Partida Rol por web

Más allá de las montañas de la locura

Capítulo 0: Prólogo.

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10/10/2013, 22:13
(Starkweather-Moore, operario) Hidalgo Cruz

Entra por la puerta que da al pasillo un tipo que casi no cabe por ella. Va vestido de manera humilde. Se dirige a la secretaria con acento hispano:

Hola Margaret, ¿están los jefes? Cuando abre más la puerta para pasar, está a punto de tirar al suelo un precioso jarrón de porcelana, pero se salva milagrosamente gracias a su reacción rápida... sin embargo, con el codo tuerce el cuadro muy caro y sofisticado que hay al lado. Al ponerlo derecho, está otra vez a punto de tirar el jarrón. Por fin consigue que todo esté más o menos en su sitio, sudando la gota gorda.

Es el momento en el que repara en los postulantes, sentados en sendas butacas y sorbiendo su limonada.

Oh, perdón. Espero no haber molestado.

Aunque tiene acento hispano, resulta curioso ver no tiene la piel demasiado morena... más bien rojiza. No es el típico hispano, desde luego. Pero es una mole con piernas.

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10/10/2013, 22:20
(Prólogo) Señorita Rutherford

Están ocupados, Hidalgo. Les presento al señor Hidalgo Cruz, señores.

Hidalgo, ¿no tenía usted nada que hacer en el almacén? Creo haber escuchado que los instrumentos del doctor Winslow habían llegado todos revueltos con algunas piezas de maquinaria. Debería estar ayudandole a clasificarlas, ya sabe usted lo despistado que es.

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10/10/2013, 22:25
(Starkweather-Moore, líder) James Starkweather

Starkweather suspira.

Señorita Menez. ¿Sabe usted lo que es un viento helado a 300 kilómetros por hora, con una temperatura de -55 grados centígrados? ¿Tiene usted realmente idea de dónde se mete? ¿Se da cuenta de que deberá convivir con treinta hombres, junto a los cuales se verá obligada a cambiarse todos los días? ¿Desea usted que la información que demos trate de un desgraciado accidente relacionado con su persona, y que supone que toda la expedición se verá obligada a paralizarse por la necesidad de evacuarla? Sin duda, será dramático, y una Noticia, como dice usted, con mayúscula. Pero es demasiado posible que usted misma no esté en condiciones físicas de poderla olfatear, y menos transmitir.

Preocupado por usted, y en defensa de su integridad, señorita, debo prohibir tal cosa. Tenga usted en cuenta que todos los componentes de la expedición quedan, una vez firmado el contrato, y hasta la finalización del mismo, subordinados a nosotros. Esa subordinación supone una grave responsabilidad para con la seguridad de todos ellos. ¿Quiere poner ese baldón en nuestras conciencias, si resulta que pierde la nariz, o una o las dos orejas, o algunos de sus dedos, o una pierna por causa de la gangrena producida por las quemaduras de frío?

Señorita Menez: el lugar del general no está en el campo de batalla, como quizá deseara, sino tras sus ejércitos, donde tiene la necesaria perspectiva. No es usted un soldado raso en esta guerra, me doy perfecta cuenta. Fíe en un buen subordinado. Robusto, joven, prometedor. Verá cómo todo sale mucho mejor.

Toma el contrato en sus manos. Señorita Menez, con mucho dolor, me veré obligado a romper este contrato si no cede usted en este particular.

Luego lo devuelve a la mesa, donde Moore lo recupera.

Es un discurso bien hilado. Sin embargo, te das cuenta de que sus motivaciones para que no vayas son algo más profundas que sus bien hilados argumentos. Hay más detrás. Algo visceral contra las mujeres... pero no exactamente contra todas las mujeres, parece, pues te trata con amabilidad sincera. Encuentras una introspección, en un momento en el que se para a pensar, en el que recuerda algún tipo de suceso que le ha marcado, que le enerva y que le enfada. Rápidamente se desvanece la impresión, ya que el hombre es un gran comunicador, y no pierde el control de su expresión con facilidad. Pero tú lo has pillado al vuelo.

Moore está escribiendo con un lápiz algo en el margen de tu contrato.

Los dos se levantan y Starkweather, amablemente, da por terminada la conversación, acompañándote a la puerta.

Piense en lo que le digo, no me conteste ahora, antes de reflexionar con tranquilidad, se lo ruego. Sentiríamos muchísimo tener que prescindir de nuestro acuerdo.

Cuando miras lo que ha escrito Moore en el contrato, al margen (él se ha vuelto a sentar, y está a otra cosa, tranquilamente y sin mirarte) lees: "deje pasar algo de tiempo, haré lo que pueda, M"

- Tiradas (2)
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10/10/2013, 22:47
Guardián de los Arcanos

La señorita Menez sale por la puerta, acompañada de Starkweather.

En la sala de espera hay un señor vestido con ropa barata, enorme como un armario que parece estar mirando azarado a los dos caballeros Hirsch y Sutton mientras hace ademán de marcharse.

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10/10/2013, 22:50
(Starkweather-Moore, líder) James Starkweather

Hasta pronto, señorita Menez. Por favor, tenga la amabilidad de pensar muy cuidadosamente todo lo que hemos comentado.

Starkweather da por terminada la conversación.

¿Si, Cruz?, estamos ocupados. Por favor, sea lo que sea, resuélvalo.

Luego se dirige a Hirch. Señor Hirch ¿Será tan amable de pasar al despacho?

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10/10/2013, 22:53
(Starkweather-Moore, operario) Hidalgo Cruz

Hidalgo Cruz se inclina. Claro, señor Starkweather, dice con su acento hispano, que no pega con su aspecto de estibador rubicundo. Resolverlo, sea lo que sea. Y se va de la habitación corriendo a resolver lo que sea.

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10/10/2013, 22:55
Guardián de los Arcanos

Notas de juego

Marca de experiencia en psicología y en persuasión (no puedo creerme que te hayas puesto solamente 15... ains)

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10/10/2013, 22:59
(Prólogo) Señorita Rutherford

Señor Cruz, apunta rápidamente la secretaria, encontrará al señor Packard en la planta tercera, en las habitaciones de personal, si es que lo está buscando. Sonríe bondadosamente a los presentes, como pidiendo perdón por llamar demasiado la atención.

Notas de juego

Entra Hirch al paredón ;) Mañana posteo su entrevista.

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11/10/2013, 07:13
Aramiker Menez
Sólo para el director

Aramiker abandona el despacho, sin mucha sorpresa. Ha tenido que lidiar con este tipo de discriminaciones.

Aunque esta vez le parece algo distinto, la actitud de Starkweather es sensiblemente diferente, un viejo dolor que tiene en lo mas profundo de su ser.

De todas formas este pequeño inconveniente no la detendrá, además la extraña nota que le entregó el señor Moore, mas que esperanza le ha picado la curiosidad.

Aramiker se dedica a indagar en la historía del señor Starkweather, tanto privada como relacionada con expediciones anteriores. Alguna mujer esta detrás de todo esto, lo huele. Aunque lo hará de forma discreta, sin hacer mucho ruido aunque esto le lleve algo mas de tiempo.

Empezará haciendo una búsqueda en revistas antiguas, y periodicos. Con ayuda de sus becarios claro.

Tirada de buscar libros.

De todas maneras y pasado un poco de tiempo, y de forma paralela hablará con sus contactos para tratar de presionar.

Tirada por crédito.

 

- Tiradas (2)

Notas de juego

Motivos para no ponerme en persuasión:

1- Lo estuve pensando pero, no creo que alguien que tenga mucha charlatanería, pueda tener también mucha persuasión o por lo menos no me gusta.

2.- Ya tuve un personaje con mucha persuasión, y la verdad puede ser muy poderoso, y algo aburrido. Le quita algo de emoción.

 

 

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11/10/2013, 10:37
Lord Anthony Montagu-Sutton III

Querida. - sonríe Sutton a Aramiker al ver que ella sale y Hirsch entra en la sala de entrevistas. - Cuenteme, ¿qué tal ha ido? ¿Tendremos oportunidad de leer un espléndido especial de su revista sobre la afamada expedición?

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11/10/2013, 11:32
Chester Field

¿Partida de póker? ¡Ah, claro! - Al fin Chester recordó de dónde conocía a aquel hombre de aspecto algo desastrado; habían tenido que soportar juntos una inesperada tormenta de nieve, allí en la ahora lejana Alaska. Con una sonrisa, Chester se acercó a saludarle, ofreciéndole la mano.

Claro, se llamaba... Dominique, ¿verdad? Un placer volver a verle.

Chester no estaba seguro de si al final todos formarían parte de la expedición, pero de momento el grupo parecía de lo más interesante. No estaba seguro de que fuera una buena idea llevar a una dama como la señorita O'Connel a una aventura tan arriesgada como aquella, pero se cuidaría muy mucho de mencionárselo a ella; si no recordaba mal, tenía un carácter de mil demonios.

Chester observó al despistado glaciólogo salir por donde había entrado. Desde luego, parecía que en la expedición habría algo más que curtidos hombres de mundo. 

Espero que, cuando lleguemos al Polo Sur, el tal Winslow estuviera un poco más centrado; confundirse dedirección en medio de las heladas tierras australes podía ser de lo más perjudicial para la salud.

No "cuando lleguemos"; "si" llegamos, se corrigió mentalmente; aún tenían que aceptarle...

Notas de juego

Gracias, arreglado.

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11/10/2013, 11:46
Lord Anthony Montagu-Sutton III

Notas de juego

¡OJO LOS DESTINATARIOS!

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11/10/2013, 20:29
(Starkweather-Moore, líder) James Starkweather

A cada "Don" que escucha, el rostro del señor Starkweather se ensombrece ligeramente. Pone educada pero fría atención a tus palabras. Espera el tiempo suficiente para asegurarse de que has terminado la diatriba. Es, además, un silencio de un efecto poderoso, en el que su mirada, ligeramente húmeda, refleja el efecto deplorable que le ha hecho tu alarde de conocimientos.

Señorita O'Connel, comienza, tomando lo que parece ser un temible pero controlado impulso. Veo que conoce bien Alaska. Pero, comprenderá que no vamos a Alaska, sino a la Antártida. Un lugar bastante más duro. Verá, en la Antártida no hay alces, no hay ciervos, no hay osos, no hay nada. Quizá tuviera la inmensa fortuna de encontrar pingüinos o focas en la costa, pero nosotros no vamos a la costa. Vamos a un lugar donde se pueden llegar a registrar temperaturas de hasta -55 grados centígrados, a la vez que unos vientos de hasta 300 kilómetros por hora, donde no hay nada, absolutamente nada más que hielo. Bien. Hasta ahí, la consideraría perfectamente capaz de sobrevivir, aunque subestimara las condiciones climáticas. Incluso aunque ignorara que, con ese viento, lo que son -55 grados se transforma en una sensación térmica de más de -100 grados, y eso porque será verano. Usted, al mando de algunos mineros, algunos perros y sus escopetas para mantenerlos a raya, podría sobrevivir, concedido.

Hace una pausa teatral.

Pero resulta que no dirige usted este grupo, sino que lo hago yo. Resulta que la responsabilidad de que no le pegue un tiro en la cabeza a alguien que se pueda propasar en un momento de debilidad es mía. Resulta que, a lo mejor, esa persona no es un simple operario, sino un científico poco preparado para las condiciones en las que se encuentra, aquejado de la llamada "locura de la nieve", por ejemplo, y al que haría mucho mal que usted, con su tórrido caracter, fuera su compañera poco comprensiva. Pero el caso es que yo necesito a ese científico, ya que son cerebros como no hay en el mundo, guiado con la necesaria mano izquierda y la comprensión de alguien semejante a él, diplomático, firme, suave en el trato. Y, realmente, no necesito a un carácter poco acostumbrado a la debida subordinación, como usted, sino alguien capaz de mantener maneras corteses en medio de las más severas crisis ¿sabe? ¿Sabe que el famoso explorador Sakleton se llevaba fatal con Scott, y que estuvieron peleando en medio de la meseta antártica, porque la situación exacerbaba su buen sentido y los hizo incapaces de mantener una relación civilizada? Y eso que eran personas acostumbradas a la disciplina. ¿Se imagina la situación: insultándose en medio de la nada? ¿Qué haría usted en la misma situación, con una escopeta en la mano?

No. Lo siento en el alma. Si antes tenía dudas, esa inmoderada demostración de un cáracter expansivo y rebelde me ha terminado de convencer. De nuevo le concedo que pudiera ser capaz de, incluso, sobrevivir y llevar a sus sobordinados a buen puerto en las circunstancias relatadas, ya que veo que no carece de espíritu de sacrificio, ni de carisma. Pero se da el caso de que esa responsabilidad es mia, no suya, y que veo que usted no está acostumbrada al rol de subordinada: que será completamente infeliz cumpliéndolo, y que nos traerá, necesariamente, una desgracia, ya que no puede haber dos gallos en el mismo gallinero, si me perdona la expresión.

Así pues, debo pedirle que abandone toda esperanza de acompañarnos. Mantengo mi oferta de costearle el viaje de vuelta a su tierra, por las molestias de haberla hecho venir tan lejos. Puede hablar de ello con nuestra secretaria, la señorita Rutherford.

El discurso ha sido demoledor, tremendo, educado y en voz razonable y serena. La mirada te ha seguido en todo momento, fría y dolorosamente discreta. Da, con su actitud, por terminada la entrevista y te acompaña a la puerta.

- Tiradas (1)
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11/10/2013, 21:03
(Starkweather-Moore, líder) William Moore

Moore ha estado escuchando en completo silencio, inmóvil. Tiene tu currículum vitae en las manos, y lo revisa durante la entrevista. Anota algo en un margen, con un lápiz.

Un momento, por favor. Olvida su currículum. Dice cuando vas a abandonar la sala. Te entrega el documento, en lo que podría parecer casi una burla, un mazazo final, pero ves con el rabillo del ojo que hay un par de breves frases escritas:

"Mala estrategia, señorita O'Connel. Me estoy pensando muy seriamente si ayudarla a conseguir el puesto pero, de todas maneras, permanezca en NY un par de días más, se lo ruego. M."

Sin decir esta boca es mía, ni mostrar el más mínimo gesto, se retira y se sienta donde estaba antes.

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11/10/2013, 21:12
(Starkweather-Moore, líder) James Starkweather

O'Connel sale por la puerta del despacho, tras ella, se asoma Starkweather.

Que tenga mucha suerte, señorita O'Connel, hasta la vista.

Se dirige entonces a Pickwell. ¿Quiere hacer el favor de pasar, señor Pickwell? Y le franquea el paso, amablemente.

Maggie se va con una sonrisa de disculpas, claramente tensa y forzada a sus antiguos compañeros de juerga.

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11/10/2013, 21:55
(Starkweather-Moore, líder) James Starkweather

Buenos días, señor Pickwell, encantado de conocerle, dice un hombre que se encuentra de pie, en medio de la habitación. Soy Starkweather. Es alto, fuerte, con canas en las sienes, cuidado bigotazo, impecable ropa de sastre gris perla, con chaleco, corbata, cadena de oro y discretos pero carísimos gemelos. Sus ojos azules te atraviesan con suma cordialidad. Parece el típico entusiasta con la energía de un tifón... aunque estas cosas se ven realmente cuando vienen mal dadas y estás en la puré, no en medio de una suite de super lujo.

Innumerables periódicos, telegramas y otros trozos de papel cubren todos los espacios libres de la sala de estar. Fotografías enmarcadas o clavadas en tableros de corcho decoran las paredes. Algunas son de la expedición (un barco en un muelle con muchas cajas sin desembalar en la nave que hay junto a él, grúas, fotos de miembros de la expedición haciendo diversas labores), pero la mayoría son de Starkweather.

Siéntese, por favor. Hay varias butacas, otra mesa (todo abarrotado), una gran alfombra, vasos medio llenos, libros de viajes, mapas, periódicos, una estatuilla de bronce... el ambiente de trabajo es evidente.

El profesor Moore se sienta también, revisa el contrato y guarda silencio. Ves, también, por ahí cerca, tu currículum, con todas las cartas de presentación que has podido reunir presentes y manoseadas.

Starkweater carraspea. Él se ha quedado de pie. Es evidente que prepara un discurso.

Señor Pickwell. Hemos leído su currículo y las cartas de presentación que nos ha hecho llegar. Confieso que, en algún momento he tenido ciertas dudas, ya que hemos recabado algunos informes que, en otra persona, quizá de este país, pudieran haber sido considerado negativos.

Hace una pausa dramática. Cuando nota que ha hecho efecto, prosigue:

Ha sido usted, durante muchos años, un aviador solvente. Tiene experiencia con motores en climas rigurosos, muchas horas de vuelo, conocimiento de lo que es aterrizar en una pista corta, accidentada, en condiciones climáticas complejas. Bien. Muy bien, añadiría. Pero ha de tener en cuenta que volaremos, no solo en condiciones infinitamente peores a las que está acostumbrado, sino que deberemos hacerlo a gran altitud, tanta que necesitaremos llevar oxígeno. Tiene a su favor que ya conoce, por lo menos en parte, los aparatos que vamos a llevar en nuestro viaje: los Boeing 247... suspira. Aunque nos hayamos enterado de que el suyo sufrió un desgraciado accidente...

Pero no carece de mérito conseguir salir vivo de semejante aterrizaje de emergencia, dada la naturaleza de la carga que, se sospecha, llevaba en su bimotor. Y no tiene quemaduras, a simple vista.

Chasquea la lengua.

Mire: vamos a hacer cosas grandes. Muy grandes. Aunque tenga ciertas dudas sobre su moralidad, qué diablos, siempre he estado en contra de la mogigatería estadounidense, lo siento por los presentes (hace una inclinación hacia Moore, que responde con un gesto de comprensión y adquiescencia), pero soy el primero que apetece de un buen wiskey cuando acaba la jornada, y, aún más, debo confesar que no me he recatado de tomarlo cuando he tenido que visitar este país, por lo demás, tan admirable, así que, posiblemente me vea obligado a agradecerle sus servicios como proveedor. Y, por otro lado, me admiran los espíritus decididos, emprendedores, que lo apuestan todo en un momento dado por alcanzar cotas cada vez más altas, pues eso es precísamente lo que me propongo a hacer, hijo mío. Llegar más lejos, correr más rápido, saber cada vez más. Le ruego, por supuesto, que modere su afán de iniciativa: llevará una preciosa carga, las mentes más privilegiadas del planeta. Ya es bastante el clima, el viento, los efectos hipnóticos en esa atmósfera plagada de partículas de hielo, la hipoxia provocada por la falta de oxígeno... no espero de usted que sea temerario, ya que lo es bastante que se encuentre aquí, en este momento.

¿Tiene miedo? ¿No? Pues bienvenido a la expedición, señor Pickwell. Queda usted contratado.

Te da un caluroso apretón de manos.

La señorita Rutherford tiene todos los papeles. Haga el favor de acudir a su mesa, para firmar su contrato -te da el contrato- y que quede debidamente registrado.

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11/10/2013, 21:48
Maggie O'Connel
Sólo para el director

Maggie masculló una disculpa y una sonrisa claramente forzada ante sus dos ex-compañeros de juergas. Iba convencida de tomar el primer avión de vuelta a su casa. Manditos ingleses, sus buenas formas ante todo aunque no les importase matar miles de personas para mantener su "imperio", incluyendo irlandeses dicho sea de paso. No los soportaba, toda aquella pompa, siempre tan estirados, siempre pretendiendo ser tan perfectamente equilibrados... y a la hora de la verdad lloraban como todos porque no eran más que seres humanos como los demás. Había llevado a muchos ingleses en su trineo, y cuando las cosas se ponían feas se descontrolaban y perdían la calma como todos. 

No, ella no había estado en la Antártida, pero si había un lugar en el mundo donde las condiciones se le pareciesen esa era Alaska en invierno. ¿Que no había nada? ¡Ja! O no sabían buscar o no sabían de lo que hablaban. Siempre había cosas. Si no ¿Para que querrían una cazadora para protegerles? Si no hubiera nada no la habrían llamado, no se habrían molestado en mirar siquiera su currículum.

El enfado se le fue pasando de camino a su casa en las afueras. Una vez allí se cambió rápidamente y tomó su fusil para engrasarlo, no le hacía falta pero eso la relajaba. Al final decidió esperar dos o tres días, nada cambiaría pero... bueno, no había nada que perder. Y probablemente ella fuese necesaria para mantener con vida a la tropa cuando el señor "mis pelotas huelen a perfume de París" los llevase al desastre.

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11/10/2013, 22:00
(Starkweather-Moore, líder) William Moore

Moore se levanta de su butaca. Te da la mano, fríamente.

Bienvenido, señor Pickwell. Preséntese mañana a las 8:00 en punto en la recepción del hotel, con su equipaje.

Luego te acompaña a la puerta.

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11/10/2013, 22:14
(Starkweather-Moore, líder) William Moore

O'Connel se ha largado. Field se queda solo con la secretaria, la señorita Rutherford que hace, a veces, comentarios amables sobre el tiempo. Al cuarto de hora, sale Pickwell con Moore.

Bien. Hasta mañana, señor Pickwell. Señor Field... y le franquea el paso al fotógrafo al despacho. Pickwell se queda con la secretaria, terminando de completar los detalles de su contrato. Si, parece que, por su actitud confiada, ha sido aceptado.

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11/10/2013, 22:17
(Starkweather-Moore, líder) William Moore

Soy el profesor Moore, señor Field. Encantado de conocerle. Siéntese, por favor.

Moore es un tipo pequeño, vestido con traje muy conservador. Corbatín, chaleco, chaqueta, cuello rígido, gafas. Tiene una perilla y va peinado con gomina. Durante toda la entrevista permanece silencioso, con el currículum de Field entre las manos.