Partida Rol por web

Sacudió la cabeza y miró de reojo a Elena. Secretamente, admiraba la simpleza y el arrojo de la acechadora, incluso en una situación tan peligrosa y desconocida como era esta. Para sus adentros, pensaba que debía parecerse más a ella... Y, cuando levantó la vista, ya había salido por la puerta.

Justo está Steve pensando en ser un tipo más valiente cuando se topa de frente con aquella escena horrible. Rápido comprende el origen del olor nauseabundo; la sangre y el cadáver le empujan a gritar, pero de su garganta no sale ni un hilo de voz. Freeman está a punto de salir corriendo, pero sus últimos pensamientos le recuerdan el tipo de persona que quiere ser.

¡Valor!

Al entrar en el cuarto Elena vio el espectáculo dantesco, enseguida su cuerpo se puso a temblar y sus ojos se movían de lado a lado.

- ¡Pero que chapuza es está, esto es obra de un puto aficionado, no me jodas!- soltó la marine fuera de si.

Esto acababa de empezar y no pintaba bien.

Durante un instante tu visión se vuelve roja como la sangre derramada y algo inunda tus oídos.

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Elena cae de rodillas al suelo agarrándose la cabeza y chillando como una loca.

— ¡Oye, oye! ¡Tranquila, mujer! — Dice sobresaltado.

Freeman parecía haberse asustado más por la reacción de Elena que por la grotesca escena que tenía ante sí. Sin duda, lo primero era algo completamente inesperado...

— ¡No te calientes la cabeza! ¿Recuerdas? — El técnico no llega a creer en esas palabras, pero siente que pueden ser un refuerzo positivo en la acechadora. — ¡Solo es un ataque de ansiedad! Tenemos que conservar la calma... Quien sea el responsable de este show podría estar cerca... — Mientras habla, busca en el kit médico algún fármaco que pueda servirle, escéptico a su propia psicología.

Jake estaba silencioso, la situación le parecía muy diferente a todos los combates en los cuales había estado alguna vez de su vida, si no que todo esto era más silencioso, mas terrorífico, no era un combate de frente como a él le gustaban, esto parecía una guerra de guerrillas. Ya había estado en lugares de muerte anteriormente, pero esto era distinto. Apenas apagaron las luces, el sacó su linterna y buscó la forma de acolparla* la escopeta, y empezar a revisar en todas direcciones de donde provenían los pasos que escuchaban.

La iluminación se apaga y las tinieblas os envuelven. Las luces de emergencia parpadean. Parece que la instalación no funciona adecuadamente.
Unos pasos parecen alejarse.

Escuchó unos pasos alejarse y observó a sus compañeros. Elena parecía sentirse mejor pero seguía inmóvil; Jake estaba haciéndole unos arreglos a la escopeta... Lo que significaba que los pasos no provenían de sus amigos. Aquello le enervó de sobremanera, pero prefirió mantenerse en silencio. Seguro de que sus compañeros también lo habrían oído, prefirió no levantar la alarma aún.

— ¡Lo que nos faltaba...! — Piensa Steve casi en voz alta, al verse rodeado de oscuridad. — Habrá que revisar la instalación eléctrica, también... Joder, esto sí que se ha puesto tétrico. — Dice, en un susurro tan imperceptible que a duras penas puede escucharse. Al mismo tiempo, toma su linterna y se acerca por un instante al plato de la ducha donde yace el cadáver. 

— Lo siento por ti. — Suspira profundamente. — Descansa en paz... — Bajo este sentimentalismo, Freeman ilumina el rostro del cuerpo, luego sus prendas y heridas. Inadvertido, busca cualquier tipo de seña que le permita reconocer quién había sido aquella mujer antes de conocer semejante final.

- Mierda no sé que ha pasado, pero esto se pone cada vez más raro, vamos a movernos rápido - mira como Jake monta la linterna en la escopeta - bien escopetillas, ve delante yo iré un paso por detrás para tirar un cuchillo a lo que se mueva.

Ya era hora de tomar la iniciativa y ver que pasaba en este sitio.

Las heridas son claras. Algunas contusiones en el cuerpo y varias puñaladas.

Mientras examinas el cuerpo no puedes evitar parpadear. Tu campo de visión se vuelve rojo, pero aún así percibes un movimiento de reojo.

El cadáver mueve una de sus manos y trata de agarrarte por la ropa, mientras su débil voz llega a tus oídos.

- Sálvate...

Steve se zarandea en un acto reflejo y se agita nervioso; parece como si hubiera escuchado la mismísima voz del cadáver susurrándole al oído. — Sálvate... Eso es lo que he escuchado. — Repite, palpándose y asegurando la distancia. — No tengo duda: esto son heridas de puñal, y el responsable anda cerca... — Recuerda el sonido de los pasos alejarse, después asiente a las palabras de Elena. — Debemos apresurarnos, o los próximos apuñalados seremos nosotros. — Se friega los ojos y hace una breve pausa.

— ¿Recordáis el mapa de la cámara criogénica? — Unas gotas resbalan de su frente sudorosa. — Quiero echar un vistazo rápido a las habitaciones 7 y 3, en ese orden... — Hace un ademán con la mano hacia la izquierda. — ¡Escopetillas! Digo... Jake, ¿está despejado el pasillo? — Pregunta, deseando una respuesta afirmativa.

Cuando sus compañeros deciden que revisemos las habitaciones, me puse al frente del grupo. Apuntando con la escopeta a todos los alrededores y al techo, para asegurarme que no había nada raro, fui avanzando a dónde me dijeron mis compañeros, pasando por las habitaciones 7 y 3, en ese orden.

SALA 7

Jake avanza con lentitud, como si fuese un gran felino que acecha a una presa muy escurridiza. Revisa paredes y techo con mirada experta y nervios de acero. No es la primera vez que entra en acción y si el destino le acompaña no será la última.

Se acerca a la sala y activa el panel de control que se encuentra a un lado de la puerta. Esta se abre y se desliza lateralmente.
Sin ningún tipo de compasión el hedor de la muerte asalta al marine y a sus compañeros. Un vistazo rápido efectuado moviendo la escopeta y la luz montada sobre ella, en busca de algún ser hostil, muestran algo aterrador.

Un grupo de personas yacen muertas. Algunas estás desmembradas y otras han recibido disparos. Este lugar, un dormitorio, están tan lleno de sangre que es difícil encontrar algo que no esté manchado por el líquido vital. Literas, armarios, mesitas, algunos objetos personales, etc. parecen haber sido afectados por una explosión carmesí.

Uno de los cuerpos está apoyado contra la ventana en una postura incómoda. Al parecer el desdichado hombre trató de abrirla. El plastividrio de seguridad se oscurece durante la noche y se vuelve semi - opaco en las horas de más luz. Ahora está negro como el espacio infinito, salpicado de una constelación de estrellas rojas y pequeños planetas formados por masa encefálica.

Sin duda, este grupo de desdichados científicos trataron en vano de esconderse, pues ninguno de ellos estaba versado en las artes de combate y se encontraban demasiado aterrorizados.

Miré la escena, sorprendido. ¿Que tipo de bestia podía haber provocado algo así? Sobre todo, incluso en los combates mas encarnizados, no hay armas capaces de hacer unas explosiones de sangre como esas. Esto tenía que ser inmediatamente por un tipo de alienígena desconocido. No quería acercarme a revisar la escena, porque entre tanta sangre, dudaba poder encontrar algo de utilidad. Levante la voz sin girarme hacia mis compañeros, y le informe a ellos;

-No creo que haya nada de utilidad aquí. A menos que uno de ustedes decida revisar la escena de sangre, creo que mejor avanzamos hasta la siguiente sala. -

Dije, tras lo cuál, si todos estaban de acuerdo, saldríamos retrocediendo del lugar, cerraríamos la habitación con el panel de control y nos digiriríamos a la sala 3.