerrear (Grupo): 0/7

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24/04/2023, 10:54
Vanwa

Vanwa estaba envalentonado, dispuesto a morir matando, cuando unas enormes zarpas lo elevaron del suelo, y se sintió como un niño al que separan de una pelea. Aún se enfureció más cuando el capitán enemigo lanzó una flecha contra aquellas magníficas criaturas. Habría deseado estar allí abajo y partirle su dura cabezota negra con una piedra hasta quedar como un pudding mal cuajado. Enarboló su lanza, lanzando al capitán improperios en su élfico natal, que sin duda le sonarían a melosas palabras, si lo comparaba con la áspera lengua orca.

Por fortuna, a medida que se fueron alejando cielo arriba, se serenó y entendió el gusto de Ainar por la violencia. Sin duda era liberadora y, paradojicamente, la muerte le hacía sentirse vivo. El hecho de seguir vivo le daba una alegría renovada. Lanzó, entonces un grito de júbilo al cielo.

- Ah! Munin, maldito bribón. Vamos a nombrarte capitán de esta compañía!- Le dijo, tras lo cual, acarició la áspera pata que lo sujetaba y se dejó mecer por el viento. Había escuchado historias de las Grandes Águilas y sabía que eran nobles aunque extrañas criaturas. Un poco como Beorn, pero más bellas.

Buscó con la vista si estaban todos. Que nadie se hubiera quedado atrás. Sí, creyó completar las cuentas, así que se permitió apoyar la cabeza en la plumífera extremidad que lo trasnportaba y sonreir como un niño.

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24/04/2023, 12:12
Welf Ramaverde

Epa! fue el único grito que pudo sacar de su boca Welf cuando se sintió elevar por el cielo como un cervatillo. Primero pensó que el Enemigo había traído algunas de sus viles criaturas para acabar con ellos pero pronto se dio cuenta de su error y a pesar del dolor de sentir sus brazos atrapados no pudo más que sentirse eternamente agradecido.

Había oído historias de las Grandes Aves señoras de los cielos al este del Anduin y que en el pasado ayudaban a los necesitados igual que acababan con el ganado que osaba entrar en sus inmensos dominios. Lo último que había escuchado era su participación en la gran batalla de Lago, más allá de las lindes del Bosque Negro. Y ahora él estaba a su cuidado. Confiaba en estos seres... no le quedaba más remedio. Su muerte sería tan sencilla como abrir sus garras, por si acaso buscó la forma de aferrarse a las plumosas patas por si había algún descuido o un estornudo inoportuno.

Buscó a Miriel con la mirada, había estado a su espalda durante el combate y muchas flechas había volado hacia su posición con malas intenciones.

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24/04/2023, 15:49
Ainar, hijo de Ai

La última vez que se había sentido desfallecer había sido en la Batalla de los Cinco Ejércitos. Recordó por un fugaz momento ver a su padre a su derecha y a su abuelo a la izquierda, protegiéndolo luego de que tuviera un embate difícil contra dos orcos. En ese momento se había tenido que sacar el yelmo, y soltado el escudo. Había sentido fuego en sus pulmones, mientras los gritos y quejidos retumbaban en sus oídos. Había logrado recuperar el aliento con la arenga que le hizo su abuelo mientras su padre los protegía a ambos con su martillo de guerra.

Pero en la batalla que se desarrollaba en las Montañas Nubladas no estaban ni su abuelo ni su padre. Tenía grandes compañeros, pero cada uno estaba haciendo lo que podía con los restos de fuerza que tenían. Sabía que no duraría mucho más. El sol no llegaría para ellos, pero el enano seguiría luchando hasta que ni su daga pudiera levantar.

De pronto, la oscuridad los engulló. Era el final. Pero de pronto, el sonido de aleteos gigantes llegaron a sus oídos. Por puro reflejo rodó al sentir unas garras que lo querían cazar, y levantando el escudo en el movimiento lo interpuso hacia lo que viiniera del cielo. Pero lo que vio le trajo el recuerdo de la Batalla de los Cinco Ejércitos.

Las Águilas. No pudo resistirse, y no quiso tampoco, al fuerte agarre de un águila que lo alzó por su escudo primero y luego de un breve pero aterrador momento en que para afianzar el agarre lo soltó y Ainar sintió un breve momento de flotar en el aire. Estaban salvados.

Munin se acercó a él flanqueando a las majestuosas águilas. El enano rió sonoramente, y lloró. Su amigo lo había salvado, y por lo que podía ver, a todos. En ese momento no pensó en que probablemente nadie vería sus lágrimas, o sí, no lo sabía. Pero lloró de alivio y alegría y orgullo. Habían dado batalla, habían ganado por más que habían perdido el combate. Y Munin había traído los refuerzos.

Había escuchado a sus compañeros enanos de Erebor que era mejor ser llevado y no mirar hacia abajo, por lo que se centró en apreciar a las demás aves, mirar el cielo, y no centrarse en el rápido movimiento del suelo debajo de ellos. No era tarea fácil para un enano...

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25/04/2023, 10:41
Baldbrand

Baldbrand mostró su rostro más feroz hacia su siguiente enemigo al ver que otro orco más sembraba el suelo con sus restos. Parecía en una especie de "trance" o "locura" en el que ya había decidido que moriría allí, en aquel lugar junto a sus compañeros llevándose cuantos pudiera de aquellos monstruos, a pesar de que su cuerpo le gritaba que no podía más, pero aquella marea negra era como un río desbordado. No podrían más que esperar a que les arrastrara.

Entonces ocurrió.

Aquel aire extraño... el batir de alas, los gritos de miedo de los orcos. El beórnida se quedó algo confuso y miró hacia arriba para ver llegar a las enormes aves que se cernían sobre ellos. Inconscientemente apretó las manos sobre el gran hacha de su padre... pero entonces, algo en su cabeza le hizo rememorar las historias que le contaba su progenitor: el pueblo de las Águilas.

Siempre había pensado en ellas como algo mítico... quizá como los propios elfos que no conocería hasta más tarde pero ¡eran reales! Y lo más importante ¡venían a ayudarles!

Cuando una de aquellas benignas criaturas le tomó con sus enormes garras, Baldbrand aún estaba presa del estupor, la confusión y lo abrupto que había sido todo. En un instante había decidido morir matando orcos, al siguiente instante estaba surcando los cielos y alejándose de aquella batalla junto a sus compañeros.

El grito de Vanwa pareció devolverle al presente y fue consciente entonces de que el Cuervo del enano parecía el responsable de aquella hazaña.

Una parte de él quería haber muerto luchando pero otra estaba muy agradecida por la sensación, no sólo de volar, sino de salvar la vida un día más y de que sus compañeros y la dama estuvieran con él, asi que, finalmente gritó alegremente para dar vida a aquel segundo sentimiento enterrando al primero. Incluso tras bramar como un oso contento, se permitió soltar una enorme risotada.

Era muy extraño, puesto que Baldbrand el "Adusto" normalmente no solía siquiera sonreir, asi que verle así, liberado y casi feliz como un niño era algo realmente extraño.

-¡Ahí os quedáis malditas bestias! -volvió a gritar hacia los orcos que ya estaban muy lejos de forma festiva y casi burlona.

Mientras sujetaba el hacha con una mano, palmeó suavemente con la otra la garra del Águila que le sujetaba.

-Gracias. Habéis venido en el mejor de los momentos. -dijo dejándose llevar por aquel sentimiento tan libre y vehemente que le inundaba.

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26/04/2023, 10:57
Director

¡Oye, muchachote! —dijo el águila que transportaba al eufórico Baldbrand—. Deja de moverte o te me vas a escurrir de las garras. ¡Cómo si no pesaras ya poco!

La sorpresa inicial de los miembros del grupo al ser rescatados por las águilas había dado paso a un sentimiento de alegría y euforia por haber logrado salir con vida de una situación en la que estaban condenados a muerte. Gritaron, sonrieron, soltaron carcajadas, lloraron de felicidad y hasta gritaron a los orcos desde las alturas agitando las armas y los puños e incluso Vanwa lanzó improperios en élfico que jamás habían escuchado antes. 

Si quieres te lo cambio —dijo el águila que llevaba a Ainar—. Éste además de ser un aficionado a los banquetes va acorazado como un erizo de metal. ¿Eh, no había una armadura más pesada en las montañas de los enanos?

Los comentarios sarcásticos de las águilas ni siquiera les ofendieron, les habían salvado la vida, incluso hasta les hicieron gracia. Y ver a Munin allí les provocó una alegría inmensa, el cuervo ya había demostrado su gran utilidad otras veces, pero ahora les estaba salvando la vida. Las águilas lograron escapar de la granizada de flechas que lanzaron los orcos y se perdieron en la noche, pero no todo era alegría. El águila que cargaba a Welf volaba más baja que el resto debido a la herida que le había causado el capitán orco, y a cada batida de ala que daban sus compañeras se iba quedando más y mas atrás. Welf podía ver la flecha negra clavada en su pecho y se preguntaba si no terminarían cayendo ambos al abismo, pero de momento resistía como buenamente podía. 

Miriel luchaba contra sí misma para mantenerse despierta, el cansancio y los golpes de la batalla la habían dejado exhausta. Por fortuna, el vuelo fue tan corto como estimulante. Transportados por aquellas nobles criaturas que surcaban los cielos a gran velocidad, atravesaron las Montañas Nubladas en cuestión de minutos, llegando hasta las cimas más altas, donde las águilas tenían sus nidos. 

Notas de juego

Cambiamos de escena: Invitados de las águilas.