Partida Rol por web

- No... yo... - Parece que va a intentar justificar su respuesta, pues no cree que el Lado Luminoso sea un error, sino asociar el Lado Luminoso puramente a seguir un codigo... fallido. En el ultimo momento decide callarse y escuchar. - Tienes razon. - Se limita a responder  a la necesidad de un plan, descanso y reflexion, y puede que un poco a lo otro. - Han sido dias agotadores.

Llevandose la mano  a la sien, se la masajea levemente mientras mira al suelo.
- Los dos hombres de antes alertaran a otros como ellos... o directamente a Repub... digo el Imperio. - Alzando por un momento la cabeza, mira con rostro entre preocupado, cansado y triste al caballero jedi - Creo que o nos damos prisa... o nos tendremos que hacer olvidar aqui mismo. Esta todo mal, Dain... todo mal.

El hombre asintió con tristeza al comentario de la muchacha. Después señaló con el dedo un catre que tenía preparado con algunas mantas mullidas.

-Es mejor que lo uses tú. Yo dormiré en ese rincón.

Se sentó en el suelo, en la cómoda postura seiza que usaban los caballeros para meditar.

-Ante todo tenemos que salir de este mundo. Esos hombres ya saben quién eres y probablemente haya otros buscándote ¿Tenías algún plan? ¿Algún sitio al que ir? ¿Tu maestra no te dio ninguna indicación?

- Nada de nada. - Advierte mientras se sienta en aquel intento de catre con las piernas cruzadas, en otra postura meditativa tratando de calmarse pues aún tiene el susto dentro del cuerpo... y el tema no ayuda a relajarse. - Solo quería abandonar este sitio sin llamar la atención. Tanteaba las aguas para ver hacia donde fluían... pero no vi nada en claro. Al arriesgarme se revolvió todo y ahora estarán alerta. Abandonar este sitio es... casi suicida. Pero quedarme potencialmente será igual o peor.

-No importa, no pasa nada. Ya nos las arreglaremos. Buenas noches.

Vâshanâ se arrebujó en el catre, consciente de lo cansada que estaba intentó descansar. Sin embargo el sueño no llegaba. Pensaba en que, hacía tan sólo unos días, tenía un trabajo por malo que fuera, un lugar donde quedarse y sensación de seguridad. Ahora, todo eso había desaparecido de un plumazo y se imponía la realidad: era una fugitiva y siempre lo sería. Aquellos dones con los que había nacido y de los que se enorgullecía, ahora eran una carga mortal. Esa era la vida que le esperaba ahora. El de una fugitiva imperial.

Durante los siguientes dos días, la joven no salió del aquel bunker. Dain se encargaba de traer comida e incluso se aventuró a ir a la pequeña habitación de Vâshanâ a traerle sus cosas. También llegó con malas noticias: había gente vigilando su antiguo lugar de trabajo y su hostal. No le habían hecho daño a nadie aún, pero probablemente la paciencia se les acabaría pronto y empezarían a hacer preguntas... a su modo.

-Nos iremos hoy -dijo Dain-. He hablado con el capitán de un carguero que nos sacará del planeta sin hacer preguntas. Nos dirigimos al sistema Jiroch, dentro del corredor Corelliano. Allí hay algo que quiero investigar...

Incomoda, con dolores de espalda y malestar generalizado. La muchacha se las pasa mas tiempo meditando para taimar sus instintos que siendo persona o haciendo por hacer vida.

La situacion no tiene una salida aparente y por mas que hace por sondear futuribles con la imaginacion de su mente, para su desgracia no llega a nada convincente o conveniente. Al menos, por el momento.

Las nuevas que trae Dain le oprimen el pecho mas de lo que quisiera admitir. Aquellos que le dieron trabajo y cobijo se habian portado bien con ella y le duele en el alma que algo les pudiera ocurrir. Por suerte para todos, al haber sido reservada potencialmente les permitira estar a salvo... o eso quiere creer.

La informacion de que iban a trasladarse a Jiroch a manos de un individuo de moral cuestionable, pues no va a hacer preguntas, es recibida con absoluta suspicacia. Esas actitudes solo favorecen a los delincuentes aunque... a ojos de la Republica. No... Republica no. A los ojos del Imperio, ella solo era una criminal mas.

Sin tener valor de contradecir al superviviente caballero jedi, pues al menos habia aportado una solucion y una critica a estas alturas aportaria poco o nada,  prefiere preguntar por aquello que le inquieta.

- Se que deberia alegrarme de que podamos salir de aqui... pero no puedo. - Tras emitir un profundo suspiro, doblar las piernas las abraza pegandolas contra el pecho. Momentos despues, pregunta a su manera. - Si hay algo que te inquieta del sistema Jiroch... estaria bien que me comentaras de que se trata.

-Verás, no es nada... pero podría ser importante. No sé si lo conoces, pero el sistema Jiroch está en el Anillo Medio de la galaxia. En uno de los tres mundos que componen el sistema hay unas ruinas que datan de los primeros tiempos de los Jedi. Estoy seguro de que si más de los nuestros han sobrevivido, irán hacia allí. Tenemos que intentarlo nosotros también.

Levantando la mirada del suelo muy lentamente, la muchacha acaba mirando a los ojos del caballero jedi con una mezcla entre frialdad y tristeza.

- Y es justo ahi donde el cazador quiere a su presa. - En referencia a Darth Vader. - Basta con que hayan leido los registros, hayan sonsacado la informacion o que sigan con exito a uno de los supervivientes...  para condenar al resto a una inmisericorde muerte. - Tras una pausa minima, le sigue un suspiro y la siguiente afirmacion pesada y dolorsa. - Sin saberlo nosotros podriamos ser esos supervivientes.

-Es verdad, podría ser una trampa. Pero también una oportunidad -manifestó el Jedi con pesar-. De todas formas, si tienes mejores sugerencias estoy dispuesto a escucharlas.

- Hacernos olvidar lejos de las garras del Imperio. - Afirma sin ningún género de duda. - Trabajar donde sea en lo que sea. Con no pasar hambre ni pasar demasiadas penurias podríamos darnos por contentos... - Tras una pausa mínima, añade. - O ir al sistema Jiroch, asomarnos al planeta y salir de ahí con otros supervivientes nada más lleguemos... para acabar haciéndonos olvidar lejos de las garras del Imperio.

No podría decirse que Vâshanâ esté exactamente hundida, pero moralmente no está ni estará en su mejor momento en mucho tiempo. Lo poco que ganó de paz y tranquilidad lo perdió por querer abarcar más de lo que debía... y ha aprendido la lección.

-Entiendo por lo que has pasado. Y tu deseo de olvidar todo esto lo más pronto posible -asintió el Jedi, comprensivo-. No quiero obligarte a hacer nada que tú no quieras. Yo voy a ir a Jiroch, pero podemos dejarte en cualquier otra parte si lo consideras oportuno.

- Vamos a Jiroch. - Sentencia, forzada por la curiosidad de las ruinas pese a las reservas que tiene.. Pero a la minima sospecha de que algo no anda bien, nos largamos. - Mira entonces al caballero Jedi. - Concuerdo conque debemos ayudar a los necesitados... pero ahora mismo si alguien necesita ayuda, somos nosotros. Y los muertos ayudar ayudan... con su ejemplo, pero por lo demas ayudan poco.

Decidido entonces, al día siguiente antes de que saliera el sol, los dos Jedis abandonaron su escondrijo y se dirigieron al puerto espacial. A tan tempranas horas de la mañana ya reinaba el habitual bullicio asociado a estos lugares. Dain encontró al hombre que buscaba: el capitán de un carguero comercial que viajaba por la vía corelliana. Hubo un intercambio de dinero y palabras en voz baja. Relucientes créditos del Imperio y algunos más de la Antigua República cambiaron de manos. El capitán frunció el ceño pero aún así aceptó el dinero de curso no legal. Todavía había algunas casas de cambio en Corellia que aceptaban moneda de la República.

Así que Vâshanâ se encontró a bordo de un ruidoso y viejo carguero, abandonando el planeta donde había muerto su maestra. A medida que la bola blanca se alejaba en el espacio, también lo hacía algo en el interior de la joven. El sentimiento de pérdida siempre le acompañaría, pero ahora el hueco dejado por su mentora era sustituido por algo más terrible: ¿venganza? ¿odio? Sólo el tiempo lo diría.

Una semana más tarde de tedioso viaje, los dos Jedis vieron por la ventana de observación el planeta Jiroch. Una esfera de verdosa jungla con océanos y trazos blancos de contornos nubosos. La nave descendió sobre un valle cerca de una cordillera montañosa y les dejó allí. El capitán prometió que regresaría a este mismo punto dentro de dos semanas exactas. Cuando terminara su ruta.

La nave volvió a despegar. Una suave lluvia comenzó a caer haciendo que se pusieran las capuchas de las túnicas. Había bastante humedad en el ambiente y no se veía a ningún ser vivo.

Había pasado otra semana "apresada" ya no en un zulo en un planeta, si no en algo más grande como una nave. Un zulo espacial a efectos prácticos. Dedicando el demasiado tiempo que tenía y los mil temores que le carcomían la cabeza y la habían alejado del sendero de la templanza, la meditación se convertía en su mejor aliada y el fluir de la fuerza su único consuelo y esperanza, pues en su fuero interno entendía que absolutamente todo a corto-medio plazo... iría mal.

Las pocas veces que sale al espacio más compartido de la nave, aprovechaba para interrogar en alguna ocasión a Dein o al capitán, sobre el destino, el sistema, hábitat y demás cosas de interés que pudiera recavar al respecto.

Una vez en el planeta, con una sensación confusa sacudiéndola continuamente, acaricia con suavidad el sable láser de su maestra en un amargo gesto de querer encontrar aquella estabilidad que le ha desaparecido... y que no termina de econtrar.

Mirando al caballero Jedi, finalmente pregunta.
- ¿Siguiente paso?