Partida Rol por web

Tras el "call" inicial de £10 Adam que era la mano subió £50 y Dimitri se plantó, así que era el turno de Vincent y una pareja de Qs era su única arma tras el cambio.

- Empezamos fuertes eh, señor Vólkov - dijo la señora Duft, ahora con una expresión mucho más pilla: había empezado el juego.

Adam era un hombre experimentado en el póquer, pero su "cara de póquer", aunque inmutable, era singular, con una especie de continua media sonrisa; al contrario que la de Dimitri: un témpano de hielo.

Recibí las cartas del crupier y las levanté apenas para mirar la esquina y saber carta y palo. No era mi primera vez y mi "frialdad" me ayudaba jugando al póquer. Aunque raramente jugaba siempre que se presentaba la ocasión de satisfacer a un buen cliente o un amigo no podía faltar a la cita.

La pareja de Q's no me daba mucha esperanza en la mano, pero no gana el que mejor carta tiene sino el que mejor aguante tiene. Miré a la señora Duft directamente a los ojos con una leve sonrisa -Creo que esta mano es vuestra, no veo los £50. -Mientras aparto un poco las cartas de mi. Hay que darles un poco de cancha al principio y esperar un poco a que se envalentonen para apostar más fuerte

Tomé la copa de la mesa y le dí un sorbo, aprovechando la distorsión del vaso para espiar a mis compañeros sin que se fijaran mucho en a quién estoy mirando. Esperaba ver algún tipo de muestra de inquietud o de alegría tras nuestros abandonos para ir conociendo sus gestos.

Después de unos segundos en que Sarah levantó la ceja, incrédula, mirando a Adam, al final terminó por plantarse ella también y dejar que se lo llevara. El croupier movió fichas, recogió cartas y volvió a barajar. Adam Vólkov encendio un habano y ofreció uno a los presentes mostrando la caja.

- Y qué, señor Deline, ¿Cómo le va el negocio? He escuchado que últimamente ha tenido disputas por cierto local del centro... - comentó Sarah con una sonrisa, "orgullosa" probablemente de poseer aquél conocimiento.

Esta vez la suerte de Vincent había cambiado: una bellísima escalera le había subido a la mano. Dimitri que era la mano, decidió esperar a ver que hacía el resto, así que le tocaba al señor Deline.

La partida continuó y tras llevarse la primera mano el señor Vólkov fue el turno de que Dimitri jugara. Prudentemente pasó la apuesta y me llegó el turno. Miré las cartas como el que no le da importancia y escuché a la señora Duft. Cuando levanté la cabeza aún mantenía la sonrisa orgullosa de chiquilla con coletas que se ha hecho notar ante quién le interesaba.

-Veo señora Duft que se mantiene bien informada de mis asuntos de negocios. -Eché un par de fichas de £10 subiendo la apuesta a £30 -Juguemos un poco, no vaya a ser que el señor Vólkov piense que se va a llevar nuestro dinero tan fácilmente. -Le guiñé un ojo cómplice mientras sonreía a la señora Duft y continué hablando. -Yo no lo llamaría disputa, más bien varias que hay varias personas interesadas en el mismo local y estamos negociando. Pero no se preocupe, me interesa ese local y acabaré por tenerlo. Está bien situado y puede ayudarnos a crecer.

- La verdad es que me gusta estar informada, pero es que además es inevitable en mi posción, ya sabe. ¿Está seguro de ello? Sus competidores no son moco de pavo en este caso...

Sarah echó un vistazo a las fichas sobre la mesa y esbozó una sonrisa.

- Juguemos pues. Yo tampoco permitiré que el señor Vólkov se quede con mi dinero tan fácilmente. - dijo igualando la apuesta y añadiendo £20 más, subiendo el total a £50.

- Parece que están resentidos de la última vez, eh?- comentó Adam Vólkov con una risotada.

- Bueno, les dejaremos jugar esta vez

Adam se plantó y cedió el turno a Dimitri

- Dejemos que se calmen las cosas de momento - dijo éste con su marcado acento, retirándose también de aquella jugada.

Sus movimientos eran pausados e incluso aburridos en lo que respectaba al juego, aunque estaba muy atento a la conversación que se mantenía en la mesa.

El turno volvía a ser de Vincent. Sólo quedaban él y Sarah.

Sonreí ante la respuesta de Sarah y esperé a que Dimitri jugara. Una vez más pasó la mano como si no le interesara el juego y sí lo que estábamos hablando. -Creo que va siendo hora de jugar. Esta noche estamos jugando muy suave, ¿no os parece? Demos algo de emoción al juego. -Cojí unas fichas de mi montón y las lancé sobre el montón central con desdén. -Subamos la apuesta £50 más y dejémosla en £100. Creo que es una buena cifra para empezar a jugar, ¿no creen?

Miré a ambos lados mientras continué mi charla con Sarah. -¿Mis competidores? quizás quiera usted, señorita Duft, informarme acerca de mis competidores. Quizás tenga información que yo aún no poseo y puede ayudarme a saber algo más para conseguir ese local.

Tomé mi copa una vez más y mojé a penas mis labios para no beber más de la cuenta. Es una costumbre beber cuando estás en una reunión social, así que aprendí bien a mantener esas costumbres pese a que no me interesaba para nada beber o comer como los humanos.

Sarah miró la apuesta ante ella arqueando una ceja y sonrió a Vincent. Sus ojos desprendían emoción, tensión y picardía

- Dudo que sepa más que usted, señor Deline, al fin y al cabo es usted el interesado. Además, ¿qué se puede decir del señor Berezovsky que no se sepa ya? Es tan tenaz como usted, si me permite decirlo - su sonrisa acompañó un guiño de ojo hacia Vincent, en una mezcla de complicidad y sensualidad.

- ¡Pero vayamos al juego!

Sus ojos se posaron en los de Vincent durante un buen rato, intentando, aunque sin éxito, encontrar algún signo de debilidad. A pesar de ello era demasiado orgullosa para dejarlo ahí.

- Los veo - dijo lentamente sin apartar su mirada y acercando al centro lo que le faltaba para sumar las £100.

Estábamos en la mesa, pero sólo quedábamos ella y yo. Noté en sus gestos, su respiración, el rubor de sus mejillas que no iba a echarse a atrás. ¿Tenía una buena mano o £100 era una pérdida asequible antes que volver a plantarse?. Igualó la apuesta y sonrió. La partida era suya, o eso pensaba.

-Del señor Berezovsky dudo que pueda decirme algo más, pero la gente no deja de sorprenderme, así que ¿por qué iba a ser usted la excepción? -Levanto las cartas sobre la mesa. El juego había terminado, el engaño, la confusión, los gestos, las miradas. Ya daba igual. Las cartas sobre la mesa ya decían todo lo que había que decir.

-Bueno señora Duft, su turno.

Sarah mostró las cartas una a una, parsimoniosamente. 2 de corazones, 3 de corazones, 6 de corazones, 6 de corazones y... corazones otra vez. Color. Aquella sensual y pícara sonrisa volvió a dibujarse en su cara.

- ¡Uoooww! - no pudo evitar exclamar Adam, con una mueca de "dolor" mezclada con una sonrisa - ¿Quién decía que se iba a llevar su dinero, señor Deline?

La partida de póquer duró varias horas más. Después de aquella jugada se acabó la racha de Sarah y Adam empezó a ganar mucho, aunque lo perdía al mismo ritmo, debido a su juego arriesgado. Vincent en cambio fué ganando jugadas discretamente, hasta que, al final fué el primero en llegar a la cantidad acordada final de dinero.

Estaban ya todos marchándose, después de las despedidas y de las correspondientes promesas de revanchas, cuando Dimitri se acercó a Vincent.

- ¿Podría robarle un pedazo de su tiempo, señor Deline? Me gustaría comentarle cierto asunto en privado, si no le importa. - le dijo con su marcado acento ruso.

La partida transcurrió amena y en un tono más distendido tras las manos iniciales. Poco a poco entraron en calor, no sé bien si por causa de la bebida o por el ardor del juego. Yo como siempre mantuve la frialdad que me caracteriza no por haber mantenido durante toda la partida la misma copa sobre la mesa sino porque aunque el líquido hubiera acabado en mi interior no hubiera calentado mi sangre.

Despedí cortesmente a mis anfitriones y besé nuevamente a la señora Duft, instándola a visitarme con mayor frecuencia. Estaba seguro que tras la distante apariencia era una mujer de sangre caliente esperando que alguien consiguiera controlarla. Se ve que su marido no era esa clase de tipos y por eso se mostraba incluso arrogante en ciertas circunstancias.

Antes de marchar, sin embargo, Dimitri se me acercó para comentarme algo en privado. -Claro señor Djizarliev. Algo me decía que no estaba aquí sólo para jugar al póquer. Vayamos a un sitio más tranquilo. -Le guié hasta mi despacho y le ofrecí algo de beber antes de pedirle que se pusiera cómodo en una silla.

Dimitri acompañó a su anfitrión al enorme despacho con la misma "cara de póquer" que había tenido toda la noche. Se podría decir que era una actitud "profesional" llevada al extremo de la impasibilidad absoluta.

- Gracias - comentó mientras se acomodaba en el asiento y esperó que él hiciera lo mismo.

- Permítame explicarme, señor Deline. Represento a Boris Modin, un importante coleccionista y estudioso de la estirpe. - su mirada se fijó en la suya en aquel momento, como si esperara ver alguna reacción por parte de Vincent, aunque era difícil distinguir interés o emoción en aquella(*) mirada.

- Tal vez haya sabido que hace poco se robó cierto libro muy importante de la exposición temporal que se había montado en el museo, el cuál pertenecía a mi señor. Por lo que parece el ladrón utilizó métodos... "poco naturales", si me entiende.

- El resto puede deducirlo usted; debido a la particularidad del asunto hay poca gente en la ciudad con los recursos necesarios a la cuál acudir para recuperarlo.

Dimitri se sentó y empezó a hablar pausada y fríamente. No parecía tener emoción alguna, ni en el póquer ni en la vida en general. Observé atentamente sus rasgos para ver si era uno de nosotros, pero no acabé de ver nada distintivo.

-¿Coleccionista y estudioso de la estirpe? Suena como si recogiera trozos y los guardara en cajitas de metacrilato en una estantería del pasillo. -Le miré con cara de no confiar demasiado en sus intenciones, al fin y al cabo a mí que me importaba lo que ese tipo hubiera perdido. Me levanté de la silla y comencé a andar por la habitación. -No he entendido qué me ha querido decir con eso de "la estirpe" sin embargo, no sé por qué a tu señor, como tu le llamas -caminé dando la vuelta a la habitación haciendo que si quería seguirme con la mirada debería retorcerse en la silla. -piensa que yo, como director del casino podría ayudarle. Eso en el caso de que quiera ayudarle.

Me coloqué a su espalda y me puse cerca suya, suficiente para poder susurrar y que me oyera perfectamente. -¿Qué quiere exactamente el señor Modin y por qué "cree" usted que debería echarle una mano? -Me volví a alejar de él y me coloqué tras la silla de donde partí. Me apoyé en ella y le miré a los ojos.

Dimitri no se molestó en seguirle hacia detrás, de manera que siguió mirando al frente mientras hablaba. Su semblante seguía inmutable incluso ante el susurro de Vincent.

- Verá, señor Deline, tenemos cierta idea de quién o quienes podrían haber sido. Pero lo nuestro es la información, no la... "contundencia". Aquí es donde entra usted.

Dimitri entrelazó sus dedos, calmadamente.

- Por otra parte estoy seguro de que mi señor sabría corresponderle si le ayudara. ¿El local del que hablábamos antes, por ejemplo? No creo que tuviera más problemas al respecto... Porque créame, los tiene.

Arqueé las cejas levemente al escuchar sus palabras. -Discúlpeme, pero creo que no le sigo. Soy un "modesto" director de un casino. Aquí tenemos un servicio de vigilancia y de guardia de seguridad, no entiendo qué quiere decir con que yo puedo actuar contundentemente. Está usted diciendo que yo desde mi posición podría hacer algo para recuperar ese libro. Pero no veo la forma.

Me eché hacia atrás en el asiento de modo relajado -¿Por qué no me es más claro y deja de marear la perdiz? Usted me dice qué quiere y como puede conseguir que yo obtenga ese local, suponiendo que no pueda conseguirlo yo por mi mismo, cosa que por otro lado tampoco me acaba de decir por qué y luego hablamos de si yo podría hacer algo o no.

Quedé esperando su respuesta, pero algo dentro de mi empezaba a removerse y no era a causa del hambre.

Nadie viene a mi casa a decirme que no puedo conseguir algo. Nadie viene a mi casa a sugerir que puedo hacer o no hacer algo con mis mis contactos y mi imperio. Oh no, más te vale cambiar de actitud y ofrecerme el mundo antes de pedirme siquiera un favor. Así que habla y dí qué quieres, que no tengo tiempo para perderlo contigo. Mi cara sin embargo seguía igual de impasible.

- Oh no, señor Deline, creo que el que marea la perdiz es usted. Quiere disimular ante alguien para el que no hay secretos.

- El tema es muy sencillo. Usted sabe de dónde sacar los matones necesarios para hacer hablar a cuatro personajes, entrar al cubil dónde puedan tener el libro, recuperarlo y darles su merecido. Respecto al local... en fin, si le diéramos la información que necesita sería como pagar por adelantado, ¿no cree?

Dimitri se levantó de la silla en qué estaba sentado con un leve suspiro y cogió la chaqueta.

- Aunque por lo que veo tal vez no es usted la persona adecuada. Lamento haberle molestado.