Partida Rol por web

Se quedó en el sitio mirando con curiosidad a la garduña, era un animal de lo más extraño, pero no parecía peligroso. Hola…emmm soy Alicia. La niña no tenía nada más que añadir a lo que había dicho Guillermo, el grandullón se había explicado bien. Ahora solo tenía una duda: ¿cuando uno se presenta a un animal hay que darle la mano, darle dos besos o no se hace nada de eso? La niña prefirió quedarse con la duda antes de hacer el ridículo preguntando.

Los niños caminaban con paso lento pero seguro, y con la linterna iluminando el camino que creían llevaba a la cueva. Afortunadamente ambos niños tenían buena memoria y el sendero era fácil de seguir. Llevaban andando media hora cuando de pronto sonaron unos extraños ruidos. Parecía una flauta tocada con gran maestría, pero no se veía a nadie cerca que la estuviese tocando.

Huevos, huevos...Mamá, quieren darnos huevos. 
Al poco rato media docena de comadrejas aparecieron rápidamente y, al igual que su compañera olfatearon a los niños en busca de algún alimento. 
Estaos quietos. Son humanos... tenéis que tener cuidado. Una anciana comadreja apareció cojeando de la pata derecha trasera y los miró despectivamente. Cachorros humanos perdidos. ¿Así qué os han picado los gusanos del ojáncano? Os está bien empleado por lo que hacéis al bosque.  No sé por qué ella quiere ayudaros....pero decidme ¿Porqué tendriamos que hacerlo nosotras, cachorro?

Cuando salieron todas aquellas comadrejas Lucía volvió a esconderse detrás de Guillermo.

- ¿En el bosque? Yo no he hecho nada en el bosque, vivo en la ciudad... ¿qué le pasa al bosque?

Todo esto lo dijo detrás de la espalda del gordito.

- Porque... porque sois buenas.

Lo dijo poniendo el mismo puchero que con su padre muchas veces funcionaba.

Contrariado, Guillermo tardó unos segundos en responder a la jefa de la expedición, entre otras cosas porque no sabía muy bien como referirse a ella:

- Señora....errr.... nosotros no le hemos hecho nada al bosque. Como ya ha dicho somos cachorros y ni siquiera somos de aquí, de donde vengo no hay bosques como estos. Somos buenos, sólo nos bañábamos sin molestar a nadie y ahora estamos así, sin comida ni nada.

Guillermo estuvo a punto de ponerse a gimotear al acabar la frase y supo que era el momento de parar. No quería dar muestras de debilidad ante las chicas.

¿Oyes eso? -dijo Uzo parándose en seco-. Suena como si, como si... -intentaba hacer algun tipo de comparación, pero entre el nerviosismo y la expectación nada le salía de la boquita-. Es como uno de esos que van por las calles con su perro, y llevan los "piojos" esos que lleva castillo mientras tocan una flautilla... ¿o sera un monstruo de este bosque? ¿Vamos a ver? -le dije a Panes-.

Siiii- dijo Panes asintiendo con la cabeza.- Suena exactamente igual.

Por supuesto.- contestó mientras ya avanzaba hacia el lugar del que venía el sonido de la flauta. Total, ya habían sido envenenados, así que la cosa solo podía ir a mejor y además, todo el mundo sabía que los músicos eran buenas personas. Exactamente igual que el famoso flautista que limpió una ciudad de asquerosas ratas.

La niña miro a los animalillos, iba a acariciar a uno de ellos pero se contuvo y espero, puede que se lo tomaran a mal y la arañaran. Cuando salió abuela garduña la niña escucho con atención. No tirar basura. Repitió mentalmente. Solo espero que a Guillermo no se le hubiera ocurriera tirar al suelo el envoltorio de los bollicados.

Luego se unió al coro de respuesta de sus compañeros, yo tampoco le he hecho nada al bosque… ¿La garduña se referiría a eso que los mayores llamaban contaminación? Cuando voy de excursión con mis padres lo dejo todo exactamente igual….

¿Porqué tendriamos que hacerlo nosotras, cachorro?

La pregunta de la abuela garduña era bastante peligrosa, si respondían mal esta podía no ayudarles, pero la mente infantil de Alicia no le dio mucha mas importancia a la pregunta. Debería de ayudarnos porque usted es sabia y buena, y nosotros somos estúpidos cachorros humanos que no sabemos que hacemos. Luego la niña titubeo un poco. Si nos ayuda después nosotros podríamos ayudarle.

Son simpáticos, venga. Nos encargaremos de que no ensucien... y de que no pisoteen  ni rompan los árboles nuevos. Venga... Una de las garduñas más jóvenes saltaba alrededor de los niños y miraba a la garduña mayor con ojos suplicantes y vivarachos. Para ojos humanos parecía un niño que estuviese pidiendo a sus padres tener un perro. Finalmente la garduña que parecía la jefa lanzo un pequño bufido mientras se frotaba el hocico. Vale... vale...haced lo que queráis. Pero tened cuidado. 

Tu, pelo-oso dijo a Alicia arrugando el hocico. Buscáis los huevos de Basilisco. No sé si lo sabéis pero los basiliscos no pueden mirarse en un espejo. Así que evitarán los ríos y lagos ya que pueden reflejar sus ojos, especialmente en noches de luna llena como esta. Esta montaña tiene tres ríos, ningún basilisco estaría tan loco de vivir aquí... salvo uno. El viejo Urnuk...  
Hace años vivía aquí con Gennhi, otro basilisco. No era ni hembra ni macho, pues los basiliscos no tienen esas diferencias, igual que no se encariñan con nadie. Gennhi y Urnuk en cambio, eran amigos. Les gustaba desolar todos los nidos y madrigueras y beber la sangre de los cachorros de lobo o ciervo que esperaban a sus padres. Un día Gennhi tuvo la osadía de tratar de matar a mi padre... pero no había contado con mi abuela. Nosotras, las garduñas y nuestras hermanas las comadrejas somos capaces de mirar al basilisco y nuestra saliva puede matarlos, si los mordemos suficientes veces. Y eso hizo.
El basilisco murió y mi clan tuvo alimento para unos cuantos días, hasta que los buitres encontraron su cuerpo y dieron cuenta del resto. Aquel día pareció que Urnuk acumulase la maldad de su compañero caído, y comenzó a ser aún más cruel y despiadado que antes. Tan cruel era que, la Anjana que vive en esta cueva le lanzó una maldición. Pero la magia de las Anjanas no es infinita, como habéis comprobado y, aunque consiguió gracias a su hechizo  que el Basilisco se debilitase tuvo un efecto rebote que hizo que una vez cada once años el basilisco pusiese media docena de huevos.
Los animales sellaron un pacto por el cual nos comprometimos a buscar y romper los huevos, pues son tan peligrosos como los huevos originales. Hasta hoy lo hemos logrado, así que es posible que ya estén destruidos... aunque no lo creo, las noticias nos hubiesen llegado.

Mi consejo por tanto es que busquéis en lugares secos y que estén lejos de ríos y que ignoréis la música del musgoso, pues seguramente os intente llevar al río para protegeros del basilisco. Quizás en alguna cueva, o en algún macizo de arbustos....

Con un pequeño esfuerzo los niños consiguieron situar el sonido de la música y descubrieron con asombro que venía del lugar de donde habían venido. La música los guiaba de nuevo al río... alejándolos de la cueva de la Anjana, que ya estaba cerca. De pronto la música se hizo mas suave, como si estuviese esperando a que los niños tomasen una decisión.

¡Panes! -le susurró el jovencito Uzo pegándole un codazo-. ¡Saben que estamos aquí! ¡Han parado de tocar casi del todo!

Entonces miró hacia delante, como intentando discernir si era batman o Platero quien pudiera estar tras alguna roca, árbol o matorral aguardando con una flauta. Dio unos pasos hacia delante y habló en alto.

No... No dejes de tocar, ¡es muy bonita esa música! Somos... -dudó un poco en admitirlo...- somos dos niños perdidos, ¿quién anda ahí tocando? ¡Ayudadnos!

Panes asintió a las palabras de Uzo sobre que sabían que estaban allí. Durante unos segundos había pensado en ir con el músico, pero cuando descubrió que la música venía de la dirección contraria a la deberían ir aquello no terminó de gustarle. Y en cuanto observó que su compañero avanzaba un par de pasos cambió de opinión con la enorme facilidad que solo un niño puede tener y le cogió por el brazo para que lo mirara mientras que con la cabeza dijo un no rotundo.

La anjana parecía buena. Fue muy amable y atenta.- susurró.- Deberíamos continuar hasta su cueva.

Lucía escuchó con suma atención la historia, aunque muchas cosas que decía la vieja garduña no las entendía del todo. No pudo evitar estremecerse ante ciertas partes del relato y, a medida que éste avanzaba, más difícil veía la misión que tenían encomendada si es que querían salvar la vida.

- Pero... pero el monte es muy grande y es de noche. ¿Cómo vamos a poder ver los huevos? Es muy difícil.

Volvió a hipar cuando comprendió que no tendrían tiempo suficiente para encontrar los huevos.

- ¿El mus-musgoso? Me suena.

Lucía se quedó unos segundos pensando hasta que se dio cuenta que había oído hablar del Musgoso a alguno de los monitores o quizás ¿lo había leído en algún libro?

- Sé que el Musgoso es bueno y que toca la flauta o silba para ayudar a la gente, a los pastores y a los excursionistas que se pierden. Entonces... Si oímos una flauta o a alguien silbando no le hacemos caso. Pero... Y si le explicamos lo que pasa ¿no nos ayudaría?

¿Ese? Ese no habla con nadie, ojos-de-buho... Ni con los animales. Es un tipo rarisimo. Mmmm aunque bien pensado...quizás pueda decir a algún murciélago que le avise para que no toque el silbo, o para que busque también los huevos y os guié hacia ellos si los encuentra.

La niña escucho con curiosidad a la garduña,  el animalillo parecía decir cosa que guardaban bastante relación con la historia que había contado Enrique en el campamento. No puede estar cerca de ríos… menudo bichejo, seguro que huele fatal porque nunca se lava.

¿Y no habría alguien que nos ayudara a encontrar el nido? Como a dicho a todos nos interesa encontrar esos huevos.  Por ejemplo el señor murciélago podría buscar rápidamente el nido desde el aire. Propuso la niña después de oír mencionar al animal que había sido  protagonista de buena parte del día.

- Sí, que alguien nos ayude porque es que ni siquiera sabemos como son los huevos, ¿qué pinta tienen? Yo sólo conozco los de gallina y codorniz y avestruz de un documental. ¿Y qué debemos hacer con ellos cuando los encontremos?

Guillermo tenía muchas preguntas y poco tiempo, al menos se sentía reconfortado al pensar que las criaturas del bosque se aliaban junto a ellos. Y todo gracias a la Anjana, habria que hacerle un regalo o algo cuando todo acabara.

Lucio se asomó pero nada aparecía ante la luz de su linterna. Nada salvo las sombras de los árboles que formaban figuras grotescas y que, acompañadas por el fuerte cantar de los grillos daban un aire escabroso al paisaje. Lo más curioso de todo es que cuando la flauta comenzó a sonar de nuevo -otra vez desde el río- no se vio ninguna figura que pudiese producirlo.

Esto no me gusta.- susurró panes. En el camino hacia el río era donde les habían envenenado y ahora esa música les incitaba a volver.

Por si fuera poco escuchar una música que nadie producía los árboles parecían haber cambiado y parecían mucho más tétricos y siniestros a la luz de la linterna de Uzo que lo que lo habían sido por la tarde a la luz del sol.

Sentía el miedo de Panes. Y no era porque él mismo, el pequeño Uzo, teníalo también, y quizá en cantidad mayor...

No... no hay nadie..., sino que algo hay en el rio... ¡Vamonos! -instó Uzo con la voz temblorosa-, ahora querría llegar con nuestros compañeros cuanto antes... ¡Corre Panes! ¡Corre!

Y empezó a trotar, por la dirección que iba.

Bueno, no os prometo nada, no os creáis que es fácil. Claro que los murciélagos buscarán. Y las ardillas, y los ratones. Todos buscamos. Pero si lo que pretendéis es quedaros aquí sin buscar—la comadreja arrugó el hocico enfadada. Parecía que la molestaba que la encargasen todo el trabajo a ella y a los animales. Buscar alguna cueva. Nosotras buscaremos por debajo de la tierra y los murciélagos desde el aire.