Partida Rol por web

¿Generadores...? - comenta Peabody en voz baja a Ménez, al oir las palabras de O´Connel, con el tono sorprendido de quien no hubiera oído nunca esa palabra - Iré a echar un vistazo; también tendremos que ocuparnos de nuestro sospechoso...

El hallazgo de Maggie eran los generadores de 300 watios con profundos agujeros provocados por el ácido sulfúrico. Maggie, al intentar mover la caja ella sola, había provocado su caída. La tapa estaba rota, se podían ver los destrozos a simple vista. Agujeros pequeños pero, sin duda, muy profundos y dañinos.

Los marinos que habían estado de guardia, al escuchar la llamada a sus puestos, habían atado como mejor habían podido las cajas para evitar que el movimiento del barco las hiciera desplazarse y se habían ido. Era una chapuza, pero valía por el momento. Para poder ponerse a reparar los generadores (si es que era eso posible) hacía falta colaboración de varios hombres.

- Yo me encargo Maggie, querida. No habrá ningún problema.-Si la guía polar había conseguido que los perros identificaran el olor del ácido era una gran ventaja, al menos para encontrar los estropicios generados por el Jonás. Peabody, por su parte, se dirigió a revisar los generadores. Asintió a sus últimas palabras. Ella iría ver al pinche de cocina para tenerlo vigilado de cerca.

- Yo iré a las cocinas, si alguien quiere acompañarme...pero antes tengo que hablar en privado con Starkweather.

Era comprensible que con tanto jaleo Starkweather no se percatara de la presencia de Menez, tan poca cosa como era. Pero la mujer podía ser tozuda a veces y se quedó a su lado observándole actuar hasta que tuvo ocasión de hablar con él y con Moore.

- Señores hemos de hablar de los resultados de los reconocimientos médicos.

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- En algún lugar del Gabrielle, ya en privado.-

Menez puso al tanto a los jefazos de lo que había encontrado Peabody en el bolsillo de Henning, el pinche de cocina. Sus avispados ojos se clavaron entonces en Starkweather.

- ¿No le dice nada el nombre de Daniel Henning?- La verdad es que le encantaba hurgar en este tipo de asuntos sórdidos. Ya que tenía que hacerlo era bueno disfrutar de ello.-Sería estupendo que nos iluminara un poco al respecto. Cuéntenos todo lo que sepa respecto a esa "desgraciada expedición" al Polo Norte que usted capitaneó. Cualquier detalle puede sernos de utilidad.-La imagen de Starkweather cada vez se le antojaba más la de un hábil charlatán pero mediocre como líder de una expedición. Dejar su vida en sus manos no le hacía gracia pero ya debía conformarse con lo que tenían. No había marcha atrás y quizás de ahí también pudiera salir una buena historia que contar.

- En algún lugar del Gabrielle, ya en privado.-

Ah, Menez. ¿Qué tal? ¿Disfruta del viaje? Por el tono pareciera esto un puto crucero de lujo. Él se encontraba ya satisfecho y desenfadado. La verdad era que si: todo fachada, el señor Starkweather. Menez lo había clavado en su pensamiento. Pero también era bueno apreciar el valor de una buena fachada... y a la hora de la acción había estado en primera línea, reaccionando con rapidez y sin hacer estupideces.

Espero que nos esté dejando bien en sus escritos. Ser amanuense de la Historia (con la mayúscula bien audible) no es tarea baladí, ¿sabe?

La mención de Menez a la expedición al Polo Norte hace sentirse incómodo al explorador. Menez lo descubre por pequeños gestos muy bien disimulados, y porque Starkweather se frota inmediatamente el lóbulo de la oreja, como si le picara: algo que ya Menez tiene bien calado en su entendimiento como parte del vocabulario gestual que usa cuando algo en su subconsciente (ya que es de los que olvidan, cuando interesa hacerlo) le grita que tiene materia de la que arrepentirse.

¿Henning? Pobre muchacho. Uno de nuestros guías. Una nulidad. Una de las cosas que falló en ese desgraciado viaje fue el Factor Humano (de nuevo mayúsculas). Hace falta grandeza de espíritu para... pero no está bien que hablemos mal de los que ya no están entre nosotros. Falleció.

Alexander pudo examinar a placer los generadores, aunque el mareo no dejaba de molestarle. Esa sensación de que el estómago quería viajar a la garganta. Esos sudores fríos, ojos lacrimosos y leve dolor de cabeza, constante...

Los generadores estaban inservibles. Con mucha inventiva, canibalizando ambos, se podía reconstruir un tercer generador. Pero no era aconsejable, ya que dejaba poco margen para la seguridad: más bien pensó que había que desmontarlos e intentar conseguir otros dos de la misma casa y, así, tener disponible una buena provisión de piezas de repuesto.

Poco a poco la tarde fue muriendo.

Maggie se había intentado relajar en un rincón, con los últimos perros sanos del barco que, intuyendo su tristeza, y estando también nerviosos y desconcertados, permanecieron a su lado dejándose abrazar en la semioscuridad ámbar del anochecer.

Hirsch, Pooster y Greene estuvieron en la enfermería (recordemos que era la suite del propietario, reformada para habitación multiusos)

En poco más de un cuarto de hora, Greene y Hirsch estuvieron de acuerdo en las causas del envenenamiento: estricnina.

Señores, vean esto: aumento de la excitabilidad refleja de la médula espinal. Convulsiones que duran entre medio y dos minutos, espasmos con arqueo de cuello y rigidez de las extremidades. Aumento en la intensidad de los reflejos osteotendinosos profundos, rigidez articular... sigue durante un tiempo describiendo los síntomas.

Hirsch también tenía que aportar: La causa de la muerte será por insuficiencia respiratoria y probables daños a los centros respiratorios del sistema nervioso central... debemos dar uso al oxígeno que tenemos para paliar los daños, inducir el vómito y evitar por todos los medios cualquier estímulo que provoque más espasmos.

Greene propuso la administración de algún relajante muscular... no se si será viable un lavado gástrico, pero lo aconsejaría , en vez de inducir el vómito. Calculo unas 24 horas hasta que consigamos que estén fuera de peligro.

Los dos esperaban parecidas intervenciones de Pooster, parecían ignorar que el psicólogo tenía unos fundamentos muy básicos de medicina.

Rápidamente convocaron a la gente del equipo de guías polares y perreros. Snabjorn, Pulaski, Silkes, Fiskarson, O'Connel... las medidas a tomar: primero, un ambiente oscuro y relajado. Prohibido ruidos fuertes (alguien tenía que hablar con el oficial de guardia y con el capitán). Había que sellar en lo posible el habitáculo donde estaban, y administrar oxígeno como se pudiera, con las mascarillas que había, improvisando otras si hacían falta. En ese ambiente oscuro e hiperoxigenado, había que intentar practicar lavados gástricos, tras inyectarles succinilcolina.

No tengo mucha experiencia en veterinaria, pero supongo que el mayor peligro sobrevendrá cuando los tratamientos vayan haciendo efecto, estemos más cansados, y los perros intenten moverse o atacarnos. Deben ustedes preparar nuestro trabajo inmediatamente. En cuanto nos avisen, inyectaremos a todos. Luego procederemos a los lavados gástricos. Les aconsejo que beban ahora, y que tomen café cargado. Hay que mantener vigilados a los animales durante 24 horas ininterrumpidamente. Hay que calcular que con el oxígeno disponible les sea administrado durante todo ese tiempo. Ustedes tendrán que turnarse: no deben respirar en ese ambiente durante más de dos horas.

Pulaski escuchó atentamente... había que intentar salvar la vida de 27 perros.

De acuerdo. O'Connel y Fiskarson, id a por el oxígeno y las mascarillas. Pedid colaboración para ir más rápido. Los demás vayan a sellar la bodega y a procurarnos iluminación adecuada, inmovilizad a los perros con cuidado. Estaré con todos vosotros en cuanto haya hablado con el oficial. Doctores, gracias por todo. Les esperamos cuanto antes en las perreras.

En tanto en la enfermería trabajaban y en las perreras limpiaban, el capitán tomó el mando.

Escuchar que había sido envenenada la comida le decidió a intervenir de manera definitiva, como si un Júpiter cualquiera hubiera descendido de los cielos: con justa ira, contenida pero imparable.

Quedan suspendidos todos los permisos. Quiero una brigada, a las órdenes de Turlow, que comience inmediatamente a sacar muestras de la comida para esta noche y para mañana. Deberán estar seguros de que es comestible en dos horas como máximo. Tras eso, precintarán y pondrán a alguien de guardia, para que no se toque. Harán lo mismo en los tanques de agua. Luego comenzaremos a examinar el resto de los alimentos.

Starkweather, Moore y quien consideren de confianza estarán en cinco minutos en mi camarote. Quingsley, al puente, siga el rumbo establecido.

En la oficina del capitán estaban Starkweather, Moore, Packard, Peabody, Menez y Kleiver. Poco después llegaron Greene y Hirsch. Maggie fue convocada, pero estaba demasiado ocupada con los perros.

El capitán, en su butaca fumaba (para envidia de Kleiver) en una pipa de espuma de mar con lentas y premeditadas bocanadas. Espero que tengan ustedes algo que informarme tras sus pesquisas. De lo contrario instauraré la ley marcial en el barco, y el viaje puede llegar a convertirse en un verdadero infierno.

Starkweather alzó las cejas. Señor Vrendenburgh, mientras el viaje sea rápido, no tendrá queja alguna de mi. Proceda como deba, pese a quien le pese.

Moore, mas calmado, miró al resto de los presentes. Señor, creo que hasta el día de ayer habíamos reducido la lista de sospechosos a unas cinco personas. En realidad, temo que el criminal haya ganado demasiada confianza debido a lo discreto de la investigación: no estoy seguro de si eso debería ser considerado un éxito. Llegar al intento de asesinato es algo que justifica su intervención más vigorosa. Pero no se precipite hasta que conozcamos todo lo que deba ser conocido. Puede que nos ahorremos algunos trabajos y sufrimientos.

Luego de hablar, Moore esperó la intervención de los demás.

Maggie acató las órdenes, pero solo porque coincidían con sus propios deseos. Estaba todavía mareada por el barco, con los nervios a flor de piel por estar sin sus armas y con un asesino en el barco, y acojonada por la posibilidad del veneno. El tema del ácido no ayudaba, y menos cuando aún se estaba recuperando de su propia quemadura, y ahora no podía continuar con sus rastreos, y eliminado el elemento sorpresa de saber que ella y sus perros podían olfatear el ácido tampoco serviría de nada al día siguiente para encontrar al culpable, para entonces se habría desecho del ácido que le quedase. Pero por encima de todo, no podía evitar llorar continuamente por sus animales, aniquilados entre ellos algunos, muertos bajo fuego amigo el otros, gravemente envenenados los demás.

Lo único que le quedaba ya, para no desesperar, era la venganza. E incluso tal y como estaba de desarmada, esta parecía demasiado remota. 

En la cartera de Henning había un muy manoseado recorte de periódico... - dice Alex tomando la palabra. Su aspecto lívido y ojeroso indican que no ha superado del todo el mareo - junto con la foto de un joven que muy bien podría ser su hermano. El apellido Henning aparece en el escrito; el artículo... - se interrumpe, echando una significativa mirada a Starkweather - se titulaba "Muertes en el Polo Norte", y se mencionaba la "desgraciada expedición que capitaneaba James Starkweather. Quizá no sea una prueba, pero nos da un motivo. La linea de actuación más adecuada a partir de ahora, sin embargo, no está muy clara para mi, ya que si optamos por detener a ese hombre, y cesaran los sabotajes, bien podríamos estar equivocados y que el verdadero saboteador, que ha mostrado ser muy hábil, hiciera ver así que Henning es el culpable, esperando a que nos confiemos para dar un golpe más duro que nos pillara por sorpresa.

Se me ocurre que podríamos vigilarle de cerca, sin que lo notara en la medida de los posible, y tratar de cogerle "in fraganti"; habría que confiar en alguien cercano a él, que diera el aviso si nota algo extraño - hace una pausa, como meditando sobre sus propias palabras - Es arriesgado, muy arriesgado en realidad; ni siquiera sé si es posible hacerlo.

Por otra parte, los generadores están inservibles - afirmó sin ninguna duda - Se podría reconstruir un tercer generador canalizando ambos, pero no es aconsejable, ya que dejaríamos escaso margen para la seguridad. Aconsejo en vez de eso desmontarlos e intentar conseguir otros dos de la misma casa y, así, tener disponible una provisión de piezas de repuesto.

Aramiker asentía mientras Peabody hablaba.

- Efectivamente el Sr. Starkweather me ha confirmado en privado la información encontrada por nuestro intrépido ingeniero.- Sonrió a Peabody con complicidad. Si no hubiera sido por él la parafernalia de los reconocimientos médicos no hubiera servido para nada. Se aferraba a un clavo ardiendo.- Me temo Sr. Starkweather que va a tener que contarnos Todo (con mayúscula) lo que pueda recordar sobre esa expedición , sobre Henning, y sobre el juicio que aconteció después.- El explorador era todo un especialista esquivando las preguntas, incluso de una avezada periodista como ella, pero allí, delante de todos iba a costarle más escapar del aprieto. Para ella estaba claro. Henning tenía un motivo real, fuera de supuestas supersticiones extrañas. ¿Quién si no se embarcaría en una arriesgada expedición bajo el mando de quien llevó a su propio padre a una horrible muerte?

¡Ay la venganza!

- Yo por el contrario soy partidaria de interrogar directamente al pinche. Poner una enorme presión sobre él y no dejar de vigilarlo de cerca.- Incluso en su mente se iba formando la idea de utilizar a Starkweather para sacar de quicio al pinche.- Pero no sé qué dirán los expertos en el comportamiento humano...- Cada vez los sabotajes iban siendo más graves. O acababan pronto con esto o no sabía qué podría pasar.

Starkweather no pestañeó ante la presión aplicada por Menez.

¿Qué quiere que le diga que no haya salido en los periódicos? Usted, como profesional, lo sabrá bien. No se puede añadir mucho más: hay tareas cuya grandeza sobrepasa a algunos seres sencillos y apocados. ¿Venganza? Conociendo como conozco la naturaleza humana, no me extrañaría. Se quedó tan pancho con lo que dijo: poseía el tono y la actitud del que tiene absoluta convicción de lo que dice. El factor sorpresa de la primera intervención de Menez era ya historia, y él se había rehecho con admirable rapidez: sereno, razonable, triste ante la injusticia.

Señor Vrendenburgh: uno de sus hombres no es trigo limpio. A partir de este momento no tiene usted excusa. Exijo que inmediátamente se le cargue de cadenas y se le aparte del común de los mortales o le consideraré responsable de lo que pueda pasar. Debemos ser enérgicos, audaces, rápidos.

En mi barco mando yo, y se hará lo que yo diga, señor mío. Vrendemburgh se estaba poniendo rojo. Miró a los hombres de confianza de Moore: vosotros. ¿Son ustedes capaces de garantizar la vigilancia de ese hombre? ¿Lo son? Sepan que la vida de muchos depende de esto.

Moore impidió la réplica airada de Starkweather con un gesto amable: una mano en el hombro. Si bien se notaba que juzgaba con amplitud de miras las limitaciones de su amigo (porque eran amigos), era también palpable que había logrado un dominio sobre él rayano en el mesmerismo: el que solo una eminencia gris puede lograr sobre sus títeres en puestos de gobierno.

Os miró con su acostumbrada frialdad. ¿Se consideran capaces?

Aramiker ya había tratado de hacer memoria, pero la infructuosa expedición al polo norte de Starkweather debía haber coincidido con una mala racha de la reportera. Quizá alguno de los otros recordara algo, y si no, ya tendría tiempo de mandarlo investigar. Starkweather era un ingente suministro de peculiares historias, nunca clarificadas del todo, e investigarlas todas podía ser tan tedioso como atravesar un pantano cenagoso. Pero ahora tenía un dato concreto sobre el que hacerlo, el fallecido Henning, lo que no tenía eran medios ni tiempo. Se limitó a mirar a los demás por si alguno supiera alguna cosa al respecto. Cuando el capitán y Moore les preguntaron si eran capaces de vigilar al sospechoso, Menez dio su opinión.

- No veo por qué no.- Entonces miró a Hirsch y a Pooster y repitió la pregunta que había dejado antes en el aire.- ¿Consideran ustedes que la vigilancia debe ser discreta o bien podríamos presionar al hombre un poco?- Peabody era partidario de una vigilancia sutil y de pillarlo "in fraganti". Menez, por su parte, era más de hacerle explotar cual dinamita. Para ello Starkweather podría utilizarse como la fuente de calor que prendiera la mecha. ¿A quién no le ponía enfermo ese hombre?- De todas formas podría pedirle a Maggie que sus perros metan las narices en la entrepierna del pinche, a ver qué olfatean. Parece que los ha entrenado bien para seguir el rastro vistos los resultados.

Pooster no sabía muy bien cómo era el procedimiento, pero la toma de huellas dactilares era una técnica ya aceptada por los tribunales de muchos países como prueba circunstancial. Intentar conservar los objetos que pudiera haber tocado, intentar conseguir alguna huella, tomar las de Henning y... si el problema es conseguir pruebas, por ahí podría haber alguna esperanza.

Tim observa la conversacion y los gestos de la gente, para decir en un determinado momemnto, cortando la conversacion.

Creo que podemos tener  pruebas de si ha sido o no este hombre, de un modo inocente y facil.

me gustaria poder examinar el frasco de acido que tenemos, asi como cualquier otra pieza que haya podido ser manipulada por nuestro "jonas". Si sacamos una huella clara, tendremos con que cotejar las huellas del sospechoso. Puede invitarle a tomar un vaso de vino o darle con guantes algun utensilio de cocina para que de je su impronta y podamos cotejar.

Pooster ciñe el cejo y comenta.

Con un poco de polvo de  talco o virutas de grafito, podemos ver la huella y comprobarlo, es mejor que acusar o condenar a un inocente, dejando liber a un culpable, no les parece?

Peabody asintió levemente a las palabras de Pooster - Parece una buena idea, sus huellas en una de las pruebas del crimen no dejarían lugar a dudas. Si todo el mundo está de acuerdo, deberíamos hacerlo...

¿Huellas dactilares? No es mala idea. Mira entonces a quienes hasta ahora han intervenido poco. Señor Kleiver, señor Hirsch, están ustedes muy callados. ¿Qué piensan de todo esto? ¡Venga! Por lo que tengo entendido ahora el joven Henning está demasiado ocupado en cocina como para causar más problemas. Es el momento de aportar ideas.