Partida Rol por web

Unas criaturas parecidas a los lagartos, llamados kóbolds, atacaron al barón local mientas estaba de caza. Escapó, pero los monstruos se apoderaron de su anillo, símbolo de su cargo, para después dispersarse por la espesura. El barón ha ofrecido una recompensa de 300 piezas de oro a quién le devuelva su anillo.

Vosotros, bravos aventureros, habéis oído que se han avistado kóbolds cerca de unas ruinas antiguas. Las ruinas fueron antaño el laboratorio secreto de un alquimista, y los rumores dicen que las cámaras de aquel alquimista llevan hasta un antiguo dungeon subterráneo. Nadie ha visto al alquimista durante muchos años, alguns dicen que murió a manos de los monstruos que salieron del dungeon.

Así, habéis formado una compañía aventurera para investigar las ruinas. En lo más profundo del bosque os habéistopado con un escarpado, en medio del risco hay una entrada tallada en la roca.

-Vaya, vaya.. ¿Qué tenemos aquí? -digo, observando a mi alrededor-. Este lugar es bastante extraño. Deberíamos andar con cuidado, y vigilantes. Hemos llegado demasiado tranquilos hasta aquí, y temo alguna amenaza..

No me preocupaba en exceso, pues mi vista era aguda y estaba bien dispuesto al combate si se presentaba la ocasión, pero mucho mejor si no nos pillaba por sorpresa.

-Habrá que atravesar esta cueva.. -digo, mirando la entrada con suspicacia-. ¿qué decís? Vamos allá, ¿no?

Miro con curiosidad la entrada a la cueva. El enano parecía ansioso por meterse bajo tierra.

- Parece que no hay ninguna forma de rodear el risco sin gastar varias jornadas de viaje en ello. - digo mirando la entrada de la cueva. Dentro podría haber cualquier cosa, pero si era el camino más rápido para llegar a las ruinas. - Suerte que llevamos antorchas. ¿Qué pensáis los demás?

No me gustaba entrar a cuevas si no era del todo necesario. Pero los hombres lagarto podrían haberse ido de las ruinas si nos retrasábamos mucho. Saco la antorcha y espero la reacción de mis compañeros.

La entrada está vacía, excepto por los desechos acumulados. Al final de la sala hay unas puertas dobles que se introducen aún más en el risco. estas pesadas puertas de madera están bien atrancadas.

Y por fin habían llegado a las ruinas y a la entrada de una cueva. Si hacían caso a los rumores seguramente aquella sería la entrada a los subterráneos bajo lo que algún día debió ser la morada del alquimista.

Lidda caminó por una sala completamente abandonada y vacía, sólo las piedras y la misma naturaleza parecían reclamar aquella estancia. Llegó hasta las puertas cerradas que les impedían el paso y las contempló con suma atención, fijándose en todos los detalles.

- Mmm... podría intentarlo... no creo que me resulte demasiado complicado abrirla... -murmuró más para ella que para el resto de sus acompañantes.

Redgar escuchó a sus compañeros mientras observaba la entrada del risco y cómo la pequeña mediana ponía atencón en ésta.

-Si podemos entrar por aquí y así ahorrar tiempo creo que es buena idea hacerlo- Dijo respondiendo al comentario del elfo -Si puedes abrirla, hazlo por favor...- Contestó a ala mediana mientras miraba a su alrededor observando cómo había tratado el tiempo a ese lugar.

Se puso a manipular la cerradura con mucho cuidado, sorprediéndose que lo que en un principio parecía algo bastante fácil estaba resultando más complicado de lo que esperaba.

- ¿Qué escondes ahí dentro con tanto empeño? Dime preciosa... ¿por qué no nos quieres dejar entrar? -Lidda hablaba con la cerradura como si de un ser animado se tratara.

Eberk esperó a que Lidda consiguiese abrir la puerta. La impaciencia le consumía, él era más partidario de probar con unos hachazos, pero.. Más valía ser cauto.

Se apartó unos pasos hacia atrás, observando alrededor, pendiente de las criaturas, mientras dejaba probar a la mediana sus métodos. Si no funcionaban, podría probar algún conjuro de los suyos.. o la fuerza.

Aramil, al igual que sus compañeros mira como la mediana habla con la puerta e intenta abrirla. Lo mejor sería no hacer el menor ruido. Puede que la conversación esa no fuera más que una tontería, pero por lo que sabía de magia, si alguien hablaba en ese tono a un objeto inanimado por si acaso no había que interrumpirle.

Se sitúa dos pasos atrás, al lado del enano, a la espera. Si funcionaba perfecto. Si no lo hacía, entonces probarían los demás.

Los intentos de abrir la puerta por parte de Lidda no están dando los frutos esperados. La cerradura sigue intacta pero, a pesar de vuestros intentos por ser silenciosos, podría haber alertado a cualquier criatura tras la puerta.

En la estancia no observáis nada que pueda ser de interés salvo la rudimentaria puerta.

Lidda estaba perdiendo la paciencia por momentos, no estaba acostumbrada a que una cerradura se le resistiera de aquella manera, seguramente estaba protegida de alguna otra manera que ella no veía. Sentía a sus compañeros observándola y eso la ponía más nerviosa todavía.

Sus dedos se movían delicadamente manipulando el mecanismo, esperando poder escuchar de un momento a otro un click que anunciara que había tenido éxito. Pero por ahora ese sonido divino no llegaba.

El intento de Lidda por abrir la puerta es en vano y quizá esté armando demasiado escándalo. Quiza la mediana no sea esa experta cerrajera que decía ser.

Se incorporó despacio, necesitaba calmar sus manos y concentrarse en lo que estaba haciendo, pero para ello necesitaría tiempo. Cerró los ojos centrando su mente en el mecanismo que tanto se le resistía, vaciando su mente de cualquier otro pensamiento que no fuera abrir de una vez por todas aquella cerradura.

Cuando se sintió más relajada, volvió a abrir los ojos y estaba vez sus manos se movieron ágiles por el cierre.

Lidda se toma su tiempo con la complicada cerradura y finalmente lanza un pequeño suspiro al oir el "click" que confirma su éxito.

Vuestra luz se derrama sobre una sala vacía. Podéis ver casi toda la estancia desde la puerta pero no su totalidad.

Lidda ya creía que sus habilidades habían desaparecido al entrar en aquellas ruinas, pero para su alivio el click le confirmó que había vencido a aquella endiablada puerta. Con el trabajo que me diste ya puedes esconder cosas buenas. Pero cuando entraron con precaución allí dentro, la sala parecía completamente vacía, por lo menos hasta donde alcanzaba la luz de la antorcha.

La mediana se sintió decepcionada, tanto esfuerzo para entrar allí y ¿no iban a conseguir nada? Decidió de todas formas buscar si había algo que no se apreciara fácilmente a simple vista.

No te has movido de la puerta por lo que tu búsqueda no da muchos resultados. Desde tu punto de vista la estancia parece vacía.