Partida Rol por web

Como resultado de la vigilancia constante y crispada, o a pesar de ella, no ocurren más incidentes que entorpezcan los preparativos de la expedición para zarpar. Todos los miembros de la tripulación y de la partida se reunen a bordo del barco por primera vez la mañana del 11 de septiembre de 1933 y el Gabrielle zarpa esa misma tarde.

Es una sensación maravillosa el ver por fin cómo el barco aumenta de revoluciones sus motores y empieza a alejarse de su lugar en el muelle del río rumbo a alta mar. Los cielos están cubiertos por unas finas y altas nubes y el mar está un poco revuelto.  Algunas pequeñas embarcaciones se han acercado a contemplar cómo el barco saluda a la Estatua de la Libertad mientras se dirige al sur a través del Océano Atlántico.

Los miembros de la Expedición Starkweather-Moore, muchos de los cuales todavía ni habíais visto, se sienten libres por fin. Os habéis lanzado a la aventura, dejando atrás los problemas, rumbo a lo desconocido. Todos están eufóricos, a pesar de los misteriosos eventos acaecidos durante los últimos días. Una hora después de zarpar, justo después de navegar las primeras cinco millas, el grupo entero se encuentra reunido en la cámara de oficiales. Corre la champaña. Starkweather y Moore brindan por el futuro y el éxito de la expedición sonriendo de oreja a oreja. Peter Sykes, el guía polar, un hombre de origen canadiense y abundante cabello negro, da color a la fiesta con cantos marineros sobre ballenas de Terranova, acompañado por una improvisada percusión a base de marmitas y cucharones de servir la sopa. Gran parte del resto de miembros del equipo se regalan unos a otros con historias verídicas de grandes aventuras y empresas desastrosas de las que han sido testigos.

 La fiesta logra elevarme los ánimos luego de pasar por tantas desgracias. ¡Por fin habíamos zarpado! Ya nada nos detendría.

 Emocionada, me entregué a la alegría de la celebración con abundantes copas de cuanta bebida encontrase servida. A pesar de ser una "señorita", no podía evitar ese aspecto tan vergonzoso cuando tenía tanto para festejar.

El dulce vaiven del barco sobre el impredecible oceano hacia a Bjorn sentirse como en casa. Nada más zarpar no pudo evitar quitarse los guantes y apoyarse en la barandilla del barco contemplando la ciudad que se alejaba.

Adios, no te echaré de menos. Pensaba sonriente, por fin estaba embarcado después de tantas penurias los últimos meses, por fin se sentía de nuevo realizado.

Al poco de zarpar toda la nave era jolgorio y celebración, los patrones abrían botellas de champaña y festejaban con la tripulación la partida de la misión, en cierto modo era un ritual saludable en este tipo de situaciones, la camaradería había salvado a tantas tripulaciones que era absurdo no fomentarla. El alcohol regó la fierta como si se tratara de un bautizo, en cierto modo era así, querían comenzar este trabajo con buen pie, y que mejor que un buen comienzo y un borrón y cuenta nueva de los acontecimientos de los últimos días.

Finalmente la partida es un alivio, queda mucho por delante pero esto nos libera un poco de las tensiones de los últimos dias

Bell participa en la fiesta, en principio de forma contenida pero conforme avanza se va alegrando mas hasta acabar bebiendo un poco mas de lo previsto

"en fin, va a ser un viaje muy largo hasta la antártida"

  Conforme avanzó la fiesta el alcohol hizo su famoso efecto en mí. Ya no podía evitar reírme a carcajadas y bailar incansablemente.

  En uno de esos bailes me acerqué a Ernest e intenté llevarlo a la pista de baile.

 Vamos, hombre, que es una fiesta y no puede quedarse sin bailar.

La fiesta comienza a desmadrarse, pero yo prefiero saborear mi copa con tranquilidad y no relajarme demasiado. Ya me he llevado demasiados disgustos en esta expedición como para ahora unirme a la locura desatada por el alcohol.

Ernerst estaba feliz por la partida de la expedición, aunque no podía quitarse de la cabeza los sabotajes. Si eran capaces de llegar hasta donde habían llegado ... ¿qué les impediría prepararles alguna trampa en la Antartida? eso sería fatal. Ya era bastante inhóspito aquel lugar como para que también les pusieran palos en las ruedas. Por la noche, el ambiente de camaredería y la alegría reinante terminaron por animar a toda la tripulación, incluido Ernest. Nunca había sido hombre de fiestas pero esa era diferente, aquello era lo que le gustaba, aventureros juntos contando y cantando historias al calor de una estufa y de un poco de alcohol. Cuando la señorita Laughton fue para sacarlo a bailar, él se enrojeció y la rechazo tímidamente al principio, para dejarse llevar después. La belleza de aquella mujer lo intimidaba un poco aunque no tardó en coger el paso y bailar lo mejor que sabía. Intentando evitar esos grandes ojos que le hipnotizaban, anque sin poder hacerlo un par de veces.

   Dejé escapar una simpática risa mientras bailábamos al compás de la música. Era realmente encantador, el poder relajarse luego de tantos sucesos indeseados.

Dígame, señor Ernest, ¿porqué viene en este barco? ¿Qué le atrae de la expedición?

El alpinista respondió algo sorprendido mientras se movía al compas de la música, con las manos en la cintura de la señorita Laugthon -¿Está de broma? Soy alpinista, nada me atrae más que este tipo de expediciones, más aún cuando la Antartida es un territorio inexplorado, con tanto por descubrir. Soy yo el que debería preguntarle, ¿qué hace una señorita de números como usted aquí?

 ¡Jajaja! Pues es muy simple: Amo la aventura, los riesgos y los misterios. Ir hasta un lugar tan inhóspito y peligroso me asusta, es cierto, pero también me atrae de manera increíble. ¿Qué mejor que investigar los pocos puntos que quedan sin explorar en el mundo?

Aunque Bjorn era un hombre frugal no pudo evitar dejarse llevar por la alegría reinante y tomar un par de tragos de alcohol, alegramente seguía el compas de las canciones con las palmas y los pies, incluso en algún momento se levantó e hizo un torpe amago de bailar.

Con la mirada Bjorn no dejaba de mirar a los compañeros de expedición que se habían alojado en el hotel, ahora les conocía algo mejor; Todos provenían de ambientes de erudición y de estudio, profesores, investigadores de campo, tan solo Ernest y él mismo desentonaban en ese exclusivo grupo, al menos Ernest destacaba por un motivo, era un gran escalador, y por lo tanto había que cuidarlo. Él en cambio no era más que un marinero, no era el que más oceano había recorrido pero tampoco el que menos, aún no tenía claro que cualidades había visto el patrón en él pero estaba contento de estar donde estaba.

A un lado de la estancia Virginia charlaba con Ernest, Bjorn pudo ver como ella reía, quizá por una ocurrencia de Ernest, y entonces Bjorn sintió una punzada de envidia. Él, extranjero y con un pobre manejo del inglés, era un paria en los Estados Unidos, una mujer como esa nunca se habría fijado en él, además si lo hubiera hecho él no sabría que hacer, su experiencia con las mujeres se limitaba a algunos encuentros en diversos puertos de la costa de Noruega, entre él y aquellas mujeres nunca había amor, solo dinero. Inmediatamente se puso colorado, no podía soportar esos pensamientos que le oprimían la cabeza y dejando su vaso sobre la mesa abandonó la sala hacia la cubierta donde esperaba encontrar la compañía del dulce mar.

 Por fin comenzaba el verdadero viaje en sí, aunque las últimas semanas podrían haberse una aventura por derecho propio. Sumido en mis pensamientos, y en silencio observo todo lo que sucede a mi alrededor tratando de asimilarlo todo.

Por fin partimos... Y seguimos vivos...

Sonrío de modo burlesco ante mis oscuros pensamientos, no es normal en mi tales malos augurios, pero no puedo sino pensar que algo huele mal en todo esto.

Tras varias horas de profunda instrospección decido que ya es hora de dejar atrás los malos pensamientos y me uno a la fiesta. Me sirvo de una buena dosis de champaña y acompaño el ritmo de la música con los pies, y me relajo por primera vez en dias, la sonrisa vuelve a mi rostro y decido gorronearle uno de esos cigarros que sé que Edgar suele llevar en los viajes

Me acerco y le hago un gesto cómplice que entenderá sin palabras, aunque también es probable que se haga el loco

Al fin y al cabo el viaje es largo, habrá que racionar...

-Eso mismo pienso yo ...- Respondió Ernest al verla reir notando como algo se removía en su estómago. Todos los días que había pasado junto a ella trabajando en el barco habían hecho que se conocieran algo mejor y sobre todo, que ella estuviera plantada en la cabeza del alpinista. El hombre intentó no dar muestras de sus incipientes sentimientos sin saber si llegó a lograrlo, estaba seguro de que notaba la atracción que sentía por ella. Como si la cosa no fuera con él siguió hablando -la verdad es que opino que es usted muy valiente al enrolarse en algo así, solo conozco algo que me produzca más inquietud que la Antártida y es lo que estoy haciendo en este mismo momento- le dijo medio en broma medio en serio con una sonrisa en la boca y esperando su reacción ...

 ¿Qué? ¿Bailar? ¿O bailar conmigo? - La pregunta escondía un tinte de picardía en mi voz, pero en mi mente todavía rondaba mi conciencia, que insistía una y otra vez en qué era lo que estaba haciendo. Por supuesto, la ignoré totalmente.

¡Pero no se preocupe, si es usted un muy buen bailarín. Además, cualquiera de nosotros habría abdicado ante la idea de escalar los sitios en los que usted salió victorioso. - Deslizo mi dedo índice por su cuello, produciéndole unas ligeras cosquillas. Luego, me dejo caer sobre él. Dios, creo que estoy muy borracha...Perdone mi comportamiento...

Ernest volvió a reir ante la pícara pregunta de la mujer, dejandola sin contestación pues estaba meridianamente claro que era por estar tan cerca de ella. Fue entonces cuando ella le tocó el cuello cariñosamente, aquello produjo en Ernest una sensación de cosquilleo y un escalofrío recorrió su espalda -No se preocupe, todos lo estamos, si no lo hace usted lo más probable es que lo hubiera hecho yo- dijo para tranquilizarla. Algo sorprendido por su reacción posterior preguntó -¿Necesita que nos sentemos?¿Quiere que vayamos a cubierta a tomar el aire?-

 Me detengo lentamente en medio de la pista y me abanico el rostro con una mano. Mi respiración, algo agitada, es acompañada con casi inaudibles risitas.

Sí...Creo que un poco de aire me vendría bien.

Viendo como avanza la fiesta decido que es un momento estupendo para ir a mi camarote a descansar, la fiesta está siendo divertida pero creo que ya me he divertido bastante por hoy, aunque es un apena porque nos esperan muchos días de viaje y penurias

"a saber cuando será la próxima fiesta"

La fiesta continúa hasta que se pone el sol, momento en el cual el cocinero echa a todo el mundo para preparar el servicio para la cena. Una hora más tarde, la comida es servida en las grandes mesas de la cámara. Durante la misma, Moore os explica que mientras esté la expedición a bordo, algunos de sus miembros impartirán clases básicas al resto que pueden ser muy útiles a la hora de llegar al hielo. No obliga a nadie a apuntarse aunque deja caer que sí sería muy recomendable.