Partida Rol por web

Hopewell tiene cara de fastidio. No parece haber descansado mucho, a pesar de su posición horizontal. Está completamente tapado con mantas.

Gruñe algo ininteligible, puede que no muy bondadoso, seguramente dirigido a todo el mundo en general.

La cara de frustración, o lo que se veía de ella, de Nandan iba en aumento. Se quedó un rato mirando la puerta cerrada y luego encogiéndose de hombros se giró para ver dónde estaban el resto. Iba a ir con Sutton hasta que observó como Pulaski le hizo la típica maniobra de emplear su desidia para transformarla en trabajo. Starkweather Junior no tenía demasiada gana de ponerse a hacer ninguna tarea, y aunque había grupúsculos de gente que conversaban entre sí prefirió mantenerse un poco aislado. Si no hiciera tanto frío seguramente se habría puesto a dibujar, pero con la ventisca y aquellas manoplas era imposible.

Así que caminó con paso aburrido hasta el Northrop Delta y el DelaCierva y trató de echar un vistazo a su interior. ¡Cómo le gustaría meterse dentro y volar aquellos aparatos! Si un barco era una fascinante obra de ingeniería, potencia y libertad para el ser humano, los aviones eran un puro milagro. Los de Lexingnton habían tenido suerte de que no se dañaran en el incendio.

Tim tras las presentaciones comenta al medico que esta acostumbrado a tratar a pacientes de esta indole y que ese mal tambien habia azotado a su expedicion.

Si ambos, colegas, me lo permiten, me gustaria tratar de conversar con este hombre, dejenme unos minutos.

tras ello se acerca al exposado hombre, observando sus movimientos durante unos minutos, escudriñandolo.

hola señor Hopewell. Yo le creo, se que estan aqui y puede confiar en mi. Digame, donde cree que se esconden? Seguro que me puede ayudar, donde los vio por primera vez? Aqui nadie quiere hacerle daño, no todos han podido comprenderlo, aqui tiene mi mano, amigo, solo quiero ayudarle.se que lo que ha hecho solo ha sido por proteger a sus camaradas. Puede contarmelo.

Chester no pierde oportunidad de enterarse de los rumores que corren por el campamento. Parece que algunos de sus miembros han sido atacados (o creían ser atacados) por unas criaturas a las que había que quemar. Hm... ¿podrían ser dragones? Nah, sería demasiada casualidad. ¿O no?

El ambiente general de la Expedición Lexington es mucho más tenso de lo que él habría esperado. No parece que la ayuda sea muy bien recibida. Entonces, ¿por qué la han pedido? Esto no hay quien lo entienda.

Y dime, Albert, tanta tensión, ¿es normal? Porque la verdad, hemos venido a intentar echar una mano, pero parece que somos más una molestia que otra cosa. Anda que... no hay suficientes cosas que intentan matarnos en este maldito lugar, que ahora nos buscamos enemigos extra, je je.

Mientras va hablando, Chester trata de seguir con la vista la dirección de lo que filma Albert. A ver qué es lo que le parece más interesante. Cuando su lente capta al grupo de gente que entra en el hospital, Chester cree que podría sacar algo interesante del tema.

Bueno Albert - concluye dándole la mano - espero que nos iremos viendo por aquí, y en circunstancias menos calamitosas. O más calidas, si puede ser, je je. Voy a ver si puedo echar una mano en algún otro sitio, que tú y tu cámara no parecéis necesitarme. ¡Salud!

Tras esto, Chester se dirige hacia la tienda hospital con la intención de unirse al resto de personas que van a hablar con los trastornados.

Maggie se acerca a Chester y lo lleva a un aparte.

- Ven, quiero que fotografíes lo que he encontrado. 

Y le muestra al fotógrafo las huellas que ha encontrado y que vienen de ¿van hacia? la llanuera.

Indignada. Así se sintió Menez ante la reacción de los dos hombres que rechazaban la ayuda que sus propios compañeros habían solicitado de manera urgente.

- No sé quién se creen ustedes que son...- Comenzó a decir airada cuando percibió que empezaban a retirarse hacia los aviones.-...estamos aquí porque solicitaron nuestra ayuda.- Añadió con un tono más conciliador tras escuchar a Peabody. A medida que ellos retrocedían Aramiker avanzaba la misma distancia.- ¿Qué diablos están haciendo? La Señorita Lexintong nos ha dicho que debemos reparar la radio lo antes posible para restablecer las comunicaciones.- Dijo como si ella fuera más que una radioaficionada y tuviera los vastos conocimientos de Peabody sobre electrónica. Le parecía una actitud realmente sospechosa la de esos dos. Más parecían matones que expedicionarios preocupados por el bienestar del campamento.

Ciertamente Sutton nunca había formado parte de los pequeños exploradores, así que no tenía ni idea de como montar una tienda, y mucho menos si tenía que hacerlo en un terreno ártico. Sin embargo como parecía que Pulanski solo lo requería para preparar el terreno no mostró queja alguna.

Se puso ha hacer la tarea como buenamente pudo, no por que estuviese especialmente animado (de hecho era todo lo contrario), si no por que no le quedaba mas remedio si no quería dormir a la intemperie. Algo que ya había experimentado en gran medida y que prefería no volver a sufrir.

Así pues trabajó como un becerro, sin pensar en nada mas que cumplir aquel ingrato cometido. Todo con tal de no tener que elucubrar sobre la penosa experiencia que estaba suponiendo aquella expedición.

Ante la insistencia de Menez, a Alex no le queda otro remedio que esperar a su lado a ver qué ocurre. Aunque gustosamente la hubiera arrastrado lejos de esa situación, se queda expectante a su lado. Eso sí, con una evidente expresión corporal protectora que quiere transmitir lo caro que les saldría a sus dos interlocutores cualquier manifestación agresiva hacia la intrépida periodista.

Ehem. Disculpe, doctor Pooster, pero creo que se ha confundido de paciente. Señaló a Dinsdale, el que de los locos estaba despierto. El señor Hopewell tiene un caso agudo de fastidio, pero lo veo completamente natural, dadas sus circunstancias.

Otra cosa que parecía ciertamente curiosa era la mirada de agradecimiento que Hirsch parecía haberte lanzado cuando te decidiste a tomar las riendas de la situación. Contrariamente a lo que pensabas, parecía que no tenía ninguna gana de tratar a los enfermos mentales. Hasta habían aparecido gotitas de sudor en su frente.

Proceda, por favor, señor Pooster.
 

Dinsdale parece deseoso de conversar con cualquiera. Se le ve arrepentido y gustoso de explicar lo que pasó. Es un tipo con una gran mata de cabello rojo y muchas pecas. Tiene ojos verdes, alto, delgado y huesudo. El típico al que en el colegio todo el mundo llamaría Zanahoria.

Arañas. Todo estaba lleno de arañas. Odio las arañas. Me desperté temprano convencido de que las arañas habían invadido el campamento. ¡Y yo odio las arañas! Es lo que más odio en este mundo: las arañas. Acepté hacer este viaje porque se suponía que en la Antártida no había arañas.

Lo primero que pensé fue que había que quemar a aquellos bichos. En ningún momento se me ocurrió que fuera una idea poco sensata; sencillamente tomé el material necesario y me puse manos a la obra. En aquel momento estaba, además, convencido de que los hombres que intentaban impedírmelo estaban conchavados con las malvadas arañas y que también había que pararles los pies. Y la cosa es que... no sé en qué estaría pensando. Pero lo cierto es que las vi: cientos de arañas subiendo por todas partes.

La voz de Dinsdale baja hasta un susurro. Duda.

Estoy desesperado intentando explicar algo que ni siquiera yo entiendo muy bien, doctor. Yo veía a las arañas, aunque ahora han desaparecido. Yo no tenía intención de hacer daño a nadie. Bueno, si, quería matar todas las arañas.

Tras un rato de conversación más (y de muchas arañas) te parece un caso claro de alucinación. Locura de la nieve, probablemente, aunque agravada por una fobia ya existente. De todas maneras en la literatura sobre el tema no recuerdas haber leído sobre casos tan drásticos de locura tras pasar tan pocos días en entornos hostiles. De hecho suelen pasar muchos meses y hasta años, mucha soledad. Lo extraño no es el caso en si, sino que se ha presentado con una agudeza fuera de lo común.

Cuando comentas el caso con Curtis y con Hirsch, Curtis asiente afable. Hirsch guarda silencio.

Ha habido bastante tensión durante la travesía. Comida perdida, pequeños incendios a bordo, tiendas destrozadas, motores estropeados. Creemos que ha habido un saboteador, aunque muchos pensamos que se ha quedado a bordo del Talahasee, porque una vez desembarcados no se ha vuelto a repetir un sabotaje. Pero la desconfianza que ha sembrado entre los hombres se ha visto agravada porque muchos piensan que es su propio jefe, James Starkweather, el que ha pagado al saboteador. No se muy bien si eso es tensión suficiente como para haber provocado estos dos casos, y los dos a la vez, pero podría ser el camino a seguir. Curtis calla, esperando tu dictamen.

Justo cuando vas a entrar en la tienda hospital ves por el rabillo del ojo que Maggie, desde un lugar discreto, te está haciendo señas. Te lleva a un lugar donde no ves absolutamente nada de lo que te dice. Jurarías que esas leves depresiones que señala son eso: depresiones corrientes y molientes, pero, por supuesto, sabes que es una experta rastreadora.

Peabody y Menez están encarando a los dos tipos. El rubio (por el borde de la capucha escapa un mechón rebelde) adopta un aire de suma paciencia pronta a acabarse.

Mire, señora, la jefa... en ese momento parece escrutar a sus interlocutores. Menez y Peabody acaban de ver cómo Nandan se desliza por la espalda de los que vigilan el avión y a los que ellos están (al parecer) "distrayendo", o al menos eso es lo que piensan tras seguir la mirada de Menez, volverse y ver a Nandan intentando colarse en el Northrop Delta. Dos rápidos pasos y ya lo tiene agarrado de la capucha. ¿Dónde te crees que vas, chaval? Se vuelve de nuevo, furioso, hacia Peabody y Menez. ¿Qué creen que están haciendo?

Está claro, Charles. No les está siendo fácil humillar a la señorita Lexington tras venir a prestarnos "ayuda" caballerosamente, después de haber pagado a un saboteador y entonces envían a ese sucio arrapiezo para que haga un poco de las suyas con nuestros aviones.

Kyle asiente comprensivo cuando Dominique habla de las dificultades con sus compañeros, que están ahora mismo siendo evidentes. Todos miran la escena cerca de los aviones, donde Nandan está siendo retenido y Menez y Peabody se han quedado de piedra ante la situación, incluso vuestros guías, Olav y Gregor junto con Sutton, que estaban a lo suyo instalando vuestras tiendas.

Algunos de los hombres piensan que las dificultades que hemos tenido durante todo el camino las ha provocado Starkweather. El pique que tienen él y la jefa, ya saben. La carrera a ver quién llega antes. Es natural que desconfíen. Sobre todo si vuestro chico no sabe comportarse.

Coloca un flash muy bajo, generará volumen para percibir esta cosa, creo que sí es una pisada aunque tiene ya unos días, pero puede ser importante... Si nadie del campamento fue hacia esa llanura, significa que algo de esa llanura vino al campamento, algo que pudo provocar la locura de los que se liaron a tiros.

Albert Prestley, que no ha parado de seguir a Nandan con su cámara, intuyendo sin duda imágenes interesantes, está ahora grabando la escena que se desarrolla frente a los aeroplanos. Sonríe, perdido en los arcanos de su oficio, convertido en un ojo. Cuando se ha dado la vuelta para seguir su plano todo el mundo ha podido ver que tiene un brazo en cabestrillo, aparatosamente vendado (han descosido las mangas de la parka y las han vuelto a juntar alrededor) y aun así maneja con soltura una cámara a la que hay que hacer funcionar accionando una manivela. Con el campamento sin luz es normal.

¡Vuelta al cine mudo! Dice para si mientras no pierde ripio de lo que pasa. Es evidente que sin luz, Chip (el ingeniero de sonido) tiene poco que hacer aquí. Será por eso que está libre y ocioso, contemplando también todo.

Mientras tomo nota de los comentarios de Kyle me llega el alboroto que se esta formando a mi espalda en los aviones. Al momento me giro y observo como Nandan es el centro de atencion. Un momento Kyle, ahora vengo, salgo disparado hacia Nandan que es retenido de la capucha por un tipo nada amable que lo esta zarandeando.

Nada mas llegar cojo a Nandan del brazo y me pongo en medio entre ellos haciendo que el tipo suelte la presa, en medio de la sorpresa que se lleva este, comento, Esto es cosa mia, disculpe, y le suelto una colleja a Nandan de forma que sea mas sonora que efectiva, entre los guantes y la capucha poco daño le puedo hacer, Mientras lo medio arrastro hacia donde esta Sutton.