Partida Rol por web

No ves indicios de ella ni los matones fuera, de hecho debería de estar en algún gimnasio del campamento o dijo, porque según Hiroshi se encontró con su maestro

Me pongo en marcha hacia el gimnasio con el rostro bastante serio,  tenía que encontrar a esos patanes y ponerlos en su lugar, Mika podía ser una verdadera molestia, pero había demostrado ser leal en momentos de verdadera dificultad, así que no iba a dejar que dos idiotas la golpearan y se fueran con sus dientes aún en su sitio.

El grandullón corrió hacia su compañero para atraparle en un abrazo de oso, impidiéndole salir de la habitación.

 -¡Espera Kenichi-san, que ya está todo arreglado! Más o menos. ¿No has oído lo que he dicho del sensei de esa mujer? No creo que vuelva a molestarnos en una temporada. Piensa que si vas ahora a por ella, después de que ya ha sido reprendida, te rebajarás a su nivel de "busca-camorra sin motivo de peso".

Ay, que todavía la liaban y Kenichi se metía en problemas... Que Hiroshi no dudaba de sus capacidades como luchador, pero ir de frente a buscar más pelea cuando la cosa ya se había calmado no solía ser una buena idea.

 -Lo que sí puedes hacer es ir a hablar con Fox-sensei. A mí me ha ofrecido un puesto en su dojo como alumno, ¡igual puedes hacerle una demostración de lo fuerte que eres y te coge como alumno también!

Dicho esto, Hiroshi soltó a Kenichi, esperando que sus palabras le hubieran hecho cambiar de idea, al menos un poco.

 -Lo primero ahora no es ir a buscar venganza, es que vengan los sanitarios a atender a Mika-san. Y luego iremos al dojo de Fox-sensei, entrenaremos y nos volveremos sus mejores alumnos. Será una victoria moral aplastante sobre esa matona, ¿no crees?

Hiroshi fue a abrazar a su amigo, pero cuando se giró de dejar a Mika en una camilla éste ya no estaba... así que le habló al aire. Mayurit cambió su rostro de preocupación de ver a su amiga inconsciente a una sonrisa.- Se ha ido por ahí.- Dijo.- Ve a buscarle si quieres, yo estoy recuperada y me puedo quedar con ella.

Con lo bien que le había quedado el discurso y Kenichi se había esfumado... Maldita sea. ¿Y ahora qué? Porque no era nada caballeroso dejar a las chicas solas hasta que no llegaran los médicos, pero si no salía ya, a su amigo le daría tiempo de cometer una estupidez bastante gorda. ¡Aaaaaah! ¿Qué hacer?

Mayurit le ofreció una solución, encargarse ella de vigilar a Mika. Pero su adorada pelirroja, mujer de sus sueños, había estado convaleciente hasta hace nada. Y además, no le había dado el alta ningún médico, claro que Mayurit no mentía nunca y si decía que se encontraba bien por algo sería.

 -Bien, dejaré a Mika-san a tu cargo, Mayurit-chan. Pero antes de irme, me aseguraré de que venga alguien a examinar a Mika-san. Es lo mínimo que puedo hacer.

Con la decisión ya tomada, Hiroshi se asomó para ver si podía localizar a algún médico o enfermera cercano para avisarles de la pobre y maltrecha Mika-san. Y entonces, saldría corriendo para alcanzar a Kenichi. Ojalá le diera tiempo a todo.

No fue fácil encontrar el lugar, pues estaba en plena naturaleza, casi fuera del campamento en la zona del bosque. El dojo del maestro fox sensei tenía muchas fuentes alrededor, y lucía un aspecto tradicional

Al entrar encontraste a varios niños vestidos de ninja, entre ellos a vuestra archienemiga, que recibía una especie de castigo. Fox sensei la había puesto tumbada sobre ascuas mientras se paseaba por encima suya. Entonces bajó de la misma y te miró con ojos curiosos.- Veo fuerza en ti, muchacho, mucho odio dentro de ti ¿Qué has venido a buscar?.

No fue muy difícil encontrar a la enfermera, así que le comentaste lo que había pasado y te respondió diciendo que haría todo lo que estuviera en su mano.

Al encontrarme ante la presencia de un maestro, rápidamente me pongo firme e inclino la cabeza mientras realizo un saludo apropiado, pues no iba a faltarle el respeto a un maestro en su propio dojo, pues para mi los dojos eran lugares tan sagrados como un templo.

Buen día sensei, mi nombre es Nobunaga Kenichi y mucho me temo que estoy buscando a una de sus estudiantes, quien a lastimado a dos de mis kuohais empleando fuerza excesiva contra ellos.

Comprenderá que no puedo dejar pasar un acto tan indigno por parte de otro artista marcial y vengo buscando retribución a través de un kumite, espero que usted me acceda a mi solicitud y me permita combatir contra dicha estudiante.

Sepa usted, que, al ser este su dojo, respetaré su decisión dentro de los terrenos del mismo y si accede a mi solicitud, sin importar cuál sea el resultado del kumite, tendré por zanjado el presente asunto y no habrán acciones posteriores de mi parte contra dicha estudiante, ni aquellas otras personas que colaboraron con ella en el segundo ataque.

No obstante ello, si alguno de las mencionadas personas me agrede a mi o a alguno de mis compañeros, presentaré batalla conforme lo demande la situación pues ese es el camino del verdadero artista marcial, usar su fuerza para defenderse y proteger a quienes no pueden defenderse a sí mismos. - digo mientras recupero mi posición de firmes y fulmino con la mirada a la involucrada.

Era evidente que lo único que me contenía de lanzarme sobre esa macarra y darle lo que se merecía era la presencia del sensei a quien estaba mostrando el mayor respeto posible conforme me habían inculcado mis propios maestros, mi lenguaje corporal era claro, en este momento era una fiera retenida sólo por una gruesa cadena de hierro la misma que podría romperse en cualquier momento.

Hiroshi buscó por el hospital a Kenichi, no teniendo éxito en absoluto. O bien su amigo se había metido en un problemón o bien el maestro Fox-sensei le había encontrado y pedido que fuera al dojo con él también. Bien, lo mejor era pensar en positivo, por lo que Hiroshi probaría con la segunda opción.

Le daba palo dejar a Mayurit y Mika solas, pero estaban en un hospital, ¿qué les podía pasar? Así que con paso decidido, el muchachote se dirigió hacia el dojo de Fox-sensei. Ojalá Kenichi estuviera bien.

En ese momento llegó Hiroshi sudando y jadeando, parecía que buscaba a Kenichi. El sensei se puso de pie, andando de una esquina a otra con pose pensativa.- Mi alumna ha cumplido su castigo con creces, no creo que tenga más ganas de desobedecer su propia filosofía, inculcada por mí a estos estudiantes. Nosotros somos guerreros nobles, no sanguinarios abusones..- La muchacha se levantó con cara seria de las ascuas, como si no le hubiera dolido lo más mínimo.- He cumplido con mi castigo y seguiré la filosofía, sensei.- Dijo ella. El maestro dando vueltas adjuntó.- Ya me has dicho eso un par de veces, las ascuas no parecen silenciar tu mente ambiciosa, así que he tomado la decisión de que seas expulsada del campamento. No podrás volver a este lugar y serás expulsada a partir de la semana que viene. Ese es tu verdadero castigo 

La muchacha no pudo contener dos lágrimas que se deslizaron por sus mejillas. El resto de los artistas marciales parecían muy sorprendidos con verla llorar, incluido el sensei.- Por favor... no me haga esto sensei... yo...- El sensei negó con la cabeza.- Te di dos oportunidades, no estás siguiendo el camino de la luz, joven, así que serás expulsada.- La muchacha miró primero al sensei y luego a Kenichi, con ojos vidriosos.

_{Ah... ah... bos... zorros... golpes... auch...}- balbuceaba tendida en la cama... aún ida, dolorida y prácticamente inconsciente aunque hablara y pronunciase palabras, como estar en un sueño muy pesado -_{Auch... nunca... metais... amigos...}- seguía balbuceando moviendo la cabeza de un lado al otro de la almohada...

- Hey estoy aquí.- Dijo cogiéndote Mayurit la mano.- Tranquila, te has quedado inconsciente...- La enfermera vino y dijo que estabas bien, solo te desmayaste del golpe.

Si es la decisión del sensei yo la respetaré, pero si la vuelvo a ver cerca de los míos no pienso contenerme, así me cueste la expulsión de mi escuela, yo no pienso hablar en favor de quien ha deshonrado a su maestro en más de un ocasión, pues si lo hiciera, deshonraría a mis propios maestros y eso es algo que no pienso hacer. - digo con frialdad para luego dedicar otra venia al sensei.

Una vez enderezo mi cuerpo me giro hacia Hiroshi y me dispongo a marchar del dojo.

Creo que debemos irnos Hiroshi, este asunto ha terminado, no voy a faltarle el respeto a este dojo, pues es evidente que su sensei respeta las viejas tradiciones y como tal es una persona honorable y merece todo nuestro respeto. - agrego mirando con seriedad a mi amigo.

Era evidente que no estaba muy conforme por como había terminado todo, pero no iba a faltar a mi palabra.

Ves a la joven destrozada en el suelo, llorando desconsoladamente, con su mirada realmente parecía pediros ayuda, una ayuda que Kenichi no iba a brindarle. Quizás ella realmente se había equivocado... pero nadie merecía ese trato por parte del sensei, desprestigiar en vez de perdonar era algo lamentable.

Sentí una mano cogiendo la mía... y poco a poco fui abriendo los ojos, aún dolorida -Auuuuch... ¿Mayurit?- pregunté mientras se me desnublaba la vista y la miraba, explicándome entonces que me había desmayado, y la enfermera también... -Ah... si... supongo que no fue buena idea buscar pelea con esa chica y sus gorilas...- dije masajeándome la zona donde me golpeó -Pero nadie le hace daño a mis amigos y amigas y se va de rositas... aunque a quien han con fuerza es a mi esta vez... je... perdón, me superaban en número...- le dije algo más seria, aunque riéndome al final un poco -Gracias por quedarte... desde luego... así da gusto despertarse...- le dije sonriendo al final... desde luego levantarse con Mayurit es un gusto -¿Donde estan los otros dos?

El grandullón había llegado justo a tiempo para contemplar una escena que le apretó el estómago a base de bien. KEnichi estaba hablando con Fox-sensei, el cual estaba sancionando con dureza a la matona que les había agredido a Mayurit y a él. Y a pesar de la ira que había sentido Hiroshi hacia ella, de lo mucho que censuraba su comportamiento, verla en aquella posición le hizo sentirse terriblemente mal.

¡Que la disciplina existía para algo! Nadie nacía sabiendo caminar, la gente se tropezaba cien veces antes de hacer las cosas bien. ¿Y ya iba a echarla para siempre? Normal que la mujer estuviera desconsolada.

 -No es justo.

Kenichi se quería ir ya, pero él aún tenía algo que decir a aquel maestro.

 -Fox-sensei, es cierto que ella no ha tenido el mejor de los comportamientos. Pero si se arrepiente, puede rectificar. Y viéndola así... Yo creo que se arrepiente de verdad de lo que ha hecho.

El sensei le había ofrecido una plaza en el dojo y sabía que se la estaba jugando al enfentarle de aquella manera. Pero su conciencia no le dejaría tranquilo si no defendía a aquella muchacha. Porque en ese momento, ella era la débil que necesitaba que la defendieran.

Hiroshi se acercó a la muchacha y se sentó frente a ella.

 -Sabes que lo que has hecho está mal. Un guerrero de verdad usa su fuerza para proteger a los débiles, no para ser superior a ellos. El luchador verdaderamente fuerte es el que perdona, no el que aniquila. Perdona porque sabe que podrá vencer a su oponente de nuevo, las veces que sean necesarias. Sólo los débiles y los cobardes machacan a sus enemigos.

Hiroshi miró al maestro y luego volvió a mirar a la muchacha.

 -Yo creo que lo que Fox-sensei quiere ver es que seas fuerte de verdad. Una guerrera. No una matona vulgar. ¿Crees que podrás hacerlo? ¿Acabar con esa debilidad?