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Más allá de las montañas de la locura

Indicios

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19/12/2013, 19:34
Guardián de los Arcanos

Para que vayáis poniendo los indicios o pistas...

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20/12/2013, 12:33
Lord Anthony Montagu-Sutton III

HOTEL DOUGLAS 05/09/30

Un hombre desastrado entrega una nota a Sutton, por lo que un hombre le ha pagado 25 centavos para entregarla.

 

Cuando Field le siguió y preguntó sobre el hombre, dijo:

Era un hombre más joven que yo, pálido... pelo rubio, corto, ehh... cara redonda, bien afeitado y vestido de lo más normal. Chaqueta, pantalón normales, quiero decir.

Moore indicó que recibían varias notas para no seguir con la expedición dos o tres cada día pero ésta era más original de lo habitual.

 

 

Notas de juego

FIN DEL EPISODIO 1

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10/03/2014, 12:44
Lord Anthony Montagu-Sutton III

HABITACIÓN DEL DIFUNTO DOUGLAS 06/09/30

- La papelera está volcada. Hay papeles arrugados en forma de pelota encima de la mesa. Hay listas de la compra, recibos de lavandería, facturas de hoteles y notas sueltas. Field encuentra por los suelos una carta inacabada:

- Sutton encuentra, junto al teléfono, una nota escrita en un trozo de papel:

A. Lexington QB-0505

- Una pila de diarios encuadernados. Datan de entre 1920 y 1933. Las entradas son infrecuentes, escuetas, y contienen datos técnicos sobre navegación (millas navegadas, disciplina de la tripulación, reparaciones a bordo... ) Pickwell se da cuenta de que faltan los volúmenes entre septiembre de 1930 y marzo de 1931. Es el periodo en que tuvo lugar la expedición Miskatonic.

 

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10/03/2014, 13:07
Lord Anthony Montagu-Sutton III

07/09/30

Tras la detención de Sutton, Field, Pickwell y MacDonald tras registrar la habitación del Capitán Douglas, Moore habló de otros miembros de la anterior expedición:

  • Cuando bajaba del barco, el joven Danforth no tenía buen aspecto y se lo llevaron a un hospital directamente. Nos dijeron que había sufrido un colapso nervioso. Estuvo en la... eh... institución cerca de un año. Volvió a la facultad, intentó entrar por la fuerza en el departamento de geología durante las horas de examen, pero un guardia lo descubrió y se escapó. Creo que nadie lo ha vuelto a ver desde entonces.
  • Peabodie, Sherman, McTighe..., suspira. Buenos hombres todos ellos, pero cambiaron después de la expedición. Se volvieron callados, huraños. No les gustaba hablar de aquello; y rehusaban explicar las razones que tenían para callar.

  • William Dyer. ¡Llegó tan cambiado! Dyer solía ser un excelente conversador, un científico dedicado. Era uno de los profesores más populares del departamento. Tenía carisma... supongo. Después del viaje estaba irreconocible. Todo su buen humor se había esfumado. Caminaba por los pasillos día y noche, y después se metía en su despacho a escribir su informe. Su labor empeoró y sus estudiantes pagaron las consecuencias. Perdió peso; creo que dormía mal. Tenía la misma mirada opaca en sus ojos que a veces tienen los veteranos de la Gran Guerra. Pero eso no es todo.

    William y yo habíamos sido uña y carne. "Doble Bill" nos llamaban hace algunos años. Sonríe muy poco mientras lo recuerda. A su vuelta era como si no me conociese. Me evitaba en los pasillos, no contestaba a mis llamadas, llegaba tarde a las reuniones o, simplemente, no llegaba. No se por qué. Estaba rodeado de un horrible sentido de culpabilidad. Era como si estuviese llevando sobre sus hombros algún terrible y pecaminoso secreto, y aquello lo estaba consumiendo a gran velocidad.

    Una vez lo acorralé. Le pedí que me contase, para ayudarle, pero me rechazó de plano. Se ponía hasta violento. Decía cosas, Cosas que hacen daño. Dijo que quería saber demasiado y que no necesitaba cargas como yo por amigos.

    Le dije que estaba haciendo daño a todos, no solo a si mismo; él me contestó que se iría tan pronto como acabase el informe. Y así lo hizo. Firmó un contrato con una excavación de Montana, luego otra en Yucatán, y después una o dos más, siempre lejos de aquí.

    En diciembre llamó pidiendo la excedencia indefinida. No le hemos visto ni hemos tenido noticias de él desde entonces. Me envió una nota desde Hawai en marzo. Lo único que decía era "lo siento".

  • Al campamento Lake fueron... el meteorólogo y físico, Atwood. Lake, por supuesto. Brenann, otro físico. Carroll, el piloto. Daniels... Gedney. El cuerpo de Gedney no apareció. Moulton, Bourdreau, Fowler, Mills, Orrendorf, Watkins... creo que no me dejo nadie. Todos ellos murieron, se supone que por culpa de la tormenta. Mi sospecha es que Gedney se volvió loco por culpa de la nieve y el frío, y mató a todos los demás, y que la tormenta terminó su tarea. Eso justificaría el secreto, ya que una vez hecho el daño no habría motivos para ensuciar su nombre y hacer sufrir a las familias de los fallecidos, incluida la de Gedney. También justificaría la renuencia a recordar todo y el trauma que parecían sufrir los supervivientes. Creo que un juramento solemne sella sus labios. Por ello insistí en meter a un buen psicólogo como Green en nómina, y me alegré tanto cuando usted, doctor Hirsch, solicitó unirse a la expedición. Esas montañas tan altas... según los cálculos realizados no solo son las más altas del mundo, sino que estar a sus pies de ese lado supone el mayor y más brusco desnivel relativo que conocemos. El viento debe crear sonidos escalofriantes en esas laderas.

  • Los supervivientes fueron Dyer, que no sabemos dónde está. Peabodie que sigue dando clases en la universidad de Miskatonic. Danforth al que hubo que internar y del cual no conozco el paradero actual, Ropes, McTighe, Sherman, Williamson, Wylie, Gunnarson y Larsen.

Añadió:

Yo creo que ninguno tenía nacionalidad o ascendencia alemana, aunque saben que esas cosas pueden no ser evidentes.

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10/03/2014, 13:15
Lord Anthony Montagu-Sutton III

FUNERAL DE DOUGLAS 09/09/30

Los marineros hablan de que hay un Jonás (un pasajero de un barco que es gafe y trae mala suerte a la tripulación. Proviene del Jonás bíblico) y que incluso Douglas lo pensaba.

 

Phillip Douglas habla de su hermano:

- Reconfirma que los diarios de habían sido expurgados (como encontramos en el hotel)

- Dice que, a través de los delirios de su hermano, se hizo una imagen de tres escenas pero desconoce su orden cronológico:

  • Al parecer, tres hombres habrían sufrido la locura de la nieve, enfrentándose violentamente a sus compañeros de expedición. Dos de ellos fueron reducidos, pero el tercero escapó y de él nunca más se supo
  • Hablaba de unas piedras negruzcas que había encontrado en la nieve, y de lo frías que estaban. De una manera confusa parecían relacionarse con la grave congelación que acabó con sus dedos.En nombre de Danforth era pronunciado con frecuencia. Mi hermano sacudía su cabeza y decía "Ese pobre diablo, el desgraciado de Danforth". Otras veces gritaba: "¡Maldita sea, Dyer, ponga orden en su tripulación! ¡Haga que pare de gritar!".

Notas de juego

FIN DEL EPISODIO 2

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14/03/2014, 18:57
Chester Field

No estaría de más añadir algunos detalles al lado de las pistas para completarlas. Por ejemplo, la nota que encontró Sutton de "A. Lexington". Sabemos qué es, pero dentro de unos meses de partida quizás ni nos acordemos.

Es para no meter solamente las pistas "en bruto", por así decirlo; si podemos añadir algún comentario para hacerlas más claras, mejor.

No sé yo dónde debería ponerte este mensaje... te lo pongo aquí, y ya si eso lo quitaré para no ensuciar o algo.

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01/04/2014, 21:19
Maggie O'Connel

Por otra parte, he estado hablando con el detective Hansen, que parece ya parte de la familia. Han estado interrogando al asesino. Es un tal Jerry Polk. Parece que ha cantado como una cotorra: hace cinco días se le acercó un hombre pelirrojo llamado Doyle. Doyle le pagó 100 dólares para que incendiase los almacenes de nuestra expedición y la de Lexington. Parece que por cada incendio provocado le pagarían 200 dólares más, que recogería al día siguiente bajo un puente de central park. En ese mismo sitio le está esperando ahora la policía. Esperemos que haya suerte.

 

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01/04/2014, 22:28
Maggie O'Connel

Roerich, en cambio, parece no conocer a Pooster. Alza ligeramente las cejas. Pero sigue su propio ritmo, y no deja que se pierda en distracciones. Es seguro que después retrocederá, y puede que indague en la sorpresa del psicólogo con la misma parsimonia con la que habla.

El cielo se pone incandescente por el anochecer tras los ojos de buey. Los gritos de los estibadores se hacen más agudos y perentorios, gracias a la cercanía del descanso ganado tras un duro día de trabajo.

Comenzaré desde el principio. Estoy aquí para intentar que no vayan al sur. He querido ponerme en contacto con Acacia Lexington, pero ha sido imposible: al parecer estaba muy ocupada. Tanto como ustedes hasta que, al parecer, se han abierto a las comunicaciones exteriores.

Verán. Recientemente he recibido una carta y un paquete de un amigo, el profesor William Dyer que, al parecer, ha estado viviendo en el pacífico sur. En esa carta, Dyer me pedía que fuese a Nueva York en su nombre, para pedir lo más insistentemente que pudiese a Starkweather y al señor Moore aquí presente, que cancelasen los planes de la expedición. Como último recurso, me decía Dyer en su carta, debía entregarles el paquete, en el que se suponía que había un manuscrito, y que estaba sellado. Como debía estar aquí por estas fechas, por la exposición de mi trabajo, en pos de recaudar dinero para una causa noble y caritativa, acepté. El manuscrito, continuaba la carta de Dyer, era el relato exacto de los hechos acaecidos durante la expedición Miskatonic. Si no había otro modo de convencer a los exploradores se suponía que este relato debía terminar de convencerles.

Pero mi carta a Starkweather no recibió respuesta y mis mensajes telefónicos eran sistemáticamente ignorados.

Sin embargo, y ya en Nueva York, me enteré de que Acacia quería ir también al polo, así que, fui a verla, para ver si podía disuadirla de la manera en que sugería Dyer y para que luego ella misma, junto a mi, intentáramos idéntica maniobra con ustedes. La noticia de su partida fue una gran sorpresa para mi. Yo había sido, en tiempos, un buen amigo de su padre. Pasado 1920 nuestra amistad se enfrió.

Pero en la misma puerta de la mansión Lexington un hombre me raptó y con su chófer me condujeron a una nave, en un puerto, donde había otros dos individuos. Todos parecían tener acento alemán. No eran unos simples rateros, no les interesaba el dinero, pero si el manuscrito de Dyer, del que parecían estar informados. Y yo no había hablado con nadie más de ese texto. Han tenido que interceptar alguno de mis mensajes, o algo peor. ¿Cómo sabían quién era, dónde encontrarme, y que llevaba ese texto en ese preciso instante?

He hecho un retrato de uno de ellos, el que hablaba. Os dibuja un rostro en un papel arrancado de una elegante libreta, con una pluma estilográfica cara y sofisticada. La policía tiene otro. Ellos me ataron a una silla, y comenzaron a preguntarme insistentemente sobre "el relato de Pym", algo que para mi no tenía sentido. Pero he estado dandole vueltas, y creo que se refiere a una novelita de Poe... una novelita que podría relacionarse con otro robo, acaecido hace diez años.

El padre de Acacia y yo eramos buenos amigos. Es amistad se truncó, pero siempre conservé a mis amigos en el recuerdo. La muerte de PW Lexington en 1921 fue considerada un suicidio por la prensa. Su nombre se relacionó con una serie de turbios negocios y escándalos financieros, pero ninguno de ellos lo suficientemente grave, y nunca se pudo probar nada.

Lo que decían los amigos de Lexington era otra cosa. Al parecer no se había suicidado. Pensaban que lo habían asesinado por culpa de un libro. El día de su suicidio, había anunciado una subasta privada en la que se desharía de algunas posesiones personales de gran valor. Murió antes de que la subasta tuviese lugar. Una de las cosas que se iban a subastar, un manuscrito único, desapareció tras su muerte, y no se ha vuelto a saber nada de él.

Se trataba de Las Aventuras de Arthur Gordon Pym, de Poe, que había salido por entregas en 1837, en veinticinco capítulos. Los últimos capítulos no se llegaron a publicar jamás... Excepto porque recuerdo que el ejemplar del viejo manuscrito  contenía dichos capítulos, completamente desconocidos para el público y los expertos, y esa era la razón de que estuviera tan orgulloso de su posesión: que era única, que variaba sorprendentemente de cualquier otra versión, porque contenía nada menos que cuatro capítulos más, los que daban la obra por finalizada. Estos últimos capítulos no han sido jamás impresos y, al parecer, tampoco hay pruebas de que pertenezcan al mismo autor. Yo, desgraciadamente, no tuve oportunidad de leerlos.

PW Lexington estaba muy orgulloso de su libro, y pensaba que narraba un auténtico viaje a la Antártida, y que no era una pieza de ficción.

Parece tan insignificante este asunto... Alguien robó ese libro entonces, y alguien ha robado ahora un manuscrito, el trabajo de un amigo. Puedo creer que se trate de dos casos de codicia, de otro modo... No quiero decir que haya alguna relación entre ambas cosas, estimados amigos, pero la idea de que esto sea posible me ronda la cabeza por alguna extraña razón. Si aquellos que me interrogaron querían informes sobre la historia de Pym, entonces es que para ellos todo está relacionado, pero no tengo ni idea de por qué.

Temo por Acacia. Quizá... en estos tiempos ha estado flirtreando con el movimiento nacional socialista. He sabido, además, que pronto saldrá también para el sur la expedición alemana Basmeier-Falken, un abigarrado grupo de investigadores que abandonarán Alemania en dirección a la Antártida. Ignoro qué intereses puede tener ella en esta expedición, ni cuales son sus objetivos. Pero todas estas sospechas no se las he contado a la policía, solo a ustedes, ya que tienen la intención de ir. Tampoco creo que Acacia haya hecho algo ilegal o peligroso... pero Dyer, en su carta, me indicó que el contenido del manuscrito no debía ser hecho público.

Así pues... Acacia no parece haber querido hablar conmigo, y ustedes hasta hoy, tampoco. Les aconsejaría que no fueran. Dyer siempre ha sido un hombre sensato, un erudito, alguien a quien tener en cuenta. Sin embargo... parte de la misión ha fallado estrepitosamente.

Si. Mira a Moore. En sus ojos leo la negativa. Este pobre anciano que les contempla todavía no chochea. Usted irá pese a lo que pese ¿verdad? Si. Ya veo. ¡Por favor! Al menos, sean ahí mis ojos y mis manos. Yo no puedo ir, salvo quizá, en espíritu. Pero tampoco puedo quedarme ocioso.

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02/04/2014, 00:45
Maggie O'Connel

De la policía se pudieron averiguar algunas cosas. Por ejemplo, el lugar donde había sido secuestrado Roerich. Al parecer, Hansen había atado cabos de la misma manera que se pretendía hacer, deduciendo, eliminando lugares, preguntando... haciendo trabajo de información por lo menudo. El sitio era un pequeño hangar de pescadores, con su propio muelle. No se encontraron pistas. Se supo que había habido cinco personas involucradas en la operación, todas con acento alemán. También se supo, enseñando el dibujo que Roerich había hecho, que el tipo que había estado en la habitación de al lado de la de Douglas, el asesinado primer capitán de Gabrielle, era uno de ellos. Eso había hecho a Hansen bastante más amigable con los detenidos de aquella vez, ya que había terminado de disipar sus sospechas, con lo que los informes fluyeron amablemente a las manos de Moore y a las de sus hombres (y mujer) de confianza.

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25/04/2014, 18:46
Aramiker Menez

Lista de la tripulación:

Médico de a bordo: Ray Lansing

Jefe de ingenieros: Charles Drummond

Ayudante del jefe de ingenieros: Bert Pacquare

Ingenieros:

Willia Wheeler (pagos sin retrasos, sin multas, sin nada raro en su camarote, parece que últimamente está bastante nervioso, y ha escrito una larga carta que insiste en que se mande en cuanto se toque tierra, no ha querido poner un telegrama ni intentar una conferencia por radioteléfono, descartado por Hirsch)Marck Folsom, Clyde Abernathy

Operarios de la sala de máquinas: Tom Humphries, Bartholomew White,

Sidney Beakins (leves retrasos, sin multas, sin nada raro en su camarote, Descartado por Hirsch),

Philippe Brunel (peticiones de adelantos con cierta frecuencia, pagos con retraso, sin multas, sin nada raro en su camarote, tiene más dinero del habitual),

Samuele Girolamo (peticiones de adelantos con cierta frecuencia, pagos con retraso, un expediente por embriaguez, sin nada raro en su camarote, el otro día, estando de libranza, se emborrachó, y casi se pelea con otro hombre) (eliminado por Hirsch),

Michael Fitzpatrick (leves retrasos, sin multas, sin nada raro en su camarote), 

Albert Webb, Rechard Hartz, Carford Montaigne, Edgar Cawley,

Sanley Rupert (algunos expedientes disciplinarios: embriaguez, peleas... , pagos al día, mucha actividad en sindicatos, sin nada raro en su camarote), Gregory Stanislaw (envíos constantes de dinero y bastantes peticiones de adelantos), Lucios Morelli (sin retrasos en los pagos, sin multas, descartado por Menez), Wylie Loden (no está sindicado, no hay datos, sin expedientes ni multas, descartado por Hirsch), Hugh O'toole (leves retrasos, un expediente por deserción hace muchos años)

Técnico de radioRobert Macilvaine

Carpintero: Lysander Bertolli (un par de expedientes por embriaguez, una multa. Pocos adelantos, bastantes envíos de dinero y mucha correspondencia, mira con mucha insistencia a las damas, en especial a la señorita O'Connel, descartado por Pooster)

Contramaestre: Toger Blunt

Almacenero: Thomas Price

Furriel: Michael Oates, Darren Horst, Gregory Houlihan

Marineros de primera: Peter Stokeley, Abelard Almondale, Truman Cotter, Gordon Cooke, Nicolas Pellerin, Alexander Moseley, David Waters (se cree que planea desertar en cuanto se toque puerto, no le gusta nada la situación, descartado por Menez)Jude Pierce, Chipper Green

Jefe de cocina: Judas Whitney

Auxiliares de a bordo: Niles Abraham (cocina)(eliminado por Pooster), Adam Henning (pinche) (dicen que un familiar suyo trabajó con Starkweather en el pasado) David Wylie (lavandería, descartado por Pooster)

Expedicionarios descartados:

Starkweather, Moore, Packard, Sutton, Pickwell, Field, Whitston, Abermale, Nils y Gunnar Sorensen, López, Halperin, DeWitt, Miles, Longfellow, Pulaski, Silke, Giles, O'Doul,  Myers, Porter, Fiskarson, Snabjorn.

Notas de juego

Antecedentes tripulación. Los tachados son en los que Turlow confía.

Guardián: he añadido anotaciones sobre los registros realizados hasta ahora. Como no habéis indicado nada, supongo que comenzáis por arriba en la lista.

Editado Ménez: Creo que ésta es la última lista actualizada.

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07/08/2014, 18:48
Aramiker Menez

Peabody y los demás están reunidos en la cubierta de botes. Todos llevan chubasquero, para protegerse de la lluvia. La temperatura es muy agradable. Solamente se ha hecho un descubrimiento: en la cartera de Henning había un muy manoseado recorte de periódico, junto con la foto de un joven que muy bien podría ser su hermano. Peabody ha podido anotar casi todo. El apellido Henning aparece en el escrito.

Es cuando están leyendo las notas del ingeniero electricista cuando se puede escuchar el jaleo en las perreras.

EPISODIO 4

Notas de juego

Por ahora no pongo a los que no estaban en ese momento.

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21/09/2014, 19:54
Aramiker Menez

Viernes, 13 de Octubre de 1933, Melbourne, Australia.Todos reunidos en el cuartel general.

 La periodista sacó un montón de papeles y se dispuso a contar lo que había averiguado a golpe de talonario.- Fue nuestro compañero Peabody quien me dio la idea de investigar a aquellos "mirlos blancos" de la tripulación del Gabrielle usando mis contactos como periodista. Ya saben, tenemos que movernos por muchos sitios y tener amistades hasta en el infierno.

El caso es que esos mirlos eran inocentes como palomas, pero he dado con una pista lateral que me ha llevado a investigar a todos los antiguos miembros de la expedición Miskatonic. De los que actualmente viven, el piloto, Paul Danforth, es el único que puede haber estado implicado, por mera oportunidad. Tengo aquí pruebas de que ha estado en Nueva York durante la preparación de la expedición. Además, pruebas de que ha enviado numerosos telegramas por toda américa latina, justo en la fecha en la que se supo que una parte de la expedición iba a abordar la Antártida por el aire. No son pruebas incriminatorias, eso es verdad, pero sí circunstanciales de que pudo tener relación con uno de los trabajadores del Gabrielle, ¿adivinan quién?- Sonreía satisfecha pues era evidente de quien iba a tratarse.-Henning.  Al parecer no era su padre quien murió en la desgraciada expedición al polo norte que hizo Starkweather en el pasado, sino su hermano, así que ese era un móvil para sabotearnos (aparte de posibles pagos). No he obtenido fotografías de Danforth suficientemente claras pero recibiré lo que haya pronto. - Hizo una pausa escénica y después continuó con el resto de sus averiguaciones.

- La expedición Basmeier Falken, de alemania, está actualmente a punto de abordar la Antártida por la Tierra de la Reina María (a unos 90º de longitud). Se sabe que uno de sus barcos de aprovisionamiento se ha perdido en una galerna.- Sus ojos ahora se posaban en Moore, para después pasar a los de Starkweather. Lo que iba a decir iba a dolerle y quería ver la decepción en su rostro.

- La expedición Lexington nos lleva muchos días de ventaja,  ya estarán instalados cuando lleguemos. Ellos también han sufrido varios casos de sabotaje, aunque ignoro si han podido pillar al culpable. Esto nos debería hacer creer que Danforth ha creado una verdadera red para impedir que se aborde la Antártida, al menos en el caso de las dos expediciones americanas, que tienen la intención de visitar el campamento Lake.- Tomó un sorbo de agua para quedarse totalmente satisfecha.

EPISODIO 5

Notas de juego

Ahí dejo eso último.

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21/09/2014, 20:12
Aramiker Menez

Del episodio 4 y principio del 5: Sobre Abermale y Orgelfinger.

Se nota la presencia de una borrasca fuerte y aun de un huracán, como dicen en los partes meteorológicos. Orgelfinger anda por ahí trasteando en sus aparatos de medición, tomando notas.

Richard Greene (el médico): Se trata del jóven Orgelfinger, el mareo parece haber ocultado síntomas de algún tipo de enfermedad nerviosa que lo atacó en el momento en el que bordeabamos el huracán.

Orgelfinger: las ratas abandonan el barco cuando se hunde. Era lo que, al parecer, había gritado en sus peores momentos, aunque ahora se encontraba mucho más calmado.

 

Día 20, Miércoles. En el Océano Pacífico.

De la expedición de los Dementes se esparció un rumor inquietante. Al parecer el meteorólogo, Abermale, se había puesto enfermo en el viaje entre Medellín y Quito, y había sido internado en un sanatorio al llegar a Lima.

Más tarde, en la reunión vespertina con Moore, pudieron conocer algún detalle más. En un periódico fechado el día 15 se podía ver una fotografía de un estrado con banderolas de los Estados Unidos y de Perú. Sobre toda la escena, una pancarta rezaba, tanto en inglés como en castellano: ¡¡Expedición de los Dementes: bienvenidos!! En el estrado, un Abermale muy cambiado, sin su monóculo, despeinado, con el traje arrugado y manchado, tenía la boca abierta y la mirada alucinada. Tras él, los demás miembros de la expedición por aire, con cara de sorpresa, miraban al meteorólogo. El texto estaba en castellano, pero Moore resumió:

Al parecer el señor Abermale está enfermo. Se puso de relieve en este acto de bienvenida que dio el gobierno de Perú a la expedición. Sutton no ha querido, o no ha podido dar muchos más detalles, pero al parecer la cosa comenzó el día del huracán, justo cuando el joven Orgelfinger tuvo su propia crisis. Luego se recrudeció en Medellín, en unas circunstancias que no nos han explicado.

Orgelfinger, a todo esto, había salido a dar algunos paseos por cubierta, bastante más restablecido de su crisis nerviosa. Greene había prohibido a quien se encontrara con él mencionar nada sobre su enfermedad ni sobre el día en que se capeó el temporal, en el inicio del viaje. Parecía con buena salud, aunque más delgado y bastante pálido.

No parecía acordarse de lo que ocurrió durante aquel huracán.

En el paso del ecuador. Hay que decir que el joven Orgelfinger se lo pasó muy bien, y que parecía restablecido. Quiso beber como el que más, pero no se consiguió emborrachar demasiado (los doctores Green, Pooster y Hirsch se lo impidieron todos a una).

 

En el episodio 5.

 

el señor Abermale, el meteorólogo, ha sido ingresado en un sanatorio psiquiátrico por una larga temporada. He mantenido esto en secreto por consejo del doctor Hirsch, ya que de filtrarse podría minar la moral de su becario, el señor Orgelfinger, que saben ustedes que sufrió una extraña crisis, de la que se está recuperando favorablemente. Su presencia nos es preciosa, aparte de razones humanitarias, ya que es ahora el único meteorólogo que tenemos.

Posteriormente Pooster y Peabody  se encuentran con Orgelfinger y le interrogan para que les cuente lo que sucedió durante la tormenta. Pêabody sufre un desmayo y Orgelfinger sale corriendo. Esto provoca después una bronca entre Green y Pooster por diferencias a la hora de tratar al paciente. Nandan habla de "sirenas voladoras". Green habla de delirios.

Notas de juego

No está muy ordenado pero dejó lo que he recopilado sobre Orgelfinger y Abermale.

Editado para incluir lo del desmayo de Peabody y bronca Green-Pooster

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22/11/2014, 10:47
Aramiker Menez
Sólo para el director

Versión de Nandan de lo ocurrido con las Sirenas:

—Recuerdo que quería que le contase lo de las sirenas. Bueno... fue un poco extraño. Recuerdo que estaba esperando por el sastre, Silke, y mientras mataba el tiempo buscando un sitio adecuado para otear el mar y tratar de calcular la posición de la osa menor, cuando vi al señor Pooster y a Peabody hablando con Orgelfinger. El chico salía de las bodegas y los dos americanos parecían muy interesados en comentarle algo. Éste les habló de ciertos generadores, de Abermale y de que se esperaba frío seguro. ¡Es un águila el muchacho ese con la climatología! Una vez conocí a un viejo en Calcuta que podía calcular cuándo se acercaba un monzón por cómo le dolía una vieja herida provocada por un elefante— Nandan se rió de su propio recuerdo y continuó hablando mientras comía gajos de naranja— Bajé a saludarles y entonces el de las gafas, Pooster, le dijo a Douglas que podía hacer de confesor. Que estaba acostumbrado a las historias "raras" y que había que sacarlas a la luz. No sé que le parece a usted, pero a mi me resulta un poco antipático el psicólogo, ya desde que me miró por primera vez de arriba abajo en la Taberna. En fin, lo raro vino luego. Orgelfinger se quedó como en babia y habló de un huracán en el Caribe y de las... sirenas. Bueno, de seres que salían del mar hacia el espacio exterior — El chico dijo esto último con un trozo de naranja en la boca, con media sonrisa— Yo pensé que podían ser sirenas o tritones, por aquello de que se acercaban al barco y son las historias que salen en los libros de los viejos navegantes, pero según el meteorólogo eran muchas y soplaban, aullaban. Yo creo que eso era el huracán del que hablaba, pero él estaba convencido de que esos "seres" eran los que hacían el ruido. Las lecturas de rayos ¿cósmicos? se salieron de las tablas y Orgelfinger se asustó tanto que no pudo dormir esa noche.

Bajando el tono, Nandan dijo esto con más suavidad:

—Al parecer sueña con esas sirenas que según él, provocaban el huracán para abandonar este mundo, y que se iban porque algo estaba empezando a despertar en el oceáno. ¡Wow! Me quedé sin saber muy bien que decir, la verdad, y entonces el señor Peabody se cayó al suelo como si le hubiese dado un golpe de calor. Pooster y yo le ayudamos a reponerse, pero el bloody Orgelfinger salió corriendo. ¡Vaya historias de viejas! ¿No cree? Fue algo raro, la verdad.

 

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22/11/2014, 10:51
Aramiker Menez

6 de noviembre.

Cerca de las nueve de la mañana se escuchó el grito de un vigía, que había avistado algo entre las sombras en la parte más alejada de un iceberg. El Gabrielle se acercó un poco más, y ya se pudo discernir la proa de un ballenero atrapado, sobresaliendo del hielo, casi completamente cubierto de hielo y a la deriva.

Era el Waraloo un ballenero que tenía que suministrar a Pickwell.

 

Menez, Pooster, Peabody, Hirsch, O´Connel y Nandan van a explorarlo. Éste último cae al agua quedándose incapacitado.

Cuando Maggie lo señaló fue evidente para Peabody tanto como para Menez. La huella de pie era perfecta, con dedos y todo. Pero en vez de una marca de un pie manchado con algo que hubiera dejado la marca como si fuera un tampón, lo que se veía con toda claridad era que algo con forma de pie humano había dejado una quemadura en la madera. Más allá, donde Maggie había retirado el hielo, se podían observar otras huellas de igual naturaleza -quemaduras con forma de huella en la madera- pero parecían de una multitud de pequeños animales. Maggie decía que esas otras quemaduras tenían la forma de huellas de rata.
 
Peabody, que era un químico bastante experimentado, confirmó que las quemaduras no habían sido producidas por algo incandescente. No eran quemaduras de fuego, por ejemplo. Eran marcas de ácido, pero no parecía ácido sulfúrico (el preferido de Henning). Era un ácido menos fuerte con toda claridad. El ácido sulfúrico habría hecho agujeros. De todas maneras, un pie de hombre o de rata bañados en esa sustancia que había atacado así la madera no hubiera sobrevivido lo suficiente como para dejar una huella que se apoyara tan bien y tan nítida. Tendría que haber tiras de carne y sangre por ahí pegadas. Y la sangre que había no estaba en ese rastro.
 
Menez, que conocía técnicas de impresión en las que se utilizaba ácido, sabía que podía cubrirse la cubierta con un antiácido, dejar las huellas y luego bañar con ácido todo para que actuara ahí donde los pies, las patitas o lo que fuera produjeran ese efecto. Tras hacer eso, se limpiaba todo, ácido y antiácido, y quedaban unas lindas huellas. Se llamaba técnica de aguafuerte, porque era ese producto el que se solía usar. Pero parecía una broma un poco alambicada de todas todas.
 
En todo caso, lo que fuera que había avanzado tan ácidamente, venía de donde había señalado Maggie con el cañón de su escopeta recortada: un escotillón justo en la punta de la proa (dentro de la cubierta, obviamente). Y ese podría ser tranquilamente uno de los caminos para ir a la bodega "para peatones" por así decir. Así que el camino para ir a la bodega no era recomendable.
 
Otro posible camino de mantenimiento podía partir de alguna parte de la superestructura que había a vuestras espaldas.
 
Volviendo al ácido rastro. Donde terminaba había sangre. Era cerca de la baranda. Algunas quemaduras de ácido habían atacado la pintura y el metal. También había marcas de sangre en la baranda. El rastro de "huellas al aguafuerte" acababa ahí, junto al mar.
Menez hace un calco de la huella del pie como de las huellas de las ratas. Toma también muestras de la barandilla afectada por ácido. Dato importante: las huellas tienen 5 dedos XD.
 

Subís de nuevo al Walaroo, temerosos de lo que podáis encontrar. Turlow observa las huellas pensativo. Los marinos, que también miran interesados, murmuran entre ellos con miedo. Pero esa parte de la cubierta, la de proa, es la única que, en realidad, está libre de horror.

En cuanto os acercáis a donde debió afectar la onda expansiva del estallido de la caldera, lo que partió el barco en dos, comenzáis a encontrar, completamente congelados, los desolados restos de la tripulación: esqueletos carbonizados, cuerpos desgarrados, fluidos corporales congelados bañando todo lo que pisáis.

Todos los cuerpos que no han sido arruinados completamente por el fuego están desnudos. Maggie puede reconstruir con facilidad el hecho de que fueron desnudados ahí donde murieron, y que se les dejó tal cual, una vez acabada la macabra tarea. Cerca de lo que fue la caldera todavía pueden distinguirse los restos corroídos, retorcidos y congelados de las máquinas: aquí los restos de cuerpos humanos son apenas un puñado de huesos chamuscados.

Por ese mismo lado accedéis a la superestructura, de la que se ha debido perder la parte dedicada a cocina, sala de despiece y cámara de recreo. Quedan los camarotes de los marineros y el del capitán. Los camarotes son unos habitáculos de unos seis metros cuadrados, con espacio suficiente para cuatro personas. Muchos de ellos contienen sábanas desgarradas y sucias. Las taquillas al pie de cada litera contiene los efectos personales de la tripulación, tales como dados, cartas, fotos de familia, tabaco, cuchillas de afeitar... Las redes que hay sujetas a las paredes contienen mucha ropa congelada y descolorida.

Al final de un pasillo estrecho y renegrido está el camarote del capitán. Es más grande que los otros: unos veinticuatro metros cuadrados. Contiene los restos de un colchon de plumas, un escritorio y un baúl asegurado con barras de hierro. En el colchón yace el cuerpo rígido y helado del capitán, completamente vestido. Hay una pistola junto a su brazo estirado. También una botella de wisky vacía. Dos hombres hacen uso de las palanquetas para abrir el cofre, mientras Hirsch examina el cadáver. Gangrena avanzada. Se mató, el pobre diablo, susurra. Las manos y la cara están completamente negras. Alguien se hace cargo del escritorio.

Nada interesante en el baul, dice un marino. Ropas y cosas así.

El escritorio está en muy mal estado, pero los cajones están forrados en cuero tratado con aceite, y han preservado bien el interior. Aparte de los útiles propios del oficio encontráis el diario de a bordo junto a varias cartas de la familia del capitán, una foto de familia y una hermosa pluma de escribir.

En ninguna parte volvéis a ver huellas extrañas, como las de proa.

Peabody, sin duda curioso y desconfiado, bien versado en situaciones raras, prueba los cajones del escritorio. Encuentra que el fondo de uno de ellos es menos profundo de lo que debería, así que lo rompe sin dudar. Cae en el suelo una bolsa de cuero medio abierta, de la que se salen, esparciéndose por la cubierta, bastantes monedas de oro de origen desconocido, con extrañas criaturas grabadas. También hay una llave grande, de hierro.

Las bodegas son pozos oscuros, con un olor a podrido que el frío no ha conseguido acabar del todo. La mitad de la primera bodega la ocupan restos de varias ballenas. Piezas de carne, barriles llenos de grasa y esperma de balleno, huesos y otras piezas de valor comercial almacenadas ya apiladas. Todo está congelado, pero la escotilla cerrada ha evitado el paso del hielo que todo lo cubre arriba. Maggie se afana, buscando por el suelo, ayudada de una linterna. Una fina capa de cristales de escarcha lo cubre todo, con ella la carga cobra un extraño fulgor aterciopelado.

Maggie, siguiendo el rastro, os guía a la siguiente bodega, la linterna en una mano y la escopeta repetidora en la otra. Es muy parecida a la anterior. En ella hay unas pocas cajas y barriles de provisiones, sus contenidos duros como el pedernal. No hay restos del cargamento que se suponía debían llevar a vuestros compañeros que viajan por el aire, así que se debería suponer que lo han conseguido dejar en el punto convenido. Turlow murmura algo de leer el diario de a bordo para estar más seguros. El primer oficial, además, ha ido señalando a sus hombres los pertrechos que pueden ser útiles tanto al Gabrielle como a la expedición. Al final de la bodega hay una escalerilla de madera donde están grabadas con toda claridad las extrañas huellas. Suben hacia arriba y, se supone, se transforman en el rastro que visteis en la cubierta de proa. No veis huella alguna humana. Todo parecen ratas caminando barriga con barriga. Justo debajo de la escalerilla hay una gran caja fuerte. Alguien tiene la idea de probar la llave del camarote del capitán y, en efecto, se abre, para descubrir un buen cargamento de botellas de wisky de centeno.

Interpretación de los rastros por  parte de Maggie:

Esto es lo que interpreto... algo salió de la sala de máquinas, algo con cientos de patas de rata, pero no eran ratas normales salvo que tengan dos particularidades improbables: sus patas eran de ácido, y además sabían caminar en formación, fijaos... aquí se ve bien, los rastros de las patas no se separan, no divergen, no corren al azar. Sea lo que sea fue antes de que estallase la caldera, aquí y aquí se ve como los restos de los escombros tapan las huellas, pero se puede ver que están por debajo. Alcanzaron a alguien y le dañaron la mano, que posó en esta barandilla, es el único punto donde hay restos de sangre, el dueño de la mano corrió a cubierta y seguramente el resto de la sangre de la cubierta es suya, quizás le dieron alcance allí... 

Primer análisis a ojo de las monedas por Menez:

- Interesante...- Decía la pequeña mujer mientras sopesaba la moneda en la mano y se acercaba para descifrar los grabados hasta casi tocarla con la punta de la nariz.- No tengo ni la más repajolera idea del origen de esta moneda y no soy precisamente una profana en la materia. Ni los caracteres, ni los grabados, por otro lado de una calidad excepcional, ni siquiera el peso se corresponden con algo que pueda identificar. Esto ya es raro de por sí, ¿entienden?- Menez era una gran entendida en estos asuntos y, que no lograra determinar de qué cultura procedía la moneda, ya era un misterio en sí.-  Por el desgaste podría tener unos cien años más o menos. El material...-Se llevó la moneda a la boca para darle un buen mordisco.-...oro sin alear, me atrevería a decir .- Sentía la adrenalina recorrer su menudo cuerpo. En el Gabrielle podría hacer ensayos adecuados para determinarlo exactamente. Allí también podría usar una balanza de precisión para determinar el peso exacto.- Hay muestras de claros efectos del agua salada. Deben de haberlas sacado de las profundidades del mar.

Qué demonios...

Estas líneas de aquí...- Alejaba y acercaba la moneda a su rostro, meneando ligeramente la cabeza, como si viera borroso o se marease.- Fíjense, la técnica de la colada es exquisita pero no reconozco ni el estilo ni los caracteres. El diseño parece una figura mitológica, un dragón antropomorfo con tentáculos en vez de boca y sin cola que se vea.

Después Pooster observa las monedas y comienza a decir cosas sin sentido. Habla de que son portales, que son peligrosas y que alguien debe custodiarlas,  y comienza una discusión entre todos con Turlow para ver quién se queda con las monedas para estudiarlas.

Posteriormente ya con Moore.

La trayectoria del Walaroo había sido errática, en efecto. De poco interés eran sus andanzas por el pacífico en busca de ballenas. En su plan de viaje estaba claramente señalado cuando, casi al final de la temporada, recibieron el encargo de la expedición Starkweather Moore para asistir a vuestros compañeros. Se habían aprovisionado en Melbourne. A partir de ahí, el viaje hacia el sur había comenzado a ser problemático. Una tormenta les había desplazado en dirección contraria, hasta llegar a tener a la vista la Tierra de Willkes. Tuvieron una avería. Ahí les había socorrido un carguero alemán, que venía de descargar en el continente helado para la expedición Basmeier Falken.

Después de eso, consiguieron llegar al lugar donde debían dejar el cargamento para abastecer a vuestros compañeros. La descarga fue un éxito, pero ese mismo día tuvieron un episodio incómodo. Un caso de robo que fue inscrito, a petición del ofendido, en el diario de a bordo.

El viejo Dawson, maquinista, al parecer tenía la afición de coleccionar piedras, minerales, cristales raros. Había conseguido su última adquisición precisamente cuando el carguero alemán les había ayudado: se lo cambió a uno de los remeros por su loro.

Dice que era una piedra redonda, negra. Estaba en un frasco de vidrio con tapón de corcho. Ahora, dice haber encontrado el frasco sin el tapón. Hemos registrado todos los camarotes y nadie la tiene.

Este incidente no pudo llegar a ser resuelto, y luego se olvidó: una tormenta, la madre de todas las tormentas, les precipitó de nuevo hacia el sur. Frente al mar de Ross, tras una semana infernal, se les abrió una vía de agua. Las máquinas trabajaban sin cesar para bombear. Cuando casi habían conseguido taponar la vía y la tormenta bajó de intensidad, el hielo les atrapó. Comenzó a aprisionar el barco.

Una noche, el capitán, que estaba de guardia, escuchó unos gritos. Vio dos sombras en la proa, una detrás de la otra. Corrían.

Por ese entonces, habían conseguido liberar parte del barco mediante dinamita, y había agua alrededor del Walaróo. El hombre que venía primero -le pareció que era Denvers, el segundo de Dawson (maquinistas)- agarró a la sombra que le perseguía y se arrojó al agua gritando como si se estuviera quemando vivo. Antes de que el capitán tuviera tiempo de dar la alarma estallaron las calderas, se desató el infierno.

Las últimas anotaciones en el diario son profundamente emotivas. Los pocos hombres que quedaron tomaron un bote para intentar llegar a Australia, a la desesperada. El capitán no quiso dejar su barco, la gangrana, de todas maneras, ya le había condenado a la muerte, así que se despidió de ellos y les vio partir.

Lo único interesante de la carta del capitán, muy sentimental dada su cercanía a la muerte, es que Dawson murió.

Myers, el arqueólogo, analiza las monedas:

En lo tocante a estas curiosas monedas, coincido en el análisis hecho por Menez. Ha sido, por cierto, toda una sorpresa. No sabía que fuera usted conocedora de los procedimientos. He de confesar que me parecía usted... una periodista más. Quizá algo más inteligente de lo normal, pero... bien. Confieso mi pecado y suplico su perdón.

Luego hicieron varios cálculos rápidos. Myers murmuró: el volumen de agua que desalojan no concuerda con el peso que debieran tener si esto fuera oro puro. Pero los análisis con ácidos si que son positivos al respecto. Diría que dentro de estos círculos metálicos (llamarlos monedas creo que nos podría confundir) hay otro u otros metales, todavía más pesados que el oro. Curioso, muy curioso. Ahora me inclino a pensar que estos discos han sido fabricados en frío, mediante presión sobre un molde.

DEL CAPITULO 5: Seguimos con las monedas y el experimento de Chester.

Uno de los trabajos extras que abrumaron a Chester fue el engorroso experimento con una de las monedas que, tras bastantes negociaciones, fue trasladada desde el Gabrielle, forrada de plomo, para su estudio, con la promesa de su devolución sin menoscabo alguno de su integridad.

Era un disco de oro profusamente grabado. Como las pruebas con ácidos y otros métodos habían demostrado, el material de la superficie era puro hasta donde la técnica que disponíais (que era de lo mejorcito) podía desvelar. Sin embargo, la sencilla prueba de Arquímedes, sumergir el disco en un líquido para ver el volumen que desalojaba y luego pesar cuidadosamente la moneda arrojaba una densidad mayor que la del oro, un desfase de decimales, cierto, pero que hacía pensar que ahí había encerrado algún material más pesado. Una de las posibilidades era torio, otra plutonio, o uranio. Las mediciones se inclinaban por el segundo, aunque el márgen de error pasado el tercer decimal era demasiado como para hacer afirmaciones serias. Otro indicio era la avanzada gangrena que habíais encontrado en las manos del capitán de Walaroo, algo quizá extraño en un hombre de tan dilatada experiencia en mares polares. Alguien había sugerido que la radiación podía aumentar las posibilidades de micro lesiones, agravando el problema del frío extremo hasta confundir los cálculos de cualquier experto.

Y esa era la prueba que debía hacer Chester, junto con Winslow y junto a un muy interesado Charles Myers. La cubierta de plomo de la moneda se había hecho a golpe de martillo, y era una tosca caja con una tapadera que cerraba mediante una tira de cuero. Se trataba de poner la moneda en lugar del foco de la ampliadora de Chester, de manera que se pudiera medir cuidadosamente la distancia que había entre el disco y el papel sensible. Midiendo también los tiempos de exposición y revelando el material con mucho mimo, de haber radiación apreciable, dejaría su impronta en el papel.

Algunas de las "plutoniografías" así conseguidas mostraban, en efecto, un papel completamente velado, aunque estas fueron las que recibieron mayor tiempo de exposición. Eran los baremos que se tomarían como control del experimento. Total veladura significaba el límite de precisión que podía dar el material. Las demás pruebas, tomadas por un cada vez más nervioso Chester arrojaron un espectacular descubrimiento. Las veladuras, cada vez menores, no eran uniformes. Las veladuras o impresiones fotográficas, mostraban un dibujo que con cada exposición estaba más claro. Por fin, un día, en una de las típicas reuniones de Moore, en la que ahora estaban los participantes del experimento, Myers y Winslow, Chester puso encima de la mesa un papel con un dibujo así:

VERSION DE POOSTER DE LO QUE ES ESE SIMBOLO:

ese dibujo es el simbolo de un dios antiguo y poderoso, yog-sothoth, malvado y cruel, que fue desterrado y puede traer mas maldad y seres infectos a este plano. Las monedas son, como ya enuncie, portales de entrada a este mundo. Dejen que les lea algunos pasajes de textos escritos en piedra en la antigua siria, manuscritos y pergaminos ejipcios antiguos y libros de artes arcanas.

DE LOS ANTIGUOS Y SU SIMIENTE

 

Los Antiguos fueron, los Antiguos son y los Antiguos serán. Desde las oscuras estrellas Ellos vinieran antes de que naciera el Hombre, sin ser vistos y odiosos, Ellos descendieron a la primitiva Tierra. Bajo los océanos Ellos se reprodujeron mientras las edades pasaban, hasta que los mares abandonaron la tierra, después de lo cual Ellos salieron como enjambre en todas Sus multitudes y la oscuridad reinó en la Tierra. En los helados Polos Ellos levantaron poderosas ciudades, y en los lugares elevados los templos de Aquellos a quienes la naturaleza no pertenece y los Dioses han maldecido.

 

Y la simiente de los Antiguos cubrió la Tierra, y Sus hijos perduraron a través de las edades. Los shantaks de Leng son la obra de Sus manos, los Espantos que moraron en las bóvedas primordiales de Zin los conocen como Sus señores. Ellos han engendrado a Na-hag y a los Feroces que cabalgan en la Noche; el Gran Cthulhu es Su hermano, los shaggoths Sus esclavos... Los Dholes rinden homenaje a Ellos en el valle lleno de noche de Pnoth y los Gugs cantan Sus alabanzas bajo los picos de la antigua Throk. Ellos han paseado entre las estrellas y Ellos han paseado por la tierra. La Ciudad de Irem en el gran desierto Los ha conocido; Leng, en el Yermo Frío. ha visto Su paso, la ciudadela eterna sobre las alturas veladas por las nubes de la desconocida Kadath llevó su marca.

 

Voluptuosamente, los Antiguos pisaron los caminos de la oscuridad y Sus blasfemias fueron grandes sobre la Tierra; toda la creación se inclinó bajo Su poder y Los conoció por Su perversidad. Y los Señores Mayores abrieron Sus ojos y advirtieron las abominaciones de Aquellos que asolaron la Tierra. En su ira, Ellos levantaron Su mano contra los Antiguos, dejándolos en medio de Su iniquidad y arrojándolos lejos de la Tierra al Vacío que hay más allá de los planos donde reina el caos y el cuerpo no permanece. Y los Señores Mayores pusieron Su sello sobre la Puerta y el poder de los Antiguos no prevaleció contra su poder.

 

El odioso Cthulhu surgió entonces de entre las profundidades y montó en cólera con extremada y grande furia contra los Guardianes de la Tierra. Y Ellos anularon sus venenosas garras con poderosos sortilegios y lo encerraron dentro de la Ciudad de R’lyeh, donde bajo las olas dormirá el sueño de la muerte hasta el fin del EóN.

 

Más allá de la Puerta moran ahora los Antiguos; no en los espacios conocidos por los hombres, sino en los rincones que hay entre ellos. Ellos vagabundean fuera de la superficie de la Tierra y esperan siempre el momento de Su vuelta; porque la Tierra Los ha conocido y Los conocerá en el tiempo a venir. Y los Antiguos tienen al horrible e informe Azathoth por Su Dueño y esperan con El en la negra caverna donde roe vorazmente en el caos final en medio del loco batir de recónditos tambores, del discordante sonido de horribles flautas y de incesantes bramidos de ciegos dioses idiotas que andan arrastrando los pies y gesticulan por siempre más sin propósito alguno.

 

El alma de Azathoth mora en Yog-Sothoth y El llamará a los Antiguos cuando las estrellas marquen el tiempo de Su venida; porque Yog-Sothoth es la Puerta a través de la cual Aquellos del Vacío volverán a entrar. Yog-Sothoth conoce los laberintos del tiempo, porque el tiempo es uno para El. El conoce por dónde aparecieron los Antiguos en tiempos muy remotos y por donde Ellos volverán a aparecer cuando el ciclo vuelva a empezar. Después del día viene la noche; los días del hombre pasarán, y Ellos reinarán donde Ellos reinaron una vez. Por su vileza los conoceréis y Su maldición mancillará la Tierra.

 

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07/03/2015, 21:06
Aramiker Menez
Sólo para el director

CAPITULO 5: VERSIONES DE CHESTER Y PICWELL SOBRE EL VIAJE DE LOS DEMENTES

Poco después de partir, cerca de Haití, nos topamos con una tormenta tropical, o más bien un huracán. Interceptó todos nuestros aparatos, y apunto estuvimos de perder los dos aviones apenas empezada la aventura, pero logramos sobrevivir. Aquella no era una tormenta normal: era una tormenta de mil demonios.Literalmente: unos seres alados volaban en medio de la tormenta, sacudiendo las naves, como si estuvieran saliendo de algún sitio. No estamos seguros de si nos topamos con ellos por mala suerte o si estaban buscándonos, pero se dieron cuenta de que estábamos ahí y casi nos mandan a pique. Fue la visión de aquellos seres la que dejó a a Abermale tal y como lo ven ahora. Y también fueron la causa de que nuestro valiente Jefe de Expedición - dijo Chester sin asomo de burla y con el máximo respeto -, el Señor Pickwell, se...

Pero entonces Chester se calló un segundo. Si mal no recordaba, Dominique no había comentado con nadie su problema, así que no parecía adecuado que él fuera el primero en exponerlo: debería ser el propio Dominique quien diera las explicaciones pertinentes.

Bueno, resumiendo. Que si quieren hacerse una idea de cómo fue el ataque de aquellos seres, podría mostrarles algunas fotografías que logré tomar desde el avión. No son muy buenas, pero para hacerse una idea de a lo que tuvimos que enfrentarnos, bastan y sobran. Aunque yo no se lo recomiendo: su sola visión basta para hacer tambalear la cordura de los hombres. Y a partir de aquí, quizás Dominique quiera continuar mi historia...

VERSION PICWELL

 

Como bien ha contado el señor Field, lo que parecia una tormenta de mil demonios resulto ser un mar de gigantescos monstruos voladores, con apariencia de medusas que nos observaban con millares de ojos. El movimiento de sus tentaculos y de sus enormes "cabezas" cogiendo aire por arriba y soltandolo por debajo conseguian desplazarse hacia el espacio exterior, esto era lo que generaba la tormenta donde nos vimos envueltos, de hecho estuvimos a punto de colisionar con uno de ellos. Segun avanzo en mi relato siento que tengo menos control de mis manos, pero prosigo... Yo vi enormes medusas, Field dragones, Abernale le pillo con los aparatos de vision y perdio la cordura, no sabemos que pudo ver. Mis temblores son mas que evidentes.

Pero este no es el unico fenomeno extraño que vivimos, En lo alto de un pueblecito cerca de La Paz fuimos observados de noche por unos seres voladores muy rapidos, yo apenas pude verlos, pero desde luego los habitantes del pueblo estaban atemorizados. Al dia siguiente nos encontramos muerto nuestro saboteador, un sargento, al que le habian separado la cabeza del cuerpo, estando esta sumergida en una sustancia viscosa y conectada a cientos de hilillos. Tambien tenemos fotos y dibujos de la zona, El señor Sutton les podra dar mas detalles.

tengo sospechas que de manera reciente pudo haber pasado algo mas. Acababamos de alcanzar el polo pero no conseguimos aterrizar en el primer punto de suministros, por lo que me desplaze a pie para preparar la llegada de los aviones donde teniamos que haber aterrizado. Es en este viaje cuando nos sorprendio una tormenta como la de ahora, mas o menos. En el campamento base no se que pudo pasar, pero a nuestra llegada vimos un muñeco de nieve hecho por Abernale de lo mas sobrecogedor. Supongo que asi es como lo interpreto, en ese momento no le di importancia, ahora me da que pensar...

 

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08/03/2015, 10:55
Aramiker Menez

CAPITULO 6

Problemas en el campamento Lexigton.

Dentro de la cabaña, un puñado de exploradores se arremolinan alrededor de Laroche, que está a la radio, mientras éste pulsa botones y sintoniza. Una poderosa señal suena entre los silbidos estáticos durante un momento: "TATA-TATÁ-TATÁ" antes de que Laroche haya logrado conectar en condiciones y se pueda distinguir el mensaje que está repitiendo una voz que no reconocéis:

...¡Socorro! ¡Si alguien puede oírme, que envíe una partida de rescate de inmediato! ¡Están atacando el campamento! Tony Hopewell (NJ:es el otro radio de Lexington)llamando al Talahasee. Mac, ¿me escuchas? Están...!

La voz cesa, rubricada por dos agudos sonidos parecidos a unos disparos. Un momento después, solo se escuchan interferencias. Todo el mundo se mira entre si y luego a la radio, atónito. 40 segundos después un sonido hueco como el de un trueno atraviesa el campamento procedente del norte.

Los del Talahasee nos dicen que parece que la tienda común, la reserva de combustible y varias tiendas de la gente de Acacia Lexington se han incendiado,

Descripción al llegar:

El aire estaba enrarecido con un asfixiante olor a quemado y a combustible. Allí donde se parecían haber apagado las llamas, o donde el clima lo había hecho, se levantaban pálidas humaredas y nubes de vapor. El mástil de la antena de radio había caído y yacía retorcido sobre el hielo. La pulcra hilera de tiendas estaba cubierta por una fina capa de cenizas, y la prístina blancura de la nieve había sido profanada por los restos de material carbonizado. Una de las paredes de la cabaña principal estaba chamuscada y ennegrecida. Allí donde debería haber estado otra caseta, la del generador, se encontraban los restos de lo que parecía una gran hoguera. El Northrop Delta y el DelaCierva no parecían haber sufrido daños, ahora permanecían en sus hangares.

Cuando los rescatadores en ciernes (vosotros) llegasteis, el caos del primer momento había dado paso a la ardua tarea de arreglar los desperfectos ordenadamente. El personal de la expedición estaba por todas partes con un variable estado de ánimo. Unos salvaban lo que podían de las tiendas humeantes. Otros intentaban limpiar el material dañado. Otros dos contemplaban los restos humeantes de la tienda de la radio.

Al llegar Starkweather y Lexingtonse enzarzan en una discusión que puede oir todo el mundo. Al parecer la mujer ha extendido las sospecha de que es Starkweather quien ha provocado de alguna manera los sabotajes que han tenido lugar en su viaje, de ahí que nos recibieran como el culo.

Peabody, Menez y Nandan se acercan a la radio con poco éxito.

 

Pooster y Hirsch a la enfermería.

Hirsch dice: Los enfermos. Había tres, señor Field. Los dos perturbados y el radio, al que pegaron un tiro. Dinsdale es pelirrojo, Bradbury creo que castaño y el otro, Hopewell, es moreno. ¿Por qué lo preguntaba?

Pooster dice: Bien, ya hemos visto lo acaecido alli y puedo asegurar que los que causaron el estropicio estaban fuera de si, completamente alienados y sin recuerdos del tema, mas que fobias a arañas . Creo que estos pelos que prresentan ahi, quemados, dicen mas de lo que creemos, puede que hayan tenio que ver mas de lo esperado, Yo personalmente creo que si que han sufrido un tipo de maldicion o condicionamiento para hacer lo que han hecho, no lo duden. Ya no acepto mas casualidades, esto es un caso claro de induccion reactiva. si recuerdan mas datos del sortilegio o ceremonia sufrida se lo agradeceria.No se si recuerdo algo parecido, dejenme pensar....

O´Conell y Chester encuentras unas"huellas" y un manojo de pelos.

Chester ha encontrado un trozo de tela con pelos castaños y pelirrojos como los de los dos "locos" de la Lexington, Dinsdale y Bradbury . Habla sobre vudú. Toman fotos de las huella encontradas pero resultan ser un fiasco (Nj:XD)

Descripción de las fotos:

No parece haber en ellas nada de interés. Son múltiples tomas de una superficie helada con las acostumbradas depresiones. Nada más. Alguna de ellas podría haber sido una huella o algo, pero eso casi parece demasiada imaginación. En otras varias hay, rodeada de huellas nuevas que está claro que son las de Chester y Maggie, una zona virgen o aparéntemente virgen, donde el hielo tiene un color algo diferente. En otras la mano de Maggie va apartando capas hasta llegar a un lugar donde parece que la nieve es gris. Otra foto muestra una especie de piltrafa de entre las muchas que hay mezcladas con la nieve. Parece ser que de esa piltrafa salieron los pelos chamuscados que encontró Chester.

Versdión de (Lexinton) Kyle Williams

No estaba ahi cuando empezó todo, responde Kyle, el piloto, a Dominique. Me estaba vistiendo. Todo el mundo sabe qué jodidamente lenta tarea es hacer eso. Estaba a punto de salir cuando alguien entró e hizo que el techo se desplomara sobre mi. Miró hacia la cabaña, donde la discusión a gritos seguía en todo su esplendor. Me hubiera gustado que una persona más estable dirigiera esta expedición. Menea la cabeza. Aunque vuestro jefe tampoco es manco. ¿Qué tal es Moore? Es bueno que hayáis venido. En serio.

Hemos perdido bastantes cosas. Comida, combustible, repuestos. ¡Ya ves! Nadie estaba preparado para un accidente de este tipo. ¡Y la jefa menos que nadie! Qué vamos a hacer ahora. No podremos salir adelante sin ayuda, seguro. Y no hemos venido hasta aquí para volvernos, ¿no?.

Algunos de los hombres piensan que las dificultades que hemos tenido durante todo el camino las ha provocado Starkweather. El pique que tienen él y la jefa, ya saben. La carrera a ver quién llega antes. Es natural que desconfíen. Sobre todo si vuestro chico no sabe comportarse.

Versión de (Lexinton) Chip Hooper

Bradbury, el cocinero y Dinsdale, el otro piloto, se volvieron p'allá. Hola, me llamo Chip, ingeniero de sonido. ¿Qué tal, hombre? El tipo que se ha acercado a Dominique es joven y sonrie, habla alto y sin demasiada preocupación. Acompaña sus palabras con muchos gestos. Los gritos y los disparos de los dos tipos nos despertaron a todos, pero la reacción fue lenta. Ya saben, hay que ponerse toda esa mierda para salir sin peligro. Gritaban "¡Están aquí!" y "¡Hay que quemarlos!". No se lo que estaba "aquí", pero quemaron bastantes cosas. Acababa de salir cuando el tanque del generador estalló. En el momento en que hacíamos cuerpo a tierra, la cbaña del generador y parte de la cocina estaban en llamas. El generador está destrozado. Los hombres rápidamente redujeron a los locos. Están ahí. Señala el hospital donde acaban de meterse Pooster, Hirsch y el médico de Lexington. Seguro que les dio la locura de la nieve. No disparaban a dar a la gente, menos mal, porque de lo contrario...

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08/03/2015, 11:09
Aramiker Menez
Sólo para el director

 CAPITULO 6

Lexington y Starkweather unen fuerzas finalmente.

Laroche escucha conversaciones en alemán entre los Lexingtong y la expedición alemana Falken.Berguer

Laroche dice:Oye, jefe, los chicos de la Lexington está hablando en alemán con alguien. Han liado una del copón para hacer del Talahasee una estación de repetición para las señales de su avión, que es lo único que les queda. Tengo curiosidad, ¿alguien entiende ese idioma?

Nandan y Menez buscan a Bryce, que habla alemán, para saber qué pasa.

El más responsable de los "chavales", como eran llamados hasta que fueron desbancados por "el chaval" (Nandan) andaba por ahí. No fue difícil de encontrar. Enseguida fue con vosotros al rincón donde se encontraba la radio. En ese momento desde el Talahasee estaban teniendo una conversación técnica con el lado de Lexington. Poco después, cambiaron de señal (pero vuestro radio ya la conocía, así que la volvió a encontrar rápidamente) y reanudaron su conversación entrecortada, esta vez en alemán. El Talahasée grababa y repetía las parrafadas que se mandaban entre ellos. Eran listas de material por parte de los de Lexington. Material quemado, perdido, roto. Los alemanes parecían limitarse a tomar nota, hasta que pasado un buen rato (la voz era lejana y llena de ruido, y los mensajes eran cuidadosamente redactados y repetidos tres veces) lanzaron su propia parrafada, tampoco muy larga.

Parece que con esto cortan la conversación, dijo Bryce. Creo que el radio de Lexington está negociando un acuerdo con los alemanes. Pero yo creía que estaban muy lejos. Les ha dado la lista de las cosas que necesitan, ellos le han dicho que comunicarán las peticiones a sus superiores y que decidirán si Lexington les puede ofrecer algo a cambio de su ayuda. Parece que la cosa durará unas cuantas horas más hasta que se llegue a algo.

Morehouse asintió. Voy a dar instrucciones a Tim para que pueda seguir su trabajo, vuelvo y me quedo aquí de guardia con Louis. Tome. Entregó a Menez las notas para que se las diera a Moore. Si tardan demasiado en dar ese reporte buscaré a alguien más que sepa alemán para que me sustituya. Pero en todo caso le avisaré, señorita Menez.

Siento privarla de su sueño, señorita Menez. Son los de Lexington. La última comunicación ha comenzado en alemán. Era el doctor Johan Meyer. Antes de intercambiar verdadera información ha estado buscando un idioma en el que pudiera comunicarse. Parece que se han decidido por el romaní. Me parece que sospechan que pueden ser escuchados y han buscado una manera de negociar de manera discreta. El interlocutor por parte de Lexington ha sido un tal Anthony Jonson. Me temo que no hay nadie por aquí que hable ese idioma.

Conocías ese nombre. Si ese Meyer era el que pensabas (y hablar romaní estaba entre los datos que podían servir de confirmación) se trataba de un famosísimo (en círculos académicos, claro) antropólogo y lingüista que se había destacado durante la gran guerra luchando en Turquía en el bando alemán.

Es un experto en historia de Europa central y de oriente medio durante la Edad Media. Es, además, un buen conocedor de las ciencias ocultas.

Descripción de Priestley de los sabotajes en la Lexington:

Tranquila, por mi parte no hay animadversión. Es que los hombres se dejan vencer por la tensión. Cómo se nota que no han estado nunca en el rodaje de una película, ¿eh, Chester? A nosotros se nos estropeó comida por toneladas. Todo cosas que podían haberse hecho antes de partir de viaje, cuando se estaba empaquetando y estibando. Nada de ácido. Tanto en el Canal de Panamá como en Melbourne tuvimos muchos problemas burocráticos, en la travesía desde Australia sufrimos tres incendios. Todos con bombas de tiempo que tenían puesta la hora de manera que se hizo imposible eliminar sospechoso alguno. Por otra parte la marinería estaba al borde del motín. Parece que alguien había extendido rumores malsanos y nos tomaban por gafes.

 

Versión de Chester de las "dementadas":

¿Romaní? No, Chester no tenía ni repajolera de romaní. Pero realmente aquello era de lo más extraño.

No hablo romaní, pero si mal no recuerdo durante el viaje hacia el sur en una de las paradas nos encontramos con una mujer que parecía proceder de algún país del este de Europa. Aunque tampoco estoy muy seguro.

Chester intenta recordar qué sucedió con aquella anciana exactamente.

Nos contó dónde teníamos que ir para recuperar la cartera de Sutton, que la perdimos en un... despiste. La tenía un miembro de la policía local - o del ejército, no estoy seguro - pero cuando llegamos estaba muerto. Le habían arrancado la cabeza, le habían puesto unos cables dentro y estaba recubierto de una especie de sustancia gelatinosa que parecía capaz de curar heridas. Todo fue muy raro.

Chester se da cuenta de que ha empezado a divagar. Intenta volver a enfocar su historia.

Pero volviendo a la anciana: que a veces parecía que se moviera como una marioneta, como si alguien se hubiera metido dentro y estuviera controlándola. Cuando hablaba apenas movía los labios, y cuando terminó de hablar con nosotros pareció que encogía de tamaño.

Total - dijo para concluir su historia, que tampoco parecía tener mucho sentido - que no hablo romaní, que hay gente muy rara en el mundo y que, o mucho me equivoco, o aún no hemos visto de la Misa la mitad.

Dicho esto, Chester se recogió en su asiento y trató de descansar. ¿Quién sabía qué les esperaba más allá de los hielos? Pronto lo descubrirían. Sí, muy pronto...

 

Conversación con Acacia:

Acacia obsequió a Menez con una fría sonrisa cuando esta habló de Starkweather de la manera que habló. A Menez le daba la impresión de que Acacia estaba bajo una terrible tensión que disimulaba admirablemente bien: la responsabilidad del mando unida al peligro que gravitaba sobre su cabeza. La desconfianza de no saber en quién confiar. Demasiadas variables y demasiada soledad. Pero también le dio la impresión de que había elegido un camino equivocado para ganarse su confianza. El caparazón de cautela que le rodeaba era duro y correoso.

Me parece completamente impropio y desleal que ponga usted calificativos insultantes a su jefe, señorita Menez, y sepa que se lo haré saber. Lo que pase entre nosotros no es de su incumbencia. En cuanto a sus investigaciones sobre ese tal Danforth -se encogió de hombros- no me dicen nada, pero tomo nota por si nos sirve.

Cuando Menez mencionó la muerte de su padre y el manuscrito de Poe se quedó completamente sorprendida. ¿Cómo se atreve? ¿Ha estado investigándome? ¿Que diantres tiene que ver todo eso con lo que sucede ahora?

Cuando para acabar de poner la guinda al pastel Menez enseñó a Acacia su propio número de teléfono empalideció. Salga usted de mi vista, señorita Menez. Inmediatamente.

A Menez la sorpresa y el estupor de Acacia al revivir esos hechos le pareció sincero, y el disgusto profundo. Probablemente, dado el duro carácter de Acacia esta conversación impidiera nuevos intentos, al menos en un futuro cercano, a no ser que se sirviera para seguir sondeando de otra persona.

Lo que sabemos de Anthony jonson.

Durante muchos años operario de carpa en un circo, Anthony puede que no sea el expedicionario más inteligente de todo el campo, pero es un hombre de gran valía, ofreciendo siempre una respuesta rápida y adecuada ante cualquier emergencia que pueda surgir. Es muy precavido y cauteloso con los desconocidos, probablemente un vestigio originario de los días en que iba de feria en feria con su circo ambulante. sin duda alguna, a Johnson le gusta viajar. Se sintió muy tentado por esta expedición ya que a lo largo de su vida uno de sus mayores deseos fue ir allí donde nadie antes había estado. Es un trabajador duro e incansable, y pone siempre especial cuidado en defender a Acacia Lexington, que para él es como la hermana mayor que nunca tuvo.

Sabemos también que habla romaní pues fue el interlocutor de Lexington con Meyer de los alemanes. INVESTIGAR MAS. HUELE A CHAMUSQUINA:

 

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