Partida Rol por web

No tardé mucho en ponerme la odiosa bata blanca. Si García me viese con ella ni me reconocería y es que me negaba a usarla en el hospital y ahora andaba pidiendo una. Lo que se hacía por un completo desconocido que realmente no me importaba nada, pero que cada vez me parecía más interesante que estuviese allí.

- ¿Cueva del Vampiro? Bonito nombre. Pero eso de que "no son de los nuestros", mi paciente no era un zombi y espero que siga sin serlo. - Le dije al doctor antes de seguirle aquel angosto lugar.

Estaba acostumbrado a ver cirugías de todo tipo, hacía yo mismo taladros en la cabeza e incluso autopsias... pero aquello, aquello no tenía nombre. Sentí como mis tripas se revolvían queriendo sacar la cerveza bebida durante el partido y la celebración del mismo y conseguí contenerme a duras penas.

No quería mirar aquella cámara de los horrores y aún así allí estaba, mirando con detalle cada crueldad que les hacían a los zombis. Ahora entendía la manifestación. Una cosa era investigarles, médicamente hablando y otra aquello. Ni las torturas de la Edad Media realizadas por la Santa Inquisición a los infieles y a las brujas llegaban a estos extremos. Cuerpos mutilados que aún tenían vida propia, los cuales quizás no sintiesen nada ya ni tuviesen capacidad de pensar, pero que aún vivían.

Y en ese momento fue cuando de alguna manera sentí que tenía algo de conciencia o quizás fuese mi egoísmo el que me llevase a pensar en pelear contra aquello, pues si acababa siendo uno de ellos, ya sabía cual sería mi destino.

- Parece que no escatiman en gastos ni en detalles. ¿También tienen un dedo de un pie conectado a una de esas cosas? - Pregunté tratando de disimular aquel malestar inicial a ver aquel infierno... y bajo la mesa, "la novia" de Fraud, quien no tardó en delatarla y tratarla de sacar de su escondite.

- Sigue así, Fraude y jode toda la tapadera... - Pensé para mí viéndome ya colgado como un jamón y conectado en una de esas máquinas por estar allí abajo sin permiso, aunque técnicamente nos llevaron ellos mismos sin comprobar nada... y sin poder volver a tirarme a una rubia como la de antes... o una morena, o una pelirroja... o unas gemelas como el mes pasado... no, quería quedarme allí, eso lo tenía claro.

—¿Qué hacéis? Se suponía que esto era distracción, no un jodido asalto. Abel toma, yo no quiero saber nada, ahí te quedas.

Se acercó a una de las cámaras, que se acercó bien a la cara para qué captará un buen primer plano. —Yo no he venido para esto, este tío me ha engañado. Se llama Abel, si tenéis preguntas ahí lo tenéis, él es quien manda.

Dejando a Abel con la prensa, Bruno se escabulló y recogió algo de ropa que la gente había tirado por el suelo. Con ella se cubrió hasta la cara. Dejando solo libre los ojos y la nariz. No quería que lo reconocieran, tras eso entró al edificio siguiendo a los más agresivos.

En apenas una fracción de segundo los manifestantes humanos habían puesto todo patas arriba, y no tardaron en aparecer algunos zombis arrastrando grilletes.

Anita entró corriendo, torció a la derecha, luego a la izquierda y bajó por una escalera de madera.

—¡Cele! ¡Cele! ¿Dónde estás?—iba gritando.

El ayudante de Migueles no pasó por alto la expresión de desagrado de House ni los ojos humedecidos por la emoción de Fraud.

—¿Estos expeimentos son más de lo que pueden soportar?

—Tú no te burles,—lo interrumpió el Doctor—que la primera vez que viniste vomitaste en el balde aquel.

En ese momento Migueles detectó la presencia de Violeta.

—¿Qué hace esta mujer aquí? ¿Viene con ustedes? Una cosa es la formalidad de aceptar matriculación de mujeres en el colegio y otra muy distinta es compartir con ellas la investigación. ¿O la traen como objeto experimental? Porque para llegar a la zombificación aún nos falta.

El sermón sobre integración femenina se vio interrumpido por ruido de corridas y movimiento de muebles en el piso superior.

Anita, la niña zombi, apareció corriendo.

—¡Cele! ¿Estás aquí?

La policía parecía haberse retirado, porque estaban dejando que la gente destrozara el lugar. Mesas volcadas, sillas que salían volando por las ventanas. Aquello parecía zona de guerra.

Lo raro era que en medio de todo aquel caos, la niñita zombi parecía saber donde ir. Quizá no es la primera vez que está aquí. Pensó mientras se abría paso entre los manifestantes siguiendo a la pequeña. —¡Hey! ¡Espera! ¡Dime donde puedo encontrar a mis amigos!

Bruno llegó corriendo detrás de la niña zombi

Siguiendo a la niña llegaste a una habitación donde se desarrollaba una escena terriblemente tétrica.

Lo primero que atrajo su atención fue una cabeza cortada y clavada en un soporte, llena de cables. Tranquilizaba un poco el hecho de que parecía una cabeza de zombi, pero no mucho.

En el resto del cuarto podían verse objetos de mismo tenor. Cerebros en bandejas conectados a electrodos y otros en tarros, sumergidos en alguna clase de líquido. Cinco corazones conectados a una máquina, de los cuales dos latían aún. Un torso abierto colgado de una percha, sin brazos, pies ni cabeza, abierto de modo que se podían ver sus pulmones hinchandose y vaciandose; cada vez que exhalaba emitía un suspiro, como si estuviera aburrido. Brazos y piernas cortados apoyados en desorden sobre las mesadas de acero; una de esas manos tamborillaba sobre la chapa.

Cuatro hombres con guardapolvos estaban dentro de ese "laboratorio". Dos de esos hombres eran tus ex-compañeros Fraud y House. Fraud estaba ayudando a levantarse a Violeta que lloraba desconsoladamente.

- Estudié psicología, no medicina forense ni cirugía. - Dije recuperado del sobresalto inicial al ver tanto horror a mi alrededor. Ni cuando aquel autobús se empotró contra el edificio cercano al Ramón y Cajal, donde se vieron varios vehículos y transeuntes involucrados en el accidente, podía compararse con la atrocidad de aquel lugar y eso que Urgencias se convirtió en lo peor jamás visto en años.

La sangre corría por doquier, había gente con miembros amputados, familiares llorando por sus víctimas, niños solos y asustados... y los que no llegaron a urgencias porque no sobrevivieron al accidente, pero claro, aún no existían los zombis. Se veía que la cerveza mezclada con aquello no me sentó bien, pero alguna excusa debía poner. - Además, jamás vi nada como esto... - No mentía. - ¿Seguro que no hay médicos aquí? Porque tengo un paciente, un médico al que le va mucho la marcha... hacer cosas de estas en su mente... quizás tendrían una plaza para él aquí. - Volvía a mentir, pero... así era yo... un liante y un mentiroso.

Violeta no parecía hacer mucho caso a Fraud, pero el doctor jefe se dio cuenta de que algo iba mal... claro que todo empeoró con la llegada de la niña zombi y Bruno. - Joder. - Murmuré.

Debía pensar algo y rápido antes de que los médicos diesen la alerta. - ¡Bruno! ¡Mierda! ¡Te dije que esperases arriba con ella y que solo bajases cuando te avisara! ¡Quería darle la sorpresa a los nuevos jefes y ya la has jodido! - Regañé a mi amigo intentando ganar tiempo. Miré a la niña zombi. - Tranquila pequeña, no está aquí, le estamos buscando para reuniros...

Me acerqué a los médicos del centro. - La hemos engañado para que no huya... pero si ve esto la cagaremos. Queríamos darles una sorpresa por la acogida... si nos llevan rápido con nuestro paciente y de paso metemos a la enana con su amigo Ceres, que no sé quien es pero tiene pinta de ser un zombi, resolveremos muchas cosas de un solo golpe. Ya que estamos aquí, muestrennos donde está nuestro paciente y luego busquemos a su amigo, así estarán juntitos y felices. Lamento no haberles informado antes, como dije era una sorpresa... - Susurré tratando de persuadir a los médicos para que se calmasen las cosas un poco y dejarnos hacer. Violeta era problema de Fraud.

- Bruno, coge a la pequeña, que no vea esto... no quiero que se asuste... no me gustaría tener que dejar K.O. a nadie. - Le tiré con segundas. Si alguno podía dejar inconscientes a ambos médicos era él, pero debía esperar su turno y estar en mejor posición. - La pequeña le hará caso a él, así que no se alteren con ella. - Aconsejé a los médicos esperando que reaccionasen los demás.

Un hombre de gran tamaño apareció tras la niñita zombi. La pequeña tenía el cuerpo muy deteriorado, pero eso no le impedía ser rápida, seguramente hacía atletismo en vida o esas capacidades atléticas le venían de genética. Como fuera, el grandullón se quedó inmóvil y sorprendido cuando se dirigieron a él por su nombre.

Bruno que iba con la cara oculta, según el irreconocible, vio su disfraz rápidamente tirado por tierra y es que a su amigo Gregorio no podía engañarlo. Tiro, el pañuelo que le cubría la cara y sonrió.

—Menudo cabrón como me has — No llego a terminar la frase. Se quedó tieso, paseando su mirada por el lugar, contemplado a cada cosa más desagradable y asquerosa. Le vino una arcada, luego otra. Era imposible, levanto la mano pidiéndole un momento a Gregorio y soltó todo. El desayuno, lo que habían picado antes del partido. No cabía duda, aquello era el desayuno. Creía reconocer el bocadillo de pringá que se comió antes de salir de casa.

—Dadme un mo...— Otra arcada y otra vez abrió el grifo. —Madre mía, que asco. Perdón. Niña ven aquí. — La trajo para sí y la giro para que no mirara. Ahora el olor de la pequeña era más soportable, seguro era porque el aliento de Bruno olía aún peor.

El viejo miró dubitativo a House y luego a la niña. Parecía no entender de qué le hablaban, y sin embargo estiró su mano izquierda, cogió una tablilla con una planilla abrochada.

—A ver... El humano qe trajeron hoy... Pablo.... Pablo Nicolás Jiménez. Aquí está. CV. Ya no está aquí.—Levantó la vista para mirar a House y a Fraud, ignorando al resto como si no estuvieran allí.—Lo han trasladado a la cueva del vampiro. El camión salió cuando Segundo y yo estábamos fumando en el patio. Lo siento.

Mientras el doctor informaba eso la niña se soltó del abrazo de Bruno y llorando se acercó a la cabeza cortada.

—Pobrecillo. ¿Quién es? ¿Y quién le ha echo esto?

Mientras preguntaba metió la mano izquierda en la manga del brazo derecho y los acercó a la cabeza muerta.

—¿Que fue lo que te paso?

—NO ME CORTE MÁS.

La cabeza despertó repentinamente. Migueles miraba con los ojos grandes como platos y Segundo tuvo que sostenerse de la mesa para no caer desmallado.

Los ojos de la cabeza giraron desorbitados,  buscando, ya que el cuello no le serviría para moverse. Finalmente ese clavaron en e Dr. Miguelez.

—No me corte más, por favor. Le prometo que me portaré bien.

- Pe... Pero... si le dijimos desde el primer momento que ese era nuestro paciente asignado. ¿No pudo decirnos antes que se lo habían llevado allí? - Pregunté al hombre ignorando de momento todo lo demás. - ¿Y dónde está la Cueva del Vampiro? ¿Qué le van a hacer allí? Como bien ha dicho es un humano...

Por el nombre del lugar sonaba a que allí les sacaban la sangre mientras les mantenían con vida, como los restos zombis que tenían aquí. No solo experimentaban con ellos, sino también nos usaban a nosotros para aquella locura.

Y entonces aquella cabeza habló y miró al doctor suplicando que no le hiciese más daño. ¿Para qué le cortaba tanto? Ya sabía que le dolía. Aquel hombre era un sádico... Y miré a la cabeza. - ¿Es tu cuerpo el que está por aquí a pedazos? - Le pregunté para luego mirar al doctor. - ¿O son de distintos pacientes? - Mostraba curiosidad, eso no era malo, no si no sentía empatía por ellos y por ahora no la había... me refería esos dos médicos de pacotilla.

- Es que es verdaderamente sorprendente todo esto. - Le dije con fingido entusiasmo a los doctores. Y me quedé pensativo. - Ahora entiendo porque no les avisaron de nuestra llegada... porque si a Pablo Nicolás Jiménez le llevaban a la Cueva del Vampiro, ese era nuestro destino y no este... seguramente cuando supieron que estaba aquí nos mandaron a este sitio creyendo que se quedaría aquí...

Nuevamente susurré a los médicos. ¿Qué tal si nos llevan con el paciente ese... Ceres y así dejamos a la niña con él y nos dan la dirección a cambio para encontrar a nuestro paciente? - Les pregunté a ambos médicos. Mi idea era otra, claro. No iba a dejar aquello así, pero necesitaba a los médicos aún conscientes para que respondiesen a mis preguntas. Ya vería como podría indicarle a Bruno que les dejase KO.

Bruno creía haber odio que su amigo Pablo había sido llevado a un lugar de nombre algo preocupante. Cueva del vampiro.Aquel nombre era algo que no le paso por alto, intentaba hacer memoria, pero mientras tanto la niña escapaba de sus enormes brazos y se fue hacia aquella cabeza.

La pequeña hizo que aquella cabeza despertara, acusando a uno de los doctores allí presentes con la mirada. Gregorio cuchicheaba algo con el tipo, pero eso no le importo demasiado a Bruno. El grandullón no soportaba a los abusones y ese doctor le parecía uno, aprovechando su posición para putear a la gente, fueran zombis o no, eso no estaba bien. Quizá estaba comenzando a ver en ellos algo más.

Miro a la niña y su cara de tristeza mientras tocaba la cabeza. Está claro que tenía que echarle imaginación porque al estar tan desfigurada apenas se intuían sus faciones, pero a él le pareció que estaba triste. Como un miura se fue para el Doctor Migueles y cogiéndolo por la bata trato de levantarlo del suelo con una mano... No iba a poder ser, al parecer, el vacío en su estómago después de vomitar le había dejado sin fuerzas. Así que tras el intento frustrado de levantarlo en el aire, simplemente lo mantuvo agarrado.

—Fuimos probando amputar diferentes partes del cuerpo, para ver cuánto tiempo seguían vivas, ya sea conectadas a un cerebro o no. Segundo tiene allí las estadísticas.—iba explicando Migueles a House y Fraud sin dejar de mirar a la cabeza.—Allí está registrado qué órgano es de cuál ejemplar. Pero esto de que una parte muerta volviera a la vida nunca lo habíamos visto. Segundo, ve a tomar nota. La cabeza de Charly volvió a hablar. Eso ocurrió después de que una niña zombi lo tocó. Anotarlo. Debemos estudiar a la ni...

No completó la frase pues Bruno lo cogió de la slapa e intentó levantarlo.

—Espera, espera. No sé nada de esa cueva del vampiro, no es que estuviera ignorando a tu amigo. Es que ya le dije que no son de los nuestros.

En ese momento un flash de memoria iluminó la mente de Bruno. Kueva del Vampiro era el nombre de un club nocturno en Atocha que echó a todos los porteros y los remplazó con guardias zombis. ¿Estaría rlacionado?

- Así que la cabeza no tenía vida, por así decirlo hasta que apareció ella... curioso. - Dije tocándome la barbilla tras escuchar atento las explicaciones del doctor, quien se sentía orgulloso de ello. Descuartizaban zombis para... nada... hasta que uno despertó. No se me pasó la idea de aquel tipo de estudiar a la pequeña y vomitiba niña. Pero allí me estaban tocando demasiado las narices con sus experimentos.

Una cosa era hacerles pruebas y estudiarlos y otra mutilar y... en fin... - Si quiere que se quede aquí, ya le he dicho a quien tenemos que buscar, doctor. Debe tenerle en la lista... - Y en ese momento Bruno le amenazó.

Le puse la mano en el hombro a mi amigo. - Tranquilo Bruno. Como ya sabemos que nuestro paciente no está aquí, llevaremos a la pequeña con su amigo... ¿Ceres? ¿Cedes? Esé si está aquí dentro. - Dije con seguridad y miré a Violeta, esperando que no metiese nadie la pata con todo lo que estaba liando yo solo.

Si me quisiera largar ya lo habría hecho, pero si llevaba a la pequeña con su amigo era por algo.

- Cuando reunamos a la pequeña con él, todo cambiará. Ya lo verás. - Y le guiñé un ojo cómplice, esperando que entendiese por donde iba. No sabía si podríamos, pero al menos aquel sótano de los horrores y quienes estaban allí encerrados, debían ser liberados y el lugar destruído.

Bruno soltó al doctor y le acomodo la bata que ante su agarre se había descolocado. En gran parte se había frenado al sentir la mano de su amigo Gregorio, pero también en menor proporción por no querer volver a cometer un error que le costara su mujer y su hija.

Asintió y se alejó dejando que hablara Gregorio. Se cruzó de brazos, limitándose a mirar con cara de pocos amigos al doctor. Después de unos segundos de desearle los siete males al tío, hablo cerca del oído de Gregorio. —Conozco un lugar. Un club nocturno en Atocha. Un compañero trabajaba allí antes de que lo despidieran sin pagarle el finiquito y lo sustituyeran por un zombi.

No le pasó por alto el silencio de Segismundo, ¿qué estaría pensando de todo aquello?

—¡Ceres no!—corrige Anita al darse cuenta de quién hablaban.—Cele. Celedonio Barbosa. Mi hermano. ¿Dónde está.

El doctor revisa nuevamente su planilla.

—Le tienen en el segundo piso.—y hacia allí corre Anita.

Un minuto después vuelve la niña.

—Es por aquí, pero mejor quédense afuera, no es algo agradable de ver.

Podían oírse pasos de varias personas que venían bajando la escalera.

Asentí con la cabeza ante las palabras de Bruno. - Entonces necesitaremos alguno para entrar allí. - Le susurré mirando a la niña. - A ser posible muchos... - Debían tener decenas allí metidos, pero... ¿como sacarlos?

Entonces la niña me corrigió con el nombre. - Sabía que era algo así, pero no conocía el apellido. - Me excusé ante ella y la vi salir corriendo hacia las escaleras.

La espera se me hizo eterna en aquel sitio porque no sabía, por una vez que decirles a esos payasos a los que les gustaba multilar gente. Aún no se les había podido diagnosticar si era una enfermedad o incluso si era reversible y los trataban peor que animales. Ahora entendía aquello de los derechos de los zombis.

La niñs reapareció hablando a alguien. - ¿Encontraste a tu hermano? - Le pregunté a la pequeña. - De ser así nos vamos de aquí ya. Vamos a necesitar tu ayuda y la de tu hermano para sacar a un amigo de un sitio como este, pero no es un zombi y está controlado por los vuestros... aunque no te lo creas... me imagino que es comida para los tuyos.

Miré a los dos doctores. - En cuanto a estos dos, no estaría mal que les pudiéseis convertir en zombis. Creo que se han ganado un sitio como experimentos de laboratorio. - Dije sin dejar de mirar a la niña para luego mirar a Violet y tenderla la mano. - Vamos, creo que ya puede salir de  debajo de la mesa. Ha quedado claro quienes son los buenos y quienes son los malos aquí.  - La dije al ver que el  doctor Fraud estaba completamente ensimismado con los experimentos que nos rodeaban.