Partida Rol por web

-Ese movimiento de cuello...dinámico y eléctrico a la vez. Ese "grugrugru", que parece un ronroneo...síiiiiiiii. ¡Qué hermosa que estás!. Ven con papiii, ven con papiii....-

Lin se acercaba casi reptando a la jaula de aquella embriagadora paloma, como si temiese que fuese a salir volando, aún estando encerrada. Sus ojos vidriosos casi parecían llorar por aquel regalo del destino, mientras su boca se entreabría dejando su aspera lengua ligeramente al descubierto cual peluche. Su cola se mecía como un péndulo a ras de suelo casi barriéndolo. -Oooh baby, oooh baby....-

La primera en conseguir abrir alguna de las jaulas fue Resaca y tras ella Marí también lo consiguió. La pequeña bolita de pelo blanco trataba de mostrar a Rubik cómo se hacía. 

Sin embargo, Rubik sólo tenía ojos para Lin y la paloma. El enorme gatico se acercaba a la jaula que contenía el ave con la postura de un perfecto cazador. ¿Contendría su instinto o saltaría sobre aquel bicho? Nadie podría decirlo con seguridad. 

Mientras tanto, Misi parecía haberse quedado embobado mirando a su alrededor, sin terminar de decidirse a moverse.

Algunos cachorros empezaron a salir de las jaulas y entre maullidos rodeaban a sus salvadores, frotándose con ellos lo más atrevidos u olisqueándolos de lejos los más tímidos. Sin embargo, todavía muchos seguían encerrados, pidiendo con maullidos cada vez más impacientes que los rescatasen al ver que otros habían logrado escapar de sus cárceles.

Los ojos de Rubik cambiaban ahora continuamente. De Lin a la paloma. De la paloma a Lin. De Lin a la paloma. De la paloma a... Marí, que al parecer no podía vivir sin él. Alegre de haber hecho una nueva amiga en su primera misión Rubik se giró en su dirección, contento.

- ¡Si ya lo sé! - Maulló, como remolón, antes de acercarse a una de las jaulas cerradas. Por el camino observó a los gaticos que iban quedando libres, complacido. - Mira, Marí. - Enunció después, llevando una pata a una de las barritas y casi rezando, implorando, por no quedar en ridículo. Antes no lo había conseguido pero, con un poco de suerte, creerían que había sido para dar a los demás la oportunidad de intentarlo. Al ver lo bien que le había salido él mismo se sorprendió, y aunque intentó disimularlo la expresión de su rostro debió decirlo todo.

- ¿Ves como sabía? - Preguntó de manera retórica, haciendo como si siempre hubiera estado todo controlado. - ¡Si está lamido!

Fueron los mauliiditos de los cachorros los que sacaron de su trance al gato que miró de reojo, para volver a mirar de nuevo a la paloma...y de nuevo a los cachorros.

Como el que abandona su hogar y a sus seres amados, Lin se dirigió donde estaban los demás, aún pensando el festín que dejaba tras de sí. Agitó la cabeza ofuscado y finalmente miró a su alrededor, valorando posibles salidas de allí, aunque su mirada se centró en la ventana por la que habían entrado.

Al ver como Rubik abre otra jaula Marí maúlla sorprendida. - Un gatico aplicado. - Dice con vocecilla de sabionda. Mira alrededor echando una cuenta rápida de cuantos faltan. - Aún quedan más de la mitad... - Se queja hacia el resto. Con prisa se mueve hasta otra jaula para intentar abrirla.

Cuando mueve la patita se sorprende al verse incapaz de levantar la barrita del mismo modo que antes. - Porras... ¡Caracolas! - Exclama enfadada finalmente y mira al resto de su escuadrón. - Se me resiste...

- Déjame a mí- maulló, al ver que Marí no podía abrir otra de las jaulas, tras comprobar que los gaticos que se habían liberado estaban bien- Daos prisa, pronto volverá el humano memo, seguro- advirtió, antes de acercarse a abrir "la barrita", moviendo las patas con cuidado y atención, pero con precisión.

La puerta cedió una vez más- Ya está- añadió, con suficiencia- Venga, vamos, salid, gaticos. Rápido.-dijo, mirando alrededor, para ver si quedaba alguna jaula más, viendo que el gatazo había dejado de observar la paloma con auténtica felinidad y observaba ahora atentamente, para ver por dónde podrían salir, intuía. Así que, erizando de nuevo las orejas, lo ayudó.

Rubik se esforzó en demostrarle a Marí que él también podía abrir aquellas jaulas. La pequeña bolita blanca también lo intentó, pero en esta ocasión aquella estúpida barrita se le resistió y lo dejó por imposible. Resaca se sumó a ellos abriendo algunas jaulas más.

Cada vez eran más los gaticos liberados que rodeaban al grupo de voluntarios. Algunos se limitaban a maullar complacidos mientras que otros con aspecto más pendenciero hablaban de venganza, de esconderse y saltar encima del humano Nemo cuando volviese. Un pequeño cachorro pelón aseguraba que le iba a meter el pienso rancio que les daba de comer por el gaznate.

Lin había dejado de mirar hacia la paloma y sus ojos recorrían la estancia, pero parecía un poco distraído y no llegó a ver nada. 

Misi, por su parte... ¿Dónde estaba Misi? Ah, sí, seguía mirando al infinito. Parecía haberse quedado completamente absorto desde que se habían colado por aquella ventana y los gaticos liberados empezaban a empujarlo como si de un mueble se tratase. 

El pecho de Rubik se hinchó, satisfecho, al mirar de nuevo a Marí después de aquella demostración. El cumplido de la gatica habría hecho que, de ser humano, se sonriojase. Pero por suerte él no era un humano y podía seguir pareciendo todo un gatico duro a ojos de ella. Un auténtico camorrista. Su pecho se hinchó todavía más al ver que ella no era capaz de repetir su hazaña. Por un momento le dieron ganas de acercarse y hacerlo en su lugar, enseñándole como ella había hecho antes, pero la posibilidad de no ser capaz era una amenaza demasiado poderosa. Si no conseguía abrir aquella jaula, la gatica podría pensar que lo de antes había sido sólo suerte, y eso no podía ser. Confió, por tanto, en que alguno de sus compañeros se encargaría de aquello, y llevó su vista alrededor, observando con alegría todos los gaticos que habían liberado ya. Casi sin querer acabó persiguiendo el rabo de uno de ellos, y luego rodando hasta quedar casi encima de otro. Pero finalmente acabó por erguirse de nuevo de golpe, mirando al frente con ojos de soldado, como si aquellos movimientos hubieran sido sólo desplazamiento de camuflaje para moverse como uno más, sin ser visto.

Y entonces fue cuando vio a Lin. No tenía muy claro qué estaba haciendo, pero se decidió a ayudarle. Si mientras tanto sus compañeros no abrían las jaulas restantes ya se ocuparía él después, cuando no mirase nadie por si fallaba. Aún había unos gaticos que liberar. Y una paloma con ganas de jugar.

Misi se había quedado abrumado por ver a tanto gatito enjaulado, recordando sus años más jóvenes. Se vio a sí mismo en unsa de esas prisiones con sus hermanos y se quedó ahí, en shock. Por suerte, los gaticos más pequeños parecían dispuesto a hacerlo todo ellos solos. Cuando Misi despertó del trance, miró alrededor y vio que estaban casi todos los gaticos fuera, así que se dispuso a buscar posibles salidas, intentando descubrir las más factibles.

Además, si el humano volvía, mejor sería tener varias vías de escape. No estaba seguro de que los gaticos liberados podrían salir por la ventana y la puerta era una opción peligrosa.

Marí se hizo a un lado para que resaca, más habilidosa, abriese la jaula de los pequeños gatetes. Sus ojillos se tornan tristes al sentirse inútil al fallar, y por ello decide volver a intentarlo. Vuelve a avanzar decidida y con paso ligero, como una bolita de algodón que lleva un vendaval. 

Una vez está al lado de otras jaulas su patita se lanza decidida a la barrita. - Otra ves no... - Maúlla en bajito, decepcionada y nerviosa. ¿Como podía ser que comprendiendo ese intrincado mecanismo humano y contando con unas patitas tan habilidosas y esponjosas fuese incapaz? - ¡Mal Marí! ¡Mal, mal, mal! - Exclama rabiosa dándole golpes con la patita a la jaula, maldiciendo no tener uñas y dándole igual poder asustar a los gaticos del interior. 

Lin acercó hasta la ventana hasta estar cerca del cristal. Lo observó unos instantes serio y pensativo. Luego se giró y observó a sus compañeros rodeados  por los cachorros que poco a poco estaban siendo liberados. Parecía sopesar algo, que por su gesto y bigotes, podría traer consecuencias.- ¿Ya están todos los cachorros?- Preguntó con maullido serio.

Había algo que llamaba la atención en medio de la algarabía que se estaba formando en la cárcel. Pero no era exactamente la existencia de algo sino una ausencia. Los gaticos tuvieron que concentrarse en analizar qué era eso que percibían, o más bien, eso que habían dejado de percibir y finalmente se dieron cuenta. 

El sonido bisbiseante que el humano Nemo se había dedicado a hacer en el patio había desaparecido en algún momento, dejando tras él el silencio. Y si el humano no estaba en el patio... ¿Dónde estaba? ¿Ya se habría dado cuenta de que no había ningún gatico maullante allí? ¿Estaría regresando hacia el interior de la tienda?

Tus pupilas se afilaron mientras recorrías el lugar con la mirada. La ventana se había cerrado cuando os colasteis en el sótano, así que por allí no podríais salir... A no ser que consiguierais abrirla de nuevo, aunque el mecanismo parecía bastante más complicado que las barritas de las jaulas y estaba también el problema de llegar hasta ella.

Sobre la mesa había muchas herramientas de humanos, aunque no tenías ni idea de cómo usarlas. Seguiste observando. Te diste cuenta entonces de que la puerta estaba entreabierta. Y parecía el único lugar por el que poder escapar.

Tus pupilas se afilaron mientras recorrías de nuevo el lugar con la mirada. La ventana se había cerrado cuando os colasteis en el sótano, así que por allí no podríais salir... A no ser que consiguierais abrirla de nuevo, aunque el mecanismo parecía bastante más complicado que las barritas de las jaulas y estaba también el problema de llegar hasta ella.

Sobre la mesa estaban todas esas herramientas de humanos, aunque no tenías ni idea de cómo usarlas. Seguiste observando. La puerta seguía estando entreabierta. Y parecía el único lugar por el que poder escapar.

Marí intentó de nuevo golpear esa barrita con su pequeña patita de algodón, pero no consiguió nada. Mientras tanto, el resto de gaticos parecían haberse desentendido de los últimos enjaulados y paseaban por el lugar, analizándolo con ahínco en busca de alguna salida que no hubieran descubierto aún. 

Muchos de los gaticos liberados estaban reuniéndose en un círculo, poniéndose de acuerdo para preparar una emboscada y otros empezaban a impacientarse y a preguntar una y otra vez a sus salvadores cuándo podrían marcharse de allí.

El tiempo seguía pasando y las amenazas del regreso del humano Nemo y la llamada de la señora con rulos a los de la perrera pendían en el aire sobre nuestros aguerridos gaticos.