Partida Rol por web

Bueno, mientras me acerco a la taberna más cercana a tomar un trago, y pongo los oídos haber si escucho algo que tenga que ver con el avión estrellado, después de eso compro algo de comer para el grupo y vuelvo con ellos.

Gracias a las curas de Svetlana, Gregori se encontró mucho mejor. Aquel feo rasguño, con las hábiles manos de la mujer, dejó de escocer y el vendaje aplicado con una tira de ropa medio limpia le daba otra cara algo menos preocupante.

-Gracias socia!- le agradeció Ratón ofreciéndole una de su balas de calidad. -Intuyo que no será la última vez que tengas que hacer una cura. El camino hacia ese maldito avión no será nada fácil...

Ahora, solo deseaba comer alguna cosa y poder descansar durante unas horas. Los últimos sucesos lo habían dejado realmente agotado y sabía que solo había sido el pricipio de aquella aventura.

-Por cierto Marek y Svetlana, qué os parece todo este tema? Creéis de verdad en la existencia de ese avión o pensáis que es rumor? A mi parecer, puede que sea cierto. Pero seguro que no seremos los únicos en buscar ese cacharro...

La joven doctora se guardó la bala de grado militar que le había dado Gregori agradeciendóselo con una sonrisa.
No acostumbraba a cobrar por las curas, pero si le daban algo voluntariamente nunca lo rechazaba.

Después de comer, y no estaba nada mal lo que había traído la compañera, llegó el momento de realizar otra cura.
Esta vez bastó con un calmante tópico que Svetlana llevaba en su botiquín.

Después de curar a Anna, aprovecharon un pequeño rato de sobremesa para charlar un poco antes de dormir.

-Anna, antes de que tú llegaras con la comida Gregori nos estaba diciendo que él cree que el avión repleto de munición militar
existe de veras. Aunque también opinaba que será muy peligroso ir en su busca porque no seríamos los únicos en hacerlo.
Por mi parte yo no tengo ningún problema en acompañaros en esa búsqueda ayudando en todo lo posible a pesar del peligro.

El disponer de un lugar decente donde dormir y una comida caliente fueron realmente revitalizadores para todos. La noche transcurrió tranquila e ininterrumpida, y sirvió a los aventureros para recuperar fuerzas antes de dar el siguiente paso en su aventura. Las curaciones de Svetlana fueron especialmente exitosas, dejando como nuevos a sus pacientes.

En el bar de la estación, Anna había conseguido escuchar una conversación entre dos hombres sobre un hombre que había llegado a la estación hacía unas semanas y que desde entonces llevaba derrochando balas como si le fuera la vida en ello, pero no dijeron nada sobre donde podía encontrárselo.

A pesar de que cada uno siguió su propio camino, fuera por la vivencia compartida o por algún vínculo que se hubiera empezado a formar, a la mañana siguiente acabaron unidos todos de nuevo. Listos para continuar la aventura, el objetivo de Gregori, Svetlana y Andrey estaba claro, encontrar a Igor Semenovich. El resto del sexteto, lo tuviera planeado o no, se vería arrastrado también en aquella búsqueda del tesoro, en la que la recompensa solo era tan grande como el riesgo dispuesto a correr para conseguirla.

Tras descansar, el grupo se levantó realmente con mejor cara. Realmente, Svetlana era buena en sus habilidades de sanación. Era bueno tenerla en el grupo. Bueno y necesario.

Se encontraron con el resto de compañeros, dispuestos a decidir cual seria el siguiente paso. Ratón rompió el silencio con una conversación susurante, evitando que alguien más los escuchara. Lo que tenía que decir, debía ser algo solo para ellos.

-Buenos días, amigos -dijo a los integrantes del peculiar grupo- Espero que os hayáis animado a continuar con nosotros en la búsqueda de ese misterioso avión. Si lo encontramos, nuestras vidas cambiaran a mejor... a mucho mejor. Solo tenemos que encontrar a una persona que nos hará infinitamente más fácil nuestra tarea: a Igor Semenovich.

Mirando a lado y lado del local donde se encontraban, buscando miradas curiosas, continuó.

-Estamos convencidos que está aquí, en Tretjakowskaja, pero hay que encontralo. La mejor opción, y más rápida, creo que sería separarnos para saber donde está y traerlo hasta aquí. Os parece bien esta idea? Podemos hacer parejas y encontrarnos a mediodía aquí mismo para saber qué hemos descubierto.

Gregori esperó la respuesta a su propuesta. Tenía ganas de ponerse en marcha y saber algo más sobre aquel cargamento. Sin querer fantaseaba sobre su futura vida siendo inmensamente rico.

En esta estación se encontraban dos hombres muy especiales, dos hombres marcados por la fatalidad. Uno de ellos, era Igor Semenovich, quien parecía haber encontrado un avión militar repleto de munición de clase militar. El otro, era uno de los viejos socios de Semenovich y el objetivo de Marek para viajar hasta allí. No se trataba solo de encontrar el avión, se trataba de acabar con Rezno Moveronich por sus crímenes, en concreto la orden que había recibido por parte de sus nuevos jefes de acabar con el viejo oficial nazi huido tanto de sus viejos camaradas como de aquellos en la Orden a cuyos familiares había asesinado sin piedad. Aunque ahora usase un bastón para caminar, fueron manos fuertes y sangre fría las que usó para acabar con tantos inocentes. Una deshonra para cualquiera de sus dos patrones, una mancha que eliminar. Con la excusa de localizar más información previo al momento de separarse, se escabulló para encontrar a Rezno entre la población local.

Marek escuchó con detenimiento a sus compañeros, en especial en la parte del avión y de Igor Semenovich, del que ya había oído hablar de manera breve en los días previos al encuentro con los aventureros. Siempre era bueno tener más información que un simple dossier:

- Así que un avión misterioso repleto de munición militar... ¿Alguno tiene pruebas de su existencia? - Dijo Marek haciéndose el sorprendido ante las palabras de Svetlana y Ratón.- Por supuesto, será interesante apuntarse a esta aventura, mis asuntos en este lugar están a punto de quedar resueltos para, supongo, final del día. Si Semenovich está en este lugar, lo encontraremos, estoy seguro. - Miró al grandullón con gentileza- Anton, si quieres resolver algunos asuntos antes, podemos quedar en este punto en unas horas, de lo contrario salimos en cuanto estés listo.

-Gregori, si no es un problema, en la distribución de parejas que propones yo preferiría ir al mercado en vez de al bar.
-comentó Svetlana.

-Si voy al mercado mientras busco a Semenovich puedo aprovechar para realizar unas compras que necesito,
y en el bar no tengo nada útil que hacer. Le propongo a Andrey que si va al bar en mi lugar, le vendo ahora mismo
mis dos cargadores completos de Bastarda, sesenta balas en total, por sólo cinco balas de grado militar.
A él esto mismo le costaría seis balas de precio, se ahorraría una bala y yo conseguiría justo la cantidad que me falta
para comprar todo lo que quiero. Si él no está de acuerdo en esta oferta, hago este ofrecimiento a otro que lo acepte.

Anton se encontraba especialmente desanimado, había buscado durante horas y no pudo dar con el hombre que le había citado a ese lugar. Se hallaba iracundo, pues bien sabía que era probable que si esas balas no llegaban a donde pertenecían su hija tendría hambre una noche, quizás dos, quizás tres, o más. ¿Acaso importaba? El sentimiento de culpa le había atravesado el pecho y necesitaba hallar una solución. Pero no la encontró. Se dejó llevar por la bebida en un bar y para cuando se dio cuenta, había gastado lo que le quedaba de las balas que en un principio utilizó para reponer su equipo. Estaba acabado.

Apartó con rabia las bebidas de un taburete que servía como mesa y se levantó para volver a encontrarse con Marek y el resto del grupo, no tenía más conocidos en Tretjakowskaja, así que tendría que improvisar algo.

Sorpresivamente, todos se encontraban reunidos en el sitio de reunión acordado. Se esperaba que algunos ya hayan continuado con su viaje o se hubieran perdido entre los túneles de Venecia. Fue un detalle que obvió con importancia tras oir los disparates acerca de Semenovich. ¿Un avión estrellado repleto de balas? Negó con la cabeza varias veces para demostrar su incredulidad y se cruzó de brazos... pero en el interior de su alma un atisbo de curiosidad y deseo se había interesado en aquel cuento. Además... De ser cierta la existencia de aquella fortuna podría usarla para finalmente reunirse con su hija y poder excluirla de una vida de parias en los túneles del metro. Tenía que intentarlo.

Asintió al plan de Gregori sin pensarselo mucho. Si ese tal Ivan seguía en Venecia iba a ser un desafío encontrarlo, pero tenían la ventaja de números y podían cubrir más terrenos. Había que ponerse manos a la obra.

—Nos vamos ya. Marek. Coge tus cosas, encontraremos a ese mercader demente y veremos que tanto sabe acerca de ese supuesto avión.

No hay que ser un genio de las finanzas para saber que no es lo mismo repartir entre tres que entre seis, y eso a Andrey no le hacía gracia, las balas en el metro podían llegar a gastarse realmente rápido. Y además, no se fiaba de esa gente, le daban malas vibraciones, un mal presentimiento.

-Ratón, ¿Podemos hablar? En privado.- Se ajustó el cinturón y se llevó a su compañero un par de pasos mas alejados del resto, para comentarle sus dudas.

-No pienso compartir el botín con esos tres, que se busquen la vida, ¿Porqué coño los has invitado a venir? Somos un grupo capáz, pequeño y móvil, tres personas. Suficiente. Ahora vamos a tener que cargar con el bicho grande ese, otra mujer que no sirve para nada y ese listillo. No me gusta.-

Expuso su postura en privado, mirándo de vez en cuando al grupo al que se refería. 

Marek contempla la escena que está a punto de montarse entre Ratón y Andrey. Prefiere no precipitarse demasiado, asi que mira de nuevo al gigante:

- Creo que será mejor esperar un poco Anton, esto se va a poner interesante... Y odiaría trabajar de gratis. - Se encogió de hombros.- Parece que al final si que voy a tener tiempo de echar unas compras y poner en orden algunas cosas. Te veré aquí en unas horas, digamos que a medianoche. ¿Qué me dices?

-Piénsalo bien, Andrey: qué posibilidades reales tenemos de salir con vida de una búsqueda de este tipo? Hace unas horas habría pensado como tu, te lo aseguro. Pero después del encuentro con esos jodidos nosalis y la movida con las putas gambas...de verdad crees que siendo solo tres podremos, no solo encontrar el maldito avión, sino regresar de una sola pieza?

Gregori puso una mano en el hombro de su compañero.

-Soy el primero a quién le gustaría tener todo ese cargamento para él solo. Pero amigo, tengo muy claro que no servirá de nada conseguirlo, si después acabamos siendo la cena de esas malditas criaturas. Siendo sinceros, Andrey, sin esta gente no tenemos la mínima posibilidad de conseguirlo. Eso es lo que pienso.

Andrey no pareció convencido por las palabras de Ratón, pero pareció ocurrirsele algo.

-Tienes razón... La tienes, mucha...- Le indicó que esperase un momento, se estaban pensando bien las palabras con las que contarle su idea. Finalmente habló.

-Yo me ocuparé de ellos dos, cuando sea el momento. No me importa hacerlo, pero tú tendrás que ocuparte de la otra mujer. No puedo disparar a una mujer. 

Lo miró, pero solo con fijarte en esa expresión podrían ver que no esperaba que estuviera deacuerdo o aceptara el plan, pues tiene que ser así.

Mientras habla con Gregori, Andrey echa de vez en cuando una ojeada al resto del grupo - No pienso compartir el botín con esos tres, que se busquen la vida, ¿Porqué coño los has invitado a venir? Somos un grupo capáz, pequeño y móvil, tres personas. Suficiente. Ahora vamos a tener que cargar con el bicho grande ese, otra mujer que no sirve para nada y ese listillo. No me gusta.

- Tienes razón... La tienes, mucha... - Andrey se toma unos momentos antes de continuar - Yo me ocuparé de ellos dos, cuando sea el momento. No me importa hacerlo, pero tú tendrás que ocuparte de la otra mujer. No puedo disparar a una mujer.

Conforme Marek y Anton se acercaron a a la galería de tiro, vieron que esta estaba abarrotada de gente. La mayoría solo disfrutaba del espectáculo mientras que otros contemplaban con anhelo las armas expuestas en en local. A intervalos de unos cinco minutos se oía el fuego de las ametralladoras, seguidas de vítores, burlas y gritos de indignación según se había tenido más o menos suerte en las apuestas. Al asomarse al interior, desde las gradas se podía ver una pequeña explanada donde iban soltando ratas: eran el objetivo a abatir. Si se conseguía acabar con todas las ratas antes de que se acabara el tiempo, se había ganado la ronda. No era de extrañar, si había algo común en todas partes del Metro esto eran las ratas, por lo que siempre había las suficientes para el juego. Y la carne luego era aprovechada por los mercaderes y por aquellos que solo podían permitirse aquél alimento, por lo que era un negocio redondo se lo mirara por donde se lo mirara.

Desde una tarima, un hombre con un megáfono iba comentando cuanto sucedía e intentando atraer a nuevos clientes - ¡Eh! Vosotros parecéis tipos que saben manejarse por su cuenta. ¿Os atrevéis a probar suerte? ¡Podéis apostar la cantidad que queráis y si ganáis os lleváis el doble! ¡No se puede decir que haya mejor y más sincera oferta en todo el Metro!