Partida Rol por web

Moore, antes de irse definitivamente del campamento, se había asegurado de que los diversos aparatos que habían traído estuvieran instalados y funcionando. Los globos aerostáticos para medir parámetros meteorológicos a diversas alturas, el contador geiger (que señalaba un nivel de radiación algo más alto de lo que solía ser considerado radiación residual, sin ser preocupante), el medidor de rayos cósmicos, el espectrógrafo... Se aseguró de que se probara la radio de vez en cuando, para saber si seguía fallando. Instruyó a los que se quedaban para hacer lecturas de forma regular.

Luego, se aseguró de que él mismo llevaba los útiles propios de un geólogo e, imperativo, hizo que cada uno de los que iban a seguir a James (parecía no haber otra manera de asegurarse de que no acabara en algún agujero con el joven Nandan, que estaba empeñado en seguirle) llevaran un saco vacío extra.

Eran ya más de las dos de la tarde. Las calles de la ciudad parecían muy sombrías a esta hora, ya que el sol continuaba a baja altura sobre el noroeste, todavía con un hermoso halo alrededor, pero conforme fue avanzando la tarde, el sol fue cambiando de posición, y su reflejo sobre las Miskatonic alumbró la masa de ancianas rocas de manera inquietante, con una luminosidad de color melocoton oscuro.

Amigos, dijo ya cuando comenzábais a caminar hacia el montón de cascotes que una vez había sido una torre. ¿Reconocen este lugar? Creo que yo si, por eso lo escogí para aterrizar. Creo que esta plaza bien podría ser la que menciona Dyer en su relato: la que utilizaron él y Danforth para salir de la ciudad. Ese montón de escombros con el foso y la rampa debió ser el que usaron para salir del inframundo. Si es así, quizá queden pistas de su paso, y también significa que el lugar en el que se encontraron con el monstruo, el túnel que desciende hasta el mar subterráneo, no queda lejos. Sean prudentes y si encuentran indicios de alguien más aparte de nosotros mismos, avisen.

Revisando tu equipo encontraste ese "pedazo de talco", aquella estrella de mar hecha con esteatita y cubierta completamente de complejos diseños de puntos, souvenir de la cueva del tesoro, y recuerdo agradable de aquel dichoso cigarro que te fumaste con Prestley. Curioso. No había estado en contacto contigo en absoluto, estaba en el fondo de tu mochila, pero estaba algo caliente.

Subir por las montoneras de piedras ciclópeas, cascotes, graveras y demás restos de la antigua torre llevó menos de lo que parecería, ya que Starkweather y Nandan habían hecho antes algo de camino, y guiaron a todo el mundo.

El agujero que quedaba de lo que había sido la torre era muy muy ancho.

El montón de cascotes tan ancho como la plaza misma tendría unos siete metros de alto. En el norte y oeste de la plaza, al borde, se levantaban sobre el hielo grandes montones de piedras rotas, sólidos muros combados hacia dentro y refugios que se alzaban entre treinta y cinco y cuarenta metros hacia el cielo. Las edificaciones en el resto del perímetro eran más bajas o estaban mucho más deterioradas. Pero en el centro se hallaba el borde del enorme agujero, de unos sesenta y cinco metros de diámetro y veinte de profundidad hasta llegar al hielo, que dejaba transparentarse una profundidad aún mayor: la torre había sido profunda, además de alta. Las paredes del interior eran pisos hechos de columnas y arcos de medio punto en una sucesión constante, de modo que la mayoría de lo que se veía era vano. Tras las arcadas había, en los pisos superiores, cascotes contenidos por las columnas, y en los inferiores, algunos muros cubiertos de grabados y numerosos huecos oscuros que conducían quién sabe dónde. Del borde del enorme agujero partía, casi cubierta de escombros, una rampa en espiral que bajaba por todo el interior hacia el fondo cegado por el hielo. Cada superficie pétrea, columnas, arcos, paredes, techos, estaba cubierta de hueco grabados, inscripciones de puntos, esculturas de motivos geométricos o naturales.

Todas las superficies de la parte superior estaban muy deterioradas, pero conforme bajabais por la rampa (el inicio fue bastante complicado, por culpa de los escombros, pero luego fue más fácil) pudisteis comprobar que los grabados se conservaban mucho mejor. Eran de una brillantez artística maravillosa. El motivo recurrente eran escenas de la plaza tal y como fue en varias ocasiones, según la torre central "crecía": un gran espacio abierto con una empinada torre rematada en punta en el centro, alamedas, árboles frondosos situados a lo largo de setos  de formas exóticas y praderas, con serpenteantes hileras de pirámides y torres más pequeñas en la distancia. Otras versiones de la plaza mostraban una superficie plana, de piedra, completamente llena de dibujos formados con diversos tipos de baldosas. En algunas versiones había escenas que mostraban a los moradores. En muchas, multitudes de seres con cabeza de estrella se situaban formando también dibujos sobre los dibujos que formaban setos o piedras, algunos sobre el suelo, otros en posición estacionaria sobre el aire, o trazando trayectorias complejas. La torre era más pequeña en las imágenes conforme se bajaba, y los detalles arquitectónicos de los alrededores cambiaban. Las perspectivas eran extrañas, cubistas. Formaban, en las imágenes más pequeñas, medallones, pequeños detalles, un solo punto de fuga, pero en las imágenes más grandes la representación tenía múltiples perspectivas representadas en un solo plano, de manera que la plaza apenas era reconocible.

Las plantas y animales representados dieron a Charlene la primera pista sobre la posible antigüedad de la construcción: entre cincuenta y setenta millones de años.

En diversos lugares la piedra parecía horadada por agujeros que tenían una curiosa cualidad orgánica. Parecía que había habido algún tipo de instalación que antes ocupaba esos huecos, pero había desaparecido con el tiempo.

Muchos otros grabados parecían temas incomprensibles, geométricos, abstrusos. La torre y la plaza, representadas en diversas fases de su historia, mostraban sucesos que no eran fácilmente identificables. Por otra parte, la información parecía redundante: lo que aparecía en columnas adyacentes resumido, se repetía con más de talle en el muro que tenían detrás, y todo parecía servir de ilustración a las hileras de escritura minuciosa que cuajaban los espacios superior e inferior de la parte principal de cada obra.

Aquí había cosas que aprender. Pero Starkweather se había limitado a mirar si no había algo que se pudiera desprender fácilmente, y luego había seguido adelante con Nandan y su block de notas. Por otro lado, Moore se retrasaba tomando muestras de cada roca encontrada, Sutton comenzaba a examinar los grabados, y a intentar comprenderlos.

Según lo que se deseara hacer, había varias velocidades óptimas. De hecho Nandan y Starkweather estaban a punto de desaparecer por una entrada al fondo del pozo, Moore apenas había bajado y los demás estaban más o menos a lo largo de la rampa, cada uno ocupado en sus cosas.

Parece que Starkweather y su hijo no aprenden, ya daran la vuelta cuando necesiten algo.

Yo no soy un entendido en la materia, pero por sus caras entiendo que aqui hay materia para pasar un par de meses sin necesidad de seguir. De ustedes depende si quieren hacer una investigacion somera y seguir adelante o por el contrario llevar solidas pruebas de un unico lugar.

A partir de aqui me limito a mantenernos con vida y vigilar que no tengamos "invitados".

Ustedes deciden.

Pooster observaba por si algo le resultaba conocido o novedoso. devoraba las paredes como Moore y su paso era tan tedioso como el de cualquier versado en el arte mirando el museo del Louvre.

Analizaba, se daba la vuelta y volvia sobre sus pasos, para mas trade adelantarse y seguir mirando los grabados y las formas geometricas, quiza buscando un sentido, quiza por mera curiosidad.

Azuzaba el paso si se quedaba atras, pero de nuevo, algo le abstraia y se detenia, para volver a acelerar mas tarde, al ver al grupo adelantarse.

Menez se llevó las manos enguantadas a la cabeza ante el comentario de Pickwell. Por su parte Starkweather podía viajar al centro de la tierra si quisiese pero sin llevarse a Nandan con él a una muerte segura.

- ¡Maldita sea! ¿Qué alguien pare a ese hombre, por Dios!- Dulcificó inmediatamente el tono para dirigirse al chuiquillo.- Nandan te necesito aquí para dibujar esto...- Mintió eligiendo a primera vista uno de los grabados que le parecieron más interesantes.-...y para que nos hagas el plano de la zona. Dyer y Danforth se apresuraron porque no iban preparados para lo que aquí se encontraron. No podemos cometer los mismos errores. Venimos mucho más preparados y, aunque es ingente la cantidad de restos que hay aquí y ni en toda nuestra vida podríamos estudiarlos todos, debemos planificar cada paso para que se nos escape lo menos posible.- La periodista se quedó un segundo pensativa para luego proponer su plan de acción.- Creo que hay otro punto importante.- Miró a Moore esperando su aprobación. Intuía que lo que iba a proponer era lo que pretendía Starkweather.- Creo que deberíamos preparar una expedición para seguir los pasos que tomaron Dyer y Danforth. Hasta ahora todo lo que escribieron se ha cumplido, pero si pudiéramos recuperar el cuerpo...- Estaba claro para todos los que hubieran leído el escrito que se refería al cadáver de Gedney. Si lograran hacerse con sus restos sería un gran golpe de efecto, tanto científico, pues reforzaría con más pruebas si cabe los descubrimientos hechos por la expedición Miskatonic, como periodístico. Desmontar la versión oficial en la que la locura de Gedney había acabado con sus compañeros sería todo un notición y, de paso, aliviaría la pena de sus familiares.- ¿Por qué no seguir los pasos de las únicas personas que estuvieron aquí antes?- Estaba de acuerdo con Moore.- Eso puede ahorrarnos tiempo y esfuerzos en tomar decisiones de hacia donde movernos. Como he dicho, es imposible que lo abarquemos todo. ¿No creen?- Tras el parloteo Menez se puso a la obra, estudiando los grabados con extrañas formar y los peculiares orificios en la piedra.

¡Tranquila, señorita Menez! Ya he tomado medidas de este lugar antes. Ahora vamos a explorar por aquí. ¡Vamos, papá!

Sikes había revisado la vestimenta de los dos, y sus equipos, lo que daba al menos un poquito de tranquilidad, aun así parecían demasiado entusiastas.

Nada más entrar en la torre, Chester empezó a tomar fotos. Al ir a cambiar uno de los carretes, se encontró con una pequeña piedrecilla en el macuto que pasó a guardarse en uno de los bolsillos exteriores de su traje.

Una vez tuvo la cámara cargada y a punto, vio cómo Starkweather y Nandan desaparecían tras una esquina del edificio, dirigiéndose hacia véte-tú-a-saber-dónde. 

Separarse no era una buena idea. Lo había dicho por activa y por pasiva. No lo recordaba bien, pero era probable que incluso fuera lo primero que había dicho al grupo.

Maldito zoquete testarudo...

Chester se apresuró para atraparles y tratar de convencer a Starkweather de que no fuera tan rápido y esperara a los demás.

Señor Starkweather, permítame recordarle que estamos en un sitio medio derruido; me da la impresión de que en cualquier momento podría haber un desprendimiento, y si nos coge por separado nuestras probabilidades de sobrevivir se irán a la mierda, y perdone mi lenguaje. Por favor, no corran tanto. Esta torre lleva aquí miles de años - o más, dicen los expertos - y estoy seguro de que mañana seguirá aquí. 

Después, se acerca a Starkweather y trata de hablarle en un tono más personal y discreto.

Y si no lo hace por usted, hágalo por Nandan; recuerde lo que pasó la última vez que se fueron por su cuenta. La congelación puede tener efectos muy perjudiciales, y no debería arriesgarse de nuevo a tener un accidente. Quizás esta vez no tengan tanta suerte como la otra.

Starkweather miró a Chester. De su cara poco se podía ver: tapado por capucha, vendas, por la máscara y por unas gafas redondas, de esas a las que se podía añadir un suplemento de lentes ahumadas; pero Chester se imaginó como si lo estuviera viendo cómo se sonrojaba por la emoción al replicar.

Mire, joven, llevo en esto mucho más que usted. Fotografíe lo que le digan los arqueólogos y déjese de pamplinas. Nosotros vamos a cubrir un área lo mayor posible, ustedes sigannos, ¿entendido?

Buena idea, Menez. Dejaron marcado su camino con papeles arrugados. Podemos completar su trabajo. Creo que deberíamos buscar... ¡James! Intentó llamar la atención de Starkweather, que ahora discutía con Field. Renunció, negando con la cabeza. Este hombre es incorregible, temo. No creo que podamos hacer mucho.

¡Tendremos mucho cuidado, Chester!  Fotografía todo lo que puedas y luego yo te lo localizo en el mapa que haga. Nandan admiraba profundamente a su padre. No tenía visos de despegarse de él. Y Miles, que se suponía que iba a acompañarle, había decidido quedarse supervisando la reparación del patín. Al menos no irían solos por ahí.

Chester quedó con un palmo de narices. Starkweather y Nandan desaparecieron por el arco oscurecido por la sombra. Más allá se adivinaban resplandores que sin duda llegaban de zonas donde la costra de hielo dejaba pasar algo de luz verdosa.

Los ruidos producidos en el fondo del pozo despertaban ecos por todo el lugar. Chester, una vez más, tenía la sensación de caminar sobre un estanque muy profundo: bajo el hielo el pozo seguía bajando y bajando, piso tras piso de arcadas, sin que se pudiera divisar el fondo. Chester miraba mucho de lo que miraba a través del objetivo de su cámara, una vez se libraba de tener conversaciones con sus semejantes. Esta vez hizo lo mismo, cuadriculó la zona mentalmente y cubrió metódicamente todo con su cámara fotográfica... hasta que dio con algo interesante.

No era una buena toma lo que acababa de descubrir: de esas había encontrado varias. El nervioso dedo en el disparador ya había hecho saltar el mecanismo, haciendo que el sonido se repitiera con inquietantes reververaciones. Lo que enfocó sorprendido fue un pequeño bulto cubierto de escarcha metido en una grieta entre dos piedras. Era un papel arrugado y encajado ahí. El corazón le palpitó, pero contuvo la emoción, recordando que si dejaba de mirar por el objetivo, perdería la referencia del peinado que estaba haciendo a todo esto. Repasó todo el terreno antes de quitar la cámara de su cara y acercarse a ver sus hallazgos.

El papel estaba justo por donde Nandan y Starkweather habían desaparecido, bajo uno de los pisos de soportales que daban al inicio de la costra de hielo; esa zona, tras un examen algo más profundo, parecía haber sido liberada de escombros y cascotes. Estaba demasiado limpia. A lo largo del corredor donde estaba, bajo los arcos, había también varios amontonamientos de esquirlas de hielo que no parecían naturales. Alrededor, a pesar de que la escarcha y el polvo de hielo habían hecho una gruesa costra, se podía ver de dónde había salido el material para hacer los montones. Más allá había un montículo mucho más alto y de superficie más regular y lisa. En la penumbra bajo los arcos se podían distinguir en ese montículo tan regular pautas, texturas en el hielo picado mucho más fino y prensado con cuidado hasta parecer nieve.

Charlene, Menez, Pooster y Moore, en este tiempo, habían estado tomando notas de algunos dibujos y de los símbolos escritos. Moore deseaba fabricar un abecedario más completo de lo que tenían, sacado de las notas de Dyer. Era perentorio aprender lo más posible del idioma. Había, además, que añadir todas las palabras posibles al vocabulario escueto que ya tenían y, finalmente, interpretar cuantos más textos mejor.

Pickwell y Sutton tuvieron un éxito parcial. Fue con imágenes en principio incomprensibles, demasiado estilizadas. Eran, sin embargo, imágenes que parecían repetirse y que daban la impresión de formar parte de un contexto cultural más amplio que el representado en los murales principales.

El primero de los dos que encontró una pista fue Pickwell: la espiral que tanto se repetía en grabados que se suponían de decoración, marginales, parecía una imagen de la galaxia, de la vía láctea. Pickwell, por su trabajo, sabía algo de astronomía. Una de esas espirales, trazada con más tamaño y detalle mostraba uno de sus brazos magnificados enormemente, y dentro de él, en un medallón, y con maravillosa precisión, se podían ver muchos bichitos que viajaban de un punto a otro. Uno de los puntos, el de llegada, estaba, a su vez, magnificado: representaba, casi con toda seguridad, el Sistema Solar, aunque aparecían diez planetas en lugar de nueve: la estilización incluía los anillos de Saturno y el número casi exacto de lunas que poseían los gigantes gaseosos que orbitaban vuestro sol. Y vuestro planeta no parecía el único mundo que habían visitado los Antiguos, como pudo comprobar Sutton en otro grabado; este estaba en una esquina de un mural que representaba una complicada danza en una versión de la plaza con varios monumentos pétreos de formas extrañas. Estaba mucho más abajo a lo largo de la rampa. Aquí el esquema descubierto por Pickell aparecía modificado, esta vez magnificando el sistema estelar original de los Antiguos, o de aquel de donde venían los que habían construido la ciudad: la misma procesión de puntitos podía observarse en otras direcciones desde el sistema estelar original, que tenía trece planetas, con varios gigantes gaseosos y otros pequeños planetas rocosos como Tierra o Marte, todos descritos por su tamaño relativo y su número de lunas. Parecía representar una oleada migratoria que se había extendido en todas direcciones, hace quién sabe cuántos millones de años.

Tras ese descubrimiento, pronto se pudieron interpretar muchos de los medallones donde ese esquema aparecía tan estilizado que casi era un mero símbolo informe, con un mero valor estético.

Moore, en el momento en el que Sutton y Pickwell susurraban sus descubrimientos, comentó algo sobre gran parte del material de construcción: ¿saben? Muchas de estas rocas no son naturales. Son artificiales. Hormigones muy densos. Necesito muestras, pásenme el martillo de geólogo de mi mochila, el segundo bolsillo de la derecha, abajo.

¿Miles...? - repuso ausente Charlene a las palabras de Field, como hablando consigo misma - Millones sería mucho más exacto. Es inabarcable, es..., solo increible...

Una vorágine de emociones contrapuestas la asaltaba. Estaba extasiada, anonadada, terriblemente asustada y extraordinariamente entusiasmada a la vez. Por su parte, no necesitaba más; lo que contemplaba era más que suficiente para pasarse varias vidas dando eruditas conferencias en las universidades más prestigiosas (y por descontado, las que mejor pagaban). Pensó incoherentemente que empezaría por Suiza, pero esperaría a la primavera, durante el deshielo.

Pareció volver a la realidad por unos instantes, solo para seguir mecánicamente las instrucciones de Moore y alcanzarle su martillo.

Menez se acercó a Chester por la espalda y palmeó su hombro.- Buen trabajo, reportero.- Le dijo con sorna y marcó el bulto de hielo en que se había convertido el papel de Dyer y Danforth para tenerlo localizado.- Ahora sólo tenemos que ir siguiendo el rastro. ¿Cada cuánto iban marcando el camino?- Decía más para sí misma mientras revisaba sus notas. En un principio Dyer fue dejando marcas cada menos tiempo para después ir espaciándolas por miedo a no tener suficiente papel. Los dos intrépidos exploradores se debatieron entre saber volver al avión y poder hacer más dibujos de todo lo que se encontraban. - No es emocionante, Charlene? Si sigue estos trocitos de papel, como en Hansel y Grettel, puede que llegue a ver esos pingüinos albinos con sus propios ojos.- Evitaba pensar en que si eso era cierto puede que también encontraran los horrores que hicieron huir a los exploradores.

- Maldito suertudo.- Maldijo al comprobar que Starkweather había ido por el camino correcto. Ese hombre tenia estrella. Y hablando de estrellas Menez quedó anonadada ante los descubrimientos que hacían Sutton y Pickwell en los grabados.- Extraterrestes. Como había dicho.- Y es que Menez había bromeado con Myer sobre ello pero, ¿cómo imaginarse que finalmente tendría que enfrentarse a sus propias palabras? Se acercó a Pooster y con descaro le dio un reconfortante abrazo. Iban tan embutidos con tanta ropa y eran tan diferentes en forma y tamaño que resultaba cómico. Ella sí que creía en el enorme y extraño hombretón.

Mientras estudiaba los símbolos contenidos en el escrito de Dyer y lso comparaba con los existentes "in situ" sobre los grabados, Moore pidió algo de ayuda. Con cuidado le pasó uno de los tubos de muestras a Moore.- Déjeme ver eso. Quizá fueran capaces de fabricar un material más resistente. Podría explicar las extrañas formaciones que se divisan en el aire.

De los trozos que había extraído Moore, ayudándose de su martillo de geólogo, se podía deducir que la pauta de rotura no era del todo regular. Charlene estuvo investigando también esas extrañas muestras. Formaban parte de la estructura que mantenía en pie el edificio: un entramado de arcos y columnas que se apoyaban en alternancia, las columnas de la fila superior en las claves de los arcos de la inferior, y así sucesivamente. Lo curioso del tema era que no se distinguían ladrillos ni juntas en el entramado, y que las vetas del material eran longitudinales, en el sentido de la pieza de la que habían sido extraídas. Esas piezas, de sección cuadrada, con las esquinas redondeadas, tenían un interior más blando y poroso que la superficie.

Cuando examinas las muestras que ha sacado Moore, y también algunas partes del armazón de la torre (el entramado de arcos y columnas) te das cuenta de que esas pautas de ruptura se parecen a las de las conchas de los caracoles, con sus capas de crecimiento, o de muchos moluscos y de criaturas que tienen en común un exoesqueleto, una concha o, en general, un material muy duro producido por medio de la biología de sus cuerpos. Por tanto, sumando dos y dos, comprendes que toda la estructura ha sido formada mediante un proceso biológico. El hecho de que la estructura sea geométricamente perfecta no te asusta lo más mínimo: las espirales que producen los caracoles, sin ir más lejos, son algo común y corriente. Lo que te deja pasmada es que la torre entera parece formada por un único organismo, dada la continuidad de la estructura.

Quizá más adelante se le han añadido las paredes, parte de los suelos... pero la certeza de que en los murales inferiores la torre representada es más pequeña que en los superiores te hace postular que, literalmente, la costrucción ha ido creciendo. Las oquedades que de vez en cuando habéis visto ahora te sugieren huecos en la cáscara que antes pudieran haber sido ocupados por venas, arterias, nervaduras, pequeños músculos... sistemas biológicos de un enorme organismo.

Chester estaba tan sorprendido como la señora Ménez de haber encontrado aquel papel remetido en la grieta. Irónicamente, seguía manteniendo la esperanza - pese a todas las pruebas que habían encontrado - de que el relato de Dyer no fuera más que las oníricas historias de un trastornado fumador de opio con demasiada imaginación... pero no tendrían tanta suerte. Cada paso que daban parecía confirmar la veracidad de sus notas.

El fotógrafo recordaba perfectamente las anotaciones de Dyer: "Si no fuera por el rastro de papeles, nos habríamos extraviado entre las laberínticas habitaciones". Y el testarudo de Starkweather, que no quería escuchar a nadie, se había largado a todo correr por el pasillo, sin fijarse en papelitos ni nada. Maldición.

Señora Ménez, cuando el grupo decida seguir avanzando, sigan el rastro de papeles que nos dejó Dyer. Yo voy a ver si alcanzo a Starkweather "el Gacela" y logro que, al menos, sigan la misma ruta que nosotros, ¿de acuerdo? Si Dyer no mentía - y no hay razón ni motivo aparente para creer que lo hiciera - podríamos acabar perdidos en los sótanos de esta torre. Quién sabe con qué otros edificios estará conectada, ¿no le parece?

Dicho esto, Chester apresuró el paso y se fue en busca de Starkweather y Nandan, sin dejar de fijarse en los papelitos que pudiera ir encontrando a lo largo de la ruta.

Su idea era simple: dar alcance al Intrépido Capitán y, si no podía demorarle, al menos sí intentaría que siguiera La Ruta de los Papeles, para no terminar una mitad del grupo en un sitio y la otra mitad en otro distinto.

Como la de las Especias, pero en frío, vaya - reflexionó para sí. - Bueno, está bien saber que no has perdido tu estúpido sentido del humor, muchacho. Es una prueba de que al menos aún te queda algo de cordura.

Señor Field, antes de que parta tome esta pintura y haga marcas cada cierto tiempo, para no pederse en el camino de vuelta, no se... escriba numeros pares por ejemplo, nosotros pondremos impares, asi, si nos cruzamos sabremos que direccion tomo el otro grupo. Suerte

No presiento nada bueno de esta aventura, separarse no es buena idea. Sea prudente Chester, y si ve o siente algo raro vuelva enseguida. En grupo tenemos mas posibilidades de sobrevivir.

Y esto me hace pensar de nuevo en lo mas basico con respecto a la seguridad que nos hemos dado...Por cierto, cual es su pareja de infortunio. ya sabe que deben ir juntos a cualquier sitio, solo nunca. Hable con Charlene o convenza a otra persona...

Chester no tenía ninguna intención de perderse en aquel sitio, pero tampoco podía permitir que Starweather y - sobre todo - Nandan se quedaran atrapados allí dentro.

Chester cogió la tiza que le ofrecía Dom y lanzó una mirada inquisitiva hacia Charlene, como queriéndole decir ¿Vienes? pero sin llegar a preguntarlo en voz alta. Claro que con las capas de ropa que llevaban encima, y las gafas protectoras, y todo el equipo, era difícil que ella llegara a saber que la estaba mirando, menos aún lanzándole una pregunta con los ojos.

Bueno, si quiere venir, perfecto, si no...

Gracias, Dom. Intentaré no perderme, pero no puedo dejar solos a esos dos. No han visto los papeles, y quién sabe dónde podrían acabar.

En el vientre de un pingüino gigante albino, por ejemplo.