Prólogo: Luz

Era una tarde de invierno y para esa hora ya había anochecido. Todas las actividades de los clubes debían acabar a las siete. A las siete y media se echaba el cierre, y todo el mundo debía estar fuera. Había historias, claro. Cuentos de cómo una vez una chica se entretuvo demasiado y se quedó encerrada hasta el día siguiente. El bedel, al parecer, no había querido abrirle. Lo cual no era extraño con las cosas que se decían de él.

Una de las tímidas farolas del patio estaba fundida, pero se veía lo suficiente como para salir de allí aunque fueran con el corazón en la garganta. Arashi, Katsumi, Mimi, Momoka y Sayaka se habían quedado hasta última hora. Se suponía que todo el mundo se había ido ya a casa. Por eso no podían esperarse lo que había sucedido: tras semanas de sospechosa calma, la Oscuridad había vuelto con fuerza.

El combate había empezado en uno de los pasillos, tras ver algo realmente sospechoso desde una de las clases. Peleando habían llegado a la azotea, pero aquello había salido rematadamente mal. El frío se les había clavado en los huesos, haciendo que se moviesen más lentamente y dejándolas a merced de su enemigo. Además la criatura era muy superior a ellas y con una facilidad pasmosa había estado a punto de derrotarlas. No estaban preparadas para algo así.

No es que se hubieran rendido, pero algo hizo que la criatura se marchase. Sin embargo, habían combatido a la Oscuridad lo suficiente como para saber que volvería. Era sólo cuestión de tiempo. Podía tardar unos días. Podían ser sólo unos minutos.

Aparte de los pasos de las chicas no se oía nada. Sí vieron a lo lejos a otro par de alumnos dirigiéndose a la puerta del patio antes de que esta se cerrase. Miraron al grupo de chicas y parecieron dudar. ¿Las habían visto transformadas? ¿Habían oído algo del combate?

Aquella historia sobre la chica que se había quedado encerrada se la habían contado más de una vez, Arashi estaba casi segura que la oía una vez al mes, o quizás incluso una vez a la semana. Siempre había una razón por la que se le hacía tarde y por la que corría el riesgo de quedarse encerrada en el instituto una solitaria noche. Eso la ponía nerviosa. Era cierto que no creía que el bedel fuera a dejarla ahí, tenía esa esperanza, pero no aparecer por casa para cenar ni dormir haría que su familia se preocupara y, al conocer la razón, el castigo podría definirse como monumental. No tenía ningunas ganas de eso, ni esa noche ni ninguna. Esta vez se le había hecho tarde porque era el tercer día que se dejaba los deberes de geografía e historia y mañana tenía que entregarlos. No podía haberlos cogido antes, no. No se había acordado y eso que cuando llegó a su aula estaban encima de la mesa, totalmente preparados. Hizo memoria; recordó que había puesto el randoseru sobre la mesa y le habían hablado, se había girado para responder y al terminar se había marchado sin coger nada que no estuviera ya dentro de su cartera escolar. Tampoco había podido volver antes porque no quería faltar ni un minuto al ensayo de música y lo cierto era que tampoco se había acordado hasta que no había vuelto a guardar las baquetas, pero la excusa era la otra. Tenía mala suerte, llevaba todo el día diciéndose que no podía olvidarse y lo había vuelto a hacer.

Cuando hubo terminado todo se decía que su olvido había sido un ardid más de la Oscuridad para retenerlas ―pero lo cierto era que eso solo había sido culpa suya― y eso le hizo recordar cómo había ocurrido. Todo había empezado con un reflejo sinuoso que había cruzado los cristales del aula. Nadie podía verlo directamente, sino que «algo» aparecía por el rabillo del ojo y te helaba la sangre, te daba un vuelco el corazón; y te girabas de golpe para ver qué ocurría. Todas sabían qué significaba, se lo decía la propia luz que llenaba el interior de cada una de ellas. La Oscuridad había regresado y las había estado acechando hasta que había tenido que mostrarse. La primera vez era un «algo», pero si le daban unas vueltas terminaban comprendiendo que en ese reflejo habían podido ver unos ojos helados como la noche más fría del invierno, de un color turquesa que no los hacía precisamente bonitos, sino que les avisaban de lo que estaba por venir.

Si había algo de lo que nunca se olvidaba a Arashi era de sus baquetas, iban a todas partes con ellas y con un redoble conseguía que una luz cegadora la rodease por completo e hiciera desaparecer el uniforme escolar para convertirse en su Lux Habitu. Era un traje que representaba lo que a ella misma le gustaba vestir, pero con un toque particular que lo hacía completamente increíble. Su capa ondeaba aunque no hubiera viento y toda ella emitía constantemente una luz rojiza y radiante.

El combate había sido fácil para ella, su propia luz era capaz de aplastar y hacer desaparecer cualquier atisbo de Oscuridad. A cada movimiento de sus manos hacía huir a las sombras que la amenazaban, haciendo entrechocar sus baquetas podía iluminar toda negrura. No había tenido rival y había evitado a toda la Oscuridad sin sufrir ningún daño; había sido ágil, rápida y su corazón se había mantenido firme e irradiando una energía lumínica digna de una estrella del espectáculo. Era la Estrella solar y había hecho honor a su nombre, había desatado una tormenta de luz sobre la Oscuridad y esta no había conseguido socavar su espíritu. Y aun así no habían ganado, no lo entendía, pero sentía que no había sido suficiente y que todo su poder no habría podido salvarlas de seguir luchando. Eso la preocupó, las quería a todas con todo su corazón y si hubiera llegado a pasarles algo no se lo habría podido perdonar nunca.

Solo le mostró su temor a Katsumi con una mirada de esas que solo pueden entender aquellas personas que han compartido una vida juntas; era ese movimiento de ojos que decía «por los pelos» y luego preguntaba «¿estás bien?». No tardó en preguntar lo mismo a todas sus amigas.

―¿Estáis todas bien? ―preguntó, dedicando un instante a fijarse en todas ellas―. ¿Qué ha sido eso?

Tampoco sabía exactamente qué era lo que quería saber, pero esa incertidumbre que le había quedado necesitaba cualquier respuesta, aunque fuera solo para calmar ese temor por no haber podido hacer frente a la Oscuridad.

Caminó en silencio hasta que se percató de que no habían estado solas y volvió a mirar a Katsumi, ella conocía a más gente, sabría quiénes eran.

Siempre le parecía asombroso que la Oscuridad regresase una y otra vez a sus vidas. Esporádicamente, pero ahí estaba. Y ellas cinco eran el muro que se oponía a tanta maldad. ¿Hay más magical girls?, se preguntaba Sayaka. Hasta ahora. no había recibido la respuesta que anhelaba en su corazón.

El combate fue duro. Ella hizo su parte, al lado de sus amigas aunque un tanto aparte, observando desde esos pasos atrás y tomando la mejor decisión en el momento oportuno. Y golpeando con su poder de vibraciones cuando encontraba la ocasión. Pero seguí sintiendo el frío en su cuerpo, en su pecho. En su alma. La Oscuridad era temible y aquel enemigo demostró un poder inusitado para lo que ellas conocían.

-Regresará -Susurró, vocalizando lo que todas sus hermanas seguro que sentían - Estoy bien -respondió a Arashi- ¿Y vosotras? -se preocupó por ellas, clavando su dulce y segura mirada en cada una de las chicas, ofreciéndoles su sonrisa pacífica, preparada y dispuesta por si tenía que aliviar algún dolor o mal. 

Recordó a Suki. La amiga a la que ayudaba esa tarde preparando los exámenes de ciencias. Menos mal que justo se hubo marchado con su hermano unos minutos antes de que el enfrentamiento tuviese lugar. Tomó aire con fuerza, imaginando el desastre de lo que podía haber sucedido, a la vez que temiendo ese día cuando la Oscuridad atacase a sus seres queridos como forma de manipularles y hacerles verdadero daño.

Se fijó en aquellos dos testigos. Frunció el ceño. -Tenemos que irnos ya. El bedel nos echará bronca -Kimi, ese el nombre de aquel hombre de mediana edad. ¿Se habrá enterado de algo? Era un tipo huraño, de pocas palabras. Sus dos esposas habían fallecido y se rumoreaba que él tuvo alguna cosa que ver en el asunto. Pero nunca se demostró nada. A Sayaka le daban escalofríos al pensar que pudiera ser posible todo eso que decían. Sin embargo, no, ella podía leer en el corazón de Kimi, no era una persona buena, pero tampoco un asesino.

Momoka se había quedado un rato largo después de clase para el ensayo con las chicas. Era la única actividad extraescolar que sus padres le permitían realizar, y ella se quedaba con mucho gusto. Nunca se quedaba a estudiar en el instituto, pues prefería la soledad y calma de su cuarto. Tenía allí todos los libros que pudiera necesitar para hacer los deberes, y todo ordenado como a ella le gustaba. ¿Quién en su sano juicio se quedaría a estudiar en un lugar ruidoso y lleno de distracciones?

Al acabar había recogido sus cosas y abandonado su querido teclado. Deslizó los dedos por encima de su superficie una vez más antes de incorporarse de la banqueta, agarrar la mochila, y salir fuera del aula donde ensayaban.

Arashi había olvidado algo en la clase anterior, y Momoka no tenía ganas de regresar ya a la soledad de su cuarto, pero sabía que el chófer enviado por sus padres estaría esperando en la puerta del colegio... como un reloj. Con la excusa de los ensayos para el grupo podía tener un pase, pero no podía demorarse demasiado. Aun así, le dijo a Arashi que la esperaba, por si quería que le acercaran luego a su casa. El chófer, Rai, no tenía problema en acercar a las amigas de Momoko en el trayecto de regreso, aunque no siempre lo aceptaban. Las amigas a veces tenían planes, y Momoka solo podía escaparse con ellas de tanto en tanto.

No estaba segura de en qué momento fue... pero escuchó un grito de aviso. Una de sus amigas fue la primera en detectar a la Oscuridad, había vuelto. Sin dudarlo se llevó la mano a la hebilla del cinturón y al concentrarse comenzaron a aparecer multitud de gotas de agua que acabaron formando un remolino que la cubrió de pies a cabeza impidiendo la visión. Al cabo de un par de segundos el agua no estaba y en su lugar estaba ella vistiendo su traje de combate... su Lux Habitu. 

No era una experta en lucha, nunca lo había sido. Así que, como siempre, se centró en averiguar cosas sobre su enemigo. La Oscuridad atacaba y sus compañeras contratacaron. Ella, por su parte, procuró esquivar o evitar los ataques siempre que pudo. Trataba de seguir los movimientos de la Oscuridad, buscando un patrón o alguna pista que le indicara qué era exactamente. De dónde provenía o por qué había escogido ese momento para atacar. Pero la falta de experiencia en combate, y la falta de entrenamiento marcial... tuvieron sus consecuencias. En un momento, un pequeño despiste provocó que un tentáculo de oscuridad la golpeara. No pudo evitarlo, tropezó y cayó de rodillas.

Era la primera vez desde que se había transformado en la que un enemigo conseguía alcanzarla. Por suerte no había conseguido hacerle daño. Elevó un poco la mirada, tratando de tomar aire, y vio a sus amigas. La Oscuridad había huido, y Momoka no sabía por qué.

- La he visto... - Dijo entre jadeos. - Por un momento, cuando me atacó, cobró forma. Seguía siendo oscuridad pero... Parecía humano. Tenía forma de una persona... de un hombre alto. Y esos ojos... - Los ojos rojos que le habían mirado atravesando sus pupilas, casi como si intentaran llegar a su alma para arrebatársela.

Entonces se dio cuenta de algo más. Cuando todo había empezado llevaba el teléfono en la mano y ahora... ¡Ahora no estaba! Con las prisas por transformarse y por enfrentarse a la Oscuridad debía de habérsele caído en algún momento. Empezó a buscarlo con la mirada con cierto aire de desesperación.

«Mierda, mierda, mierda», es lo que voy pensando mientras camino cojeando junto a mis hermanas. ¿Cómo ha podido salir todo tan mal? Después del ensayo con las chicas me lie yo sola. Ese punteo de la canción nueva no me acaba de salir como yo quiero, así que me quedé un rato más para practicarlo... ¡y zasca! La Oscuridad otra vez. 

Es verdad que había notado esa sensación gélida por la nuca, pero estaba tan concentrada que no me enteré de lo que pasaba hasta que oí gritar a alguien. Respiré profundamente, sostuve la púa de mi colgante y exclamé mi grito habitual: ¡PULSO ELÉCTRICO MIMI! Los rayos brotaron de mi luz interior envueltos en pentagramas y me coloqué en mi pose mientras mi Lux Habitu negro y rojo aparecía sobre mi piel (me encanta poner la pose, es de lo mejor de ser una magical girl). 

Pero todo se complicó demasiado. Aún le estoy dando vueltas a la pelea en mi mente y no entiendo por qué fue todo tan difícil. Ya nos hemos enfrentando a enviados de la Oscuridad antes y nunca había sentido esa derrota. Salvo la primera vez, pero esa no cuenta porque aún no conocíamos a Dormilón.

Dormilón, él nos ha salvado. Menos mal que nuestro dragoncito ha sido capaz de hacer que la criatura se marchase, con ese grito inaudible que ha hecho temblar el tejido del mundo a nuestro alrededor. Lo malo es que ha quedado agotado; antes de quedarse dormido en el bolsillo de Arashi nos dijo que con ese grito había gastado todo su poder, que no podrá hacer algo así en mucho tiempo. Y eso me enfada, porque la Oscuridad va a volver, siempre vuelve, y por primera vez siento que quizá podría vencernos. Solo de pensar que hoy mismo podría haber perdido a una de mis hermanas me cabreo muchísimo y sin darme cuenta he empezado a apretar los puños mientras voy andando. Si tuviera a esa criatura delante ahora mismo le metería un puñetazo que le atravesaría su fea cabeza de ojos rojos.

La voz de las chicas me saca de mis pensamientos rabiosos y las miro con un pestañeo. 

—Estoy bien, estoy bien —digo, aunque seguro que me notan el mosqueo que llevo encima, porque se me debe leer en la cara—. Creo que me he torcido el tobillo, pero no es nada. —Me muerdo el labio y empiezo a gesticular con las manos—. ¿Qué vamos a hacer? Seguro que vuelve y Dormilón no va a poder ayudarnos otra vez. Le voy a meter un puño en la cara, eso seguro, pero ¿cómo acabamos con esa cosa?

Mi expresión es seria pero mis ojos sonríen tranquilos y amables. Guardo mi malestar en una cajita y la selló con un mantra. "Yo soy luz, yo soy paz, yo soy amor". Me acerco a Mimi y con suavidad tomo una de sus manos y aprieto ligeramente. -Enfrentaremos a la Oscuridad unidas, Mimi. Aleja la ira de tu pecho, eso es lo que quiere, envenenarnos con ella. Así nos derrota.

También pillo la mano de Momoka -¿Qué buscas? "El móvil" - Me di cuenta de su preocupación. Si quieres te acompaño con tus padres, ¿vale?

Las miro a las cuatro -Estoy orgullosa de vosotras, chicas. Sois la mejores amigas del mundo y las más valientes. 

Con lo bien que iba la tarde hasta el momento. Había estado ensayando con las chicas en el club, la excusa perfecta para no ir a casa mientras estuviese el indeseable número uno, papá, de visita. Sabía que probablemente a esa hora ya se habría marchado, no fuera que perdiese el tren para volver a su casa por ver a su hija, pero por si acaso decidí remolonear un ratito más por el instituto y decidí acompañar a Arashi hasta su casa, pero cuando se le olvidaron los deberes pues la esperé en el banquito mientras me hacía millones de fotos con filtros de animalitos. Hasta que oí el grito.

No cabía absolutamente ninguna duda de que me había asustado, lo hice en cuanto escuché la alerta de Arashi y fui corriendo a ayudarla y volví a asustarme cuando vi aquel monstruo alcanzar a Mimi. Pero por supuesto no iba a consentir que ni el miedo ni aquel monstruo me parase y traté de alejarlo de mis amigas con mi ventisca multicolor. Pero claro, aquel ser no parecía estar al mismo nivel de los que nos habíamos topado hasta el momento y ni mis fabulosos brilli-brillis habían conseguido aplacar aquellos oscuros tentáculos. ¡Pues vaya faena! Además he de decir que de tan desesperada que estaba por quitárselo a ellas de encima, la ventisca se me fue un poquito de las manos y yo, que al tocar el ópalo de mi lazo me envolví en la fantástica luz arcoíris de mi transformación, me olvidé de todo dejando completamente descuidadas mis cosas en un rincón ahí tiradas. Como mi mochila de Prada, que en ese momento seguro que debía estar pidiendo pista de aterrizaje en cualquier heliopuerto de la isla de Okinawa por lo menos, después de salir volando con el vendaval. Cualquier persona responsable como Momoka estaría pensando en ese momento en lo terrible que era perder los libros y los deberes, los apuntes... ¡El trabajo de todo el curso! Pero yo solo puedo llorar y lamentarme en mi interior, pensando en todas las sesiones de fotos extra que tendré que hacer para poder permitirme otra igual.

Miro a Arashi asintiendo, más tranquila al comprobar que ya se ha marchado aquel ser, repasando con la mirada a todas mis amigas para comprobar que se encuentran bien.

- ¡Que se vaya a freír espárragos el bedel hombre! -Digo sin preocuparme de dejar escapar mi acento- Yo me preocuparía más ahora por saber qué ha sido eso, estoy agotada. No sé qué haremos si vuelve, aunque le yo te dejo que le metas un viaje Mimi -digo riendo intentando destensar los ánimos- pero Sayaka tiene razón. 

Sonrio a la dulce Sayaka e intento animar a Momoka con un super abrazo cuando me percato de algo más allá y veo a Arashi mirarme con aquella cara que siempre pone cuando quiere que le cuente cosas, sigo entonces su mirada y...

- ¡Oe Momoka! -digo señalando hacia aquellos que van hacia la salida mientras pongo mi mano en forma de visera- ¿Aquellos no son tu amiguito Haruka y su mejor amigo Iwata el del club de kendo? -Sonrío divertida, claro que son ellos- ¿Creéis que nos habrán visto? A lo mejor podemos decirles que estamos grabando un videoclip, jajaja. Aunque no con el movil de Momoka.

Mientras os acercáis a la puerta del instituto podéis ver a lo lejos que, efectivamente, aquellos dos chicos son Haruka e Iwata. Este último lleva la espadas colgada a la espalda, en su vaina, y esta sujeta atravesando el torso con una cinta. Los dos parecen algo inquietos y miran hacia el instituto mientras conversan.

Un poco más allá está aparcado el lujoso coche que recogerá a Momoka. El chófer está sentado en su sitio mientras comprueba algo en el teléfono móvil. No parece haber visto al grupo.

Mirándolo desde donde os encontráis, lo cierto es que el instituto parece como cualquier otro día. Probablemente nadie podría decir que en la azotea, sólo unos minutos atrás, ha ocurrido una batalla contra una criatura de ojos rojos que podría haber cambiado el curso de las cosas.

-Jajajaja. Qué ocurrencias, Katsumi. Sería divertido, pero impropio de nosotras mentir. Si preguntan, ya les respondo yo. -afirmo de manera jovial pero distraída, mientras me arreglo los pelos y la faldilla, un tanto nerviosa busco el broche con la gema, lo acaricio, me da seguridad. 

Estoy pensando en lo que dice Momoka. Forma humana, un hombre alto. Y con mucho poder. Qué extraño. ¡Cuánto nos falta por saber y aprender! -Nadamos en la incertidumbre, somos pececitos un poco despistados. -añado, expresando mis pensamientos en voz alta.- Hay que insistir a Dormilón, necesitamos más conocimientos. Cuando descanse y se despierte, claro. Pobrecito.

Tuerzo la boca. Oh, vaya, se me ha desgarrado un poco la falda. Me detengo a examinarla, no tiene demasiada importancia. Luego miro a un lado y a otro, no se ve al bedel por parte alguna. Eso me hace sospechar. 

-¿El bedel, el señor Tanaka, habrá oído o visto algo? -no quiero ni pensar en otra posibilidad más "oscura". Es entonces que me parece distinguir su alta figura mirando desde las puertas de entrada al edificio. Al darse cuenta de que lo he visto, se ha esfumado al interior.

-Uy. Se ha metido en el instituto. Deberíamos hablar con él, ¿no? -Estamos cansadas, desde luego. Y es muy tarde. ¿Mejor mañana? 

Atiendo a lo que van diciendo mis compañeras, preocupada por su estado y a medida que todas van diciendo que se encuentran bien notó como una paz envuelve mi espíritu, al final no ha sido nada y todo gracias a ti, Dormilón. Bajó la mirada hacia el dragoncito que descansa en mi bolsillo. Nos ha salvado de una buena, nos ha protegido a todas. Nunca habíamos visto nada igual… O casi, una vez cuando estábamos tocando todas juntas emitió un grito similar que acompañó nuestra melodía y la hizo tan especial como ninguna otra. Cuando terminó también volvió a echarse un sueño y por eso la canción terminó llamándose «La nana del dragón». No sabía que también podía ahuyentar a la Oscuridad de esa forma y ahora me pregunto si esa tarde corrimos el mismo peligro y ni siquiera nos dimos cuenta de ello.

Doy un suspiro. Lo importante es que estamos juntas. Katsumi no tarda en sonsacarme una sonrisa con ese preciosísimo acento que tiene y cuando empieza a reír yo lo hago también. No tarda en hacernos saber quienes son los dos chicos que están ahí, tenía razón en que me sonaban de algo, y ya sé por qué: Iwata va con Narumi ―la más malísima de todas― al club de kendo y eso quiere decir que no me gusta mucho, nadie que se junte con esa lo hace. Hago una mueca, aborreciendo con claridad que ese esté ahí y lo único que me gusta de la situación es que está Haruka. Me giró para fijarme en Momoka y sonrió divertida, pensando en si deberíamos saludarlos o no.

Cojo a Katsumi por el hombro cuando hace su sugerencia sobre el videoclip y señalo a los dos chicos.

―¡Haruka! ¡Haruka! ―grito, levantando la otra mano―. ¡Hola!

Después, bajando el tono me giro hacia Katsumi.

―Lo primero es asegurarnos de que no han visto nada, y no sería una mentira... Ahora Katsumi se pone a cantar y yo la grabo. Ya no es mentira. ―Me giro para intentar ver al bedel, pero yo no lo veo―. Ahí no hay nadie…

No es que tenga miedo, pero quizás es otro reflejo de la Oscuridad que nos está observando y que vuelve para atraparnos. No estamos preparadas.

―Quizás deberíamos irnos. ¿Tú que dices? ―preguntó a Katsumi.

Mi respiración se ha ido regulando poco a poco con el paso de los segundos. Tras el combate me encontraba muy agitada pero ahora ya estoy mejor. No dejo de mirar de reojo hacia el coche, donde espera Rai. Él no me va a echar la bronca, pero parece estar mirando su móvil y quizá me haya mandado algún mensaje. Como no le he contestado estará intranquilo, aunque más que por mí, por la bronca que puede caerle por parte de mi padre. Si le preocupase yo estaría mirando por la ventana, pero sabe que estoy con mis amigas. Si mira el móvil fijo que es porque mi padre le está diciendo algo. Seguro que respira aliviado cuando me vea llegar. Pero, eso sí, tengo que buscarme una buena excusa para lo del teléfono. O quizá decirle la verdad y pedirle que no diga nada... por ahora. Rai siempre se ha portado bien conmigo, quizá me eche una mano. 

Cuando mi cerebro por fin deja de divagar me miro las piernas. Al caer me di un golpe en una rodilla y aun la noto un poquito dolorida. No es nada, pero es incómodo. Quizá por estar distraída con todo ello no me he dado cuenta hasta que es demasiado tarde de que Arashi está saludando a alguien. ¡Y cuando levanto la mirada es él! Trago saliva y me humedezco un poco los labios. ¿Por qué? ¿Nos habrá visto combatir? Ojalá que no, ojalá que no, ¡ojalá que no! ¿Cómo explicárselo si ha visto algo? ¿Con qué cara mirarle? 

Pero antes de que interaccionemos demasiado - o algo - con Haruka, Sayaka menciona algo del bedel y Arashi le contesta. Miro en la dirección que indican pero tampoco veo a nadie.

- Yo no molestaría al bedel a estas horas tampoco. - Sugieron. - Creo que a mí me esperan en casa, no puedo demorarme mucho. - Mi tono de voz empieza a denotar algo de preocupación. - Deberíamos irnos. - Afirmo coincidiendo con Arashi, aunque ella solo ha preguntado. No ha afirmado.

Luego vuelvo a mirar en dirección a Haruka y su amigo, y me quedo muy muy quieta junto a mis amigas deseando ser invisible. Si se acercan a nosotras tengo que obligarme a sonreír... Tengo que obligarme a sonreír y a hablar.

Oigo la voz de Sayaka intentando apaciguarme, pero estoy demasiado cegada, solo de pensar lo mal que ha salido me cabreo más y más. 

—Pues es lo que hemos hecho, pero no ha servido —me quejo, con el ceño fruncido—. Tenemos que pensar algo más. Algo más... ¡contundente! ¡Eso! Tenemos que pensar cómo darle la mayor paliza de la historia del mundo. Le voy a meter el puño en su fea cara, eso voy a hacer. Y una patada en la boca. 

De fondo percibo cosas. El bedel. Haruka. Un videoclip. Pero no me cala, es que me dan igual esos. Cuanto más vueltas le doy, más me frustro y más crece mi mosqueo. Hacía mucho que no me enfadaba tantísimo, por lo menos desde que la idiota de Narumi y su sukeban le hicieron la vida imposible a Arashi. Creo que esa fue la última vez que estuve tan cabreada como para perder los estribos. Y esa vez no acabó bien para mí, solo de recordar el bochorno de tener que disculparme con ella me pongo aún de peor humor. 

—Uf. Como vuelva se va a comer un puño-rayo, os lo prometo. —Erre que erre, no hay quien me saque de ahí.

Haruka e Iwata acaban de salir por la puerta cuando Arashi saluda al primero. Para ese momento están intercambiando algunas palabras con inquietud mientras miran al instituto, e Iwata parece a punto de señalar algo en su fachada, pero la voz de la chica lo interrumpe. 

Al fijarse en el grupo es evidente cómo las mejillas de Haruka se encienden hasta tomar un color casi tan rojo como el lazo de Momoka. El chico duda un momento antes de levantar la mano con algo de timidez.

—¡Hola! —dice al final, tras recibir un codazo de su compañero.

En ese momento se intercambian una mirada, e Iwata parece hacerle un gesto como para animarle.

—Hola —repite cuando llegáis a la salida. Sus mejillas siguen algo coloradas aún—. Venís de... ¿Venís de ensayar, no? Hemos oído unos ruidos raros, y estábamos pensando en ir a ver.

Un paso por detrás de Haruka, su amigo le dio una palmada en la espalda en ese momento. Fue evidente que el chico no se lo esperaba por el respingo que dio. Al hacerlo, también se hizo claro que parecía bastante tenso.

—¿Pensando en ir a ver? —le preguntó a él de manera retórica antes de dirigirse a las chicas—. Haruka me estaba diciendo que se atreve a ir aunque le cierren las puertas. Eso me estaba diciendo.

Entonces las miró a todas una a una. Sus ojos eran claros y su sonrisa amplia e inocente.

—Creo que no os conozco a todas —les dijo—. Yo soy Yoshida. Iwata Yoshida.

Tras esas palabras hizo una pequeña reverencia a modo de saludo. Al levantar de nuevo la cabeza, sonreía más ampliamente.

—Oye, no me habías dicho que era tan guapa —dijo a su amigo, bajando un poco la voz... pero no lo suficiente como para que no le escuchasen.

Miro a los dos chicos con gesto ceñudo cuando nos los encontramos y me cruzo de brazos, molesta por tener que charlar ahora con ellos cuando lo que quiero es romper algo. «Blablabla. ¿Por qué hablan tanto?» Vacío mis pulmones en un suspiro de fastidio que se corta en seco cuando Haruka dice lo de los ruidos raros.

Miro por encima del hombro hacia el instituto y, de pronto, me doy cuenta de lo que pasa. El chico ha oído el grito inaudible de Dormilón. ¿Cómo es posible? Entrecierro los ojos y lo miro con suspicacia. A los dos. Pero enseguida me doy cuenta de que el otro chico no ha oído nada, ha sido solo Haruka. ¿Pero cómo? Parece un blandengue. Pero ha sido capaz de oír el tejido de la realidad temblando y no debería. Si ha podido oír eso, tal vez también ha podido ver los destellos de luz que se extendieron por el cielo. «Qué mal rollo».

—Habrá sido el señor Kimi con sus gases —espeto, de mal humor, sin saludar ni nada—. Dicen que los tiene tan fuertes que una vez hizo una grieta en el laboratorio. 

No puedo evitarlo, me parto con Mimi, sé que está mal y me sabe fatal así que intento no hacerlo, me mantengo con los labios apretados y cara de póker, pero es que está tan graciosa cuando se enfada…

- Claro que sí mujer, puño rayo, rayo tormentoso, lo que tú quieras...

 Entonces Arashi me sujeta de hombro. Sí mejor centrarme en Arashi, además le parece genial mi idea del videoclip así que no dudo en ponerme a hacer la boniata mientras entono cuatro palabras en inglés sin el más mínimo sentido y saludo al público, o sea, esos dos y murmullo en voz baja sin perder la sonrisa.

- ¿El Iwata este no decían que estaba saliendo con Narumi a principio de curso y la dejó por aquella que era de segundo? Algo de eso me suena, aunque dicen que a esa también la dejó por otra y... Bueno, yo ya me pierdo, resumiendo, que dicen que este las mata callando, yo que sé -digo encogiéndome de hombros- al menos es guapo. Oye podríamos invitarlos a algún ensayo. ¿Eh, Momoka qué te parece eso?

Le hago cejitas a mi amiga, justo cuando se ponen a hablar del bedel esto y el bedel lo otro, pero yo no veo a ningún bedel.

- Pues qué queréis que os diga, a mi ya me está entrando gana de cenar, yo dejaba al pobre hombre irse a su casa y me iba yo también a la mía -y me pongo a dar palmas para deshacer la reuníon-. ¡Anda cada mochuelo a su olivo! Ya preguntaremos a Dormilón mañana. ¿No?

Me agarro del brazo de Arashi y comienzo a arrastrarla que aún nos queda camino a casa cuando llegamos a la salida aún están estos dos por ahí y claro que me adelanto a hablar, que veo la oportunidad.

-¡Hola chicos! Uy sí, estábamos grabando un videoclip. ¿Eh Arashi? Pero se nos ha complicado la cosa. ¿Os ibais ya a casa? -pero este se adelanta a explicar lo que su amigo ha dicho o deja de decir y se pone en plan majo y yo como que le sonrío sin decir nada porque educación ante todo, no cómo este que se pone en plan descarado a hablar de no sé quién y yo pienso. "Pavo cállate" pero como que le sonrío otra vez y cambio de tema- ¡Vaya Iwata no me suena haber coincidido contigo! ¿A qué clase ibas? -que yo lo sé, ¿eh? Pero a lo mejor las demás no- Estábamos hablando que podríais venir algún día al ensayo.

Y entonces Mimi suelta aquello y es que ya no puedo más y exploto en carcajadas. ¿Cómo se le ocurre soltar eso?

Que no es mentira…¿De verdad se cree sus palabras? Miro a Arashi, mis ojos reflejan el desacuerdo con su comentario, pero no añado más, al fin y al cabo mis hermanas están nerviosas, inquietas y enfadadas. En particular Mimi. 

Y para rematar Katsumi le sigue el rollo. Qué mal. Ruedo los ojos y miro al cielo. -Parece que va a llover.

Observo con dudas por donde se marchó el bedel. Yo creo que hay que hablar con él, pero...Tuerzo la boca, resignada, sin soltar sus manos.

-Hola - saludo a los dos chicos, un pelín tímida. Me suenan sus caras, el amigo de Momoka, el otro no se. Y me fijo como Iwata posa sus ojos claros en Arashi cuando susurra "eso" de manera descuidada a Haruka. Es tan descarado que hasta yo me enrojezco.

Unos segundos tensos que decido romper.

-¡Ya se!. -Mi cara se ilumina, como si sola ella recibiese la luz de las farolas - Venid aquí, todas, conmigo -afirmo con alegría en la voz- Un abrazo grupal, va. Prohibido negarse, ven Mimi, tú en el centro. Olvida puños y patadas.

Claro que antes de eso la revoltosa Mimi suelta un invento. Y no puedo más que unirme a las carcajadas de nuestra idol. 

Iwata saliendo con Narumi... no estoy segura de haber escuchado ese rumor, pero la verdad es que quitando a las chicas prácticamente nadie me habla en el instituto.

Con los nervios y con toda la situación me obligo a permanecer atenta a la conversación. No puedo evitar asustarme un poco cuando Haruka dice que han escuchado cosas... Y mi temor porque hayan podido ver algo se acrecenta. Pero si hubieran visto algo nos lo habrían dicho, ¿verdad? O habrían salido corriendo nada más vernos acercarnos. Y no es el caso.

Entonces Iwata menciona algo casi en un susurro a Haruka... ¿Cree que una de nosotras es guapa? ¿Quién? Intento evitarlo, mirar hacia otro lado, agachar la cabeza. Pero no puedo. Sé que se me está poniendo la cara un poco colorada, y tengo que tener las orejas super rojas. Por favor que no me mire nadie, ¡por favor!

En ese momento caigo en la cuenta de nuevo. Rai está todavía esperando. La última vez que llegué tarde mi padre le echó una bronca de mil demonios, y al anterior chófer le despidió a la segunda bronca similar. ¿Será por eso por lo que Rai parecía preocupado? Por un momento me siento super egoísta... Siento un torbellino de emociones, escucho de fondo la excusa del videoclip y sin comerlo ni beberlo de repente me encuentro en medio de un abrazo grupal. ¿Qué está pasando?

Trato de mascullar algo entre tanta gente. - Yo... no... no molestaría al señor Kimi. Además es tarde, deberíamos irnos a casa. -

Ojalá no estuviéramos aquí ahora mismo. Me gustaría estar un rato a solas... o quizá incluso solo con las chicas. Quiero preguntarles por Haruka y eso que ha dicho Iwata. ¿Será verdad?