Partida Rol por web

Rojo de ira, Moore bajó del ala (el avión ya vibraba, los motores comenzaban a acelerar) y se encaró con Pickwell. ¡¿Pero qué dice?! gritó ¿Está loco o qué? Le agarró por las solapas. Necesitamos a todos los aviadores en el avión, para perseguir a esos seres y acabar con ellos. ¡Idiota!

El otrora pacífico profesor respiraba afanosamente. En un tono más moderado dijo: entre ahí dentro ya. En un momento de inspiración, alguna neurona que no estaba cegada por la ira debió susurrar algo en sus sinapsis cerebrales. Además, jadeó, si desean contactar con Lexington no hay nada más rápido que el avión. ¡Arreando! ¿Han metido dentro la dinamita?

LE HE DADO, LE HE DADO!!- gritó Charlene con un entusiasmo sospechosamente rayano en la histeria, obviamente sin ningún fundamento lógico, ya que los seres y su presa estaban tan lejos que era de todo punto imposible determinar si el disparo había tenido éxito o no - Caerá... - manifestó, ya en voz mucho más baja y sin énfasis alguno. Era evidente que no estaba en un momento anímico muy estable, incluso tratándose de su volátil carácter.

24-6=18, 21-6=15, 8-6=2

18+15+2= 35 Kaputt.

Tras el último disparo de Chester el ser de la derecha derivaba, sin duda alcanzado en algún órgano vital. Cuando ya estaban fuera de alcance, se le vio caer aparatosamente. Su compañero trinó con un sonido desgarrador y tan agudo que casi quedaba fuera de la gama auditiva que erais capaces de percibir. Siguió sujetando, empero, el bulto que llevaba, aunque con alguna dificultad y, a una buena velocidad, siguió su trayectoria.

El disparo de Charlene no pareció afectar al Antiguo que quedaba: puede que por distancia, puede que por ser demasiado débil la munición. Ciertamente la escopeta de galga no era de mucho calibre.

Una vez el sonido de los disparos se hubo apagado, percibisteis otro rumor que antes quedaba oculto: el ronroneo inconfundible de motores potentes en el cielo.

Posster veia como se alejaban las figuras, sufriendo intensamente. Recargo y solto un disparo tan precipitado como pco certero. Maldita sea!! Se va a ir!!

Me bajo del avión tranquila, pero rápidamente, cojo una caja de dinamita y vuelvo al avión. 

¿para qué quiere esto, William? 

Pregunto al pasar y dejar la caja a un lado. Ato la caja para estibarla, pero procurando que resulte fácil de abrir para cualquiera. Una vez terminada de asegurar me vuelvo a mi asiento y comento de pasada:

Bueno, ya sabemos que son feos pero vulnerables así que lo único que necesitamos es buena puntería y un poco de ayuda del señor. Por cierto, magnífico disparo  señorita Whitston. 

Miro por la puerta a ver si diviso el posible avión, ¿qué otra cosa podía ser?

Han notado eso? Parece que Starkweather ha conseguido contactar con los alemanes. 

Idiota...,  que soy idiota, pero ha perdido el juicio, o es usted tan incompentente como su amo. No me lo puedo creer.

A ver "lumbreras", te llevas los tres pilotos en un avion de siete plazas, te quedan cuatro asientos libres, hemos perdido a tres personas, por lo que dejas en tierra abandonados a su suerte a cuatro de nosotros, pretendes que me suba al avion cuando sabes que no puedo pilotar y dejas sin ninguna posibilidad de supervivencia ni aun encontrando a los de la Lexington al resto.

Todo esto por un afan de venganza que nadie se explica. Corra, subase al avion que su "premio" se le escapa.

Yo desde luego no le voy a seguir, los que nos quedemos aqui intentaremos unirnos a la otra expedicion y salir de este lio.

Me planto firme esperando a ver cuales son los elegidos de los desechables, y por supuesto con mis manos acariciando mis pistolas, nunca se sabe con semejante energumeno dirigiendo el destino de todos...

Menez asintió cuando Sutton felicitó a Charlene.

- Sabe pilotar, dispara como una experta cazadora y Rompehuevos no quería que viniese. ¡JA!- La periodista se preguntaba, si es que el bulto que había caído era que que portaba a Starkweather Senior, qué pensaría ahora del "sexo débil". Sin embargo le atormentaba la idea de que el otro  bulto que se alejaba ya en el aire se llevara al joven Nandan. Para eso tenían que saber quién había caído.

- ¿No deberíamos ir a ver qué ha pasado con el que ha caído?- Inquirió la periodista. También se había fijado en el ruido de los aviones a los que Sutton hacía referencia.- Los alemanes posiblemente estén siguiendo al que ha escapado. Nosotros, o al menos algunos de nosotros, podríamos ir a pro el que ha caído.- Tampoco es que le gustara demasiado la idea de separarse.

Menez asintió cuando Sutton felicitó a Charlene.

- Sabe pilotar, dispara como una experta cazadora y Rompehuevos no quería que viniese. ¡JA!- La periodista se preguntaba, si es que el bulto que había caído era que que portaba a Starkweather Senior, qué pensaría ahora del "sexo débil". Sin embargo le atormentaba la idea de que el otro  bulto que se alejaba ya en el aire se llevara al joven Nandan. Para eso tenían que saber quién había caído.

- ¿No deberíamos ir a ver qué ha pasado con el que ha caído?- Inquirió la periodista. También se había fijado en el ruido de los aviones a los que Sutton hacía referencia.- Los alemanes posiblemente estén siguiendo al que ha escapado. Nosotros, o al menos algunos de nosotros, podríamos ir a pro el que ha caído.- Tampoco es que le gustara demasiado la idea de separarse.

Van los tres pilotos porque solamente tenemos un avión, Pickwell, ¿qué otro avión van a pilotar? ¿Y si alguno muere, cómo regresarán? ¿Acaso no sabe usted nada de mecánica? ¿De navegación? Para eso no le hace falta tener buen pulso, puede hacerlo, o dirigir a alguien. Bah, déjelo. Haga lo que quiera. Miles, Larry, ¿Quién de ustedes puede ir? Deben acabar con los Antiguos. Son una amenaza para la humanidad, más todavía que sus sirvientes, que deben tener muy poco cerebro. Se les van a escapar, muévanse. Empujaba a la gente hacia el avión, que Halperin ya tenía en marcha. A puros empujones, Charlene acabó en la silla del copiloto.

En el cielo, tomando altura y trazando círculos para buscaros, seguramente, apareció, lejano, el Belle. Tan lejano estaba que os pareció que ni a Nandan ni a su padre les podría haber dado tiempo a ir a pie hasta donde estaban en el tiempo que había transcurrido desde que partieran. Uno de los dos debía estar perdido todavía entre las ruinas, si no malherido, otro era prisionero de los Antiguos.

La radio sonó con fuerza desacostumbrada en esos parajes. En el viaje de ida los mensajes entre los aviones habían sido muy problemáticos. Ahora, en esta nueva atmósfera llena de quietud, la voz de Acacia Lexington sonó alta y clara, tanto que os produjo un sobresalto.

Aquí el Belle, al habla Lexington. Hemos visto las bengalas y el humo. ¿Se encuentran bien? Hay un... objeto volador no identificado alejándose de su posición. ¿Qué es eso? ¿Necesitan ayuda?

A los mandos de la radio se encontraba Charlene.

¡Oh, vamos!

El corazoncito de Chester había sido herido en su orgullo. Había agarrado un fusil después de años de no usarlo, había pegado dos tiros soberbios, dignos de un tirador olímpico como poco, y nadie le felicitaba ni nada. En cambio, Charlene acertaba uno y todo eran alabanzas. 

Chester hizo saltar el cartucho vacío de su fusil y, aún refunfuñando - soy tan bueno con el fusil como con la cámara, pero ¿alguien se da cuenta? Nooo, claro, todo el mundo está demasiado ocupado aplaudiendo a Charlene, claro, porque lo mío no tiene mérito, qué va - se subió al avión, listo para seguir derramando una lluvia de plomo sobre aquellos bichos. 

En cualquier caso, saber que aquellos bichos podían ser derrotados con medios tan mundanos como un fusil de grueso calibre le sentó bien a su cerebro. Al fin y al cabo no eran invencibles; tenían una posibilidad de salir vivos de todo aquello. Era una posibilidad pequeña, pero algo era algo.

De repente, Chester saltó de su asiento con una maldición, dio unas vueltas alrededor del avión - estoy seguro de que estaba por aquí - cogió una maleta de gruesa piel y volvió a subir al avión. Con una sonrisa, se ató el cinturón de seguridad y se preparó para partir.

Ahora ya sí; todo en su sitio.

A punto había estado de olvidarse de su equipo fotográfico. Y estaba seguro de que más pronto que tarde iban a dar con algo digno de sus carretes.

Diganle a Acacia si puede aterrizar y recoger a los que estamos aqui

- A ver cómo se lo explica, jeje, eso no me lo pierdo.- Dijo Menez esperando que el piloto o copiloto, Charlene, respondieran a la Lexistong. Explicar que una pareja de carambolos se habían llevado a Starkweather junior y Senior, que habían abatido a uno de ellos, por lo que un expedicionario andaba perdido por ahí, más luego que Hirsch estaba desaparecido, posiblemente macerado en los jugos estomacales de una criatura tan primitiva como peligrosa, era algo difícil de explicar por radio. Si a eso le unían que la mujer, habiendo sido pareja de Rompehuevos ya no le extrañaba nada, había llevado consigo al saboteador y que había ayudado a los alemanes, culpables de todo, pues uno podía no saber qué contestar.

Eran vulnerables. Realmente, eran vulnerables. Charlene se tomó su tiempo para dejar que esta idea, tan distinta de todas las realidades que había imaginado hasta ahora, penetrara en su mente. Aquello pareció infundirle nuevos ánimos, y desde su asiento no elegido al lado del piloto, cogio con sumo cuidado el tosco micrófono que, unido por un cable a la emisora, le permitiría responder al mensaje. Sus gestos parsimoniosos invitaban a pensar que se estaba tomando su tiempo, pensando en qué decir.

Belle, Belle, ¿Me recibe? - respondió por fin, esperando a que la estática le devolviera alguna confirmación para continuar - Charlene Whitston, Expedición Starkweather. Acacia, si puede oirme, escuche con atención - nueva pausa, los mensajes debían ser cortos para repetir lo menos posible en caso de problemas de recepción - Ese..., objeto volador se lleva a uno de nuestros miembros - deja un espacio - Es imperativo detenerlo, repito, imperativo. ¿Está a su alcance, Acacia?. ¿Pueden interceptarlo...?. Hemos perdido a dos más, en total tres desaparecidos. Necesitamos ayuda, Belle...

Dejó que llegara la respuesta. La tensión de su rostro traslucía bien a las claras que no esperaba ningún milagro salvador.  Se permitió una mirada cargada de odio hacia Moore, que se había acercado para escuchar mejor la comunicación.

Síganles hacia su guarida y acaben con ellos si pueden, dijo Moore a los que estaban en el avión. Charlene, intente que Lexington ayude. Ya es hora, despeguen. Moore salió del avión para que cerraran la puerta, tras abrir paso a Miles con su macuto, que había decidido aceptar la plaza para no separarse de su criatura y se dirigía a su asiento dentro del Boeing. Ya en el exterior, Moore se encaró de nuevo con Dominique, furioso pero algo más contenido. Pickwell, no hay tiempo para tomar pasajeros. No lo entiende, ¿verdad? No se preocupe. Los que nos quedamos aquí iremos a ayudar a quien no hayan conseguido raptar, sea James o Nandan. Puede que esté herido. Tras eso, iremos a donde ha caído el ser y le daremos caza, si es que sigue vivo. De lo contrario, veremos qué podemos aprender de él. Vaya haciendo acopio de armamento, reúnan equipo para la travesía.

No había problemas con la recepción. Llegaba alta y clara.

Negativo. Esto no es un caza. No podemos interceptar eso. Podemos seguirles. ¿Cuál es el plan? Por aquí dicen... se escucharon ruidos de alguien hablando en segundo plano que no se podían entender bien. Se hizo un largo silencio solo roto por el jadeo de Lexington. Eso... la voz le salió pon fin, sonaba alterada... eso: ¿es lo que me están diciendo? El doctor Meyer está mirando con los prismáticos y... díganme que no estoy soñando.