Partida Rol por web

LVPERCALIA.

Sábado, 15 de febrero. 9’30 de la mañana. San Nicolás del Puerto.

Cargando editor
26/01/2009, 13:20
Director

Elena lleva cerca de dos horas de retraso. Has tomado varios cafés y estás harto de hojear los pocos libros que has traído contigo: extractos de informes sobre yacimientos cercanos, apuntes entresacados de historiografías, el índice tartesso-castellano que tú mismo confeccionaste y que tanto estimas.

Miras por la ventana. Llueve. El mal tiempo se ha extendido hasta febrero. El mesón ("Mesón del Minero", así reza en la puerta) está poco concurrido. Hay un par de señores mayores en la barra, elevando las voces y buscando afanosamente en el periódico alguna noticia sobre el pequeño terremoto que sacudió anoche la localidad. El tabernero afirma que no se enteró de nada, que durmió como un tronco, pero interesado, enciende el televisor. Los viejos le llaman Simón.

San Nicolás es un pueblo pequeño, apenas supera los novecientos habitantes, y se encuentra a unos noventa y tres kilómetros de Sevilla capital. Sus tierras, que forman parte del Parque Natural de la Sierra Norte, contienen dos bellos enclaves declarados monumentos naturales. Se trata de las Cascadas del Huesna, en el tramo medio del cauce de este río, entre un bosque galería de alisios, olmos, sauces y fresnos; y el Cerro del Hierro, donde se mezclan las impresionantes formas típicas de los paisajes kársticos con un estupendo bosque de alcornoques, quejigos y rebollares.

La Aldea del Rey (el lugar en el que investigan Elena y ese tal doctor Benjumea -al que sólo llegaste a conocer de vista en la facultar, y al cual podrías calificar como un “petulante galán otoñal”: abundante cabello canoso, ademanes eruditos, perfil elegante) es un pequeño asentamiento a unos nueve kilómetros, pasado el Cerro del Hierro, allí donde la antigua línea férrea termina.

Inevitablemente, por enésima vez en esta mañana de espera, tu mente se dispara en las evocaciones del cuerpo voluptuoso de Elena, en que tantas veces sumergiste tus sentidos, cuando en el local irrumpen nuevos clientes: una pareja de guardias civiles, tres obreros y, por último, una mujer madura y atractiva acompañada por una niña, ambas rubias y ambas de aspecto cansado, posiblemente madre e hija.

Cargando editor
26/01/2009, 13:28
Director

La lluvia os ha acompañado desde ayer por la mañana que salisteis de Barcelona. La parada del autobús de línea sólo está señalizada por un poste y está al comienzo de San Nicolás del Puerto. Sois pocos los viajeros que descendéis. Por suerte, el pueblo es pequeño, y siguiendo esa misma avenida, pronto encontráis un mesón abierto y no os mojáis mucho. Alicia tiene pinta de estar destrozada; tú no crees que aparentes estar mucho más lozana. Se te ocurre que, además de preguntar por un medio de transporte hasta la Aldea del Rey, podríais desayunar como dios manda.

Te cuesta trabajo reconocer el lugar. Antaño, toda esta zona estaba llena de actividad; actualmente, con el declive de la minería, San Nicolás se presenta como un pueblo pequeño (apenas supera los novecientos habitantes) y apacible. Se encuentra a unos noventa y tres kilómetros de Sevilla capital. Sus tierras, que forman parte del Parque Natural de la Sierra Norte, contienen dos bellos enclaves declarados monumentos naturales. Se trata de las Cascadas del Huesna, en el tramo medio del cauce de este río, entre un bosque galería de alisios, olmos, sauces y fresnos; y el Cerro del Hierro, donde se mezclan las impresionantes formas típicas de los paisajes kársticos con un estupendo bosque de alcornoques, quejigos y rebollares.

La Aldea del Rey, el lugar donde transcurrieron tu niñez y gran parte de tu juventud, es ahora un pequeño asentamiento a unos nueve kilómetros, pasado el Cerro del Hierro, allí donde la antigua línea férrea termina.

“Mesón del Minero”: así reza el cartel sobre la puerta del establecimiento. Una pareja de guardias civiles saludan a tres obreros que han bajado de unas calles aledañas y, todos juntos, os preceden. Ya dentro, descubres a otras personas: el camarero, tras la barra, que se pelea con los canales del televisor, un par de señores mayores que le hacen indicaciones y agitan un periódico, y un hombre de aspecto taciturno, sentado junto a una ventana y que ante sí tiene dispuestos algunos libros.

Cargando editor
26/01/2009, 18:39
Silvia Montes

Al entrar en el mesón siento la temperatura un poco más cálida y me saco la chaqueta. Alicia, sacate la chaqueta también. Le digo a mi hija mientras me acerco a la barra. Doy un vistazo a mi alrededor, observando con disimulo a los otros comensales. "Bueno, parece bastante concurrido, para ser un pueblo tan pequeño... " Siento como el cansancio se va apoderando de mi, pero con un pequeño esfuerzo consigo dibujar una sonrisa en mi rostro cuando me dirijo al dueño del mesón.

Buenos días, quisiéramos un buen desayuno, cuando pueda atendernos, claro. Siento como Alicia no se separa de mi lado, la pobre está derrotada después de tantas horas de viaje. Venga, cariño, sentémonos en aquella mesa mientras esperamos que este señor pueda atendernos. Con paso seguro me dirijo a una mesa un poco apartada, dejo las cosas sobre una silla y la pequeña maleta apoyada en la pared. Hacía muchos años que no visitaba el pueblo, me siento una extraña entre tantos rostros desconocidos. Saco del bolso la pequeña consola Ds y se la dejo a mi hija para que pueda entretenerse mientras esperamos que nos atiendan. Me quedo con la mirada perdida, mirando las pequeñas casas que se pueden ver a través de la ventana...

Cargando editor
26/01/2009, 23:31
Director

El acento de la recién llegada (del norte, catalán con toda probabilidad) no pasa desapercibido entre los parroquianos.

-Enseguida, señora –afirma el camarero mientras va disponiendo tazas y platillos sobre la barra.

Los guardias civiles (uno apenas un muchacho y el otro más mayor) le echan un ojo profesional a la mujer, en tanto que las miradas de los obreros son algo más insistentes. La máquina de café comienza a borbotear y a silbar, y el parloteo general va elevándose.

-¿Lo has sentido o no, Simón? ¡Vaya pedazo de terremoto!

-Qué va, yo no me he enterado de nada –replica el camarero.

-Ha durado poco, pero no veas… Sobre las cuatro o así sería, ¿no, Andres?

-Más o menos.

Cargando editor
27/01/2009, 00:04
Silvia Montes

Me encuentro perdida en mis pensamientos, cuando me parece escuchar que hablan algo sobre un terremoto. Aparto la mirada de la ventana y presto más atención... Un terremoto? cuando ha ocurrido? Termino preguntando.

Mi mirada va de uno a otro de los parroquianos, esperando la respuesta de alguno de ellos. Por un breve instante he sentido un pequeño escalofrío, "Seguro que no será para tanto, ya se sabe que normalmente en los pueblos suelen ser bastante exagerados..." Pienso para tranquilizarme yo misma...

Cargando editor
27/01/2009, 08:25
Director

-Esta madrugada –tercia el guardia civil más veterano. –Pero estése tranquila, estos son muy exagerados.

-Exagerados, sí, exagerados –porfía uno de los trabajadores.

Simón aprovecha para preguntar a la mujer lo que hubiesen decidido para desayunar y se apresura a prepararlo todo. La niña, que ha estado también pendiente del diálogo, pregunta:

-Mami, ¿falta mucho?

Cargando editor
27/01/2009, 11:50
Silvia Montes

Pido un buen desayuno para las dos, consistente en unas rebanadas de pan tostado con ajo y aceite y jamón, unos zumos de naranja natural y un café para mi.

Bueno, esperemos que no se vuelva a repetir, gracias por la información...

Vuelvo mi atención hacia Alicia, la veo muy cansada. No, cariño, ya queda poco. Verás como después del desayuno te encuentras mejor. Por cierto. Digo dirigiéndome otra vez al amable guardia civil.. Nos dirigimos en dirección a Aldea del Rey. Sabe como puedo llegar? Hace muchos años que no venía por aquí y voy un poco despistada con los autobuses. Comento con una sonrisa en los labios.

Cargando editor
27/01/2009, 12:14
Director

El guardia civil piensa unos instantes y dice:

-Hum, creo que hasta las doce nada de nada, ¿no, Simón?

Simón, que ya sale detrás de la barra y avanza con una bandeja hacia la mesa de la señora, contesta:

-Me parece que sí. De todos modos, a ver si podéis hacerle el favor y llevadla vosotros.

El agente más joven resopla y se apresura a intervenir:

-¡Imposible! Nos hemos escapado para desayunar, llevamos desde las cinco en planta, atendiendo un caso de suicidio y…

El otro lo ha interrumpido con un codazo.

-Miguel, cojones, que hay una niña –le recrimina.

Cargando editor
27/01/2009, 12:24
Silvia Montes

Un sui... Me muerdo el labio inferior evitando que salga la palabra por mi boca, miro a Alicia, parece que no se pierde palabra de lo que decimos. No me gusta hablar de estos temas delante de mi hija. Así que procuro aplacar la curiosidad morbosa que suele generarse ante estos temas. "Puede que sea alguien que conozca... No, no creo, hace demasiados años que sali de este pueblo..." 

El camarero deja nuestro desayuno sobre la mesa, con una sonrisa veo como mi hiija se lanza sobre las tostadas. La miro y como siempre me sorprendo del parecido que tiene con su padre. Cuando sea mayor se que será una chica preciosa, y eso me hincha de orgullo. Así que hasta las 12 nada?... Uhmm Digo para mi misma, volviendo al tema que me atañe. Miro la hora en el reloj. Bueno, serán dos horas y media de espera, no se preocupen, ustedes seguro que deben estar cansados después de una noche tan ajetreada.

Cargando editor
28/01/2009, 09:53
Francisco Jose Gonzalez "Pacojó"

Ensimismado en los pensamientos de la mujer con la que comparti dias mejores, pierdo mi mirada en el periodico que he comprado esta mañana, un periodico de tirada nacional, esperando encontrar en las paginas de cultura algo de las investigaciones llevadas a cabo en Numancia o en Canchorroano, por mi amigo el profesor Martinez de la Rosa. De vez en cuando parto un pedazo del croissant que estoy desayunando para saborearlo, acompañandolo de un sorbo de cafe.

El tiempo pasa, y...Elena no viene. Miro por las ventanas en busca de la reluciente melena rubia que anunciaria su llegada. Pero no llega, tan solo se ve una calle adoquinada, por la que pasan coches no muy de vez en cuando, y dos ancianas estan sentadas a la entrada de su casa hablando acerca de algo con gestos muy exagerados, y a gritos...supongo que del terremoto.

Vaya parece que en Sevilla, la proxima semana abren una exposicion en la torre del oro, "Las malusadas ganancias de America",....mmm, parece que tiene wena pinta, intentare ir.

De repente entran un grupo en el bar. Parecen dos guardias civiles, 3 trabajadores de la construccion, y....una melena rubia. Creyendo la llegada de Elena, hago ademan de levantarme pero me freno al ver la cara de la mujer... no, no es ella. Ademas, viene acompañado de una niña. Elena no aguantaba a los infantes...

Vuelvo mi mirada al periodico, y leo los asuntos internacionales..."La franja de Gaza otra vez invadida"...durante toda la historia , nunca se ha dejado de derramar sangre en esa region, estara maldita¿?¿

Mi atencion al periodico se aisla cuando oigo el acento de la mujer. Ese paladeo es inconfundible, que hara una catalana en Andalucia, pensaba que eran los andaluces los que iban a Cataluña...

De repente se inicia una conversacion acerca del terremoto de anoche. Yo en silencio intento escuchar todo lo que dicen, manteniendome al margen, hasta que no tenga una clara informacion...hasta para esto usas el metodo cientifico...normal que te vaya la vida como te va.

Entonces oigo que la señorita y su hija desean ir a aldea del rey, asi que, llevado por la amabilidad que siempre me caracterizo, doy el ultimo sorbo de cafe al enesimo cafe que me tomado en toda la mañana, y me levanto, y me acerco a la mesa de la señora que acaba de entrar.

Buenos dias, perdone la inmiscusion, yo tambien voy a Aldea del Rey, y se supone que vendra alguien a recogerme en breve...o eso espero, porque llevo esperandole toda la mañana. Si esta persona viene antes de la hora en la que usted se va, podemos llevarla alli a usted y a su hija sino tiene molestia.

Mis palabras son amables, como siempre, y mi gesto de cordialidad y simpatia. Siempre me gusto tratar con gente desconocida...Lo cierto es que en la facultad me dijeron que tenia don de gentes...a veces lo dudo...

Notas de juego

Lamento la tardanza, por examenes no estaba muy inspirado para escribir, y sinceramente prefiero no hacerlo, antes que poner cuatro cosas sin sentido. Saludos.

Cargando editor
28/01/2009, 12:21
Silvia Montes

Vuelvo a mirar por la ventana, perdida en mis pensamientos. Mientras voy realizando pequeños bocados a las sabrosas tostadas, los cuales ayudo a bajar con el zumo de naranja. Por mi mente van pasando recuerdos de mi niñez. Hacía tiempo que no pensaba en esa época, cuando los problemas de una niña eran los únicos que me atormentaban. El volver a pisar el pueblo, ver sus calles, sus gentes... Me provocan un pequeño pinchazo de añoranza. Distraída me llevo el vaso de zumo a los labios, cuando me percato de la presencia del caballero que se encontraba apartado. Le miro volviendo a la realidad, a la consciencia del entorno que me rodea.

Gracias por vuestra amabilidad. La verdad, estamos muy cansadas después de un viaje tan largo, y cuanto antes lleguemos será mejor, sobre todo para ella. Digo volviendo la mirada hacia mi hija, a la pobre le cuesta mantener los ojos abiertos, una sonrisa llena de ternura cruza mi rostro. Por cierto, mi nombre es Silvia. Comento volviendo mi atención otra vez al caballero y extendiendo la mano a modo de saludo formal.

 

Cargando editor
28/01/2009, 13:31
Director

Los parroquianos lanzan miradas de soslayo a aquel hombre resuelto. Uno de los obreros tose para reclamar su atención:

-Disculpen, pero si tienen prisa –hace una pausa para mirar su reloj-, si tienen prisa, Manuel, el panadero, suele salir sobre las diez en su furgoneta. No creo que le importe llevarlos.

Cargando editor
29/01/2009, 00:57
Silvia Montes

Mi atención resulta reclamada por uno de los obreros que se encuentran en el mesón. Cuando escucho su propuesta una sonrisa de alivio asoma a mis labios.

De verdad cree que no le importará? Sinceramente, cuanto antes llegue a Aldea del Rey, antes esta criatura podrá descansar. Mi mirada se endulza al mirar a Alicia, parece ajena a la conversación, pero yo se que no se pierde ningún detalle. Si no viene la persona que le tiene que venir a buscar, quizás le interese también venir con el panadero. Digo dirigiéndome al hombre que tan amablemente se ofreció en acercarnos.

Cargando editor
29/01/2009, 09:24
Francisco Jose Gonzalez "Pacojó"

Oh, si....me cambio el periodico y apuntes de brazo para poder darla la mano....yo soy Francisco Jose Gonzalez.Encantado.

Uhm...me quedo pensando dubitativamente, no se por que optar, esperar a Elena, otro rato mas...pongo cara de malhumor, o irme con esta mujer y su hija...

Tras un momento de reflexion...bah, que demonios, basta ya de arrastrarse por esa mujer, si no viene ya la encontrare en el pueblo.

Esta bien, viendo que quien espero no viene, optare por ir alli.

Muchas gracias señor, digo al obrero, es un placer tratar con gente tan atenta...Aaah, Andalucia...

Miro el reloj, y confirmo el hecho de irme con la mujer. Ya he esperado demasiado...Disculpeme, un momento, que pague y vaya al cuarto de baño. Quizas su hija tambien lo desee, digo mientras miro a la niña, si parece que este cansada...

Disculpe caballero que le debo por los 3 cafes y el croissant?¿ Tras pagarle dejo propina, le doy las gracias y voy al cuarto de baño.

Cargando editor
29/01/2009, 09:55
Director

El obrero les indica hacia dónde deben dirigirse en cuanto Francisco José regresa:

-Nada más salir, cogen la segunda calle a la izquierda, ahí está la panadería. Eso, él suele salir a las diez, diez y pico… Le dicen que van de parte de Andrés el del polvero.

Realmente, Alicia parece estar agotada.

Cargando editor
29/01/2009, 10:02
Francisco Jose Gonzalez "Pacojó"

Muchas gracias, parroquiano, un placer haber compartido desayuno con ustedes.

Miro a Silvia. Señora, cuando usted desee? digo mientras me dirijo a abrirle la puerta.

Por cierto, me llevaba el periodico...aqui lo tiene...le digo al camarero, mientras se lo dejo en la barra.

Cargando editor
29/01/2009, 10:39
Silvia Montes

Encantada. Musito cuando Francisco se presenta. Sí, Alicia, mientras pago el desayuno ve al servicio, hace ya bastante que no has ido... Miro como mi hija se levanta y se dirige hacia los servicios. Un suspiro de alivio sale por mis labios, parece que el viaje por fin ya llega a su fin. Busco mi monedero en el bolso y me acerco al camarero para pagarle la cuenta.

Una vez he terminado de pagar, vuelvo a recoger mis cosas y espero a que Alicia salga del baño. Al ver que tarda me acerco a la puerta y pico suavemente. Cariño, estás bien? Escucho un pocco amortiguado a través de la puerta que ya sale. Al momento abre la puerta y le acerco la chaqueta para que se abrigue. Venga, date prisa que nos están esperando.

Me dirijo hacia la puerta que Francisco mantiene amablemente abierta y antes de salir me giro para despedirme amablemente. Buenos días, y gracias por todo. Salimos del mesón enfrentándonos al frío de la mañana. Con un escalofrío me cierro los botones del abrigo. Bufff! Con lo bien que se estaba allí dentro. Bueno, esperemos que el panadero sea tan amable como esos obreros. Comento mientras nuestros pasos se dirigen hacia donde nos indicó el obrero.

Cargando editor
29/01/2009, 11:17
Director

Continúa lloviendo, el cielo está clausurado.

Los tres recorren las aceras con premura, y encuentran fácilmente la panadería: una nave estrecha, con una gran puerta metálica azul cobalto. Hay una furgoneta frente a ella, con las puertas traseras abiertas de par en par. En esos instantes, un hombre joven está saliendo portando una caja de pan recién hecho y la carga en el interior.

Cargando editor
29/01/2009, 17:13
Francisco Jose Gonzalez "Pacojó"

Al ver la lluvia, cojo el paraguas y se lo cedo a la mujer. Tome, resguardese usted y su hija, yo llevo capucha en el abrigo. Saco la capucha del abrigo y me subo la cremallera guardando dentro los apuntes que llevaba.No seria wena idea que se me mojasen estos libros. 

Caminando por la acera me voy fijando en el pueblo y en sus edificios...mientras rapidamente me dirijo a la panaderia..Dense prisa, nunca vi llover tanto en Andalucia...acompaño las palabras de una carcajada.

Cuando llego por fin a la panaderia, abro la puerta a la señora y la digo que pase, que yo me ocupo de cerrar el paraguas fuera. Sera mejor asi señora, no se mojen mas usted y su hija.(en realidad no me he dado cuenta por llevar la cabeza gacha para no mojarme que hay un hombre cargando pan en una furgoneta)

Cargando editor
30/01/2009, 11:13
Manuel Orozco

El joven lleva un chubasquero rojo. Percibe la llegada de aquellas tres personas y los interpela sin interrumpir su operación:

-Disculpen, ¿desean algo?