Partida Rol por web

Observo con evidente desaprobación  a  Hiroshi y decido intervenir, pese a que sabía perfectamente que este era un asunto entre sensei y estudiante.

Hiroshi ella ha deshonrado a su dojo y a au maestro en más de una ocasión, el que pidas clemencia para ella habla muy bien de ti como persona, pero el bushido demanda un cierto comportamiento  por parte de cualquier artista marcial.

Quien trae deshononor sobre su persona, no sólo mancha su nombre, sino también el de su maestro y es atribución del maestro decidir a quién acepta o no como discipulo y a quien expulsa de su dojo, esa es una decisión en la cuál nadie debe intervenir. - digo sin mostrar ninguna clase de compasión por la chica.

Hiroshi asintió a las palabras de su amigo, pero no podía coincidir con él.

 -Kenichi-san, puedo entender lo que me dices. Pero si no hago caso a mi corazón y peleo por lo que considero justo, no podría volver a caminar con la cabeza alta. Cambie algo o no cambie nada, no me importa. Lo que sí me importa es defender en lo que creo. Y creo que ella puede cambiar, que puede arrepentirse y lavar su honor. Por eso creo que merece otra oportunidad.

Muy bien como gustes, pero que quede claro que ya tuvo tres oportunidades y no las supo aprovechar, lejos de rectificar su actitud, sólo continuó trayendo deshonra sobre su persona y sobre el buen nombre de su maestro.

Es muy poco probable que una persona como ella rectifique su accionar por más oportunidades que se le conceda, conozco a las personas de su tipo, ven en las artes marciales a un mero instrumento para imponerse a otros  y lastimarlos, no como un verdadero camino de vida, ellos abrazan la técnica y la destreza de las artes marciales, mas no la filosofía de vida que define el verdadero camino del artista marcial. - sentencio con firmeza.

El sensei escucha atento la disputa moral que tienen los dos jóvenes con respecto a la niña, así que medita las palabras de Hiroshi brevemente mientras se apoya la mano en el mentón. Mientras tanto la joven se levanta del suelo y observa a Hiroshi con cara de agradecimiento, aunque no le dice nada.- Bien, parece ser que una causa noble quiere salvar a esta joven y que sea readmitida.- Dijo el sensei.- Solo hay una forma de que este Dojo vuelva a confiar en ella. Tiene que encontrar la llave Buyoshin y entregarla en una semana. Y ahora tengo que seguir entrenando a mis alumnos, si me disculpan.- Comenzó a dar las clases en una de las salas de al lado. 

- Pero sensei... eso es... imposible.- El sensei que ya había llegado al aula la miró con desaprobación y le dijo.- Tan imposible como que haya pensado en la posibilidad de readmitirte, pero tienes una oportunidad de demostrar que te importa este Dojo.

Todo quedó en calma y la joven sin mirar a Hiroshi, avergonzada por haber dado la cara inclinó la cabeza ante él con gesto de gratitud y luego salió cabizbaja del lugar, quedando Hiroshi y Kenichi solos en la sala principal del Dojo.

Antes de que Mayurit pudiera responder alguien irrumpió en la sala. Un joven que ya te sonaba de algo, vestido todo de pinchos y con el semblante serio y violento.- ¡MAYURIT, TE VIENES CONMIGO!.- Dijo gritando de malas formas mientras la agarraba por la muñeca.- Te he echado mucho de menos y no voy a aguantar sin estar sin tí, así que te vienes de nuevo a la ciudad.- Mayurit sorprendida miró con pena a Mika y asintió.- Vale Makoi-kun...- mientras se dejaba llevar hacia la salida.

Muy bien Hiroshi, creo que tienes una obligación que atender, yo voy a ver como siguen Mika y Mayurit, que tengas suerte con eso amigo, pues si el sensei ha impuesto una prueba, no espero que sea sencilla y ella necesitará toda la ayuda posible. - digo mientras poso mi mano en el hombro de Hiroshi, para luego marcharme de allí sin mirar atrás.

Hiroshi no iba a mentir, la actitud de Kenichi le decepcionaba y mucho. Estar enfadado con una persona porque había hecho daño, vale. Pero abandonar a una persona en apuros...

El muchachote se levantó y se quitó la mano de Kenichi de su hombro.

 -No es mi obligación, voy a ayudarla porque creo que la causa es justa. No te pediré que hagas lo mismo, ya me has demostrado lo que te importa realmente la justicia.

Dicho aquello, Hiroshi salió detrás de aquella chica. No sólo quería ayudarla, quería que le demostrara que estaba dispuesta a esforzarse y a cambiar. Porque Hiroshi Tameyama no era imbécil, aunque lo pareciera. No ayudaría a una matona vulgar a recuperar su estátus porque sí. Si esa mujer realmente quería cambiar, si realmente quería esforzarse en mejorarse a sí misma, tendría toda la ayuda que él pudiera darle.

 -Espera, iremos juntos. Por cierto, aún no me has dicho tu nombre. Yo soy Tameyama Hiroshi.

¿Estaba preocupado por Mayurit y por Mika? Lo estaba. Pero también era cierto que estaban en un hospital. ¿Qué era lo peor que les podía pasar allí? ¿Y qué podría hacer él que fuera mejor que ayudar a alguien en necesidad? Pues eso.

Al salir no encuentras a la chica, al parecer se ha dado prisa en desaparecer del lugar...

El muchachote se llevó las manos a la cabeza. ¿Dónde se habría metido aquella muchacha? ¡Que él quería ayudarla! En fin, tocaba preguntar a ver si alguien había visto dónde había ido. Y si no, siempre podía volver a entrar al dojo para preguntar dónde se encontraba esa llave misteriosa que la chica tenía que buscar. Y si no encontraba nada... ¡Pues se volvería al hospital, qué remedio!

Al parecer nadie había visto a la chica, y el sensei estaba en mitad del entrenamiento, así que igual no era buena idea interrumpirlo, aunque podía intentarlo.

Hiroshi se pasó la mano por la cabeza, sintiéndose frustrado. Iba a tener que empezar a hacer entrenamiento de fondo para ganar velocidad, ¡porque todo el mundo se le escapaba siempre! Bueno, pues nada, habría que preguntar al sensei dónde estaba aquel lugar... ¡Pero el sensei estaba dando clase! Y no sería él quien interrumpiese a Fox-sensei después de haber desafiado su autoridad antes. Que Hiroshi era buenazo, no idiota.

Pues visto lo visto, sólo le quedaba regresar al hospital a ver a los demás y después buscar información sobre la llave Buyoshin en internet. O pedir ayuda a Mika para que le ayudara a buscar en una biblioteca, por ejemplo. Cualquier cosa le valdría.

Todo parecía ir bien, hablando con Mayurit... hasta que de repente, como si fuera una tormenta entrando en la habitación, un chico ya conocido por mi y por ella irrumpió en la sala gritando -¿Makoi?- pregunté mientras me incorporaba un poco de la cama... Y la verdad es que me estaba quedando muy sorprendida por lo que estaba diciendo, y más como May estaba dejándose llevar -Eh, ey ey... no puedes hacer eso Makoi-san, sueltala- le dije al chico con seriedad absoluta, levantándome -Muy bien que la eches de menos; pero Mayurit se lo esta pasando bien en el campamento, no tienes derecho a llevártela sin más solo porque tu quieras, agarrándola de la muñeca así de forma violenta... Y mucho menos preocupándote tan poco de ella- le dije, sin poder evitar sentirme enfadada un poco al darme cuenta de algo -Mayurit esta en una enfermería... ¿no te has molestado en preguntar si a ella le dolía algo antes de agarrarla y tirar de ella? ¡Podrías haberle hecho daño! Y eso si que no, es muy egoísta por tu parte, y ella es mi amiga... y ella decide si quiere irse o no, no lo decides tu- le dije de forma clara, poniéndome a al lado de Mayurit y poniéndole la mano en su hombro, sonriéndole a mi amiga.

Mientras Mika habla en el otro lado entrando por la puerta aparecen Kenichi y Hiroshi, que a pesar de no volver juntos se encontraron en la puerta del hospital. Mika intenta convencer a Makoi para que no se lleve a Mayurit de esas formas mientras él tira del brazo de ella, y ella se deja llevar cabizbaja y triste.

El chico podría haberse chocado con Hiroshi y Kenichi, que entraban por la puerta, pero en lugar de eso se giró hacia Mika y sacó un cuchillo.- Te voy a matar, pedazo de puta.- Dijo apuntando a Mika con él. Parece que había dejado de tirar del brazo de Mayurit, pero para encararse con Mika, y parecía extremadamente violento en esta situación.

Sin haber podido encontrar a la mujer ni haberse atrevido a interrumpir la clase de Fox-sensei para pedir información, Hiroshi había decidido regresar al hospital. Se reencontró con Kenichi en la puerta del mismo, decidiendo subir los dos juntos a la habitación donde estaban las chicas. Y lo que se encontraron allí hizo que la sangre del enorme muchacho hirviera.

 -¡Eh tú, ¿de qué vas?!

¡Un cuchillo! ¡Que había sacado un cuchillo a Mika! ¡A su mejor amiga en el mundo entero! Eso sí que no, ¡por ahí no tragaba! Ese cretino no era digno ni de estar a 1000 metros de distancia de Mayurit, ¡menos aún de ser su novia! Con toda la velocidad que le permitía su corpachón, Hiroshi se abalanzó derecho hacia aquel criminal para atraparlo entre sus brazos. Y una vez le tuviera indefenso, cualquiera de sus amigos llamaría a la policía o a seguridad para que detuvieran a aquel maleante de tres al cuarto.

Mientras volvía al hospital, intenté comprender la decisión de Hiroshi, mira que apoyar a alguien que había deshonrado a su maestro en tres ocasiones, sin duda el gigante tenía un corazón de oro, lástima que esa cretina iba a decepcionarlo, pues esa clase de personas nunca cambian.

Sin embargo, la escena que encontré al llegar al hospital era de lo más surrealista, allí estaba el bastardo de Makoi y ahora amenazaba a Mika y a Mayurit con un cuchillo, por fortuna él no se había percatado de nuestra presencia.

Tal vez pueda aprovechar el elemento sorpresa para tomarlo por el cuello e incapacitarlo. - pienso mientras me apresto a llegar a él desde su punto ciego, cual felino que acecha a su presa inicio mi desplazamiento hasta que Hiroshi se carga el sigilo alzando la voz y cargando contra el imbécil de Makoi.

La maniobra de Hiroshi fue demasiado arriesgada pero efectiva, es por ello que mientras Hiroshi realiza su presa, yo me dispongo a intentar inmovilizar la mano del arma para que Makoi no pueda emplearla contra Hiroshi.

Mika, Mayurit, vayan por seguridad, Hiroshi y yo lo detendremos. Y Mayurit, no olvides lo que te dije, la decisión es tuya, pero esto sólo puede ir a peor, no te dejes dominar por el miedo. - digo mientras me concentro en ayudar al gigante a completar la maniobra de inmovilización.

Hiroshi fue a reaccionar, pero algo lo detuvo. Tres personas de complexión media le agarraban del cuello, de la pierna y del tronco, inmovilizándolo.- Ya estamos aquí Makoi, mira qué hemos encontrado...- Kenichi se dio cuenta de esto y reaccionó rápido, zafándose de las manos de dos de ellos, que con cara de agresividad y enfado por no haberlo agarrado a tiempo se abalanzaban sobre él.

En ese momento Makoi se dio la vuelta, dando la espalda a Mika para ver qué pasaba a su espalda. Mayurit estaba muy sorprendida y casi en estado de shock, arrodillada en medio de la sala donde Makoi la había dejado. Ahora mismo daba la espalda a Mika, pero una puñalada podía ser mortal. La situación era bastante tensa... ¿Dónde se habría metido la enfermera?

- Vaya vaya, pero a quiénes tenemos aquí. A los entrometidos de siempre...- Dijo con voz de desquiciado mientras miraba a Kenichi y a Hiroshi.

Pero miren a quien tenemos aqui, al cobarde de Makoi y sus dos zorras, ya le contaste a esos maricas como te tumbé los dientes el otro día, claro, como no sabes pelear como hombre me sales ahora con tu cuchillito. - digo con tono burlón, para luego mirar al otro par de matones.

Sólo me pregunto.... De ustedes dos, ¿Cuál es el activo y cuál el pasivo o es que a ambos les gusta recibir? - agrego mientras contraigo los músculos y me apresto a luchar.

¿Y bien? Díganme panda de maricas ¿Los castraron al nacer o se volvieron homosexuales por decisión propia? - pregunto al tiempo que doy un paso hacia atrás intentando atraer toda la atención posible de los matones hacia mi para darle una oportunidad a Hiroshi de soltarse.