Partida Rol por web

El camino fue tranquilo. No hubo incidencias y fue fácil llegar a casa a pesar de lo nerviosos que estábamos cuando salimos huyendo. Conrad y yo casi no hablamos por el camino, más por la tensión de la situación que porque no tuvieramos nada que decir. Los dos pensábamos en Fang, eso lo tenía claro. ¿Estaría bien? ¿Habría podido ganar a Oliver? ¿Y Maddy y Gerald? ¿Estarían bien también? Eran mil preguntas que golpeaban nuestra escasa mente de niños.

Cuando llegamos a la casa vimos que había luz. ERa obvio que alguien había dentro y podría ser alguien conocido e inofensivo u Oliver o alguien de esos que hicieron daño a Maddy.

Asentí ante la frase de Conrad.

-Miremos de paso a través de las ventanas  a ver si vemos a alguien dentro. Igual, si fuera alguien peligroso no hubiera dejado las luces dadas-dije levantando un poco las cejas y pasando mi mano derecha para limpiar algunas gotas de sudor que perlaban mi frente.

Fueron rodeando la casa, despacio. Las ventanas de la misma estaban intactas, excepto por aquella que rompió la piedra en el primer día en que ingresaron a la morada. Tenían idea de cuáles eran las que daban a los dormitorios y si estaban abiertas podrían ver a su madre adoptiva, y a Gerald si es que estaba con ella.

No tardaron mucho en verlo a él, pero se hallaba en el comedor, con la mirada perdida mientras sostenía algo entre sus manos, era una carta.

El hombre tenía un aire cansado que parecía de esos que te agarran cuando llevas el peso del mundo a tus espaldas. Pronto notaron a Maddy, caminando despacio y sentándose a su lado. Lo abrazó en un gesto silencioso de amor puro y genuino. Iban a entrar, o a llamar a la puerta cuando una voz clara les habló desde atrás.

-Si entran allí, ellos estarán en peligro. Debíamos esperar más... pero no tenemos tiempo. Si los aman... deben dejarlos ir.

Al girarse notaron que era la muchacha de piel oliva y ojos negros e inteligentes. No recordaban el nombre pero sí a la chica que había salvado a la niña, o al menos se había quedado con ella hasta que viniera la policía. Fang la conocía, y confiaba en ella. Eso era seguro, ¿pero ellos?

-Vengan conmigo, niños. Fang me ha enviado aquí y estuve esperando su llegada, no voy a forzarlos... pero sus padres están en peligro. Si los aman, vengan conmigo.

Allí estaban. No había peligro, eran nuestros nuevos padres quienes estaban en casa, seguramente esperando nuestro regreso. Podíamos entrar, arrojarnos a sus brazos, y hacer como que todo lo que había pasado era sólo un mal recuerdo. Incluso sabiendo que no lo era. Podíamos fingirlo por un rato, hasta que hablásemos con Fang.

Pero entonces, una voz a nuestra espalda me sobresaltó, haciéndome girar bruscamente con el corazón en un puño. Pero al ver su rostro, respiré más tranquilo. Era la amiga de Fang, la que había acudido para encargarse de la niña del parque hasta que llegase la policía. Sin embargo, nos decía que debíamos dejar allí a nuestros padres, no ponerles en peligro entrando. ¿Significaba eso que Oliver vendría a por nosotros y pasaría sobre ellos si era necesario? Oliver era un monstruo, era capaz de hacerlo...

¿Eres... de la manada de Fang? ¿Eres Fianna? -Le pregunté, acercándome a ella- ¿Cómo está él? Se enfrentó a Oliver... Tenemos mucho que contarle, que contaros... ¿vas a llevarnos con él?

Avanzamos con paso cuidadoso y a través de la ventana vemos a nuestros padres adoptivos. Casi quiero correr y lanzarme a sus brazos llorando, buscando esa calidez que sólo una madre puede dar, pero la amiga de Fang nos frena explicándonos que ellos podrían estar en peligro si nos quedamos en esa casa. ¿Será posible que en un día hayamos encontrado y perdido a una familia? Noto como un nudo se forma en mi garganta clamando llanto, eso que hacen los niños cuando no entienden nada a su alrededor y, desde luego, yo no entiendo nada.

Conrad enseguida confía en ella. Yo opto por no decir nada, si tengo algo claro es que no me voy a separar de mi hermano, que donde vaya él voy yo. Así que me mantengo en un discreto segundo plano esperando la respuesta de aquella mujer que se quedó con la pequeña. 

"¡Qué lejano parece todo" pienso.

Las preguntas de Conrad se agolparon mientras Eara escuchaba, atenta, sabiendo que tal vez no podrían volver a casa después de todo. Dejaba aquello en decisión de su hermano, en quien confiaba con plenitud.

Perla respondió, aunque su mirada a veces se perdía a lo lejos.

-Soy de la tribu Fianna… y Fang está con nosotros, pero está malherido.

Anteponiéndose a la preocupación de los niños, explicó:

-Se curará rápido, ahora mismo sus heridas deben estar sanando. Creánme. Miren…

Se arrodilló y entonces sí los miró de frente, aunque se la seguía notando distraída, como si temiera algo.

-Sé que tienen miedo, no se suponía que fuera tan rápido. Faltan semanas… no queríamos ir por ustedes tan rápido, no antes del cambio. Pero las circunstancias son tan peligrosas, y esta familia… los Ferguson, solo se pondrán en la línea de fuego si vuelven con ellos.

Se mordió el labio, llena de pesar, luego siguió.

-No solo es Oliver, hay otro Danzante por aquí. Son muy fuertes solos, Fang ha escapado por poco… y no queremos que se repita este encuentro a solas. De uno a uno solo nuestros mejores guerreros podrían con uno de estos locos. No tengo tiempo, cachorros. Tenemos que irnos…

Los miró expectante:

-Por favor… lo pediré de nuevo, y si dicen que no lo respetaré. Pero les pido, les suplico que me sigan, por favor. Si no es por mí háganlo por Maddy y Gerald.

Miro a Conrad a los ojos. ¿De verdad es posible que hayamos encontrado una familia y la hayamos perdido tan pronto? Mis ojos vuelven a mirar a Maddy y Gerald. 

"Ella es la perfecta mamá" pienso con cierta pena naciendo en mi pecho, pero es absurdo ¿no? si casi ni los conocemos.

Cojo a Conrad de la mano y le hago un gesto con la cabeza como indicando un "vayamos con ella". Fang confiaba en ella, no creo que sea peligrosa, aunque desde hace poco hemos descubierto que las cosas no son lo que parecen. Aún así, mantengo mi mano pegada a la de mi hermano en un claro ejemplo de no sentirme sola en aquello. Como siempre, al menos le tengo a él.

La alegría que me produjo la confirmación de que aquella mujer era parte de la tribu Fianna se desvaneció de golpe y porrazo al saber que Fang estaba malherido. Había sido Oliver, y había sido por protegernos, no era capaz de olvidar eso. No debía hacerlo. Incluso cuando aquella mujer decía que se curaría pronto, no debía olvidar lo que podría haberle pasado al joven.

La mujer insistía en que debíamos ir con ella, que entrar en la casa sólo serviría para poner en peligro a nuestros nuevos padres. Acabábamos de conocerlos, parecía que pudiéramos llegar a ser la perfecta familia, aquello que siempre habíamos soñado, y el sueño se desvanecía antes de poder disfrutarlo. Pero no había otro remedio, o de eso intenté convencerme, mientras Eara me agarraba la mano. Estaba seguro de que ella pensaba exactamente igual que yo.

Tenemos que hablar con Fang, con... todos los Fianna. -Le dije a la mujer, aceptando tácitamente su petición- Hemos encontrado el lugar de nuestros sueños, el que nos mostró el ciervo. Y sabemos lo que se oculta allí. -La sola mención a aquel ser que se ocultaba bajo la granja, hizo que apretase la mano de mi hermana con más fuerza, al tiempo que tragaba saliva por el temor- Vamos.

No era agradable la sensación de dejar a unos padres que apenas estaban comenzando a conocer pero la realidad, por dura que fuese, decía que esa era la única opción plausible. Que ponerlos en riesgo no era bueno, para nada, menos con “gente” como Oliver de camino.

Así que siguieron a Perla mientras se adentraban de nuevo en calles desconocidas. Conrad le comenzaba a contar sobre aquello descubierto, información que deseaba transmitir a los Fianna.

Llegaron al video club, a ese mismo sitio en donde el muchacho de aire suficiente y sonrisa radiante los había llevado para alquilar esas pelis de terror aquella vez. Un hombre diferente estaba atendiendo, el nombre les sonó de cuando Fang estaba hablando por teléfono para ayudarles con el tema de la niña.

-Clint, los he traído.

-Bien –respondió él y luego se dirigió a los pequeños –vamos hacia la parte de atrás de la tienda. Fang está allí, descansando. Los quiere ver.

Dijo, luego les dio una sincera sonrisa.

-Por la noche iremos a ver a la tribu, y a su padre también. Les pido un poco de paciencia, soy algo así como el jefe de esta manada.

-Eres el guerrero más fuerte, cariño pero lejos estás de ser el Jefe. Él espera en el promontorio. Llévalos atrás, montaré guardia mientras tanto.

-Si pasa algo…-advirtió Clint.

-Un aullido largo, dos ladridos cortos. ¿Sabes que lo sé, verdad?

Clint sonrío y los empezó a guiar hacia el cuarto del fondo del video club que, evidentemente, era mucho más que eso.

Para mi sorpresa, resultó que el lugar al que la mujer nos llevaba era el videoclub al que Fang nos había llevado el día anterior a por películas. Había otra persona atendiendo, un hombre cuyo nombre me sonaba. ¿No había dicho ese nombre Fang cuando llamó por teléfono por lo de la niña?

Oye... -Llamé la atención de la mujer, pidiéndole que se agacha se un poco para preguntarle algo en voz baja- La niña del parque... ¿Qué ha pasado con ella?

El tal Clint nos dijo que Fang estaba atrás, recuperándose. Me daba miedo verle, herido como estaría, tal vez en cama y vendado, con sangre manchando su ropa. Todo eso era por nosotros... También nos dijo que esa misma noche nos llevaría a ver a la tribu... Y a nuestro padre. El corazón se me aceleró de repente al oír eso, aunque me costaba concentrarme en ello cuando tenía tantas cosas en la cabeza.

Vamos, hermanita... -Le dije a Eara, apretando su mano mientras la otra sostenía aún el maletín. Era hora de hablar con Fang y contarle todo lo que habíamos visto.

La mujer nos llevó por aquella calles desconocidas de aquel lugar que iba a ser nuestro hogar. Miro todo con los ojos muy abiertos, tratando de no ser consciente de lo rápido y fuerte que latía mi corazón. Trataba de guardar imágenes en mi cerebro, así de alguna manera comenzaría a conocer aquella oscura ciudad. Estoy concentrada mirando los carteles de las tiendas cuando nos paramos y casi me choco con mi hermano. Suelto lentamente su mano, más porque la tiene sudada que porque quiera soltarla. Limpio mi mano de manera inconsciente en mi ropa y vuelvo a tomar la suya.

Cuando miro el lugar donde nos hemos parado veo que es el videoclub donde fuimos con Fang a alquilar aquella películas, pero el dependiente no es el mismo. Perla habla con él con una familiaridad increíble. Estoy tan acostumbrada al trato tirante y correcto de las monjas que ver como aquella mujer habla a aquel hombre de aquella manera me sorprende. Oculto una pequeña sonrisa tras un amago de tos fingido.

El joven parece ser con el que Fang habló por teléfono y dice que éste quiere vernos. Tengo unas ganas fuera de lo común de verle. Imagino que, al habernos arrebatado la vida que tanto deseábamos, necesito alguien en quién confiar  y a quién tener todo ese cariño que guardaba para mi futura familia.

Me mantengo en silencio esperando a que nos lleven frente a Fang.

Perla escuchó la pregunta del pequeño y se apresuró a responderla.

-Vino la policía y la llevaron con su madre verdadera. Los polis estaban bien, no eran de los influenciados por... bueno ya lo sabrán.

Acarició el cabello del niño y se despidió no sin antes reafirmar que la niña estaba a salvo.

-Fueron muy valientes -aclaró y luego salió del local con un paso rítmico que hacía bambolear sus largos cabellos oscuros. Luego pasaron al cuarto del fondo. Eara estaba intrigada en todo esto, era tan distinto a la vida del orfanato. Quién iba a imaginar todo lo que iban a vivir a partir de ahora.

Fang estaba sentado en un colchón en el suelo de un cuarto que tenía, todo alrededor, estanterías repletas de video cassettes, que se apilaban al este, oeste y sur. Posters de cintas como "Evil Dead" o "El Gabinete del Doctor Kaligari" adornaban las paredes de yeso. Él parecía bien, a decir verdad no le veían ni un rastro de heridas de no ser por rastros de sangre seca todo alrededor del colchón. Pero esa sangre ya estaba seca.

Estaba descansando pero abrió los ojos y los invitó a acercarse.

-Están a salvo... me preocupé bastante pero sabía que estarían bien... En realidad quería saberlo, digamos que solo lo creía.

Sonrió con esa sonrisa de costado.

-Lo creía firmemente. Vamos, vengan, denle un abrazo a este convaleciente Garou.

Me había quedado más tranquilo al saber en qué había acabado la cosa con aquella niña. Saber que se la habían entregado a su madre era buena noticia, algo que logró incluso arrancarme una sonrisa de satisfacción. Me alegraba por ella, incluso lamentaba no tener la oportunidad de verla y comprobar que estaba bien y era feliz después de lo que había pasado. Sin embargo, aquella sonrisa se desvaneció cuando vi a Fang.

El chico estaba echado, con sangre reseca sobre su cuerpo y en lo que hacía las veces de cama para él. Tragué saliva al verle, imaginando lo que había tenido que pasar para acabar así. Oliver era un monstruo, y el chico se había enfrentado a él por nosotros. Así que, cuando Frang abrió los ojos, di un respingo, pero no tardé un sólo instante en lanzarme sobre él y abrazarle cuando nos lo pidió.

Estamos bien, Fang, estamos... Hemos encontrado algo, el ciervo nos enseñó el camino, y... y... Está bajo tierra, bajo la granja de nuestro sueño. -Comencé a decir, apresurada y atropelladamente- Intentaron atraparlo, ellos, él, y la manada, los Fianna, pero algo salió mal, estoy seguro, y él sigue allí abajo...

Cuando Perla nos explica lo que ocurrió con la niña siento algo de alivio. Era bueno saber que todo había ido bien con la pequeña. La veo marcharse y observo el bambolear de su pelo negro, siento una pequeña punzada de envidia pues siempre me habría gustado tener el pelo negro. Luego entramos al lugar donde está Fang. Parece bien, pero a su alrededor manchas de sangre resaca anuncian lo que ya sabemos, que Oliver le había dado una buena zurra.

Conrad se lanza a sus brazos sin dudar y yo imito su impulso a pesar de tener reticencias a mostrar mis sentimientos a nadie. Le aprieto fuerte contra mi sin darme cuenta de que tal vez esté dolorido. Entonces Conrad comienza a contarle todo lo que hemos descubierto. Me separo de Fang y espero a que Conrad termine, luego me quedo en silencio esperando a que Fang se pronuncie.

El abrazo de los niños fue reconfortante para Fang y a pesar de los restos de sangre que habían a su alrededor, no parecía adolorido en este momento.

Escuchó con ojos bien abiertos lo que Conrad comenzaba a contar.

-Por eso quieren la granja. La policía está presionando a Gerald y a Maddy para vender. No creo que estén trabajando solos. Sus mentes deben estar infectadas por el…

Dejó de hablar como si pensara que todavía era muy pronto.

-Perla soñó con el ciervo y con ustedes. Por algo los ha elegido.

Se rascó la barbilla mientras meditaba en voz alta:

-Pero Oliver no está tras la granja sino tras ustedes dos.

Clint entró y le alcanzó un vaso de agua a los niños.

-Tenemos que hacerlo -dijo a Fang y a ellos también -tenemos que acelerar el primer cambio.

Al parecer, a pesar de lo torpe que resulté tratando de expresar a trompicones todo lo que tenía que decir, Frang fue capaz de comprender a qué me refería. De hecho, no tardó en deducir cómo encajaba todo aquello en la situación que se estaba dando con nuestros padres adoptivos. Aquello me hizo fruncir el ceño unos instantes, tratando de recordar.

La voz de nuestro sueño nos había dicho algo similar. Todo aquello iba de salvarles a ellos, proteger a nuestros padres…

Entonces… ¿Esa gente lo que quiere es a ese ser que está bajo la granja? –Aquello parecía sacado de una película de miedo. De hecho, parecía una de esas películas en que un malo buscaba liberar a un monstruo para utilizarlo, y éste le acababa matando. Pero yo prefería que nunca liberasen a ese… lo que fuera, antes que tener que matarlo después de que se descontrolase, como solía hacer el “bueno” de la película- ¿Y por qué nos quiere Oliver a nosotros? –Pregunté, extrañado, aunque en seguida saqué conclusiones- ¿Para obligarles a vender, o… por alguna otra razón? –No entendía qué significaba eso de ser “elegidos”, pero ¿y si también Oliver lo sabía? Me apresuré a sacar de mi bolsillo el diario, mostrándoselo a Frang- Mira, el que escribió este diario iba a intentar hacer un ritual contra esa cosa, y le iba a ayudar una manada Fianna. ¿Erais vosotros? ¿O sabéis quienes fueron?

En ese momento, Clint se acercó con algo de agua. Lo cogí agradeciéndolo, le di apenas un trago pequeño y se lo cedí a Eara para que bebiera.

¿Eso cómo se hace? –Pregunté con gran curiosidad- ¿Podremos convertirnos en lobos, como en nuestro sueño?

Todos estos días parecían de locos: una nueva familia, un secreto por descubrir, algo que solucionar y ahora nosotros debemos acelerar nuestro cambio. ¿Cambio? ¿En serio lo que vimos en sueños era real? ¿En serio podremos correr sobre cuatro patas y tener los sentidos de un hombre lobo? Me siento algo mareada ante tanta información y agradecida por el vaso de agua que me tiende Conrad lo bebo con ansia. Bebo bastante más agua que él que sólo ha dado un tímido sorbo a ese fresco vaso que hace que me sienta bastante mejor.

Veo como Conrad muestra el diario a Frang y yo con la caja aún en la mano se la acerco.

-Hemos leído algo del ritual y ponía que era necesaria una vasija. Pensamos que es esta cosa. Tiene grabadas palabras en la misma lengua que aparecía en aquella especie de altar. Además, comenzó a vibrar y a calentarse cuando ese ser vino a por nosotros. Dejo de hacerlo cuando nos alejamos lo suficiente... creo-le explico con la cajita en la mano-. No hay manera de abrirla. Al menos yo no he podido, igual necesita algún tipo de llave.

Entonces Conrad lo pregunta. Preguntas en voz altas si podremos convertirnos en lobos. Mis ojos buscan una respuesta en los de Frang y guardo silencio esperando que todo aquello comience a tomar forma.

Fang escuchó a los niños, sin dejar de mirar de soslayo a Clint que estaba como montando guardia en la puerta.

-La policía quiere algo con la granja, no todos. Los peces gordos que los comandan. Están bajo una influencia negativa, algo que los domina y los corrompe.

Se rasca la barbilla pensando más allá de lo que ellos pueden entrever.

-No entiendo por qué Oliver los quiere… ni siquiera sé si él sabe sobre ustedes.

Clint apoya una mano contra el marco de la puerta y completa un poco la idea.

-Ustedes son especiales, su madre lo sabía. Sabía también que estarían en peligro antes del primer cambio y por eso los envió al Orfanato, pero también hizo las conexiones que algún día los traería de vuelta.

Sus ojos miraban la distancia mientras decía:

-Era una Garou maravillosa, ella sabía demasiado… no nos dijo todo. Pero supongo que nos dijo lo necesario.

Conrad había preguntado sobre el cambio y su hermana había enseñado la caja y hablado un poco de lo que habían leído. Ambos hombres estaban muy interesados en ellos. Fang tomó la caja y la miró con intensidad.

-Nunca vi nada así, ¿Clint?

-No, deberíamos irnos cuando estés mejor…- se puso a explicar –ellos no deben cambiar en estos lares, será más seguro en nuestro lugar. Y además puede que la Anciana sepa sobre esto.

Fang entonces se paró, una expresión adolorida asomó asus ojos, pero no se veían heridas. Tal vez era algún dolor antiguo, o tal vez no se había sanado del todo aun.

-Sí, es posible apurar el cambio… pero es peligroso, y definitivamente no lo haremos aquí. Es hora de ir…

De ir nuestro hogar…

Mucho de lo que decían me resultaba confuso, como si me faltasen piezas y no pudiera ver la imagen completa del puzle. No era toda la policía la que tenía interés en la granja, pero sí los jefes. No veía cual sería la diferencia, si mandaban a los demás hacer el trabajo sucio, pero para Frang parecía ser distinto. Quizás tenía la esperanza de que algunos policías honrados pudieran hacer algo para evitarlo. No parecía tener claro el motivo por el que Oliver nos buscaba, pero insistió en que éramos especiales, aunque tampoco sabía por qué. Sólo nuestra madre lo sabía, y no lo había contado a nadie, aunque nos había abandonado por protegernos... o eso decía Fang. Era bonito pensar en algo así, mucho mejor que creer que te habían dejado tirado en un lugar así porque no te quisieran.

¿Quién es esa anciana? -Pregunté al ver que pretendían llevarnos a otro lugar, y preguntar a esa señora- ¿Y q-qué quiere decir que es... peligroso?

Todo lo que nos cuentan hace girar los engranajes de mi cabeza intentando buscar lógica a todo lo que dicen. Frunzo el ceño mientras escucho a Frang mencionar lo de la policía ¿no se supone que la policía siempre es buena? Recuerdo como la directora del orfanato siempre nos decía que si nos perdíamos alguna vez preguntáramos a un policía, que ellos son gente buena que nos traería de vuelta al orfanato. Pero, ahora resulta, que ellos son quienes quieren la granja de Maddy y Gerald, y nosotros eramos su problema añadido porque se empeñan en decirnos que somos especiales, aunque yo no me siento especial en absoluto.

Conrad es el primero en preguntar lo que mis labios iban a decir. ¿Quién demonios es esa anciana? Y luego me sorprendo pensando en por qué nos fiamos de gente que acabamos de conocer.

Miro a Conrad intentando adivinar qué piensa, pero creo que él confía en todo lo que nos cuentan y, si él decide seguirlos yo iré con él porque yo iría con él hasta el fin del mundo.

Conrad tiene más dudas, cosas que sigue sin entender, y su hermana tampoco sigue el hilo de tanto. Mismo que la policía, cuya función es la de servir y proteger esté metida en esto, pero ni siquiera es toda la policía. ¿Quiénes son, qué los influye? Las dudas se apilan como la nieve de una tormenta.

Ahora sin embargo no hay más respuestas. Fang se levanta, se pone la camisa de franela encima de su torso y coge una mochila.

-Nos vamos…

Clint asiente y le pone una mano en el hombro.

-Perla los conducirá a salvo a través del bosque hasta el túmulo de la playas. Sabemos de los dos Danzantes, no creo que haya más, pero no lo sabemos. Recuerda esto…

-Sí, debo recordar… no me desviaré del camino.

-Y no…- inicia Clint.

-No perderé a los Cachorros de vista.

-De acuerdo, vayan.

Fang estira el brazo y toma una de las manos de Eara para conducirla más cerca suyo, aparentemente el muchacho estima que de los dos ella es más débil.

-Mientras nos vamos les podré ir contando más, pero no aquí con tanta gente circulando, esperaré a que entremos en el bosque, ¿de acuerdo? Lo primero que les diré es que deberían tener unos 16 años para convertirse, pero son especiales, y creo que podrán hacerlo antes. Su madre lo creía… ella escribió en un diario sus vivencias cuando estaban en su panza. Ella era lo que llamamos una Theurge, como Perla. Pero mejor.

Salieron del videoclub hacia la calle. Algunos transeúntes andaban pululando y notaban que Fang se callaba cada tanto, y que estaba mirando alrededor. Empezó a caminar hacia una esquina en la que Perla los esperaba.