Partida Rol por web

De nuevo descargó infinidad de balas sobre tan dantesca criatura con poco éxito, estaba claro que con esas pistolas no conseguiría salvar su hermoso trasero. Vale, con esto se confirma que el superyonki no muere a balazos... espero que haya un arsenal militar en ese centro o de aquí no salimos muchachos. La frustración se apoderaba de sus palabras pues veía muy lejanas las opciones de llegar al centro comercial.

-Hecha un cable a la pelirroja mientras yo mantengo el camino limpio para los rezagados- indicó Marvin a Claudia mientras tiraba del machete incrustado en el craneo de su última víctima. Al darse la vuelta se encontró con otro caminante recién llegado, pero a estas alturas ya se habia acostumbrado a cargarse esos maniquíes pestilentes. Total, comparado con su curro habitual, no tener que preocuparse de recibir un disparo facilitaba mucho la tarea, y cuando el zombie quedó reducido a una macabra parodia de una oruga, el guardaespaldas lo remató de un pisotón, asqueado y con desprecio.

Mientras se limpiaba la suela del zapato como mejor podía en ese momento, analizó la situación del grupo. Ivy estaba haciendo un buen trabajo conteniendo al mastodonte ciclado, pero si este lograba acercarse necesitaría quitárselo de encima con algo más contundente, lo que le llevó a fijarse en el miembro más joven del grupo y su arma...

-Chiquilla, necesitamos que apoyes la retaguardia junto al Bombón de Gala, dejanos esto al enfermero y a mí... eooo, ¿chiquilla?- Las palabras de Marvin eran ahogadas por el sonido de la motosierra en funcionamiento, pero cuando este iba a quitársela para echarle una bronca a Claudia, escuchó algo por encima del volumen del motor: un aullido de tristeza y lamento.

Examinando la habitación, logró hallar el origen del sonido animal y procedió a apartar una pila de cajas pesadas derrumbadas en una esquina. Un magnífico ejemplar de pastor alemán intentó dirigirse a él agradecido, pero al seguir la correa con la mirada, Marvin halló el cadaver de su dueño, con la cabeza destrozada bajo un barril metálico...

-Si si, yo tambien me alegro de verte, pero deja de lamerme la cara por un momento mientras te saco de aquí. Eso es, buen chico, espero que tu adiestramiento nos sea útil- dijo el afroamericano cuando identificó el uniforme policial del difunto. Sujetando al canino, leyó el nombre escrito en el collar de este: Bismuth.

Joder, tenemos que movernos más rápido...pensaba Raoul mientras miraba hacia atrás como los zombies se iban acumulando a sus espaldas y esa puñetera cosa aguantaba todo lo que le tiraban....más vale que ese loco de Ned estuviera algo cuerdo....

- Vamos, vamos siga avanzando mientras dispara o nos comen - Raoul se paró al lado de Ivy mientras ésta disparaba y hacía retroceder de nuevo a la masa de carne

A pesar de los esfuerzos de Ivy, las ansias de muerte de la mole invidente siguieron guiándola hacia el grupo de supervivientes, y nuevos zombies de menor tamaño la arropaban durante su carrera calle abajo.

En El Corte Infectado la entrada a todo volumen de Ivy y Claudia no había pasado desapercibida, y desde varios puntos del complejo comenzaron a aparecer nuevos enemigos. De la hamburguesería FattyBurguer salían unos ruidos extraños, que no pdían augurar nada bueno, aunque el lugar, por el momento, se hallaba en calma.

-Deja algo para los demás, jovencita- Marvin sujetó a Claudia por el hombro antes de desplazarla detrás suyo. Llegando en fila desde la tienda enfrente de ellos, había un trío de caminantes en dirección a ellos. Un tajo por aquí, otro por allá, y solo quedaba el más lento de ellos. Para no ser demasiado acaparador, Marvin decidió rodearlo y pasar de él para entrar a la tienda.

-Dejemos que la cazatesoros tambien se divierta, no queremos quedarnos con toda la diversión ¿cierto?- bromeó con acidez mientras echaba un vistazo al panorama interior.

Tras el golpe que se llevó contra un fotomatón que había en el pasillo del centro comercial como consecuencia del empujón de Marvin, se le erizó hasta la cresta de puro enfado.

-Oye, ¿pero qué te has creído? ¡A mí no me empujas ni tu ni nadie!

-Aguántame esto -le espetó a la pelirroja sin ni siquiera mirarla. Mientras el guardaespaldas se cargaba a los caminantes, ella le endosó la motosierra a Elsa, que aunque un poco pringada de más le pareció de fiar, para poder correr detrás de Marvin más ligera. Al zombie que quedó en pie le pasó por entre las piernas, a gatas, propinándole una patada en las costillas antes de volver a ponerse en pie. Ése para ti, muñequita.

Cuando entró en lo que parecía una tienda de lencería, a juzgar por la ropa que llevaban los pedazos de maniquíes que adornaban la estancia, se apresuró a peinar el lugar tan sólo para fastidiar al capullo del traje. Se le quedó una cara un tanto embarazosa cuando no fue capaz más que de encontrar un saco de arroz, pero no obstante su espíritu guerrero seguía en pie.

-¿Querías todo para ti, verdad? ¡Pues mira, la paella me la voy a comer yo, gilipollas! -gritó, enselándole a Marvin su dudoso trofeo.

Elsa despacho gustosa al lento que le habían dejado sus compañeros. Aprovechando para probar la cierra eléctrica, que con un tremendo ruidero, partió en dos al zombi. Cumplía el trabajo, pero su estilo era algo mas silencioso que aquello.

Entro en la tienda junto con los demás y después de una inspección rápida, le resulto claro que ahí no había nada de valor.

-Aquí no hay nada útil... -Su vista se poso en una linterna entre los escombros-. Tal vez esto sea de utilidad mas adelante.

Salio de nuevo al pasillo y miro a ambos lados.

-¿Alguien tiene alguna idea de hacia donde ir?

- Dispara mientras corres, le dijo a la mujer y él hizo lo mismo entrando al centro comercial. Una vez dentro vio Elsa con un zombie destripado a los pies y la motosierra aún zumbando: Ten cuidado con eso, no quiero tener que remendar cortes además de mordiscos, le soltó a modo de chiste. El resto estaba saqueando un tienda pero vio que más zombies se acercaban así que con las espadas en las manos se fue a por ellos.

El resto de forzosos camaradas de supervivencia se introducían en el gran edificio como vía de escape, ejemplo a seguir tras ejecutar otros dos disparos de aviso a la inminente amenaza. Llegó jadeando al pasillo con su mirada más intensa de lo normal y buscando un lugar donde tomar algo de aire. ¿Pero es que no habéis visto ese bicho? Qué coño hacéis ahí, no tenemos tiempo ni para hacernos un fuerte, más nos vale encontrar un arsenal o algo así o estamos jodidos. Vociferó a los que se habían metido a buscar en una tienda poco útil, aunque algo de lencería no le vendría mal, pues tras haberse pringado de sangre la suya, no estaba de recibo, aunque no fuera algo que tuviera demasiada importancia a corto plazo. ¡Por cierto! Cogedme algo de color negro si tenéis oportunidad... no se admiten preguntas, ¡gracias!

Por lo que indicaban el ruido de pasos y voces humanas el resto del grupo acababa de entrar en El Corte. ¿Significaría eso que la bestia de la máscara habría pasado a mejor vida? Por importante que ese pedazo de información pudiera resultar, Claudia estaba ahora completamente centrada en el guardaespaldas.

-Por cierto, 'jefe', ¿cómo se supone que vamos a llegar a los muelles desde aquí? Porque no creo que un James Bond de mercadillo, como tú, tenga un helicóptero privado esperándole en doble fila..

¿Quién se cree éste que es para andar dándome órdenes?

Pese a los esfuerzos de Ivy, la abominación les sigue pisando los talones. Aunque la preocupación más inmediata sea probablemente verse rodeados por nada menos que tres parejas de zombies; ¡más el resto que se les viene desde algo más lejos! El horno de la panadería Marly, en el Suroeste del complejo, ha pasado de producir tiernas barras de pan a zombies malolientes.

Lo único positivo -engañosamente positivo, quizás- es que en el FattyBurguer, a pesar de que el aceite de las freidoras sigue aumentando de temperatura peigrosamente y cambiando a un inquietante color verdoso, los cadáveres siguen tirados en el suelo como si de verdad estuviesen muertos...

Después de un nuevo forcejeo con Marvin, en el que el afroamericano le quitó el cuchillo de las manos perose dejó detrás ambos kukris, Claudia persiguió con ánimos redoblados al guardaespaldas. ¡A ella nadie le daba la espalda así como así! Corriendo detrás de él, giró repentinamente al encontrarse cara a cara con los corredores que venían por el pasillo, tan sólo para encontrarse cara a cara con una nueva pareja de corredores.

Esta vez era Marvin el que se limitaba a esquivar, mientras ella tenía que hacer el trabajo sucio. Lo cual no fue sencillo, pues eran mucho más ágiles de lo que hubiera esperado, y sus machetes no eran demasiado cómodos de manejar. A punto estuvo de quedar a merced de uno de esos infrahumanos, y sabía que Marvin no estaba por la labor de echarle un cable, así que fueron momentos realmente tensos. Después de tanto cambiar de armas comenzaba a añorar las extrañas espadas con las que consiguiera sobrevivir a los primeros momentos de aquella locura.

-¿Qué pasa, es que te ha comido la lengua el gato? ¿Cómo va ese brillante plan tuyo de alcanzar el muelle desde aquí? ¿O es que estás buscando un reloj para poder llamar a KITT? El muy estirado se limitaba a rebuscar ente los escombros de aquella cafetería, sin dignarse a prestarle atención. ¡Oye, que te acabo de salvar el culo! La mitad de lo que encuentres es mío. Quizás todo, si se me escapa uno de estos machetes sin querer...

Pese a ser la única que intentaba frenar la retaguardia de yonkis que habían mezclado lo malo con lo peor, aquel centro comercial le pareció seguro durante un instante. Sentía como a sus espaldas el resto se dedicaba a distintos quehaceres por el lugar, obviando su urgente petición de lencería. Serán cabrones… aprovechó esa rabia para disparar una vez más, pero aquel sonido metálico, de respuesta vacía, le recordó que ya les había regalado balas como para celebrarlo. Joder, que le den, con un fuerte sentimiento de que quedarse allí no era sensato, optó por adentrarse siguiendo la estela de su efímero guardaespaldas y su amable compañera. Podía percibir otros tantos objetivos en el interior, para nada buenas noticias, algo que produjo cierta sensación de prisa para vocear alterada. ¿Alguno sabe por dónde empezar? Dividirse no es buena idea… Comentó mientras recargaba sus pistolas para quitarse de encima la cercana amenaza.

Desde el centro comercial Elsa acabo con los dos corredores que seguían muy de cerca al grupo, cuando aun estaban en la calle. No quería tenerlos cerca en un lugar cerrado.

-¡Eh Raoul, por acá! -le grito al soldado que se estaba yendo hacia el lado opuesto.

Elsa se asomo por la esquina del largo pasillo del Corte -Se ve limpio chicos, me parece que por aquí es la mejor opción.

...Joder, pero ¿qué hacen?....Raoul va tras los otros: ¿Por qué vamos por aquí? Parece que en el otro lado hay una puerta... Al parecer estaban buscando provisiones o quizás las piezas de necesarias para la linterna, entra en la tienda en la que están Claudia y Marvin y se pone a registrar con ellos cuando de detrás de la barra surge un zombie.

Con un caminante a punto de alimentarse del desafortunado Raoul, el avance dubitativo de los supervivientes provoca que se encuentren cada vez más en minoría respecto de las bestias que los acechan. Pese a la pericia de las tres mujeres a la hora de acabar con corredores de ultratumba, el gran corredor ciego sigue también aproximándose de forma cada vez más peligrosa. Ivy casi puede sentir en la nuca su aliento nauseabundo...

Y, por fin, los efluvios radiacticos que emanaban de la principal hamburguesería del Corte acabaron materializándose en una horripilante criatura. 'Algo' que, si bien se parecía al resto de caminantes, iba mucho más allá. Una bomba con patas rebosante de toxinas que salpicarán a cualquier humano que sea tan temerario como para permanecer cerca de la criatura en el momento de su muerte.

Fruta podrida, pan mohoso, bebidas emponzoñadas... la visión no solo evitaba el hambre, sino que aspiraba a potar los huevos revueltos que Marvin había desayunado esa mañana. Las nauseas le pusieron de un humor de perros y no le apetecía hablar, pero la chulería de la gamberra callejera empezaba a traspasar el umbral de su paciencia tolerable en lo que a interacción social se refería.

Así que ni corto ni perezoso, el guardaespaldas se dirigió hasta Claudia sujetando un tomate en mal estado en una mano. Cuando la chica rebelde empezó a cambiar la cara de incredulidad por la de sorpresa, su cuerpo ya estaba a medio camino del suelo al ser derribada por una llave marcial. Y antes de que pudiera preguntarle al afroamericano que coño estaba haciendo, este le plantó el putrefacto vegetal en toda la boca, para después hacerla mirarle a los ojos. Una rodilla sobre una muñeca, y la mano libre sujetando la otra, impedía que la chica pudiera usar sus armas actuales con él.

-Escúchame bien, porque solo voy a decírtelo una vez. Me importa una mierda la historia que haya detrás de una de tantos infantes criados en los barrios bajos, niñatos asustados que se refugian en sus poses de malotes porque les asusta la idea de madurar y buscarse la vida por ellos mismos, sin preocuparse de un futuro al que no se atreven a aspirar por miedo a lo grande que les queda. No eres la única con el agua al cuello en este momento, así que métete eso en la cabeza de una vez, y date cuenta de que para salir de aquí, cada uno de nosotros vá a tener que poner de su parte, por lo que si eres incapaz de mostrar una pizca de respeto, mejor guárdate tus palabras para cuando sea estríctamente necesario, o me aseguraré de que la próxima impertinencia que digas sea mediante lenguaje de sílbidos después de cortarte la maldita lengua-

Todavía cabreado, Marvin se levantó para dirigirse a la puerta, dejando caer un dispensador de pañuelos cerca de Claudia para que se limpiara del tomate. Recuperando la compostura, un escalofrío le recorrió la espalda al ajustarse la chaqueta del traje, al pasar la mano por encima de uno de los bolsillos interiores y sentirlo vacio...

Su autonegación se acrecentaba con lenguaje soez mientras se palpaba el restro de bolsillos, hasta que no pudo seguir rehuyendo la verdad  que le golpeaba en ese momento. "¡el p*** coche, me la he dejado en el p*** coche!" maldecía para sus adentros, mientras recordaba hasta el más mínimo detalle de la guantera donde había guardado la tarjeta llave del pasaje subterráneo, momentos antes de ir a recoger a cierta mujer ese mismo día.

-Entre nosotros y el muelle hay un portón de cargas pesadas, como no se nos ocurra alguna forma de quitárnoslo de en medio, ya podemos ir reservando plazas en el club de los p**** muertos ¡y yo odio la poesía!-

- ¡Me cago en la puta!, soltó Raoul cuando el bicho le mordió el brazo - Ahora te vas a enterar cabrón, y con un gesto tosco pero efectivo decapitó al zombie. Al asomarse por el mostrador para ver que no hubiera más sorpresas se encontró una caja de munición que guardó en la mochila rápidamente.

Se dio la vuelta y escuchó las amenazas de Marvin a Claudia...más nos vale que la cosa se tranquilice o les haremos el trabajo a los zombies: Tenemos que centrarnos dice mientras sale de la tienda. Ese loco dijo que tenía los planos del artilugio, supongo que siguen en su coche en la plaza pero habló de una carcasa adecuada, una pizca de uranio y una linterna convencional; así que dejémonos de gilipolleces y busquemos antes de que ese bicho nos alcance

No había forma de zafarse de la presa de Marvin; seguro que hombres más grandes y fuertes que Claudia habrían fracasado. Aunque ella estuviese dispuesta a forcejear hasta el final, no había forma de librarse. Las lecciones de la calle no habían resultado un currículum lo suficientemente sólido como para hacer frente a un adversario con esa preparación y experiencia...

La textura reblandecida de aquella afrenta roja y redonda le bailoteaba en el paladar sin que escupir una y otra vez, intentando en vano deshacerse de hasta el último átomo de podredumbre, supusiese alivio alguno. Había tratado de bordar el papel de la más fuerte, pero le quedaba demasiado grande. Es lógico, por lo tanto, que tarde o temprano un tomatazo terminase con ella.

Cuando el guardaespaldas se marchó cogió el dispensador y lo tiró con fuerza contra una esquina, teniendo cuidado de no darle a él. Prefería limpiarse con su propia ropa antes que aceptar nada de aquel cabrón. Y nada mejor que una retahíla de palabrotas y berridos semi-inconexos para quitarse de dentro la rabia que le había causado recibir un tratamiento así. En cuanto pudo, se puso de nuevo en pie y procuró vocalizar mejor, para hacerse entender.

-Ahí te quedas con tu mala ostia, tronco. ¡Y más te vale no volver a intentar algo así! -se despidió mientras corría desordenadamente para alejarse lo más posible.

Cuando llegó hasta Raoul y Elsa, en un alarde de humildad les ayudó a organizar el material que habían ido encontrado. No se sentía del todo segura para meterse en medio de aquel grupo de caminantes. Que vaya el tipo duro, si se atreve, ¡no te jode!

-Menudos recursos tiene el tipo ése... -se burló de Marvin en voz baja. Yo conozco hasta el último rincón de esta mierda de centro comercial. Más de una vez la habían echado a empujones los guardias de seguridad cuando era pequeña, y más de una vez había vuelto ella de mayor con su pandilla a crear problemas por el simple placer de crear caos. Si no hay entrada se hace una, joder. Por aquí me acuerdo yo de un par de sitios en los que podemos encontrar cosas para liarla parda a la de tres. Explosión que te crió y nos colamos en cualquier lado. Al fondo del pasillo principal hay un par de sitios. Y, si no, allí atrás -concluyó, señalando con su brazo, todavía magullado, el extremo opuesto del corredor en el que se encontraban.