Partida Rol por web

Hm. Esa ha sido una aguda observación. A tener en cuenta.

Verlor se queda congelado por la sorpresa, su buen talante se contrae hasta convertirse en una mueca pétrea donde los ojos parecen saltar de sus cuencas, su boca permanece abierta pero no articula ni una silaba, aquello le había dejado congelado. Cuando el enano se pone a su lado y continua la marcha, el sencillo gnomo no puede más que añadir su último nombre, el cual aún no había dicho al grupo. –Mi nombre es Verlorenensohn, o Verlor como me llamaba mi madre, como seguramente sabes, el ultimo de nuestros nombres es el que solo conocen aquellos con quienes guardamos una hermandad más haya incluso que la de la sangre, puedes usarlo. Sintiéndose abrumado por el juramento pronunciado por Galmor, el druida, conocedor del significado de aquel juramento, no pudo sino caminar en silencio, meditando sobre lo que aquello predecía.  

Después de un buen rato de caminata aparece una primera edificación y Galmor dirige sus pasos directos hacia allí. Mientras tanto se fija en las armas que llevan sus acompañantes, sobretodo buscando entre ellos alguna de alcance.

Verlor...Verlor está bien...

Al darse cuenta que nadie ha respondido a Heskan el enano le contesta - Eso tendrá que decírtelo un humano...

Cita:

Heskan se sintió ignorado. Creía que se sentía fuera de lugar. Sólo esperaba un momento donde demostrar su valía y sentirse integrado. Al menos lo intentaba. Ignoró su resquemor y respondió al saludo de aquel personaje con aquel nombre tan largo cuya raza desconocía por completo.
- Encantado Verlor, Galmor...Soy Heskan.
Quedó estupefacto con el comentario de Juliana respecto al enano. Pensaba que esos personajes pequeños pero corpulentos eran buenos habladores. Un mundo muy estraño, sin duda.

bien estamos de presentaciones, bueno para que lo sepais mi nombre es Julianna- y hago una modesta pose como si tubiera una falta y me agacho un poco- ¿entonces que vamos hacer? lo digo porque a mi me parece mas logico que el granero sea como un punto para poder atacar, es decir conocido como vulgarmente una trampa.

El lenguaje corporal del dracónido indicó a Fadrique que pasaba algo por su cabeza, pero no comprendió bien qué iba mal. Fue el comentario de Galmor el que le dio alguna pista.

Claro, has preguntado cómo era en la civilización humana. Perdona, la conmovedora escena que hemos presenciado me ha hecho olvidar, Heskan.

Se entretuvo pensando un poco, para ordenar sus ideas y para reunir la información que en muchos libros y enseñanzas había almacenado.

Yo he vivido en las tierras salvajes, en soledad, mucho tiempo, dijo finalmente, solamente acompañado por temporadas por mi querido mentor, Madroño, al que ahora busco. Es posible, por tanto, que no se me pueda considerar civilizado, al menos no en toda su amplitud. Pero he escuchado que las agrupaciones humanas tienen muy diversos puntos de vista sobre todas las cosas de la vida. Creo que en algunas se impide la matanza pura y dura hasta que se celebra un juicio, por eso se aconseja hacer prisioneros y solo matar si es imprescindible. Pienso que estamos en ese caso. Son reglas, supongo, creadas para garantizar al máximo la libertad individual sin que la colectividad sufra en exceso. Otras agrupaciones humanas hacen como tú has dicho, y otras son bandidos y tienen, dentro de su propia sociedad, reglas sencillas y directas, y que puede que consideren "bandido" a la parte contraria, en realidad.

Pienso que tenemos aquí un pequeño equívoco: los humanos, aunque nos consideremos una raza, diferenciamos ese concepto del de reglamentación para vivir, que dejamos un poco al aire de cada nación.

Juntó las manos y miró amablemente al dracónido. Espero haberte sacado de dudas, querido amigo.

Luego miró a Julianna. ¿Piensas que podría ser una trampa? ¿De verdad? ¿Qué deberíamos hacer?

Atala observó en silencio la escena de Galmor arrodillado ante Verlor. No se que ha pasado exactamente entre estos dos, pero esto si que no me lo esperaba. Pensó incrédula ante la escena. La escena del enano arrodillado ante el gnomo atrajo la atención de todo el grupo y la pregunta de Heskan pasó desapercibida hasta que la repitió.

Atala esperó pacientemente a que Fadrique diera su punto de vista y cuando este terminó, Atala compartió con el resto del grupo su opinión. Bueno, yo crecí en un pequeño pueblo minero y allí teníamos algunas leyes que nos limitaban nuestra libertad individual, pero que garantizaban la seguridad del pueblo y sus habitantes, o por lo menos lo garantizaban en cierta medida. Con estas leyes también se limita un poco el comportamiento de los individuos para que no perjudiquen a cualquier otro individuo o a la comunidad de forma que pueda haber una convivencia pacífica entre todos y que no reine el caos. Atala paró un poco para meditar sobre un ejemplo que le pudiera dar al dracónido. Un ejemplo de esto es que alguien no puede robar a otro individuo porque después tendrá represalias que le perjudicarán más al ladrón que los beneficios que haya obtenido en el robo. Atala hizo una nueva pausa para darle tiempo a Heskan de entender lo que le había explicado. Aun y todo, la teoría esta muy bien, pero es muy complicado llevarla a la práctica adecuadamente y en la mayoría de los sitios de la "civilización" encontrarás que cada individuo intenta llenarse los bolsillos exprimiendo esas reglas al máximo. 

Atala terminó la explicación y se dirigió a Julianna, la cual creía que el granero podría ser una trampa. ¿Estas segura, Julianna? Podríamos dividirnos en dos grupos y rodear el granero cada uno por un lado para comprobarlo. ¿Qué os parece?

Galmor escuchó con extrañeza las explicaciones de Fadrique y, como ya le pasó en la taberna, no entendió ni la mitad. Luego habló la chica y a ésta sí que le entendió algo más. Sin embargo había algo que no llegaba a comprender - No sé de qué habláis.Yo juraría que el dracónido sólo quiere saber lo qué es un bárbaro.

Ya empezaba a dirigirse hacia el granero cuando escuchó que las mujeres decían algo sobre la posibilidad de que fuera una trampa. Paró su avance un momento para decir - Yo no creo que sea ninguna trampa, pero nunca está de más tomar precauciones. Bien, somos seis. Sí os parece Velmor , Heskam y yo iremos por un lado y vosotras y el humano por otro. lo rodearemos antes de entrar por si acaso. Y acto seguido se fijó su escudo en el brazo izquierdo,      sacó su martillo y empezó a avanzar de nuevo hacia el granero. Yo iré el primero. Velmor, avanza justo detrás de mí por si alguien nos disparara

Heskan meditó las palabras de sus compañeros. Complicado era aquello pero había entendido y asintió para manifestarlo. Entonces las palabras del enano lo retornó a la realidad, al asunto que les ocupa. Asiente ante las palabras del enano.
- Buena idea, amigo enano - corroboró el dracónido - Cualquier precaución es poca.
Heskan sacó su ballesta y colocó una saeta en él tratando de prepararse. Siguió al enano tratando de caminar con sigilo, como él había hecho en tiempo de explorador. debía actuar como si fueran a dar caza o realizar una incursión. Era el momento para la aventura.

Los aventureros, después de hablar un poco y revelar secretos familiares y deudas de sangre contraídas en antaño, deciden separarse en dos grupos para flanquear el granero que habían visto hace poco.

Poco tiempo les toma rodear el mismo y encontrarse nuevamente a las puertas del edificio, dándose cuenta de que ningún mal había en el lugar, aunque en su camino pudieron descubrir algunos objetos rotos (como carretas, carretillas) a causa de hachazos o espadas.

Al notar que todo estaba en orden, ven en un pequeño trigal a no más de 20 metros de su ubicación, que había alguien escondido con una hoz. No costaba demasiado trabajo darse cuenta que la hoz vibraba significativamente, claro síntoma de miedo en quien la está agarrando.

Al acercarse ven a un granjero, bastante joven pero muy mal nutrido, que se levanta asustado con su precaria arma en las manos apuntándola hacia ustedes y temblando descontroladamente.

- At.. At.. Atrás!!! O.. O.. O usaré esto para lastimarlos! - el pánico era latente en sus ojos.

Acercándose al granero el enano observa signos evidentes de que probablemente los bandidos han estado por aquí haciendo de las suyas. El edificio parece vacío, pero cerca ven a un joven escondido y atemorizado.Mientras se acercan hacia él y en vistas de que el muchacho no parece peligroso, Galmor guarda su martillo mientras dice en voz alta: Guardar las armas !! Y se dirige al asustado granjero con un tono que aunque intenta suavizar un poco, sigue sonando tan ronco y grave como es costumbre en el enano  -Tranquilo joven. No vamos a hacerte ningún daño. Venimos de parte de Harburk el carnicero.

Consciente de que quizás no sea el más indicado para tranquilizar al joven, Galmor da un paso atrás para que sea alguien más agradable y menos bruto que él quien se encargue de hablar con el muchacho para calmarlo y que pueda contar todo lo que sepa sobre los bandidos.

Atala da la vuelta al granero con Julianna y Fadrique, pero no encuentran nada peligroso. Tras reunirse con el resto de sus compañeros divisan a un joven granjero que los apunta con una hoz dispuesto a defenderse. Galmor se acerca a él guardando su martillo. Tras esto todos lo imitan y el enano comienza ha hablar, pero rápidamente se calla a la espera de que alguien lo ayude en la tarea de explicarle al joven la razón por la que se encuentran. Atala se acerca al enano y trata de tranquilizar al joven.

Tranquilo, tranquilo. No vamos ha hacerte nada. Estamos aquí porque Harbuck nos ha dicho que había unos bandidos por esta zona y queremos detenerlos, pero para ello vamos a necesitar más información de la que disponemos. Por eso estamos aquí y nos hemos adentrado en vuestras tierras, para preguntaros sobre los bandidos, si no es mucha molestia. Atala esperó a la reacción del granjero, pero al ver que este tardaba en confiar en ellos decidió presentarse. Para empezar, yo soy Atala Dundragon y provengo de un pueblo de mineros. ¿Tu como te llamas?

Al ver que el variopinto grupo no tiene intenciones hostiles y dos de ellos han tratado de calmarlo, notan como titubea unos momentos y baja unos centímetros la hoz. Aparentemente lo han tranquilizado, pero su pánico persiste.

- E... E... En serio? - pregunta el hombre, que mira a un costado y ahí pueden notar que hay más gente escondida en el trigal. - Pensamos que Harburk nos hab.. había olvidado. - logran ver una pequeña cabecita de cabellos negros y ojos inocentes que sale del trigal por una fracción de segundo. - Soy... Soy... Mi nombre es Áaron. - dice mientras una lagrima cae por su mejilla.

Claro que no Aaron, simplemente es que tenia que buscar a los mejores, y aqui estamos- digo mientras me acerco un poco para observar por encima de su hombro haber que hay tras es.- ¿son familiares tuyos?

- Por los dioses!!!! - dice el muchacho al ver a la thiefling que se acerca. Tira la hoz al piso y se arrodilla con la cara mirando a la tierra. - POR FAVOR!!! POR FAVOR NO LE HAGA NADA A MI FAMILIA!!!! - dice en un sollozo desconsolado - MATEME A MÍ PERO DEJE A MI FAMILIA TRANQUILA!!!!!.

Ante ese llanto, ven 3 niñitos, 2 varoncitos y una mujer, que salen corriendo con unas ramitas en las manos y se ponen al frente de su papá, protegiéndolo. No tienen más de 10 años ninguno de ellos.

- Alejense de mi papá... señores malos - dice el varoncito más grande mientras agita la rama apuntando hacia Julianna principalmente. 

Eiii, tranquilo que estamos aqui para ayudar- digo mientra levanto las manos- ademas lo que buscamos son los bandidos que han estado asolando estas tierras, seguro que un chico tan intrepido como tu sabe donde se encuentran. Siempre hay que tener vigilado al enemigo- despues de eso le guiño un ojo y le dedico la mejor de mis sonrisas.

Atala se interpone entre Julianna y los niños y mirando a Julianna le ordena. ¡ALEJATE JULIANNA! Parece que en zonas como está todavía dominan los prejuicios con los de tu raza. Después Atala se gira y dirijiendose a los granjeros intenta tranquilizarlos. Tranquilos todos, por favor. Como ya os hemos dicho no hemos venido a haceros daño. Solo buscamos información sobre los bandidos que hay por esta zona.

Atala tiene razón, dejemos que sea Fadrique quien trate con ellos hasta que se tranquilicen. Venid, Será mejor que nosotros nos mantengamos al margen. Dijo Galmor refiriéndose con la cabeza a Julianna y Heskam mientras daba un paso atrás. Podríamos ir mientras a examinar las carretas por si encontramos alguna huella o algún otro tipo de información sobre los bandidos. Apuesto a que todo ese destrozo es obra de ellos...

Que la Diosa os bendiga. Tranquilizaos. Soy sanador, ¿tenéis heridos?

Fadrique hace el gesto de bendición de Selune. Recita en voz alta, por una vez:

La luz cae sobre todos los seres en el mundo por igual, las bendiciones caen sobre vuestras cabezas desde el cielo cuajado de estrellas, porque ha retornado de nuevo la buena suerte: regocijaos, hermanos campesinos. Tengamos un consejo después de ofrecernos la paz los unos a los otros.

Se adelanta sin miedo y se sitúa junto a Julianna, tomándola de la mano. Ofrece la otra a Áaron y a los niños.

Mientras Galmor esperaba saber lo que harían sus compañeros, se descolgó su mochila y de ella sacó cuatro de sus raciones. Iba a  acercarse para entregárselas al joven y los pequeños, pero cual fue su sorpresa cuando vio como Fadrique les estaba dando un sermón y los conminaba para rezar. El enano estupefacto se acercó con las raciones en la mano, mostrándolas a los pequeños y ofreciéndoselas en un claro gesto de generosidad.  Déjate de rezos ahora, creo que lo que necesitan estas criaturas ahora es comer algo. Dijo el enano mientras que con un  ligero e "involuntario" empujoncito de su cadera, desplazó a un lado al sacerdote para colocarse frente a los famélicos niños.