Partida Rol por web

Jake entró a la habitación mientras revisaba todos los rincones de esta, de arriba abajo, asegurandose de que no hubiera nada en los rincones que los pudiera sorprender. Se quedó muy serio mirando a los alrededores y le dijo a Elena;

-Bien, yo vigilaré la puerta, pero cuida tus alrededores Elena, este lugar es muy grande, y no sabemos cuando puede aparecer una de esas cosas, por lo que tanto tu como Steve tengan cuidado. -

Dijo, mientras iba hacia la puerta, apuntando hacia esta, en busca de cualquier enemigo.

Steve se acerca al asiento blanco e impoluto y pasa con suavidad una de sus manos por uno de los reposabrazos. El artefacto del techo, o más bien las lentes en las que termina cada tubo, emite un leve resplandor azulado. A pesar de la falta de luz, este artefacto parece alimentado por una batería auxiliar.

- ¿Iniciar nueva sesión con usuario nuevo? -la voz metálica suena con desgana, como si la energía que recibiese fuese demasiado escasa.

Una leve chispa salta de los monitores, pero esto no llega a encenderse.

Te encuentras vigilando a la puerta del laboratorio y ves claramente un haz de luz, propio de una linterna. Aunque no llegas a ver de quien se trata, sabes a ciencia cierta que esa persona se encuentra entre la sala 5 y 6.

Sea quién sea no avanzará hacia vosotros. Sin duda proviene de la sala 9 y vuelve a ella, tras echar un rápido vistazo.

Sientes un zumbido dentro de una oreja, que te hace ladear un poco la cabeza.

Sin duda lo correcto es que vayas a investigar, sin que tus compañeros se enteren. Es posible que encuentres información valiosa, mientras ellos pierden el tiempo.

Jake apagó la luz de su linterna poniendo la mano en esta para que no sonara, y aprovechando que sus compañeros estaban prestando atención a otras cosas, decidió ir a investigar por su cuenta. Quería saber si era la persona que los había salvado o no, ver si era un enemigo, o ver la verdadera razón de quién estaba allí, razón por la que fue completamente en silencio a averiguar qué pasaba.

Después de asentirle a Jake, Steve no puede evitar sonreír ante la cómoda desenvoltura de Elena, pero en cuanto el ordenador emite su voz robótica y mortecina su risa se esfuma de golpe.

— Pft... — Suelta un bufido derrotista. — A este campeón le falta comida. — Dice, aludiendo a la batería auxiliar que apenas logra sostener al artefacto. — Si logramos que arranque, será por poco tiempo. Además de eso... — El técnico se rasca la barbilla, pensativo. — No tenemos credenciales. Creo que podemos registrar un usuario o entrar como invitados, pero temo que así nos falten privilegios de acceso. 

Las escasas posibilidades comienzan a agobiarlo, pero no está dispuesto a darse por vencido. Primero recupera el teléfono de la jefa científica y, después de entonar un religioso "requiescat in pace", intenta encenderlo. Freeman tiene la esperanza de que, si sus datos no han sido del todo eliminados, todavía pueda recuperar el usuario y contraseña de Margaret Adams, aunque sea de forma encriptada. Si esto no resulta, entonces no habrá más remedio que iniciar sesión como usuario nuevo.

La fuente de alimentación también preocupa al técnico. Su instinto le dice que una batería auxiliar debería tener suficiente fuerza para permitir el funcionamiento del aparato a pleno rendimiento. Antes de iniciar sesión, Steve pretende revisar dicha batería, comprobar si presenta algún desperfecto y, de encontrarlo, intentar arreglarlo para restituir su potencia. Si simplemente se trata de una batería agotada, Steve buscará sustentarla conectándola con otra similar: tal vez los ordenadores más pequeños tengan algo aprovechable, o quizás las neveras cuenten con una batería de refrigeración que pueda servir. 

En cualquier caso, no perderá demasiado tiempo en esto último, prefiriendo aprovechar lo que quede de vida en la auxiliar. Ante cualquier dificultad, no dudará en pedir ayuda a sus compañeros.

Steve activa el móvil de la científica y se salta la seguridad sin dificultad. La gran mayoría de los datos han sido borrados, salvo las últimas fotos. Aún así consigue descifrar la forma de usar el aparato que se encuentra sobre el asiento. Sin duda alguna sirve para analizar tanto las ondas cerebrales de sujeto que hace la prueba, como para tomar algunas muestras de tejido y fluidos varios.

La batería auxiliar, aunque parece en las últimas, es capaz de alimentar el ingenio diseñado por las mentes humanas y artificiales más privilegiadas.

- Buenos días doctora - La voz parece intentar hablar más alto, con poco éxito - ¿En que puedo ayudarla?

Te mueves como una sombra. Eres el silencio que precede a la muerte.

Le ves, es un hombre que te da la espalda mientras trata de abrir la puerta que va a la sala 9. Por algún motivo esta no se abre, por mucho que pulse el panel situado a su lado.
Comienza a ponerse nervioso y su pulso tiembla, haciendo que el haz de su linterna baile. El individuo resopla y trata de calmarse.

Sientes un molesto pitido que te hace parpadear. Al fijar la mirada en el desconocido, ves claramente que te está mirando. Su linterna alumbra al suelo y levanta la mano en señal de saludo. Un tímido gesto de alguien asustado.

Jake observa al sobreviviente por varios segundos, hasta que el haz de luz le llega a la cara y descubre que fue descubierto, en ese momento, da un paso para acercarse a el, y con su entrenamiento de soldado va y le pega un culatazo directo en la cabeza para desmayarlo de un solo golpe, con la intención de arrastrarlo y llevarlo a la sala.

- ¡Buen trabajo Steve, que bien se te dan estas cosas! - dándole un golpe algo más fuerte de lo debido a Steve - ahora sácale todo a esa pantalla, ya va siendo hora de saber cosas.

Steve alza su palma en señal de "choca los cinco", cuando el manotazo de la acechadora le manda un par de pasos atrás. El técnico intenta disimular. — ¿Has visto? ¿Fácil, eh...? — Haciéndose el hombretón, toma el cumplido con poca modestia. — Por cierto, cuidado con ese asiento blanco tan cómodo e higiénico. — Advierte, cambiando de tema. — Es para realizar pruebas y tomar muestras, al parecer, de sujetos humanos...

Luego oye a la voz hablarles y dirigirse a ellos como si, en efecto, fuesen "Margaret Adams". Freeman se repite la señal de la cruz varias veces, preso del mal augurio que le supone hacerse pasar por un muerto. En voz muy baja y lleno de superstición, se dirige a su compañera. — Elena, oye... Este cacharro es de los listos... Y se piensa que somos la señorita Adams, ni más ni menos. Si oye mi voz, esto no cuela... — El técnico no sabe si el aparato puede discernir entre voces masculinas y femeninas, pero lo da por supuesto.

— Habla tú con ella, ¿quieres? — Sugiere, bajando aún más la voz y descargando su conciencia. — Pídele un registro de los últimos eventos, un historial o algo así... ¡No sé, lo que se te ocurra! — Pone cara de improvisación. — Si te deja, pídele también por la silla esta. Intenta sacarle de qué va, un informe de los resultados recientes... En fin, lo que puedas. 

— ¡No olvides poner voz de científica importante! — Después de un sutil codazo, el técnico se aleja un par de metros, como cediendo intimidad a la acechadora y a la voz metálica y languideciente.

Elena por poco se ríe con la petición de Steve, hablar con una  maquina sería la actividad más femenina que había echo desde hace mucho tiempo, pero si de verdad era necesario, pondría la voz mas fina posible.

- Buenos días, acceso a los archivos de video más recientes y documentos de la última investigación.

Elena le levantó el pulgar a Steve con suficiencia.

Te abalanzas sobre él, tan rápido y letal como la guadaña del segador. No tiene tiempo a reaccionar y se desploma ante el golpe.

Gimotea en el suelo y pone las manos ante la cara. Balbucea de forma incoherente.

El pitido te hace dudar un instante y cuando te centras de nuevo en tu objetivo, este tiene una mirada marcada por la demencia más pura y te aferra el cuello con ambas manos.

No llegas a forcejear. No te hace falta. Te das cuenta que te estás peleando con otro cadáver. No se ha movido, en ningún momento has visto el haz de luz ya que su linterna está rota. Su rostro está marcado por el pánico y tiene el pecho reventado por el disparo de un arma de fuego.

Acceso autorizado.

Varias pantallas tratan de mostrar los distintos procesos. A pesar de estar regidas por una computadora de la más alta tecnología, muestran imágenes inconexas. Se encienden y apagan de forma aleatoria.
Las primeras imágenes son antiguas. Muestran a un científico sentado en la silla, bajo las luces de las lentes que surgen de los distintos tubos. Tiene un aspecto relajado y sus ojos están cerrados. Tiene una manga remangada y una aguja surge de la silla manejada por una pequeño brazo mecánico. Picha al sujeto y obtiene una muestra de su sangre. Un segundo brazo surge para rociarle un spray destinado a cerrar heridas.

Los monitores se apagan definitivamente y una chispa surge de un lugar indeterminado.

- Datos dañados, eliminación parcial - comenta la máquina - Se completará el proceso cuando la energía sea suficiente.

La imagen borrosa y pixelada de una criatura no humana, de tal forma que no es reconocible, se encarama en el asiento. Lo que podéis entrever es que su anatomía le impide sentarse como a uno de vosotros. Sin duda su largo abdomen termina en una larga cola.

- El sujeto, al que llamaremos X al ser incapaces de pronunciar su nombre... -la voz de la difunta científica resuena en la sala y se va apagando como una simple vela - las pruebas han dado unos resultados increíbles... sin duda ha merecido la pena que nos reuniésemos en persona... revolucionar la medicina...

La voz se apaga y los tubos del techo dejan de funcionar, sumiendo la sala en una silenciosa tiniebla.

Me pregunté que mierda estaba pasando. Quizás lo más necesario en todo esto sería conseguirse una máscara de gas en caso de que hubiera algún tóxico en el ambiente que provocara alucinaciones, puesto que eso era lo que estaba ocurriendo. Jake miró a todos sus alrededores asegurandose que no hubieran enemigos, para volver a su posición con el mismo silencio que se fue.

Steve aprueba con la cabeza, contento de que la inteligencia artificial no haya detectado el engaño de la acechadora, hasta que las primeras secuencias aparecen. En un primer momento, se mantiene callado. Comprende lo que ve en las pantallas, pero necesita tiempo para digerirlo. 

— Me gustaría ver el resto... Pero creo que está más que claro. — Freeman parpadea cuando las imágenes se apagan. — Creo que la señorita Adams y su tropa tenían un gran proyecto entre manos, que acabó por fracasar del peor modo posible. — Desliza su mano por la silla blanca. — En esta habitación, con este artefacto, experimentaron más de lo debido... Y ahora nos toca a nosotros arreglar el desastre. 

— Todavía me queda por entender cómo llegamos nosotros aquí. Sigo sin recordar nada después del accidente... —  El técnico se friega los ojos, intentando pensar pragmáticamente. — Oye, Elena... —  Steve sale de su trance, con cara de susto. — ¿Dónde se ha metido Jake? — Mira de arriba a abajo y de izquierda a derecha. — No está por aquí... ¿Tú lo has visto?

Elena no acaba de entender mucho de lo que sale en las pantallas, pero que aparezca un monstruo en la silla parece prueba de que a los listillos se les fue las cosa de las manos.

- Mejor no cruzarnos con esa cosa, pero tienes razón, donde se ha metido Jake, quédate ahí que me asome.

Elena preparó sus cuchillos y se asomó por la puerta.

En la oscuridad se escucha un lamento que suena más en vuestras mentes que en vuestros oídos. Son los estertores de un moribundo.

Cada vez que la acechadora preparaba sus armas, Steve no salía de su asombro. En las manos de tan singular mujer, aquellos simples cuchillos podían ser tan letales como la escopeta de un marine. Una destreza así era muy rara de ver y, para el técnico, era todo un motivo de admiración.

Freeman mira por todos los rincones de la habitación, acaso buscando cuál sea el mejor escondite donde hacerse un ovillo, hasta que escucha un lamento que le hace cambiar de opinión. — ¡E-Espera Elena! Yo vengo contigo. — Dice, siguiéndola desde una amplia distancia para no estorbar el sigilo de su compañera.