Partida Rol por web

Más allá de las montañas de la locura

Capítulo 4: viaje por aire

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19/08/2014, 22:39
Chester Field

Chester estaba de acuerdo con la teoría de Gunnar.

Parece que sí, que nosotros éramos la abuelita, y que el Sargento debía hacernos sentir cómodos, como en casa. ¿Para qué? ¿Cuál era su objetivo? En cualquier caso, está fuera de toda duda que tenemos un infiltrado en algún eslabón de la cadena: ¿Cómo, si no, podían saber qué día llegaríamos, con todos los cambios de planes e imprevistos a los que hemos tenido que hacer frente? Sí, hay un traidor entre nosotros, estoy seguro.

Aunque aquella noticia no pareció perturbar al fotógrafo en exceso. Al fin y al cabo, ¿cuán peligroso podía ser un infiltrado, comparado con criaturas voladoras con dedos afilados como los bisturís de un cirujano y que se dedicaban a arrancarle las cabezas a la gente? No mucho, la verdad.

Tras escuchar a Sutton, no pudo más que expresar su preocupación por el pobre Abermale.

Como ya dije antes, no deberíamos llevarle hasta la Antártida: no puede valerse por sí mismo, aquí, no digamos ya entre los hielos del sur. Deberíamos tratar de dejarle en algún lugar donde puedan cuidarlo debidamente.

 

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20/08/2014, 19:26
(Starkweather-Moore, guía) Gunnar Sorensen

Gunnar no está tan de acuerdo con lo del infiltrado.

En realidad el plan de vuelo lo sabía demasiada gente. No estoy muy seguro de si se publicó en algún periódico, incluso. ¡Si hasta nos han hecho una fiesta de recepción!

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20/08/2014, 20:20
Dominique Pickwell

Lo del plan de vuelo la verdad es que podria saberlo cualquiera sin demasiados problemas, bastaba con leer la prensa, de eso ya se ocupo Starkweather hace tiempo. Cierto es que debemos ser mas cuidadosos con los comunicados que tramitamos para el dia siguiente, pero en cuanto hablamos para gertionarlos ya no podemos hacer mucho mas con nuestra privacidad puesto que el telegrafo no es muy seguro.

El cuidado de Abernale me preocupa, cada vez que le veo tan indefenso se me cae el alma a los pies. El pobre no puede valerse por si mismo, necesita constantemente alguien que cuide de el y viendo los especimenes con los que nos estamos topando supondria un riesgo cada vez menos aceptable. Teneis razon, no podemos exponer al señor Abernale a unos riesgos cada vez mayores, si estan ustedes de acuerdo lo ingresaremos en algun centro en Argentina.  

Esto nos viene bien porque asi podemos cambiar la ruta y despistar a nuestro espia. Propongo señor Sutton que mañana envie comunicados A TODOS LOS AERODROMOS de aqui al sur del continente, asi no sabran al 100% donde llegaremos, los visados ya los tenemos, solo le quedaria el de Argentina si acaso.

La nueva ruta que propongo seria esta: 

La paz (donde estamos) - Antofagasta - Cordoba (argentina) y posible desembarco de Abernale

Cordoba - Buenos Aires o Bahia blanca, segun el exito con Abernale - Comodoro Rivadavia o Puerto madryn, depende

Comodoro - Rio Gallegos - Rio Grande (cambio del tren de aterrizaje)

Rio Grande - Isla de James Ross 

Isla de James Ross - primera reunion provisional - Segunda reunion provisional

Segunda r. p. - Destino final con el Gagriele

De esta manera bajamos por el este que era mi ruta alternativa. Esta segunda ruta es lo suficientemente flexible como para retomar el trayecto original, nunca se sabe...

Cuando hagamos escala en Argentina propongo aumentar el numero de armas que portamos en al menos un par de escopetas de grueso calibre, un par de rifles de caza y otro par de revolveres o pistolas mas sus municiones, no quiero que nos ocurra como la noche pasada que ibamos tan alegres sin mas proteccion que mis tristes pistolas.

Como siempre no es una imposicion, es una idea o sugerencia, si tienen cualquier comentario se habla y decidimos lo mejor para todos...

Estas exposiciones me dejan rendido, que ganas tengo de llegar y ocuparme solo de pilotar. me siento en la silla y es cuando noto lo suaves que tengo las manos, tenia razon Sutton, estan como nuevas, a ver si ese potingue va a ser curativo y todo, bueno el sargento tendria otra opinion, desde luego... con el no funciono.

Por cierto Señor Field, no deje usted de hacer fotos a todo paisano con el que nos crucemos, la idea que tuve de comparar fotos y ver caras coincidentes cada vez tiene mas sentido con nuestro espia rondando por ahi. Otra cosa que vamos a hacer y si el tiempo lo permite es sacar unas fotos aereas de la Puerta de la Luna, haremos dos pasadas a distinta altura para mayor disfrute se Sutton. lo mismo sacamos algo en claro de los caminos que se apreciaban en el suelo.

 

 

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22/08/2014, 16:20
Chester Field

Desde la primera salida por el puerto, cuando aún estaban en su cada vez más añorado Estados unidos, Chester había disfrutado de las fotografías aéreas; aportaban una nueva perspectiva a su trabajo, nunca mejor dicho. Pero sobrevolar aquella Puerta le daba escalofríos. Pese a ello, no se opuso a la idea de Dominique; documentar el lugar del sacrificio parecía a priori una buena idea.

El otro sugerimiento de Dom también le gustaba; se sentiría más seguro con una buena escopeta a su lado. Pese a que llevaba años sin disparar una, empezaba a pensar que llevar un arma podía serles de ayuda en aquel jaleo en el que se habían metido.

Y en cuanto a Abermale, le alegraba que al fin le hicieran caso y le apartaran de la Expedición.

Estoy de acuerdo con todos los puntos que has expuesto, Dominique; armas, fotos de la Puerta y Abermale en tierra.

No sabía lo que opinaban los demás, pero Chester cada vez tenía una mayor confianza en el liderazgo del piloto. Ahora, si lograba aprender a controlar su impulso de sacar las armas y sacudir o disparar a lo que no le hiciera gracia, llegaría a ser un gran jefe de expedición.

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22/08/2014, 21:30
Lord Anthony Montagu-Sutton III

Sutton anota los posibles gastos extra en su libreta, algo nervioso. Bueno. Habrá que ver cuánto dinero... manosea nerviosamente sus páginas. Supongo que tendremos suficiente.

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22/08/2014, 21:34
Guardián de los Arcanos

Martes 19 (noche)

El resto de los componentes de la expedición pusieron gesto de cansancio ante la ilimitada energía de su jefe, pero aceptaron su decisión. Las cosas no estaban yendo como debían: demasiados problemas y noticias inquietantes minaban la moral de todos. Sobrevolar la zona de la puerta de la luna había provocado oleadas de inquietud entre los que habían ido, incluido al mismo Dominique, cuando dijo de hacerlo. Eran situaciones de una extrañeza exacerbante las que se venían viviendo, y se transparentaba la actitud del jefe como la del que pone al mal tiempo buena cara.

Esto duró el medio minuto que tardó Chester en sopesar la idea. El brillo de sus ojos parecía comunicar alguna especie de valor juvenil, y la voz con la que pronunció su única frase sentó un precedente de solidez y credibilidad al plan que no había sabido darle el aviador.

Miércoles 20

Y así, tras una noche de descanso en una cama de verdad, en un hotel serio y respetable, con baños en las habitaciones y desayuno continental sin demasiado picante, los expedicionarios se fueron a preparar la salida con garbo y bizarría.

Sutton, especialmente, estuvo sembrado esa mañana. Fue un alarde de actividad. Había dado con el hueso de la risa del procedimiento según el cual debían hacerse las cosas por estos lares: ayudado de un periódico que llevaba bajo el brazo, donde salían ellos, empujando con algún billete según la oportunidad, sonriendo mucho cuando debía y poco cuando no, hizo que los funcionarios: ¡funcionaran!

Los telegramas fueron mandados, los teletipos fueron tecleados y las breves conversaciones por teléfono o radio teléfono fueron productivas. Mandar aviso a todos los aeropuertos (importantes) al sur de Bolivia fue complicado. De entrada hubo que ni mencionar a aquellos pertenecientes a la nación con la que estaba en guerra el país. Luego fue necesario andar con pies de plomo, por eso de que alguna nación apoyara a unos o a otros y se despertaran suspicacias... Llevó todo el día de trabajo esperar respuesta de otros aeropuertos para disimular, aunque ya había llegado confirmación de Antofagasta, en Chile, para aterrizar la mañana del día siguiente (el vuelo sería nocturno).

Dio el tiempo justo de salir antes de que dejara de haber luz, ya que el plan de vuelo incluía sobrevolar la puerta de la luna. Todo estaba empaquetado, todo a punto.

Pero, una vez sobre el tablero de mandos, a Pikcwell le fue imposible despegar. Sus manos temblaban de nuevo sobre los mandos. Se puso pálido. Tuvo sudores fríos y cerró los ojos, incapaz de moverse. Estos terrores parecían acentuarse tras cualquier tipo de situación tensa, y la del día anterior no había sido moco de pavo. Bajo los exasperados avisos del jefe de pista y de la torre de control, hubo que hacer el cambio de pilotos, y dejar a Halperin de principal, a Pickwell de copiloto y mandar a Marlene al otro avión, de copiloto de DeWitt.

Los aviones despegaron.

Desgraciadamente Halperin no estuvo acertado en el manejo del Boeing cuando fue necesario hacer las fotos. El paisaje era impresionante, desde luego, y el tiempo, esa tarde, era mucho mejor durante su estancia en el pueblo. A lo lejos se podía ver el Titicaca, como un mar interior colgado del techo del mundo, rodeado de montañas nevadas de aristas crudas y frías.

Halperin no encontró el lugar exacto y cuando por fin lo hizo una corriente de aire caprichoso y violento amenazó con aplastaros contra el suelo. Estabilizar el avión lo llevó a demasiada altura, tanta que perdisteis el aliento por la momentánea falta de oxígeno, y os estuvieron doliendo los oídos durante un rato, debido al brusco cambio de presión.

Chester hizo lo que pudo. De bruces en el suelo de la nave, baqueteado por las maniobras, eligió el sitio del avión adecuado para hacer sus fotos, y la velocidad de obturación apropiada para la luz que había y para la velocidad que llevaba el aparato, con los aumentos apropiados en el teleobjetivo, pero al final dudó si había conseguido la nitidez necesaria como para que se distinguieran detalles importantes, debido al brusco cambio de altitud.

Y el plan de vuelo, si es que no se quería alcanzar una falta crítica de combustible, exigía partir hacia el sur en ese mismo instante. Se había perdido una oportunidad quizá preciosa.

El anochecer sobre las montañas fue maravilloso. El cielo cubierto de millones de estrellas también, sobre todo cuando aun estaba teñido el borde del mundo de morado y púrpura. Las formas de las montañas sugerían gigantes dormidos sobre cuyos lomos se alzaran ciudades extrañas y ciclópeas. La antiguedad y el tamaño del paisaje dejaba reducida la pequeña carlinga que os protegía del espacio exterior a la más fina membrada de la más ridícula bacteria que imaginarse pudiera.

Me cago en la puta, dijo Miles. Me gustaría que ese cacharro pudiera sacar fotos en color, ¿eh, Chester?. Sería acojonante.

Nils, sin mediar palabra, pasó un trago de la ya menguada botella de licor boliviano (pasando de largo a piloto y copiloto) y sacó de las mochilas la ropa de abrigo. La noche prometía ser fría y larga. Todos echarían de menos las camas que habían disfrutado.

- Tiradas (7)

Notas de juego

La paz (donde estamos) - Antofagasta - Cordoba (argentina) y posible desembarco de Abernale

Cordoba - Buenos Aires o Bahia blanca, segun el exito con Abernale - Comodoro Rivadavia o Puerto madryn, depende

Comodoro - Rio Gallegos - Rio Grande (cambio del tren de aterrizaje)

Rio Grande - Isla de James Ross 

Isla de James Ross - primera reunion provisional - Segunda reunion provisional

Segunda r. p. - Destino final con el Gagriele

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26/08/2014, 20:41
Guardián de los Arcanos

Jueves 21, por la mañana.

Antofagasta fue una parada rápida. La noche había sido larga y pesada. Algunos pudieron dormir algo. Otros no. El run run del motor siempre en marcha, monótono hasta la desesperación podía hacer de nana para algunos y de estimulante para otros.

El cielo se teñía de nuevo de morado por la parte de los andes cuando por fin se divisaron las primeras señas de lo que debía ser la ciudad. La radio del aeropuerto confirmó los datos de navegación. Nubarrones de humo surgían de las zonas fabriles de la ciudad, cercanas a un puerto moderno y con mucho movimiento.

En el pequeño aeropuerto, una vez más, la presencia militar se hacía patente. Un par de bombarderos Junkers estaban siendo situados en un hangar enorme con las enseñas de la fuerza aérea chilena. La parte civil del complejo era risible. En grandes letras, sobre un tejado de fibrocemento, se podía leer: Aeropuerto Internacional Cerro Moreno.

Desayunasteis en un local cercano llamado Los Cerrillos, cumplimentasteis los detalles del siguiente paso del plan de vuelo, se hizo la revisión de los aviones y... de nuevo en camino.

Medio día

Sutton revisaba durante el vuelo sus libros de cuentas. Contaba los dineros que se iban gastando. Miraba preocupado por la ventana.

Los dos aviones debían sobrevolar los Alpes en dirección a Córdoba, Argentina. No se había podido resolver más allá de ahí ninguna otra escala del plan de vuelo. De todas maneras ahí había que hacer gestiones para encontrar a alguien que se pudiera hacer cargo de Abermale.

En el campamento base estará seguro, decía Nils, resistiéndose a abandonar al meteorólogo, en un alarde de elocuencia. Parecía pensar en algo así como una traición. Para su mente lenta pero fiable, durante una travesía no se abandonaban jamás las esperanzas, y parecía tener una confianza inquebrantable en los médicos que debían reunirse con la sección aerotransportada una vez llegados a su destino. En tanto sucedían esa y algunas otras cosas poco dignas de mención, pasaban las inmensas montañas a uno y otro lado de las ventanillas. La conducción se hacía difícil, ya que había borrasca del lado oriental de las montañas. Se podían ver los mares de nubes asomando por entre los pasos más altos que, a pesar de parecer cercanos, tardaban más y más en ser alcanzados, dando una idea de la enormidad del paisaje.

En el otro Boeing DeWitt tenía algún tipo de problema. Se retrasaba, y casi no se le veía. Por último, temiendo perder la visual con él, Halperin, maldiciendo entre dientes, tuvo que aflojar la marcha. Era para esos casos para lo que servían los planes de contingencia y el combustible extra.

Tengo un motor quemando aceite. No me atrevo a darle más gas. Decía.

Poco faltó para tener que hacer un aterrizaje de emergencia al otro lado de la cordillera, ya en Argentina. Los dos aviones se encontraban buscando alguna carretera o camino lo suficientemente fiables para tocar tierra, cuando en el horizonte se pudo ver el lago de San Roque, una masa de agua de poca importancia, pero de forma inconfundible, colgando de una sierra tras la que se suponía se encontraba Córdoba.

Con el corazón en un puño, disimulando el susto, los pilotos apostaron a que llegarían a cruzar la sierra. Dieron aviso por radio al aeropuerto de Las Playas dando cuenta de la situación. El ambiente era tenso. Ese momento eligió Sutton, que tenía otras cosas en la cabeza, para soltar su bomba.

Amigos míos, anunció. Hablaba con fingido buen humor. Es posible que andemos escasos de fondos. Quizá me excedí con los sobornos la última vez. Por no hablar de nuestra visita a los locales nocturnos de La Paz.

- Tiradas (7)
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26/08/2014, 22:16
Chester Field

Vaya, que se les había ido la mano con eso de las mujeres de moral ligera.... pues nada, si había que recortar estos gastos, se recortaban, faltaría más.

Bueno, Sutton, pues vamos a tener que vigilar un poco más, no es tan grave, ¿verdad?

Hablando de cosas graves, el avión se acercaba cada vez más hacia el suelo, abandonando ya el límite de lo peligroso para meterse de lleno en territorio de catástrofe aérea.

Señores, no es por nada, pero ¿va todo bien? Dijo dirigiéndose hacia los hombres que estaban al mando del aparato, a todos y a ninguno en particular. Se levantó de su asiento para que pudieran escucharle bien, pero al ver el suelo tan de cerca volvió a sentarse con rapidez y se ató el cinturón de seguridad.

Sutton, si salimos de esta, ¿hay alguna posibilidad de que aún podamos comprar un par de escopetas o rifles? 

Chester intentó volverse a centrar en los problemas pecuniarios que, en aquel momento, parecían algo de lo más pueril, comparado con la situación de los dos aviones.

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26/08/2014, 23:31
Dominique Pickwell

Notas de juego

Entiendo que llegamos por los pelos al aeropuerto de Las Playas...

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27/08/2014, 20:01
Guardián de los Arcanos

Notas de juego

Entiendo que llegamos por los pelos al aeropuerto de Las Playas...

Ehem. Yo no he escrito eso :)

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27/08/2014, 23:13
Dominique Pickwell

Mierda, con un motor estropeado no podran hacer mucho, bastante es que no pierdan altura, pero como lo pierdan no tendremos mas remedio que aterrizar donde sea, y es muy arriesgado.  Halperin, elevate que voy a intentar localizar con los prismaticos un buen camino recto o una pradera lo suficientemente larga como para poder aterrizar los dos si fuese necesario. 

No te preocupes Chester, nosotros estamos bien, es el otro avion quien tiene dificultades, pero para mas seguridad por favor sientensen en sus asientos y ponganse el cinturon. Ah otra cosa Chester, pongale un teleobjetivo a la camara y aviseme de inmediato si nuestros compañeros hechan mas humo que ahora por el motor o si detecta llamaradas.

Halperin, voy a mirar en la carta de navegacion a ver si hay un paso por el que podamos tener una aproximacion al aerodromo a traves de la sierra que nos permita tener una trayectoria descendente, si lo encuentro le dare el rumbo al instante. Dicho y hecho, despliego una porcion del mapa sobre mis piernas y me pongo a estudiarlo a ver si hay algun tipo de valle o cañada que dando algo mas de trayecto nos permina no elevarnos y tener un planeo hasta el aeropuerto.

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28/08/2014, 20:59
Guardián de los Arcanos

El motor estaba quemando aceite por un problema menor, eso vociferaba indignado Miles, lleno de pundonor por su trabajo. Eso pensaba, tras bastantes observaciones, Dominique, pero no había resultado descabellado retrasar la marcha, a pesar del gasto extra de combustible.

Entre un avión y otro se sucedieron mensajes radiados. De potra consiguió Dominique, que estaba de copiloto con Halperin, captar todo lo que se decía. Jugaba con las frecuencias de Las Playas y con la común. Eso y los frecuentes ruidos que significaban perturbaciones electromagnéticas de menor importancia.

El cielo estaba cubierto por nubes altas, y un frente nuboso avanzaba sobre Córdoba desde el sur. Nubes bajas que amenazaban con tapar la vista, y dificultar las maniobras. Después del visto bueno para aterrizar por parte de Las Playas, y tras consultar las cartas frenéticamente (preguntando a Field, que miraba por el visor trasero del avión con su teleobjetivo cómo era el color del humo del motor que iba mal), Dominique decidió arriesgarse a un aterrizaje en el aeropuerto.

Algo había ayudado la aseveración de Sutton. No tenemos ni para una grúa. Ni para una rueda, si se pincha, pero no os preocupéis, amigos. Seguro que un alma caritativa accederá a esponsorizar nuestro viaje... Fue en ese momento cuando se dio la orden de ir al aeropuerto.

No hacía falta consultar las cartas para averiguar dónde estaba Córdoba. Se veía a simple vista por entre dos peñas. Otro asunto era el punto de aproximación. Dominique dio gracias al excelente trabajo de supervisión de Moore, que le había conseguido cartas completas y de calidad. Además, tenía hechos sus deberes, y se conocía las anotaciones al dedillo. Con el viento sur (así lo indicaba el frente nuboso que se aproximaba, y las mangas de viento que ya se divisaban con los prismáticos en la pista) la trayectoria sería fácil, pero el aterrizaje algo más complicado.

La voz tranquila de DeWitt iba narrando paso a paso cada maniobra por los micros de los pilotos. Por detrás se escuchaba a la mucho más nerviosa copiloto Charlene, no solamente por culpa de la inexperiencia, sino porque parecía que el ambiente tenso afectaba al señor Abermale, haciendo que exigiera caprichos absurdos, mimos y Dios sabe qué más a su cansada cuidadora.

El aterrizaje de DeWitt fue de libro. Impecable. Maravilloso. Tanto que los técnicos en pista pusieron cara de desagrado por haber sido movilizados sin aparente motivo. Ahí estaba un cochecito de bomberos bastante cochambroso, con tres hombres nervudos y pequeños echando un cigarrito.

Halperin lo hizo a su estilo desmañado. Siendo bueno, no era tan bueno como De Witt. Eñ segundo avión había dado un par de vueltas a la ciudad. Para cuando descendió, ya llovía. Era una de esas precipitaciones primaverales copiosas pero poco violentas. Nils se apresuró con las capas impermeables. Los pilotos se pusieron en manos de los mozos de pista, pero el aeropuerto era pequeño, y la maniobra tenía poco recorrido. Enseguida estuvieron todos en el hangar, unos firmando los papeles del contrato de alquiler, otros abriendo las tapas del motor problemático, otros mirando a Sutton, con cara de querer una explicación. Y de quererla ya.

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30/08/2014, 01:19
Chester Field

Chester desmontó el teleobjetivo de su cámara como si se tratara de un bebé berreante que al fin se ha quedado dormido; lo envolvió con una suave tela, cubrió las lentes, lo guardó en su estuche y, tras estar seguro de que nada malo le había sucedido a su juguete favorito, se encaró a Sutton.

¡¿Cómo que no hay ni para ruedas!? ¿¡Pero qué narices es eso de buscar espónsors en Córdoba!? Una cosa es andar escasos de fondos, y la otra es habernos quedado en la ruina más absoluta. 

Chester parecía estar acalorándose más de lo normal. Se acercó aún más al pobre Sutton, hasta quedarse prácticamente ante sus narices. 

Viste lo que le pasó al sargento, ¿verdad? Pues no sé yo si necesitamos una grúa, pero lo que si nos va a hacer falta van a ser al menos un par de escopetas decentes... a no ser que estés dispuesto a prestarnos algunas de las tuyas, claro. Eso sí podría ser una buena solución al tema. En momentos de necesidad hay que aprender a compartir lo poco que tenemos, creo yo.

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30/08/2014, 21:54
Dominique Pickwell

Fue estacionar el avion y dar un salto a ver que habia causado el problema del motor. Miles tampoco se habia dormido, a poco chocamos al coger la escalera, parecia que tubieramos una competicion a ver quien quitaba antes los tornillos de la cubierta, cosa que quedo resuelta cuando se me cayo el destornillador al suelo. 

Vamos Miles, a que espera para decirme que ha pasado... en esto que hecho cuentas de la conversacion que parece tener Anthony con el resto del grupo, es cuando al acercarme me entero de los apuros economicos que al parecer sufrimos.

Tranquilicese Señor Field y deje que se explique el señor Sutton sobre lo que acaba de decir de nuestras cuentas. Y por favor que solo sea un malentendido...

 

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30/08/2014, 22:48
(Starkweather-Moore, guía) Gunnar Sorensen

Hombre... armamento hay. Nils y yo tenemos un par de rifles de cerrojo. Y dos revólveres del 45. Gunnar se mostraba apaciguador, aunque preocupado.

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30/08/2014, 22:50
(Starkweather-Moore, científico) Charlene Whitston

Halperin y DeWitt también parecían tener armas. Así lo manifestaron. Otros dos revólveres, también del 45.

Y yo tengo mi 38, y una pequeña escopeta de caza. Decía Marlene comenzando a encararse con Sutton. Quitó el ojo de Abermale por un momento, apretando los labios y sacudiendo la melena con fastidio. A ver esos papeles. ¡Sutton! ¿Esto es un libro de cuentas? ¿Qué aprendiste en el colegio? No. No me lo digas. Tienes un contable a tu servicio. Hojeaba el cartapacio que traía el inglés bajo el brazo. Sobre los rudimentarios pero más o menos ordenados presupuestos hechos por Pickwell y corregidos por Moore con su letra diminuta, había anotaciones en la elegante letra de Sutton. Estaban por todas partes. Había en ellas referencias cruzadas y complejas como telas de araña. En posteriores anotaciones, a veces sin fecha, a veces borrosas o con dibujos de este o aquel nativo o pequeños poemas, estaban reflejadas caóticamente las costas de lo que iba de viaje. Había un retrato medianamente conseguido de la misma Marlene, que se sonrojó, no se sabe si por la ira o por vergüenza.

¡Esto no hay quien lo entienda! ¿Me lo puedes explicar?

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30/08/2014, 23:02
Lord Anthony Montagu-Sutton III

Sutton, sin perder la calma (ahora que no había que lamentar la pérdida de rueda alguna) dijo: bueno, querida Charlene, tu belleza, sin duda me obnubiló la mente aquel día en que... no, no (vulnerable), no leas eso, por favor. Es un soneto horrible. Me sonrojo de haberlo compuesto, no significa nada que esté bajo tu retrato.

 

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30/08/2014, 23:18
(Starkweather-Moore, científico) Charlene Whitston

Esto no hay quien lo entienda, repite sin (al parecer) hacer caso de Sutton. Mira más de cerca el papel poniendo una deliciosa mirada estrábica. Chester, dice desesperada, ¿qué pone aquí?

Notas de juego

Ah, las habilidades que nadie se pone, como contabilidad, conducir... ¿alguien quiere probar suerte?

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01/09/2014, 19:06
Chester Field

Chester agarra los papeles que le pasa Charlene y... ni siquiera sabe por dónde empezar. Aquel galimatías de anotaciones, números y tablas no parece tener ningún sentido.

¿Qué narices es este desbarajuste? Esto no hay quién lo entienda...

Chester estaba a punto de perder los nervios, pero en el fondo no todo eran malas noticias: Nils y Gunnar disponían de armas de fuego, y siempre podía pedirle a la buena de Charlene que le prestara su escopeta si las cosas iban mal dadas.

Con un suspiro de resignación, Chester devolvió los papeles a la carpeta y se los pasó a Sutton.

Anthony, espero que tú sepas de qué va todo esto, porque yo no entiendo ni jota.

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02/09/2014, 21:03
Dominique Pickwell

Dominique vuelva a privar a Sutton de la posesion de la contabilidad, Parece un juego, "quitale los papeles a Sutton"

Solo le basto hechar un vistazo por encima para entender que no entendia nada y hacer de puente para que retornaran a las manos de nuestra querida Charlene. Señorita Whitston, ¿querria usted dedicarle un poco de su tiempo a poner orden en la contabilidad que hasta hoy a llevado el señor Sutton e intentar decirnos como estamos de fondos?, doy por hecho que necesitara de la "traduccion" de Sutton para esta tarea.

A priori esto no modifica nuestros planes por lo que les ruego vuelvan a las tareas habituales que llevamos cuando llegamos a un aeropuerto...

 

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