Partida Rol por web

En ese pequeño móvil vieron la serie de penaltis. Ganó España 4 a 2. Las caras de alegría, pero una alegría moderada, contrastada con la euforia que se vivía en el resto de la ciudad.

El gordo se acercó.

—Violeta. Aquí Wilena nos envía la lista de detenidos en la DAEZ. Marqué a aquellos de los que no tenemos parientes ni amigos ubicados.

Miras sobre el hombro de Violeta y entre los pocos nombres marcados ves el de Pablo Nicolás Jiménez

Cuando vi que Bruno miraba, me descojoné de risa y evité su manaza a tiempo. - Ya sabes que mucho y ahora más. - Le dije al viejo amigo de la escuela riéndome de mi broma bastante pesada por cierto, para el momento que vivíamos.

Y entonces Emiliño chutó el balón y entró directo en la red, sentenciando así el partido.

El bar se revolucionó, todos saltaban, gritaban... se oían petardos en la calle. Repelía los abrazos de los desconocidos y vi a Bruno comenzar a mezclarse con la gente, celebrando la victoria al tiempo que se alejaba de la mesa de los alemanes. Por su gesto ese era el momento y para mi desgracia tuve que abrazarme a una rubia que tenía dos pechos que... aprovechando la euforia del momento, la robé un beso antes de salir por patas de allí.

... tuve que dejarla escapar o los alemanes se darían cuenta de la trampa y me tocaría pagar las bebidas. Así que fui mezclándome con todos, alzando la cerveza que me quedaba en la mano y gritando feliz siguiendo el coro de los demás. -¡Oeoeoeoe! ¡Oeeee! ¡Oeeee! - Y perdiéndome entre la multitud, logré reunierme con Bruno fuera.

- Deberíamos largarnos de aquí ya, antes de que los alemanes nos busquen. Supongo que Segismundo estará en la dirección que nos dio la chica esa, pero me pregunto donde estará Pablo. Voy a llamarle mientras nos largamos de aquí. - Y presioné la especie de pendiente que llevaba en mi oreja, que era el botón que activaba el móvil que nos implantaban en el oído externo. Un simple chip que te permitía hacer y recibir llamadas.

La voz de aquel aparato no se hizo esperar. - ¿A quien llamo, doctor House? - Preguntó dentro de mi oreja. - A Pablo Nicolás Jiménez. - Respondí, esperando que le tuviese así en la agenda, que esa era otra. Y es que la tecnología había avanzado tanto que ahora, todo los extras que llevaba el móvil, lo tenías en un anillo en tu mano, con proyección 3D en una video llamada por ejemplo. Sacar una foto solo tenías que apuntar y ordenar que disparase o usar la palabra que hubieses configurado para que sacase la foto...

El móvil de Pablo vibró y éste lo sacó mientras caminaba del camión hacia la puerta.

El anillo de House proyectó una imagen tridimensional de lo que rodeaba a Pablo: varios zombis caminando por una avenida amplia hasta una entrar por una puerta trabajada en una casa blanca, probablemente fuera un palacete antiguo.

La holopantalla de Pablo mostró a Gregorio House con Bruno al lado rodeados de gente festejando. Una rubia apareció por detrás de los chicos y cogió a Gregorio de un hombro.

—Oye, tú, te has olvidado esto adentro.—Y le dio un gran beso antes de seguir caminando para perderse en la multitud.

—Pablo macho, ¿dónde te metes? Te hemos estado buscando. —Aquello no era para nada verdad, pero quedaba mejor que decir que habían pasado de él y sentado a ver el partido.

—¡Dime que te has enterado! — Sin poder esperar, volvió a abrir la boca. —¡Tío, somos campeones del mundo! —En ese momento una chica apareció agarrando y morreando a Gregorio. Era un gran fin de fiesta. —¡Toma ya!

Era lo que tenían aquellos momentos de euforia y alcohol, que le daban a uno licencia para marcarse alguna locura.

—Un momento. — Separándose un poco de Gregorio y su amiga. Inicio otra llamada. —Llamar a Sara....— Ya se estaba arrepintiendo de aquello, pero que posibilidades había de que contestara, nunca lo hacía.

Llamé a Pablo y antes de hablar, la misma rubia a la cual besé en el interior del local me devolvió el gesto, encargándose así Bruno de la charla inicial con Pablo, pues yo tenía la boca un poco ocupada.

Miré el holograma de Pablo y luego la espalda y el trasero de la rubia. Bien merecía que cortase la llamada y la persiguiera. Pero fui a dar un paso cuando la multitud me impidió ver hacia donde iba. Así pues me tuve que quedar con Pablo sí o sí. - Otra que se escapa...

Pero bueno, me iba acercando. Además, tampoco la había visto demasiado bien y quizás había besado a un zombi. Solo de pensarlo se me revolvieron las entrañas.

Al ver a Bruno alejarse unos pasos, retomé la charla con nuestro compañero de clase. - Bueno... ¿y qué tal los gomazos de los antidisturbios? Dicen que duelen. - Me cachondeé por no perder la costumbre. - No se bien donde estamos... donde nos trajo la gente corriendo. - Mentí siguiendo las palabras de Bruno. - Si no sigues jugando con los antidisturbios podemos quedar en algún sitio y reunirnos de nuevo.

El lugar al lado de una iglesia.

Desde luego, estos chavales parecen meros quiero-y-no-puedo con intención de cambiar el mundo. No saben que el mundo es y será, y lo será por siempre, de los psicólogos. Pero no dejan de ser una masa inquieta que busca nutrirse de mas individuos inquietos y necesitados de apoyo y de admiración.

Pobrecitos. Necesitan darnos su dinero. Y quizá que los ingresemos en uno de nuestros hospitales, o campos de conversión.

"Holiiis" digo presentandome "A mi me ha traido Viletta. Soy Fraud y soy doctor"

Dicho esto, voy a usar la psicologia para psicoanalizar al gordito, descuartizar su alma, despiezar su psique y abrirla ante mi como un pavo en nochebuena.

"Vaya, ese Pablo es amigo mio"
"Tendremos que hacer algo ¿No? No vais a dejar a un pobre inocente en manos de... ELLOS"

"Teneis que actuar. Es de primera clase, de primer año de activista"

Qué? Ustedes de fiesta y yo aquí preso con los zombis. Saquenme de aquí.

Apunto con el móvil al frente de la prisión para que ubiquen donde estoy.

¿Allí hay un hueco sin guardias? Intento escurirme si. Que me detecten.

—¿Qué? ¿Tú eres amigo de ese Jiménez? Qué bueno ver qué hay más personas que nosotros que no tienen prejuicios en ser amigo de zombis. Me llamo Abel, mucho gusto.

Y extendió su mano regordeta para saludar.

—Si, ya vamos a ir a la puerta de la DAEZ. Estábamos esperando a Violeta—mentira, estaban esperando que acabara el partido,— y ahora vendrá mi cuñada con su camioneta para llevarnos, ya tenemos las pancartas listas. Nos quedaron de la vez pasada que liberamos 10 zombis por la fuerza.—Rió, y al reír se le escapó un ronquido que lo hizo volverá su estado de timidez anterior.

Es un muchacho tímido que sabe que su obesidad lo deja completamente segregado de la sociedad, pero en esos breves momentos en que logra disolver su yo en un yo colectivo asume la personalidad de grupo con tanta fuerza que hasta podría convertirse en líder.

—Ey, tú, ¿dónde crees que vas? ¿Y este aparato? Venga pa'acá.

La policía le arrebató el móvil a Pablo, pero aún así alcanzó a transmitir una imagen del frente de la casa, un palacete de paredes blancas. Y un cartel.

Dir. de Estudio de

Asuntos Zombis

_{P° de la Castellana}

37

Sonrio, estrechandole la mano y apretando con toda la inconmensurable fuerza de la psicología

"Bueno, la última vez que vi a Pablo Jiménez no era un zombi. No se reconocía a si mismo como tal. Dime Abel ¿Quien eres tú para ponerle etiquetas a los demás? ¿Quien eres tú, y quien es el gobierno, para decidir quien es zombi y quien no? La identidad es asunto de cada uno."

"¿Estas al frente de este grupo, Abel? ¿Eres tu quien carga la responsabilidad del grupo?" le digo atacándole en su punto más débil, como buen psicólogo

"Sinceramente, liberar a diez cuando atraparon a veinte no es un buen camino. Es demorar lo imposible. Pero con una mejor planificación, y sobre todo con un mejor control sobre vuestras emociones y las del entorno, podreis conseguir vuestros objetivos"
"Porque quereis cumplir vuestros objetivos ¿Verdad, jóvenes?"

Mientras dejaba pasar algunos tonos de llamada, Bruno seguía pendiente de la conversación entre Pablo y Gregorio. Decepcionado colgó tras oír el buzón de voz personalizado. —Si no contesto será porque he sido devorada por los zombis... ¡No! Es coña, estaré demasiado ocupada para contestar, así que deja un mensaje después de la señal. Piiii. — Con cara de bobo tras escuchar la voz de su chica, aunque ella no quería saber nada de él, se acercó a Gregorio al tiempo que se interrumpía la llamada con Pablo.

—En menudo marrón anda metido. Será mejor que vayamos a sacarle, ¿taxi? No hay huevos de largarnos sin pagar.  — La sonrisa dejaba claro que iba a seguir con su plan de no gastar un duro y le devolvía el reto de antes.

La conversación con Pedro... ¿o era Pablo? ¡Qué más daba! Había durado un suspiro. Yo estaba demasiado entretenido procurando no perder a la rubia de vista entre la multitud y vi de refilón donde se encontraba el muy idiota. Y es que el beso de la mujer pesaba más que lo que sentía por... como se llamase.

- Vale, para un taxi que yo tengo que devolverle un recado a alguien antes de que deje de ver su dorado cabello. - Le respondí a Bruno. De este si que era difícil olvidar el nombre. Total, le iba a costar más encontrar un taxi en esas calles que a mí en alcanzar a la chica.

- Si nos distanciamos mucho nos reunimos allí. - Y es que solo tenía una cosa en la cabeza: sexo y fácil. Un baño de un bar era un buen sitio en aquel momento, solo debía alcanzarla y... - Se me olvidó avisarte que conmigo no funciona eso de no hay huevos de irnos sin pagar... yo nunca pago. - Le guiñé un ojo a Bruno antes de perder a la rubia de vista y comenzar a caminar persiguiéndola como si fuese mi presa.

Y es que en el fondo lo era.

Media hora había pasado

La camioneta se detuvo frente al edificio antiguo.

De la cabina, por la puerta del acompañante, salieron Segismundo y Violeta.

En la caja del vehículo iban unas seis u ocho personas con pancartas que empezaron a descender pausadamente.

A media cuadra de allí venía caminando Bruno, por un rato había buscado un taxi, pero los choferes estarían festejando el campeonato, y los taxis robóticos estaban programados para alejarse de las aglomeraciones de gente a fin de evitar accidentes. En fin, tocó caminar.

Quince minutos después llegó Gregorio en su moto, una amplia sonrisa, parece que había disfrutado de un gran momento.

—Por aquí compañeros. Bajen con cuidado. Una pancarta allí para que se vea mejor. Violeta, ¿has llamado a la prensa?

El gordo daba instrucciones entusiasmado. Al verlo a Bruno se acercó a saludarlo.

—Hola... que bueno que nos crucemos nuevamente... creo. ¿Sabes? Eee... La cazadora. Úsala, ¿vale? Pero... cuando ya no la necesites... si puedes... me la devuelves... ¿vale?

Y nervioso volvió la mirada a unas hojas que llevaba, así no veía a Bruno a los ojos.

Media ciudad disfrutó no solo de mi cara de satisfacción y mi sonrisa de oreja a oreja mientras circulaba en mi moto, sino que iba con la camisa aún abierta y no me había dado ni cuenta. Yo puse el arte y la goma, ella pagó la bebida. Nuevamente me salí con la mía.

Al llegar estaban casi todos por lo que vi al pasar y opté por meter de nuevo a la moto en un parking. Viendo las pancartas no me gustaba la que se iba a montar en la entrada de aquel lugar. Pensé que sería hablar con ellos, hacer que alguien pagase la fianza de... ya no recordaba el nombre... y largarnos de allí. Pero ni esa situación me borró la sonrisa de la cara, y pasé pitando a Bruno y al pesado de Fraud, sí, recordaba su apellido porque le llamaba Fraude en el colegio y... ¡aún no se lo había llamado cuando lo era más que nunca!

No tardé mucho en reunirme con ellos. - ¿Pillaste un taxi, Bruno? Porque yo sí pillé a la rubia al final. - Y le guiñé un ojo sin saber que había ido a pata hasta allí.

Y miré fijamente a la mujer que estaba con ellos. - ¿Tú no eras la de plaza de Colón? ¿A la que invité a disfrutar de un rato a solas? Bueno, ya eso da igual. Fraude, Bruno. Vamos a sacar al payaso del grupo y vayamos a celebrar más que hemos ganado y España es campeona. - Aunque dudaba que fuese a tener mejor celebración que aquella, tras dos simpa seguidos... salvo que la morena reaccionase y volviese al ataque.

Vaya, lo que son las cosas ¡Nos hemos reunido!

"¡Gregroriro! ¡Mi buen Gregroriro!" Fraud tiene problemas para decir el nombre del doctor. Y por eso lo dice de esta forma tan dificil de pronunciar, que parece un trabalenguas forjado en el infierno
Pero Fraud no deja de ser un ser taimado, vomitado por el infierno por su maldad, crueldad y psicología.

"¡Y Bruno! ¡Bruno!"

"NBueno, tenemos un trabajo que hacer. Nuestro amigo está en problemas. El misterio es ¿Por qué lo habrán arrestado? ¿Lo sabe alguien?"

—Hola, disculpen. Mi hermano lo tienen metido allá dentro. ¿Ustedes vienen a salvarlo? Yo quiero ayudar. Una prima la metieron una vez. Y volvió tres días después. Toda llena de mordidas estaba. No quiero que al Cele le pase eso.

—Ves lo que te digo. Los tratan como si fueran animales, y hasta peor. Ven aquí chiquita. Nosotros te vamos a ayudar.

La abrazó sin importarle los aromas de la zombi.

—Tienes razón Segis, debo pasar a la acción. Basta de quejarse y no hacer nada. Vamos a sacar a su hermano y a tu amigo, y si algún poli sale herido no me importa.

Se acercó al dr Fraud y le habló en voz baja, aunque House y Bruno podían escuchar.

—Vamos a entrar. No hay tiempo de discutirlo con los compañeros, ellos me llenarían de argumentos morales. Pero ya no estoy dispuesta a esperar más. Tengo una amiga adentro, podemos colarnos, incitar un motín allí dentro y aprovechar a sacar a los que podamos. ¿Vienes?

Terminó así de hablar, en singular, como dialogando con una sola persona, pero su mirada pasó de Segismundo a Gregorio y luego a Bruno, como si a cada uno individualmente hubiera dirigido iguales palabras.

La euforia tras la celebración se iba pasando, al igual que las cervezas que se había tomado. En cuanto se quedó solo recorriendo a pie las calles de Madrid, le vino uno de esos momentos de bajón. Se arrepentía de haber llamado a su ex, pero la echaba de menos, a ella y a su hija. Tuvo un momento de debilidad.

Ella le había pedido tiempo, pero Bruno no era paciente y había terminado por espantarla debido a su insistencia.

Finalmente, llego al lugar donde tenían retenido a Pablo. Saludo a Segismundo y vio como el suertudo de Gregorio llegaba pletórico. Volver a juntarse con el grupo hizo que alejara sus problemas de la mente.

-¿Amigos tuyos? - Pregunto a Segismundo al ver el grupo con el que andaba, pero luego reconoció a varios de ellos. -Claro hombre, te la devolveré lavada y planchada. - Contesto a Abel, sin que quedara claro si iba en serio.

-¡Gregorio, apestas a sexo! - Comento con una sonrisa. Luego miro a Segismundo. -¿Qué porque está arrestado? Creo que porque quiso salvarte el culo y se metió por medio cuando cargaron los pitufos... Todos nos preocupamos cuando el humo te envolvió. - Era una forma de hablar. Estaba claro que había pasado olímpicamente de sus amigos perdidos.

-¡Joder, que susto! - Pegó un respingo cuando de improviso miro a la voz que se dirigía a ellos y vio a una pequeña zombi. Tan cerca estaba que no se la esperaba.

Los ánimos se calentaron por momentos. La mujer se estaba viniendo muy arriba y aunque se estaba dirigiendo a Segismundo, con su mirada, parecía indicar que también esperaba que tomáramos partido el resto.

-A ver, lo que dices es una locura ¿Tenéis algún plan, algún arma? Solo veo esas pancartas. - Miro a Gregorio a su lado y a Segismundo. No podían estar de acuerdo.

- El mejor aroma que un hombre puede tener. - Le respondí a Bruno y le guiñé un ojo. Me sentía tan aliviado que no tenía ni ganas de meter cortes a nadie en ese momento. Ya se me pasaría el efecto y volvería a empeza a meterme con todos.

Y en ese momento apareció la niña zombi y vi como la morena la abrazaba con aquella peste que desprendía a muerto y el riesgo de que la mordiese. Menos mal que retiré mi ofrecimiento de darle un rato de placer, porque cualquiera se acercaba ahora a ella con esa peste encima.

Mejor se la dejaba a Segismundo, una con la peste y el otro con esa cara la pareja perfecta.

- Viendo el panorama, aquí si que tiene mucho que psicoanalizar, doctor Fraude. - Le dije al psicólogo tras ver y oír las ideas locas.

- Yo estoy pensando que podemos entrar el doctor o yo mismo, decir que Pedro... Pablo... como se llame, es paciente nuestro y que nos avisaron de que  estaba aquí tras desaparecer de su habitación del hospital. Ambos somos médicos y... ¿trabajas en un hospital psiquiátrico, Fraude? Porque sino me tocará hacerlo a mí... llamaré a la condenada directora García y trataré de que me cubra con la historia. Yo no voy a asaltar nada, no quiero terminar encerrado. Solo quiero seguir con mis amigos de la infancia de fiesta por ganar el partido...

- ¡Qué somos campeones!- Miré entonces a la tía loca que había abrazado a la niña zombi y al gordo. - Lo siento, yo vengo a sacar a un... idiota de manera legal. Además, para asaltar eso necesitaréis más gente. La policía está armada y con las pancartas poco podréis hacer. Así que mejor quedaros aquí protestando y nosotros vamos a por nuestro compañero antes de que le pase algo.

Y volví a mirar a Segismundo. - ¿Entras tú o lo hago yo? Eso sí, necesitaré el nombre y apellido del héroe para intentar convencer a García de que me cubra con esto...