Partida Rol por web

Akiha parece no poder moverse muy rápido porque apenas la lanza de Kahei sale disparada hacia ella, la atraviesa y la lleva contra la pared. Ciertamente, se clava en su pecho y una gran cantidad de sangre brota por la herida pero Akiha aún parece viva.

El grito de súplica de Maya hace que su madre se levante y después de disolverse la lanza de luz, sigue de pie y mira a Kahei una vez más, con la intención de apoderarse de su mente. Sus ojos brillaban con más intensidad.

De nuevo los chillidos. Menos mal que ya estaba algo acostumbrado y podia bloquearlos mas o menos. Apenas tenía bastante con lo mío como para poder centrarme en el resto del combate, pero por lo visto la sangre ya llegaba al río...

-Claro... La sangre.- Sonreí maliciosamente mientras señalaba al líder de los vampiros con gesto imperioso al tiempo que notaba como el tiempo se detenía. Si esto salía bien, sería el fin... Si no, bueno, las cosas ya estaban bastante complicadas- Blut kocht!

Centré toda mi fuerza de voluntad en el hombre-vampiro, especialmente en la sangre que corría por sus tumefactas venas, así como la de que debería estar en su estómago. Mi ira sería el fuego que avivaría el caldero que era su cuerpo. Un caldero con mucha, mucha sangre hirviendo.

Carrol se estremece al ver a esa mujer despertar, era como si el juguete de navidad que estuvo esperando por tantos años al fin llegara a sus manos, incluso le fue dificil contener una lagrima que casi se escapa de su ojo, de inmediato movio las cadenas tratando de hacer que estorbaran lo menos posible sin quitarselas y tomo el rostro de la chica entre sus manos acariciandolo paternalmente, con una voz entrecortagda dijo.

-Ahora lo estoy, perdon por todo, fue mi culpa, no te pude proteger, lo siento-

Aimi pudo ver como las pupilas de Yamato dudaban un milisegundo, fue insuficiente para acceder a su mente pero suficiente para indicarle que era posible freirle el cerebro.

Remó con una mano para alejarse un poco más del combate, lo justo para separarse de los pedazos de mármol que poco antes formaban una de las columnas más señoriales que jamás hayan decorado un Hall.

Esto acaba hoy amenazó con la mirada al patriarca y a todo su séquito aunque la rabia le impidió concentrarse en el ataque.

Kana empezaba a respirar agitadamente, el golpe que se había llevado intentando proteger a Aimi no había sido precisamente comparable a una pelea de almohadas; y ahora la estúpida de ojos brillantes se unía a la fiesta en la que al parecer ella era la piñata.

Sus genes de gato le resultaban muy útiles en situaciones como esta, no necesitaba un gran dominio de su cuerpo para evitar ser golpeada, solo necesitaba contraer sus músculos la distancia suficiente para evitar que el proyectil la alcanzase.

Con ese disparo Maya logró captar su atención y Kana se encaró a ella evitando su mirada aunque ello no le impidió demostrarle todo su odio y desprecio con la suya. Primero juzgó a Maya y luego a Sebastian. Se llevó inconscientemente una mano a la marca de mordedura que todavía le latía en el brazo y la presionó con suavidad antes de cortarse con una uña y dejar que un fino y discreto camino de sangre se formara en su brazo.

¿La recuerdas príncipe de las tinieblas? Es la sangre la que te llama y ella no tiene de esto. Gritó con un deje de celos lanzándole a Maya uno de sus cuchillos a la cara.

Maya trata de evitar a Sebastian pero se tropieza con una piedra y cae al suelo, quedando a expensas del lujurioso vampiro.

Éste la besa y la sujeta con fuerza. Al parecer, la sangre de la sirvienta le había dado mayor fuerza porque Maya no podía soltarse y parecía comenzar a responder a las exageradas muestras de cariño del otro vampiro.

Cuando habla, ella se separa por un momento de uno de sus besos y le dice - ¿Quién te dijo que soy mortal? - Sebastian abre la chaqueta de la chica con cierta facilidad, dejando al descubierto unos enormes y suaves pechos que saltaban con los movimientos del vampiro.

Parecían estar tan ocupados que Sebastian había olvidado que se encontraban en una pelea.

Yamato se sentía tan enojado con el ataque de Kana que no nota a tiempo el ataque de Kahei, mientras que sentía cómo su interior combustionaba de a poco.

Mira a Akiha con pánico en su rostro y mira sus manos, mientras su pálida piel comienza a tomar un rojo color, sus ojos se tornan rojos y el hombre permanece inmóvil. Suelta un grito mientras su piel parece soltarse de los lugares en los que debería estar habitualmente y cae al suelo como si de caucho se tratara.

El olor a piel quemada es bastante penetrante y el hombre va perdiendo poco a poco su control sobre sus propias extremidades. Cae al suelo mientras convulsiona, tratando de luchar por no morir pero aquel hombre parecía apagarse poco a poco. Al parecer, el hechizo de Kahei había tenido el resultado deseado.

Un aullido herido se escuchó en la segunda planta, el cual todos sabían de quién se trataba.

Akiha se congela mirando a Yamato y se acerca lentamente hacia él. Su aura lúgubre y amenazante comienza a desaparecer, mientras recupera la figura inocente de aquella taciturna chica. No dice nada y sus ojos están cubiertos de lágrimas. Sentía real dolor por lo ocurrido pero parecía que una sonrisa se formaba en su rostro.

Lastimosamente, no podía hablar por el hechizo de Kahei pero mira a Aimi y a Kahei con agradecimiento. Maya parecía aún entretenida con Sebastian como para prestar mucha atención a lo que ocurría a su alrededor.

- Todo está bien, eras sólo un niño. Ahora eres un gran señor - sonríe nuevamente y parece agradecida por tus atenciones.

De repente, sus pupilas se contraen y se estremece de dolor, mientras un aullido sale de su boca. Su piel hierve y el dolor del cual está siendo víctima, puede visualizarse en sus ojos. Parece estar bastante mal.

Riku se voltea hacia Ouka y el brillo de sus ojos se ha vuelto intenso. Se acerca unos cuantos pasos pero para en seco para mirar hacia la puerta, en dirección a la primera planta - Al parecer, ha terminado -.

Kana llega justo cuando la chaqueta de Maya había sido arrancada y ésta la mira con algo de enojo. Ella tampoco quería dejar ir a su presa tan fácilmente pero no está en posición de defenderse. Una cortada profunda se marca en su mejilla, la cual comienza a sangrar con velocidad.

Toma un poco con su dedo índice y lo coloca en la boca de Sebastian sensualmente, mientras lo besa y mezcla su sangre con saliva. Mira a Kana y se ríe.

Carrol la ve con desesperacion, pone sus manos en su cuello y aprieta su cuello aunque sin ahorcarla, cuando escucha el aullido sus manos aprietan el cuello de la chica, los ojos de Carrol se tornan rojos y se abren como si fueran un par de huevos, sus colmillos salen de su boca y sus gritos inundan el cuarto.

-No, por favor no, regresa, tienes que resistir, no quiero dañarte... NOOOOOOOOOOOOOOOO-

Carrol comienza a agitar sus manos desesperadamente tratando de hacerla volver en si, sin darse cuenta la comienza a asfixiar

Aquella imagen se posó en el estómago de Kana como una piedra pesada, y las risa de Maya le punzó el cerebro como si se tratase de miles de pequeñas agujas. 

Corrió hasta la fatídica pareja y agarró a Sebastian por debajo los brazos para tirar de él, como si fuese el osito de peluche que de pequeña se disputaba con su hermana.

Tiró de él hasta arrancarlo de los brazos de esa sanguinaria y luego se lanzó con ambas manos al cuello de Maya mientras pensaba como despojarla de esos ojos amarillos sin mirarselos. 

Aimi se estremeció antes la sonrisa de Akiha, le pareció cínica y le asqueó más que ver la piel de Yamato derretirse y desprenderse del resto del cuerpo.

Reptó hasta las piernas de su tío y se abrazó a ellas para incorporarse.

- No te apiades de ella - le susurró a Kahei preveniéndole del efecto apaciguador que podían tener las lagrimas de una viuda. 

-Jajajajajajaja.

La risotada retumbo en la sala, ya sobrecargada de por si mismo por todas aquellas fatidicos y dramaticos combates. Me alce con brazos abiertos, despues del chute de sangre y la hipnosis de Maya, habia vuelto a mi ser, bueno, no del todo, y ahora volvia a tener control sobre mi cuerpo, bueno, no del todo, y podia ver ambas mujeres pelearse como gatas entre si sin excitarse, bueno, no... Ok, para nada, pero quien le podia reprochar.

-Mi querida esposa del mal pelirroja, te lo agradezco, tus ardientes celos me han devuelto a mi oscuro ser. Cuan debes haber sufrido al pensar que ibas a perderme de tu regazo.- La console, mientras aun estaba retenido entre el abrazo de dos hermosas mujeres, besandola directamente a los labios con todo mi amor y pasion por ella, mas un kilo o dos de lengua y colmillos, para luego tomar de sus  manos y besandolas con cariño, mientras la guiaba y dirigia sus manos no para ahogar a la vampira, sino todo al contrario, sino que acariciara con ternura y rozara con uñas su delicado cuello.- Pero no temas, al igual que mi predecesor Dracula, tengo demasiado mal y amor para compartir con una sola mujer durante toda una eternidad. Y aqui, esposa del mal de ojos dorados se lo ha ganado, no por su belleza y fiereza, que ya compite con la de mi querida pelirroja, sino porque me ha enseñado mas de lo que podria aprender yo solo.- Replique ahora liberando una de mis manos de las muñecas de Kana, para llevarlas a uno de los pechos de Maya, apretandolo en mi palma fuerte pero sin ser brusco, disfrutando de su suave tacto entre mis garras.- Porque mi querida esposa del mal de ojos dorados, debes saber una cosa, soy un vampiro como tu, y eso quiere decir no solo que puede hacer todo lo que hagas tu.- Comente llevando una de mis manos a su menton, y ahora obligandola a mirarme a mis ojos, que brillaban con un oscuro y morado brillo supernatural.- Sino que lo puede hacer incluso mejor.

Por lo visto mi conjuro había funcionado mejor de lo esperado. Yamato yacía en jirones ante mi en un grotesco espectáculo que le revolvería las tripas a mas de uno.

-Pobre ser. Enfrentarse a la familia Tsuki tiene estas consecuencias...- Musité en voz baja, perdido en mis pensamientos hasta que sentí las manos de Aimi sobre mis piernas. Con un gesto la ayude a levantarse para que se apoyara en mi.- Descuida sobrina.

Miré desapasionadamente a la pobre criatura que era Akiha. Sus lágrimas podrían ser verdaderas, pero de nada le servirían.

-Que la próxima vida te sea mas llevadera, criatura.- Con un chasquido de dedos cree un pequeño orbe de energía blanco que lancé contra la desdichada criatura, consumiéndola en llamas.

Sin embargo parecía que los problemas no hacían mas que continuar. Dejé a Aimi en su silla tras colocarla otra vez y miré a Sebastián.

-Ni pienses por un segundo que vamos a permitir que siga viviendo, Sebastian. Su destino es el mismo que el del resto de atacantes.

El aullido de la joven inunda la habitación, pero es cortado inmediatamente cuando tus manos ahorcan su cuello violentamente.

El afán de no perderla te hizo perder el juicio y apretabas su garganta con mucha fuerza. Tanta que se iba perdiendo poco a poco. Sus ojos se tornaban rojos, mientras leves espasmos de su cuerpo mostraban la falta de fuerza. En un momento, abre los ojos violentamente y éstos se han tornado de un color amarillo intenso, para luego retirar tus manos con violencia. Toma una bocanada de aire y permanece allí, tratando de recuperar la normalidad de su respiración.

Sus heridas se van curando poco a poco. Al parecer, el estallido de adrenalina había reactivado algo en su cuerpo y su aspecto parecía estabilizarse. Respira fuertemente por un rato, mientras sus ojos aún siguen con ese color encendido. Te mira aún tratando de controlar su respiración y luego, mira a Riku.

El joven vampiro mira a Ouka algo preocupado, pero no interviene en ningún momento. Luego, cuando ella clava sus ojos en él, dice - Creo que está mejor pero... Por poco y la matas... - te dice con un tono preocupado y un tanto triste.

Riku apreciaba a Ouka y eso podía verse en su rostro.

Los ruidos de la primera planta cesaron y ahora, se sentía una atmósfera de paz en todo el lugar. Podía ser una paz falsa, pero eso nadie lo sabría.