Partida Rol por web

Santo universo!

La parte positiva era que Johanna ya no se tenía que preocupar por las borderías que fueran a decirle después de las miradas que le habían dedicado; Anzak ya se iba a llevar toda su atención con sus preguntitas y actuación como si tuviera el control de la situación. No creía que fuera a colar con los tipos. Suspiró mentalmente. ¿No había dicho Wal’burgg algo de que hacer preguntas a según que personas era malo para la salud? ¿No había dicho algo también de que si fallábamos nos matarían y a él le quemarían el negocio? Negarnos a estas alturas probablemente lo tomarían como fallar… Solo quedaba mantener el tipo confiando en que se limiten a hacerse los chulitos con Anzak y no quieran explicarle las cosas de una manera más expeditiva.

Uno de los matones echó un vistazo a la radiobaliza que Anzak continuaba llevando en la mano. Encogiéndose de hombros se limitó a decir.

-Equipo de laboratorio delicado para los barracones de las minas de sal. No se os ocurra abrirlo o la arena estropeará el material. En el ordenador del vehículo están las coordenadas de entrega. Son aproximadamente unas tres horas de viaje ¿Peligros? Aparte del sol y de perderte en el desierto aquí no hay nada que pueda matarte.

Los otros dos rieron la broma de su jefe.

-Cuando lleguéis preguntad por el doctor Waldorf. Está esperando la entrega.

Sin más que decir, el trío se marchó charlando de trivialidades entre risas.

Raynan siguió con la mirada a los tipos con expresión pensativa. Cuando por fin se hubieron marchado se acercó al vehículo y comenzó a echarle un vistazo a todo lo que pudo mientras comentaba:

-Esos tipos, como los que vimos pegando a gente en el bazar, son hombres de Ferrek, el pez gordo de esta charca. Creía que nuestro querido amigo Wal'burgg estaba a buenas con él pero... no sé, empiezo a pensar que igual la ha cagado o algo... ¡Anda mira! -dijo de pronto al ver una pieza bastante vieja- hacía tiempo que no veía algo así... Estooo... lo que quiero decir -continuó sin dejar de seguir su inspección- es que nos hemos metido en un buen lío. Ferrek tiene mucha, mucha influencia en este lugar, incluyendo a los políticos e incluso al Imperio. Puede hacer que nuestra vida sea muy miserable... o corta. -elevó los hombros y sonrió de forma algo forzada- Pero bueno, supongo que este pequeño trabajo saldrá a las mil maravillas ¿verdad? Lo que me recuerda que, aparte de cerciorarme de que este trasto esté bien, poco más voy a poder hacer en la misión. Bueno, puedo contaros algún chiste en el camino, pero igual no os hacen gracia. ¿Me dais tiempo para revisarlo a fondo?

Johanna se quedó boquiabierta al ver como daban una respuesta en lugar de castigarle las costillas a Anzek o algo por el estilo. Se los quedó mirando porque le parecía evidente que había gato encerrado. ¿Si no había posibles complicaciones y era tan inocente lo que transportaban porque encargarle el trabajo a un tercero y no hacerlo ellos mismos? Por no hablar de que tipo de laboratorio podrían tener montado en las minas…

- Échale un vistazo rápido si quieres – contestó a Ray – pero cuanto antes nos pongamos en marcha, antes volveremos y nos podremos largar de este planeta. – comentó esperando a que el muchacho diera su visto bueno para subirse al camión.

- Quizás simplemente se haya retrasado con algún pago – contesto a sus elucubraciones sobre Wal’burgg.

Klee relajó un poco su postura cuando vio que aquellos esbirros del tal Ferrek se alejaban sin más. Aquel encargo olía mal, pero por su segundo llegó a pensar firmemente que la presencia de Johanna haría que estallase todo por los aires. Al parecer, a los matones les pareció una presa sexual fácil. A ojos del rodiano le resultaba repugnante la mera consideración del apareamiento entre mamíferos y aún así, se llevó las manos al cinto por si la cosa se ponía fea y había que desenfundar el arma con presteza.

Bien pensado, ante aquella situación en la que parecían poseer todas las cartas perdedoras, resultaba inocente pensar que las cosas se acabarían torciendo por el calentón de unos mindundis y aún así, hasta que el piloto no vio como estos se alejaban definitivamente que no se quedó del todo tranquilo.

Mientras Raynan revisaba que el transporte no tuviera ninguna peculiaridad a destacar que los dejase con el culo al aire en mitad de la faena, Klee se sentó ágilmente en el asiento del conductor.

—Nuestra vida ya es miserable...  —respondió Klee para sí a la premisa del mecánico. —En cuanto a lo de corta... veamos qué nos depara el futuro. Por lo pronto, si no sabes disparar quédate a mi lado. Lo mismo te tengo que pasar el control de este cacharro si nos asaltan. Por cierto y, por si a alguien le interesa mi opinión... aunque sé que no... si estos contenedores llevan suministros de laboratorio yo soy un wookie. ¿No os resulta curioso que nos digan que el transporte contiene algo trivial y va a un sitio dónde en efecto lo esperan sin que haya ningún posible obstáculo de por medio, pero nadie quiere hacer la entrega por sí mismo? Habrá que tener los ojos bien abiertos y no fiarnos de nadie. Pero en este caso estoy de acuerdo con que lo mejor es no preguntar. Hacer la entrega rápidamente y evitar complicaciones. Ya serán ellas las que vengan a nosotros solitas sin que tengamos que buscarlas.

- Suscribo lo dicho por Klee. Algo aquí no encaja, pero no tenemos muchas más opciones. No es que haya otros sitios cerca donde podamos ir a comparar precios para conseguir el chip 5 ese, ¿verdad, Raynan?

Mientras seguía revisando el vehículo, Raynan escuchó al resto. Parecían asumir bastante bien la situación...

-Eso es porque deben estar acostumbrados a este tipo de cosas... lo cual es ¿bueno? -se dijo a si mismo el joven intentando ser positivo y no querer salir corriendo ya.

-Ok, me pondré a tu lado, normalmente nadie dispara al tipo que te arregla las cosas... claro que también es verdad que no me dedico a este tipo de "trabajos" y si alguien nos ataca estando aqui metidos, no creo que mi cara bonita les diga "eh! Este tipo es un mecánico estupendo, perdonadle la vida y tal". -hizo una pausa, parecía que aquellas palabras chistosas se las decía más asi mismo que a los demás- Y no, no conozco un mejor sitio donde encontrar ese chip, la verdad. En este lugar hay lo que hay. No se, igual si nuestra relación prospera y esto se convierte en algo rutinario, lo mismo tengo que recibir algunas clases por parte de alguno de vosotros. Y por si sirve de algo, estoy bastante de acuerdo contigo en que todo lo que rodea este asunto está más grasiento que un estofado de Bantha hecho por Jawas. Ojalá pudiera daros más datos, pero no se mucho de esa mina de sal o de ese tal Waldorf... -comentó- Ya no me queda mucho para terminar de revisar todo esto...

Raynan examina el vehículo y parece satisfecho, así que Klee toma los mandos del transporte y el resto se acomoda como puede en la cabina. El motor tose un poco al principio pero luego se pone en marcha sin problemas.

El trayecto a través del desierto es monótono y aburrido. No hay nada que ver excepto dunas arenosas y alguna montaña ocasional. El grupo ni siquiera se cruza con algún caravanero o viajero entre pueblos. Les da la sensación de encontrarse solos en el planeta.

El grupo apenas habla durante el viaje. Ni siquiera Johanna que lleva un rato ensimismada en sus pensamientos...

Desde que el transporte se puso en marcha, no dejas de tener la impresión de que algo va terriblemente mal. Aprovechando el tono monocorde del motor y la inmutabilidad del paisaje, te concentras tal y como te enseñaron tus maestros en sentir la fuerza viva alrededor. De inmediato sientes una perturbación en la Fuerza. Detectas sentimientos de negatividad y tristeza ¿De dónde provenían? No podían ser tus compañeros... ¿Entonces? ¿Venía acaso de los contenedores que transportabais?

Klee arrancó el motor dispuesto para marcharse. Raynan había dado el "ok" y parecía satisfecho, aunque algo le rondaba la cabeza. Justo cuando hubieron abandonado la ciudad en dirección a la mina de sal comentó rompiendo el silencio:

-Ehm... como os he hecho entender, todo parece bien.... aunque hay algo "raro". Han desplazado algunos elementos quizá para crear algún tipo de "espacio". No parecía nada que nos fuera a hacer saltar por los aires, pero llevo un rato pensando e igual es un compartimento oculto o algo -elevó los hombros- Antes de que digais nada, para saber exactamente qué era, hubiera necesitado un taller y unas cuantas horas... y no parece que tengamos nada de eso ¿no?

Carraspeó.

-En fin... ¿Hacéis esto muy a menudo? Quiero decir... lo de ponerse al servicio de un mafioso local para hacerle recados y tal...

Johanna apenas había oído de lejos las palabras de Raynan. Si las hubiera oído y no hubiera estado en otras cosas habría correspondido a su sarcasmo con algo de buen humor y positivismo, pero…

- Para. ¡Para! – gritó a Klee dando palmadas fuertes en la parte posterior del asiento del conductor para llamar su atención. Sus ojos parecían estar a punto del llanto – Algo va muy mal. – miró a Anzak – Mierda, Anzak, ¿tenías que llevar razón esta vez? – parecía reprochárselo como si fuera culpa suya, pero era evidente que era un torpe intento de desahogar la angustia que sentía – Ahí detrás hay alguien vivo con sentimientos. – explicó escuetamente – Estamos transportando una persona.

-Ya la has oído Klee, para -ordenó Anzak. El vehículo se detuvo en medio del desierto. No se oía más que el silbido del viento levantando la arena y los chasquidos del metal caliente al volver a enfriarse. Todos miraban a Johanna que se encontraba presa de la angustia.

-¿Qué es lo que has dicho? -preguntó el capitán.

El joven mecánico se quedó algo sorprendido cuando Johanna comenzó a gritar al rodiano que parara de forma tan alarmante. Una vez el tipo de malas pulgas lo hizo, Raynan se quedó escuchando sabiendo que el oído no era su sentido más aguzado.

Su ceja derecha se arqueó.

-Oye... ¿cómo sabes que llevamos a alguien vivo ahí detrás? Sólo oigo el viento del desierto... y poco más. ¿Sugieres que el compartimento ese es para llevar gente viva? -comentó de la forma más tranquilo- digo yo que alguien encerrado, estaría pataleando de angustia. No creo que tenga más espacio que en un ataud. -sólo de imaginárselo, se puso algo nervioso.

Luego miró al piloto rodiano de malas pulgas y al capitán para ver su opinión.

Klee no hizo el más mínimo caso a la prerrogativa de Johanna. ¿Cuál era el maldito problema con llevar a alguien ahí metido en ese maldito zulo? Les habían dicho que lo más prudente era hacer la entrega y no armar revuelo, ¿por qué ahora andaban jodiendo con escrúpulos sin sentido? Si ahí había alguien o era un sujeto de un experimento o alguien tan estúpido como para contravenir a los matones oficiales de aquel espacio puerto y luego dejarse atrapar por ellos. Probablemente se lo merecía. Tanto así, que el rodiano ni siquiera giró la cabeza hacia donde estaba la chica preguntándose cómo podía estar tan segura. —Ni que fuera una maldita jedi de esas con los sables de colorcitos chillones...

Hasta que tuvo que llegar el bueno de Anzak... el valiente y aguerrido Capitán a salvar el día. Le ordenó que parase y Klee, no sin antes proferir un largo y sonoro suspiro de hartazgo, acabó por obedecer.

—Fantástico... una idea estupenda eso de pararnos para hacer justo lo contrario de lo que nos han pedido que hagamos. Ah... y no olvidemos que estamos en mitad de la nada, ergo este es el lugar ideal para una emboscada. No podemos ser más estúpidos, en serio.

Sin mucho más, el piloto se bajó del asiento del conductor y desenfundó el blaster pesado. Los ojos miraban aquí y allá. Probablemente una nube de polvo revelaría la llegada de alguien así que habría que estar atento. Se acercó al lugar dónde se suponía que debía de estar ese supuesto compartimento y, sin más miramientos, propinó una sonora patada a la chapa.

—¿Hay alguien en casa? —chilló con tono de burla.