Partida Rol por web

Me lanzó por los aires segundos después de ti.- le contesto al dominico, parecía había corrido mi misma suerte en el aterrizaje pues no mostraba rasgo alguno de herida.- En ese momento, los demás corrián hacia el dolmen siguiendo las ordenes de Ekaitz

Si mi orientación marinera no me falla, deben estar por allí- dije señalando la dirección desde la que pensaba que había llegado volando.- ¡Vamos!

Mientras algo atemorizados y desorientados, Yosef y Aingeru corrieron por la guía del primero y ensos momentos... ¡¡PAFFF!! Yosef chocó contra alguien. Hubo un forcejeo y algunos jadeos por el tremendo susto (recordemos que estamos en mitad de un bosque tenebroso y lleno de bruma), pero rápidamente, unos se reconocieron a los otros: ¡Era Justo! La casualidad quiso volver a encontrarlos, y antes de tener tiempo siquiera de comentar qué había pasado realmente y qué le había acontecido a cada uno con pelos y señales, lograron acercarse al linde del bosque que daba al claro:

Mientras el Padre de Oleti, Juana, Pol y un inconsciente Gorka se encontraban ya junto al Dólmen, Ekáitz parecía estar luchando con su mente contra los dos tipos hirientes. Los tres parecían estar sumado en una lucha sin espadas, sin escudos, sin hachas e incluso sin piedras: parecía como si sus mentes compitieran entre sí, empujando al otro. Los tres tenían sus dedos en sus sienes y apretaban, desde la distancia, contra el otro.

Pol estaba agazapado en el umbral del dolmen y se tapaba la cabeza, muy asustado por lo que estaba aconteciendo, y cuando el lugar quedó inundado por el fulgor, se cubrió los ojos. Aquellos tipos le parecían dioses mitológicos en mitad de una batalla apoteósica. Le parecía estar soñando, pero si en verdad lo estaba, nunca había tenido un sueño tan vívido. Miró de reojo a Alex y Juana, como queriendo con ello reafirmar que aquello era real, aunque apenas los podía ver ahora, cegado por la energía que emanaba de aquellos que se hacían llamar gentiles.

Al ver la escena me detengo, aquellos brujos se encontraban luchando de algún modo unos contra los otros. De seguro no ayudaría a los dos que se enfrentaban a Ekaitz pero ayudarle a este último tampoco era algo que creía fuera una buena elección. Lo mejor sería que los 3 se mataran mutuamente y se presentaran al fin ante la justicia del señor.

Busco al líder de los gentiles y miro al suelo en busca de más cuerpos además del de Gorka.

Aün sin decidirme por ayudar a ninguno de los 3 hechiceros corro hacia Gorka para intentar hacerle recuperar la consciencia. En aquellos momentos Gorka necesitaba un médico, alguien conocedor del cuerpo humano que pudiera hacer lo necesario. Sangrarle quizás. Sin embargo es el señor quien cura y no la mano del hombre por lo que me agacho junto a Gorka y comienzo a rezar por él pidiendo al altísimo que realice un milagro y le devuelva la consciencia.

Todos vísteis a Aingeru salir de entre la espesura de los árboles, corriendo por el claro y avanzando tras la posición de Ekaitz. Iba hacia Gorka, aunque éste estaba ya en el Dólmen del centro. Allí aguardaban tabién Juana, Pol y el padre Alex. El único que se encontraba en el suelo era uno de los tres asaltantes (ahora mismo hay dos luchando contra Ekaitz).

-¡Aingeru! -gritó Pol, tratando de llamar su atención, lo cual era difícil con todo aquel estruendo de piedras y rayos-. ¡Aquí!

Pol se había atrevido a alzar la voz al ver que Ekaitz estaba en lo cierto: bajo el dolmen no corrían peligro. El monje, al contrario que él, había sido muy valiente, y sentía que debía reparar de alguna forma su cobardía, sobre todo ahora que se sentía más seguro.

Aingeru salió de la espesura para correr en dirección al Dolmen donde se encontraba Gorka aún inconsciente. Había que ayudarle, pero mis conocimientos de medicina no superaban el remendar heridas y aplicar algún ungüento y junto a él ya se hallaba el de Labastida, un auténtico médico.

Por otro lado, Ekatiz fue quien nos pidió que nos colocáramos bajo el Dolmen. Precisamente el hombre a quien ya decidí no volver a hacer caso nunca más.

Desde mi posición en los lindes del bosque observé el combate. Los hechiceros debían dejar de pisar la faz de la tierra, pues erán abobinaciones a los ojos de Yawhe. Y no lo decía yo, así estaba escrito en los textos sagrados¹.

Pero, como bien me habían demostrado, eran demasiado poderosos para mí. Debía esperar a que la lucha entre ellos los debilitara.

Justo vio como Aingeru salio corriendo hacia el dolme, pero también observo como Yosef se quedaba impasible esperando... no muy bien lo que. Yooosef debemos huir esto es muy peligroso y ni siquiera tu dios puede salvarte. Vamos sigueme.

Justo intento empujar a Yosef esperando una reacción por parte del judio.

El sacerdote me empuja intentando que me mueva.

¿Huir a donde?- le pregunto - ¿Hacia el dolmen como quiere Ekaitz? Te recuerdo que tanto vuestro Dios como el mio prohiben el trato con brujos. - Mientras hablaba con él no dejaba de mirar el claro donde los hechiceros luchaban entre si.

¿O alejándonos de ellos e internándonos en el bosque?. ¿Dejarías que esos monstruos sigan con vida? Yo no pienso hacerlo- Tal vez Yawhe no fuera a salverme otra vez, pero no me habría liberado de la muerte si mi destino no incluyera algo más que salir corriendo de aquel lugar.- Huye tú si quieres.

La llamada de Pol hace que gire la cabeza para mirarle, aquel se suponía que era un hombre de medicina, alguien que se debía a ayudar a los heridos y enfermos y sin embargo allí estaba de pie sin hacer nada mientras que Gorka yacía inconsciente.

- Has por una vez en tu vida lo que corresponde a un buen cristiano y haz buen uso de tu profesión! Este hombre necesita ayuda y la merece más que cualquiera de ustedes! - le grito sin dejar de correr.

Una vez junto a Gorka me agacho y comienzo a rezar al altísimo, pidiendo ayuda por Gorka.

Avergonzado por haber olvidado a Gorka en medio de todo aquel barullo, Pol se arrodilló de inmediato junto al monje y, asistido por sus rezos, echó mano del instrumental médico que guardaba en el zurrón y trató de hacer volver en sí al banderizo.

Pol de Labastida comenzó a sacar su instrumental médico, y quién le diría que tendría que practicar un diagnóstico en medio de un bosque, junto a unas piedras mal colocadas y siendo asaltados por alguien más peligroso que una docena de hombres en batimento... El médico pudo comprobar finalmente que Gorka respiraba, aunque aún no había despertado. Tenía en su cabeza una herida no muy profunda, pero la suficiente y provocada por una de las piedras en suspesión como para abatir su enorme cuerpo entero.

Tras colocarle unas vendas y algo de líquido natural lo dejó descansar, en breves despertaría seguramente. Claro que, habría de ser revisada tal herida en los días posteriores.

Juana hizo lo único que se le ocurrió, se arrodilló y rezó con fervor, pidiendo a dios qeu su pobre entendimiento le hubiese llevado a tomar la decisión adecuada, y que la perdonase en caso de haber sido confundida por las tretas del maligno.

Alex asistía atónito a algo sólo oído en cuentos de vieja. Aquellos seres prodigiosos se enfrentaban entre sí como escena culminante de aquel viaje extraño y lleno de milagros. Como diría su tío, eran hechos ni propios del cielo ni del infierno, sino algo intermedio. De niño nunca había comprendido aquellas palabras hasta ese preciso instante.

Se aferró a lo que sí conocía: su cruz bendita. Apoyó su mano en los pies del pobre Gorka, aquel buen hombre que tantos buenos servicios les había prestado y rogó por su alma y por la de todos ellos, incluido el joven al que habían acompañado. En esos momentos era irrelevante la condición de Ekaitz, tan sólo estaba claro que dependía de él la suerte de todo el grupo. Toda criatura de aquella tierra era obra del amor del Señor, y si aquel joven no era fruto del Maligno, cosa de lo que estaba seguro, el buen Dios aún podía acogerle en sus manos misericordiosas y ayudarle, y con él, a todos ellos.

En esos momento Justo estaba contra la pared, en verdad Yosef tenia razón Dios también castigaba ese tipo de blasfemia, pero no sabia que podia hacer en esos momentos así que Justo se quedo paralizado unos segundos esperando algún tipo de luz por parte de Dios. Esa luz no vino pero tenía que hacerlo por su fiel amigo muerto y por los de la parroquia. Justo se quedo apoyando a Yosef.  Esta bien, hijo. Apoyare esta justa pelea!

Justo aguarda con Yosef, tampoco ve claro hacer caso a Ekaitz. Suficiente nos han mentido ya con esto. Prefiero ponerme a la sombra del judio.

Justo aguardo pacientemente a que el combate acabara para tomar una decisión