Partida Rol por web

Más allá de las montañas de la locura

Capítulo 1: Nueva York

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31/10/2013, 16:46
Chester Field

Y él que pensaba que solamente tendría que encargarse de tomar cuatro (o cuatrocientas) fotos... Bueno, al menos parecía que (casi) todo estaba en su sitio. Haber logrado solventar el problema de las herramientas sin (de nuevo, casi) tener que pedir ayuda hizo que se sintiera razonablemente orgulloso de su capacidad de trabajo y organización. Probablemente se había ganado el aprecio y el agradecimiento de deWitt y los demás pilotos. Además, había aprendido a diferenciar una llave inversa de una contrallave - o algo así le había parecido entender - y quizás eso le iba a servir de algo en algún momento.

Tras la comida, Chester volvió a perderse entre las cajas de la Cubierta 3 donde se ocultaban, entre otras muchas cosas, sus preciados productos fotográficos. Sin ellos, su presencia en el barco equivaldría a la de un vulgar turista; era importante que estuvieran a bordo y correctamente empaquetados. Resignado a volver a pasar horas entre cajas y albaranes, Chester reemprendió su trabajo.

Dios, me muero por un cigarrillo...

Notas de juego

Master: ¡¡destinatarioooos!!

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01/11/2013, 02:27
Aramiker Menez

Sr. Moore, estamos de acuerdo.

Y sinceramente creo que la expedición se beneficiara por ello.

Gracias, se que sin su colaboración habría sido mucho mas dificil.

No quisiera despedirme sin preguntarle acerca de la fecha estimada de partida de la expedición.

 

Bueno, parece que no tendremos que emplearnos a fondo, pero quiero que Starkwater sepa que mi voluntad esta fuera de toda duda. Asi qué creo que dejaré el anuncio de nuestro próximo número como advertencia. 

Por sí acaso. 

Ademas no tengo nada aun. Pensaba en alto, mientras colgaba el telefono.

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01/11/2013, 11:06
Guardián de los Arcanos

Tomáis las tres, y cada una desde su base, un taxi, al que dais la dirección facilitada por Moore en la llamada a Menez, y que también ha sido recogida por los empleados de los hoteles de O'Connel y de Whitston.

El viaje a través de varias manzanas hasta el embarcadero del Gabrielle lleva tan solo unos minutos de amena charla con el típico taxista neoyorkino. Tres taxis confluyen llevandoos a la zona portuaria, y ahí os volvéis a encontrar, todas en diversos grados de excitación. Maggie muy emocionada, Whitston algo menos, pero con el aplomo del que ha conseguido lo que se proponía. Menez casi sin acusarlo, tranquila, llevándolo, si es que hay esa emoción, por dentro.

Los muelles del río Hudson son un lugar en continua ebullición. Huele a mar, petróleo, pescado y madera húmeda, todo ello mezclado con el sudor de los estibadores. Hay docenas de barcos de todos los tamaños y formas, en diferentes fases de carga o descarga. Enormes grúas manejan titánicos pesos sobre vuestras cabezas, y en el suelo hay restos de materiales de embalaje esparcidos, cristales rotos y trozos oxidados de metal. Los estibadores os maldicen y empujan a quien osa estorbar siquiera un poco. Se alejan dando grandes pasos sin mirar atrás. Hay que ser ágil para que los trabajadores no choquen contigo ni te increpen.

Atado en la zona norte del muelle 74, en las orillas del Hudson de la Ciudad de Nueva York está el Gabrielle, su proa orientada hacia el agua. En la parte sur del muelle, las instalaciones bien iluminadas y conservadas de la línea Italian Royan Mail, hacen que el amarradero de la expedición parezca pobre y poco importante.

Emprendéis la subida de la Calle 34 Oeste, y cruzáis la 12ª Avenida hasta divisar el frente del galpón del muelle. Hay una señal pequeña impresa, clavada cerca de uno de los dos portones:

EXPEDICIÓN ANTÁRTICA STARKWEATHER-MOORE.

IDENTIFÍQUESE AL GUARDIA. PROHIBIDO FUMAR.

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01/11/2013, 11:16
(Prólogo) Jim

En el interior del recinto se ve el SS Gabriell pleno de actividad. Dentro, además, y aparcado frente a la nave, hay un coche donde esperan tanto Moore como Starkweather. La expedición, había dicho Moore a Menez, tenía pensado partir el día 15 del corriente, pero se ha adelantado la salida al día 9. Menez, además, había impedido que su editor se fuera (por fin) a dormir, dejándole la tarea de hacer unas cuantas llamadas.

Jim es un guardia obeso de la autoridad portuaria, de la policía y de quien haga falta, en estos tiempos en que las horas extra son como el oro. Debe tener un montón de niños en casa.

Os pide vuestros nombres y los coteja con una lista. Hace un gesto a los jefes, que le meten prisa con la mano, para que os deje pasar.

Suban, señoras os dice, el señor Starkweather les espera.

Cuando entráis, se vuelve a su casuto de sucios cristales, a fumar y a leer el periódico.

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01/11/2013, 11:26
(Starkweather-Moore, líder) James Starkweather

Starkweather os recibe con los brazos abiertos y un cierto brillo belicoso en la mirada. Tanto él como Moore (que no dice nada, y se queda en un segundo plano) tienen pinta de haber dormido poco.

Bienvenidas, señoritas. ¿Ven? Todo se puede conseguir. La fuerza de la evidencia me ha vencido, lo confieso. Creo que la grandeza del ser humano también consiste en reconocer los errores, y reconsiderar a tiempo las cosas. Además, hemos tenido noticias esta mañana. Noticias frescas. Una mujer va a ir al Polo ¿no es cierto? Con una campaña de prensa que vamos a aprovechar para nuestro beneficio: ¡Nosotros seremos los primeros en llevar a un representante del bello sexo a dicho lugar! Ello nos proporcionará el resto de los fondos que estábamos buscando ¿saben? Señorita Menez, tengo la oferta de varias marcas de cosméticos de contribuir a nuestro esfuerzo, a cambio de que usen ustedes sus productos durante el viaje. No olviden que sin ellas, nos sería muy difícil hacerlo con todas las garantías. Por añadidura, tiene usted la oportunidad de conseguir nuevos contratos publicitarios para su revista, lo que es un beneficio tangencial que me siento orgulloso de ofrecerle. Usted, O'Connel... no piense que viene con nosotros en calidad de adorno, por supuesto. El señor Moore, que se ha encargado de la selección de personal, me ha importunado una y otra vez encomiando sus cualidades, en un intento de disipar mi ceguera. Mis disculpas. Sin embargo, tendrá que soportar durante la mañana un par de sesiones con la prensa, para así aprovechar al cien por cien la ventaja de que vengan con nosotros. Las tres, de hecho. Ahora mismo tengo convocada una rueda de prensa en el Amherst. Ya verán, adelantaremos a esos impostores de la expedición Lexington, aprovechando, de paso, el empuje publicitario que nos proporcionan. ¡Es la guerra! Una guerra de cifras y de rotativas, cierto, pero guerra al fin y al cabo. Luego de la rueda de prensa les dejaré en manos de Moore, para que se pongan con el verdadero trabajo. Así pues, suban al coche, por favor. Afilen sus lenguas... los contratos. Ah, si. Examinenlos. No hay prácticamente cambio alguno con lo que estaba dicho de antemano. Creo que estará todo correcto.

Y, efectivamente, está todo como se había dicho, mediante representantes, antes de que acudierais a Nueva York. En el contrato de Menez (bastante leonino en cuanto a la circunstancia de que Menez debe estar en donde lo considere necesario, no importa el peligro que haya) está especificado con toda claridad que es ella, y no un representante de su periódico, quien va a ir al Polo.

En todos ellos, aparte clausulas como las de Menez, se especifica que quedan bajo la autoridad de los líderes de la expedición, entendiendo que el motivo de dicha autoridad es garantizar la supervivencia de los expedicionarios y el bien de la expedición en su conjunto. Las condiciones económicas son otro pequeño cambio en caso de O'Connel: a mejor. Ha sido aumentado sustanciosamente su salario a cambio de que colabore en todos y cada uno de los contactos con la prensa que haya que mantener.

Toda la información que genere cada uno de los clientes de la expedición estará a disposición de todos los demás, de manera que la totalidad de la misma sea aprovechada por todos y cada uno de ellos. Además, ese derecho también lo tendrá la organización. Esta cláusula reza durante un año y un día. Aparte, todos los componentes de la expedición se comprometen a ayudar en todo al señor Hirch, afamado psiquiatra, que viene, precisamente, a hacer un estudio sobre la mente humana en circunstancias extremas. Dicha ayuda parece que va a constar en una serie de entrevistas con él mismo, tantas como considere necesarias, sin poner en peligro la marcha de la expedición, por supuesto.

Da los contactos a Menez en torno a los nuevos esponsores, para que comunique con ellos y negocie los prometidos contratos publicitarios. Las marcas Coco Chanel, Revlon, sobre todo, parecen interesadas en mostrar sus productos, la estrategia pubicitaria consiste en demostrar que su maquillaje dura mucho sin borrarse o correrse incluso en las circunstancias más desfavorecedoras: hasta en el fin del mundo. Se supone que debe haber cierto número de fotos de las chicas perfectamente maquilladas en medio de la Antártida.

Starkweather proporciona a las tres una antigua y hermosa estilográfica, con el fin de que formalicen su situación.

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01/11/2013, 19:53
Periodistas en avalancha

Una vez formalizado el contrato, la mañana transcurre en un maremagnum. Primero, peluquería y maquillaje, luego interminables sesiones con la prensa, donde os preguntan hasta la talla de las bragas y anotan todo con detalle.

Es curioso que tanto Menez como Whitston, de las tres las que más desenvoltura tienen a la hora de comunicarse, se trabuquen al hablar, y hasta tengan algún desliz gracioso que, al que sabe sacar punta (y los periodistas prometen en esa tarea) puede dejar a todas como si fueran al polo a hacer simplemente de floreros, o cuyo papel se reduce al merecido descanso del guerrero... 

Sin embargo, una inesperada, pero inspirada ayuda la da O'Connel, que aprovecha el chorro de entusiasmo que le ha llegado con la aceptación y lo pone en práctica de manera afortunada, salva el día. A la tercera pregunta que lleva a terrenos siquiera un poco indignos de vuestra condición, tiene el detalle (completamente sincero, aunque no se nota) de sacar el armamento delante de todo el personal, una recortada con todo el aspecto de haber sido disparada repetidas veces, amartillarla, apuntando temerariamente al último y perverso preguntón. Dicha actitud da en el clavo, arrancando de los periodistas un aplauso entusiasta, una vez disipado el acojone. Llueven los flashes. La imagen de la fémina aguerrida y echada para adelante, pero perfectamente maquillada y arreglada, desplaza automáticamente las no tan afortunadas intervenciones de Menez y Whitston. Starkweather lo pilla al vuelo, halaga, tapa los errores, aprovecha los aciertos, se comporta, en resumen, como un verdadero as de las relaciones públicas, así que el resto de la sesión se la come Maggie ella sola.

Agotadas, sudadas, despeinadas, termináis en un taxi, que tiene que arrancar penosamente en medio de una multitud, para ir a comer con los demás muchachos, donde está fondeado el SS Gabriell.

- Tiradas (4)

Notas de juego

Entiendo que firmáis, y tiro millas...

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01/11/2013, 20:25
Guardián de los Arcanos

Los sudorosos y esforzados expedicionarios estáis saliendo de vuestros respectivos y malolientes rincones para ir a devorar el expléndido bufette, cuando un coche para frente a la verja por donde se accede al pantalan. De él bajan tres mujeres perfectamente vestidas y arregladas, pero visiblemente agotadas, que se despiden de un ocupado Starkweather.

Mientras el jefe vuelve a subir al coche y se larga a quién sabe qué reunión social o de negocios, ellas traspasan la puerta, con los saludos de Jim, el guardia, y cojean en vuestra dirección con cara de novatas.

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01/11/2013, 20:30
(Starkweather-Moore, líder) William Moore

Permítanme presentarles a nuestras tres nuevas compañeras. La señorita Menez, que vendrá en calidad de periodista, nuestra cronista oficial (aplausos), la señorita Whitston, bióloga de probada inteligencia y erudición (más aplausos) y nuestra nueva guía polar, la señorita O'Connel (muchos más aplausos y algún silbido).

Está claro que la intensidad de los aplausos va en proporción a la belleza física. La última tanda es también coreada por una buena cantidad de marineros que andan por ahí.

Bienvenidas. Bien. Comamos. Esta tarde estarán muy ocupadas: lo primero, inmediatamente después de comer, tendrán que ir a ver al señor Silkes, para tallarse y probarse las prendas necesarias que van a llevar en el viaje. Tras eso, tendrán que aguantar, me temo, otra sesión fotográfica con Field. Tras la sesión, les tengo preparada una cita con el dentista, que se asegurará de que durante el viaje su dentadura no les cause problema alguno. Por último, tendrán que presentarse al aquí presente caballero, el doctor Green, para un reconocimiento físico completo. ¿Está claro? Bien. Pues buen apetito.

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02/11/2013, 00:48
Maggie O'Connel

Bueno, estaba claro que hasta llegar al destino su labor era dar buena imagen. Se alegraba de haberse maquillado esa mañana, dado que le tocaba ahora hacer de mujer florero. Maggie sabía que era guapa, lo era incluso sin arreglarse, lo era incluso con pantalones de lona y camisa de franela, siempre lo había sido y aunque los años empezaban a pesar, incluso los primeros indicios de arrugas no afeaban su bello rostro sino que lo dotaban de personalidad.

Así que cuando fue jaleada, lo que hizo fue responder a la concurrencia con una cálida sonrisa. Cuando llegasen a su destino ya podría volver a ser quien era, la dura y recia guía ártica, y ya colocaría a todos aquellos machos cabríos en su sitio. Pero por ahora, si el precio a pagar por poder ir al fin del mundo era parecer una dulce y femenina dama de Nueva Inglaterra, pues adelante.

Notas de juego

Master: ¡destinatarioooos!

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02/11/2013, 02:51
Aramiker Menez

Aramiker se encuentra sumida en una extraña mezcla de sentimientos; Orgullosa por conseguir lo que quería, estar en la expedición a la Antártida, indignada por sentirse usada como florero y no por sus aptitudes, resignada ante, dicho suavemente, falta de atractivo, algo nerviosa por la aventura que esta apunto de realizar pero sobre todo tremendamente ilusionada pensando en los maravillosos árticulos que podrá escribir.

Eso tratando de disimularlos lo mejor posible.

Nada mas llegar, se presenta a todos y cada uno de los integrantes de la expedición con la idea de ir rompiendo el hielo y saber algo mas de cada uno. 

Especial atención le llaman los perros, no recuerda haber visto unos ejemplares de esa especie y tan bien cuidados. Se entretiene mas tiempo con ellos, haciéndole preguntas a Olav Snabjorn. 

Noruego, quiza?, su nombre me ha traido a la memoria un caso de un perro que recorrió varias decenas de kilómetros arrastrando a su cuidador inconsciente. El perro murio de agotamiento pero le salvo la vida a su dueño. 

Lo más extraño, es que el dueño jura ver al perro seguirle en sus travesías advirtiéndole de peligros, como grietas ocultas en la nieve, tormentas, etc. 

Yo sinceramente creo que se le quedo tan grabado la entrega de su amigo fiel, que no quiere dejarle marchar.

La conversación transcurre, mientras Aramiker trata de acercarse a los perros, sin miedo pero sin dar un paso en falso, no experiencia alguna con estos animales y de cerca impresionan, en especial sus dientes.

 

Tras una frugal comida, Aramiker ha redoblado esfuerzos con su dieta, en especial después de las sesiones fotográficas y silbidos de aprobación a Maggie. Se dirige a ver al señor Silkes (muy apropiado), no parando de preguntar cosas acerca de las prendas.

Señor Silker, Cuanto tiempo lleva usted en este negocio?, tiene unas manos maravillosas.

¿Y realmente es necesario tanta prenda?, ¿tanto frio pasaremos?,¿ alguna recomendación?.

 

La sesión fotográfica con Field, le resulta desagradable, no se encuentra a gusto con las fotografías pero menos aún delante de Field, sobre todo después del incidente con la fecha de la expedición.

Parece Sr. Field que conseguí averiguar la fecha de partida de la expedición, a pesar de su colaboración.  Con un marcado tono irónico, comenta Aramiker tras la sesión.

La visita al dentista fue de lejos lo peor de la tarde, su adicción al chocolate, obliga al dentista a emplearse a fondo. 

Tras todos estos pasos intermedios se dirige al reconocimiento médico.

 

Notas de juego

A la hora de tirar por psicología para saber algo mas de los integrantes, debo hacerlo para cada uno o una en general?.

Master: supogo que querrás poner destinatarios ¿no? Esta todo el mundo junto...

Por cierto, todavía no han llegado los perros, así que no hay ;)

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02/11/2013, 04:18
Aramiker Menez

La sesión fotográfica con Field, le resulta desagradable, no se encuentra a gusto.

Parece Sr. Field que conseguí averiguar la fecha de partida de la expedición, a pesar de su colaboración.  Con un marcado tono irónico, comenta Aramiker tras la sesión.

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02/11/2013, 08:57
Lord Anthony Montagu-Sutton III

Cuando la puerta del vehículo se abrió y mostró el trío de féminas que les iban a acompañar durante la larga travesía, Sutton sonrió abiertamente y añadió algún aplauso, incluso un silbido, cuando comenzaron a corearlas.

No quedaba muy claro si era que se alegraba de ver que su amiga Aramiker había conseguido pasar el corte de Starkweather, que volvía a ver a la bella mujer a la que apenas había tenido tiempo de galantear o ver a una nueva destinataria para sus sonrisas y halagos.

¡Querida! - exclama acercándose a Aramiker y dándole un abrazo. - Me alegro que ese viejo inglés, que casi parece escocés por su tozudez, haya recapitulado y decida que nos - en ese momento mira a las otras dos mujeres con una pícara sonrisa - deleitéis con vuestra compañía.

Notas de juego

Akin, destinatarios ;)

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02/11/2013, 22:22
Maggie O'Connel

- ¡Ah! ¡Ingleses! Siempre tan amables, tan caballerosos, tan necesitados de conquistar féminas y territorios... 

El tono de Maggie es como ensoñador, como halagando a su interlocutor, pero hay un punto inquietante... esa es la misma chica que sacó una recortada frente a unas cuantas docenas de periodistas, y su apellido es... O'Connell, un apellido irlandés. 

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03/11/2013, 14:55
Dr. Arthur Hirsch
Sólo para el director

William Moore era claramente un líder, uno de aquellos seres especiales que eran capaces de organizar y abanderar a un gran grupo, aglutinándolos alrededor de un objetivo. Para Hirsch resultaba realmente interesante tener a alguien como aquel individuo a la cabeza de todo el grupo. Resultaría satisfactorio observar cómo la personalidad de sus compañeros evolucionaba bajo una tan fuerte y bien definida como la de Moore., sobre todo si tenían algún problema durante el desarrollo de la expedición –Bien, según mis planes resultaría de especial interés llevar a cabo las primeras entrevistas antes de que partamos. En psicología clínica solemos tomar como punto de partida, como estado basal, la entrevista previa a cualquier evento- El Dr. utilizaba su tono académico mientras hablaba, un hábito adquirido durante los años que, sin embargo, no pretendía resultar pretencioso ni pedante, sino ilustrativo –Si le parece adecuado le daría la opción a cada uno de los miembros de la expedición a postular un horario para la entrevista. Necesito que se sientan seguros, relajados y nada presionados para este trabajo preliminar ¿Cómo lo ve usted? No pretendo que interfiera con ninguno de los preparativos, pero obviamente les robará tiempo ¿Podré disponer de alguna habitación en el barco para tal efecto? Sería interesante poderla convertir en una especie de gabinete a mi disposición durante todo el viaje-

Tras el intercambio de palabras el Sr. Moore le había pedido que se encargara del Comandante -Por supuesto, puede usted contar conmigo para esa tarea. Supongo que no habrá problema en que me entreviste también con JB Douglas- Hirsch se sentía halagado por la confianza depositada en él y esperaba que accedieran a sus peticiones de iniciar las entrevistas cuanto antes.

Notas de juego

Este de respuesta a Moore

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03/11/2013, 15:13
Dr. Arthur Hirsch

La lista de tareas encomendada sorprendió al inglés, pero no era una persona que se arrugara con facilidad ante las tareas cotidianas, sus tiempos en los escalafones más bajos de la medicina le habían librado de los prejuicios que algunos de sus actuales compañeros tuvieran hacia un trabajo manual o que pudiera parecerles básico. Se dispuso a llevar a cabo la revisión del material con la meticulosidad que le caracterizaba y, si sus conocimientos técnicos no alcanzaban para valorar el estado de alguno de los objetos, pedía ayuda a quien pudiera tenerlos. Si alguna de estas cosas supone vital para nosotros en la Antártida resultaría una gran contrariedad enterarnos de su mal estado en medio de la nada. La mañana transcurrió rápida y a la hora del almuerzo ya había logrado acabar con todo, incluso con los esquivos tractores.

La llegada de las mujeres resultó todo un evento para aquellos que, como él, se habían pasado la mañana entre cubiertas intentando encontrar la última tuerca de algún ingenio mecánico del que desconocía como poner en marcha. La sonrisa afloró a los labios de Arthur mientras mordisqueaba la esquina de un sándwich recién adquirido en el buffet. No pudo evitar unirse a la calurosa bienvenida que les dieron todos y se apresuró en saludar a las mujeres –Me alegra mucho tenerlas entre nosotros. Será… interesante para la expedición- Con gran educación saludó a cada una de ellas personalmente e intercambió las sonrisas y preguntas pertinentes -¿Conoce usted a muchos ingleses señorita?- Las palabras de la dama no habían pasado a sus oídos británicos a pesar de parecer dirigidos al Sir. ¿Tendremos a una de las fervientes defensoras de la causa del 21?.

 

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03/11/2013, 21:17
Maggie O'Connel

- He conocido unos cuantos sí, la aristocracia inglesa ha estado también entre mis clientes. Me he encontrado de todo, desde gente maravillosa a algún noble inglés admirador de Hitler. Supongo que, como en todos lados, debe haber gente de todo tipo. 

Notas de juego

¡Detinatarios! A la próxima, tiras cordura ;) (mensaje del Guardián)

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04/11/2013, 22:35
Guardián de los Arcanos

Tras la comida, os acercáis al barco.

El pantalán se extiende 180 metros en el río, y tiene 24 metros de ancho, y nueve de alto en el centro. La carga está almacenada en el interior: cajas, fardos, bidones y palets en montones de 4,5 metros de altura, alineados desde la zona de trabajo de la entrada en tres filas, con estrechos pasillos por el medio. La mayor parte de esta carga no parece ser para la Expedición Starkweather Moore, solo unos pocos embalajes y bidones de la parte norte del pañol tiene acuñado el nombre de la expedición. Hace mucho frío dentro, y está oscuro.

Una vía ferroviaria recorre ambos lados del muelle desde el pañol al barco. La zona donde habéis comido es una mesa situada cerca de dicha vía, justo donde está el desvío que penetra en el muelle, y que también sigue a lo largo de todo el puerto, de pantalán a pantalán. Hay vagones aquí y allá en los raíles cerca de grandes portones abiertos. Grupos de estibadores bajan y suben sin parar las rampas entre los vagones y el pañol, sacando la carga del interior o poniéndola en palets o redes para que la grúa las transporte a las bodegas del Gabrielle.

Subís la escalerilla del barco, hasta la cubierta, y os encontráis con un oficial de marina esperandoos.

- Tiradas (2)
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04/11/2013, 22:42
(SS Gabrielle, 1º oficial) Paul Turlow

Los galones en su hombro indican que es primer oficial de la mercante. Os da la mano vigorosamente, mirandoos a los ojos. Tiene un aire de perro callejero en la actitud que no ha podido (todavía) ser cubierto por las formas más civilizadas, pero se nota que se controla estupendamente (no tanto, quizá, o juraríais que ha estado a punto de guiñarle un ojo a O'Connel. Va vestido de punta en blanco.

Buenos días. Bienvenidas al Gabrielle, soy Turlow, su primer oficial. Siganme, ¿quieren?

Os lleva hasta una puerta. Todos los demás están dirigiéndose también al barco, pero se meten por muchos otros sitios. Este lugar al que vais parece dominio exclusivo de Silkes.

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04/11/2013, 22:46
(Starkweather-Moore, guía) Peter Sykes

Asoma por la puerta la cabeza de Peter Sykes.

Ah, buenas, soy Sykes... menuda mañana que llevamos a cuenta de ustedes... Tenían que ver al jefe rugir como un león a las cinco de la madrugada, agitando el periódico y gritando a Moore ¡Quiero una mujer! ¡Quiero muchas mujeres, Moore! Si le ven tirar la puerta abajo de la habitación de Moore y ven su cara... (hace una imitación bastante buena de su voz)

Cuando a cada una le toca, Sykes le hace ponerse en ropa interior tras un biombo y le obliga a probarse un sorprendente número de prendas, algunas de seda, otras de pelo de algo sumamente espeso. Parece muy bien dotado para las relaciones públicas, es un hombre agradable, pero da la impresión de que es muy serio en su trabajo.

Mide la altura, el peso, la cintura, el pecho, el cuello, la entrepierna, el número del calzado, la talla de sombrero, de guantes y otras medidas, algunas sorprendentes. Conviene que esto se haga bien, dice si hay el más mínimo gesto de impaciencia o aburrimiento, aunque esto solo puede salir de los labios de Menez o de Whitston, ya que O'Connel sabe de sobra de qué va todo el tema. Salvará su vida, se lo aseguro.

Tras apuntar todo en una pequeña libreta, os da sugerencias sobre cómo hay que utilizar cada una de las prendas (forros polares, botas, guantes, pantalones, parka, capuchas y monos: más de seis kilos de ropa en total), y hace que os probéis algunas piezas más mientras va tomando medidas a la siguiente de la cola.

Estos conjuntos son únicamente para los días suaves. Si hay mal tiempo, conjunto pesa unos doce kilos, les aviso.

Un día o dos más, dice, y tendremos los equipos preparados. Las botas de esquí y los guantes todavía no nos han llegado, pero ustedes tendrán que hacer todo su trabajo con guantes cuando lleguen, para acostumbrarse. Sacarse los guantes es algo que no se hace en el polo, si no quieren perder un dedo. Usted, O'Connel, cuanto termine con el dentista y con el matasanos, seguramente estará por aquí, o por allá, pero en nuestro equipo. Están Fiskarson, Snabjorn y Pulaski en los trineos. Los hermanos Sorensen son montañeros, curioso que sean tan iguales y tan diferentes a la vez, pero ya les conocerá. Yo seré su superior inmediato, aunque  todos dependemos de Packard, el jefe de personal.

Snabjorn, por cierto, había contestado a la amable conversación de Menez durante la comida con un gruñido poco comprometedor (toda vez que por ahí no había perros, aun) y se había llenado la boca de sandwich de atún.

Como ya le dije, señorita Menez, pasará frío. Mucho frío. Por ejemplo, esos calcetines de seda no son un lujo. Deben transpirar de manera eficiente, y así evitar que se congele su sudor. De no llevarlos, sus botas se convertirían en un bloque sólido en cuanto se parara un poco a descansar.

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04/11/2013, 23:09
Guardián de los Arcanos

Las tres mujeres emergen de los dominios de Silkes con varias prendas de muestra, y se han de dedicar un rato a buscar por todas partes a Field, que se supone que tiene que hacerles fotos con algo que de el pego.

A todo esto:

Field está entretenido con los siguientes productos de su lista. Una caja de clavos y de material de carpintería que le ha proporcionado una larga discusión con Cruz, que se queja de todo lo que hay... sin embargo, le ha dado el coco para tranquilizarse, viendo que, en realidad, hay de todo, y todo lo que viene en el albarán, y que Cruz no hace más que quejarse por deporte. Lo de los trineos de madera ha sido otro cantar. Son trineos, por un lado (de madera, si) pero se supone que están ya cargados con dos toneladas de madera para la construcción del campamento base. Eso, por un lado, lo ha debido aclarar. Por otro, no aparecen. Sencillamente, llega a la conclusión de que no están. Así que va a la mesa a ver los pedidos... y tampoco están. (Entre medias hay una breve pero intensa sesión fotográfica con las chicas) Tras relajarse dedicado a lo que le gusta y ponerse con los malditos trineos "de madera", llega a la conclusión de que nunca se pidieron. Busca una maderería, pide la madera, busca una tienda especializada, pide los trineos, soportando interminables discusiones de gente que, aplanada por la calima que se está levantando, no parece tener prisa alguna. Los pedidos son hechos (bendito listín telefónico de Moore, que tiene de todo apuntado en sus entrañas con dos o tres referencias útiles y redundantes) Consigue todo por unos 100 dólares, incluido el embarque en el Gabrielle. Tras la odisea de los trineos, encontrar las espátulas y los seis rollos de papel alquitranado (¿pa qué será eso, por Júpiter?) el día termina para él, aunque parece que no ha terminado con él.

Hirch se ha vuelto a sumergir en las entrañas del puente, a ver si aparecen unos armazones centrales con tuberías de taladro de 4 metros, lo que le lleva a departir ampliamente con O'Doul, el ingeniero de perforación. O'Doul protesta amargamente por el "poco cuidado que se tiene con las cosas" Se empeña en estibar los malditos ingenios tres veces y repasa todo otras tantas veces.

Por otra parte, ni el cofre con equipo pesado para fundir el hielo, ni el baúl con generador, medidores y cabeza de taladro aparecen por ninguna parte. Y se queda hasta el mismo gorro de buscar y buscar... tras llegar a la conclusión de que no ha mirado todavía en todas partes. En la lista de artículos entregados esta claramente escrito por Moore que si han llegado, lo que parece asegurar que deberían estar. La tarde es como un infierno para el pobre Hirch. Un infierno algo suavizado por el hecho de que al final refresca un poco, y porque cuando ya se van él y O'Doul, tropieza (y se estropicia la espinilla dolorosamente), con un bulto envuelto en una lona que alguien ha puesto ahí para auparse y cambiar una bombilla, olvidándose de luego dejarlo en su sitio, bulto que, una vez liberado de la lona, resulta ser el dichoso cofre con equipo para fundir hielo. Todo esto significa media hora más de la cuenta de comprobaciones, claro, pero al fin, solo queda con un extravío de tres posibles.

Sutton, que está con la intendencia, en la bodega superior número tres, nada literalmente en latas de conservas: albaricoques... albaricoques... albaricoques secos. No, algo falla. Debería haber, además ciruelas y judías cocidas, todo en latas. Unas latas iguales entre si (al parecer, las ha envasado la misma firma) Están entregadas y en la mesa se asegura que es así. La envasadora, una vez consultada por teléfono, asegura que están ahí, y que tienen la firma de Packard para atestiguarlo. Así pues, están ahí. Quizá por la mañana ha movido algún bulto que las haya ocultado... Sutton es el más desgraciado de los tres. No aparecen las judías ni las ciruelas. Se ve comiendo albaricoque todo el viaje. Se imagina con cara de albaricoque...

- Tiradas (3)