Partida Rol por web

-Será mejor seguir avanzando aunque lo hagamos más lento, los heridos deben de ir detrás de la fila, sugiero que delante vayan aquellos con maestría en el combate y que no estén heridos. No solo delante sino flanqueando al grupo de heridos ya pueden ser los que no saben combatir como los que saben y detrás de ellos los que no saben combatir. Así los heridos estarán protegidos por los cuatro lados, no sé si es buena táctica pero es lo que se me ocurre.

En cuanto a las raciones que hemos encontrado sugiero que cada uno se quede con una ración, yo me quedaré con la de Mika para que coma a su debido tiempo, y sobraría una ración todavía, la puedo llevar yo para que se la dé a alguno en caso de extrema necesidad o la administre según mi categoría moral, ¿qué os parece?

Wendell asintió a las palabras de Manfred con un seco cabezazo - Supongo que es lo mejor - no pudo menos que consensuar. Lo cierto es que no le gustaba la idea de ir a la retaguardia, pero no dejaba de ser consciente de su estado y sabía que, aún herido, podría ser capaz de ayudar a quienes estaban peor que el.

Tomado una de las raciones la guardó en su mochila antes de comentar - Yo estoy listo. Creo que es cada vez más importante que lleguemos antes que los orcos. Sin nos descubren... en fin... - encogiéndose de hombros dejó sin terminar su propia frase, sin saber cual era la mejor manera de hacerlo

Mi hachuela termina de cercenar las cabezas de los Caídos para que no vuelvan a levantarse por el poder de la Sombra. Tomo luego las joyas de ellos y las miro, pues no sé de qué clan son. Me tomo un momento para examinar sus trazados, intentando identificar su origen.

Luego, con ellas en las manos y una rodilla en el suelo, comienzo a pronunciar una oración en el idioma enano antiguo:

 - "Que la sangre de mis hermanos no haya caído en vano. Que sus cuerpos alimenten la tierra cuyo fruto da vida a nuestro pueblo. Que su alma consiga el camino de vuelta a sus ancestros y desde sus salones, vean con orgullo el valor y sacrificio de quienes han dejado atrás. Solo el dolor queda de su partida, solo el orgullo llena su pérdida y solo el deber queda para nosotros en este mundo sombrío."

Guardo las joyas y recojo dos de las hachuelas urutuk de los cadáveres y las guardo en mi mochila. No miro llevar más cosas pues dudo poder con mucho más peso y las armaduras de los caídos brindan menos protección que la que llevo. Recibo la ración que me da Manfred y la guardo en mi mochila también, habiendo entendido lo suficiente de lo que dijo para saber que esa es la división, mas no entendí nada de la primera parte.

"Algo de los heridos y la marcha."

Miro a Hamil y hablo:

 - "Debría quedarse niño-con antes cuando dijimos. Ahorra casui muere y retrasará. Dejar qüi con niño, es seguro. A la vuelta recoger-los."

"Si es que volvemos de aquellas cuevas con vida."

Miro a los compañeros, sobre todo a Manfred pues él ha sido uno de los culpables de que ese niño corra riesgos aquí y nos ponga en más peligro. Hamil se negaba antes pero ahora no podrá avanzar solo y está obligado a obedecer o seguirá solo y ahí sí morirá.

El combate había sido duro, demasiado duro y totalmente una sorpresa. No pensaba que íbamos a tener que enfrentarnos con enanos caídos, la verdad. Si ya sé por si, esos enanos eran duros de cojones, si ya estaba muertos lo hacía más complejo.

El resultado, aunque hubiéramos salido con vida, había costado más de lo que parecía. Teníamos al estupido de Hamil medio muerto, y además de cargar con el, teníamos que seguir con el niño. 

Siento ser yo el que lo diga, pero no podemos ir con Hamil. Hemos perdido demasiado tiempo ya, no podemos avanzar a ese ritmo. Si no llegamos a tiempo, no solo nosotros moriremos, más gente depende de nosotros. Ya sabía a lo que se atenía cuando se unió. Podemos dejarle en un lugar seguro, con comida. Si logramos salir con vida de allí, volveremos. Si no, me encojo de hombros seguro que tendrá más posibilidades de sobrevivir aquí. Solo necesita descansar unos días para que esas heridas se cierren.

Una vez dicho lo que había que decirse, guarde las raciones en mi mochila, esperando la decisión del resto.

- Yo no lo haré lo siento, me parece injusto e inhumano dejar a una persona moribunda aquí sola, ni sabemos si este lugar es seguro que por lo que veo no, pues igual que esas criaturas nos han atacado puede haber más y no está protegido por las fatas, iré con Hamil y Minka aunque vayamos más lento, y espero encontrar a las fatas y dejar a Hamil con ellas para que lo curen, entonces sí iré a la misión, pero aquí no lo haré, pensad que el golpe que ha recibido lo podía haber recibido otro en su lugar y estaría en la misma condición que él, él ha salvado a alguno de nosotros de recibir ese golpe. Se merece estar en un lugar seguro no aquí en este territorio inhóspito. 

Tomó a Minka por los hombros y acarició su cabello, iré detrás vuestra, buscaré a las fatas ellas deben de saber de curar y sino estará a salvo para recuperarse. Id con los dioses, nos veremos pronto... Añadió a modo de despedida pues estaba decidido a no abandonar a Hamil a su suerte.

Jonad miraba con sus grandes y expresivos ojos a uno y otro segun intervenían en la conversación, tratando de no perderse nada de lo dicho, pues aquella lengua que no era la suya.

La decisión final de Manfred parecía la mas humana, mientras le estrechaba la mano a modo de despedida le dijo en la lengua del comercio - Buena suerte. Seguro volver a vernos pronto. Cuidaros.

Sin mas cogió la ración que le correspondía e indico el camino por  el que reanudar la marcha.

- Pues yo, por más que esté herido, sigo con Uds! - aseguró Wendell muy serio - Es una lástima perder un posible combatiente, pero cada uno sabe cuales son sus prioridades -

Tras una pausa se explicó - Y no, no es así. No le deseo heridas a nadie, pero al entrar en combate uno sabe, o debería saber, a que se expone. Y cuales son los riesgos. Y no ha salvado a nadie. Decidió participar de algo para lo que no estaba preparado. Y pese a que intentamos que lo entendiera, no quiso hacerlo. El combate, aún con experiencia es peligroso. Así que no. No salvó a nadie, solo decidió participar de algo que lo excedía -

Tras encogerse de hombros continuó dirigiéndose a Manfred - Así como el tomó su decisión, tu tomas la tuya. Si prefieres acompañar a quien decidió ponerse en peligro sin estar preparado para hacerlo antes que cumplir con lo que te comprometiste a hacer, tienes todo el derecho a hacerlo. Tu sabrás si esa decisión es la correcta. Pero lo cierto es que no podemos demorarnos más. El tiempo se acaba -

Sin siquiera saludar al que estaba comenzando a considerar un cobarde, el defensor giró sobre sus pasos y comenzó a a alejarse, olvidándose del dolor que sentía en su cuerpo y mentalizándose en los peligros que vendrían a continuación - Supongo que, ahora, no hace falta que defienda la retaguardia - se lo escuchó comentar en voz baja mientras buscaba su habitual posición de marcha

Escucho a Manfred mientras niega a mis palabras y expone su posición. Dejo que el resto hable antes de contestarle como mejor puedo:

 - "El mundo injusto es. Todos sabremos que quedar atrás si retrasar-resto. A donde vamos no sanación-hay, solo muerte."

Me giro, para seguir a Wendell en el camino y pronuncio por última vez pero esta vez de espalda a ellos:

 - "Si querer vivir, mejor no sigan-nos."

Luego, y sabiendo que yo mismo estoy herido y podría perfectamente ser el próximo derribado, comienzo a caminar en dirección a nuestro destino, para intentar llegar a las cuevas antes que el Legado y los orcos.

Al oir a Manfred, me paso una mano por la cabeza, frotándola esto estaba resultando más duro de lo que pensaba, y eso que ya era duro lo que tenían entre manos.

Manfred, ¿por qué has venido con nosotros? comento negando con la cabeza parece que cualquier oportunidad es buena para querer retrasarnos. Si tan claro tienes que es más importante salvar a una persona que a miles, esta no es tu misión, ni este es tu lugar. 

Me recuerda a mi tía, que le decía a mi tío:

- ¿Cariño, tengo una duda: ¿por qué te gusta tanto llevarme la contraria?
- ¿Pero qué dices? Si no me gusta

 Niego con la cabeza sonriendo, mientras me uno al resto, dispuesto a dejar a ese chiflado solo, con el niño y Hamil, si eso es lo que quiere.

Al final, como siempre, el tiempo me da la razón. Lo dije desde el primer momento, y sólo Girolamo pareció tener en cuenta mis palabras. Ahora, una vez más, mientras recupero la munición y escucho con atención a los compañeros del viaje, se me da la razón aunque nadie lo mencione: no deberían haber venido.

Y no se trata de humanidad o falta de humanidad, sino de que estamos viviendo tiempos desesperados, quizás los últimos tiempos, al fin de cuentas. Y no podemos permitirnos el lujo de anteponer la caballerosidad a lo pragmático.

Cuando termino mi tarea... miro si los enanos caidos han sido decapitados y en caso contrario, los señalo al enano del grupo, por si entiende la medida de cautela que tengo en mente.

Tras eso, me dirijo a Manfred:

-Si te quedas junto a ellos morirás con ellos. Si te vienes con nosotros, quizás salves tu vida y la de otros. Quédate si lo deseas, búscales un escóndite y retoma el camino rápidamente para alcanzarnos. Te doy mi palabra, de que a la vuelta, si aún estamos entre los vivos, volveremos por aquí y los recogeremos. Dadles las provisiones que hemos recuperado de los enanos para que sobrevivan hasta el momento, y partamos. Pero... -insisto a Manfred- tu presencia es más necesaria con nosotros que junto a elos, incluso para beneficio de ellos a la larga.

– Despreciable gnomo – soltó de la nada Hamill, – He luchado a su lado valientemente, y ahora que estoy herido, ¿me desechan como una carga?, bien espero entonces que no corran la misma suerte que yo – exclamó el joven ereño con una cara que mezclaba el miedo en su rostro ante la incertidumbre y la furia, aunque en su interior ya tenía una decisión marcada.

Atardecer del 2° de Halail del año 101 de la edad oscura (Turno 25)

La discusión se gestó entonces cuando Manfred se negó a abandonar a Hamil, quien ante ello, alivió ligeramente su terror y furia, aunque las duras palabras de Wendel lo hicieron reavivar su dolor y rencor. Ya lo demás solo sirvió para ir gestando un sentimiento creciente que no desaparecería fácilmente.

Jonad, fiel a su forma de ser, optó por dejarlos atrás y continuar. A él le siguieron Wendell, Girolamo, Ulfrin y Arvin. Durghall, aunque nada dijo, no les siguió, el quizá no estaba muy de acuerdo con Hamil, pero no habría de dejar a un compañero atrás como mucho antes había pasado, y menos a un niño. Así, a cada paso, la comitiva inicial se iba rompiendo por completo. Un grupo marchaba a la cabeza avanzando con paso firme guiados por el Montaraz Jonad hacia las cavernas, mientras que el segundo quedaba detrás hablando entre si y sin un rumbo fijo aún definido, aunque probablemente les seguirían a un paso más ligero.

Mientras caminaba, Wendell escuchó las furiosas palabras de Hamil y estuvo a punto de darse vuelta para increparlo. Sin embargo, tras apenas una pausa en sus pasos continuó avanzando y esperó que el gnomo se pusiese a su altura - No lo escuches - le comentó en su tono de voz habitual sin preocuparse de si el herido era capaz de escucharlo o no - El que habla no es el, es el dolor. Y probablemente el miedo -

Tras encogerse de hombros añadió - Y respecto a los que se quedan. Es su decisión. Yo sé, como tu, que lo realmente importante es cumplir con nuestra misión. Me da pena Hamil, y también el niño. Pero nunca debieron estar aquí. La verdadera tarea está frente a nosotros. Es una pena que no todos sean capaces de darse cuenta -

Camino a paso rápido alejándome de quienes decidieron quedarse atrás. Ignoro las palabras de Hamil, aunque entiendo perfectamente lo que dice Wendell. El chico está asustado y enojado, pero siempre se le puede reprochar la falta de integridad que se esperaba de quien aceptara una misión como esta para ayudar a la resistencia.

 - "Si herido caigo-yo que no poder seguir, abandonar-yo. No dudaren. Salvar resistrencia es más importrante que cada uno nosotros. Todos sabemos so."

Me da lástima el chico Hamil y el necio de Manfred, pero la verdad es que prefiero que se quede pues el niño pequeño lo seguirá a todos lados y él nos puede poner en peligro en una situación de tensión. Lo mejor es seguir los que estamos más dispuestos y decididos. Si la suerte está de nuestra parte, volveremos con vida y podremos llevarles de vuelta al pueblo. Si no, ellos ahora mismo tienen más posibilidades que nosotros.

- Id en paz, comprendo vuestra decisión, estaré en retaguardia o más lejos pues también acepté y pienso hacer la misión. Os deseo mucha suerte y ojalá nuestros caminos se unan de nuevo.

- Ven Minka debes de ponerte esta armadura, le dijo al niño poniéndole una armadura de uno de los enanos la más nueva que hubiera. Después cogió las dos hachas que quedaban una se la quedó él y otra se la dio a Durghall. - Bien, listos, iremos a nuestro ritmo, vamos...

Jonad no miró atras, sonriente como siempre encabezaba de nuevo la marcha de la reducida compañia.

Mientras caminaba masticaba una plasta rojiza que llegaba incluso a chorrearle por la barbilla. Silbaba animadamente mientras se entregaba a aquella sensación reconfortante, sin temer aun el cansancio que traería despues. Ya no le quedaba más... Eso aun no le preocupaba, pero no se le quitaba de la cabeza.

Atardecer del 2° de Halail del año 101 de la edad oscura (Turno 26)

Dejando atrás a Manfred y a los demás, el grupo ya muy reducido de Héroes marchó avanzando por el bosque durante largos minutos, en los cuales el silencio hizo eco de la situación. En aquellos momentos el grupo no tenía intenciones de conversar mucho y formar lazos, los cuatro héroes restantes ya solo tenían en la mente continuar, continuar hasta desfallecer.

Por suerte, tras unos veinte minutos más de estar avanzando, aquel melancólico bosque quedó atrás y se encontraron en uno de los puntos más altos de las colinas en las faldas de las Kaladrun. El camino era ya angosto, dando paso a solo dos personas o bien a tres algo apretadas. Por un lado se encontraban las paredes de un formidable pico montañoso difícil de sortear si no se le rodeaba, y por el otro un estrepitoso precipicio de más de cien metros, o al menos eso aparentaba. A lo lejos, en todas direcciones se podía ver el terreno con cierta claridad, sabiendo que más allá, a lo lejos debería estar tanto el camino bajo como el camino tomado por el legado y los orcos.

Más adelante, el camino se habría entre las rocas, en un sendero entre las montañas que permitía atravesarlas de lado a lado. Y más allá como un sonido musical tenue, se escucha el correr del agua, señal de que ya estaban cerca. Claramente aquel sendero era lo que hacia al camino alto mucho más corto, pues a pesar de las dificultades, todo aquel que tuviese que sortear las colinas dándoles la vuelta, tendría que invertir varias horas más de camino.

POST PARA MANFRED Y DURGHALL

Atardecer del 2° de Halail del año 101 de la edad oscura (Turno 26)

Dejando atrás a Manfred y a los demás, el grupo ya muy reducido de Héroes marchó avanzando por el bosque durante largos minutos; atrás, Manfred, Durghall, Mika y Hamil quedaron en silencio por un largo tiempo mientras descansaban y meditaban consigo mismos. Manfred le había colado una de las armaduras de los enanos a Mika, lo cual, si bien dificultaría mucho su andar, igualmente le ayudaría a sobrevivir de ser necesario. A su vez, de las dos hachuelas Urutuk restantes, una de ellas la había cogido el mismo Manfred, mientras que la segunda se la había entregado a Durghall.

De esta manera, el grupo inició su andar, a paso ligero pero constante y decidido, ellos no habrían de retroceder, esa era su intención, cumplirían la misión que se les había asignado. Por suerte, tras unos cuarenta minutos más de estar avanzando, aquel melancólico bosque quedó atrás y se encontraron en uno de los puntos más altos de las colinas en las faldas de las Kaladrun. El camino era ya angosto, dando paso a solo dos personas o bien a tres algo apretadas. Por un lado, se encontraban las paredes de un formidable pico montañoso difícil de sortear si no se le rodeaba, y por el otro un estrepitoso precipicio de más de cien metros, o al menos eso aparentaba. A lo lejos, en todas direcciones se podía ver el terreno con cierta claridad, sabiendo que más allá, a lo lejos debería estar tanto el camino bajo como el camino tomado por el legado y los orcos.

Más adelante, tras otros veinte minutos de marcha por aquel difícil terreno, el camino se habría entre las rocas, en un sendero entre las montañas que permitía atravesarlas de lado a lado. Y más allá como un sonido musical tenue, se escucha el correr del agua, señal de que ya estaban cerca. Claramente aquel sendero era lo que hacía al camino alto mucho más corto, pues a pesar de las dificultades, todo aquel que tuviese que sortear las colinas dándoles la vuelta, tendría que invertir varias horas más de camino.

Manfred fue junto a Durhall por el camino que subía por la montaña detrás iba Minka junto a Hamil, - muchacho necesitas coger músculos, la armadura te servirá para ello además de protegerte y pasar por un enano, te da muchas ventajas. Le comentó al muchacho para que no sintiera que se la había puesto como un castigo.

- Durghall, ¿no tendrás más curación como la que utilizaste en casa del alcalde?, a Hamil le vendría bien... ¿Hamil como te encuentras?, dijo mirando para atrás, - no le hagas caso al grupo son desagradecidos y además no sabía que pudieran tomar tanto odio contra alguien, me alegro de haberme separado, la verdad que es irónico querer salvar a las tierras de alrededor sino somos capaces de salvarnos a nosotros mismos. 

Manfred anduvo atento, - Durhall extrema las precauciones no podemos permitirnos sufrir más heridas ni más bajas. Comentó mientras llevaba la lanza en la mano y el hacha puesta el mango en el propio cinturón. 

Manfred llegó al camino que se abría entre la roca, en un sendero entre las montañas como un túnel que permitía atravesar la montaña en su interior. - Parece un túnel, ¿alguien tiene antorchas?, espera aquí tengo una, comentó y la encendió llevando en su mano izquierda la antorcha y en la derecha la lanza. - Seguimos con el mismo orden Durhall y yo delante, Hamil y Minka detrás, si hay problemas tendréis que esconderos no os quedéis quietos, le dijo a Hamil y a Minka.