Partida Rol por web

No puedo creerlo era la tercera o cuarta vez en una maldita noche que alguien quería cocinarme, que les pasa a estos tipos, ya sé que estoy muy bueno, pero no estoy dispuesto a quedar en el menú. -  pienso mientras doy un enorme salto hacia mi derecha buscando refugio en el área de las celdas, descartando la idea de ir hacia el almacén en donde podría quedar atrapado como una rata en un barco en mitad de una tormenta.

¡AHORA SI QUE OS VOY A DESPELLEJAR A TODOS MALDITOS HIJOS DE PUTA! - grito desde lo más profundo de mis entrañas con un cabreo monumental, el cual sólo era la antesala de lo que estaba por caerle encima a esos tipos cuando el fuego se disipara.

Malditos canallas. ¿Acaso todos los delincuentes de la ciudad quieren verme en sus aspiradoras?

Solté todo el aire contenido mientras mis dedos aplicaban presión sobre el pecho del preso... un estremecimiento recorrió mi espina dorsal... sinónimo de que había conseguido mi objetivo... el hombre viviría... ¿con qué secuelas? Importantes, eso estaba claro, pero al menos viviría. Habría que dejarlo en buenas manos para que éstas fuesen minimizadas, pero al menos nos daría la oportunidad de hablar con él y que nos pudiera contar algo más.

Mediante un sencillo sortilegio convertí un trozo del traje del reo en una mullida almohada, sobre la que podría descansar mientras nosotros nos ocupábamos de los que nos estaban atacando.

Salí al exterior de la celda y lo que vi me impactó... una enorme lengua de fuego se dirigía hacia nosotros, no había tiempo... volví junto al cuerpo del preso y conjuré un aqua eructo, serviría para mantenernos a salvo a los dos y quizás ayudara a Jhonatan y Alma...

¡¡AQUA ERUCTO!!

No tardarían en recibir el contraataque, lenguas de fuego que iban a consumirlos por completo. Jonathan salió hacia un lado, dando un salto, mientras que Alma debió correr en dirección contraria a su amigo, para meterse directo al almacén, no tenía muchas opciones, sino, sería consumida por el fuego. Ahora, luego de este ataque, ¿donde estaba Montgomery? ¿Sería carne asada luego de ese ataque?. 

El fuego era abrazador, y pudo sentir como su caricia. Habían tantas posibilidades de no salir viva esa noche...

La lluvia de escombros, piedras y ladrillos hacia Montgomery era incesante, y los presos que trataban de rodear al experto auror fueron rápidos. Richard iba a estar en un buen aprieto, y una vez que se le lanzasen encima desde varios frentes, difícilmente iba a poder mantenerles a raya. Además, el principal problema del que tenía que preocuparse de inmediato era el corpulento prófugo que se alzaba colosal por encima del resto, y que además portaba entre sus enormes manos el contundente mazo. Con una fiereza descomunal, había alzado la herramienta para descargarla con todas sus fuerzas en la estantería tras la que se cubría Richard, pero el auror logró realizar un exitoso Poliformar, transformando el mazo en una pequeña florecilla.

La cara del gigantón fue de chiste, quedándose unos instantes confundido sin saber que hacer, y tuvo que ser nuevamente el líder de los italianos el que levantase la voz para hacerle reaccionar.

- ¡No te hace falta ningún mazo, imbécil! ¡Ves con todo y echa abajo la estantería para aplastarlo! ¡Deprisa, no podemos perder tiempo! - le gritó de malas maneras, al tiempo que apremiaba a que algunos de ellos se colasen por el agujero de la pared. El pequeño Enzo acababa de ser liberado de las sogas y pasó sin dificultad alguna, y tras él salió el tipo al que habían llamado Giussepe. Iban a salir otros dos presos, pero el líder los apartó para ser él el siguiente en salir. ¡Aparta Luigi! ¡Primero yo y ya después Fabio y tú! ¡No vamos a esperar más al resto de reclusos de las celdas de máxima seguridad, que les den!

Fue entonces que un calor sofocante empezó a hacerse presente en la sala, como una ola de calor proviniente de la puerta metálica que daba a las celdas por donde había llegado Montgomery momentos antes, y abriéndose de golpe la puerta, la siempre elegante y atractiva joven Rhydderch rodó por el suelo y se cubrió haciéndose a un lado, casi siendo engullida por las llamas. Uno de los presos que trataban de dar un rodeo fue alcanzado de lleno, prendiéndose fuego todas sus prendas al instante y gritó dando alaridos de dolor.

- ¡Me quemo! ¡Ahhhhgggghh! ¡¡¡Qué alguien me ayudee!!! - gritó en desesperación, tratando de echarse al suelo para apagar infructuosamente las llamas del fuego maldito. El miedo se vislumbró en muchos de los presentes, ofreciéndoles a Alma y a Richard el tiempo suficiente para que se acercasen el uno al otro. No tardarían en reaccionar, pero al menos les había dado nuevamente la iniciativa...

 A diferencia de Alma, que decidió cruzar la puerta que daba al almacén, Joshua y Jhonatan terminaron refugiándose por los pelos en una de las celdas vacías, viendo como las llamas pasaban por su lado casi a punto de lamer sus trajes, y sientiendo un calor abrasador al subir la temperatura del lugar abruptamente. Ciertamente, la idea del medimago de conjurar un Aqua eructo fue realmente útil, refrescandoles lo suficiente a los tres para prevenir unas serías quemaduras. No sabíais con total certeza si Alma lo habría logrado, pero lo que era seguro es que alguno de los presos del estrecho pasillo no. Los alaridos y gritos de dolor indicaban que alguno no habría tenido tanta suerte.

Tuvo que pasar casi medio minuto hasta que las llamas fueron extinguiéndose y fue posible volver a ponerse en movimiento, pero nuevamente se escucharon pasos a la carrera de los presos que habían logrado sobrevivirá acercándose a la bifurcación entre ambos pasillos. ¿Serían capaces de volver a conjurar un fuego maldito? ¿Hasta donde llegaba la demencia e insensatez de esa gente? Al menos los dos aurores eran conscientes de algo importante, y es que no podían permitir que avanzarán hacia el almacén, dado que como bien podrían intuir, aquello podía convertirse en una ratonera, donde al parecer Alma y Richard ya estaban inmerso. ¿Podrían contenerles lo suficiente?

El olor a carne quemada era simplemente impresionante, en verdad esos tipos estaban locos y no podía dejar de sonreír ante la idea de acabar con ellos.

Mataría a tantos como pudiera y haría del mundo un mejor lugar en el proceso, pues estar tan cerca de la muerte había logrado sacar lo peor de mi, ese lado de mi personalidad que siempre intento mantener bajo control.

Woodbridge, si no quieres quedar en el fuego cruzado, lo mejor es que retrocedas, voy a volar en pedazos todo el madito pasillo, así que esos bastardos no van a necesitar de tus cuidados, pero los equipos de limpieza si van a necesitar muchas bolsas de cadáveres. - digo mientras me acerco a la intersección y me cubro en la esquina.

Con un rápido movimiento saco la punta de mi varita al pasillo por el cual venían los presos y sin mirar a quien le apunto, decido volarlo todo en pedazos.

¡Bombarda Máxima!

Las llamas casi se extinguieron por completo... o al menos lo suficiente como para dejarnos ver de nuevo... el preso negro que tenía a mis pies viviría... eso seguro... hicimos bien trabajo...

Ahora Alma consiguió llegar al almacén donde supuestamente se encontraba el jefe... y se oían pasos... ¡maldición! Esto era un no acabar... ¿con cuantos tendríamos que batirnos antes de tener unos minutos de respiro? ¿acaso era una batalla perdida de antemano? En algún momento nuestras facultades mermarían... y si seguían llegando oleadas... acabaríamos cayendo. Eso era matemático.

Si... todos esos funestos pensamientos me asaltaron en apenas dos segundos... aunque parecían haber pasado horas desde que la lengua de fuego casi nos abrasa...

Era el momento de pasar a la ofensiva... intuí más que ver como Jhonatan volvía a conjurar una bombarda... si juntábamos nuestros esfuerzos... tal vez nos libraríamos de todos a la vez, y nos pudiérmos juntar a los nuestros... si, estaba claro...

Tomé nuevamente mi varita... restregándola un poco en el traje del afroamericano (pues tenía una pequeña mancha de hollín fruto del fuego anterior) y ya, con esta inmaculada me dirigí a la intersección... 

¡BOMBARDA MAXIMA!

Montgomery observaba cómo los presos comenzaban a huir por el boquete abierto, al menos tres de ellos: el pequeño Enzo, al que había intentado amarrar con las sogas; el tal Giussepe; y por último el hombre que estaba o parecía estar liderando el motín, dado que era el que estaba dando las órdenes.

El jefe auror tenía ahora otra prioridades, como era librarse de aquel grandullón cuyo mazo acababa de convertir en una inocente florecilla, si bien era cierto que incluso desarmado continuaba siendo un letal oponente que podía incluso llegar a matar a Montgomery a golpes si se lo proponía. Tomando su varita, Montgomery apuntó en dirección al hombretón y se dispuso a pronunciar las palabras de un nuevo hechizo:

-¡Petrificus Totalus! -exclamó, apuntando directamente al hombretón.

Solo entonces Montgomery se percató de que Alma había llegado hasta su posición, evitando por muy poco resultar alcanzada por las llamas. El jefe auror reparó también entonces en el preso que se retorcía en el suelo, envuelto en llamas, y que probablemente no tardaría en morir si no lo salvaban.

-Rhydderch, encárguese de ese -le ordenó a su subordinada, en tono tajante-. Antes oí a Riley... ¿Dónde está?

Había zafado con suerte, aunque sentía el olor chamuscado de parte de su cabello o quizás de los vellos de sus brazos, aunque no sentía dolor alguno, así que había zafado. La auror había rodado con elegancia, aún con tacones y su gabardina color bermellón, y se puso justo contra la muralla, cubriéndose con la misma gruesa tela. Aunque ahí dentro era casi tan candente que adentro y aunque por unos segundos tuvo la intensión de dejar que ese infeliz se consumiera, creyéndolo responsable de las muertes de lo presos afroamericanos, la orden de su superior la saca de su intensión primera. 

—...Fiendlocke — conjura sobre el cuerpo del infeliz, aunque no lo ayudaría mucho más, tampoco sabía cómo hacerlo, con el preso de antes sólo había podido usar un poco de agua para calmar sus heridas, pero debería ser suficiente como para salvarlo. Ahora, sin embargo, tendrían más distracciones.

— su amigo necesita ser atendido, si siguen atacando, de seguro muere — seguía con su varita en alto — entregüense y mi amigo lo atenderá, así podrán salvar a su amigo... — esperaba Woodbridge no hubiera sido chamuscado en el pasillo de las celdas  —... vamos chicos, su amigo se muere — intenta convencerlos de desistir de sus ataques. 

Las respuestas de Riley y Woodbridge fueron contundentes y sin miramientos, no dudando que la mejor opción era hacer frente a la amenaza que se aproximaba inexorable por el estrecho pasillo, haciendo volar por los aires las paredes, la estantería y logrando hacer ceder de ser necesario la estructura. 

Ambos usaron sendas Bombardas máximas en dirección al pasillo, al tiempo que veían como desde la dirección contraria llegaban multitud de maldiciones y hechizos que impactaban en la pared frontal. Durante unos segundos el ruido de estallidos fue ensordecedor, hasta que varias explosiones se produjeron haciendo saltarnpor los aires uno de los pilares y haciendo colapsar gran parte de la estructura. Woodbridge, quién se había adelantado hasta casi la bifurcación, se vio forzado a retroceder haciendo gala de unos excelentes reflejos, para evitar así que todo el techo le cayese literalmente en la cabeza. La polvareda fue impresionante y el ruido atronador, cegándolos por momentos y comprobando como muchos cristales caían a su alrededor, y no fue hasta que la densa nube de polvo se depositó en el suelo, que ambos aurores observaron una escena lo más surrealista posible...

Desde el ala médica de la planta superior, exactamente de la zona 3 que siempre estaba aislado y con rigurosos protocolos de acceso y desinfección, había caído a plomo una cama con su paciente en estado comatoso y una coloración verde azulada, el cual milagrosamente seguía conectado a una especie de respirador artificial que le mantenía con vida. Sudaba profusamente por la piel, pero sin embargo los ojos estaban vacíos, como si hubiesen vaciado sus cuencas. Una especie de cúpula de cristal que hasta entonces lo había mantenido aislado se había fracturado en uno de los laterales, siendo los cristales que había esparcidos los que faltaban para estar completa. ¿Qué demonios era aquello que tenían ante sus ojos? ¿Sería peligroso? ¿Cual debería ser el protocolo de actuación en esos casos?

Lo bueno era que el pasillo estrecho había colapsado, siendo obstaculizado por completo y resultando imposible que ningún preso pudiese nuevamente pasar por allí sin dedicarle recursos y esfuerzos. Habían logrado un tiempo valiosísimo, y cortado provisionalmente la escapatoria.

Sabes que se trata de Escrofungulosis, una enfermadad mágica muy contagiosa y con altísima letalidad, que se disemina rápidamente por el aire. La provoca un patógeno, una especie de hongo microscopico que se alimenta de los tejidos vivos una vez entra en contacto con mucosas, y que se replica a gran velocidad ennlas células, siendo muy laborioso y dificil tratar a los pacientes afectados. 

Se mantienen aislados los pacientes y dentro de una cúpula cristalizada en la que se ha hecho el vacío para ralentizar al patógeno y adormecerlo, razón por la cual se mantiene al paciente únicamente intubado para permitirle respirar. En contacto con aire puro y rico en oxígeno, su crecimiento y dispersión se incrementan muchísimo, al igual que su letalidad.

Se recomienda usar un Caput Bullae para aislarse de inmediato de su exposición, y no tocar ningún objeto o material donde haya podido llegar el hongo, dado que es posible que atraviese la superficie de la piel, momento en que toma una coloración verde azulada y empieza a exudar líquido.

No podía dar crédito a mis ojos, mi plan habia salido bien, quizá demasiado bien, pero ahora teníamos un problema, necesitaba una forma de ganar más tiempo y claro que la tenía, pero había alquien en medio.

Woodbridge, saca a ese hombre de aqui en este momento o te juro que lo haré parte permanente del ese muro. - digo con seriedad mientras me dispongo a pegar los cascotes entre sí para dificultar aún más la tarea de removerlos de su lugar.

Necesitaba dos movimientos de varita y la muralla se quedaría en su sitio hasta que todo esto acabara, uno para amalgamar la roca y otro para ahogar a esos bastardos con una humareda.

No hay tiempo... Jhonatan... y... joder... - exclamé, fruto del nerviosismo - no hay tiempo... ¡rápido! debes lanzarte un caput bullae... ¡¡aislate del aire!! no preguntes...

Conforme decía estas palabras tosí un par de veces, esperaba que por efecto del polvo, y comencé a conjurar un bullae para mi mismo...

¡CAPUT BULLAE! - dije las palabras, con seguridad, con total confianza en mis habilidades... noté el cosquilleo que producía el hechizo en mi mano a través de la varita y de repente, pude respirar con total normalidad... aire puro... me concentré, cerrando brevemente los ojos... ¿cual debe de ser el proceder? Jhonatan decía de sellar el pasillo... no era mala idea, de ese modo la enfermedad quedaría bloqueada en este lado... ¿y esa puerta? debe de ser el almacén... por todos los frailecillos de Staffa... ahí deben de andar Montgomery y Rhydderch... 

No pierdas el tiempo, Riley... protégete y luego sella la pared... yo lanzaré un fermaportus al almacén para que no puedan salir aquí... eso es lo urgente...

¡Fermaportus!

Sonreí con satisfacción... parecía que el encantamiento también había sido un éxito... ahora solo restaba comunicar con Montgomery...

No entendía la premura del medimago, pero opté porbobedecer de inmediato, después de todo, él era el especialista médico y ya lo había visto obrar hasta tres curaciones milagrosas en una noche.

Con un rápido movimiento de varita realizo el encantamiento Cadco burbuja para mantenerme a salvo de lo que sea que tuviera aquel sujeto.

Caput Bullae.

Sonreí, asintiendo con satisfacción cuando Riley... "obedeció" (por decirlo de algún modo) mis indicaciones y se conjuró una escafandra... y vaya... lo hizo rozando la perfección... ahí dentro debía de estar respirando mejor que en los Alpes suizos y con una sobredosis de caramelos halls de eucalipto...

Gracias, Jhonatan... luego te explicaré... puedes continuar con lo que ibas a hacer... - no se por qué razón bajé tono de voz, pero lo hice... como si hubiese gente alrededor que no debería escuchar...

Automáticamente usé mi credencial para mandar un mensaje a Montgomery y Rhydderch... eso era prioritario ahora.

Señor... ¿puede oirme? ¿jefe Montgomery... puede oirme? ¿Señor...? ¿esta la señorita Rhydderch con usted? ¿Alma... usted puede oirme...? - ante el silencio que me envolvía lancé mi mensaje de alerta, con la esperanza de que lo oyesen... y de camino despejaría las dudas que pudiera tener Riley con lo que acabábamos de hacer.

No se si me oyen, pero no puedo hacer nada más por ustedes que avisarles que no abran la puerta del almacén que da al corredor. Repito... no abran, bajo ningún concepto, la puerta del almacén que da al corredor... Riley y un servidor digamos que hemos provocado... mmm.. no se como explicarlo... hay un infectado de escrofungulosis, en ambiente libre... es sumamente contagioso, letal, hemos sellado la zona para tratar de salvarle la vida pues funciona su respirador...

Miré a Jhonatan que ya comenzaba a entonar la retaila para sellar el pasillo, me devolvió la mirada y capté comprensión en ella...

Repito... no abran... no abran bajo ningún concepto... espero que hayan podido entender mi mensaje... den 3 golpes en la puerta si no pueden hablar...

Montgomery asumió el control de la situación, dándole órdenes precisas a la joven Rhydderch que ésta no tardó en ejecutar, al tiempo que el él se hacía cargo del gigantón. El jefe de aurores realizó un perfecto petríficus totalus que dejó completamente paralizado al colosal sujeto, logrando evitar por escasos milímetros que empujase con fuerza la estantería, con todo lo que podría haber ocasionado. Cómo si de un jugador de fútbol americano a punto de impactar contra el adversario se tratase, allí quedaría durante al menos varios minutos dada la intensidad del hechizo en cuestión.

Por su parte, Alma había usado el contrahecho del fuego maldito logrando apagar las llamas del preso que hasta entonces no hubiese tenido la menor oportunidad, y que aunque el resto de sus amigos presos hubiesen tratado de ayudarle, no habrían logrado nada. La acción de la atractiva joven y sus palabras persuasivas lograron que al menos dos de los prófugos se estuviesen en su intento de noquearles, y terminasen por levantar las manos y tratar de ayudar a su compañero que tenía parte de sus ropas, cabello y odio quemadas. Incluso uno de ellos lamentaba haber actuado de ese modo, viendo que haber intentado fugarse había sido una muy mala idea que pagarían con creces.

Sin embargo, no todo iba a resolverse de inmediato, y es que los dos presos restantes que llegaban por la derecha aproximándose a Montgomery, decidieron que no iban a dejarse entregar tan fácilmente. Uno de ellos, el más alto y que tenía el cabello con rastas y un tatuaje en el cuello , cargó contra Richard, haciendo que ambos rodasen por el suelo enzarzandose en una pelea. El tipo se aferraba fuertemente al brazo de Montgomery, tratando de impedirle ejecutar ningún hechizo. Y el otro, sabiendo que no tendría tiempo a alcanzar a la joven sin que ésta tuviese tiempo de incapacitarle, tomó un cubo de pintura que había en uno de los estantes y le lanzó la pintura con fuerza, tratando de cegarla o como mínimo complicarle que pudiese lanzar ningún hechizo antes de abalanzarse sobre ella. Era un chicano con barba negra, de constitución fuerte y completamente calvo.

- ¡No seáis unos cobardes de mierda! ¡Pelead para reducirles, solo son dos! ¿A caso creéis que vais a tener un trato de favor por parte de ésta escoria? ¡Os volverán a encerrar nuevamente en las celdas hasta que os pudráis, o puede que os hagan ejecutar en la celda de la muerte! ¡Desde que nos liberaron ya no teníamos alternativa! ¡Luchar y escapar, o morir! - gritó tratando de hacerles cambiar de opinión, pese a que las palabras de Alma hubiesen calado en un inicio. ¿Cambiarían de parecer y se unirían al combate?

Para más inri, Woodbridge se comunicó mediante la acreditación en esos instantes, informando que alguna especie de virus letal estaba diseminándose por el sector y que no abriesen la puerta bajo ningún concepto. Si nadie iba a entrar, la única salida restante era escapar por el agujero, por lo que aprovechando el caos, optaron por tratar de correr en dirección al butrón de la pared. 

El combate se había reanudado, y aunque ya no eran cuatro los que los atacarían, no había logrado convencer a todos, mientras el tipo seguía tendido adolorido por las heridas. No podía hacer mucho más, esos tipos los atacarían y matarían sin dudarlo así que tendría que defenderse. Lástima, el pobre infeliz seguía con vida, pero quien sabe por cuanto más tiempo. Alma dio un paso hacia atrás, casi un salto para evitar la pintura que le cayera encima mientras sus compañeros le contaban lo que estaban haciendo. Ahora estaban encerrados con esos presos y sólo quedaba reducirlos o matarlos, no quedaban muchas opciones más. 

La aurora apretó su varita y luego la agitó en contra de los presos que intentaban atacarlos, aunque uno de ellos ya había atacado a  Montgomery, pero quizás el hechizo que había lanzado le ayudaría. La mujer tomó su placa para hablarles a sus compañeros. 

—.. ¿cómo carajo pudieron liarla tanto en sólo segundos? — fue la pregunta de la mujer con un tono de voz golpeado y sofocada —... vale, por cierto, tenemos un herido acá y a lo menos 6 presos, estamos solos, vengan cuanto antes —  básicamente los habían encerrado con un montón de reos que los matarían si no lograban reducirlos a todos. 

Mejor no preguntes, voy a hacer mi trabajo y en breve estoy con ustedes dame un par de segundos. - le respondo a Alma mientras empiezo a sellar el muro con magia.

Epoximise. - con un rápido movimiento de varita creo una argamasa incipiente para inmovilizar las piedras y, aunque sabía que el pegoste ese no resistiría del todo, al menos serviría para evitar que los presos desarmen el muro con facilidad.

Acto seguido me dirijo hacia la puerta del almacén y le hago una señal a Woodbridge para que me franquee el paso.