Partida Rol por web

-No Stacy, espera.

Ted sujetó con suavidad a su hija por el hombro, y le acarició el pelo. Le estremecía la sola idea de que pudiera pasarle algo a sus hijos o a su esposa. De que pudiera perderlos. Al fin y al cabo, a pesar de estar viviendo una verdadera pesadilla, estaban todos juntos, sanos y salvos. No podría soportar... Otra carga sobre sus hombros como la muerte de su padre.

A pesar de este terrible dolor de cabeza...

-No permitiré que os ocurra nada malo. Lo dijo con un tono neutro, serio, como si con tal afirmación se limitase a enunciar una verdad irrefutable y evidente. -Bastante es lo que estáis viviendo por mi decisión de mudarnos a este edificio. Se refería al Dakota, claro, aunque parecía que estuvieran a millones de millas de su hogar. Desde que presenció la muerte de John Lennon en la entrada del Dakota, Ted había estado rumiando ideas más bien oscuras acerca de la fugacidad de la vida, de lo fácil que era que la fatalidad te golpease. Ahora veía claro que la familia no a lo primero, era lo único. Que para ser feliz había que asumir las dificultades cotidianas que planteaba la convivencia familiar, y al mismo tiempo ser capaz de alegrarse por cada momento juntos. Que era responsabilidad suya que Joanna, Alex, Stacy y Dorothy se vieran en aquela situación. Si no lo había conseguido con su padre, no permitiría que el tiempo, la vida con su familia, se le escurriese entre los dedos.

-Deja que tu madre intente abrir la puerta.

Tan pronto como Joanna posa su mano sobre la placa oscura, las puertas se abren inmediatamente a ambos lados. Alex no ha tenido tiempo de buscar nada, pero ya es innecesario al comprobar que basta con establecer contacto con el material negro para interactuar con él. Es fascinante como Joanna, un ama de casa acomodada, es capaz de tomar la iniciativa y descubrirse como una madre y esposa desconocida hasta ahora.

El interior, un lugar circular de paredes que han abandonado el color blanco por el aspecto de uno mucho más industrial, con lo que parecen cilindros insertados unos en otros, como tuberías aquí y allá de un sistema de fontanería. Las paredes tienen un color gris oscuro, con un diminuto granulado que parece estar en continuo movimiento. Entráis con cuidado de no pisar los restos de la puerta que ahora burbujean en el suelo.

La sala circula donde estáis tiene unos cinco metros de diámetro y diez de altura. El techo tiene una ranura que atraviesa su centro, como dos semicírculos unidos, y con una "X" en color blanco. Parece que es un acceso cerrado o algo así que en determinadas condiciones se abre. En cambio, justo al lado del techo, en la pared cilíndrica, hay una abertura horizontal lateral que da acceso a algún lugar que no podéis ver desde abajo. Quizá un pasillo o una sala.

Al posar tu mano en la placa negra, una idea se materializa en tu mente proveniente de algún lugar desconocido, quizá el lugar donde desaparecen los sueños una vez despiertas o donde fueron los momentos más felices de tu vida, ya olvidados:

Accediendo a elevador y zona de contención.

Al cabo de unos primeros segundos en que os familiarizáis con el lugar, una esfera blanca aparece flotando de una de las extrañas tuberías y se coloca en el centro, a la altura de vuestros hombros. Su aspecto recuerda a un vidrio translúcido. Emite un pequeño pulso de luz de una fracción de segundo, un destello que deja una impronta en vuestra retina. Como un negativo de una pesadilla que os acelera el pulso, nutre vuestro odio y pulveriza vuestros límites morales.

Un ansia de violencia corre por vuestra sangre, controlando vuestros movimientos.
 

Alex levanta la mirada hacia su madre, Joanna. Su puño derecho golpea la palma de su mano izquierda y camina hacia ella. La mirada serena y seguridad que le ofrece esta locura transitoria que toda su familia padece, junto con sus músculos esculpidos haciendo deporte, contrastan con la inusitada torpeza con la que clava su derechazo en el aire. Joanna ha conseguido esquivar el ataque de su hijo.

En ese mismo intervalo de tiempo, Dorothy se ha acercado a su padre, al que mira de frente y derrochando desprecio hacia la persona que la sostuvo innumerables horas en brazos cuando era un bebé, que la cuidó y, sobre todo, le dio la vida. Un puntapié se dirige hacia la entrepierna de Ted. Un terrible dolor inunda el cuerpo del progenitor Krammer. Se pone de rodillas en el suelo mientras su hija le observa apretando los labios y alejando de ella todo rastro de humanidad.

-Ghofff...!!!

La patada de Dorothy dio en el blanco, y dejó a Ted arrodillado, con la cabeza apoyada en el suelo y las manos entre las piernas, oscilando lentamente de un lado a otro...

La patada de Dorothy había sido certera, y por un momento Ted sintio que se desvanecía. Pero su hija tenía las piernas muy delgadas, y Ted había conseguido, en el último momento, hurtarse un poco al golpe... Aún así quedó semiarrodillado, dolorido e incapaz de moverse demasiado.

La primera mirada que lanzó a Dorothy tras el golpe fue de odio, como deseando fulminarla, que desapareciera, o quizás que nunca hubier nacido. Pero enseguida sacudió la cabeza y gruñó intentando calmar las cosas

-Ufff... Tranquilos, tranquilos, ¿qué estamos haciendo? ¿Mordernos y golpearnos entre nosotros? ¿Qué sentido tiene eso? Calmaos, por Dios. Ha sido... ha sido esa bola blanca, nosotros no somos así, ¡somos una familia! Con nuestros defectos, seguro, pero Dios sabe que en el fondo nos queremos, y que todo esto nos unirá más, y que...

Estaba sofocado por el dolor y el miedo, pero no podía frenar la verborrea que salía de su boca; era su herramienta habitual para ganarse la vida, para sobrevivir.

-Niñas, Alex. Joanna. Sed Razonables, recordad... Recordad todo lo que los unos hemos hecho por los otros. Los momentos felices que hemos vivido juntos. Cuando mamá llevaba a Alex a su clases de lucha, o cuando fuimos todos juntos aquella tarde a la feria de Long Island, ¿recordáis cómo nos reíamos cuando se me rompieron los pantalones? O cuando vosotros, Dorothy y Stacy, jugábais con la casa de muñecas que os regaló el abuelo... Yo usaba la figura de Godzilla de Alex para amenazar con destruirla y él la de Heman para salvaros... Joanna, ¿te acuerdas de la primera vez que vimos un combate de Alex, y de aquella función de las niñas que te hizo llorar? Por favor, por favor, parad...