Partida Rol por web

"¡Por favor señor, no! ¡Lo que sea menos eso!" suena la voz de un niño aterrado
"Cálmese, ciudadano. Todo esto es una contribución al avance de la ciencia" dice una voz impersonal
"¡Deje a mi hijo en paz ¡Tómeme a mi!" grita una madre aterrada

El laboratorio psicológico tiene una serie de artefactos de aspecto siniestro.
La mayoría de las almas preferiría no saber cómo funcionan. Y el resto preferiría no haber visto siquiera los artefactos

"Adelante, pequeño. Tan sólo ven y deja que te situe en mi temocimidador" continua hablando la voz impersonal, sin inflexión alguna. Sin alma. Incluso una voz generada por ordenador tiene más empatía que esta colección de sonidos.

Lo que si tiene emoción son las voces de la madre e hijo apresados. Y esa emoción es el miedo.
La máquina terrorífica, el temocimidor, cobra vida, y una serie de electrodos empiezan a crepitar con un amenazador sonido.

El niño aprieta los ojos para cerrarlos, de puro terror, mientras llora desconsolado.
Y oye un ruido ensorcededor, como un estallido, antes de sentir como algo da un golpe seco contra el suelo.

"Aquí GEO-033. Sospechoso abatido. Procedemos a rescatar a los rehenes"
"Oido, GEO-033. Enviamos grupo de asistencia a las víctimas"

El niño abre los ojos. La madre observa el milagro. El Grupo Especial de Operaciones, la Policía, estaban siguiendo a este malvado ser. El agente, GEO-033, mira con disgusto el símbolo cruento que hay en un marco, en una pared. Es el símbolo del Colegio Nacional de Psicólogos.
Porque este secuestrador, este torturador, y este ser sin alma que ahora yace a sus pies, era eso: Un miembro del Colegio Nacional de Psicólogos

"No les enviareis asistencia psicológica ¿Verdad, cuartel?"
"¡No hombre, no!"

Mientras tanto, a varios kilómetros de ahi, El Gran Psicólogo ha estado observando la operación, junto con su corte de Altos Psicoanalistas.

"Uno de los nuestros ha caido. Esperemos que la investigación del Doctor Fraud no tenga tal eventualidad"
"¿Le enviamos ya el Antígeno Z, señor?"
"No. Esperaremos"

Julio de 2222

Hoy se juega la final de la copa del mundo. España-Argentina. Y vosotros vais a verla juntos en pantalla gigante en la plaza.

El 22 de Febrero de este año la promoción de 2206 del colegio os juntasteis a festejar el fin del mundo y los 15 años de egresados. Pero el fin del mundo no ocurrió, a pesar de las múltiples señales, como el choque de las estaciones espaciales, la lluvia ácida y el crecimiento de la población zombi. Porque sí, cada vez viven más zombis en Madrid. No es algo en lo que piensen con frecuencia. A veces se ven zombis en Sol, pero si giras la cabeza y pasas rápido no ocurre nada. Aunque claro que a nadie le gustaría toparse con un zombi de noche en un callejón oscuro.

Pero hoy no es día de hablar de zombis y lluvias ácidas. Hoy vamos a salir campeones. A las 9 de la mañana la plaza ya reboza de gente y en la pantalla se ve la previa del partido en Sydney. Y de pronto irrumpe en el campo de juego un hombre desnudo con botas de cuero y una enorme bandera gris. La cámara cambió rápidamente de foco mientras la policía lo detenía, así que no pudisteis ver qué decía la bandera.

Al rato una joven de menos de 20 años pasó repartiendo unos papelitos. "Por los derechos zombis. Los zombis también son personas. Los zombis también son españoles."

—¡Bah! Guardate esos papelitos. A los zombis hay que matarlos a todos.

—Pero si ya están muertos, tarado.

—Por eso, con más razón.

—Callad, que nuestros defensas son unos zombis...

Muy cerca estuvo de armarse una bronca. Pero la salida de los jugadores interrumpió la disputa.

Fraud esta sentado. En una posicion muy estática. No parpadea apenas. Su voz es un siseo algo enervante. Y sus palabras parecen ser el recuerdo de la inetavilidad de la muerte, de la amenaza eterna de la decrepitud y la senilidad.

"Pobre hombrecito" dice el admirado doctor, pues los psicologos son admirados y respetadosen sociedad, por mas miedo que den "Tanto se preocupa del derecho zombi, y se olvida de que no tiene derechos"

"¿Y vosotros, amigos mios? ¿Que opinais de los zombis?" Dice Fraud sacando su libretita de psicoanalizar, hasta que se reactive el partido "¿Y usted, señora?"  Le digo a la de los papelitos "¿Quiere compartir con nosotros su opinion y su experiencia en la vida? Venga, sientese y confie en nosotros. Soy un verdadero cientifico. Soy psicologo"

Su metro noventa y uno, permitía al portero de discoteca tener una vista privilegiada de la fiesta. Alzaba los brazos y gritaba como el que más, dejándose llevar por el animador que amenizaba la previa.  El ambiente era increíble. Era fácil pasarlo bien y relajarse. Era justo lo que necesitaba Bruno.

Además, la gente que le acompañaba, pese a los años y de como habían cambiado, le seguían trasmitiendo una rara sensación de familiaridad. Al menos eso era lo que sentía en el poco tiempo que había compartido con ellos desde que se encontraran.

Cuando una chica apareció repartiendo papelitos en defensa de los zombis, Bruno temió que el ambiente de fiesta acabara, pero la gente allí tenía ganas de futbol y con la salida de los jugadores dejaron de discutir. Aun así, se permitió darle un consejo a la pro-zombie.

—¡Oye, déjate de joder! ¡Aquí estamos de fiesta!

Tras decir eso se unió al resto del público, que juntos coreaban los nombres de los jugadores.

Nadie iba a fastidiar su momento diversión, que ansiaba desde hacía días y para el que se había preparado a conciencia. Sus mejillas las llevaba pintadas con los colores de España y a modo de capa una bandera.

Entre un cántico y otro, solo se limitó a encogerse de hombros ante la pregunta de Segismundo sobre los zombis.

Estaba allí para divertirse, no para que su amigo le psicoanalizara.

Las grandes fiestas no eran lo suyo. E fútbol le gustaba, sí, y verlo en grupo mejor, que el contagio delas emociones era algo real. Pero allí con tanta gente dudaba si podría apreciar el partido.

Pero el reencuentro con aquellos compañeros valía la pena. El entusiasmo de Bruno era contagioso, y recordaba las largas charlas con Segismundo y Gregorio cerveza por medio. Quizá pudieran reeditarlas luego del partido.

Cuando la chica esa interrumpió y casi se arma la bronca de quedó bien cerca de Bruno. En las fiestas juveniles siempre había hecho eso, cuando se armaba bronca se quedaba junto a un compañero grandote que lo sacara de apuros. ¿Por qué cambiaría ahora?

—Los zombis. A mí me parece que están vivos, si no no caminarían. ¿No? Y algún derecho deberían tener.— Pablo sonrió a la chica mientras tomaba el papel que le ofrecía.

No es que me interesase demasiado aquella reunión de viejos alumnos de clase. Mi vida había cambiado y les había dejado atrás hacía mucho tiempo. Pero el partido... ese no podía perdérmelo. Así pues al recibir la llamada con la entrada ya comprada y solo tener que poner mi parte si asistía no pude negarme.

Debía reconocer que a Bruno le recordaba más bajo, pero sin duda pegó un enorme estirón, tanto que superó mi 1,88 de altura. Pero seguía teniendo esa cara de buenazo de siempre. Pablo seguía siendo bastante cortado, pero le vi que enseguida se animó con Bruno y eso fue contagioso, por lo tanto a la salida de los jugadores me animé con ellos a gritar.

- ¡Vamos España! ¡Salid a ganar! - Exclamé con un entusiasmo poco habitual en mí.

El que había cambiado y mucho había sido Segismundo. Era como si la vida le hubiese tratado tan mal que aparentase la edad de mi padre o más. De hecho, parecía estar tan obsesionado con su trabajo como yo, solo que él si podía traerlo al partido. Pero antes de responderle, apareció aquella chica hablando de los zombis y sus derechos.

- Lo lamento jovencita. Médicamente son muertos y los muertos no tienen derechos. - Le respondí tajante.

- Pero si se dejasen de tonterías y colaborasen un poco con la medicina, quizás lográsemos averiguar más sobre ellos y encontrar o bien el patrón que nos hace acabar siendo así o convertir su problema en una enfermedad vírica, donde acabarían teniendo derechos por considerárseles enfermos y no muertos. De hecho, se podría estudiar si tiene cura o alguna vacuna para que el resto de la sociedad esté más segura y no les tema ni tengan que venir con estos panfletos que no interesan a nadie. Si no dan ellos primero el paso, los demás no podremos ayudarles. - O más bien investigarles, hacerles mil pruebas, analizar su comportamiento, su manera de concebir las cosas.

Nadie sabe lo que me gustaría tener a uno de ellos como paciente en mi equipo de diagnóstico. Estudiar su cerebro, ver donde reside la vida en ellos, que les hace moverse aún sin respirar o tener pulso.

- Pero hasta que no lo hagan, deje de molestarnos. Que hemos venido a disfrutar de un partido no a debatir sobre los zombis con alguien que ni ha terminado la universidad y no tiene conocimientos suficientes como para saber nada de la vida. Pero si no eres uno de ellos, prometes no sacar el tema, podemos quedar más tarde y darnos un buen revolcón. Me importan poco tus ideales, pero tu cuerpo ya es otra cosa... - Le dije con descaro a la joven a la que debía sacar al menos diez años, pero que sí estaba lo suficientemente bien para pasar una noche con ella. Si era buena en la cama hasta dos o tres.

- Y no se preocupe, soy médico. Ya me cuido de no enfermar y usar condón. - Le dejé claro por si acaso no sabía por donde iba.

Segismundo sabe que existe una división del CNP que trabaja en el asunto zombi, pero desconoce si han realizado algún avance en determinar si tienen una mente sobre la que puedan trabajar.

Gregorio está al tanto de qe en el hospital Gregorio Marañón hay un sector de medicina estética con la capacidad de borrar marcas de mordidas de zombis. Por lo general no es muy concurrida. Y nunca ha sabido de un zombi que haya sido atendido en ningún hospital.

Pablo, por su parte, puede mencionar ejemplos de zombis que con frecuencia ve por el centro: el guardia de un banco, una niña que siempre rompe las bolsas de basura del local de comidas rápidas a la esquina de su trabajo.

Quien sí puede contar historias sobre zombis es Bruno. En la zona de Atocha hay locales nocturnos donde trabajan zombis. En el rubro de seguridad están preocupados porque muchos reemplazan a los porteros por estos no muertos. Incluso hay rumores de clubes donde los zombis entran como si fueran clientes. Por suerte para Bruno los lugares donde él trabaja están lejos de esa moda, aunque debería irse preparando para la eventualidad de tener que convivir con ellos.

Aprovechando su altura Bruno pudo ver a varios zombis que pululaban entre la muchedumbre, algunos con camisetas raídas de la selección española.

Violeta estaba siempre contenta de que alguien le prestara oídos para conversar del tema que le apasionaba. Por eso se embarcó en una discusión con Segismundo y Gregorio. Aunque Segismundo más que hablar escuchaba y tomaba nota mental de todo lo que oía.

Violeta estaba sinceramente convencida de que los zombis no eran diferentes de los humanos, y afirmaba que había estado con muchos zombis y no eran peligrosos. Con gusto le presentaría un zombi a Gregorio para que lo conociera.

La evaluación de Segismundo era que se trataba de una mujer aún más insegura que la persona promedio, y que se refugiaba en la pertenencia a un grupo. Y el saberse un grupo minoritario le daba más cohesion. Era difícil en ese contexto y sin las herramientas adecuadas sacar mejores conclusiones.

El inicio del partido los interumpió, y Violeta los invitó a continuar la charla cuando quisieran en la oficina de Derechos Zombis. Les dejó un papel escrito a mano.

DZ — C. San Bernardo N°81 (Violeta)

Entretiempo. 2 a 2. Un partido vibrante que puede leerse en las sonrisas de la afición. Los nervios están a flor de piel, y quien no aprieta los puños llenos de ansiedad camina en círculos saludando y alentando a cuanto desconocido encuentre alrededor.

Pero esta calma no duraría, ya que una joven con el torso desnudo se trepó al estrado de la pantalla alzando un cartel y acompañada por dos hombres con banderas grises. "Derechos zombis", eso ponían las banderas y el cartel.

—Ya bájate zorra amante de zombis.—Un tipo le arrojó un botellón de plástico vacío. ¿Era un zombi? ¿El que la insulto era un zombi? ¿O visteis mal?

De un lado y de otro volaban palabras y objetos contundentes y se armó la bronca. Y de pronto había zombis por todas partes, zombis que reivindicaban su derecho a estar allí y otros que insultaban a sus camaradas por estar donde no correspondía, y personas normales apoyando a uno y otro bando con palos y piedras en las manos.

Así llegó la anidisturbios, por La Castellana desde el norte empujando a todos. Así comenzó la batalla de Plaza Colón.

La avalancha de gente que buscaba alejarse de los disturbios os fue empujando hacia la esquina de Goya y Serrano. Pero por la misma calle Serrano otro grupo de uniformados apareció disparando unas granadas de gases. Estabais rodeados.

La mujer entró al trapo frente a la discursión que no quería tener, pero no conseguí una cita con ella, aunque nos dio las señas de donde encontrarla. Quizás allí tuviese mi oportunidad, pero tampoco lo tenía claro. Pero si conseguí a ese zombi para estudiarle no necesitaría un polvo con ella, pues estaría más ocupado abriéndole el cerebro a aquel sujeto si se dejaba.

Al menos nos dejó ver el partido en cuanto la ignoramos un rato y para el segundo tiempo no estaba nada decidido aún, solo que un payaso decidió estropearnos la fiesta nacional. Hasta el momento no me había dado cuenta de que estábamos rodeados de ellos, no solo entre el público, sino fuera del mismo y que entre ellos se insultaban y agredían por querer ocupar un lugar entre los vivos.

El caos empezó a aumentar y los antidisturbios, los cuales ya estaban preparados por las calles cercanas, no tardaron en comenzar a cargar sin mirar a quien atizaban. Lo habitual en ellos.

Las granadas de humo, o eso esperaba que fuesen, no tardaron en salir disparadas y me agarré a Bruno y empujé a nuestro psiquiatra especial buscando salir de aquella ratonera, hacia donde la policía nos dejase dispersarnos sin hacernos daño.

Tras escuchar a la pobre, insegura e insensata de Violeta la Violenta, estoy casi por mandarla a mi consulta. Sin duda, podré convencerla de que se someta a mis tratamientos, o al de cualquier miembro de mi bienamado gremio, superior al resto de gremios y oficios, por supuesto.

Claro que la barbarie no podía dejarnos actuar en paz. No podía dejarme captar una clienta a la que sacarle los dineros. Por supuesto que no. De pronto hay una pelea entre zombis, agentes de la ley, agentes de la anarquia y demás.
Pobrecillos. Tan necesitados de darles su dinero a un psicólogo y aun no lo saben.

"Venga, mis queridos pre-pacientes" os digo "Vamonos de aqui ¡Volando!"
Y efectivamente yo, Fraud, voy volando hacia una granada.

Pum

"Es exactamente lo que tenia pensado hacer"  aseguro con prepotencia, conteniendo la respiración.

Estaba afónico de gritar cada gol de España y de protestar al árbitro que había pitado el descanso justo cuando el nueve de España se estaba marchando solo.

—¡Noooo! ¡Eso era gol!— Miro a sus amigos lamentando la oportunidad perdida. El segundo tiempo iba a ser vibrante.

Él lo había dado todo, estaba sudando, completamente empapado. Por eso se sacó la camiseta, que arrojo hacia adelante en una aptitud muy gamberra.

Fue en ese momento, mientras seguía la trayectoria de ese proyectil húmedo, cuando vio los zombis. Vestidos con camisetas de España parecían estar... ¿Viendo el futbol?

Apenas le dio tiempo a pensar aquella imagen. Todo se precipitó en un momento. Cuando se dio cuenta ya estaba corriendo, huyendo de los antidisturbios. No iba a dejarse coger.

—¡Putos pitufos! ¡No me vais a pillar, esta vez no! — Gritaba mientras con soltura esquivaba la granada.

Miro a Segismundo y como parecia haber ido en busca él la granada, como si fuera un caramelo que lanzaran el dia de reyes... Negando con la cabeza termino por decir. —Tenemos que salir de aqui. Seguidme abrire paso.

Aquello no salio como pensaba, alguien habia pisado la bandera que llevaba a modo de capa y no le permitia avanzar.

—¡Tu, tio mierda! ¡no pises la bandera!

Pablo miraba sonriendo las caras de alegría y ansiedad de todos cuantos lo rodeaban. Pero la alegría duró poco por culpa de la pelea entre los pro-zombis y anti-zombis. La gente asustada comenzó a arrastrarlo pero pudo soltarse justo a tiempo para esquivar las granadas.

Lamentablemente Segismundo equivocó el rumbo y quedó envuelto por los gases. Entonces corrí a ponerme entre él y los policías, para explicarles que era un psicólogo y no una mala persona.

Gregorio saltó sobre el monumento al descubrimiento de América sin apenas mojarse los pies y bajó del otro lado, por donde pudo caminar tranquilamente alejándose de la policía.

Bruno perdió su bandera, y la camiseta. Intentó seguirlo a Gregorio, pero su cuerpo era demasiado pesado para pasar tan ágilmente sobre la fuente, así que tuvo que dar un rodeo empujando a varios por el camino para reunirse con él.

Se juntaron en la siguiente esquina. Para Bruno sería difícil pasar desapercibido con su tamaño y sin camisa.

Allí en la esquina vieron que  la mayoría de la gente huía por Recoletos o por Serrano hacia el sur. Entre los que iban hacia Serrano vieron a Segismundo que iba del brazo de Violeta.

—Toma, muerde esto.—Era la voz de Violeta, que te metió un gajo de limón en la boca y comenzó a llevarte del brazo por el camino que iba la mayoría de la gente.

Al morder el limón los pulmones se despejaron casi de inmediato, y la vista comenzó a aclararse poco después.

La chica llevaba una mascarilla y te guió hacia la salida por calle Serrano, del lado opuesto a donde estaba la policía.

—Tú ven pa' acá. ¿Psicologo? Yo te viá enseñar psicologo.

El policía zombi agarró a Pablo por hacerse el héroe.

No podía creerme que el envejecido y deteriorado Segismundo se llevase a la chica de aquella manera y dejase a Pablo tirado con los policías después de que este le salvase el trasero, pero la verdad es que ese no era mi problema. Si uno quiso hacerse el héroe y el otro le siguió es que ambos eran más estúpidos de lo que pensaban.

Encima con Bruno a mi lado enseñando el torso llamábamos mucho la atención. - Lástima no tener pintura roja y amarilla, con eso te pintaría la bandera de España en el cuerpo y se notaría menos el problema. De hecho hasta te acompañaría, aunque quedase en ridículo a tu lado. - Le dije a Bruno, pues le veía venir.

Era otro héroe en potencia.

- Vamos Bruno, será mejor que nos larguemos. Nos hemos escapado por los pelos de los antidisturbios. Si Segis no salva a su salvador y prefiere largarse con la chica, es problema de ambos. ¿O quieres acabar lleno de moratones por su propia culpa? - Le pregunté mientras tiraba de él para alejarle del lugar.

Teníamos la dirección que nos dio la chica y Pablo se lo había buscado él solito. Así era yo, un cabrón egoísta, pero con luces suficientes como para saber cuando retirarme a tiempo. No me apetecía acabar cojo de por vida por un enfrentamiento tonto por alguien estúpido.

Por eso dejé de verles... porque me aburrían... y ahora no me importaban. Quizás Bruno si, pues me era de utilidad, pero Segis me cansaba con su royo psicológico y Pablo... ahí estaba la mejor prueba de lo que era... una molestia, salvo que me salvase a mí, claro, pero no era el caso. - Ya le veremos más tarde, con algún moratón de más. Aquí hay de todo Bruno, no es un lugar seguro y la policía no está del lado de nadie.

—Ayudaaa! Que me llevan.